GRANDVILLE - Segunda Temporada [Fan-Fic]

Cositas creadas por los Fans ;)

Moderadores: Shelby, Lore, Super_House, ZeTa, Trasgo

elementokr36
Metrópolis
Metrópolis
Mensajes: 6066
Registrado: Sab Sep 22, 2007 9:09 pm

GRANDVILLE - Segunda Temporada [Fan-Fic]

Mensaje por elementokr36 »

GRANDVILLE: Segunda Temporada
__________________

"Nuestros corazones guían lo que nuestras mentes dirigen para que nuestras manos escriban"
Equipo Grandville

__________________

Grandville 2x01:El Funeral
Tres meses después...

Kara se despertó sobresaltada. En su cabeza todavía revoloteaban las imágenes de una pesadilla reciente. Dos lágrimas corrían por sus mejillas. No sabía si ya había empezado a llorar en sueños o justo al despertarse mientras recordaba qué día era.
Mientras se incorporaba alguien llamó a su puerta. Kara se limito a mirar la puerta esperando que quien fuese entrase sin siquiera contestar. Willy entró tímidamente en la habitación de su hermana, se sentó al borde de la cama. No se dijeron nada porque sus miradas lo decían todo. A Willy también se le escapaban las lágrimas. Al final los dos bajaron la cabeza mientras lloraban en silencio por Julian.
El silencio entre los hermanos se prolongó hasta que Kara lo rompió.
—Me cambio enseguida —susurró.
—Yo… te espero abajo —a su hermano se le quebró la voz.
Kara asintió lentamente mientras Willy abandonaba el cuarto. Comenzó a vestirse en silencio y despacio sin dejar de llorar. Intentó serenarse sin mucho éxito para enfrentarse a sus padres y su hermano al bajar las escaleras. Al llegar junto a ellos, William le puso un brazo en el hombro. Pero no dijo nada.
Desayunaron sin decirse nada unos a otros, aunque Kara no probó bocado. En cuanto acabaron los demás ella volvió a subir a su cuarto corriendo. Detestaba que la viesen llorar de ese modo.
—Kara... —empezó William. Pero ella ya se había ido. Subió tras ella. Al llegar arriba todavía no sabía qué iba a decir al entrar. Aún así llamó a la puerta y entró. Kara estaba sentada sobre la cama abrazándose las rodillas, levantó la cabeza mientras William se acercaba y se abrazó a su padre sin necesidad de decir nada, pues no había nada que decir ante algo como lo que había ocurrido.

Willy se quedó con su madre, pero ella estaba concentrada en recoger lo que Kara había dejado en la mesa. El chico se acercó al fregadero para ayudarla, pero se distrajo al ver el periódico que contenía la mala noticia por la que estaban tristes. Miró el artículo brevemente:
ENCUENTRAN EL CADÁVER DEL MENOR DESAPARECIDO EN GRANDVILLE, JULIAN STANOPEN
“Hacía tres meses que la policía buscaba al joven de quince años Julian Stanopen, hijo de un empleado de la LuthorCorp, Daniel Stanopen. El cadáver fue encontrado cerca de la carretera Metropolis-Edge City. Un vecino de Edge City encontró el cuerpo sin vida en un descampado. Rápidamente, llamó a la policía, que identificó el cadáver, con claros signos de descomposición. Según los forenses, el joven murió hace tan solo dos semanas, habiendo sido víctima de tratos violentos; la policía no descarta la posibilidad de secuestro. El cuerpo policial de Metropolis sigue buscando al padre, Daniel Stanopen, también desaparecido…”
Willy pensó que era extraño que Daniel desapareciera poco antes de encontrarse el cuerpo de su hijo… Quizás… se enterase de quién era el culpable de la desaparición.
Como él no se había hecho cargo del funeral, ahora lo estaban haciendo los Davidson y otras familias de Grandville.


Media docena de hombres entraron en el despacho de Lionel Luthor.
—¿Y bien? —dijo Lionel desde su silla.
—Hemos hablado con los abogados del Banco General de Metropolis. Ya cerramos el acuerdo.
—Entonces... ¿Todo está resuelto? —dijo Lionel.
—Como usted dijo, al banco tampoco le interesa que se sepa que una sola persona entró a robar allí, al igual que a usted.
—Está claro que no quiero eso. Imagínense los periódicos: Una joven roba en el despacho de Lionel Luthor, la caja fuerte del Banco General y... qué más… —dijo Lionel riéndose.
—Todo solucionado, señor.
—Bien, ya os pasaré los cheques mañana, ahora retírense.

Aquellos hombres se retiraron y entró otro hombre, aproximadamente de la misma edad de Lionel.
—Hombre, Lionel... parece que hoy tienes visitas.
—¿Qué haces tú por aquí? ¿Cómo es que no me avisaron que estabas aquí?
—Yo también me alegro de verte, amigo —la voz del hombre sonó demasiado sarcástica para el gusto de Luthor—.Traigo los últimos informes de Belle Reeve, muy interesantes… tienes que controlar a tus hombres, sino, luego se te escapan. Mira a Trent... o a la señorita Goldsmith...
—Goldsmith iba por libre…. Ya sabes la salida —dijo Lionel tajante.
—Ah... Lionel —dijo aquel hombre tomando asiento—. ¿Cómo llevas tu investigación acerca del gen del envejecimiento?
Lionel contestó después de unos cuantos segundos, cuando los dos hombres cruzaron las miradas.
—Está en proceso, aún no hay resultados.
—Ya... Oye ¿No te parece que te lo pensaste muy poco? Destinar tu dinero para esta investigación…
—¿Por qué lo dices?
—Vamos Lionel... está muy bien que quieras vivir más, pero no eres el tipo de hombre que muere de viejo.
Hubo un silencio.
—Y ya sabes a lo que me refiero —continuó el hombre.
—Tengo las espaldas cubiertas, no te preocupes.
—Pues mantenlas vigiladas, Lionel.
—Esto… Morgan… —dijo Luthor mientras el hombre se iba, el otro se detuvo y lo miró—. No vuelvas por aquí.
El hombre se largó. Lionel se levantó y miró en su caja fuerte. Sonrió fríamente.


Durante el funeral, Kara no dijo nada. Todos los demás intentaban hablar con ella, pero ni siquiera sus padres lograban sacarle una palabra. Al finalizar la ceremonia, Kara se quedó sola allí, mirando a través de la tierra el féretro que contenía el cuerpo de alguien a quien ella había querido tanto en tan poco tiempo...
Sin darse cuenta de cuándo aparecieron, la chica vio dos sombras al lado de la suya. No miró a las personas que acababan de llegar. Pero fueron capaces de hacerla hablar. Aunque con un tono ofensivo.
—¿Qué hacéis aquí? —dijo Kara manteniéndose serena—. Es un insulto que existáis… que estéis aquí es…
No pudo seguir.
—Estamos muy poco contentos —susurró una chica a su oído.
—Stanopen era nuestro —dijo el muchacho que la acompañaba—. ¿Ahora de quién nos vengaremos? Jess, ¿de quién?
—¿De ella? —contestó Jessica Goldsmith.
—No exactamente —La voz de Trent denotaba demasiada confianza.
Kara no dijo nada. Estaba demasiado indignada para hacerlo.
—Es una pena que alguien se haya cargado a Julian antes que nosotros, Trent —El tono de ambos era cada vez más burlón—. Dinos, Kara… no habrás sido tú, ¿no?
Los claros ojos de Kara se iluminaron más y más. Trent se sorprendió. A Jess le trajo malos recuerdos.
—La primera vez fallé, Jess —susurró Kara—. Tengo un poder muy destructor… entonces no lo sabía. Ahora podré apuntar más a la izquierda… hacia el corazón.
Kara retrocedió y se fue a paso lento hacia su casa.
Trent la miró hasta que la perdió de vista. Entonces se dirigió a Jess.
—¿Qué fue eso?
—El ataque del que te hablé… el que me dejó KO la primera vez… es ése, puede quemar con los ojos. Creo que ahora controla la habilidad.
—Ahora eso… no importa. Vamos, tenemos una reunión a la que asistir, Jess.



El sol se ocultaba y había que ordenar el garaje. Su esposa ya le había dicho que en breve tendría preparada la cena. Empezó a recoger las herramientas con las que había estado arreglando el coche. Pero mientras guardaba unas, le daba la impresión de que eran menos que de costumbre. Y, en efecto, cada vez desaparecían más. Pronto las encontró todas dispuestas en sus sitios, bien guardadas. Miró a su alrededor.
—Vale, ¿Quién anda ahí?
Nadie contestó. El hombre cerró la puerta que daba del garaje al interior de la casa y se acercó a la salida. Susurró.
—¿Eres Kryptoniano?
—Sabía que dirías eso —contestó una voz en el interior del garaje—. Tu intuición nunca te falló.
El hombre de quien provenía esa voz era alto, vestía prendas que llamaban un poco la atención y sonreía amablemente.
—Dax-Ur —dijo el extraño acercándose—. Hace tanto tiempo…
—¡Zaltar! —contestó abrazando a su viejo amigo—. ¿Qué haces aquí en la Tierra?
—Es una larga historia. ¿Sabes? Estuve meses buscándote. Sabía que tenías que estar en algún lado… pero claro, no imaginaba que estarías…
—¿Viejo? Bueno, ahora llevo una vida como humano. Gracias a este fragmento azul de Kryptonita.
Zaltar observó la muñeca de su amigo, que tenía una piedrita azul sostenida por una banda de cuero marrón. Parecía un adorno simple, pero escondía un gran secreto.
—Tarda muy poco en hacer efecto, con esto dejo de poseer los poderes de un Kryptoniano expuesto a este sol. Tú mismo ahora debes sentirte menos… fuerte.
—Ya lo veo.
—No sabes cómo me alegra verte. Creí que… Es decir… no pensé que hubieses sobrevivido, Zaltar.
Se sentaron en unas sillas cercanas a la puerta de entrada a la casa.
—Tengo que ir a cenar en un rato, ¿tienes hambre?
—Gracias, Dax-Ur, pero no tengo mucho tiempo. Es cuestión de semanas.
—¿Qué ocurre? —Preguntó percibiendo la preocupación de Zaltar.
—Se trata de… la Ciudad de Argo.




—¿Volvieron? ¿Trent y Jess están en Grandville? —Preguntó Willy—. ¿Te hicieron algo? Tenía que haberme quedado contigo.
—No, Willy —contestó Kara, un poco más consolada que hacía unas horas—. No creo que quieran hacerme nada. Ahora que Julian…
—Kara, no pienses más en esto. Hagamos algo, no sé, salgamos con algunos compañeros de clase. Todo este tema del entierro… ahora Trent y Jessica... Tenemos que distraernos un poco de eso.
—Prefiero…
—Quedarte aquí, lo sé. Pero no vas a hacer eso. Frederic Grey me ha dicho que él y otros amigos… y algunas amigas… van a andar por el centro de Grandville. Nos invitó a ir con ellos y yo acepté. Tienes que salir un poco.
—Willy… yo no.
—Vamos, Kara. Si pasar un rato entre amigos no te ayuda, puedes irte cuando quieras.
Aunque le costó, pudo convencer a su hermana.



Jessica, Trent y dos acompañantes más estaban reunidos con el hombre para el que trabajaban ahora. Morgan Edge, un temido mafioso de Metropolis, los había convocado poco después del conocimiento de la muerte de uno de los Freaks que habían sido probados a la distancia por él: Julian Stanopen.
—Tres de vosotros —empezó Edge—, Trent Macgowen, Jessica Goldsmith y Lorkie Peterson, conocisteis a Julian Stanopen, misteriosamente asesinado hace escasas semanas.
—Es curioso —interrumpió el cuarto individuo para dirigirse a su “jefe”— que el chico haya sido hallado en una carretera que contenía el nombre de su ciudad y parte de su propio nombre. ¿No? Metropolis-Edge City.
—Estas coincidencias son irrelevantes. Trent, Jessica, Lorkie… creo que aún no conocéis a Gabriel Silverman.
—Será porque nadie me conoce —contestó Gabriel.
—Como Lorkie lleva más tiempo trabajando para mí, ella será quien estará en contacto conmigo la mayor parte del tiempo.
—¿Puedo preguntar algo? —Preguntó Silverman—. ¿Por qué estamos aquí? Me dijeron que tenía la opción de aceptar una misión muy interesante. Pero no sé para qué necesito compañeros.
—Trent Macgowen trabaja para el millonario más poderoso de Metropolis. Es necesario para tratar con él. Jessica Goldsmith está en contacto con muchos afectados por los meteoritos en Smallville. Esos contactos pueden ser necesarios. Lorkie está integrada en el grupo que Julian tenía, algunos de sus amigos tienen capacidades extraordinarias.
—¿Los que están “a prueba”? —inquirió Gabriel.
—Sólo una lo está: Kara Davidson. Su poder no tiene límites… excepto por una pequeña debilidad que ahora no nos interesa —miró a Jess—. Lorkie no puede acercarse más a ella sin levantar sospechas. Por eso necesitamos a alguien más. El poder que posees, Gabriel, es perfecto para mantenerla vigilada.
—Nunca uso mi poder para el espionaje. Ayudo a la gente y listo.
—Ayudarás, no te preocupes. Pero también deberás acercarte a Kara. A cambio recibirás una buena cantidad.
La duración de la reunión fue un poco extensa para el gusto de todos. En cuanto se dio término a la misma, el primero en irse fue Gabriel. Al principio, cuando lo vigilaban, los hombres de Edge pensaron que era supervelocidad lo que poseía. Luego se pensó que podía teletransportarse. Pero ahora que estaba con ellos, había logrado enterarse qué hacía realmente. Era un poder realmente extraño entre los freaks de los meteoritos. Era imposible ponerlo a prueba, pero no era imposible tenerlo de su lado.

—¿Argo? —Preguntó sorprendido Dax-Ur. La última vez que había oído ese nombre se trataba de unos planos de construcción recién diseñados.
—La ciudad en que se ha refugiado la mayoría de supervivientes de la explosión de Krypton.
—¿Le ocurre algo malo?
—He cometido un terrible error. No tuve cuidado. ¿Recuerdas el último invento de Jor-El referente a generadores de energía?
—El omegahedron.
—Lo he perdido. Era lo que le daba a Argo la energía para mantener todo en funcionamiento.
—¿Me estás diciendo… que perdiste la única fuente de energía de toda una ciudad espacial?
—El caso es que necesito ayuda para encontrarlo. Sé que cayó en algún lugar de la Tierra.
La expresión preocupada de Dax-Ur cambió por una expresión de culpa.
—No… —intentó decir Zaltar—. No piensas ayudarme, ¿verdad?
—Zaltar, hace muchos años que no uso mis poderes. Es más, me juré, por la estabilidad de mi familia, que nunca volvería a alejar de mí esta kryptonita azul.
—Dax…
—Sé que se trata de toda una ciudad Kryptoniana, Zaltar, y me duele no poder ayudar.
Alguien tocó la puerta desde el interior de la casa. Era su mujer, insistiendo en que fuese a cenar. Zaltar se levantó y se dirigió a la salida del garaje. Parecía un tanto decepcionado, pero volver a ver a su amigo en realidad lo había alegrado.
—Está bien, Dax-Ur, no puedo hacer nada para que cambies de opinión, el problema que tengo requiere demasiada responsabilidad… una que sólo recae en mí.
—Espera, Zaltar. Sé de alguien que puede ayudarte. Es posible que esté desarrollando sus poderes.
—entonces se trata de un joven… ¿Criado en este planeta quizás? —adivinó Zaltar—. Es posible que también intente ser un ser humano, y así no me ayudará.
—¿En Argo hay alguien de la familia de El?
—Zor-El y su esposa… también estaba su hija, pero la perdieron poco después de nacer —Zaltar miró extrañado a su viejo amigo—. ¿Es que hay alguien aquí de esa familia?
—Posiblemente no sepas que Jor-El intentó enviar a su hijo aquí a la Tierra.
—El pequeño Kal-El. ¿Está aquí realmente?
—Debes encontrarlo. Pero claro, ya no es pequeño.
—Conociendo a Jor-El… debe haber construido alguna fortaleza para salvaguardar los conocimientos Kryptonianos para su hijo.
—Si es así, los mejores lugares son los polos. Pero… no quiero que te vayas así, sin nada más. Tomas esto.
Le entregó una tarjeta. Contenía un nombre y una dirección.
—Gracias, Dax-Ur, me alegro de haberte encontrado.
Zaltar desapareció a toda velocidad, saliendo en busca de un sitio que le recordara a su antiguo planeta, los lugares que su amigo le había indicado. Ya los había visitado, pero ahora buscaría exactamente lo que pretendía encontrar, esa fortaleza que Jor-El pudo haber construido en la Tierra. Entonces buscaría al joven Kal-El… Aunque… sabía que estaba la posibilidad de que el niño nunca hubiese logrado llegar.
Kara y su hermano estaban andando por las calles del centro cuando se encontraron con el grupo de Frederic. Había otros jugadores del equipo de Grandville, así como algunas animadoras. Kara no las había abandonado, pero estaba un poco alejada de ellas. Se alegraron de verla.
Fueron a un café-bar y concentraron varias mesas en una esquina para poder sentarse todos. Willy se integró enseguida, pero no fue así en el caso de su hermana. Kara se distraía constantemente de las conversaciones para mirar a la calle. Miraba a través de los edificios, agudizaba su visión para ver de lejos… pero nunca se centraba en nada ni nadie durante más de dos segundos.
El tiempo para ella se ralentizó. Miró hacia todos lados. La gente se movía con tanta lentitud que la desesperaban. Pero no sabía por qué le pasaba eso. Pocas veces había reaccionado, instintivamente, así usando su poder. Entonces miró al cielo. Algo… no, alguien… ¡Alguien pasaba volando! ¡Volando a una velocidad extrema!
Nadie esperaba ver a Kara moviéndose a supervelocidad, por tanto nadie lo percibió. Pero Willy temía que en algún momento pasara algo así. Fue el único que notó un pequeño cambio en la postura de su hermana tras usar esa habilidad.
—Kara… ¿Estás bien? —Le susurró.
—Tengo que irme.
—Kara…
—Willy, me dijiste…
—Está bien, vete si quieres.
—Bueno, chicos —dijo Kara interrumpiéndolos a todos—. Me voy. Tengo cosas que hacer.
En realidad todos creían saber por qué se iba, no estaba cómoda con todo lo que había sucedido. Kara salió y ellos siguieron con sus charlas.


Gabriel llegó a Grandville, pero tuvo la mala suerte de aparecer en medio de una calle muy transitada en el centro de la creciente ciudad. Tuvo que desaparecer para evitar que…

La bocina de un autobús resonó por todo el centro, los frenos detuvieron las ruedas, pero el vehículo siguió en movimiento. Derrapó en la calzada mientras se acercaba a una marquesina. Las personas que estaban allí no pudieron reaccionar a tiempo, se alarmaron.


Kara miraba hacia el cielo cuando escuchó la bocina y el frenazo del autobús. En la marquesina con la que iba a chocar había gente, unas siete personas. Kara no podría sacarlas a tiempo a todas, pero lo intentó. Salió corriendo a supervelocidad… mas se detuvo. Un chico alto, de pelo oscuro y vestido con una sudadera negra y unos pantalones vaqueros, apareció y desapareció repetidas veces sacando a las personas del camino del autobús. Su velocidad era aún mayor que la de Kara… aunque… no parecía en sí velocidad… ¿Qué estaba haciendo? Como no parecía tener intención de parar el autobús, quizás no fuese capaz, Kara se dirigió a toda prisa para detener suavemente el vehículo. Se fue sin ser vista. Nadie vio muy bien lo que había ocurrido, lo cual sumaba confusión. Pero por lo menos no había heridos. Era lo que importaba.



Kara no sabía a dónde había ido el desconocido. Ahora no sabía si buscarlo a él o buscar a ese otro desconocido volador. ¿Qué estaba pasando? Últimamente ocurrían cosas demasiado extrañas.
Willy la encontró, más por suerte que por otra cosa.
—¡Kara! Menos mal que te encuentro. ¿Qué ha pasado allí?
—No estoy segura. Parecía un accidente.
—Por suerte lo evitaste. ¿No? —Willy susurraba mientras sonreía—. Cada vez eres más rápida, detienes un autobús, sacas a un montón de personas de su trayectoria, porque seguro que había muchas en la marquesina… y te largas sin ser vista. Qué fuerte.
—Willy, esta vez yo no tuve nada que ver. Sólo detuve el autobús. Hay alguien más aquí. Alguien que… es mucho más rápido que yo. O no sé… o se transporta… da lo mismo.
—Por lo menos ayudó a esas personas. Si hubiese causado el accidente sería más preocupante.
—Cierto.
—Ahora aquella calle se llenará de gente, los medios de comunicación lo van a fastidiar todo, mejor nos vamos a casa. ¿Eh, Kara?
—Sí, vamos.
Kara estaba pensativa. No le había dicho nada sobre esa persona que había visto volando. Era posible que se tratase del mismo individuo del accidente… pero no era muy probable… cada vez aparecía más gente con habilidades sobrehumanas. Sólo esperaba que algunos ayudaran a la gente como acababan de hacer ella y el extraño de habilidad indefinida.


En los polos no había nada. Zaltar estaba perdiendo un tiempo precioso. Sin saber dónde buscar el Omegahedron, decidió buscar a la persona que indicaba la tarjeta: Al Bartowsky. Un astrónomo de quien se podría fiar.
Dax-Ur no confiaba tan fácilmente en nadie. El tal Bartowsky, sino era Kryptoniano, debía conocerlos, por lo que podría acudir a él. Debía confiar en él. Necesitaba toda la ayuda que pudiera obtener. Argo no podría albergar vida durante mucho tiempo sin una buena fuente de energía.
Cuando se disponía a poner rumbo al centro astronómico donde trabajaba Al, algo lo detuvo. Era su transmisor Kryptoniano, el que lo mantenía en contacto con su nave mientras ésta se mantenía oculta lejos del Sistema Solar. Quizás tuviese que ver con otro asteroide… después de ocultarse en el que había pasado cerca de la Tierra meses atrás, estando lejos del sistema había estado expuesto a muchos peligros celestes, por los cuales siempre mandaba alguna notificación. Para salir de dudas, escuchó el mensaje: “Transmisión completa: El módulo de información ha sido transferido con éxito a la terminal”. No, no era ninguna notificación de peligros…
—¿Transferido? ¿Qué ocurre?
Estaba confundido, pero quizás no era algo tan extraño. Las naves Kryptonianas se mantenían en contacto cuando estaban a menos de un año luz de distancia. Kal-El debía de estar en la Tierra, efectivamente, y su nave estaba en funcionamiento, recibiendo datos de la nave fuera del planeta. Así que…
“Transmisión completa: El módulo de información ha sido transferido con éxito a la segunda terminal”.
Esto dejó perplejo a Zaltar. Dax-Ur había llegado por un portal… no tenía nave. Entonces… ¿De quién era la segunda terminal?


Kara se acostó tranquilamente en su cama. Esperaba sinceramente poder dormir. Ahora que habían hecho el funeral de quien había sido su mejor amigo, estaba más calmada. Cerró los ojos, pero los abrió al instante, había sentido un leve resplandor. Provenía de uno de sus cajones. Lo abrió y vio su brazalete. Estaba brillando. Cuando lo tomó, dejó brillar. Se lo puso en una muñeca y se levantó. Pensó en ir a ver a su nave. Recordó que la última vez no había sido satisfactorio acercarse a ella con el brazalete puesto. Desistió de esa idea. Entonces…
“El omegahedron se encuentra en la Tierra, Kara. Debes encontrarlo. Tu brazalete te ayudará”. Esa voz… había vuelto a susurrarle. ¡Y esta vez la llamaba por su nombre!


Música: Daughtry - It's not Over

No dijo nada a nadie, ni a Willy ni a su familia. En cuanto se despertó por la mañana, sin recordar cómo se había dormido, ni qué había soñado… sólo recordaba una y otra vez la voz. Hacía tanto tiempo que no la oía. ¿Por qué ahora?
Kara caminó por el cementerio donde Julian había sido enterrado el día anterior. Llegó hasta su lápida y se quedó en silencio unos segundos.
—No debí huir sin ti. Julian, fue mi culpa.
Tuvo que guardar silencio porque alguien se acercaba. No lo miró directamente, pero ese individuo se detuvo a su lado, mirando la lápida.
—¿Lo ves? —Le susurró el desconocido.
Kara lo miró y no pudo evitar sorprenderse. Era el chico que había salvado a aquella gente que estaba en la marquesina. Ahora estaba con ella, tan naturalmente como si supiese quién era. Era raro… realmente hablaba como si ya la conociera.
—¿Qué dijiste? —Le preguntó Kara, también susurrando.
—Me han estado vigilando, por eso vengo ahora. Tengo una excusa para hablar contigo sin que sospechen.
—¿De qué estás hablando?
—Lo ves, ¿verdad? El cuerpo de Julian Stanopen, a dos metros bajo esta tierra.
—¿Cómo lo voy a ver?
—No debes echarte la culpa porque no hayas podido usar tus poderes para salvarlo.
Kara estaba boquiabierta.
—Me llamo Gabriel Silverman —dijo el chico mirándola por primera vez—. Trabajo para un mafioso de Metropolis, pero sólo para poder acercarme a ti sin levantar sospechas, como he mencionado.
—¿Qué quieres? —Kara empezó a sentirse incómoda por no saber quién era.
—Un amigo. Y como tal, debo avisarte tres cosas: primero, ten cuidado con Trent y Jess. Te están investigando y probando, trabajando para ese mafioso. Segundo, ten cuidado con Lorkie, trabaja para el mismo hombre.
Guardó silencio durante unos segundos. Kara no podía con la impaciencia.
—¿Y tercero?
—El de ahí abajo es igual, pero no el mismo… Julian está vivo. Y sé dónde lo tienen.
El chico desapareció como por arte de magia, desvaneciéndose como un fantasma. Pero siguió oyendo su voz, proveniente de ninguna parte.
—Te ayudaré, Kara Davidson.
Kara dejó escapar una lágrima. No pudo reaccionar de ninguna otra forma.


Escritores: Bertu, Keidell y Litz
Guionistas: Bertu, Hyun Suk, Keidell, Litz y Elementokr36
2x02: Gabriel Silverman
—Todos os habréis preguntado a estas alturas de dónde venimos. Qué somos. Para qué estamos aquí. Qué hemos hecho para estar aquí. Para qué y por qué existimos. El universo se creó. Ésta es la razón por la que hoy estáis aquí escuchándome. Estamos rodeados de gente a la que queremos, gente a la que odiamos y gente totalmente desconocida. Animales... plantas... y los enigmas que se encuentran en el espacio... ¿Estamos solos en el universo?
»Particularmente, creo que somos bastante insignificantes para tener sólo para nosotros el infinito... Ahora me gustaría, queridos alumnos, que dejarais de tomar estos apuntes y empezarais a escucharme. Con el corazón. Quizás nunca sepamos para qué existimos, quizás nunca se descubra el motivo por el que se creó el universo... Pero estamos aquí unos años, nacemos, crecemos y luego desaparecemos...
El sonido de un timbre resonó por toda la clase.
—Perfecto —dijo irónicamente —. Mañana intentaré continuar.
El profesor recogió sus libros y los puso en su cartera.
—Bonita charla, señor Bartowsky.
—Gracias, pero es la misma de todos los años... ¿Le conozco?
—Mi nombre es Zaltar. Dax-Ur me ha llevado hacia usted.
Al Bartowsky se quitó las gafas y miró fijamente hacia aquel hombre misterioso.
—No conozco a ningún Dexter —dijo riéndose levemente.


Kara abrió los ojos. No había podido dormir primero por la voz que se repitió varias veces hasta casi las tres de la mañana. Ella esperaba siempre escuchar otro mensaje, pero no hubo caso, por lo que se quitó el brazalete… Luego, tampoco pudo dormir porque no podía quitarse de la cabeza las palabras que dijo aquel chico que encontró en el cementerio. ¿Y si Julian estaba vivo de verdad?
Se levantó. Cada vez sentía menos cansancio al no dormir. Se vistió. Miró hacia el jardín. Aquel olmo le traía buenos recuerdos. Parecía que hoy hacía mucho viento.
—Kara, deprisa. Tenemos examen y quizás nos dejen empezar diez minutos antes —dijo Willy desde fuera de la habitación.
—Ya casi estoy lista —dijo Kara preparando la mochila a supervelocidad. Abrió la puerta y vio a su hermano.
—¿No te llevas un abrigo? El viento sopla fuerte y frío.
—El viento es mi amigo.
La mirada de los dos hermanos se cruzó por unos instantes y se volvió a separar.

Lionel estaba tomándose tranquilamente un café cuando alguien entró de repente por las puertas de su despacho. Un joven alto con ojos azules entró, pero no era lo que destacaba en él. Una gran calva se apoderaba totalmente de su cabeza.
—Lex, hijo. ¿Qué te trae por esta caverna de hormigón y cristal? —dijo riéndose Lionel.
—Siempre es agradable visitar a un padre —hizo una pausa—. Ah, en este caso no es así. Eres Lionel Luthor.
A Lionel se le borró la sonrisa del rostro.
—¿Entonces qué haces aquí? —dijo Lionel terminándose el café.
—¿Qué hago aquí? Mis... empleados están insoportables. Han llegado voces que dicen que tienes planeado echar a más del 20%.
—Cierto. Pero vamos, Lex... en serio. ¿Por qué has venido? Te conozco.
—Ya veo... Está bien —dijo Lex caminando hacia las preciadas esculturas que Lionel tenía a un costado en su despacho. Las miró mientras abría la boca para sacar la cuestión que le traía intranquilo—. ¿Ahora quieres descubrir cuál es el gen del envejecimiento?
Lex sacó del portafolio unos informes sobre el tema. Se acercó a la mesa de su padre y los dejó ahí.
—A la humanidad le interesaría mucho... mucho esta investigación, Lex. Sería un gran progreso para la ciencia.
—Papá... —dijo Lex tajante—. No eres el tipo de persona que...
—Que muere de viejo, ya lo sé, no eres el primero que me lo dice —interrumpió Lionel, molesto. Se removió en su asiento—. Y ahora si no te importa, tengo que resolver unos asuntos. Ya te llamaré. ¿De acuerdo?
Lex se rió levemente y salió del despacho.


Zaltar y Al Bartowksy entraron en un apartamento situado bastante lejos de la ciudad, donde se podían contemplar las estrellas perfectamente. Bartowsky encendió la luz, dejando ver la multitud de aparatos y de objetos relacionados con la astronomía que tenía en su casa.
—Eres la primera persona que no se sorprende al entrar —comentó riéndose Al Bartowsky.
Zaltar se giró y observó el interior de la casa.
—En mi planeta... vuestra tecnología solo serviría para los juguetes... —dijo Zaltar indiferente.
—Entiendo —dijo Bartowsky algo molesto, que empezó a buscar dentro de los cajones de su escritorio. Después de unos minutos, encontró un mapa que enseñó a Zaltar.
—Esos puntos del mapa deben representar donde cayeron los meteoritos Kryptonianos de los que he oído hablar, ¿verdad? —supuso Zaltar.
—En efecto, lo son. Si te fijas bien, casi todos los puntos están situados en Smallville, pero hay uno que está en Grandville. ¿Casualidad? No lo creo.
Zaltar pensó unos instantes y luego se dirigió hacia la puerta. Al Bartowsky lo siguió. El Kryptoniano se giró y le dio las gracias por la información. Antes de salir, Al le preguntó por Dax-Ur, pues hacía tiempo que no sabía nada de él. Zaltar se limitó a contestar que estaba bien. Acto seguido, se despidió y se fue a supervelocidad.


—¡Bueno! Uno menos... —dijo Jessica abriendo la puerta de su casa.
—Pobrecito —dijo riéndose Trent.
—Sí, le quedaba grande el papel de héroe...
—Y además se lo tenía muy creído... ¿Qué vio Morgan en ese Freak? Estaba claro que no superaría la prueba.
—Cierto... —dijo Jessica quitándose el abrigo —.
Trent abrió la puerta para irse.
—Espera, Trent... ¿No hace mucho frío?
—No importa, tampoco es tanto.
—Ya... pero en mi casa se está mejor —dijo Jessica acercándose a Trent, quedando justo delante de él, insinuante—. Es lo bueno de independizarse pronto, no hay nadie que pueda molestar.
—Eso seguro —dijo Trent dejando escapar una sonrisa—. Pero...
—Tengo una pregunta Macgowen... ¿Qué partes de tu cuerpo puedes convertir en metal? —dijo Jessica mirando hacia los pantalones del muchacho.
—Eh...eh... —dijo tartamudeando Trent.
Ya no era necesario hablar más. Trent cerró la puerta y se acercó más a ella. La besó apasionadamente. La llevó a la habitación, la dejó encima de la cama y se quitó la camisa, mientras Jessica se desabrochaba el cinturón.
Después de esto, Jessica se acomodó encima de Trent.
—Déjame a mí, metalero...
—Disculpad, chicos —dijo alguien que estaba en la puerta de la habitación.
Trent y Jessica se levantaron de golpe. No estaban precisamente contentos.
—Calculé mal, quería aparecer justo detrás de la puerta... —dijo Gabriel Silverman poniéndose las manos en la cara como si estuviera rezando, aunque se le escapaba una sonrisa que lo delataba.
—¿Qué quieres, Silverman? —dijo Jessica, rabiosa, vistiéndose de nuevo.
—Morgan nos quiere reunir otra vez. Me dijo que os avisase personalmente.
—Creo que sí hay alguien que puede molestar, Jess —masculló Trent.


Lex Luthor entró en su mansión de Smallville y se encerró en su despacho. Su padre no le dejaba más remedio que meterse donde nadie le llamaba... otra vez. Consultó su ordenador y miró los últimos envíos de datos. Estaba todo cifrado, así que tuvo que esperar un momento hasta que logró ver lo que le habían enviado sus contactos.

El último informe era sobre un tal Stanopen. No... Dos personas apellidadas así. Uno era Daniel. Lex sabía que trabajaba para Lionel, aunque había desaparecido hacía un tiempo. La otra persona era su hijo, Julian Stanopen. Aparentemente, los medios estaban equivocados... o quizás no. El cuerpo que Lex sabía que había sido hallado no era el de Julian. Según los informes... era un clon perfecto.

Al leer "Clon", Lex pensó en el nombre del chico. Julian. Se apoyó sobre el respaldo de la silla, pasándose la mano por barbilla, y dejó escapar una sonrisa, aunque lo que sentía era disgusto.
—No serías capaz... cabrón —dijo pensando en su padre.
—¿Capaz de qué? —dijo una voz delante de él.
—¡Silverman! ¿Qué haces aquí? Te dije que dejases de presentarte así.
—Lo sé, Luthor, pero he visto la información que me has ordenado obtener. Cada vez me inquieta más.
—¿Ah sí? Has tardado demasiado. Ya me han enviado esa información mis otros contactos.
—Yo soy tus otros contactos —contestó sonriendo Gabriel—. Estoy en todo. Pero no fue fácil obtenerla. He conseguido entrar en unas instalaciones supuestamente del gobierno, pero adivina a quién pertenecen.
—¿A mi padre? —adivinó Lex.
Gabriel se quedó mirándolo. Negó con la cabeza.
—A ti, Lex. A ti. ¿Ahora qué quieres que averigüe, para quién trabajan tus empleadas?
Lex se quedó pensativo. Gabriel sabía que aunque el nombre de Lex estaba en los archivos principales de aquellas instalaciones, mencionándolo como responsable, no era así. Lo estaban entrampando. Pero él tenía que dar a entender que se sorprendía.
—Entonces no son tuyas, ¿eh? Alguien te la está jugando, Luthor. Y creo que es otro Luthor.
—Está bien. Ahora, Gabriel, ¿Qué hay de la otra información?
—¿Qué otra información?
—Sabes bien de lo que te hablo.
—¿Te refieres a la información referente a un joven granjero de las afueras de Smallville que es más soso que Winnie the Pooh? No, no estoy interesado en seguir esa investigación. El chico es más aburrido que tu padre escuchando óperas.
Lex apretó las mandíbulas. Tragó saliva y miró su reloj. Cuando miró de nuevo a Gabriel, éste ya no estaba.
—Lo siento, Lex —se oyó la voz desde todas partes—, lo que me pagaste ya está trabajado. Si quieres más, será sobre las instalaciones supuestamente tuyas...
El despacho quedó en silencio una vez más. Lex siguió mirando su pantalla, mientras olvidaba el trabajo que Gabriel se negaba a hacer, para centrarse en ese chico, Julian. Él era la nueva obsesión de su padre. ¿Por qué fingir su muerte? ¿Por qué retenerlo? ¿Por qué había clones de por medio? ¿Era Julian la persona original? Porque si no era así, Lex tenía en mente a la persona que sí lo era, y no le agradaba nada pensar en ello.

Música: All American Rejects - Can't Take It

Gabriel cruzó la realidad hasta llegar a un universo vacío. Se detuvo en el infinito blanco que le rodeaba, para pensar. Flotaba sobre una vacuidad que sólo podía ser fruto de un pensamiento vacío. Entonces, a su alrededor se formó una cama, una mesilla, un armario, un suelo, cuatro paredes... Pronto, su mente reprodujo en esa realidad una parte del universo real que ya nunca visitaba, su propia habitación. Así podría concentrarse mejor.
Inmerso en un mar de pensamientos, Gabriel reflexionó sobre lo que iba a hacer. Ya se había unido a Morgan y su mafia, por tanto sus hombres habían dejado de vigilar sus apariciones; había llevado la información sobre Lionel Luthor a Lex, haciéndole creer que se sorprendía de que no fuese Lex mismo el propietario de aquellas instalaciones, con eso sólo faltaba que el hijo distrajese al padre de sus planes. Ahora quedaba visitar a Lionel Luthor, quien le había encargado en su momento hacer aparecer el cuerpo sin vida de Julian Stanopen en aquella carretera. Por eso se había metido en el asunto originalmente. Luego, no pudo evitar investigar. Tenía que avisarle de la intromisión de Lex, para que la situación se tensara.
Tenía claro que realmente no era leal a ninguno de estos personajes ricos en dinero y poder.
Sólo quería ayudar a las víctimas. Julian Stanopen estaba encerrado y él no podía liberarlo. Kara. Ella sí podría. Por eso su lealtad sería para ellos dos.
Ahora sólo le invadía una duda: ¿Por qué se sentía en la obligación de ayudarlos?
—Basta de tanto pensar —se dijo a sí mismo. Morgan Edge lo esperaba junto con el resto del grupo. Se concentró en el lugar preciso.


Una vez finalizada la jornada en el instituto, Kara salió junto con Willy, que estaba entretenido contándole a Hyun Suk cómo había sido el examen, para que éste se diera una idea de lo que podía preguntarse en el examen de su clase al día siguiente. Kara no tenía nada que hacer con ellos. Le pidió que su hermano que avisara en casa que iría a comer con una amiga y regresaría por la tarde, posiblemente. Se encontraron con Evans. Kara no se quedó a saludarlo. Seguramente se pondrían a hablar de los ensayos de la banda. Por Julian, habían decidido seguir adelante con el asunto, probando con otra gente para sustituir a Stanopen. Kara no veía bien ese cambio, por eso ella se negó cuando le pidieron que se incorporara.
Dejando esos recuerdos a un lado, Kara se aseguró que nadie la miraba para usar su supervelocidad.
Después de un rato de carrera, llegó a Smallville, lugar donde se ocultaba la amiga que quería ver.


Mely Taylor se disponía a hacer las compras para una amiga, con quien vivía ahora en la periferia de Smallville. Cuando vio a Kara, se sorprendió mucho. Hacía meses que no la veía. Después de enterarse de la muerte de Julian, no esperaba que la joven Davidson estuviese de humor para hacerle una visita.
—¡Kara! —saludó alegremente—. ¡Qué sorpresa verte por aquí!
—¿Qué tal, Mely? ¿Todo bien?
—Claro, de vez en cuando se tienen problemas, pero es lo normal.
—¿Y con los hombres de Luthor?
Mely suspiró.
—Esos son los problemas que se tienen de vez en cuando. A veces siento que están cerca, pero al final no pasa nada. No te preocupes. Pero dime, ¿qué te trae a Smallville?
—Algo que te sorprenderá más que verme aquí.
—Vale, acompáñame a hacer unas compras y hablamos en el piso de mi amiga. Allí podremos hablar tranquilamente.
Morgan Edge se sentó en su sillón preferido, delante de los cuatro que había convocado. En realidad, era la segunda vez que se sentaba, ya había estado hablando con ellos.
—Como veis, parece que cada minuto aparece un nuevo afectado por los meteoritos.
—¿Y qué quiere que hagamos ahora? —Preguntó Trent.
—Eso, porque hasta ahora nos ha mandado a poner a prueba a gente que termina en el hospital —explicó Jess.
—Es cierto —agregó Lorkie—. Que yo sepa, sólo hay una persona que haya superado cada una de las pruebas impuestas.
—Ahora mismo Kara no el tema principal —interrumpió Edge—. Necesitaré que Macgowen y Goldsmith se encarguen de dos freaks. Ambos se encuentran en Metropolis ahora mismo. Silverman… ¡Silverman!
Gabriel se entretenía mirando por la ventana unas nubes con forma de hacha. Cuando Morgan le llamó la atención, apenas de inmutó.
—¿Estás?
—¿No me ve aquí?
—Tú te encargarás de vigilar al último freak que hemos seguido. Su nombre es Will “Damned” Palace. Lo de Damned es el apodo que él mismo se puso, con el que lo identifican sus conocidos.
—“Maldito” —dijo Gabriel—. No suena nada mal. Será interesante vigilarlo. ¿Qué habilidad tiene?
—No lo tenemos claro. Pero es muy dificil encontrarlo.
—Buena base de conocimientos —comentó Silverman con ironía.
—Peterson…
—¿Qué tal si me llama Lorkie, mejor? Peterson a mi padre.
—Justamente de John Peterson trataremos más adelante. Aunque antes de hablar de la policía de Metropolis, necesito que empieces a acercarte más a Kara. Parece que Gabriel no ha tenido mucha suerte.
—No quiso saber nada de “nuevo amigo” —explicó Silverman.
—Si tuvieras mejor trato con las personas —refunfuñó Jess.
—Lo dice la que intentó matarla.
Morgan se levantó de nuevo, amenazante.
—Ya sabéis qué hacer. No os pago para nada.
Gabriel desapareció sin despedirse. Los otros tres salieron de la única forma que podían. Cada uno a su misión.
Morgan tomó su teléfono y marcó. Esperó a que lo atendiesen.
—No estamos teniendo suerte con el nuevo. Volved a vigilarlo —esperó la respuesta—. Me importa muy poco si sus transportes son cada vez más limpios, rastréenlo como sea. Silverman no colabora como es debido, tendremos que seguir sus pasos.
Oculto tras el mafioso, Gabriel esperó a que Edge colgase para volver a desaparecer sin ser visto.


—Entonces… ¿Julian está vivo? —Repasó Mely.
—Eso es lo que me ha dicho el chico que vi en el cementerio.
—¿Lo has visto de nuevo?
—No, pero creo que volverá. Por eso, excepto ahora, me mantengo constantemente en los alrededores de mi casa o el instituto, para que sepa dónde encontrarme.
—¿No es peligroso que te expongas tanto? Los hombres de Luthor también pueden encontrarte fácilmente.
—No volvieron nunca más a por mí. No estoy segura, pero es posible que no sepan nada de mi secreto, no como en tu caso. Y como ya no tenemos pruebas de lo que sabemos sobre sus experimentos con clonaciones y todo eso… no tienen nada que temer de mí. En cambio, tú eres un peligro potencial para Lionel.
—Lo importante ahora es que aunque no tengamos pruebas, suponemos que Julian está vivo. La cuestión es que no sabemos dónde está.
Kara se distrajo. Ya no atendía a lo que decía su amiga. Miraba a través de las paredes. Tuvo la sensación de que algo malo estaba pasando. Miró la entrada del edificio en que estaban. Un hombre había entrado y había depositado algo para luego irse rápidamente.
—Mely… —Taylor percibió su preocupación—. Alguien acaban de dejar uno objeto debajo de este piso. ¡Tenemos que salir!
—¿Qué? ¿De Luthor? ¿Cómo me encontraron ahora?
—¿Quizás es que me vieron a mí? Mely, lo siento, no creí que…
—Calla. Vamos, en mi habitación podemos quedar a oscuras.
—Ve tu sola. Transpórtate a donde sea, yo saldré a supervelocidad. No te preocupes por mí.
Mely se encerró en su habitación a toda prisa. Kara miró el objeto, estaba segura de que era una bomba. Tenía que llevársela de allí.
En ese preciso instante apareció alguien en la entrada al piso.
—¡Tú! —exclamó Kara.
—¿Qué pasa? —Preguntó Silverman—. Me costó mucho encontrarte, pero…
—¡Vete! ¡Ahora! ¡Ahora!
Gabriel, confuso, hizo caso al instante. Desapareció. Kara bajó las escaleras y recogió el explosivo. Pero… fue demasiado tarde.

Gabriel volvió de su universo de pensamiento para aparecer en la azotea de un edificio de baja altura, cercano a donde había encontrado a Kara. Miró hacia un coche que se alejaba de allí. Le llamó mucho la atención ya que era de los coches que los hombres de Morgan Edge utilizaban. Entonces oyó el estruendo de una bomba en el piso donde su amiga se encontraba. Se sobresaltó.
—¡Mierda!

Kara sintió una onda expansiva muy violenta antes de sentir el calor abrasador del fuego ocasionado. El piso empezó a caer sobre ella, con todo lo que había en él. El calor era intenso, insoportable. Casi queda inconsciente ante el enorme peso que tenía ahora encima.
¡Pero estaba viva! Había sufrido una explosión horrible a escasos centímetros de ella y ni la explosión, ni el calor ni el peso del edificio habían conseguido acabar con ella. La confusión en la calle era escandalosa, lo podía ver desde debajo de los escombros.
Reunió todas sus fuerzas y levantó el gran peso que la oprimía. Los escombros empezaban a moverse y a caer hacia los lados, aunque sería difícil llegar hasta la superficie.

Silverman consiguió percibir desde su privilegiada posición cómo se movían los escombros tras la polvareda que impedía a la gente de calle ver nada. Empezaba a oír sirenas de bomberos y policías.
Intuyó que Kara estaba intentando salir de esos escombros, levantándolos. Realmente, era mucho más fuerte de lo que él pensaba. Se transportó al interior de esa polvareda.

Kara vio entre los restos del edificio que Gabriel estaba sobre ella a poco menos de dos metros. Todavía no podía salir, el peso era demasiado. Pero logró levantar más los escombros.
—¡Silverman!
—¡Kara! ¿Hay sitio para alguien más ahí debajo?
—¡¿Qué?! Pero si lo que quiero es salir, ¿para qué iba a querer a nadie más aquí?
—¿Hay sitio?
Con el esfuerzo que estaba haciendo, no había pensado en la habilidad de Gabriel, podía llevarse con él a otras personas. Era algo así como Mely en la oscuridad, solo que a la luz del día.
—Hay sitio. ¡Ahora sí!
En el reducido espacio que había a su alrededor, Kara sintió cómo aparecía Gabriel. Había abandonado su visión, y como no había luz, no podía ver, pero lo sintió cuando éste la tomó de un brazo.

Silverman y Davidson aparecieron en el edificio que Gabriel había elegido antes. Se oyó el estruendo de los escombros volviendo a caer. Kara se dejó sobre el suelo de la azotea mientras Silverman miraba a la muchedumbre intentando ver si había más supervivientes. La chica estaba cubierta por una manta, pero se fijo en que su ropa había sido casi totalmente destruida.
—¿Había alguien más allí?
—No recuerdo haber visto a nadie mientras miraba —Kara se reincorporó—. ¿Por eso nos quedamos? Para ver si hay alguien en peligro.
—Te recuperas muy rápido.
Kara pensó en el sitio brillante que había visto entre el momento en que desaparecía de los escombros y aparecía en el otro edificio.
—¿Qué era ese lugar que vi?
—Luego te lo explico, todavía estoy intentando asimilar lo extraordinaria que eres.
—Y yo… —logró articular Kara.
Gabriel miró a Kara, que sujetaba con fuerza la manta. Ella estaba usando su visión para escudriñar el desastre en busca de alguna persona más. El chico echó un vistazo a la calle. Veía la escena un poco de costado, pero se veía mejor ahora que el polvo disminuía. Entonces lo vio.
—El granjero —susurró.
—¿Qué?
—Nada.
Gabriel vio que el chico a quien Lex Luthor le había encargado vigilar estaba allí mismo, delante del edificio. Agudizó lo mejor que puso su vista para comprobar que el granjero ponía una mirada similar a la de Kara. Gabriel se quedó boquiabierto mientras miraba a Kara y al granjero repetidas veces.
—No había nadie más… —Kara suspiró aliviada.
—El granjero no era tan aburrido como parecía —susurró Gabriel hablando consigo mismo.
—¿Qué dices?
—Nada, te llevaré a tu casa.
La tomó del brazo y se la llevó consigo con destino a Grandville.


—¿Por qué estabas en Smallville? —Le preguntó Silverman a Kara mientras ésta se acomodaba la blusa. En un abrir y cerrar de ojos, estaba vestida de nuevo.
Al parecer, ni su padre ni su madre estaban allí. Seguramente había salido a hacer las compras de la semana.
—Estaba hablando con una amiga, Mely.
—¿Mely Taylor?
—¡Sí! ¿Cómo lo sabes? —Le preguntó extrañada.
—Está en la lista de afectados por los meteoritos, la lista que tiene uno de mis jefes, Morgan Edge.
—¿En serio? ¿Y qué saben de ella?
—Lo suficiente. Pero saben mucho más de ti.
—¿De mi?
—Ya te lo había dicho. Me habían encargado vigilarte, al igual que tus “buenos amigos” Trent y Jess, así como a Lorkie.
—Sí, lo sé. He intentado no cruzarme con ella.
—No la evites, o desconfiará. Por ahora, tienes ventaja porque sabes lo que traman: están probando tus habilidades.
—¿Por eso sabes qué poderes tengo?
—Sí, pero me preguntó por qué te han hecho lo de la explosión.
—¿Fueron ellos?
—Creo que sí. Pero no estaba al tanto de esto. Y yo que creí que estaba en todo —volvió a susurrar.
—¿Por qué me ayudas?
—Porque aquí se está cociendo algo fuerte, Kara. Julian está en unas instalaciones que Lionel Luthor tiene a nombre de su hijo, por supuesto, sin el consentimiento de éste.
—¿Lex Luthor?
—Sí. Morgan Edge tiene trato con Lionel. No sé qué trama, pero creo que está reuniendo a los Freaks más fuertes y capaces por alguna razón.
—¿Y quieren probarme para que me una a ellos?
—Es lo que creo.
—Esto se está complicando… yo sólo quiero recuperar a Julian…
—Julian está allí por culpa de Morgan. Morgan conoce los planes de Lionel, no sé cómo. Pero lo sabe. Usó a Lorkie para avisar a Luthor de cómo reteneros a ti y a Mely. También avisó del lugar al que Julian debía ir. Así que básicamente, todo es culpa de Morgan. Aunque Luthor se habría llevado a tu amigo tarde o temprano. Tu amigo en realidad…
—Es un clon de su hijo, lo sé. Él también lo sabía.
—¿Y aún así se expuso a Luthor? Se nota que te quería bastante —Silverman miró por la ventana para distraerse un poco. Entendía lo que había hecho Julian, pero no comprendía por qué no había buscado ayuda—. Tenía que haber ido a la policía o algo así.
—¿Es que tú lo haces?
—No, pero yo no temo a nadie. Puedo ir y salir de donde quiera cuando quiera.
—¿Cómo?
—Poseo el acceso a un universo de pensamiento, es insólito. Puedo llevar y traer lo que quiera de él. La manta que te puse era mía de pequeño. Llevaba años allí. Antes de la lluvia de meteoritos en Smallville… yo era autista. Ya tenía la edad para que se notara. Y luego…
—¿Autista? Increíble.
—Después de la lluvia, lo único que sé es que desperté en el hospital y había cambiado. No sé cómo sería ahora si no hubiese pasado, pero era pequeño, lo superamos rápido. Pero entonces empecé a manifestar esta habilidad.
—Puedes seguir encerrándote en tu mundo, aunque…
—De una forma distinta, sí. Y Lionel Luthor usó esta habilidad para hacerme llevar un cuerpo sin vida a unas carreteras entre Metropolis y Edge City. Luego me enteré de lo demás, quién era ese chico, que realmente está vivo, quién eres tú, qué relación había entre Luthor y Edge… así acabé metido en todo esto. Y una vez que liberemos a tu amigo, habré cumplido y desapareceré para siempre de este sitio.
—¿Sabes cómo liberarlo?
—Sé donde está. Pero no soy capaz de llegar hasta Julian. Después de todo, mi habilidad tiene una debilidad. Puedo transportarme, aunque a veces sea difícil, a donde esté una persona que yo conozca. Pero aunque haya visto a alguien igual a él, no conozco al Julian que está atrapado allí.
—¿Y por eso me necesitas?
—Exacto. Sin ti no podré entrar.
—Y sin ti no podremos salir…


Bajo metros de profundidad y tras unos espesos muros de aleaciones de plomo, El doctor Connor caminaba a paso rápido por el pasillo principal para ir a visitar a alguien que supuestamente llevaba muertos unas semanas.
Entró en una celda muy particular. Todo estaba dispuesto como si fuera una habitación, una habitación igual a la de Julian en Grandville.
—Buenos días, Julian.
El chico estaba recostado en la cama. No devolvió el saludo.
—Es la hora.
—Como todos los días —hablaba con tal indiferencia, que hasta Lionel había sentido escalofríos alguna vez. El doctor siempre los sentía—. ¿Ahora qué toca? ¿Generación de energía, movimientos del aire, pruebas genéticas…? ¿¡Que!?
—Hoy toca algo nuevo, Julian —dijo tranquilamente mientras dos hombres vestidos como celadores de prisión se acercaban a Julian para llevárselo. Ya no era necesario que ellos hicieran eso, pero tras los repetidos intentos de fuga, nadie se podía fiar del chico. Aunque ya hubiese aprendido que no había forma de salir de allí.
—¿Y qué es? ¿Pruebas de paciencia? Eso sí que no las pasaría —dijo forcejeando un poco con los celadores mientras los sacaban del cuarto.
—Hoy probamos algunas técnicas de borrado de memoria. Espero que te guste el electroshock. No te haremos nada, simplemente comprobaremos tu resistencia.
—¡¿Y si no lo resisto qué?! —Julian empezó a oponerse más.
—Estamos dispuestos… a correr el riesgo… —contestó Connor sonriendo mientras el eco de sus palabras resonaban en los pasillos por los que era conducido Julian.



Escritores: Bertu y Keidell
Guionistas: Bertu, Elementokr36, Hyun Suk, Keidell y Litz
Última edición por elementokr36 el Mié Dic 10, 2008 9:19 pm, editado 8 veces en total.



Bertu
Traductor
Traductor
Mensajes: 4541
Registrado: Mié Jun 06, 2007 4:43 pm
Ubicación: Roca Casterly

Mensaje por Bertu »

Imagen
2x03: Te encontré
Lionel Luthor entró a paso decidido en su propio despacho, donde, según le habían notificado, estaba su hijo esperándolo. Cuando entró, vio a Lex sentado en su silla tras el escritorio, bebiendo su bebida, mirando su portátil y con un terrible disgusto oculto tras su inexpresivo rostro.
—Papá —dijo levantándose—, te has pasado con este proyecto.
—No recuerdo haberte llamado. ¿Por qué has venido?
Se le notaba un poco nervioso. En cambio, Lex estaba totalmente tranquilo. Era eso lo que molestaba a Lionel.
—Tú mismo debiste saber que este proyecto te quedaba grande. Pero aun así lo hiciste. Violaste todas las leyes de la ética y la moral y has clonado a mi propio hermano tantas veces como te fue necesario para obtener una copia perfecta… no, qué digo, dos.
—No sé quién te ha contado todas estas estupideces, pero ¿no crees que es demasiado incluso para mí?
—En efecto, pero no lo creo, lo sé. Tengo fuentes muy fiables, papá —le dijo mirándolo con desafío—. Debiste saber que lo averiguaría tarde o temprano.
—A ver, Lex —Lionel intentó disimular—. Cuéntame la novela.
—Primero hiciste todos los experimentos posibles hasta conseguir clonar dos cuerpos exactamente iguales a Julian. Tu propio hijo, papá.
—¿El que tú mataste? —Ante esa pregunta de Lionel, Lex se mostró molesto por primera vez en la visita.
—¡Era un crío! Pero claro, lograste crear un clon que aunque nació como un embrión seguía teniendo la edad de Julian. Lo encerraste para tus pruebas personales sobre cómo conseguir un clon nuevo, uno que naciese de nuevo, sin el envejecimiento de las células propio del primer logro aceptable. Lo lograste. Pero tus científicos nunca supieron qué ocurrió. Fue… un milagro.


—¿Una explosión? —dijo William Davidson atónito.
—Como lo oís —Kara les había contado la última situación extraordinaria que había vivido hacía unas horas—. ¡La onda expansiva, el fuego, el calor, el peso del edificio entero!
—¡Kara —exclamó Willy—, eres indestructible! Pero… ¿alguien te vio? ¿Cómo saliste de ahí?
—Me ayudó un amigo. No os puedo decir quién, pero tiene una habilidad asombrosa.
—¿Te estás relacionando con gente así? —Preguntó William. Sabía que su hija buscaría esa compañía—. Kara, debes tener cuidado con…
—Tengo todo el cuidado que necesito tener, papá. No te preocupes tanto por mí. No soy como cualquier otra chica de quince años.
—Eso seguro —apoyó Willy. Su madre le instó a ir a estudiar. Ya habían pasado la mitad del curso y descuidar los exámenes a esa altura sería un error.
—Yo haré lo mismo —dijo Kara yendo hacia su habitación. Sus padres no estaban muy contentos con lo ocurrido, pero ella estaba satisfecha. El día siguiente sería un gran día. Por fin iría a por Julian.
Cuando ella y Willy se fueron, William y Emily se quedaron hablando mientras el gato subía a la mesa, algo que molestaba a la mujer.
—Mira… ya ni el gato nos hace caso —se quejó Emily.


Tras un rato de estudio, Kara se acostó y miró el brazalete que tenía sobre la mesilla de noche. Sintió el impulso se ponérselo otra vez. Sin embargo, dado que las últimas veces no había habido ningún nuevo mensaje, rechazó la idea.
Se acostó e intentó dormir. Las emociones del día la habían absorbido. No sentía cansancio, ya hacía mucho que no lo sentía. Mas se durmió en cuanto cerró los ojos.
A su lado, el brazalete comenzó a brillar de nuevo, pero pronto dejaría de hacerlo, pues no habría nadie que le hiciera caso por esa noche.


—¿Eso te cuentan tus fuentes? —Preguntó Lionel intentando no demostrar su temor a ser descubierto.
—Papá, mis fuentes son omnipresentes —su forma de fanfarronear molestó a su padre—. No todo lo que crees que dominas está bajo tu control. Pero eso también deberías saberlo. La cuestión es que ese logro en la ingeniería genética no pasó de ser un único milagro. Nunca pudiste repetir el proceso. Lo que no sé es qué le pasó al primer clon, papá. ¡¿Qué le hiciste?!
Lex comenzó a gritar, por lo que entraron dos hombres de seguridad. Su intromisión fue breve, pues se fueron tras una indicación de Lionel.
—¿Qué le hiciste, papá? —Preguntó Lex tranquilizándose—. La verdad es que prefiero no saberlo. Lo que sé es que por alguna razón, dejó de ser útil. Murió y lo hiciste pasar por el Julian Stanopen que realmente sigue vivo.
Lionel se sentó y permaneció inmutable mientras su hijo reconstruía una historia que se acercaba demasiado peligrosamente a la realidad.
—Ahora, 16 años después del nacimiento artificial del clon perfecto, lo recuperas para seguir con los experimentos.
—Lex, hijo —contestó tranquilamente—, creo que te estás extralimitando. ¿No te das cuenta de que esas son sólo suposiciones sin fundamento?
—Olvidas que mis fuentes son únicas. Sé dónde se encuentra el clon de mi hermano. En el mismo sitio donde hiciste todas las pruebas fallidas. El mismo donde lo sometes a los experimentos que mataron al otro Julian. ¿Qué esperas, papá? ¿Encontrar la forma de detener el envejecimiento o… realmente lo que quieres es hallar la clonación perfecta y la forma de transmitir la memoria humana de una mente a otra?
—Déjame decirte lo trastornado que estás, Lex —dijo fingiendo preocupación e indignación—. ¡Estás diciendo eso de tu propio padre! ¿De verdad crees que sería capaz de algo así?
—Si es por un fin superior a tus posibilidades, sí. No me vengas con tonterías, papá. Mañana mismo iré a las instalaciones aparentemente del gobierno, que extrañamente me pertenecen.
Lionel Luthor no pudo evitar mostrar sorpresa ante eso. Lex salió del despacho con la firme convicción de que había logrado poner en jaque a su padre.

Kara y Willy se dirigían hacia el instituto. La mayoría de los alumnos habían sido llevados por los padres, por culpa de la ráfaga de viento que había. También era el caso de los dos hermanos, ya que William tuvo que llevarlos con la camioneta.
—Adiós chicos, voy al trabajo —dijo despidiéndose el padre.
Ambos entraron en el instituto cuando se encontraron en el pasillo con Lorkie. Kara se detuvo. ¿Era cierto lo que le había contado aquel chico? ¿Y si lo que le dijo sobre Lorkie fue una broma? Estaba claro que no tenía gracia y sería poco lógico, pero no tenía pruebas para acusarla, es más, no tenía ningún tipo de información sobre ella.
—Buenos días, hermanos Davidson —dijo Lorkie sonriendo. Al ver que Kara estaba nerviosa, la chica se largó sin decir nada más.
—Es simpática Lorkie —dijo Willy al ver lo nerviosa que estaba su hermana —. ¿Pasa algo?
—¿Eh? No, es que creo que no he hecho los deberes de lengua... —dijo Kara buscando una excusa.
—Tranquila, yo tampoco —dijo riéndose Willy.

—Jefe, creo que Kara sabe algo —dijo Lorkie llamando a Morgan Edge.
—¿Cómo que crees? ¿Por qué sospechas?
—Con su poder, no le resultaría difícil descubrirme. Me ha mirado mal... creo que sabe quien soy en realidad, una…
—¿Qué? ¿Una hija de policía de Metropolis? —dijo riéndose Morgan —. Lorkie, maja, tengo mucho trabajo, si no es urgente no llames —colgó.

La verdad es que Lorkie estaba algo nerviosa ¿Y si su padre, pensó la chica al mencionarlo Morgan, descubría lo que estaba haciendo?
—Buenos días, mademoiselle —dijo una voz conocida.
—¿Gabriel? Al menos avísame cuando tengas que aparecer —dijo asustada Lorkie.
—Podría... pero después no tendría gracia. ¿Qué pasa con Kara?
—Nada... ya lo has escuchado. ¿no? Creo que sospecha de mí.
—Mo, no lo he escuchado —mintió—. ¿Sospecha que eres una espía?
—Bueno, sí... —dijo Lorkie. Gabriel había desaparecido. La chica notó un cosquilleo en su mano. Ahora tenía una nota que decía: “Recuerda hablar con tu padre, John Peterson, esta tarde”.


El celular de William Davidson sonó.
—¿Sí? Buenos días, señor Newman... no, no se preocupe. Estoy yendo justo ahora. Sí... estoy conduciendo. Tuve que llevar a mis hijos al colegio.
Al volver a poner la mirada en la carretera, William vio que estaba a punto de salir del camino. Guardó el teléfono rápidamente. Giró bruscamente el volante, lo cual hizo que la cosa empeorara ya que ahora el vehículo se encontraba en un gran charco. William frenó pero su coche no respondía y se dirigía a gran velocidad contra la valla que cortaba el acceso al lago de Grandville. El vehículo se dirigía hacia el lago cuando William se dio cuenta que sus frenos no funcionaban. Abatido por el pánico se desabrochó el cinturón con la intención de salir del coche, pero sus nervios lo traicionaron. La camioneta había caído al lago.
William miraba atónito la escena. No podía creer lo que le estaba pasando. Sacando fuerzas, golpeó fuertemente al cristal. Se le estaba acabando el tiempo. Davidson escuchó un sonido muy fuerte de detrás del coche ¿Qué fue aquello? No pudo ver nada.
Minutos después, William se despertó a la orilla del lago bajo la atenta mirada de un hombre.
—¿Se encuentra bien? —preguntó el desconocido.
—¿Qué ha pasado? —dijo intentando levantarse William.
—No se levante aún. Ha tragado mucha agua.
—¿Usted me salvó?
—Eso da igual, lo importante es que está bien.
—Pero lleva la ropa mojada... ¿se ha tirado al lago para salvarme?
El hombre se rascó la cabeza y se giró.
—Si es así le doy las gracias, me ha salvado la vida —William logró levantarse. Miró su celular. Rechistó al ver que no funcionaba—. Disculpe ¿puedo saber su nombre?
—Sí —dijo el hombre girándose —Zaltar. Pensará que es un nombre raro. Pero vengo de lejos.
—Ah... así que es del este…
Zaltar se rio y se alejó lentamente hasta desaparecer. William se quedó plantado en las orillas del lago, a pocos metros de donde encontró a Kara años atrás.

Tres hombres rodeaban a Julian Stanopen, que iba caminando por uno de los cientos de pasillos que tenían aquellas instalaciones. El doctor que estaba delante de él se detuvo. Al tocar la pared, una puerta se abrió mostrando una pequeña habitación. Una vez todos estaban dentro, el doctor tocó la pared y la puerta se cerró. Era un cuarto muy frío y sencillo, donde solo había una silla y poco más.
—Julian Stanopen: siguiente meta, ser Zeus —dijo acercándose a la silla Julian.
—No exactamente, Julian, yo controlaré los rayos —dijo el doctor Connor.
Los tres hombres ayudaron a Julian a sentarse. El teléfono del doctor sonó.
—Sí... estamos a punto, señor Luthor... ¿Cómo? ¿Que suspendamos las pruebas?... Sí, si entiendo. Aislaremos aun más a Stanopen, no hay problema —colgó.
—¿Aun más aislado? —dijo Julian riéndose.

En el comedor, los alumnos del instituto se quejaban como cada día de la comida que hacían las cocineras, pero aun así, se la comían igual. Kara y Willy estaban sentados en una esquina del comedor, en una mesa donde solo estaban ellos dos. Kara parecía estar muy nerviosa y no había probado bocado. Willy, al ver a su hermana así, quiso animarla, pero al pensar que todas sus preocupaciones estaban relacionadas con Julian no dijo nada.
—Kara, come algo. ¿Vale? —dijo Willy yéndose un momento.

—Veo que tú también estás en tu mundo —dijo una voz.
Kara abrió los ojos confundida, con ella no había nadie. Era la voz del chico que le había dicho que Julian estaba vivo.
—¿Donde estás?
—Perdona... —dijo Gabriel apareciendo de repente en la silla donde hacía segundos estaba sentado Willy.
—¿Sabes algo más?
—Cada día me sorprende más este asunto. ¿Sabes que el cadáver que encontraron era otro Julian clonado hace años?
—¿Te digo la verdad? No me sorprende después de todo —dijo Kara bebiendo un poco de agua.
—Vaya, es difícil sorprenderte... —dijo Gabriel acomodándose en la silla—. ¿Estás lista?
—Totalmente —dijo Kara con decisión.
—Entonces mantente al pie del cañón.
—¿Cuando vamos a...? —dijo Kara sin darse cuenta de la desaparición de Gabriel.
—Cuando te termines la comida —dijo Willy sentándose de nuevo, sonriendo—. Ni un minuto antes.

Connor guardó el teléfono en un bolsillo de su bata y comenzó a andar hacía la puerta.
—Vamos Julian —dijo Connor.
—¿A dónde vamos ahora?
—Limítate a seguirme. ¿Quieres?
—¿Acaso tengo elección? — contestó Julian sarcásticamente.
Connor enfiló un pasillo seguido por dos hombres que sujetaban a Julian uno por cada brazo. Mientras atravesaban más y más pasillos, Julian se resistía aunque sabía que no podría huir, pero su instinto le instaba a intentarlo al menos. La presión de los hombres que le sujetaban aumentó y se rindió dejándose guiar por los pasillos de las instalaciones en las que se encontraba, parecidas a un hospital psiquiátrico en lagunas zonas.
Finalmente torcieron hacia la derecha por un pasillo que terminaba en una habitación de puertas blancas dobles. Connor se dirigió directamente allí sin distraerse en nada y abrió las dos puertas. Lo hombres que sujetaron a Julian entraron tras Connor en la sala. Había una puerta oculta en esa sala, la cual atravesaron para llegar a una habitación pequeña. Soltaron allí a Julian y se marcharon cerrando las puertas tras de sí. Cuando Julian miró la habitación por primera vez en mucho tiempo, Julian contrajo una expresión que no era indiferencia.

Kara tomó sus libros y los puso dentro de su mochila con cierto orden. Salió de clase y miró a su hermano, que estaba hablando con Hyun Suk. Al acercarse a ellos, Hyun se despidió y se retiró rápidamente.
—¿Qué le pasa? —dijo Kara mirando a Hyun mientras se alejaba.
—Nada... tiene un dilema —dijo Willy riéndose.
—Oye, tienes que estudiar, mañana es el examen y...
—No te preocupes, “mamá”... esta tarde estudiaré.
Kara parecía algo mosqueada.
—Pues ya puedes hacerlo, porque yo no estaré y nuestros padres tampoco.
—¿Ah, no? —dijo Willy aliviado— . Y... ¿A donde vas?
—He quedado con algunas animadoras... para repasar...
—Bien, suerte con ellas —dijo Willy antes de despedirse de su hermana.


Kara salió pocos minutos después del instituto. Caminaba por la calle esperando a Gabriel. Al ver que no aparecía se sentó en un banco cerca del parque donde una vez luchó junto a Julian, en una extraña colaboración por turnos, contra Jessica Goldsmith. Miró su reloj. Luego miró a su alrededor. Sonrió. El chico no había aparecido, pero ella…
—¿Gabriel? —dijo Kara mirando hacia el sitio donde apareció su amigo.
—Oui... —contestó Silverman— ¿Cómo sabías…?
—Parece que puedo verte mientras llegas a esta realidad, antes de ser visible para los demás.
—Una desventaja para mí —rió—. Escucha, tengo que hacer un recado antes de ir a buscar a tu amigo.
Silverman desapareció otra vez.
—Será un instante.

Lex Luthor conducía por el medio de la carretera. Parecía muy nervioso. En el asiento trasero llevaba los papeles que delataban a su padre.
—Permiso para aparecer —dijo una voz.
—Concedido —dijo Lex.
Gabriel apareció en el asiento del acompañante.
—Perdona, Lex, sólo quería comprobar que ibas a hacer algo al respecto de lo de tu padre, pero este asunto es demasiado para mi... no quiero meterme en una pelea entre los Luthor…
—No te preocupes, Silverman, has cumplido tu deber. Espero que trabajes para mí en otra ocasión.
Gabriel volvió a desaparecer.
—Hecho, Luthor.
—¿Listo? —Preguntó Kara al escuchar unos pasos acercándose a ella.
—Ho...Hola, Kara —Saludó Lorkie.
Kara se levantó y Lorkie retrocedió unos pasos. Una sonrisa nerviosa apareció en el rostro de Lorkie. Gabriel apareció a la vista de Kara, pero permaneció oculto en su estado de transición.
—¿Qué haces? —dijo Lorkie.
—Ah, nada... esperando un amigo.
Lorkie sonrió de la misma manera mientras Kara permanecía seria.
—¿Y... tu? —dijo Kara a la ofensiva.
—Solo me acerqué a saludarte... —dijo Lorkie largándose.
—Lorkie.
La chica se detuvo y se giró lentamente.
—Perdona mi humor… es algo personal. Hasta otra —dijo Kara despidiéndose. Lorkie asintió y se marchó.

—Que tensión... —dijo Gabriel.
—Creo que se ha notado mucho —dijo Kara mirando a Lorkie mientras se perdía de vista.
—Eso no importa ahora. Vamos a por...
—Sí.
Gabriel se rió. Sacó un plano.
—¿Sabrás encontrarlo? —dijo Silverman señalando a un punto. Kara después de unos segundos asintió—. Bien... nos vemos allí —desapareciendo—. Iré a ver algo antes.
Kara pensó que Gabriel siempre tenía algo que hacer a cada minuto. Miró a su alrededor y comprobó que nadie los había visto. Se fue a supervelocidad.

Cuando Lex entró en uno de los edificios indicados en los documentos, recibió la irónica bienvenida de su padre. Eso lo puso nervioso.
—Papá —saludó fingiendo tranquilidad—. No creí que te dignases a venir.
—No pude persuadirte de no venir… yo también debía estar aquí entonces. Confieso que estas instalaciones son mías, aunque están a tu nombre. Todo es precaución, por supuesto.
—Querrás decir traición.
—Deberías haber aprendido que esto es pensar como un Luthor. Ya que te vas a quedar dando unas vueltas, he arreglado un comité de recepción y guía para que veas que no tengo nada realmente ilegal oculto aquí… a ver si te convences de una vez —dijo dándole la espalda.
Un hombre y una mujer de aspecto simpático se acercaron a Lex y lo guiaron por unos pasillas hacia los otros edificios de las instalaciones.
—Señor Luthor —empezó la mujer—, como verá en breve, en estas instalaciones nos ocupamos principalmente en la investigación y el desarrollo de tecnologías más aptas para descubrir todos los entresijos de la genética humana.
—Todo eso es muy interesante —dijo con indiferencia. Pronto cambió de actitud—. Sin embargo, creo que no es eso únicamente lo que mi padre ha estado haciendo aquí. Si no les importa, me guiaré yo sólo… si me acompañan o no es cosa suya. Iré a donde crea oportuno ir dentro de estas instalaciones.
—Pero el señor Luthor nos ha dicho… —intentó decir el hombre.
—El señor Luthor aquí voy a ser yo, pues estas instalaciones están a mi nombre, así que aquí ahora mismo mando yo. ¿Queda claro?
Dudaron un segundo y asintieron. Después de todo, Lex figuraba como el dueño y jefe en aquel lugar. Discutir con él no era apropiado.

Zaltar se había detenido ante una casa que, si bien no llamaba la atención por fuera, sí había algo en su interior que era interesante. Miró con su visión de rayos X hacia un habitáculo oculto bajo el sótano. Pero no podía ver nada en su interior. Debía ser algún material impenetrable para su visión. No podría haber sospechado nada de ahí si no hubiese visto un brazalete poco común en ese lugar. Estaba en una de las habitaciones del piso superior.
Entonces reparó en la marca que tenía el objeto: era el símbolo representativo de la casa de El. Sus emociones se mezclaron alteradamente al darse cuenta del hallazgo. Se trataba de un brazalete de protección y vínculo, el que un Kryptoniano podría usar para comunicarse con una nave. Miró a un chico en otra habitación. Estaba leyendo algo de un libro mientras escribía en un cuaderno.
—¿Kal-El?
No presentaba ninguna habilidad fuera de lo normal, pero era probable que fuese él. No había nadie más en la casa. Pensó que no sería mala idea hacerle una visita al chico para averiguar quién era en realidad. Si él no era el kryptoniano que buscaba, tendría que averiguar quién de esa casa lo era.

Kara de detuvo a unos kilómetros de los edificios principales de las instalaciones, pronto apareció Gabriel anunciando que todo estaba en orden. Las instalaciones se encontraban al borde de un polígono industrial, por lo que se podían ver perfectamente desde las afueras de Metrópolis.
—Allí está nuestro objetivo —dijo Kara—. ¿Puedes llevarnos al interior del edificio?
—Puedo, pero en el momento indicado. Entonces mirarás la zona que figura aquí en este plano —lo señaló en el mapa con el índice— y me dirás si hay alguien cerca.
—¿Y cuál es el momento indicado?
El chico pensó unos segundos.
—Ahora. Mis colegas estarán ocupados en lo suyo y Morgan Edge está reuniéndose justo en este instante con otros capos mafiosos… nadie pedirá mi presencia hasta dentro de un buen rato. Vamos.
—La zona está despejada, de momento —dijo la chica observando el lugar señalado a unos kilómetros, dentro de uno de los edificios más cercanos a la zona que Gabriel no podía penetrar.
—Bien.
Gabriel puso una mano sobre un hombro de Kara y ambos desaparecieron.

Trent y Jess entraron en el piso que la chica tenía desde hacía unas semanas. El joven fue a la habitación para dejar allí su chaqueta, pero cuando se disponía a salir del cuarto, Jess le cortó el paso.
—Supongo que ahora no habrá nadie que nos interrumpa. Morgan está en una reunión ilegal; Lorkie, con su padre; Silverman ocupándose “amablemente” de nuestro trabajo durante unas horas…
—Sí… —Trent dejó ver poca convicción en esa última frase—. Es extraño que se haya ofrecido para suplirnos hasta…
—Nos interrumpió una vez… estará arrepentido —la ironía con que habló Jess se transformó luego en una voz sensual—. Ahora sí, metalero, enséñame lo que puedes hacer.

Lorkie entró en su casa justo cuando el coche de su padre se acercaba. Fingió que había estado allí desde la salida del instituto. John Peterson entró y se quitó el abrigo. Los días cada vez estaban más fríos, pero eso no afectaba a su bueno humor.
—Lorkie, preciosa —le dio un beso a su hija—. ¿Y tu madre?
—No sé —contestó sin querer. Ella debería saberlo porque, supuestamente, había estado en casa desde hacía rato—. Es decir… me lo dijo pero yo…
—No le prestaste atención —interrumpió John mientras se iba a la cocina a servirse una buena taza de café—. Me sorprende que me hallas llamado para hablar —al principio sonó distraído, pero la miró y sonrió como hacía siempre—. Aunque siempre tengo un momento para mi hija.
—¿Entonces podemos hablar? Es que es urgente.
—Por supuesto. Pero tendrás que resumir un poco. Ya sabes que Robert Sanders vuelve después de tres meses de permiso… hacía tiempo, mucho tiempo, que acumulaba esas vacaciones, y cuando regrese querrá a todo el mundo listo para recibir órdenes.
—Entiendo. Seré breve. Estoy haciendo un trabajo en grupo con algunas compañeras de clase. A mi grupo le tocó el desenvolvimiento… del trabajo como policía…
—¿Ah, sí? Qué tarea tan extraña para clase, ¿no?
—Tenemos una profesora sustituta, y no se entera de cómo funcionan las cosas… pero hay que hacer lo que pidió. Necesito ir contigo hoy a ver cómo trabajas, con quién trabajas… obviamente no me inmiscuiré en los casos que trates allí, pero…
—No hace falta que digas más. En un momento vuelvo a Metropolis. Si quieres venir conmigo…
—¿También podría ir mañana y los primeros días de la semana que viene? Aún no tenemos nada y debemos entregar pronto todo.
—Qué suerte que tienes un padre policía —dijo riendo—. Está bien. Vamos, en unas horas llega Sanders.
Lorkie pensó en lo que le había pedido Morgan en privado, lo que luego por alguna razón le recordó Gabriel en la nota, algo para lo que necesitaba estar más cerca de su padre, en la Policía de Metropolis. No estaba muy cómoda con esa nueva asignación, pero debía cumplirla. Ella y su padre salieron momentos antes de que llegase su madre.

Zaltar estaba frente a aquella vivienda que ocultaba un brazalete y posiblemente una nave kryptonianos, pensó que lo más apropiado sería empezar despacio. Comenzó por llamar a la puerta. El chico que había visto le atendió. Su mirada expresaba tal confusión en su rostro que al principio le desconcertó un poco.
—¿Desea algo? —preguntó Willy amablemente aunque algo asustado por el aspecto de aquel hombre tan extraño.
—Hola. Estoy buscando a alguien. Quizá puedas ayudarme —Zaltar empezaba a tener dudas sobre si aquel chico era Kal-El, pues se lo había imaginado de una forma completamente distinta, quizás más alto y fuerte. Más musculoso, en cambio se encontró a un chico que era exactamente igual a un humano cualquiera. Aunque como bien sabía, las cosas pocas veces solían ser como parecían.
—Claro. Dígame. ¿A quién busca?
—Es posible que a ti. ¿Te importa si paso?
Willy se sorprendió ante aquella respuesta. Aquel tipo no le inspiraba confianza, sin embargo al no saber muy bien cómo actuar se hizo a un lado y el hombre paso.
—Verás. Mi nombre es Zaltar. Busco a un chico de tu edad que me ayudará en mi objetivo. ¿Eres Kal-El?
—¿Quién? ¡No! Se ha equivocado de persona, lo siento. Le acompañaré a la puerta.
—Espera. He visto el símbolo de su casa. Si tú no eres él, ¿dónde está?
—¿Dónde está quien? Oiga, no tengo ni idea de quién me está hablando.
—¿Y tus familiares?¿No tienes un hermano o hermana… adoptivos?
Willy empezó a sentir miedo de aquel hombre que hacía tantas preguntas sospechosas, además la conversación se acercaba peligrosamente hacia Kara.
—Soy hijo único, lo siento. Mis padres están apunto de llegar y le agradecería que se marchase de mi casa. A ellos no les gustaría verle aquí, se lo aseguro —Willy acompañó a Zaltar hasta la puerta, pero este se volvió y le dijo:
—Te equivocas, chico. Mi intención no es hacer daño a nadie de tu familia. Solo necesito ayuda. El tiempo se me esta acabando y necesito saber la verdad. Por favor. Y si no me crees, mira esto.
Zaltar le enseño a Willy un símbolo que a él le resultaba extrañamente familiar. Mientras lo miraba, cayó en la cuenta de que lo había visto en la nave de Kara. Willy dudó unos instantes, sujeto a la puerta sin saber qué hacer. Se debatía ante el instinto de proteger a su hermana y la duda sobre si confiar o no en aquel hombre.
En ese momento William y Emily se acercaban por la calle y llegaron hasta la puerta de su casa.
Al ver a Zaltar, William se sorprendió y explicó a su familia que éste le había salvado la vida. Lo invitó a pasar.
Willy seguía mirándole con algo de desconfianza. Estaba ansioso porque llegara Kara para preguntarle acerca de aquel tipo. Quería avisarle a sus padres de las preguntas que él le había hecho, pero William estaba tan ocupado en ofrecer la mayor hospitalidad posible a aquel extraño que no dejo ocasión a su hijo a explicar nada.



—Espera —dijo Gabriel agarrando el brazo de Kara, quien al aparecer dentro del edificio se puso rápidamente en marcha—. No nos podemos precipitar, tenemos que actuar cuidadosamente. Si los hombres de Luthor te descubren te encerraran a ti también.
Kara se detuvo. No había pensado en las consecuencias de sus actos. Sólo quería encontrar a su amigo.
—La verdad es que no es un lugar muy acogedor que digamos... —Comentó Silverman.
Anduvieron libremente durante unos cuantos minutos. Pero pronto vieron a alguien que Gabriel se esperaba encontrar: Lex Luthor. Iba acompañado.
—Kara... tenemos que distraerlos... —dijo en voz baja Gabriel—. A ellos y a cualquiera que pueda haber por medio.
Kara se fijó en los detectores de calor y humo que estaban situadas en el techo. Se concentró... Una pequeña y casi invisible llamarada salió de sus ojos impactando a pocos centímetros de los detectores. Unas Alarmas empezaron a sonar.
Lex y los otros se alejaron del lugar dejando libre el paso.
Kara y Gabriel corrieron por las instalaciones mientras sentían voces lejanas. No tenían mucho tiempo. Era ahora o nunca.

Lex caminó a paso rápido por los pasillos, guiado por el hombre y la mujer que lo habían acompañado. No estaba seguro de lo que ocurría, pero si había un incendio no quería quedarse a verlo.
Julian oyó las alarmas y vio que pronto fueron a buscarlo. Sólo eran el doctor Connor y un celador.
—¿Qué ha ocurrido, doctor? —Preguntó Julian con buen humor—. ¿Problemas?
—Tenemos que sacarte de aquí, hay un incendio en las instalaciones.
El celador le administró un sedante. El chico quedó semiinconsciente mientras se lo llevaban.
—Te sacamos de las instalaciones, Julian. Pero no pensamos darte oportunidad a usar tu poder contra nosotros —Connor rió levemente.

Música: The Fray - You found me

Lionel encontró a su hijo poco después de que las alarmas empezasen a sonar.
—No habrá sido culpa tuya. ¿No, Lex? —dijo Lionel enfadado.
—No, si te refieres a las alarmas.
—¿Donde está...? —Lionel miró a un celador que pasaba cerca, no terminó la frase.
—¿Quién? ¿Julian Stanopen? —Interrumpió Lex—. ¿Te preocupa que alguien se lo lleve?... Tranquilo, no seré yo —dijo con una sonrisa siniestra Lex, mientras salía.
Lionel continuó su camino mientras miraba a su hijo con desconfianza.


—Deprisa Kara, no tenemos mucho tiempo... si puedes utilizar tu velocidad, este es el momento —dijo Gabriel.
—No... no estoy segura a dónde ir, no conozco a ese lugar...
Usó su poder de visión. Había una zona donde no podía penetrar con su vista, pero luego vio algo que le llamó la atención.
—Entiendo —contestó Gabriel.
—Espera… ¿Julian? ¡Se lo están llevando!
Kara desapareció a toda velocidad. Se detuvo cerca de donde estaban aquellos hombres llevándose a su amigo. Vio que un vehículo blindado aparcó a escasos metros de las puertas de las instalaciones. Allí metieron al joven Stanopen.
—Kara —dijo Gabriel reapareciendo a su lado—. Ten paciencia, les seguiremos.


Zaltar y William hablaban apresuradamente en la mesa de la cocina. Emily estaba sentada junto de su marido mientras miraba hacia la ventana preocupada. Era raro que Kara no hubiese llegado aún. Willy estaba sentado en la habitación contigua intentado escuchar la conversación de los hombre, pero solo captaba palabras sueltas como Kara o el extraño nombre que Zaltar había nombrado antes, Kal-El.
—Sí, Kal-El debe tener la edad de sus hijos, más o menos —le contaba Zaltar a William.
—Pero él no vive aquí —Zaltar no comprendía que Kal-El no viviese ahí después de ver lo que había en la casa—. Yo solo tengo dos hijos, Willy y Kara, aunque ella es adoptada, y le puedo asegurar que no es a Willy a quien busca.
Zaltar se quedó atónito al escuchar el nombre que su hija, aunque también le llamó a atención que fuese adoptada. Se quedó en silencio, pensativo.
—¿Le ocurre algo Zaltar?
Éste no respondió y William se empezó a inquietar.
—Kara... Zor-El —empezó a susurrar Zaltar—la hija de... —fijó su atención en el matrimonio—. Señores Davidson, he de ser claro, yo… pude ver un brazalete aquí… y pienso que poseen una nave extraterrestre bajo esta misma casa —William y Emily se quedaron boquiabiertos—. ¿Pertenecen a Kara?
Escritores: Keidell, Litz y Bertu
Guionistas: Elementokr36, Hyunsuk, Keidell, Litz, Bertu

2x04: Julian vuelve
El blindado salió a toda velocidad en dirección a Edge-City. Eran las órdenes de Lionel Luthor en caso tener que sacar al chico de las instalaciones. Llevaban unos minutos de viaje cuando algo pasó. El chófer pisó a fondo el acelerador al ver que el vehículo se detenía. Pero aunque el motor hacía todo el esfuerzo del mundo, las ruedas derrapaban sobre la carretera.
—¿Qué demonios ocurre? —espetó el doctor Connor desde los asientos traseros, al lado de Julian y el celador.
—¡No lo sé! —dijo confuso el conductor—. ¡No tiene ningún sentido!
El motor quedó pasado de vueltas y empezó a echar humo. El chófer tuvo que apagarlo. En ese instante, una puerta al lado de Connor salió despedida como si estallase desde dentro. Se sobresaltó.
Julian entreabrió los ojos, pero estaba muy aturdido, no entendía nada. Sin embargo notó una presencia que lo reconfortó. Kara estaba ayudándolo… ¿quién sabía cómo lo había encontrado…? Pero lo estaba ayudando.
Connor y el celador recibieron un golpe seco invisible para ellos. Cayeron inconscientes. Kara apareció delante de Julian.
—¡Julian! —Exclamó susurrando. Vio que estaba sedado—. ¡Gabriel, ven, por favor!
Silverman apareció a su lado y miró al chico.
—Por fin nos conocemos —le dijo al verlo aturdido—. Lástima que no reacciones.
Tomó a Julian y a Kara de un brazo y desaparecieron. El Chófer había bajado del coche para ver bien lo ocurrido. Pero cuando llegó al hueco de la puerta rota, vio que el doctor y el celador estaban inconscientes. También observo que Julian había escapado… no, alguien lo había ayudarlo, estaba muy sedado. Además creyó haber oído voces. Llamó a las instalaciones y le pasaron rápidamente a Lionel.
—Señor Luthor… verá… nos han atacado —dijo, alejando el teléfono al recibir la contestación.


Julian se espabiló y se vio en medio de un inmenso vacía blanco, su única compañía eran Kara y un desconocido. No había ni gravedad, flotaban, aunque podían controlar hacia dónde moverse.
—¿Julian? —Dijo Kara con lágrimas en los ojos—. Julian, ¿estás bien?
—¡Kara! —Exclamó abrazándola. Empezó a susurrar—. ¿Qué ha pasado? ¿Cómo sabías dónde…? ¿Dónde estamos?
—En un universo diferente al que conoces—contestó el otro chico—. Mi universo propio, para ser un poco más exactos.
Julian lo miró con confusión, sin soltar a Kara. Ésta supuso que querría saber quién estaba con ellos.
—Su nombre es Gabriel Silverman. Si no fuera por él, jamás habría sabido que estabas vivo.
Durante unos minutos, Julian hizo algunas preguntas y contestó otras. Kara estaba realmente feliz de estar con él por fin, y el sentimiento era mutuo. Gabriel observó que lo que había entre ellos era más fuerte que lo que había creído.
—Kara —dijo Silverman—, Julian debe volver a la vida cuanto antes. Estoy seguro de que si denuncia a Lionel Luthor ante la policía, éste no se arriesgará a ir a por él otra vez. Por mi parte, os devolveré a Grandville. Más tarde os veré para despedirme.
—No piensas quedarte, ¿eh? —supo Kara.
Gabriel negó lentamente y los tomó de un brazo a cada uno. El lugar volvió a quedar sumido en una total vacuidad.

—La última vez que la vi —contó Zaltar hablando de Kara— sólo tenía unos meses de vida… creí que había muerto…
William y su mujer estaban conmocionados. Willy se había presentado en la cocina y tampoco daba crédito a lo que oían sus oídos.
—¡Pero si Kara llegó ya con algunos años de edad! —exclamó Willy. Sus padres estaban tan confusos que no se molestaron en hacerle callar—. Para haberla visto antes usted debería ser…
—No soy humano —dijo por fin Zaltar—. Soy kryptoniano. Y su hija adoptiva también.
—¡Kryptonianos! —Repitió Willy—. ¡Krypton!
Zaltar se sorprendió.
—¿Conocías el planeta?
—¿Cómo lo voy a conocer? Pero Kara… ha oído esas palabras en sueños. Eran mensajes… de alguien de su pasado.
Sus padres sólo sabían que su hija había oído cosas extrañas, pero no sabían qué exactamente.
—¿Entonces vosotros ya sabíais de qué raza era? —Le preguntó Emily a su hijo.
—No sabíamos qué significaba, por eso no hablamos de ellos.
—La cuestión es que esto es extremadamente extraño —confesó Zaltar.
—¿Qué no lo es? —susurró William con la mirada perdida. Entonces pensó que si Zaltar había venido a buscar ayuda… posiblemente volvería a su planeta después. ¿Se llevaría a Kara? Su reacción al pensar eso no fue muy buena—. Si tiene la intención de llevársela de aquí…
—Yo sólo quiero su ayuda. Si sus verdaderos padres la enviaron a la Tierra es porque no querían que viviese en una ciudad espacial. De todos modos es su decis…
—¿Espacial? —dijo Willy—. ¿Y Krypton?
—Destruido —susurró incómodo el kryptoniano—. Kara no fue enviada desde el Krypton. La última vez que la vi estábamos ya en Argo, cuya existencia está en peligro. Necesito ver a Kara ahora mismo, debo hablar con ella —Zaltar oyó voces fuera de la casa—. Se acercan dos personas.
En aquel momento la puerta se abrió.
—¡Kara! —dijo aliviada Emily. Willy se acercó a ella pero se detuvo al ver quién la acompañaba.
—¡Julian! —Exclamó Willy abrazando a su amigo, a lo que Kara lo abrazó también. William y Emily se acercaron incrédulos, mientras que Zaltar se quedó solo mirando a Kara.
Consideró que debía irse, la situación no era propicia para hablar con ella. Usó su supervelocidad para salir. Kara lo siguió con la mirada, también a supervelocidad. Estaba boquiabierta. No intentó detenerlo.
—Sin duda es ella —susurró para sí mismo una vez fuera. Se elevó en el aire y se alejó de la casa.
Kara se quedó mirándolo, habiendo reconocido su vuelo. Era el mismo que había visto volando a velocidad de vértigo.
William miró hacia donde estaba Zaltar, pero él ya no estaba. Supuso que si era como Kara, había salido a supervelocidad. Sólo él y Kara estaban abstraídos de la situación de bienvenida que Julian estaba recibiendo.


Un policía hacía guardia por las calles menos transitadas de Sidney, donde a veces los crímenes se apoderaban por momentos de la ciudad. Encendió su linterna al pasar por un callejón donde la semana pasada hubo un asesinato. Un hombre con barba de un mes se tapó la cara al ser iluminado.
—¿Qué hace aquí, señor? —dijo el policía apuntando al hombre con la linterna.
—Oiga, apague eso, me provoca dolor de cabeza... —dijo el hombre aún tapándose.
El policía le hizo caso y apuntó más a la izquierda.
—¿Le ocurre algo?
—¿A mi? En absoluto... ¿Y a usted?
El policía empezó a molestarse.
—Entonces. ¿Como es que está aquí?
—Bueno... —dijo el hombre sacando de una bolsa de cartón una botella de whisky—digamos que confié demasiado en mi jefe... ¿No le pasa nunca a usted?
—¿Es que no tiene un lugar donde vivir?
—Está claro que no...
—Señor, no puede estar aquí.
—¿Por qué?
—Porque… porque no es seguro —dijo el agente con una sonrisa nerviosa.
—Le he dicho que no me apunte con la linterna...
—Y yo le he dicho que no puede quedarse aquí. Si usted quiere, le llevo a una casa de acogida.
—Y si usted quiere me puede dejar en paz, agente —dijo el hombre haciendo un trago bastante largo.
—Vamos, le llevaré con mi coche...
El hombre se levantó.
—Agente, no me va a llevar a ningún lugar.
Rompió la botella de whisky y atacó al policía, que fue más rápido e inmovilizó al borracho contra la pared.
—¿Cómo se llama? —dijo torciendo el brazo al hombre.
—¡Pare, cabrón! —dijo gritando el hombre. Al ver que el policía continuaba inmovilizándole habló—. ¡Daniel! ¡Daniel Stanopen!
El policía permaneció unos segundos en silencio, incrédulo.
—Señor Stanopen, queda detenido por intentar agredir a un agente.


Una camioneta limpiaba el camino de las hojas muertas que habían caído a causa de los fuertes vientos. Aparcó vagamente en un margen, dejando el patio intacto. Un hombre salió de su vehículo y entró en la casa, donde una mujer desgastada por los años pero aún con figura de joven esbelta estaba recibiéndolo. Se dieron dos besos a la mejilla. El hombre se quitó la chaqueta que decía "Policía de Sidney" y la dejó encima de una silla cerca de la hoguera.

—James... no haces buena cara —dijo la mujer acercando una taza hacia el hombre que se había sentado.
—Mamá... creo que... he detenido a mi padre.
La taza cayó al suelo. La conversación se interrumpió. Una vez limpiado el suelo, la mujer se sentó al lado de su hijo, y preguntó.
—¿A qué te refieres? —dijo más calmada—. Tu padre está en coma, James…
—Esta noche... he detenido a un hombre que se llamaba Daniel Stanopen.
—Dios... —susurró la mujer.
—Sí... mi verdadero padre.
—Debe ser una equivocación, tu padre... si quieres llamarlo así… vive en Estados Unidos, no tiene nada que hacer aquí.
—Es lo que pensé yo, mamá, pero he visto su pasaporte y su documentación. Trabaja para la LuthorCorp... ¿Te suena?
La mujer se levantó.
—Me habló de su empresa... —dijo girándose.
—Mamá, no te sientas culpable... Además, fue Christopher quien me educó...
—Claro que sí... Christopher es como si fuera tu padre... lástima que...
Hubo un silencio.
—Mamá... ¿Quieres ir a ver a Daniel? ¿Hablar con él?
La mujer hizo como si no hubiera escuchado nada y encendió el televisor. El hijo, al ver la actitud de su madre, se puso delante el aparato.
—Entiendo que no quieras saber nada de él, pero creo que lo necesitas... Lo necesitamos. Me voy a duchar... luego me marcharé otra vez. Tienes tiempo para pensarlo.
James se fue al piso de arriba mientras la mujer contemplaba indiferente el televisor. Intentaba evitar sus emociones, pero una lágrima fue cayendo sobre sus mejillas. Ya no podía contenerse más. Empezó a llorar, pero para que su hijo no la escuchara, se puso una almohada tapándole la cara.


Después de una cena donde el principal y único tema de conversación fue Julian, William y Emily estaban limpiando juntos los platos mientras que Kara y Willy preparaban una cama donde pudiera dormir Julian, este aún estaba un poco aturdido y fuera de lugar por culpa del sedante que le inyectaron y estaba mirando la televisión en el sofá.

—William, ¿qué vamos a hacer con el chico? —dijo Emily.
—Yo dejaría que se quedara unos días, al fin y al cabo es un amigo de nuestros hijos... no sabemos donde está Daniel, así que no tiene un lugar a donde ir.
—Ya... —suspiró Emily —. ¿Tú ya lo has notado, verdad?
—¿Notar, qué? —dijo William ordenando los platos.
—Como se miran Kara y Julian...
Hubo un silencio.
—¿Te refieres a... —dijo William, que ya lo había captado.
—Bueno… da igual... no quiero meterme en sus asuntos... Hay algo más que me preocupa, ese Zaltar...
Emily miro algo nerviosa a su marido que se detuvo.
—Tranquila, no creo que se lleve a Kara.
—Lo sé, pero quizás Kara quiera irse con él...
—Kara es sensata, no hará eso —dijo William no muy seguro—. Y si lo hace… estará en su derecho…

—Disculpad, señores Davidson —dijo Julian asomando por la puerta. Parecía más recuperado —No quiero ser un estorbo... ¿Os puedo ayudar en algo?
Emily lo miró y se dirigió hacia el comedor.
—Los hombres al trabajo... —dijo con una sonrisa.
Julian se puso al lado de William, que le sacaba unos centímetros de más.
—¿Vas bien, chaval?
—Mejor de lo que estaba hace cinco horas, seguro —dijo Julian mojándose las manos.
—Oye... Julian. ¿No sabes donde está Daniel, verdad? —dijo algo temeroso William.
—Ni lo sé ni me importa. Seguramente se dio a la fuga con la cantidad de dinero que le dio Luthor por cuidarme. ¿No cree? —Julian aún seguía con las preguntas ofensivas que había utilizado durante los tres últimos meses.
—No conozco a Daniel, no puedo saber realmente por qué se fue. Pero en cuanto a Luthor… Está claro que tenemos que denunciarlo.
—Lo sé… ya me han aconsejado eso —admitió Julian—. Aunque sigo sin estar convencido de que funcione...
—Te equivocas, ahora va a por ti... si le denunciamos, aunque perdamos... no se atreverá a tocarte nunca más, sería el principal sospechoso.
—Entiendo...
—Cuanto antes sea, mejor.
William suspiró y se secó las manos. Se acercó hacia el teléfono y marcó un número.




Sanders volvió a colgar su chaqueta en su despacho. Aún permanecía el olor intacto de tabaco y chicles de menta que acostumbraba a tener el lugar. Notó que todo estaba más ordenado y más limpio. En el cartel donde decía "Detective Sanders" ahora estaba escrito "Detective Peterson". Sanders lo dejó tal y como estaba. Se acomodó en su sillón. Aún hacía el mismo ruido cuando se sentaba.
Peterson entró sin llamar. Se sorprendió al ver a Sanders y no sabía como reaccionar. Se quedó de pie mirando al recién llegado detective. Sanders se levantó.
—Permiso para un abrazo, detective Peterson —dijo riéndose.
Peterson dio unos pasos y dio un abrazo a Sanders.
—Me han dicho que lo ha hecho muy bien durante mi ausencia... —continuó Sanders—. Cuando me dijeron eso tuve miedo de perder mi empleo.
—No creo, señor... —dijo Peterson algo nervioso.
—Oiga, he hablado con el jefe y dice que le sube el sueldo, bueno... continuará con el sueldo de oficial, con la condición de que no se lo diga a nadie —Sanders guiño un ojo. Aquel acto inquietó aún más a Peterson.
—Vaya oficial, veo que le han ido bien las vacaciones
—La verdad... también echaba de menos el trabajo, pero las necesitaba.
—Está bien... ¿Entonces seguimos como antes?
—Sí, puede recoger sus cosas cuando quiera. No tengo prisa.
El teléfono sonó. Sanders descolgó al instante, aunque Peterson parecía llevado por la costumbre de los últimos meses y se acercó también.
—Oficial Robert Sanders. Comisaría de Metropolis.
—¿Robert?
Sanders reconoció la voz.
—¡William! Qué bueno oírte... justo acabo de regresar de mis vacaciones.
—¿Sí? Bueno, ya me contarás... Ahora mismo… tengo un problema.
—Dime —dijo algo alarmado Sanders.
—Quiero denunciar a Lionel Luthor.
Sanders reflexionó unos segundos.
—Entonces no tienes un problema, tenemos un problema.
Horas después la casa estaba muy tranquila, demasiado. Julian se había ido a dormir y Sanders ya se había marchado. Los Davidson permanecían en silencio y uno a uno se fueron a dormir. Primero Emily, luego Willy... pero William se quedó despierto un rato más, mirando la televisión. Kara estaba en la cocina cuando él la llamó.
—¿Kara, te quedarás hasta tarde?
—Es poco lo que debo dormir para recuperar fuerzas, ya lo sabes.
—Sí… ¿puedes venir un momento?
Kara se acercó a él, que estaba sentado en el sofá. La hija se sentó a su lado y le sonrió. William tomó de la mano a Kara con delicadeza. Ya que estaban solos, aprovechó para hablar de lo que llevaba horas queriendo decirle.
—Tú también lo has visto. ¿Verdad?
Las palabras de William resonaron por el comedor.
—Creo que sí...—contestó Kara adivinando a quién se refería—. ¿Quién es?
Los dos hablaban muy bajo.
—Es kryptoniano —esperó unos segundos, mirando la reacción de su hija, y siguió—como tú.
—Kryptoniano... —Repitió, Kara, muy sorprendida y a la vez asustada. No sabía nada de los suyos—. Como yo…
—Esta mañana mi coche cayó al lago y él me salvó... desde ese momento sospeché...
—¿Te salvo? ¿Por qué no me dijiste nada?
—No importa, Kara. Estoy bien. Ese kryptoniano se llama Zaltar —bajó más el tono de voz—. Y por lo que sé, es muy fuerte y muy veloz.
—Eso pude verlo. ¿Qué... qué quiere de nosotros? —las palabras de Kara reflejaban el miedo que sentía.
—De nosotros, nada, sólo de ti. Necesita tu ayuda. Busca un objeto que cayó en la Tierra y que es la fuente de energía que alimenta a una ciudad espacial... Si no encuentra este objeto todos los kryptonianos de la ciudad morirán. Y no tiene mucho tiempo. Después de todo lo que nos ha pasado… es muy fácil pensar que todo es posible…
Kara se había limitado a escuchar. Tenía miedo de que ese Zaltar quisiera llevársela ahora que había vuelto a encontrar a Julian. William sonrió y besó la mano de su hija. Kara se quedó sentada en el sofá mirando a ninguna parte.
—Kara... vete a la cama y procura dormir, cielo... Mañana ya será otro día. ¿Vale?
Kara asintió y subió a su habitación. William se quedó unos momentos en semioscuridad. Se sentía vigilado.
—¿Zaltar? —susurró.
Percibió un suplido en su cara y notó la figura del kryptoniano.
—Tranquilo, William, no le haré daño a tu hija, solo necesito su ayuda.
—Prométeme eso, Zaltar... no quiero ver sufrir a mi hija... Con tres meses es suficiente... No quiero volverla a ver así.
—No tiene nada de qué preocuparse. Nos veremos.
La puerta se abrió y se cerró en un momento. William suspiró.

Kara había visto la escena. Entró en su habitación y se sentó en su cama con las rodillas entre sus brazos.


En una sala de la comisaría de Sidney, Daniel Stanopen esperaba la llegada de algún abogado que le ayudara. Pero no llegó. Dos personas entraron en la habitación. Una mujer y el policía que lo detuvo. El policía salió.
—¿No me reconoces, Daniel? —dijo la mujer acercándose.
Daniel levantó la cabeza.
—No... —dijo con indeferencia.
—Y encima vas bebido —dijo la mujer tapándose la boca —. ¿No te da vergüenza, Daniel Stanopen?
—Eh... ¿tú sí me conoces?
—No te acuerdas... ya lo suponía... —las lágrimas recorrían las mejillas de la mujer —Selena... Selena Brightside. ¿Te suena el nombre?
Daniel frunció el entrecejo.
—Se dedicaba al tarot... me acuerdo que... vivía en Sidney. Nos conocimos en uno de mis tantos viajes de negocios... Aún no había conocido a Bibian... y... —Daniel se calló de golpe.
—¿Nada más? Te acostaste con ella… o sea, conmigo… y me dejaste embarazada... ¡Y luego me abandonaste! ¡Me echaron de casa y tuve que espabilarme yo sola y criar a un niño! ¿Sabes quién es tu hijo?... ¡El policía que te ha detenido!
Selena salió dando un portazo. Daniel no creía lo que estaba oyendo.


Lionel Luthor llegó a Smallville y el primer sitio al que fue, como ya se esperaba Lex, resultó ser la mansión Luthor. Interrumpió una conversación entre su hijo y un hombre que Lionel no reconoció.
—Lo siento… —dijo Lex al desconocido—. Me parece que vienen a castigarme —rió mientras se despedía del hombre.
—Señor Luthor —saludó el que se iba. El millonario lo ignoró.
Lionel se acercó a Lex amenazante, pero le resultaba difícil hablar.
—¡No puedo creer que sabotearas mis investigaciones!
—Lo siento, papá —dijo su hijo sirviéndose algo un Martini—, pero no sé de qué me hablas. No sé si es porque crees que hice saltar las alarmas de tus instalaciones, porque crees que te quité algo o a ALGUIEN o ambas cosas.
—Sabes muy bien de qué estoy hablando. Como yo lo negaba fuiste directo a Julian.
Lex se quedó callado. Pero pronto sonrió y continuó.
—Acabas de confirmarme de realmente era a Julian a quien retenías allí. A pesar de todos mis informes, aún esperaba que las cosas no te hubieran salido así de bien... bien hasta esta tarde.
—No juegues conmigo Lex, yo...
—¿Tú qué? —Esperó una respuesta que nunca llegó—. Puedes sospechar de mí todo lo que quieras... siempre lo haces.
—Tengo buenas razones.
—¿Ah sí?
—Tus fuentes... ¿qué fuentes son esas? ¿Cómo llegan a tus manos informes altamente confidenciales?
—Como te dije alguna vez, papá... crees que dominas todo y a todos... pero no es así.
Lex caminó hacia el pasillo fuera de su gran despacho y se alejó tranquilamente mientras su padre se quedaba reflexionando en esas palabras.



3 AM. Kara miró el reloj y se levantó. El problema no era que no pudiese dormir, sino que no quería hacerlo. Usó su visión para buscar en las cercanías de su casa al hombre que había visitado a su familia durante su ausencia.
Lo encontró. Estaba en el puente más cercano al lugar donde su padre la encontró a ella. Ni siquiera se cambió el pijama para salir. En pocos segundos llegó a donde estaba el hombre. La noche era muy fría, pero ella a penas lo sentía.
—Sabía que no podría evitar acercarte —susurró Zaltar sin mirarla. Ella caminó hasta las barandillas del puente. Había un puente más algo más lejos, en paralelo, que tenía una parte de las barandillas rotas.
—¿Allí tuvo mi padre el accidente?
—Así es —el hombre la miró bien. Tenía un gran parecido con una kryptoniana que él conocía, la verdadera madre de Kara—. Tienes los ojos tu madre, ¿sabías?
—Mi madre biológica… ¿la conoces?
—Y a tu padre. Debieron de enviarte a la Tierra poco después de ir a vivir a Argo. Creí que te habían perdido… pero mira, aquí estás. Y ni siquiera sabías cuál era tu origen.
—Tenía cierta idea…
—El brazalete.
—¿Cómo…? Lo ha visto.
—También puedo ver a través de las paredes.
—Y puede moverse más rápido, es más fuerte… puede volar…
—Aprenderás. Todavía quedan habilidades que no tienes. Pero las que tienes podrían servirte para ayudarme a encontrar el Omegahedron. Es vital para la supervivencia de Argo, la ciudad de la que te habló tu padre, la misma donde tus propios padres podrían morir si no logro mi cometido.
—¿Soy yo la única que puede ayudarte? Porque si hay otros aquí… seguro que son más poderosos que yo.
—Hay alguien que podría… pero no creo que tenga sus habilidades tan formadas.
—¿Más pequeño que yo?
—De la misma edad. Pero…
—¿Vino como yo? ¿En una nave?
—Kara, sé que tienes muchas preguntas… pero ahora no puedo contestar todas.
—Sólo dime…
Un sonido interrumpió lo que iba a decir. Zaltar miró una especie de brazalete similar al de Kara, aunque con diferencias notables. “Transferencia a los módulos, completa”, oyó Zaltar en su cabeza.
—Kara, ve a descansar. Y haz algo… ponte el brazalete. Puede que algunas preguntas sean contestadas.



El fin de semana sería largo para todos. Daniel Stanopen creyó que se quedaría encerrado más tiempo del que estuvo. Su supuesto hijo James lo había arreglado todo para liberarlo lo más pronto posible, para alejarlo de él y su madre. Sin embargo, conocerlo a él y encontrar a una antigua amante no le había sentado bien a Stanopen. No podía huir otra vez sin volver a verlos. Por lo menos quería demostrarles que no era tan desconsiderado como creían que era.
Fue a casa de Selena Brightside, no le resultó difícil encontrarla, era ahora bastante conocida por sus artes de brujería. Daniel no creía mucho en esas cosas, pero el hecho de haber criado a un chico con el poder de controlar el viento había abierto mucho su mente a nuevas posibilidades.
Quien abrió fue James. Salió cerrando la puerta.
—¿Qué está haciendo aquí? —susurró—. Como mi madre se entere…
—¿Por qué sigues viviendo con tu madre? —No pudo evitar preguntar.
—Debo cuidarla… mi padre está en coma y ella sola no puede… Mire, verle sólo le va a hacer más daño.
—Escucha, si hubiese sabido el daño que iba a hacer…
—Ahora no importa. Haga el favor de…
—¡James! —llamó Selena desde el interior—. Sé quién ha venido. Déjalo pasar.
—Mamá —contestó, abriendo la puerta. Parecía preocupado y nervioso—, no creo que debamos volver a ver a este señor… —entonces le susurró a Stanopen—. Háganos un favor y váyase.
Selena Brightside terminó de abrir la puerta y miró a su hijo. Luego a Daniel. La mujer estaba diferente a como estaba el día anterior. Parecía más segura, más fuerte… Stanopen vio en sus ojos algo que no le gustó. No era algo que hubiese visto, sino sentido.
—Daniel —saludó ella como si el malestar que había expresado el día anterior hubiese desaparecido—. Pasa. James, no seas maleducado y sírvele un café al señor Stanopen.
Daniel entró con un temor indescriptible. Intentó no hacer caso a ese miedo y se sentó en el salón como si nada.
Selena lo miró fijamente. La falta de toda muestra de decepción y desilusión en ella le produjo un escalofrío.
—¿Sabes, Daniel? Sabía perfectamente que vendrías. Y es más, sé algo que por ahora nadie más sabe.
—¿Sigues leyendo el futuro en unas cartas?
—“Leer” no es la palabra. Ya no. Ayer cuando volví, hice uso de mis poderes para olvidar esos sentimientos que salieron de nuevo de mi interior al enterarme de que habías vuelto.
—Selena, yo...
—Cuando intenté olvidarte a ti… salió la imagen de alguien a quien quieres, un joven, tu hijo, ¿puede ser? Tienes otro hijo. Quizás adoptivo, pero lo tienes.
Daniel sintió que necesitaba beber algo con alcohol al recordar lo sucedido.
—No… yo… lo tenía. Lo han matado.
Selena sonrió.
—Es injusto que la vida me haya tratado mal a mí y a ti te esté dando una nueva oportunidad a ti.
—¿Qué estás diciendo?
—A pesar del mal que me hiciste, me alegro de que el mundo se equivocara y que el joven que creíste que habías perdido en realidad esté vivo. El oráculo me lo ha mostrado, y nunca miente.
Daniel se quedó de piedra. Julian… él nunca lo vio muerto… otra mentira de Luthor. Una alegría recorrió su cuerpo, aunque duró sólo hasta que Stanopen reparó en lo que la mujer había dicho.
—¿El oráculo?




Julian pasaba la tarde con los Davidson… en realidad permanecería con ellos hasta estar fuera del peligro que suponía Lionel Luthor. Él y Kara habían estado toda la mañana juntos hablando de lo que había pasado en los últimos meses, incluyendo el rescate posible gracias al chico de la extraña habilidad. Por último, acabaron hablando de los nuevos descubrimientos de Kara sobre su origen, incluyendo cierta información que había visto en sueños esa misma noche.
Willy se había unido a sus conversaciones más de una vez, pero no aguantaba mucho la forma que tenían de mirarse.
—¿Qué tal si salimos a dar una vuelta? —Propuso Julian—. No soporto estar todo el día dentro de la casa.
—Es lo más seguro, Jul…
—Contigo estaré seguro allí donde esté.
La frase animó a la chica a salir. Caminaron lento hacia los bosques que habían sido el primer lugar de la Tierra que vio Kara.
—¿Qué pasará una vez que ese tal Zaltar consiga lo que quiere? ¿Volverá a su… ciudad espacial? ¿Intentará llevarte contigo?
—Julian, aunque él quiera llevarme, si yo no quiero, no iré… el problema es…
—Que allí están los tuyos, tus padres…
—Mi lugar está aquí. No… el problema es que no sé cómo ayudarlo. Si él no sabe por dónde empezar, yo menos voy a saber.
Kara miró hacia Julian y vio, detrás de él, cómo aparecía Silverman. Julian miró pero no logró verlo todavía. Por fin, Gabriel apareció ante sus ojos también.
—Parece que la Tierra no es casa sólo de seres humanos —dijo sonriendo.
—¿Cuánto llevas aquí? —Le preguntó Julian.
—Muy poco. Antes que nada, quería daros saludos de alguien que se transporta por la oscuridad, ya me entendéis.
—¿Mely?
—Por seguridad, ahorraré los detalles de su ubicación, pero está bien.
Kara miró hacia el cielo.
—Zaltar —dijo Gabriel, mirando también, aunque no lo veía—, sólo él puede estar allí arriba.
Kara miró a Silverman sorprendida. Julian mismo se sorprendió. En efecto, en ese instante, Zaltar estaba a pocos kilómetros de ellos, en las alturas. Kara lo miró y le indicó que se acercase.
El kryptoniano se presentó al instante.
—Zaltar —dijo Gabriel—, hacía tiempo que no te veía.
—¿Os conocéis?
—Hace unos meses me salvó la vida —dijo Gabriel—. Intenté ayudarlo yo a buscar ese objeto que necesita, pero…
—Me temo que sólo otro kryptoniano podrá ayudarme —terminó Zaltar la frase.
—Si hubiese sabido antes que tú, Kara, eras como él, os habría informado a ambos… pero como vuestros poderes no eran iguales… no se me ocurrió pensar en un origen común.
—No te preocupes, Silverman —dijo Zaltar—. Ahora ya nos conocemos.
—No pude ayudar a un kryptoniano a encontrar una fuente de energía perdida… pero por lo menos he ayudado a una kryptoniana a encontrar a su amigo.
Se quedó en silencio un rato.
—Silverman —dijo Julian rompiendo el silencio—, aquí nos encontraremos todos los días con todo tipo de super problemas. Serías una gran ayuda para nosotros.
—Oíd, no suelo quedarme tanto tiempo en un mismo sitio, yo... —se detuvo al ver al la expresión del kryptoniano.
Zaltar agudizó el oído.
—Tu padre, Kara, está hablando por teléfono con alguien. ¿Daniel, puede ser?
—¿Con mi padre? —dijo Julian.

Al cabo de unos minutos, al paso de Julian, los cuatro llegaron a la casa de los Davidson. William y Emily los miraron sorprendidos.
—¡Ah, Zaltar, chicos…! —Saludó William. Miró al chico que no conocía, pero luego Julian llamó su atención.
—¿Ha llamado mi padre? —Interrumpió el joven.
—¿Cómo lo sabes? Esto… sí, se ha puesto en contacto con nosotros… en cuanto se enteró de que estabas vivo.
—¿Dónde está?
—Al parecer está en Sidney. Lo raro… es cómo se enteró.
—¿Cómo pudo saberlo? —Preguntó Kara extrañada—. Nadie más lo sabe.
—Ha comentado algo de un oráculo de cristal… suena extraño, pero no puede ser casualidad que…
—El Omegahedron —susurró Zaltar—. Kara… ya sabemos dónde empezar.
—Gabriel... como te dije... —comentó Julian—. Serías de mucha ayuda para nosotros.

Escritores: Keidell, Litz y Bertu
Guionistas: Elementokr36, Hyunsuk, Keidell, Litz, Bertu
Última edición por Bertu el Mié Ene 21, 2009 9:15 pm, editado 9 veces en total.


Imagen

elementokr36
Metrópolis
Metrópolis
Mensajes: 6066
Registrado: Sab Sep 22, 2007 9:09 pm

Mensaje por elementokr36 »

2x05: Las Realidades
Selena estaba meditando, intentando ver algo sobre su entorno en su mente. Se encontraba sola en su habitación, arrodillada en la cama y con el Oráculo de cristal en la almohada. Abrió los ojos y miró al techo. Volvió a concentrarse y el cristal brilló.

James miró desde fuera de la habitación cómo se filtraba luz por debajo de la puerta cerrada. Se preocupó por su madre como hacía siempre que ella se encerraba a practicar la magia y obtener las visiones que le proporcionaba el oráculo. La verdad, ella decía que eran visiones, pero más bien era información en forma de pensamiento inducido por el objeto que James catalogaba de maldito.

Selena pudo distinguir, aun con los ojos cerrados, la forma del Oráculo brillando ante ella. Entonces un mar de sensaciones invadió su mente y proyectó en ella pensamientos sobre el futuro próximo y hechos presentes: dos jóvenes, una chica y un hombre buscando su más preciada posesión. Por último, vislumbró un recuerdo de Daniel. Abrió los ojos enfurecida.
—Daniel —masculló—. Has vuelto a traicionarme.



Kara, Julian, Zaltar y Gabriel llegaron a las estrechas calles de Sidney. Era mediodía. Gabriel suspiró.
—Bueno, Sidney... ya hemos llegado.
—Bien, hay que encontrar a mi padre —dijo Julian caminando por el medio del callejón.
Zaltar lo detuvo.
—Hay que encontrar el Omegahedron.
Julian miró enfadado a Zaltar, pero al final cedió.
—Si encontramos el Omegahedron encontraremos a Daniel —dijo Kara tranquilizando a los chicos.
Los cuatro salieron del callejón y entraron en una calle muy larga, llena de tiendas, supermercados, perfumerías... Zaltar se paró.
—Tardaremos años luz si vamos así... Kara ¿Llevas el brazalete?
Kara mostró su brazalete al kryptoniano. Entonces Zaltar susurró.
—Buscamos el Omegahedron.
Los brazaletes se iluminaron y empezaron a emitir vibraciones. Kara no entendía nada de lo que estaba pasando, pero al parecer Zaltar si, cerró los ojos y se concentró.
—3 Km. dirección... oeste.


Lo raro de ir a casa de Selena, pensó Daniel a punto de llegar, era ir invitado por ella. Más extraño era la forma en que lo había encontrado. Ella llamó a un teléfono público justo cuando Daniel pasaba por ahí. Aunque tratándose de una bruja, no era tan extraño.
Cuando llegó, James estaba saliendo de la casa. Cuando vio a su padre biológico, se sorprendió.
—¡Daniel! ¿Qué está haciendo aquí?
—Tu madre me ha llamado.
James no supo si preocuparse o alegrarse. Él se fue porque tenía trabajo.
Daniel entró en la casa y tuvo un escalofrío. Selena lo esperaba en el salón, sentada delante de una mesilla de cristal. Sobre ella estaba lo que Daniel supuso que era el Oráculo. No se parecía a ningún objeto que una bruja pudiese tener.
Era un cristal oscuro que por momento brillaba tenuemente. Parecía un diamante tallado con un diseño extraño, un poco esférico pero con caras planas. Si esa era la “bola de cristal” que usaba Selena hacer su magia, tendría que escribir una novela sobre eso.
—Daniel, siéntate, por favor.
—¿Qué… qué quieres hacer? ¿Leerme el futuro? —preguntó sentándose.
—Daniel —dijo riendo casi inaudiblemente—, eso ya lo he hecho. Y ¿Sabes qué vi? Otra traición.
Daniel dudo de si preguntar o no. Pero se arriesgó.
—¿Otra… traición?
—Una vez me abandonaste, esa fue tu primera traición. Pero ahora he visto que serás culpable de que tus amigos vengan a robarme.
—¿Qué? ¿Qué estás diciendo?
—¿Has hablado con alguien del Oráculo?
Stanopen se quedó callado. Obviamente esta mujer era una verdadera… bruja, en muchos significados.
—¡Sólo he llamado a mi hijo!
—Ah… ya veo… tú hijo vendrá con ellos. Julian… Daniel —dijo poniéndose seria de repente—. ¡Eres un maldito traidor!
—Selena, yo —dijo el hombre aun sin comprender qué tenía contra él.
La mujer miró el Oráculo y sus ojos se iluminaron. Stanopen se quedó inmóvil, no podía mover ni los ojos. Un miedo indescriptible pasó por su mente. Era el objeto que tenía delante, lo estaba usando contra él. Empezó a brillar más y más.
—Es la última vez que me haces daño —Susurró Selena.
Pero no pudo hacerle nada más. Alguien, un chico que había presentido en sus pensamientos, apareció de la nada y se llevó a Daniel Stanopen. Fuera de oían pasos. La puerta de entrada estalló en pedazos hacia el interior y Selena se alarmó.
—¡Fuera! —gritó—. ¡No podréis contra mi magia, malditos ladrones!
Dos personas aparecieron de la nada. Más bien, llegaron a supervelocidad. Kara la miró. Zaltar miró el objeto.
—¿Eso es el Omegahedron? —Preguntó la chica.
—En efecto. Y debo llevármelo —dijo acercándose a la bruja.
Selena apuntó hacia él con la mano que sostenía el cristal y un rayo kryptoniano sacudió al hombre arrojándolo contra una pared. Lo mismo intentó con Kara, pero cambió de sitio a una velocidad que no pudo seguir. Pero cuando la joven intentó acercarse, Selena se protegió con magia. Kara no pudo acercarse a menos de un metro.


Gabriel apareció con Daniel al lado de Julian. El padre, aunque no entendía cómo había llegado ahí, al verlo lo abrazó, pero Julian empezó a mover violentamente el aire en señal de hostilidad. Daniel lo comprendió.
—Julian, te juro que...
—Ahora mismo me da igual lo que me jures. Tengo que ayudar a mis amigos.


—¡Estúpidos —gritó Selena furiosa—, con el Oráculo mi sabiduría en las artes mágicas es absoluta!
Zaltar miró fijamente el Omegahedron y sus ojos se iluminaron. Sólo lo calentó lo suficiente para que la bruja lo soltara. Pero Selena no se rindió.
Kara vio cómo caía el objeto y se apresuró a atajarlo. Al mismo tiempo, Zaltar y Selena estaban por alcanzarlo también, todos al mismo tiempo.
Cuando Julian entró en la casa, el tiempo se detuvo para todos. En cuanto Kara tocó el cristal, su brazalete brilló; Zaltar lo tocó a la vez, a lo que su brazalete también reaccionó; el cristal brilló con toda intensidad en manos de Selena y se produjo una fuerte onda expansiva que sacudió toda la casa.
2x05: Primera realidad - El omegahedron
Julian había caído fuera de la casa. Se incorporó y entró a las carreras buscando a Kara. Había algunos muros caídos y muebles destrozados. Kara estaba junto a los restos de un gran modular. Lo que le horrorizó a Julian fue ver que sangraba.
—¡Kara! ¿Kara, qué pasó?
Kara abrió los ojos con dificultad. Le dolía todo. Tenía heridas leves en los brazos y en la frente.
—Julian… no puedo… me duele…
—Kara —llamó Zaltar saliendo de entre unos escombros—. ¿Dónde está el Omegahedron?
—¡Kara está herida! —vociferó Julian—. ¡A la mierda el Omegahedron!
Zaltar supo que no era normal que Kara estuviese así. La chica no tenía fuerzas y sangraba, cuando se suponía que era indestructible. Gabriel apareció enseguida. La había visto sobrevivir a una explosión, así que no podía estar yendo bien la cosa… en absoluto.
—Gabriel, llévatela de aquí —pidió Zaltar—, por favor.
Cuando Gabriel se dispuso a hacerlo, un rayo atravesó uno de sus hombros y lo arrojó contra una pared. Cayó dolorido al suelo.
Selena acababa de levantarse del suelo, no tenía ni un rasguño.
—De aquí no se va nadie.
Gabriel se apoyó contra una pared, el dolo era tan fuerte que le costó concentrarse. Julian se puso entre él y la bruja, pero de todas formas, ella no atacó más, con una vez había bastado para que cayera inconsciente.
—Gabriel —llamó Kara—.
—Ya no siento tus poderes —dijo satisfecha la bruja—. No sé que sois, pero dejaréis de serlo.
El ruido de un arma cargándose sonó desde la puerta de entrada. Era James apuntando con una pistola a su propia madre.
—Mamá… suelta ese objeto, por favor —la voz le tembló—. No me obligues…
—¿A qué? No te atreverás.
Zaltar aprovechó el momento para atacar a la bruja. Pero una vez más, la magia produjo que no pudiera alcanzarla. Fue como si rebotara golpeado por una fuerza invisible. James apuntó al Omegahedron y se preparó para disparar. Selena le arrojó un rayo en una pierna y lo hizo caer. El arma se deslizó por el suelo movido por la magia de su madre y cayó por una grieta en el suelo.
—Ya está bien de tonterías. Sólo tenéis una oportunidad. Si yo no salgo de aquí con el Oráculo…
—Omegahedron —rectificó Kara, levantándose.
—¡Lo que sea! Si no salgo de aquí con esto moriréis todos.
—¿Cómo me has hecho esto? —gritó James, metiendo la mano entre la grieta.
Selena usó su poder para hacer caer sobre su hijo el techo que tenía él encima. Lo aplastó. Todos quedaron boquiabiertos. Daniel estaba cerca de la entrada, mirando desde fuera, y no pudo creerlo. Esa mujer ya no era Selena, era otra persona controlada por un poder superior a ella.
Julian tomó un trozo de escombro y se lo arrojó a la mujer. Su puntería se vio truncada por la magia que protegía a Selena, pero logró rozarle la cara. Zaltar arremetió contra ella tras quemarle una mano con su visión. Atravesó con ella unos muros hasta salir de la casa. Pero Selena no parecía haber sufrido grandes daños. Rápidamente usó el cristal para golpearlo en la cabeza. Su fuerza era inmensa, Zaltar no pudo mantener el equilibrio y casi cae. Julian se acercó y comenzó a levantar viento. Se formó en pequeño tornado sobre Selena, pero no le hacía ningún efecto.
—¡Qué clase de bruja es ésta!


Gabriel reaccionó cuando Kara se acercó. El chico casi desaparece.
—Gabriel, tienes que ayudarnos. He perdido mis poderes.
—¿Dónde están…? —Preguntó algo aturdido. Entonces escuchó la confusión que había fuera. Oyó voces, por lo que supuso que la gente empezaba a acercarse.
—Gabriel, espabila. Tenemos que hacer algo.
—Kara, conmigo así y contigo… así… no podemos hacer gran cosa.
Daniel logró entrar esquivando los escombros que habían caído sobre su hijo, sin dejar de mirar lo que se veía de él.
—Está… Está…
—Su propia madre lo ha matado —masculló Kara.
—¡Julian! —dijo Stanopen—. ¿Dónde está Julian?
—Salió a enfrentarse a la bruja.
—Esta maldita bruja no matará al único hijo que me queda —Daniel reparó en que uno de los brazos de James sobresalían y en su mano estaba todavía la pistola que quiso usar. La levantó y se preparó para disparar.


Julian empezó a sentirse como estúpido. Selena casi estaba riéndose de él. Tuvo que usar el viento para esquivar sus rayos, pero ya tenía experiencia en ello… Jess alguna vez lo “entrenó”. Zaltar se acercó a ella e intentó arrebatarle el cristal, pero la protección de la bruja había vuelto a restablecerse.

Selena se dio cuenta de que la gente se congregaba, guardando las distancias, en toda la manzana. Su actuación no estaba pasando desapercibida. Entonces, como en un flash, vislumbró una especie de portal dimensional. Sonrió satisfecha y dejó de atacar a Julian y a Zaltar con sus rayos.
Ellos desconfiaron.
—Ahora veréis que fue un error meterse con Selena Brightside.
Alzó los brazos y el Omegahedron se elevó en el aire. Empezó a girar. Cada vez más rápido y más rápido.
—Esto no me gusta nada —Zaltar se imaginaba qué estaba queriendo hacer la bruja—. No lo haga, Selena, no sabe qué está haciendo.
Una fluctuación en el cielo dio paso a la aparición de un portal a una zona que Zaltar hubiese preferido no ver nunca.
—¡Eso es la Zona Fantasma, Selena, de ahí quien entre no saldrá jamás!
—¿Y qué crees que intento haceros? —gritó con ironía la bruja.


Gabriel se levantó como pudo y junto con Kara, siguieron a Daniel. Cuando salieron de la casa, lograron ver un gran portal a varios metros de altura. Pronto, el viento empezó a soplar con fuerza, pero Julian no tenía nada que ver.
—¿Qué es eso? —Susurró Daniel.
—Me suena a algo krypt… —intentó contestar Gabriel cuando Kara le dio un codazo —. No me suena a nada…
Daniel se acercó a Selena para tenerla a tiro. Zaltar estaba inmóvil observando el portal. Julian comenzó a acercarse lentamente. Cuando Selena se percató de ello, decidió quién sería el primero en caer en aquella dimensión.
Kara se dio cuenta y corrió desesperada hacia él. Gabriel intentó detenerla, pero el dolor se lo impidió, haciéndolo tropezar.
La bruja produjo un rayo mucho más potente que lo anterior y lo dirigió a Julian, quien se sorprendió de tal intensidad de poder. Pero alguien lo empujó. Kara recibió el impacto en todo el pecho. Gritó durante unos segundos, luego cayó inconsciente. El rayó la elevó rápidamente en el cielo y la arrojó contra el portal.

Música: Dido - Here with Me

—¡Kara, no! —gritó Zaltar levantando vuelo y dirigiéndose hacia ella. Pero fue demasiado tarde, de seguir habría caído en el portal.
—¡No! —vociferó Julian colérico. Corrió hacia la bruja y no le importó que ella apuntase con un brazo hacia él. Siguió adelante y ayudado por el viento la embistió con todas sus fuerzas. La mujer cayó de espaldas. Julian quiso golpearla, pero algo le cayó en la cabeza. El Omegahedron volvió a las manos de Selena y pudo sacarse de encima al chico.

Kara sintió que la visión se le iba, todo se oscureció. Sintió a alguien a su lado. La confusión a su alrededor se convirtió en tranquilidad y finalmente, en muerte.
Gabriel logró recuperarla de la Zona mientras el portal continuaba abierto. Daniel miró lo vio aparecer con la chica en brazos. La dejó en el suelo y observó que era demasiado tarde.
Zaltar, al verla, llegó al instante a donde ella.
—Lo siento —susurró Silverman—. No pude hacer…
Se quedó callado, igual que todos los demás.

—Qué lástima… resultó ser ella la primera —el sarcasmo de Selena enfureció aun más a Julian. Entre el dolor y la rabia de verse incapaz de solucionar aquello, estallaron sus poderes. Un huracán apareció en toda la zona, devastando principalmente todo lo que había en esa manzana. Daniel no sabía que su hijo podía hacer aquello, era realmente poderoso. Julian se dejó caer de rodillas. Las nubes empezaron a tapar el cielo. Ni siquiera Selena pudo evitar sorprenderse. Los rayos empezaron a caer por todas partes. Cuando alcanzaron a la bruja, ésta casi pierda la concentración en su protección. Resultó ilesa por muy poco, pero Daniel puedo aprovechar y disparar sin temor a fallar. Disparó en sus manos, pero Selena aún tenía su protección. Sólo hizo que perdiera lo poca que tenía.
—Es suficiente —dijo Zaltar avanzando a supervelocidad hacia la mujer. Alcanzó el Omegahedron e intentó quitárselo de las manos. Pero no fue tan rápido como su brazalete, que comenzó a brillar una vez más. Reaccionó otra vez con el cristal y la luz se hizo tan intensa que se sintió físicamente. Todo tembló.
Gabriel sintió que hasta su universo se partí en mil pedazos. No lo sentía. Julian se sintió más débil que nunca, pero a la vez tan poderoso… Daniel estaba tan estupefacto que por un momento olvidó que estaba vivo. Zaltar hizo un escuerzo más, pero la bruja sostenía más fuerte que nunca el cristal. Por fin, el portal estalló y se cerró, y una nueva onda expansiva asoló la zona, esta vez teniendo un alcance de varios kilómetros a la redonda. Luego, todo blanco.
2x05 Segunda realidad - Kara SuperGirl
La mitad de aquella tranquila casa de las afueras de Sidney se había convertido en un montón de escombros. Kara se levantó aturdida del suelo. Buscó rápidamente a sus amigos pero no veía a nadie más moviéndose. Aunque con su visión de rayos X comprobó que nadie estaba en peligro. Entonces Selena surgió de los escombros con el Omegahedron en una mano, y empezó a levitar.
—Dame ese objeto, por favor —dijo Kara asustada.
—¡Nunca! ¡Antes tendrás que matarme!
Kara se fijó en los ojos de Selena. Estaban completamente en blanco. Entonces Zaltar salió de detrás e intentó recuperar el objeto, pero salió rebotado varios metros.
—¡Zaltar! —gritó Kara.
—Estoy bien…
—Tranquila, niñata —dijo la mujer—. ¿Quieres ver a tus otros amigos?
Selena hizo un gesto con sus brazos. Los escombros empezaron a levantarse, entre ellos, Gabriel, Daniel y Julian. Los tres estaban flotando en el aire.
—¿A quién quieres que mate primero? —dijo riéndose Selena.
Kara se quedó en silencio, nerviosa. Gabriel habló.
—A mi, yo... voy a ser el primero...
Selena se acercó a él. Gabriel dejó de levitar y cayó al suelo.
—Muy valiente de tu parte —dijo Selena.
Abrió los brazos. Unas llamas blancas rodearon a Gabriel. El chico se levantó y desapareció ¡Se había llevado el Omegahedron!
Pero no fue tan fácil. Al verlo, Selena hizo un gesto. Se vio un relámpago en medio de la nada. El Omegahedron regresó a las manos de Selena, mientras que Gabriel quedó atrapado entre su mundo y el real. No podía salir de ahí, aunque podía ver todo lo que ocurría.
—No creerías que te dejaría irte con esto —le dijo aun sin verlo.
Kara se acercó a Selena e intentó empujarla. Entonces la bruja creó una barrera que hizo detener a Kara, dejándola suspendida en el aire. Después de unos cuantos segundos intentando romper la barrera, Kara se rindió y cayó al suelo.
—Tu serás la última en morir... preciosa —dijo riéndose otra vez Selena.
Un coche apareció de la nada, frenando apresuradamente. Era James, que iba armado y estaba apuntando a su madre. Miró el destrozo que había causado la bruja.
—¡Mamá! ¡Déjalo! Te has pasado mil pueblos con esto…
Selena se enfureció con él.
—Mi propio hijo... ¡Mi propio hijo me traiciona!
Daniel descendió lentamente y se preparó para atacar a James. Parecía un títere... Se acercó a James, que seguía con la pistola apuntando. Al ver que Daniel se acercaba peligrosamente, el policía no lo dudó. Disparó tres veces a su padre biológico, pero Stanopen esquivo las tres balas milagrosamente. Daniel estaba a muy poca distancia de James.
—¡Vete! —gritó desesperado Daniel—. No puedo par…
Stanopen impactó violentamente contra el hombre a una velocidad espantosa. Los dos cayeron al suelo, aturdidos.
—Ahora a por el otro chico —dijo Selena señalando a Julian.
Un resplandor delante de la bruja avisó del inminente rayo que lanzaría al joven.
—¡No! —gritó Kara.
Sin darse cuenta, vio que estaba volando. Zaltar, que ya se había recuperado de la colisión contra el campo que protegía a la bruja, miró la escena orgulloso. Kara siguió volando hasta llegar a Julian. Logró salvarlo del ataque por muy poco.
—¿Kara? —dijo extrañado Julian.
La chica se llevó a Julian hasta el centro de Sidney. Selena, gracias al Omegahedron también pudo seguirlos en vuelo.
—Maldición... —susurró Zaltar. Cuando se dispuso a seguirla, alguien lo llamó.
—¡Eh, tú! —dijo Daniel gritando desde el suelo —¡Llévame con ellos!
Zaltar se lo pensó un momento, pero al final asintió.

En Sidney, Kara y Julian aterrizaron en un callejón. Parecía que algunas personas los habían visto sobrevolar los edificios. Selena, tampoco pasó desapercibida, y no tardó mucho en encontrarlos.
—¿Cómo lo has hecho, Kara? ¿Volar? —dijo Julian.
—No lo sé, solo intenté salvarte y...
—Muy bien parejita —gritó la bruja desde la esquina de la calle —. ¡Se me acabó la paciencia!
Kara se acercó con su supervelocidad a Selena intentando que no tuviera tiempo de reaccionar, pero fue demasiado tarde, la bruja usó su poder una vez más.
—¡Bum! —gritó la mujer entre carcajadas.
Se oyó un fuerte ruido que venía de detrás del chico, a varios metros. Una explosión.
—¡Julian! —gritó Kara haciendo todo lo posible por llegar a él antes que la onda. Un breve fogonazo arrasó con toda la calle. Las ventanas explotaron, las casas se encendieron en llamas en décimas de segundo. Esa explosión se sintió en gran parte de la ciudad.

Kara se vio envuelta por fuego durante un instante y la onda la impulsó lejos de Julian. Cayó en una casa afectada por la explosión. Vio que tenía la ropa totalmente destrozada, así que asaltó desesperada una tienda de ropa cercana y robó en menos de un segundo un traje plateado que se parecía mucho al de una animadora… lo primero que vio. Regresó a la manzana para encontrar a Julian. Escuchó muy bajito la voz de Stanopen, en algún lugar de la calle. Su superoído, repentinamente desarrollado, la guió.

Música: Lucie Silvas - What You're Made Of

—Ka... Kara
La chica se acercó rápidamente a Julian. No podía creerlo. Las quemaduras no eran muy graves, pero tenía serias magulladuras en todo el cuerpo y la onda expansiva lo había destrozado por dentro… Había estado demasiado cerca del estallido. Sufrió una terrible conmoción que hasta Kara pudo sentir. La chica puso sus manos frías en la cara de Julian.
Sus lágrimas cayeron sobre él, que poco a poco cerró los ojos y Kara no pudo oír más los latidos de su corazón. En ese momento llegaron Zaltar y Daniel. El kryptoniano bajó la cabeza, mientras Stanopen se acercaba a su hijo.
—¡No! ¡Julian! —gritó Daniel desesperado.
Entonces de la nada surgió Selena, esbozando una odiosa sonrisa. ¡Kara sintió por dentro que se moría por lo que le había hecho a Julian!
—¿Qué? Oh... pobre chico... ¿Era tu hijo Daniel? Claro que sí. ¡No sabes como lo siento! —El sarcasmo de la bruja no sentó nada bien a nadie. Kara estaba muy enojada.
—Zaltar... —gritó Kara, llorando desconsoladamente—. ¿De qué nos sirven nuestros poderes si no podemos…?
El hombre no supo qué decirle. Daniel abrazaba a su hijo sin poder siquiera respirar. Zaltar no hacía más que vigilar a la bruja, pero no podría acercarse si Kara no lo ayudaba, y ella estaba tan afectada que no podría hacerlo. Pero entonces pasó algo que nadie se esperó.
Kara estalló furiosa y gritó mientras se impulsaba violentamente hacia Selena. Ésta se sobresaltó. A penas pudo esquivarla. Su protección era fuerte, pero ahora la chica estaba fuera de si, su fuerza y velocidad habían aumentado. No tuvo más remedio que huir.
Instintivamente, regreso a su calle. Allí estaba James, que la esperaba con un arma en la mano.
—Te arrepentirás de esto, mamá —apuntó y disparó. La protección de la bruja fue más fuerte y la bala no llegó a ella, pero el susto pudo con ella. Kara llegó desde atrás y la embistió con todo su odio. Había podido contra el campo que protegía a la bruja, y parecía que seguiría siendo un peligro para Selena.
Intentó arrojarle rayos, pero aunque impactaran en ella, no le hacían nada. Uno de ellos pasó cerca de James, y se lanzó contra los restos de su casa.
Zaltar llegó con Daniel y lo dejó al lado de James, para que lo ayudase. También llevaba a Julian, pero lo dejó más lejos, cerca de otras casas.
Cuando quiso darse cuenta, Kara estaba atacando con todos sus poderes a la bruja. No daba crédito al poder de la chica. Pero en absoluto era bueno que se hubiese descontrolado… no estaba preparada para ese poder… estaba tanto o más trastornada que Selena. Temió que fuese peor si se metía en medio, así que se quedó al lado del joven Stanopen.
Kara logró alcanzar el Omegahedron y forcejeó insistentemente aunque Selena, debilitada y dolorida, se negaba a soltarlo. El brazalete de Kara empezó a brillar. La chica estaba levitando, tirando hacia arriba del cristal, pero aun así no fue capaz de quitárselo. Y sólo cuando el brillo del cristal y de su brazalete fue demasiado intenso, se dio cuenta de que estaban volviendo a reaccionar. Una luz blanca rodeó a Selena, Kara, Zaltar, Daniel, el cuerpo sin vida de Julian… Todo. Incluso Gabriel, atrapado entre dos mundos, sintió el efecto del resplandor.

Daniel logró ver una extraña escena desde su posición. Vio a Kara, frente a Selena, flotando en el aire e intentando quitarle el cristal a la bruja. Más cerca, en el suelo, volvía a estar Kara, sin vida. Gabriel, a su lado arrodillado, también estaba en otra posición, repetido como la chica. Podía verse aunque estuviese atrapado entre las realidades.
Vio con dolor el cuerpo sin vida de su hijo lejos de él, pero al mismo tiempo estaba también metros más cerca, arrodillado en el suelo agarrándose del pelo, como en medio de un ataque de furia. Zaltar estaba también dos veces en la misma escena: estaba al lado de Julian y forcejeaba junto a Kara por el Omegahedron.
Estaba James también, a su lado, pero no lo veía en otra parte aunque, de alguna manera que no entendía, sabía que estaba bajo los escombros que su propia madre le hizo caer encima… como parte un recuerdo que se mezclaba con lo que acababa de vivir. Los únicos que no tenían dobles eran Daniel, es decir él mismo, y Selena. Todo lo vio como en un sueño, demasiado brillante para distinguir gran cosa, pero sabía lo que estaba viendo.
Entonces, la claridad desapareció. Y los dobles desaparecieron. Kara estaba junto a Zaltar quitándole el cristal a Selena, quien cayó de rodillas. Julian estaba arrodillado y poco a poco se levantó y contempló con estupefacción lo que estaba pasando, algo que le hizo olvidar su furia. Gabriel estaba al lado de una Kara que acababa de desaparecer. James estaba al lado de Daniel, observándolo todo, atónito.
Zaltar sujetó a Selena cuando ésta perdió la consciencia. La posó suavemente sobre el suelo. Kara sostenía el Omegahedron. Julian se acercó a ellos y Daniel y James hicieron lo mismo. Gabriel se quedó en su sitio, sentado en el suelo. Sabía qué había pasado… pero le pareció tan insólito… eso sólo lo había visto en su propio universo. Recordar dos realidades diferentes a la vez… ¿en el universo real?
—Esto no tiene precedente… —susurró.

James se fue directamente al lado de su madre. No se atrevió a arrodillarse. Sacó su celular y llamó a una ambulancia.
Kara le entregó el Omegahedron a Zaltar, que parecía muy confundido. Al dárselo, Zaltar se rió y abrazó a Kara.
Daniel se arrodilló cerca de Selena, entonces James siguió su ejemplo. Las miradas de Kara y Julian se encontraron. Se acercaron lentamente y se abrazaron. Los dos estaban llorando. Todos miraron aquella escena.

Pocos minutos después, una ambulancia llegó. Se llevaron rápidamente a Selena. James también subió al vehículo.
—Bueno... ¿Volvemos a Grandville? —dijo Gabriel.
Daniel se quedó mirando como se marchaba la ambulancia. Kara, Julian y Zaltar se acercaron a Gabriel para irse.
—Julian ¿No le vas a decir nada a Daniel? —dijo Kara al ver que Daniel no se acercaba a ellos.
—Quizás esté bien aquí, que se quede si es lo que quiere... —dijo Julian elevando el tono de voz expresamente para que Daniel lo escuchara.
Daniel Stanopen se giró.
—Julian... te prometo que volveré, pero quiero saber como está Selena. ¿Vale? —Julian no se inmutó—. Algún día te explicaré por qué me importa tanto. Aunque no tanto como tú, Julian.
—Vamos —dijo el joven Stanopen dando la espalda a su padre.
Todos tocaron a Gabriel. Llegaron a Grandville. Era medianoche. Los Davidson esperaban despiertos a su hija. Todos la abrazaron. Se alegraron de que Zaltar tuviera por fin el omegahedron. El parecía también bastante contento.
—Y bien... Zaltar... ¿Cuando volverá a Argo? —dijo William algo incómodo.
—Tranquilo William, he llamado a mi nave. Le ordené que saliera del planeta poco después de llegar, ahora está cerca del sistema solar, en la Tierra no era muy seguro dejarla. En cuanto llegue me marcharé.
—Está bien... —suspiró Emily.
—Espero no haber sido un estorbo —dijo riéndose Zaltar.
—Zaltar —dijo Kara.
William y Emily se alarmaron.
—Mientras esperas a tu nave... ¿Te importaría decirme todo lo que sabes acerca de mi, de mi familia, de...?
—Claro, te lo mereces.
—Perdón por interrumpir —dijo Gabriel que parecía que había desaparecido pero siempre estuvo allí—. ¿Es que no vamos a hablar de lo que ha pasado? ¿Soy el único que lo ha notado?
Todos miraron a Zaltar.
—El Omegahedron creó dos realidades, que al final se han juntado... algo que sólo había experimentado en mi Universo —Emily y William lo miraron sorprendidos—. En ambas perdimos a personas que... que ahora están aquí otra vez.
—Entonces no fui el único que lo ha notado —dijo Julian algo asustado.
—Yo también tengo dos versiones de recuerdos —admitió Kara—. Pero estaba tan confundida que no me di cuenta...
—¿A quién perdisteis? —Preguntó Emily, tan perdida como su marido.


En el hospital, James y Daniel esperaban la llegada de un doctor que les dictara el estado de salud de Selena.
—No tenía que venir hasta aquí, Daniel, no se le ha perdido nada aquí —dijo James trastornado.
—Quiero que tu madre se recupere James... estaba poseída por ese objeto, está claro.
—Lo que no entiendo es lo que ha pasado...
—Ni yo...
Un doctor llamó a James para que pasara a una de las habitaciones. Ya antes de entrar, supo de quién era.
—¡Christopher! —susurró.
James se acercó a la cama de quien lo había cuidado desde pequeño, el hombre que él conocía como padre. El hombre acababa de despertar del profundo coma en el que estaba desde hacía mese.
—James...
—Papá, has estado mucho tiempo en coma... yo...
—Pero me desperté —dijo Christopher sonriendo con dificultad.
—Mamá... está internada aquí, en este hospital. La trajimos hace un momento. Es... irónico que...
—Justo cuando vuelvo a la realidad... A Selena la ingresan en el hospital... ¿Qué le ha pasado?
El doctor entró en la habitación. Hacía mala cara.
—Familiares de Selena Brightside. ¿Verdad?
Christopher y James centraron toda su atención en él. Daniel se quedó sentado en su silla aunque tenía también el oído puesto en el doctor.
—Lo sentimos mucho... Selena... ha caído en coma.


Música: The Calling - Wherever You Will Go


El fin de semana pasó rápido a pesar de todo lo ocurrido durante los últimos días, sobre todo por lo del Omegahedron. Pero para Kara, conocer a Zaltar y saber más sobre su origen había sido muy alentador. Kara se miró el brazo, observando el brazalete. Estaba sentada en su cama, pensando en si sacárselo o no.
Cada vez se sentía mejor teniéndolo con ella, sabiendo que alguna vez perteneció a su verdadera madre.
—Ese brazalete también es Kryptoniano. ¿No? —dijo la voz de Julian detrás de ella. Estaba en la puerta.
—¡Ah, Julian! Pasa. Esto… sí, fue de mi verdadera madre.
—Un regalo muy especial.
Kara sonrió y asintió. Bajó la mirada. Julian se sentó a su lado y la miró a los ojos. No habían tenido ocasión de hablar a solas sobre lo que recordaban de las dos realidades. Pero Kara no se atrevía a decir nada al respecto. El chico habló.
—Recuerdo tan claramente ambas historias… sobre todo cuando tú…
—Yo no quiero recordarlas… fue… —le costaba hablar, su voz tembló—. Julian, creí que te había perdido para siempre.
—Y yo a ti, Kara. Mi mente no soportó la idea… me habría dado igual que esa maldita bruja me hubiese podido matar a mí después…
—Yo sólo recuerdo haberme odiado a mí misma por no haber podido salvarte… en una realidad, tenía todos los poderes… y aún así, no logré salv…
—Kara, no puedes atribuirte la culpa… fue es mujer… —Julian prefería pensar en la culpa de Selena que en el hecho de haber perdido a Kara durante un momento—. Te juro que nunca volveremos a pasar por esto. No te perderé nunca más... ni tú a mí.
Kara lo abrazó y rompió a llorar. No podía contener esas lágrimas más tiempo. Tras ese intenso abrazo, Julian acercó sus labios a los de ella y la besó. Sus ojos percibieron un brillo en los de ella. Sintió un suave calor por todo su cuerpo. Kara impidió que el chico pudiese alejar sus labios, por lo que continuaron besándose hasta que cada uno pudo sentir los latidos del corazón de ambos.


Gabriel observó satisfecho ese beso desde el exterior de la habitación antes de volver a su Universo.
—Cómo me agradan este tipo de cosas —susurró sonriendo. Miró a su lado, donde se encontraba otro Gabriel.
—Ya somos dos —dijo su doble. Ambos desaparecieron de esa realidad, saliendo cada uno por su lado al mundo real.

Escritores: Keidell y Bertu
Guionistas: Elementokr36, Hyunsuk, Keidell, Litz, Bertu
Última edición por elementokr36 el Mié Dic 24, 2008 9:09 pm, editado 1 vez en total.



Bertu
Traductor
Traductor
Mensajes: 4541
Registrado: Mié Jun 06, 2007 4:43 pm
Ubicación: Roca Casterly

Mensaje por Bertu »

2x06: El doble
Dos semanas después

El sol volvía a iluminar la fachada de la casa de los Davidson. Julian, que estaba durmiendo tranquilamente sobre su colchón en suelo del cuarto de Willy, se despertó.

Se levantó muy silenciosamente porque no quería despertar a su amigo. Willy estaba agarrado a la almohada con cara de ángel, estaba agarrado de tal forma, que parecía que era cuestión de vida o muerte. Julian se vistió y bajó al piso de abajo.
—Buenos días Julian ¿Qué te apetece para desayunar? —dijo Emily desde la sala de estar.
—Creo que voy a tomar cereales, no quiero alargarme mucho.
—¿Por eso has bajado tan temprano? ¿Para estudiar?

Julian asintió, no pensó que Emily no lo podía ver.
—Bien hecho —supuso Emily— te juegas el curso con los exámenes de hoy.

Las dos últimas semanas se habían visto rodeadas de polémica por la resurrección de Julian y su vuelta a la vida normal. Denunciaron a Lionel Luthor con la ayuda del oficial Sanders, pero el caso no pasó de ser noticia en la prensa y nada más. Por lo menos así se aseguraron de que Lionel no volviera a molestar.

En el instituto, Julian tampoco pasó desapercibido. Además, sus amigos resaltaron su noviazgo con Kara. Habían quedado para tocar después de los exámenes otra vez con la banda, pero Evans no quiso. Así que pidieron a Kara que se incorporara al grupo substituyendo a Carson como bajista. Además, Julian había vuelto a finales de curso, así que tenía que hacer los exámenes si no quería complicarse la vida.
—¿Le importa si me llevo algo de comer arriba? —dijo Julian llevándose los cereales.
—No, adelante...

El teléfono sonó. Emily se levantó del sofá y descolgó.
—Julian, es tu padre.
—Mierda... —susurró Stanopen —. Dile... que ahora no puedo, estoy ocupado.
—Oiga... Daniel, lo siento, sé que esta llamada le debe costar una fortuna... Julian tiene que estudiar para tres exámenes hoy, se juega pasar de curso.... llame más tarde o...¿En serio? Vale, hasta entonces... Adiós —colgó sorprendida.
—¿Qué pasa?
—Tu padre, está a punto de subir al avión. Esta noche ya estará en Grandville. ¿Qué bien, no?
—Sí... fantástico —dijo Julian subiendo las escaleras malhumorado.



Gabriel avanzó por las calles de Edge-City mirando hacia todos lados. Había aparecido allí buscando a alguien que no encontró. No era normal que fallara en la búsqueda. Silverman permaneció en un estado ajeno al necesario para estar en el universo real; se hallaba en la transición a su Universo, invisible a cualquier visión que no fuese kryptoniana.
Cuando se giró la última vez, encontró a alguien. Sí, era él, el chico al que buscaba. Había tan sólo una semana que había decidido vigilarle, aunque ya no trabajaba para Morgan. Will Palace, un freak muy conocido pero difícil de localizar.
Pero una vez que lo vio por primera vez, para Gabriel fue fácil encontrarlo, aunque todavía quedaba estupefacto al encontrar a una persona diferente a quien pretendía ver. Pero no, era Palace siempre al que encontraba. La explicación: su habilidad consistía en el cambio físico. Y no sólo eso, cambiaba de estado. Hasta ahora, sólo lo había visto en estado sólido —de una u otra forma— y en estado gaseoso. Mejor dicho, en estado gaseoso era invisible, pero asombrosamente consciente.
Tal como Morgan había dicho en su momento, el chico, de unos 24 años, se autodenominaba Damned. Así lo conocían muchos, y con ese nombre le temían.
Gabriel vio a alguien más. Lo había visto anteriormente, pero no logró reconocerlo a la primera. Andaba en dirección tal que se alejaba de Damned. No lo había visto. Palace apresuró el paso y lo alcanzó, pero entonces, su forma era la de un viejo que apenas podía caminar.
—Perdona, joven —dijo con voz apagada—. ¿Me dirías la hora?
El tipo se paró en seco y miró despectivamente al hombre.
—Piérdete, viejo.
—¿Así como perdiste el rastro de Mely Taylor? —preguntó rápidamente el otro.
El joven se detuvo otra vez y lo miró perplejo. Entonces su mirada se volvió inquisitiva. Miró a su alrededor asegurándose de que nadie los veía.
—¿Qué sabes de Mely Taylor, carcamal?
El viejo caminó con dificultad hacia un banco para sentarse, mientras reía a susurros.
—Mucho y poco. Pero para que Johnny Davis haya venido aquí desde Metropolis para buscarla es muy significativo.
—¿Cómo sabes mi nombre? ¿De qué me conoces?
—Todos conocen al pendenciero de Davis.
—¿En serio? —se percibió una sonrisa de vanidad en su rostro. Pronto volvió a ser serio—. Me da igual cómo sabes a quién busco. Pero quizás sabes algo que yo no.
—Oh, por supuesto —el viejo tosió.
"Como actor podría ganar muchos Oscars", pensó Gabriel.
Johnny se puso a un paso del viejo.
—Hace meses que busco a esa zorra.
—Entonces podría decirte que aquí, en esta ciudad, ya no está.
—¿Por qué la busca, viejo?
—Digamos que tiene algo que me interesa.
Davis lo miró incrédulo. Pero realmente, no le importaba que el tipo buscara a su exnovia, él mismo quería encontrarla.
—Quizás debieras buscar mejor —insistió el viejo—. Tengo que encontrarla.
—¿Para qué iba a buscarla para ti? ¿Eres su abuelo o algo así?
El viejo cambió su apariencia en menos de un minuto. Will Palace apareció ante los ojos de un atemorizado Davis.
—¿Qué...? ¿Cómo has...? ¡Damned! —exclamó Davis.
Un brazo de Palace se convirtió en un vapor casi invisible que rodeó la cabeza de Johnny.
—Te has acercado demasiado, estúpido. Ahora me dirás lo que quiero saber.
Johnny no era capaz de respirar.
—Cuanto más rápido respondas, antes respirarás. ¿Cómo hace esta idiota para huir con tanta facilidad?
—La oscuridad.
Gabriel se sobresaltó. Procuró, sin embargo, no acer ruido, ellos lo oirían.
—¿Qué pasa con la oscuridad?
—Viaja a través de ella.
—Interesante. Insólito. No se me habría ocurrido.
—Déjame... respirar.
—¿Necesito más información útil?
—No sé nada más.
—Te estás muriendo —musitó Palace.
—¡Tendrías que meterte con un mafioso!
Gabriel volvió a sobresaltarse. ¿Llegaría Damned a Edge?
—¡¿Qué mafioso?!
—Morgan Edge
—Mierda —exclamó ahogadamente Gabriel.
Damned soltó a Johnny al oír la voz. Davis cayó semiconsciente al suelo.
—¿Quién anda ahí? —vociferó Will Palace.
Silverman comprendió que había cometido una insensatez y desapareció enseguida.



Las clases estaban yendo bien, nada importante que resaltar, por lo menos desde el punto de vista de Kara. En cuanto a Julian, entre recuperar muchos exámenes en poco tiempo, los últimos días, incluso ése, estaba resultando estresante. Aun así mantenía su buen humor para cuando llegó la hora de la comida. Kara adivinó que Willy iba a preguntar por los exámenes, pero tras un codazo leve, quedó claro que de momento no hacía falta sacar ese tipo de temas. Hyun Suk se sentó con ellos. El grupo completo se sentó en la mesa de siempre para tomar el almuerzo.
—Esto... —empezó Willy dirigiéndose hacia Julian, de repente sin saber qué decir—... ¿Qué tal si...?
—¿Qué tal si esta tarde pasamos de los instrumentos y salimos a dar una vuelta por GV? —propuso Kara al ver dudar mucho a su hermano.
—Por mí, genial —aceptó Hyun Suk encantado—. Mis brazos necesitan alejarse un poco del retumbe de la batería.
—Muy bien —dijo Julian—. A mí también me vendrá bien hacer algo diferente. Pero debo volver pronto para estudiar, Kara.
—Lo comprendo.
—Como todos —dijo Willy intentando disimular que era el único que no compartía la aceptación de alejarse de su instrumento.
Kara se fijó sin querer en el fondo del comedor, hacia una mesa en la que sólo se hallaba Lorkie.
Julian no pudo evitar mirar.
—Deberíamos llamarla, ¿no?
Kara se sentía bastante resentida todavía con la gente con que ella se relacionaba, los freaks y Morgan Edge.
—Preferiría que siga sola —dijo Willy—. Es menos peligrosa así.
Hyun Suk lo miró sorprendido.
—¿Peligrosa?
—Es hija de policía y Willy y yo estamos huyendo de la ley —arregló Kara riendo—.
—Hablando de huir —añadió Hyun—. Huyo un momento que tengo necesidades que atender.
El chico salió a paso rápido en dirección a los servicios. Julian miró una vez más a Lorkie.
—¿Crees que todavía intenta vigilarnos?
—Desde lo de Sidney, Gabriel no ha vuelto con Morgan, pero creo que todavía sigue en contacto con Lorkie —contestó Kara—. Nos mantenemos alejados de ella para no crear problemas a nadie. Si nos vigilase, Silverman nos lo diría.
—¿Por qué ya no habla con nosotros ese chico, Silverman? —Inquirió Willy.
—Después de... —empezó Julian—. Después de decirnos que iba a encargarse del cuerpo que estaba en el "cajón" en lugar de mí... por si las dudas...
—Después de eso estuvo más distante y luego ya no volvió —interrumpió y terminó de explicar Kara, reprimiendo una risa.
—¿Como Hyun ahora? —preguntó Willy con una sonrisa de oreja a oreja.
Kara y Julian lo miraron un momento y se echaron a reír.
Hyun Suk volvió en ese momento y se sentó deprisa para seguir con su comida.
—¿De qué hablabais? —Preguntó al llegar.
—De la higiene —dijo Kara casi susurrando.
Hyun Suk la miró un momento, sorprendido y sonrojado, se levantó y se retiró de nuevo hacia los baños.




Davis ya era historia. En eso pensaba Will Damned al recordar lo que le había dicho. Ellos no eran los únicos que buscaban a Mely Taylor —cada uno por diferentes motivos—. Un grupo mafioso también la buscaba. El único capaz de buscar freaks de los meteoritos y que a la vez controlar una mafia, conocida pero no demostrada legalmente, era Morgan Edge, un pez gordo de Metropolis.
El despacho de este sujeto fue fácil de invadir. Para alguien que podía convertir su cuerpo sólido en gaseoso y pasar de forma invisible por donde fuese era pan comido. No adoptó su forma original, sino más bien se solidificó con el cuerpo de Johnny Davis. Siempre que no era necesario usar su propia forma, usaba otras alternativas.
Se acercó al ordenador de Edge y lo encendió. La información era demasiado confidencial como para dejarla así como así en un ordenador, según pensó Damned al principio, pero ese no era un ordenador cualquiera. Se apagó al instante. Will miró indiferentemente a su alrededor pensando en qué podía hacer. Obviamente era ese aparato el que buscaba.
Alguien que él conocía, una verdadera pirata informática, podría fácilmente con ese artilugio… ya que si lo intentaba él no haría más que estragos en el aparato.
El mafioso se quedaría sin su información, su «amiga» se enfrentaría a un reto con el que disfrutaría y él conseguiría la información que buscaba. Tomó el ordenador y lo destrozó, liberando con excepcional cuidado el potente disco duro. Se concentró en el cambio de estado, seguro de que el disco no sufriría daño alguno mientras recuperara su forma lo más pronto posible. Salió del lugar, satisfecho por adivinar la expresión del mafioso en cuanto se diera cuenta de todo.




Lionel Luthor justo acababa de sentarse en el sillón presidencial de su despacho, cuando su secretaria entró detrás de él y le trajo unos informes.
—Bien... parece que el proyecto prospera —dijo Lionel con una sonrisa.
La secretaria se retiró, pero las puertas no se cerraron. Un hombre alto, con una melena rubia entró lentamente, observando las figuras y estatuas que Luthor tenía allí.
—¿En qué puedo servirle, señor... —dijo Lionel esperando una respuesta.
—Mannheim. Vengo de su instalación en Nevada.
—No tengo una instalación en Nevada, señor Mannheim.
—Cierto, tiene tres.
—Exacto, discúlpeme, pero siempre pongo a prueba a los que entran por esta puerta... desde que sucedió un incidente.
—No se preocupe, hace bien. Me he enterado de que el puesto de Daniel Stanopen está vacante.
—¿Ha venido desde Nevada para conseguir el puesto de Stanopen?
—No lo sé ¿Usted me daría el puesto?
—No —dijo Lionel tajante.
—Entonces vengo a conseguir ese puesto.
Lionel sonrió y se levantó de su sillón.
—Señor Mannheim, entenderá que no voy a darle un puesto como el que tenía Stanopen solo hablando con usted dos minutos, pero tengo un proyecto que necesita gente como usted ¿Interesado? —Lionel ofreció su mano a Martin.
—Ahora ya estoy aquí —dijo Mannheim estrechándola.


Gabriel sintió que su universo se estremecía. No había ocurrido cerca del vacío blanco en el que flotaba a la deriva. Había sido a varios años luz de él, eso suponiendo que las distancias importaran algo. Los estremecimientos siguieron sucediéndose cada vez más cerca, a saltos agigantados.
Silverman vio aparecer entonces a alguien delante de él.
—¡Keid! —pronunción sorprendido Gabriel—. Creí que no volverías a hablarme nunca.
—Aparquemos estas últimas semanas y concentrémonos en el ahora.
—¿Vienes a avisarme de algo? —interrumpió Gabriel adivinando lo que se avecinaba.
—He hablado con Lorkie, ya sabes la fascinación que tengo por ella. Bueno, cree que habla contigo, pero eso no importa. Me dijo que estás en peligro. En cuanto te encuentren Trent y Jess...
—¿Qué? ¿Qué piensan hacerme?
—La orden es: matad a Silverman —dijo el autodenominado Keid—. Lo unico en que nos diferenciamos es en el nombre, Gabriel... por lo demás, podrían matarme a mí creyendo que eres tú. Y aunque te maten a ti, si me descubren me matarán a mí también... no lo sé.
—Sigues haciéndote cada vez más egoísta y egocéntrico... ¿como es que estás cambiando así de mal?
—Escúchame, Gabriel... —su tono de voz denotaba crispación, algo que su doble ignoró.
—Tienes miedo por ti mismo... te importa un pepino lo que le pase a otros, tú temes por ti. ¿Te parece algo bueno eso? Me traicionarías si no fuese porque tengo mayor control de este universo que tú. ¿Por eso me tienes tanto rencor?
La tensión en la mandíbula de Keid se hizo evidente. Se quedó callado un instante, pero luego abrió la boca para preguntar:
—¿Por qué robaste el disco duro de Morgan Edge?
La chica ya estaba respirando con dificultad. El hombre frente a ella la tenía tomada del cuello y apoyada contra la pared. Sus ojos verdes lo miraban con un miedo que pocas veces había sentido. Él había logrado intimidarla cambiando repetidas veces su cara, no solo en las de otras personas, sino también en horrendos rostros de gas y agua.
-¿Qué quieres que haga con el disco? -preguntó ella, rendida.
-Hasta que te decidiste a cooperar. No todas las rubias son tan tontas después de todo -dijo Damned satisfecho y la soltó un poco, aunque sin dejarla ir-. Necestito que esta información confidencial deje de ser tan confidencial.
-Está bien -dudó por un segundo- lo haré. Pero recuerda que lo prometiste...
-Ya sé, ya sé... -dijo, como si lo que saliera de su boca fuera solo "blah, blah, blah"- Tú me ayudas y yo te hago el pequeño favor de dejarte con vida y no volver más a este pueblucho.
La muchacha lo miró ofendida.
-Perdón, "no volver más a Smallville" -se corrijió con tono burlón, irritándola aún más.
-Entonces tenemos un trato.

-Listo -desconectó algo de su laptop- aquí está todo lo que había en el disco.
Damned llevaba aburrido varias horas en la cafetería donde atacó a una joven de melena rubia hasta los hombros, la misma que ahora le entragaba un pendrive con toda la información que necesitaba.
-¡Pero que hacker más bonita! -la tomó del mentón mientras le hablaba en un tono libidinoso- Lástima que las morenas me gusten más, si no, ya nos estaríamos divirtiendo.
Se transformó en gas y salió por la rendija debajo de la puerta.
Un rato más tarde se encontraba revisando la información, en busca de la ficha de Mely Taylor. Sentía que tenía todo el tiempo del mundo, después de todo, entre esos archivos con seguridad estaba la forma de dar con ella, así que intruseó el resto.
-Veamos... -empezó a leer en voz alta, aunque no había nadie que lo escuchara- "Kara Davidson. Poderes: superfuerza, se presumen otros. Amistades: Julian Stanopen, Mely Taylor"...Así que amiga de Mely ¿eh, Kara? "Peligrosidad: Alta. Ha derrotado a Jessica Goldsmith y Trent MacGowen. Debilidad..."
No terminó. Por azar pinchó el link que iba hacia la ficha Jessica. Vio la foto que acompañaba los datos y en su cara se dibujó una malvada sonrisa.
-Ya decía yo que las morenas me gustaban más, Jessica. Tú y tu noviecito se han ganado una visita.



La tarde estaba transcurriendo con total normalidad, dentro de lo que cabe esperar. Kara hacía sus deberes en su habitación, donde también estaba su novio. Parecía preocupado.
—Julian, ¿qué te ocurre? Llevas un rato así.
—Hace un momento llamó padre, una vez más.
—Y no hablaste con él, ¿eh?
—Prefiero guardar silencio, por ahora. Le haré pensar que no le he perdonado.
—Y no es verdad.
—No del todo. Sigo muy molesto, pero sé que se encuentra fatal. No soy tonto, puedo darme cuenta, insiste en hablar conmigo. Pero prefiero que se sienta así durante un tiempo.
—Ay, julian...
Un ruido en el interior de la habitación los sorprendió. Kara se levantó al instante al ver quién era.
—¡Silverman! —exclamó la chica.
Estaba intentando levantarse, parecía herido. Había sido una noche muy difícil.
—Estoy bien —dijo Gabriel levantándose con ayuda de Julian—. A penas me rozó.
—¿Quién? —Preguntó Stanopen.
—Jess... me lanzó esos rayitos de mierda...
—Vale, Gabriel, tranquilízate y baja la voz —pidió Kara—. ¿Por qué te ha hecho esto?
—No sé cómo me encontraron. Sabían dónde iba a estar —Parecía hablar más consigo mismo que con sus amigos—. Creen que robé algo de Morgan, pero ni siquiera me dieron tiempo a explicarles nada.
—¿Quiénes? —quiso saber Julian—. ¿Trent estaba con Jess?
Gabriel asintió.
—Ya me tienen harto.
—¿Julian, a dónde vas? —Preguntó Kara al ver que su novio salía de la habitación.
—A encargarme de estos cabrones. Odio que hagan estas cosas. Parecen peones movidos por un dictador... más o menos todo es así.


Era demasiado temprano como que hubiese más gente. Trent y Jess estaba en el recientemente renovado parque de Grandville. Julian llegó con su moto cuando ellos estaban esperando que Gabriel volviera hecho una furia.
—Mira, es Stanopen —dijo Trent en voz alta.
Julian se acercó a ellos dispuesto a lo peor. Los otros notaron su decisiva amenaza y se pusieron a la defensiva. Jess no quiso esperar a que el otro atacara, así que atacó ella. Se iluminó como solía hacer y canalizó un rayo potente hacia su enemigo.
Pero no llegó a él. Kara apareció de la nada y paró el rayo con las manos. Jess insistió y siguió descargando esa energía contra ella.
—No puedo hacerle nada —gritó la chica en medio de la confusion que se generaba con el rayo.
Trent corrió hacia Kara pero no llegó. Una onda expansiva lo lanzó a varios metros de distancia.
—Ya no somos tan inofensivos como antes —aclaró Julian—.
—Julian, es suficiente —le dijo Kara cuando el rayo se detuvo. Otra onda había derrivado a Goldsmith.
—¿No te das cuenta, Kara? Tenemos que acabar con ellos. Si no no nos dejarán en paz ni a nosotros ni a otros freaks.
Jess se levantó con ayuda de Trent. miró su reloj y lo manipuló para retirar un disco verdoso de debajo.
—Kara —dijo Julian al darse cuenta—. Eso...
—Es Kryptonita.
Kara empezó a retroceder para impedir que le hiciera efecto. El objeto era pequeño, pero sin duda le haría daño.
—¿Kryptonita? —repitió Trent—. Bonito nombre.
De repente, el disco desapareció de las manos de Goldsmith, que se sorprendió y se asustó. Luego pareció frustrada. Detrás de Kara y Julian había alguien más.
—Silverman —gruñó Trent—. No puede ser, estabas herido.
—Me curo rápido. Ah, sí, y dejé la piedrecilla en mi Universo, para que no haga daño aquí.
Kara sonrió y luego miró a Jess. Sus ojos se iluminaron levemente, lo cual asustó más a Jess.
—Puedo hacerte daño, Jess. Tú a mí, no.
—Puedo detenerte, Trent —aclaró Julian—. Tú a mí, no.
—Y yo puedo quitar de en medio cualquier arma adicional que tengais —dijo Gabriel—. Ciao.
Gabriel desapareció. Macgowen y Goldsmith se pusieron tensos.
—No volvais a Grandville, cabrones —ordenó Julian resistiéndose a atacarlos. Se alejó de ellos, montó en su motocicleta y se alejó a toda velocidad. Kara volvió a desaparecer, a toda velocidad.
—Este no es nuestro día —masculló Trent. Vuelve a Metropolis, al piso... yo hablaré con Morgan.
—Está bien... oye, consígueme otra piedra de esas... otra Kryptonita.




Keid apareció en el Universo de Gabriel mientras éste terminaba de recuperarse.
—¿Qué? ¿Los has ayudado? —Preguntó Gabriel.
—Sí. ¿Contento?
—Te convenía ayudarlos, por si acaso. Sí, contento.
—Ya. Me largo. Vuelve con tus amigos. Supongo que querrán que les expliques por qué acudiste a ellos a por ayuda. No es propio de ti.
—Ni de ti. Tienes razón, debería ayudarlos.


Kara y Julian acaban de regresar a la casa de los Davidson cuando Silverman los saludó.
—Ah, Gabriel —llamó Kara—. ¿Estás bien? Te recuperaste muy rápido.
Gabriel los tomó por los brazos y los transportó a su Realidad. Allí podrían hablar con más seguridad.
—En mi universo el tiempo es diferente. Me curé rápido por eso.
—Ah, claro —dijo Julian—. Me había olvidado de eso. Dinos una cosa... ¿Qué es eso que robaste?
—Yo no robé nada. Se supone que le quité a Morgan un disco duro. Y me imagino que tendría: toda la información de los freaks que lograron recopilar.
Julian y Kara se quedaron atónitos.
—Pero no fui yo quien lo robó. Chicos, tenemos un problema muy gordo. El tipo al que tenía que vigilar...
—Espera, ¿no habías dicho que no ibas a hacer eso? —inquirió Kara—. Ya no trabajas para Edge...
—Es verdad... pero me aburría. Además, descubrí que es muy peligroso. Demasiado. Will Palace, alias Damned... está buscando a Mely Taylor.
Ahora sus dos amigos se quedaron boquiabiertos.
—No sé por qué lo hace, pero está dispuesto a matarla, seguro.
—Tenemos que avisarle.
—Ahora tenemos otro problema. Con la información que robó, Damned conseguirá llegar hasta nosotros... irá a por mí, por deducción sabrá que lo he estado vigilando. Irá a por vosotros porque todos saben que sois amigos de Mely.
—Entonces... vendrá a Grandville... con el peligro que supone... —supo Kara, con miedo—. No... no quiero que aparezca aquí.

Trent abrió la puerta del piso de su novia justo para verla moverse de un lado a otro en ropa interior, claramente esperándole a él. Éste le dedicó una diabólica sonrisa en cuanto ella se detuvo para arrastrarlo al interior y cerrar la puerta.
—No tardaste nada, Trent —dijo ella mientras le dejaba en la sala y se dirigía a la cocina a buscar algo para beber—. Por cierto, ¿has traído la “kryptonita”? —pronunció el nombre de los meteoritos con recelo.
—¿La qué?
—Los meteoritos, tonto —contestó volviendo con un vaso cerveza para su novio—. Lo de hoy fue una mierda, pero esta vez me ataré el disco a la mano y Kara se pondrá verde cuando le plante la piedrita entre ceja y ceja.
—¿Qué piedrita?
Jess se quedó mirándolo incrédula.
—¿Me tomas el pelo?
Trent pensó un momento.
—¿Y qué otra cosa iba a ser? —respondió por fin—. Lo que pasa es que no la tengo.
—Morgan dijo que guardaría algunas para poder enfrentarnos a Kara de ser necesario.
—Pero no fui a verle. Con lo del robo preferí no… molestarle demasiado —Jess se rió con él—. Además, podemos ir a verle mañana o cuando nos llame. Por ahora dejemos que se arranque el poco pelo blanco que le queda.
Las carcajadas de Jess sonaron por todo el piso.
—¿Para qué queremos la… kryptonita? —preguntó Trent como esperando una respuesta sabida por todo el mundo.
—Para matar a Kara.
—¿Por qué?
—Porque es su única debilidad.
—Exacto —pensó un momento—. Y si no le pedimos una a Edge… ¿de dónde podríamos sacarla?
—Yo no sé de dónde la saca Morgan, pero en Smallville hay mucha, aunque últimamente parece que el mercado negro se hizo con casi toda.
—Entonces, ¿para qué preocuparnos? Cuando llegue el momento, nos enfrentaremos a Kara y a sus amigos. Ahora… lo mejor es que descarguemos las energías sobrantes en otra actividad —propuso Trent mirando la escasa ropa de su novia.
Ella se acercó a él y le besó con decisión y fuerza, como a Trent le gustaba.
Trent subió las escaleras hasta el piso, lentamente. Llevaba un disco de kryptonita en la mano, todavía ese tono verdoso le llamaba mucho la atención. Se acercó a la puerta correspondiente y guardó la piedra en un bolsillo. Antes de entrar, escuchó movimiento en el interior.
—¿Estará moviendo el mobiliario? —susurró.
Abrió la puerta con cuidado para sorprender a Jess.
Llegó hasta la sala y se quedó boquiabierto. Jess estaba… con otro tío… mejor dicho, encima de otro. La mirada furiosa afloró de su interior, en el mismo momento en que decidió matar a ese cabrón al que no veía la cara y de paso a la zorra que lo estaba engañando. Se acercó y vio a un lado del sillón en el que estaban unas prendas interiores, sólo de chica. El tipo estaba vestido, pero se quitaba la ropa poco a poco.
—¿Por qué no te lo conviertes en metal? —susurró Jess a su “compañero”. Levantó la vista instintivamente y pasó los ojos sobre Trent antes de volver a mirar a… Trent. Dos Macgowens. Jess se sobresaltó se puso de pie al instante.
Su cuerpo desnudo se quedó paralizado.
—¿Qué demonios pasa? —masculló el del sillón. Se levantó y vio a Trent, también paralizado. Se rió—. Vaya, Macgowen. Lo siento, ¿la compartimos? Aunque yo ya había terminado.
Will Palace sustituyó el rostro del falso Trent y alargó una mano hacia el pecho de Goldsmith. Un dedo afilado como un cuchillo y duro como el acero atravesó crudamente el corazón de la chica. Macgowen chilló de horror y se abalanzó contra Damned, a quien no conocía, pero que utilizaba su misma habilidad. No llegó a él, pues un brazo semi-invisible se sublimó a su alrededor y empezó a asfixiarlo.
—No traerás kryptonita, por casualidad, ¿no?
Trent intentó atacar a pesar de la falta de aire, pero no logró hacerlo. Damned dejó caer a la joven y golpeó la cabeza de Macgowen con la otra mano, la cual ahora parecía pesar una tonelada. Un golpe así mataría a un elefante. El cuerpo inerte de Macgowen cayó de costado sobre el sillón. Damned buscó en los bolsillos del otro y encontró un disco verde. Supuso que era lo que buscaba y se lo guardó.
Miró el cuerpo desnudo y sin vida de Jess y se lamentó por ella durante una inapreciable fracción de segundo.
—Con lo que me gustan las morenas…
Palace se evaporó y salió.



Ya había anochecido.
—Un día movidito —dijo Kara irónicamente abriendo el portal de su casa. Consideró que habría que hablar de algo que no fuera lo sucedido, así que pensó en un tema nuevo rápidamente—. Por cierto... ¿Cómo han ido los exámenes?
—Creo que tuve suerte —dijo Julian indiferente. Se quedaron mirando.

Música:Starsailor - Poor Misguided Fool

El ruido de un coche hizo girar a los dos. Un taxi aparcó frente la casa de los Davidson. De él salió un Daniel Stanopen regresado de Sidney.
—Hola, Daniel —dijo Kara sorprendida. Ella no sabía que estaba por llegar. De repente pensó en todo lo que había hecho en Sidney delante de él, usando sus poderes… él no había dicho nada al respecto, pero no tardaría en hacerlo.
—Hola, Kara... Julian...
—¿vas a quedarte en Grandville? —inquirió Julian, dándole la espalda y adentrándose en la casa
—Claro, contigo —contestó su padre, siguiéndole.
Su hijo se giró con cara de pocos amigos. Kara se sintió incómoda ahí y desapareció en un instante, a supervelocidad. Daniel se sorprendió, pero pronto recompuso su expresión seria.
—Supongo que suele hacerlo… Julian, escucha, va a ser difícil, pero deberíamos intentar volver a ser una familia… nunca pretendí que…
—Eso sí que no, si te piensas que te he perdonado vas mal.
—Lo sé Julian... Nunca quise que esto pasara así… Lo siento, de verdad.
—¡Si te piensas que voy a perdonar que no me dijeras nada de mi origen durante estos años y tuviera que enterarme de la manera en la que lo hice...
—Julian —dijo William al sentir los gritos. Saludó a Daniel.
Julian intentó calmarse, por deferencia a los Davidson más que nada.
—Julian —siguió Daniel, en tono de súplica— sé que ahora no me perdonarás, pero en un futuro… Entiéndelo, he regresado por ti... todavía te considero mi hijo.
—Es demasiado tarde para pedir perdón —dijo Julian sin inmutarse. Empezó a hablar más para sí mismo—. Hace tiempo que la palabra padre carece de sentido para mí… será porque realmente…
Emily y Willy también se acercaron alrededor de ellos. William miró a su esposa y ella asintió.
—Julian... —dijo William— te puedes quedar unos días más en nuestra casa, supongo que sé como debes sentirte... —se le hizo un nudo en la gola—.
—Os lo agradezco de veras —dijo Julian. Él esperaba que lo acogieran por más tiempo. Se volvió de nuevo hacia Daniel— ¿Para qué has regresado? Digo… además de para hacer de padre, como si no hubiera pasado nada ¡Nací en unos laboratorios!
—Esta vez no hay ningún motivo… sólo el de querer ser tu padre, te lo juro.
—¡Si hay alguien que tiene que hacer de padre para mí debe ser un científico de Luthor! Tu ya no eres... mi padre.
Le dio la espalda otra vez, pero cambió de idea y se volvió a mirarlo de nuevo.
—Creo que está de más decir —dijo con aspereza— que lo de Kara es un secreto, ¿no? Incluso para tu jefe… o exjefe…
Julian subió las escaleras, desde donde lo miraba su novia. Willy, al no saber qué hacer también subió. Los mayores se quedaron mirando entre sí. William se acercó y puso su brazo sobre el hombro de Daniel.
—Paciencia... ¿vale?




—Has montado una buena... —dijo una voz sin origen aparente, riendo— en más de un sentido... tú ya me entiendes.
Damned miró a su alrededor pero comprendió que no vería a nadie. No sólo porque era de noche y en aquel solar lleno es escombros, alejado de la mano de dios, no se veía nada... aunque hubiera luz, tampoco lo vería.
—Gabriel Silverman —masculló Will, sin a penas separar los dientes.
—Oh, no, no... Ni mucho menos. Ése imbécil hace siempre todo mal y al final mi propia vida termina corriendo peligro.
—Entonces...
—Keid Silverman, su doble, aunque único en mi especie —rió sonoramente. Un fuego se encendió como por arte de magia delante de Damned, en el suelo. El ambiente adquirió calor.
—Materialízate en esta realidad —retó Palace—. Déjame ver tu cuello antes de retorcerlo.
—Siempre igual, ¿no?
—A mí no me engañas, Silverman. Si sigues espiándome me encargaré de ti en cuanto...
—Yo no soy el Silverman que quiere luchar contra ti.
Will Palace guardó silencio delante de la hoguera que había hecho, tomando calor.
—No, no soy quien quiere destruirte.
—Vete al infierno.
—Allí es a donde quiero que mandes a mi doble. Tú quieres a Mely Taylor... yo puedo encontrarla en un "pispás" si te deshaces de los súper novios de Grandville y de Gabriel Silverman.



Escritores: Bertu, DaNiELa09 y Keidell
Guionistas: Bertu, DaNiELa09, elementokr36, Keidell y Litz
Última edición por Bertu el Mié Ene 21, 2009 9:11 pm, editado 6 veces en total.


Imagen

elementokr36
Metrópolis
Metrópolis
Mensajes: 6066
Registrado: Sab Sep 22, 2007 9:09 pm

Mensaje por elementokr36 »

2x07: La jadarita
El laboratorio universitario de química estaba cerrado por dentro. Dan Taylor estaba sentado en una silla al lado de su pertinaz prima, Mely. Ella le había suplicado que le facilitara los laboratorios para hacer experimentos con dos compuestos diferentes, y ahora él se agobiaba con la espera y se aterraba porque ni él sabía lo que ella esperaba lograr.
—¿Te falta mucho, Mely? Recuerda que no sabes lo que estás haciendo.
—Pero sé lo que podría hacer, calla, por favor —pidió la chica.
Mely puso una muestra de su propia sangre en un cuentagotas y lo aproximó a la piedra blanquecina que tenía dentro de un plato de muestras. Al lado, había otra roca, del tamaño de un puño, al igual que el primero, pero de color verdoso. Una gota rojiza oscura cayó sobre a primera muestra y burbujeó.
Dan se aproximó para ver mejor esa extraña reacción. Le sorprendió. Mely sonrió. La chica puso otro cuentagotas que contenía otra sangre y soltó una gota sobre la muestra blanquecina. No pasó nada.
—¿De quién es esa sangre? —Le preguntó Dan.
—De uno de “ellos” —remarcó bien esa palabra.
—¿”Ellos”?
—Sí, de los que te hablé.
—Es… impresionante. ¿Lo de tu sangre…? Tiene que ver con tu habilidad, supongo.
—Sí. Esta piedra es asombrosa.
—¿De dónde la sacaste?
—Es la muestra que me envió tu amigo geólogo desde Europa. Es similar a este trozo de meteorito excepto por uno o dos elementos que la compone… o eso me dijo tu profesor químico.
—¿La jadarita?
—Así es, la jadarita. Voy a necesitar experimentar con ambas muestras y algunos disolventes, sólo por probar.
—La química no es lo tuyo, Mely, déjame probar a mí con las precauciones necesarias.


—¿Así que denunciasteis a Lionel? — dijo extrañado Daniel, que casi se atraganta al escuchar aquello —. Fue muy peligroso, os podíais haber metido en muchos líos, creedme.
— ¿Tu no habrías hecho lo mismo, verdad? —dijo Julian molesto.
Daniel se quedó a cenar en casa de los Davidson. William y Emily pusieron al recién llegado al día, y Julian iba soltando un comentario cada vez que hablaba Daniel.
— Sinceramente Julian, fue muy arriesgado, ya sabes de lo que es capaz Lionel.
— No le tengo miedo, no creo que pueda hacer más de lo que ya me ha hecho.
— Pudo matarte... — dijo en voz baja Daniel.
— ¿Matar a su... hijo? Creo que hasta Lionel tiene límites.
— No, no los tiene — dijo Daniel molesto.
La cena continuó sin conversaciones. Emily se levantó para recoger la mesa cuando guiñó un ojo a William que también se levantó y la ayudó.
— Kara, Willy ¿Nos ayudáis? — dijo William.
— Claro — dijeron los dos al unísono.
— Yo también quiero ayudar — dijo levantándose Julian.
— ¡No! ¡No, Julian! Los Davidson nos encargamos — dijo William.
Entonces los Davidson se dirigieron hacia la cocina con los platos. Julian y Daniel se quedaron mirando.
— Bueno... — dijo Daniel para cortar el hielo. Julian no dijo nada —. Julian — suspiró— ¿Qué tengo que hacer para recuperar tu confianza? ¿Pegar a Lionel? ¿Quemarle la casa? — estoy dispuesto a eso.
La voz de Daniel denotaba desesperación.
— Puedes... desaparecer.
— ¿Donde irás? No tienes... — hizo una pausa— a nadie.
Julian apartó la mirada y la dirigió al suelo. Daniel tenía toda la razón, él era toda la familia que tenía.
— Sé... — continuó Daniel— que los Davidson son buena gente y has vivido con ellos unas semanas... pero ellos no tienen que cuidar de ti. Yo sí.

— La cosa se está poniendo fea — dijo William que estaba escuchando la conversación desde la cocina, al igual que sus hijos y su esposa. Se acercó al comedor.
— William, no — lo frenó Emily.

— Vete, por favor — dijo en voz baja Julian.
Al sentir aquello Daniel asintió y se acercó hacia la puerta.
— Ya sabes dónde estoy — dijo Daniel saliendo de la casa.

Kara se acercó a Julian. Vio que estaba llorando.
— Eh, Julian...
— Voy, voy a dormir — dijo Julian subiendo las escaleras.
Kara nunca había visto a Julian tan destrozado, lo dejó subir solo y se acercó hacia su familia, que aún seguía en la cocina.
— Deja que el tiempo lo arregle — dijo William.


La mañana no le trajo una visión muy buena al abrir los ojos.
—Vaya espectáculo que montó ayer, señor Macgowen.
El freak estaba recién recuperando la conciencia y la voz que le hablaba se escuchaba como si estuviera muy lejos. ¡Qué manera de acabar el día! Se sentía como si un tren lo hubiese arrollado o, mejor dicho, un par de supernovios y para colmo había tenido una pesadilla horrible: Entraba a su apartamento y allí estaba su chica con otro tipo, sólo que el otro hombre era él mismo y...
Pasó un segundo antes que se diera cuenta dónde estaba. Su habitación del hospital de Metrópolis era tranquila y el único ruido que se escuchaba era el "bip" de la máquina que monitoreaba su corazón.
—Entonces, no fue una pesadilla —dijo, más para sí mismo que para su visitante.
—Me temo que no, jovencito —respondió Lionel, sacando a Trent de sus reflexiones— La señorita Goldsmith está tan muerta como la dejó anoche.
La verdad golpeó duro a Trent y lo dejó anonadado por un instante. Jess se había ido para siempre.
—¿Usted me sacó del departamento y me trajo aquí? —preguntó, sin reaccionar por completo todavía.
—Sí, sólo una muestra de mis buenas intenciones —y su malévola, pero (en ese minuto) afable, sonrisa se dibujó en su rostro— Por cierto Trent ¿sabías que es inútil tratar de suicidarse asfixiándose uno mismo?
La imagen mental del Trent-Damned quitándole el aire hizo que al freak le brotara toda su ira.
—Jódase, Luthor. En primer lugar, no hice eso y, en segundo, no quiero nada con usted.
—Trent —empezó Luthor— necesito un favor suyo y, me imagino, sabrá que soy un hombre que siempre consigue lo que quiere. Le quiero ofrecer la oportunidad de cooperar por las buenas, porque créame, lo hará de todas maneras.
—No le tengo miedo.
—¿Y a mi buen amigo Morgan? Oh, Macgowen, el consentido ha matado a la chica estrella ¿y crees que no querrá venganza? Si dejas que te lleve a mis instalaciones y me ayudas con un pequeño proyecto, tendrás la protección que necesitas.
Trent lo pensó. Lionel tenía razón después de todo. El maldito de Palace había hecho bien su papel y seguro que Edge sospechaba de él.
—Me deja sin muchas opciones, Luthor —dijo a regañadientes— pero no crea que voy de buena gana.


La última hora de clase los había dejado tan aburridos que al salir y ver la hermosa tarde que inundaba el día, acompañada de la brisa más suave que Stanopen sabía mover, que ni Kara ni Julian no dudaron en apartarse de sus amigos y sentarse en la hierba fresca del parque de Grandville. Sólo para hablar tranquilamente y tener un poco de intimidad bajo el sol que pronto se pondría para despedirse hasta el día siguiente.
Willy y Hyun Suk se despidieron de ellos entre risitas de burla y se fueron a sus respectivas casas, hablando del grupo como tema principal y de las bocas de Kara y Julian como secundario.
—Menos mal que no escucharemos esas tonterías durante lo que queda de día, ¿no? —dijo Julian pasando un brazo por los hombros de su novia.
—Sí, necesitaba estar a solas contigo.
—¿Alguna razón en particular?
—¿Tendrías tú alguna razón en particular?
—Con estar contigo me contento.
—Yo lo mismo.
Un atisbo de duda se reflejó en esa última frase.
—¿Qué te preocupa? —Preguntó Julian, pensando en varias posibles respuestas.
—Todo. El tema este de Damned… Pensar que nos puede estar vigilando… Y que busca a Mely quién sabe para qué…
—No te preocupes. El único que puede encontrara así sin más es Silverman. Él no le facilitará las cosas. Y si Damned nos está vigilando, que se atreva a acercarse… no podrá con nosotros.
—Pudo con Trent y Jessica —dijo una voz. Silverman permanecía invisible para todos, excepto para Kara, claro.
—¿Gabriel? —dijo Julian—. ¿Es que no podemos estar en paz un rato?
—Desde lo de ayer no os he molestado, ¿no? Además…
—Espera —interrumpió Kara—. ¿qué dijiste de Trent y Jess?
—Jess está muerta —esto sorprendió a la pareja, si bien no les produjo dolor alguna, sólo un simple desconcierto—. Trent estaba casi muerto cuando lo encontraron. Dicen que él mato a Jess y… —se escuchó una leve risita— aguantó la respiración hasta el desmayo. Perdón, perdón, no debo reírme de esto, pero… —se disculpó al ver la expresión de Kara—.
—Tú crees que Will Palace tuve algo que ver —dijo Julian.
—Claro. Él puede transformar su cuerpo como quiera, convertirlo en el estado que quiera… no le sería difícil convertir uno de sus brazos en una punta de metal, como hace Trent. Y Trent… tendría muchas formas de matarse de haberlo intentado. Damned puede impedirle respirar sin marcar su cuerpo de ninguna forma. Fue él, estoy seguro.
La preocupación de Kara fue en aumento.
—Ese tipo va enserio. No le importa matar a nadie.
—Ni le importa ni se detendrá ahora. Kara… creo que ahora sois los siguientes. Os está buscando. Sabe dónde vivís.
Julian se estremeció más que su novia.
—Justo lo que no quería que pasara —farfulló la chica.
—Hoy no lo hará, está demasiado lejos —explicó Silverman. Esto tranquilizó muy poco a los novios—, pero tenéis que ver algo. Algo que quizás nos ayude contra él.
—¿Qué cosa?
—Os lo voy a mostrar, aunque me tenéis que dar tiempo para prepararlo. Id dentro de cuatro horas a los pabellones abandonados a las afueras de Grandville. El más deteriorado es el mejor sitio para la demostración.
—¿La demostración de qué? —quiso saber Julian. No le contestó—. ¿Para qué?
—No te molestes —le interrumpió Kara—. Se ha ido.
—¿Sabes a dónde debemos ir?
—Sí, Willy y yo ya estuvimos allí… y el sitio ya estaba medio destruido, después de pasar nosotros quedó peor —rió sin ganas.
Mely regresó un día después de dejar a su primo hacer algunas pruebas simples con las muestras. Éste había cortado pequeños trozos de ambas rocas y los había mantenido unidos a un lado, mientras hacía el resto de experimentos. Al parecer, con esas muestras juntas había hecho otros experimentos, pero ahora sólo hablaba de las piedras por separado.
—Resulta que casi ningún disolvente de los más comunes reacciona con el meteorito. Sin embargo, algunos sí dañan la Jadarita —explicó Dan—. A altas temperaturas los meteoritos reaccionan con algunos compuestos corrosivos más potentes, pero he aquí algo increíble.
Se retiró hacia las muestras que había unido el día anterior. Ahora, volvía con una sola roca verde.
—¿Qué has hecho con el trozo de Jadarita?
—Está… aquí —miró el trozo de meteorito. Ahora era más grande—. Las dejé en contacto durante algunas horas y… una cambió la composición de la otra y se unieron formando eso, dejando restos en las máquinas que tendré que limpiar luego… pero… aquí está. Y ya no le afectan los compuestos corrosivos más fuertes.
Colocó la nueva muestra en otro plato y Mely sacó de una nevera ambos cuentagotas de antes. Hizo lo mismo que la primera vez y esta vez, nada reaccionó de forma extraña. Era como un trozo más meteorito.
—Mi sangre tampoco reacciona, así que ya no hay jadarita.
—Pero tampoco hay únicamente meteorito, eso está claro.
Mientras la chica miraba las muestras con detenimiento, pudo ver que su primo se sobresaltaba.
—¡Mely!
Señalaba a sus espaldas, pues detrás de ella había aparecido alguien.
—¿Silverman? —reconoció ella—. ¿Qué haces aquí?
Gabriel miró las muestras olvidándose de la pregunta. ¿Qué era lo que ELLA estaba haciendo?
—¿Silverman? —Repitió Dan—. ¿El chico del universo?
—Interesante forma de llamarme —contestó por fin Gabriel—. Mely, yo…
—¿Qué? ¿Ocurre algo malo?
—Malo malo. Alguien te busca —Mely se estremeció ante eso. En realidad, era como si se lo esperara—. Esto… no es que parezcas sorprendida.
—Me temo que no lo estoy —miró las muestras.
—¿Qué está pasando? —Inquirió Dan.
—Un freak, Will “Damned” Palace —explicó Silverman—, te está buscando, Mely, y no creo que sea para nada bueno. Ha estado matando gente para encontrarte.
—Dios mío… —dijo horrorizada—. ¿Y Kara y Julian?
—Me temo que están en peligro, no puedo estar muy seguro. Pero Damned ya consiguió toda la información de Morgan Edge —la expresión de Mely se tornó sombría ante ese hecho—. Sabe todo de mí, de Kara, de Julian, de ti… todo lo que sabía Edge.
—Eso es muy malo.
—Lo que no sé… es qué sabe él de ti para buscarte así.
—Seguro que es por esto —volvió a mirar las rocas.
—Mely, cuéntale lo de ELLOS.
—¿Qué ellos? —preguntó Gabriel.
—Se trata de dos freaks, dos amigos míos. Ahora… ya no son freaks.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Esto de aquí es jadarita. Produce en los freaks un efecto que yo llamaría contrario a los meteoritos.
Gabriel intentó tocar la muestra pero Mely lo detuvo.
—Si te gusta tu habilidad, no lo toques. Vi como la tocaban los dos freaks que te mencioné y estuvieron enfermos durante días. Cuando se curaron, eran tan normales como Dan.
—Sigo sin entender por qué te busca así si sólo es por esta… jadarita.
—No es por esto, en sí. He oído los rumores que se extendieron por la comunidad freak después de lo que le pasó a mis amigos. Es todavía muy pronto, pero Damned pudo haberse enterado.
—¿Qué dicen los rumores?
—Que tengo la forma de quitar a los freaks sus poderes y que los estoy buscando uno a uno para dejarlos secos de habilidades.
Gabriel se quedó boquiabierto. Cualquiera que conociera a Mely sabría que eso era una estupidez… pero Damned no sabía nada de nada.
—Bueno… el tema es que esos rumores nos han puesto en problemas a todos, Mely.
Dan sólo miraba y escuchaba como si estuviera en otro sitio. Hacía muy poco que se había enterado de la habilidad de su primera y ahora todo eso que había escuchado no le dejaría dormir.
—Yo… me voy a casa, Mely —dijo Dan lentamente.
—Mely —dijo Gabriel teniendo una idea—. Necesitaremos esa jadarita. Sólo la jadarita.
—Mientras no la toques directamente…
—Mejor… llévala tú. Te llevaré conmigo.

El pabellón en que Keid había citado a Kara haciéndose pasar por su doble estaba bastante destruido. Había una parte en que faltaban enormes fragmentos de pared. Lo habían abandonado a su suerte, aunque no tardarían en derruirlo para erigir otro o una edificación diferente. Keid Silverman no salió de la transición de realidades, para mantenerse seguro. Vio a Will Palace esperando pacientemente en una esquina oscura del pabellón, alejado de cualquier mirada. Lo cierto era que en aquella zona de Grandville ya no pasaba nadie, por lo menos a la velocidad suficientemente baja para ver si había alguien en el edificio.
Keid se acercó, oculto, hacia Damned y entonces le habló.
—Kara y Julian vendrán de un momento a otro.
Damned no se inmutó, estuvo callado minuto y medio antes de contestar.
—¿Y qué haces tú aquí? ¿Quieres asegurarte que me los como si fueran galletas?
—Quiero verles desaparecer. Lo haría yo mismo, pero quiero mantenerme alejado del peligro. Ambos son muy fuertes… sobre todo ella.
—Eres un cobarde traidor. Podríamos llevarnos bien —la voz ronca de Damned no reflejó el estado de ánimo de sus palabras.
—Dime una cosa: ¿por qué buscas a Mely?
—Tenemos… mucho de que hablar.
—Me daba la impresión de que iba a matarla.
—Al final.
—¿Por qué?
Damned gruñó, pero contestó.
—Porque representa un peligro para todo súper hombre de los meteoritos.
—Interesante forma de llamarnos a los freaks.
—Me gusta más mi denominación.
—¿Por qué es un peligro?
—Porque puede hacer que todo lo que somos se convierta en pura mierda, como el resto de la humanidad.
Keid pensó en ello detenidamente. Era obvio que ser como el resto de la humanidad requería perder sus poderes. ¿Pero cómo era posible revertir el efecto de los meteoritos? Su silencio le indicó a Damned, puesto que no podía ver su expresión en la cara, que Silverman se preguntaba qué podría hacer Mely para quitar los poderes a un freak, algo que tenía fácil respuesta:
—No sé cómo o hace —contestó por fin Damned.
—¿Por eso la matarás?
—Primero me enteraré cómo hace para dejar secos de poder a los otros freaks. Ella ya posee un don sobrehumano. Me resulta difícil concebir que tenga más de un don. Kara es la única que tiene más de uno.
—Bueno, ese es un tema diferente. Kara no es humana.
Damned sonrió en dirección a la voz de Keid. Eso lo sorprendió.
—¿No lo es?
—No, es de un planeta a no sé cuantos años luz de aquí… bah, que total es una de los pocos supervivientes.
—Un planeta diferente… extraterrestres. Es increíble.
—Los meteoritos que cayeron en Smallville son trozos de su planeta, por lo que tengo entendido, y además algunos fragmentos son mortales para ella.
—Fragmentos… ¿Cómo éste?
Will Palace sacó de su bolsillo el disco verde que le había arrebatado a Trent antes de… creerlo muerto.
—Kryptonita —dijo Keid, saliendo de la transición para poder tomar el disco y mirarlo bien—. Sí… vas bien preparado. Con esto seguro que te deshaces de ella en un momento. La encerraría en mi universo, pero me molestaría cada vez que yo fuese allí… ya me entiendes.
Damned ya había considerado esa opción. Los poderes de Silverman se reducían a la existencia de un universo que él no podía ni ver ni invadir. Pero si Silverman podía llevar a gente a ese universo y dejarla allí hasta la muerte… ¿qué le impediría encerrarlo a él también? Damned consideró muchas posibilidades, y casi todas acababan con su encierro en esa realidad de pensamiento que sólo dos mentes podían controlar: la de Gabriel, uno de sus enemigos, y la de Keid, un traidor de los más despreciable capaz de desear la muerte a su doble y a sus “amigos”. Para Damned eso no era malo; lo realmente preocupante era que decidiera traicionarlo a él.
—Creo que es demasiado imprudente todo este asunto.
Keid lo miró incrédulo y confuso.
—La encontraré de todas formas, hallaré el modo —dijo Will más para sí mismo que para Keid.
—¿A qué te ref…
No pudo acabar la pregunta. Sintió un dolor penetrante en el pecho, sobre su corazón… en su corazón… a través de él… y luego nada, todo se desvaneció y lo último que vio fue la mirada furiosa de un Will Palace sediento de sangre.




—Lorkie, ¿quieres calmarte? —dijo un comprensivo, pero molesto Morgan Edge.
La muchacha estaba fuera de sí e iba desesperada de un lado a otro de la amplia y lujosa oficina. El mafioso acababa de contarle sobre la horrible muerte de su compañera de trabajo.
—¡Qué me calme! ¡Trent la mató! Seguro el muy bastardo viene por mí después y... y...
—¡Basta! ¡Ya estás grandecita para andar con lloriqueos! —la brusquedad en la voz de Edge produjo un silencio inmediato así que prosiguió con más suavidad— Es cierto, todo apunta a que Trent la mató, pero todo este asunto no deja de intrigarme...
—¿Cómo es eso? —preguntó, mientras se enjugaba las lágrimas.
Edge se levantó de su asiento para contemplar Metrópolis desde la priviligiada vista de su despacho y le explicó a Lorkie que, dado que Trent y Jess andaban juntos y hacían un buen equipo, no lograba adivinar por qué él la mataría.
—Además, Lorkie —continuó— mira por la ventana. En una ciudad tan grande, no creerás que soy el único pez gordo ¿verdad? Mi amigo Lionel, por ejemplo. Fuentes confiables... —se rió para sí al pensar si Luthor usaría ese adjetivo si se enterara que Mannheim era un espía— ...fuentes confiables me informan que Lionel tiene a Trent en una de sus instalaciones. Esto puede no tener nada que ver, pero aún así debemos averiguar. No vaya a ser que en tu histeria tengas razón y Macgowen venga por ti o por mí después.
—¿Y cuál es el plan? — dijo ella, ya más tranquila.
—Me ayudarás a infiltrarme en su proyecto. Tenía en mente que tus encantos conseguirán que ese amigo tuyo... ehhm... ¿Carson? fuera nuestro palo blanco.
—¿Carson? No, no servirá, se va a dar cuenta que andamos en algo turbio y se negará.
Se quedó pensando en quién podrían involucrar sin que hiciera demasiadas preguntas y, pasado un momento, su cara fue tal que Edge casi pudo ver una ampolleta encendiéndose sobre su cabeza.
—Morgan, creo que sé exactamente quien nos ayudará...


Kara y Julian llegaron a los pabellones poco después del crepúsculo y recorrieron el amplio lugar hasta encontrar el edificio más deteriorado. No era el mismo que ella había visitado, pero estaba cerca. A pesar de los destrozos causados la ve anterior en el otro, éste al que se acercaban estaba todavía peor.
Cuando llegaron, buscaron a Silverman por todos lados. Kara usó su visión de rayos X y se horrorizó al encontrarlo. Estaba tendido en el suelo a un costado de la nave del pabellón, contra unos escombros. Su corazón estaba destrozado.
—¡No, Gabriel!
Julian la vio desaparecer a supervelocidad. Ella se detuvo a unos doce metros, levantando el cuerpo sin vida de Silverman. Lo llevó hasta un sitio menos grotesco y lo tendió en el suelo. Julian se estremeció. El chico tenía la ropa cubierta de sangre. A la altura del corazón tenía una horrible herida, una herida mortal.
—Esto… esto… —intentó decir Stanopen.
—Esto es culpa de ese hijo de… —gritó Kara con el odio en su expresión.
—Eh, niña, esa boca… —la interrumpió una voz desconocida para ellos. Por entre las sombras, un ser de diferentes estados estaba formando un cuerpo sólido. Al acabar, apareció ante ellos Will Palace—. Quizás tenga que lavarte la boca con kryptonita —rió.
Kara se alejó de Silverman y se acercó a su novio. Ambos permanecieron quietos ante el avance ligero de Damned.
—¿No hay “buenas noches” ni un simple “hola”? —Preguntó Will con la burla en sus palabras.
—Eres un maldito asesino… —dijo Kara con asco—. No te mereces ni un “muérete”.
—Qué malo que soy —su sonrisa maliciosa desapareció y la seriedad se marcó en su rostro—. Si me decís dónde encontrar a Mely Taylor, puede que os deje con vida.
—Antes muertos —espetó Julian.
—Era la otra opción.
Música:
Linkin Park - Shadow of the Day

Gabriel y Mely aparecieron sobre unas plataformas metálicas situadas frente a unas escaleras medio destruidas. Estaba muy oscuro, pero oían voces provenientes de algún lado.
—¿Dónde estamos? —preguntó Taylor entre susurros.
—Ni idea —contestó Gabriel—. Buscaba a Kara, pero… no la veo.
—La escucho, creo.
—Yo la he oído también. Mantén la jadarita lejos de mí, por favor —pidió Gabriel tomando una vez más a Mely de un brazo.
—Descuida.
Desaparecieron, esta vez, Gabriel buscaría más cerca.


Damned percibió en mínimo cambio en la postura de Kara y previó un avance veloz por parte de ella. Sacó al instante el disco de kryptonita y lo levantó con su mano en dirección a ella. Kara no pudo moverse a la velocidad con que quería avanzar, pues el dolor se hizo agudo en todo su cuerpo.
—¡No, Kara! —chilló Julian mientras un viento violento empezó a azotar la ruinosa nave. Concentró mayormente el viento sobre Damned, pero éste permanecía inmutable, imposible de alterar su posición.
Kara cayó de rodillas y Julian se agachó a su lado para mantenerla lo más erguida posible.
—No desistas, Kara —susurró desesperado—. ¡Vamos! —la levantó y empezó a alejarla de su enemigo.
Pronto, percibió que alrededor de su cabeza aparecía una nube semitransparente que le nubló un poco la vista y, lo peor de todo, le impidió respirar. Quiso alejarse más, pero esa nube lo sujetaba y lo mantenía prisionero mientras Damned se acercaba paso a paso hacia él.
—No hay mejor arma contra un tipo duro que la falta de aire —masculló Will.
—Julian… no… —susurró Kara.
Julian no pudo sostenerla más y ella cayó al suelo, intentando incorporarse sin éxito. Julian se arrodilló mientras se asfixiaba, una sensación horrible que recordaría toda su vida. Era como tener el aire entrando por su nariz pero sin poder pasar hasta los pulmones, como si su cuerpo se negara a respirarlo. Quiso atacar, pero eso sólo lo debilitaría más, Damned era demasiado duro de roer.


Silverman y Taylor volvieron a aparecer, esta vez más cerca de la gente a quien buscaban. Se estremecieron al ver lo que estaba pasando.
—¡Damned! —masculló Gabriel.
—Silverman —Contestó Palace entre dientes.
—¿Gabriel? —logró articular Kara murmurando.
—¡Vivo! —soltó la voz ahogada de Julian.
—Joder —Damned miró a Mely.
Kara miró lentamente en dirección al cuerpo sin vida de Silverman y luego a Gabriel. No lo entendía, pero tampoco tenía tiempo para querer entenderlo.
—¡Mely, ahora! —gritó Silverman.
Maly Taylor desenvolvió cuidadosa pero rápidamente la jadarita y la lanzó contra Damned procurando no tocarla directamente.
El brazo sublimado de Palace se recompuso y Julian se dejó caer mientras volvía a respirar. Damned atajó la jadarita y la miró incrédulo. Ésta empezó a reaccionar al contacto de su piel.
—¿Pero qué…?
Quiso soltarla pero se le había adherido. Luchó con la otra mano, la que sostenía el disco de kryptonita, para despegar aquella piedra blanquecina de su mano, pero sólo logró que el trozo de meteorito se pegara a la jadarita y la transformara, adhiriendo la otra mano sin remedio. Kara dejó de sentir el dolor por un momento y lo único que su mente la impulsó hacer fue fulminar a Damned con su visión calorífica.
Lo hizo mirando hacia sus manos, cuando en realidad quería alcanzar su pecho, pero aquello que le estaba pasando a Will Palace la dejó absorta en esas piedras.
Palace sintió el calor y quiso cambiar de estado inmediatamente, pero ya no podía, no tenía el poder, era inútil. Pero no fue todo, los fragmentos que no podía soltar, los cuales ahora ardían en sus manos, ahora estaban asimilando su cuerpo.
—¡¿Qué me pasa?! —chilló de odio.
Kara volvió a estremecerse bajo el penetrante dolor causado por la kryptonita. Miró fijamente a Damned, que empezaba a tomar un tono verdoso por todo su cuerpo, su ropa, todo.
Mely quiso echar a correr, pero Gabriel la sujetaba de un brazo, no la había soltado en todo el rato.
Julian se acercó de nuevo a Kara y la empezó a alejar de Damned, que ahora se metamorfoseaba. Todos observaron atónitos cómo se transformaba en una estatua inerte y verdosa que brillaba tenuemente en algunas partes. Su expresión de pavor quedó grabada en su rostro cuando finalizó la metamorfosis. Una estatua de kryptonita.
Kara empezó a vomitar. Julian no tenía aun fuerzas suficientes para llevarla consigo, por lo que se desesperó aun más. La estatua infligía en ella más daño que un fragmento normal de meteorito.
Gabriel reaccionó al instante. Llevarse a Kara podía ser lo más apropiado, pero deshacerse para siempre de esa estatua mataba dos pájaros de un tiro. Se aferró a la kryptonita y desapareció.
Kara pudo descansar aliviada, aunque herida, una vez que el dolor desapareció. Julian se quedó abrazado a ella durante varios minutos. Mely se sentó a su lado.
—Siento no haber venido antes —susurró.
—Estaremos bien —dijo Julian. Vio aparecer a Gabriel cerca de ellos, iluminado por la tenue luz procedente del exterior del pabellón. Miró además el cadáver del otro Silverman.
—¿Más explicaciones? —adivinó Gabriel.
—Más explicaciones —confirmó Kara.


—¿Qué mierda estamos haciendo aquí, Silverman? ¡Nos tendiste una trampa! —empezó Julian, aún abrazado a la chica.
Estaba notablemente ofuscado. Gabriel los había citado a una emboscada pero ¿había sido realmente él, o había sido el Silverman que yacía muerto? Para colmo Mely se aparece con una piedra extraña que convirtió a Damned en kriptonita y... ¡Demonios! Era demasiada información, demasiadas dudas para procesar de un rato para otro, sin mencionar que él y su novia habían estado a punto de morir a manos del imbécil de perseguía a su amiga.
—Es obvio que debo partir por esto —dijo Gabriel apuntando el inerte cuerpo de su doble— os presento a Keid...ehm bueno, lo que queda de él. Podéis agradecerle por intentar haceros la cena de Damned.
—¿Keid? ¿Era tu gemelo o algo así? —preguntó Kara, mientras Julian se calmaba un poco
—Mi doble, algo así como una copia. Apareció en el incidente del omegahedron. ¿Recordáis que las cosas pasaron de dos formas distintas... que estuvimos en dos lugares al mismo tiempo? Resulta que cuando las realidades se juntaron yo no estaba precisamente en este universo...
—¿Pero Keid si? —adivinó Kara, ya completamente recuperada.
—Exacto, él no desapareció porque, técnicamente, no era un doble si yo no estaba en el mundo real. Yo me encontraba en el estado de transición a mi universo, por suerte... Eso me salvó el pellejo, me hizo más poderoso que él.
—Entonces el tipo sí eras tú ¿eh? —desafió Julian, que ante aquella revelación perdió la poca calma que había ganado.
—¡Julian! —la mirada de Kara era la más severa que el joven había visto jamás
—¡No, Kara! ¡Era él! ¡Con o sin doble! Quizás fue Keid quien nos traicionó, pero era una copia de Gabriel. Mi doble sentía por ti lo mismo que yo ahora, Kara. No me extrañaría que el verdadero Silverman fuera igual de serpiente que su gemelito.
—¡Keid no era como yo! A él le gustaba la vida que llevábamos, o sea, que llevaba cuando era autista. Yo... —las siguientes palabras salieron de su boca como si fueran en otro idioma, extremadamente difíciles de pronunciar— yo prefiero... Yo no soy un traidor.
Esa sería probablemente la primera y última frase que alguien escucharía decir a Gabriel Silverman con total sinceridad, al menos por un largo, largo tiempo. Stanopen se dio cuenta que ese personaje, arisco y no muy sociable, de verdad se preocupaba por ellos y su enojo desapareció.
—Keid me tenía bronca porque no quise cerrar permanentemente la puerta a nuestro universo y quedarnos allí para siempre —continuó—. A vosotros os detestaba porque os creía la razón de mi decisión.
—Seguramente Keid le propuso a Will un trato, que me llevaría con él a cambio de que los matara a ustedes dos —interrumpió Mely. El resto casi había olvidado que ella estaba allí también.
—Yo creo lo mismo —dijo Gabriel—. Eso es en cuanto a Keid, ahora debo llevármelo. Mely, creo que es tu turno de darles explicaciones.
Gabriel tomó a su doble y se lo llevó a su universo, probablemente para llevarlo luego al mismo lugar donde dejó la estatua de kryptonita. Mientras tanto, la chica les contó a Kara y Julian todo lo que sabía sobre la jadarita, sobre los freaks que habían perdido sus poderes, los experimentos que había hecho con su primo, los resultados de éstos y los rumores que habían hecho que Damned la perseguiera.
—Si esa cosa... la "jaradita"... -empezó Julian
—Ja-DA-rita —corrigió Mely
—Bueno, eso... si esa piedra puede anular la kriptonita, ¿no crees que deberíamos conseguirle una a Kara?
—No, Julian. Aún no sabemos todo sobre esa roca. Sería jugar con fuego. Imagínate que estamos luchando con alguien y accidentalmente pierdes tus poderes. Te harían añicos... y no puedo permitirlo.
—Pero, Kara...
—Aun no entiendo cómo Damned se transformó en esa estatua, Mely —terminó ella, antes que Julian pudiera refutarle algo.
—Tú misma lo dijiste, Kara... Aún no lo sabemos todo sobre esta roca.


—Esta vez no hay ningún motivo… sólo el de querer ser tu padre, te lo juro.
—¡Si hay alguien que tiene que hacer de padre para mí debe ser un científico de Luthor! Tu ya no eres... mi padre.
Tan pronto las palabras terminaron de salir de su boca, un brazo sublimado le rodeó la cara, sin dejarlo respirar. Moriría sin poder arrepentirse de lo que acababa de decir...

Julian despertó sobresaltado. Estaba recién amaneciendo. La pesadilla había sido horrible, en especial porque no era de ficción. Tras el ataque de Damned, llevaba algunas noches reviviendo una de las últimas peleas que había tenido con Daniel, la donde la rabia y la frustración lo habían llevado a usar las palabras más duras e hirientes.
—"Sólo el de querer ser tu padre, te lo juro." —repitió para sí en voz baja, mientras recordaba la cara de su padre al decir eso.
Y ahí estaba. Se sintió muy tonto por no haberlo notando antes, probablemente porque no había querido darle el beneficio de la duda. No sabía exactamente qué era, pero esa frase y la de Silverman diciendo que él no era un traidor llevaban la misma carga de honestidad. Si eso lo había hecho perdonar a un tipo que, seamos francos, apenas conocía ¿Por qué no perdonaría al hombre que por más de 16 años lo había criado y cuidado de él?
Se levantó y miró el reloj. Aún era temprano para alistarse para ir al instituto, pero se vistió de todas formas, cuidando no despertar a nadie más. Tenía algo que hacer antes de ir a clases.

—No soy un Luthor —dijo Julian apenas Daniel le abrió la puerta de la casa— soy un Stanopen. Tú no criaste un muchacho capaz de odiar al hombre que lo ha cuidado toda su vida.
A Daniel se le llenaron los ojos de lágrimas cuando el muchacho alto y rubio parado en su umbral se acercó para abrazarlo. Padre e hijo se quedaron así por un rato. Las palabras en ese momento sobraban. Luego prepararon y tomaron desayuno juntos, mientras Daniel volvía a disculparse y Julian hacía todas las preguntas sobre su origen que consideraba necesarias, incluso sabiendo las respuestas a muchas de ellas, necesitaba escucharlas de él.
—Papá —dijo Julian cuando ya se estaba haciendo tarde para ir al isntituto— No vayas a creer que aún te detesto. Es sólo que...
Julian dudó. No sabía exactamente cómo decirlo. Suerte para él que el hombre con quien conversaba lo conocía casi como a la palma de su propia mano
—Es sólo que no crees que estés listo para volver a casa conmigo —completó el padre— Lo entiendo. Has pasado por mucho y seguramente la compañía de Kara te hace todo más llevadero, mientras que la mía sólo te recuerda... bueno, todo. Además debo ganarme tu confianza otra vez. ¿Estoy en lo cierto?
—Papá ¿seguro que soy el único con poderes en esta familia y que no eres telépata? —bromeó el hijo y Daniel entendió lo buena que era esa señal. Ya faltaba menos hasta que por fin recuperaría a su hijo... SU hijo


En el laboratorio había varios científicos trabajando en distintas tareas. Se veía a algunos observando por sofisticados microscopios y haciendo anotaciones, otro explicaba un descubrimiento a parte de sus compañeros (algo relacionado con el holograma tridimensional de una cadena de ADN que flotaba en el aire), mientras que algunos estaban muy concentrados entre sus pipetas y probetas. Todos, sin excepción, vestían sus impecables batas blancas y estaban apoyados por tecnología de punta, digna de aparecer en una película de ciencia ficción. Sin duda el proyecto en que estaban involucrados era importante y contaba con una gran cantidad de recursos. En la escena sólo desentonaba un hombre, de pelo ligeramente largo y traje carísimo.
—¡Señor Luthor! ¡Qué sorpresa! Creí que vendría a las 6... —dijo el científico a cargo, mirando un reloj que marcaba las 5.
—Si Mannheim, a esa hora me citaste, pero me gusta vigilar de cerca mis inversiones y pensé en venir a verlos trabajar. No te molesta ¿verdad?
—¡Para nada! Ya que está aquí puedo darle las buenas noticias de una vez... —su jefe esbozó una sonrisa y asintió con la cabeza, él prosiguió— Hemos logrado identificar, aislar y extraer los genes que producían las habilidades del joven Macgowen. Están listos para que los probemos en...
—Felicitaciones Mannheim, ya sabía yo que no te había contratado por nada —le interrumpió el magnate— Sólo lamento la muerte del joven Macgowen, después de todo me simpatizaba.
—Pero si él no... —Mannheim se hizo el confundido, pero él sabía a dónde iba Lionel: Su jefe, su verdadero jefe, creía que el freak tenía intenciones de asesinar al resto del equipo para el que alguna vez trabajó.
—Mi amigo Morgan me ha pedido un pequeño favor. Creo que ya sabes qué debes hacer con el chico. ¿No?

Escritores: Keidell, DanIEla09, Bertu
Guionistas: Keidell, elementokr36, litz marisa, DanIEla09, Bertu

2x08: Los Harper
Bagdad, Iraq. Hace dos meses:

Los soldados estadounidenses, con la ayuda e información facilitada de la CIA, estaban acorralando a un grupo de terroristas que habían atentado la noche anterior, con una potente y bien definida preparación, en la capital. Era el turno de los francotiradores dispuestos por la CIA, situados encima de una gran torre. Los terroristas no los habían visto.
Se dispusieron a defenderse de los soldados que venían de todas partes. Se atrincheraron en las edificaciones más valiosas de la ciudad, temiendo que pronto acabase su revuelta y terminasen perdiendo. Atacaron siguiengo las órdenes de su líder terrorista, aunque la confusión era tal que a veces no se sabía a quién obedecían con certeza.
Por la parte de los agentes de la CIA y el ejército que lideraban, Benjamin Lockwood no podía ni pestañear por la tensión que estaba viviendo al mando de sus hombres.
—¡Vamos! ¡Vamos! ¡Cubre a la infantería, Sanchez! ¡Los tenemos muy cerca! —gritó desesperado el agente de la CIA a sus hombres mientras las granadas explotaban debajo de la torre, demasiado cerca para su gusto.
La gente huía lo más rápidamente que podía para alejarse de esa contienda, pero eran inevitable las muertes y los heridos. Benjamin desvió rápidamente su mirada de ellos para concentarse en lo que debía hacer, pero aun así, se distrajo con la voz estridente de alguien que estaba cerca de él.
—¡Nolan! —gritó un hombre de Lockwood! —apunta al líder.
—¿Nolan? —dijo Benjamin acercándose a él—. ¡Vamos dispara! ¡Se escapa!
Un terrorista había detectado a los francotiradores, apuntó con bazooka y el tiro alcanzó casi de lleno a Benjamin que sólo pudo saltar. Poco más y moría antes de darse cuenta. Por suerte, sus reflejos perfectamente entrenados salvaron sus vidas. Sin embargo, su mente seguía reviviendo la explosión mientras gritaba a sus hombres.
—¡Nick, dispara! —gritó Benjamin desde el suelo.
Un tiro se dirigió hacia la cabeza de aquel agente, que cayó al suelo, muerto. Benjamin miró a sus otros hombres, hasta encontrar la cara de uno de ellos, el culpable que había acabado con la vida de ese soldado.
—Pero que... —dijo Lockwood, horrorizado e iracundo—. ¡Harper!
El aludido miraba con ojos desencajados a lo que acababa de suceder. Su expresión de volvió sombría al comprender lo que había hecho, pero no pudo hacer nada para remediarlo.
—Lo siento, BL... lo siento —dijo Nolan saltando al vacío de la torre.
Otros disparos de bazooka alcanzaron a la torre y la derrumbaron.




Fallujah, Iraq. Hace cinco días:
—Dime donde está quién busco... — dijo de mala manera Benjamin Lockwood, que estaba apuntando con una pistola a otro hombre vestido de traje— . Ahora...
El agente le puso el arma muy cerca de la boca. Le empezó a temblar la boca y la cara tomó un color pálido.
—No... no sé a quién te refieres — dijo el otro hombre arrollidándose.
Benjamin le disparó a escasos centímetros de su cabeza.
— Regla número uno, obedece a los agentes de la CIA si no quieres morir. Sabes perfectamente a quién busco. A Nolan Harper.
—¡No está aquí! Se marchó — dijo desesperado. Unas lágrimas caían de su rostro.
—¿Donde... se marchó?
—Supongo que lo retiraron después de los incidentes de Bagdad... Habrá vuelto a casa.
—Así que a casa... —dejó de apuntar. Sacó el celular de su traje de camuflaje y llamó.


—Sé donde está nuestro hombre, ha vuelto a Estados Unidos. Tengo fuentes muy fiables.
—¿Qué te hace pensar que son fiables? — respondió la voz de una mujer.
Un disparo a escasos centímetros del confidente.
—Bien, agente Lockwood, terminó la misión.
—¿Qué hago con este hombre? — dijo mirando al varón que estaba aturdido al suelo.
—Mátalo.
Se oyó otro disparo que hizo que los pájaros de la zona se alejaran. Colgó.
—Te estoy dando otra oportunidad, yo no soy un asesino como lo es Nolan Harper — dijo guardándose la pistola.
Benjamin se dirigío hacia su Hummer que hacía conjunto con su uniforme, y recorrió todo el desierto hasta llegar a Bagdad. Había terminado su misión, pero no había terminado con Nolan Harper, un criminal que mató a un compañero suyo y se había aliado con los terroristas islámicos. Ahora, empezaba su otra misión, esta vez, personal.



Grandville. Hoy:
Los Davidson y Julian desayunaban todos juntos tranquilamente. ET le había tomado cierto afecto a Julian, ya que siempre que podía se sentaba en sus pantalones, esta vez no fue una excepción. Kara y Willy se peleaban con los cereales que compraban en la tienda más cercana del pueblo. Emily y William entonaban una discusión con algunos gritos, pero al igual que la mayoría de ellas, se solucionaban con un beso y se volvía a la normalidad. Fue en un momento en el que nadie hablaba cuando William golpeó la mesa.
—¡Willy!
—¿Qué...qué? —dijo Willy asustado.
—Hoy es... el día.
—Ah, wow, el día... Espera ¿Qué día?
—Sí, eso ¿Qué día? —preguntó Emily.
—¿No os acordáis? —dijo William senior desilusionado.
—Hoy quedaste con Willy para empezar las prácticas de coche... —dijo Kara terminándose los cereales.
—Menos mal que alguien se acuerda —suspiró William.
Efectivamente, meses atrás William quiso enseñar a conducir a su hijo. Willy no estaba muy interesado, se acercó al calendario y marcó un día al azar. Como estaba entonces con exámenes finales, prefirió dejarlo para cuando las clases acabaran. Pues bien, las clases habían acabado, con buenas notas, incluso las de Willy, para sorpresa de todos, y el día señalado sólo estaba poco después de empezar las vacaciones.
Parecía que sólo William y Kara se acordaban perfectamente.
—Eso no es bueno, no es nada bueno —dijo susurrando Willy. Kara y Julian soltaron una carcajada que hizo saltar a ET.
—Junior, al coche —dijo mosqueado William —. Ah, Kara, a ti no te enseño porque... una, eres muy lista y aprenderás mejor sola y dos...
—Puedo ir bastante más rápido que tu camioneta llena de barro —dijo riéndose Kara.
—Exacto...
Willy se levantó de la silla. William capturó las llaves del coche que estaban perdidas en medio de una pequeña caja llena de caramelos de menta y se dirigió hacia el garaje húmedo. Retrocedió.
—Julian ¿Te vienes?
—Vale, será... divertido —dijo Julian levantándose.
Los dos William se despidieron y se dirigieron hacia el coche.
—Cinco dólares a que raya el coche —dijo Julian a Kara y a Emily.
—Que sean diez —dijo Kara riéndose.
—¡Kara, Julian! —rechistó Emily indignada —. Quince dólares a que el coche acaba en el taller.



Benjamin Lockwood paseaba por el gran pasillo de la terminal del aeropuerto de Kansas, algunos de los pasajeros se veían intimidados por el agente. Decidió quitarse las gafas de sol negras para comprobar que sus hombres estaban allí, aunque también se las quitó porque creía que era lo que provocaba el temor de la gente hacia él. Sus agentes estaban sentados en algunos asientos, repartidos por todas las terminales, y la gente lo seguía mirando igual. No había peligro. Todo estaba bajo control. Se fijó en una família que se disponía a salir del aeropuerto. Eran los Harper, reconoció enseguida el cabello oscuro de Nolan.
—Aquí Sanchez, BL, están muy cerca de ti.
—Afirmativo, los veo perfectamente, Sanchez.
—Bien ¿Qué hacemos?
—Seguirles y esperar. El único culpable es Nolan, su familia es inocente.
Un pasajero, al escuchar hablar a Benjamin aparentemente solo, se alejó corriendo de él.
—Muy bien BL —suspiró Sanchez —. Siempre siguiendo tus propias reglas, aunque la general no estará muy de acuerdo. Tenlo presente.
—Ten presente que los inocentes son inocentes, y esto no tiene nada que ver con la general.

Los Harper salieron del aeropuerto y subieron a un taxi que los esperaba fuera.
—Sanchez, aquí BL, prepara la furgoneta, han salido.


Los chicos llegaron de las prácticas. La cara de Willy lo decía todo. También el estado del coche. Julian se acercó a Kara y a Emily, que estaban mirando la televisión tranquilamente.
—Casi pierdo quince dólares, señora Davidson —dijo Julian para llamar la atención de las chicas.
—¿Qué ha pasado? —dijo Kara.
—Digamos que... Willy quiso cambiar de marcha en una curva y... se olvidó de la carretera.
—¿Caísteis en un barranco? —dedujo Kara.
—No, más que un barranco, era un gran charco lleno de... abono.
—¡Eh, Julian! ¿Nos ayudas? —dijo William con una esponja en la mano. Olía bastante mal.
—Como no... —dijo Julian con cara de asco al ver el color de la esponja.
Emily miró a Kara.
—¿Sabes por qué dicen que las mujeres conducen mal? Por que la mayoría de los profesores de autoescuela son hombres...
—Hombres... —suspiró Kara.
Kara y Emily empezaron a reirse, mientras miraban la ropa sucia que llevaban los varones Davidson. Willy incluso tenía sucia la cara. El olor de abono llegó hasta el comedor, cosa que provocó que madre e hija subieran al piso de arriba.


—¿Conoces este sitio, Sanchez? —dijo Benjamin subiendo a la furgoneta. Aparentemente, era un vehículo normal, pero estaba lleno de artilugios tecnológicos solo vistos en las películas de espías y en las series policíacas.
—Más o menos, conozco un poco los alrededores de Metropolis, ya habrás oído hablar de los freaks de Smallville.
Benjamin asintió con la cabeza.
—¿Hemos localizado su vehículo? —preguntó Sanchez poniendo en marcha la furgoneta.
Lockwood miró a su GPS. Marcaba un simple punto rojo que iba en dirección norte, de fondo había un plano donde estaban dibujadas las carreteras de Kansas.
—Está a unos cinco quilómetros de aquí. Espera...
—¿Qué? —dijo Sanchez —. ¿Paro el coche?
—No, no... se dirigen a Grandville —dijo Benjamin al ver que pasaban por la carretera regional.
—¿Grandville? Conozco un poco el sitio, está al lado de Smallville. Vamos, conozco otra ruta con la que iremos más rápido.


Un taxi frenó delante de la casa de los Davidson. Emily y Kara lo vieron desde el comedor.
—¿Quién es? —dijo Emily.
—Mejor dicho ¿Quiénes son y que quieren un sábado por la mañana? —dijo Kara afinando su vista.
Salieron hasta la entrada de la casa. Los chicos habían dejado de limpiar el coche, que aún estaba sucio, al ver al taxi parado. Las puertas del taxi se abrieron. Salieron un hombre trajado, alto, cabello negro; una mujer con un vestido naranja y pelo castaño y una chica rubia de la edad de Kara.
—William... para ti no pasan los años —dijo el hombre acercándose lentamente al patriarca de los Davidson.
—¿Nolan? No puede ser ¡Cuánto tiempo!
William se dispuso a abrazarlo pero luego se lo pensó mejor.
—Hueles mal, William —dijo Nolan riéndose. Al igual que William, tenía una dentadura casi perfecta.
—¡Kara! —dijo la chica acercándose a la entrada de la casa, donde estaban Emily y Kara.
Kara la abrazó.
—¿Miranda? —dijo Kara riéndose.
—Sí, volvemos a casa ¿Verdad papá?
Nolan asintió, su rostro reflejaba algo de inquietud. No sabía hasta donde habían llegado a descubrir sus ex-compañeros de la CIA. No podía ocultarse en Iraq, por eso quiso volver a Grandville, donde nació él, su mujer y sus hijos.
—¡Qué bien! —dijo William—. Por favor Nolan, quedaros a comer, es lo mínimo que podéis hacer después de tantos años... Invitaré a Rob.
—Veo que aún te acuerdas de los Tres Mosqueteros —dijo riéndose Nolan —. ¿Sabes qué? Ya me dejarás una camisa, joder.
William y Nolan se abrazaron.

Música: Panic! At The Disco - Nine in the afternoon

Julian se quedó solo junto al coche maloliente, mirando como los Davidson se reencontraban con aquellos desconocidos para él, ya que William también se acercó a saludar a Nolan. Por primera vez, sintió que sobraba en aquella casa y pensó en Daniel.

—Tienes que contarme muchos secretos ¿verdad, Kara? —dijo Miranda abrazándola otra vez.
—Poco a poco Miranda... poco a poco.
Aquello no gustó a Emily que miró a su hija y hizo un gesto de negación.

—Se han parado —dijo Benjamin.
—¿Cómo? ¿Donde? —preguntó Sanchez.
—En Grandville, no tengo más datos. Maldito trasto... no se puede ampliar más la resolución.
—Bien, agárrate fuerte jefe, vamos allá —dijo Sanchez cambiando de marcha.


Los dos William y Julian se habían ido a duchar. Sanders y Nolan, con una camisa prestada de William, hablaban muy alto en el salón. De mientras, Sarah y Emily iban comentando estos cinco años que habían pasado sin verse ni hablarse mientras cocinaban.
—¿Qué te parece si hacemos algo oriental?
—No sé Sarah, yo sé poco de platos exóticos...
—Nolan sabe cocinar muy bien, casi siempre nos hacía la cena en Iraq, siempre que no estaba de servicio, claro.
—¿Ah, sí? Entonces ya sé que haremos... —dijo Emily al ver bajar a William las escaleras con el pelo mojado —Will, toma —se quitó el delantal —. Nolan y tu vais a cocinar.
—¿Eh? Creo que ya he hecho suficiente por hoy, cielo... —replicó William.
—¡Nolan! —gritó Sarah.
Nolan Harper y Robert Sanders salieron del salón.
—¿Qué pasa, querida?
Sarah también se quitó el delantal.
—A cocinar —dijo tirando la ropa a su marido.
Nolan se rió y se puso la prenda sin rechistar.
—Sanders, tu eres el invitado, puedes mirar la televisión de mientras —dijo Emily.
—Muy amables... —dijo riéndose Sanders, que en vez de volver al salón se dirigió a Willy —Eh, Junior ¿Una partida a la Play?
Willy asintió y volvió al piso de arriba de donde regresaba.
—Me recuerda a mi de joven —susurró Sanders subiendo las escaleras.

—Vamos a poner verdes a nuestros maridos ¿vale, Emily? —dijo Sarah dirigiéndose a la terraza.

Nolan y William se miraron y asintieron.
—Han vuelto los viejos tiempos —dijo William suspirando.
—Ya te acostumbrarás.
En casa de los Davidson, se estaba preparando una gran comida. Kara subió a su habitación con Miranda.
—Oye Kara —susurró Miranda —. ¿Y ese chico? Es mono...
—¿Te refieres a Julian?
—Sí —Miranda se sonrojó.
—Lo siento, es mío —dijo riéndose Kara —. Búscate otro.
Miranda tiró con fuerza la almohada de su amiga a Kara.
—Ya te vale, niña —dijo también riéndose Miranda.
—Bueno, ya no es que seamos niñas... Han pasado cinco años desde la última vez que nos vimos, algo habremos madurado, digo yo.
—Uy... creo que los campos de maíz te han afectado el cerebro...
—Y a ti el desierto te ha afectado las hormonas —dijo Kara devolviéndole la almohada a Miranda.
Julian entró sin llamar por la puerta.
—Oye Kara...
Se encontró con las dos chicas.
—Hola, Miranda ¿verdad?
—Sí, hola Julian.
—Pasa Julian —dijo Kara al ver que su novio seguía plantado en la puerta.
—¿Qué has hecho para conquistar a esta chica? Muy pocos lo han logrado.
—Tengo mis armas —dijo Julian sentándose en una silla.
—¿Por qué has venido?
Julian hizo una mueca a su novia. Era evidente. Para estar solos.
—Pues... he llamado en casa de Hyun porque su movil está apagado. El muy jodido no nos ha dicho nada. Se ha ido a un campamento.
—¿De verano?
—Claro, Hyun Suk militar... como que no.
—¿Quién es ese Hyun Suk? —preguntó Miranda intrigada.
—El batería del grupo, ya te contaré —dijo Kara.
—Y... ¿es guapo?
—No, es Hyun Suk —dijeron Kara y Julian al unísono.


La furgoneta de Benjamin Lockwood aparcó cerca de la casa de los Davidson.
—Sanchez, procesa las matrículas de esta calle.
El agente abrió un ordenador que estaba ocultado detrás de su asiento. Tecleó rápidamente los números.
—Veamos... solo un destacado, ese coche verde pertenece a un oficial de Metropolis, Robert Sanders.
—¿Qué? ¿Más traidores? —dijo Benjamin.
—Espero que no Benjamin, espero que no.


La comida empezó cuando todos estaban sentados en la mesa del comedor y Nolan y William trajeron los platos que habían preparado. Estaba claro quién sabía cocinar y quién no. Emily esbozó una sonrisa cuando vio a su marido trayendo aquella calamidad de plato.
—Cielo, ¿no habrás usado abono, verdad?
William le devolvió la sonrisa burlona.
—Lo guardo para tu desayuno de mañana, querida —dijo William sentándose en la cabeza de la mesa.
Bendijeron la mesa. Nolan parecía algo nervioso. Emily se levantó y sirvió los platos uno por uno. Julian no había abierto la boca, no se atrevía a preguntar quien eran los Harper, y los Harper tampoco preguntaban quien era Julian, así que la conversación se centró en estos cinco años que no se habían visto.


—BL, tengo una idea —dijo Sanchez saliendo de la furgoneta.
—¿Qué haces? Es muy arriesgado...
—No, no —dijo Sanchez poniéndose una gorra y abriendo el amplio maletero de la furgoneta —. —Voy a hacerme pasar por un transportista, les voy a entregar un paquete. Pondré un micrófono en el interior de la casa sin que me vean.
—Te acompaño, tengo curiosidad por saber lo que pasa allí dentro —dijo Lockwood saliendo del asiento del co-piloto.
—Jefe, si Nolan te reconoce la cagamos... tu quédate tranquilito aquí y vigila.


William había abierto la primera botella de champán cuando el timbre sonó.
—Serán testigos de Jehová, enseguido vuelvo —dijo William levantándose.
Se dirigió hacia la puerta y abrió.
—Hola —dijo Sanchez con una amplia sonrisa en su rostro —. ¿Me firma, por favor?
Entregó el paquete en manos de William, mientras él firmaba, Sanchez colocó un micrófono en la pared.
—Gracias —dijo Sanchez cerrando la puerta.
—¿Quién era cielo? —dijo Emily.
—Traía un paquete.
—Será una bomba... —dijo en broma Willy, aquello no sentó nada bien a Nolan que suspiró aunque nadie lo oyó. ¿Nadie? Kara sí, pero no le dio importancia.
—Ah, es un reloj... —dijo extrañado William—. Bueno, continuemos.

La comida se reprendió y continuó con el mismo ritmo de antes.
—Es... es curioso Will —dijo Nolan—. Los tres queríamos ser... justicieros, y míranos ahora, Rob oficial de la policía de Metropolis, yo agente retirado de la CIA y tu... bueno, William es William.
—Will trae justicia y paz en esta casa, Nolan —dijo Emily defendiendo a su marido.
—Lo sé, lo sé, estoy seguro de ello...
—¿Los Tres Mosqueteros nos hacíamos llamar, verdad? —dijo Sanders que no había parado de hablar en toda la comida. Aquello sorprendió a Kara que tenía una imagen bien distinta del oficial.
—Sí —dijo riéndose William.
—Y... ¿Quién era D'Artagnan? —preguntó Kara.
Entonces Sanders y Nolan miraron a William. Las sonrisas se borraron de sus rostros.
—Tu tío George hija, tu tío George... —respondió algo pálido William.


—¿Quién ese ese? —dijo Sanchez señalando a un joven que aparcó cerca de la casa de los Davidson. Llevaba un ramo de flores.
—Teclea su matrícula —dijo Lockwood quitándose los cascos.
Sanchez ordenó las órdenes de Benjamin rápidamente.
—Es de un simple trabajador de las empresas Queen.
—¿De Oliver Queen? Vamos a ver...


El silencio se apoderó del comedor. Emily intentó acabar con aquella situación volviendo a comer, pero aún así todos estaban muy tensos. Kara se arrepintió de haber abierto la boca. Sonó el timbre.
—Voy yo —dijo Kara huyendo de la situación.
Al abrir le volvieron a la mente todos los recuerdos, buenos y malos, de hace cinco años.
—¿Roy?
—Ho... hola Kara. Toma —dijo el chico ofreciéndole el ramo —. Cuanto tiempo, has cambiado mucho. ¿Está mi familia dentro?
—¡Roy, hijo! —dijo Nolan apareciendo en la entrada —¿Vienes de Nueva York?
Kara se volvió a sentar en su silla mientras los Harper recibían a su hijo mayor.
—¿Ocurre algo, Kara? —dijo Julian al ver a Kara muy pálida.
—Se ha revuelto el pasado —dijo Emily abrazando a su hija y mirando a Julian —. No pasa nada.
—¿Ha venido Roy? —dijo Willy levantándose y dirigiéndose hacia el chico.
—Ey, Junior. Tu también has crecido —dijo muy contento Roy.
Willy y Roy chocaron las manos. William preparó otra silla para el hijo mayor de los Harper.

Roy Harper ya no era un adolescente, hacía tiempo que se había ido de casa y trabajaba para Oliver Queen, ahora veía las cosas y las personas distintas de como las veía hace cinco años. Ahora ya no miraba a Kara como una niña, algo había cambiado, lo había notado al abrirle la puerta. Julian también notó eso. Se fijó en como las miradas de Kara y Roy se cruzaban de vez en cuando, mientras los mayores hablaban de sus cosas. Volvió a notar que sobraba. Ya era la segunda vez en un día. Algo va mal, pensó.

Las miradas de Julian y Roy se cruzaron por primera vez. Los dos sabían perfectamente que pasaba. Se había empezado una guerra. Una guerra de Troya por Elena.

Escritor: Bertu
Guionistas: Keidell, elementokr36, litz marisa, DanIEla09, Bertu
Última edición por elementokr36 el Mié Feb 04, 2009 5:58 pm, editado 7 veces en total.



Bertu
Traductor
Traductor
Mensajes: 4541
Registrado: Mié Jun 06, 2007 4:43 pm
Ubicación: Roca Casterly

Mensaje por Bertu »

2x09: Flecha Roja
Era una de los almuerzos más prolongados que se hacían en casa de los Davidson desde hacía muchos años. Ahora Roy Harper, el hijo mayor, era el tema principal de la conversación. Emily le iba haciendo preguntas acerca de su trabajo y de su jefe, el millonario Oliver Queen. Kara hablaba con Miranda mientras iba mirando al chico y recordaba los sueños que le venían a la cabeza cuando era una niña, imaginando la melena pelirroja de Roy. Los dos William, miraban fijamente el postre que habían traído los Harper, casi oriental.
—¿Así que eres amigo íntimo de Oliver Queen? —dijo Emily interesada.
—Bueno —dijo riéndose Roy—. No lo considero amigo, más bien compañero en muchas facetas.
—¿También en la faceta amorosa? —dijo Julian que estuvo irritado desde que apareció Roy.
—No, esa faceta sigue vacía —dijo Roy mirando a Kara, cosa que molestó más a Julian.
—No tengo hambre —dijo Julian subiendo al piso de arriba mientras Roy se lo miraba con un aire burlón.
Kara dudaba si salir detrás de él o no. Finalmente lo hizo. Roy también se levantó de la mesa.
—Oye Kara —dijo Roy poniéndole un brazo en el hombro.
Kara se giró bruscamente. No podía aguantar la mirada del chico. Nunca lo había conseguido.
—Espero que me perdonaras por... rechazar una cita contigo. Eras una niña y yo...
—No... no pasa nada Roy —dijo Kara mirando al suelo.
—Sí, sí que pasa —dijo Roy levantando suavemente la barbilla de Kara con el brazo y mirando a los ojos azules de la chica —. Las cosas han cambiado.
Kara se quedó plantada bajo la mirada de Roy. Quedó prácticamente hipnotizada y no sabía como reaccionar. Julian apareció de la nada, casi literalmente. Saltó desde el cuarto o quinto escalón y se puso entre los dos, mirando amenazante a Harper.
—Tu y yo no nos conocemos ¿verdad? —dijo Roy agarrando un brazo de Julian y dirigiéndole hacia el pasillo.


ET estuvo rozándose contra la puerta un rato largo. Willy lo observaba, distraído, mientras Roy y Julian hablaban en un rincón, Kara los miraba a lo lejos, y los adultos reían recordando viejos tiempos en la cocina.
—Tal vez tenga hambre – supuso Willy.
Tomó unas sobras de comida y se agachó a la altura del gato, llamándolo. ET se acercó presuroso, y devoró lo que su dueño le mostraba.
—Buen chico...— dijo Willy acariciando al animal.
Los Harper y los Davidson se reunieron en el salón, siguiendo con los recuerdos esta vez con un café después de haber comido "eso" que Nolan y William intentaron cocinar. El gato no dejaba de interrumpir con sus maullidos, e intentaba subirse sobre quien estuviera dispuesto a alzarlo. Pero nadie le hacía caso, todos reían con las anécdotas del pasado. Con un gran esfuerzo, ET se subió a la mesa sin importarle los intentos de Emily por bajarlo. Comenzó a hacer ruidos extraños y a toser.

Desde la furgoneta, Sánchez escuchaba todo a través del micrófono insertado, mientras bostezaba con lo aburrido de la charla que mantenían en la casa Davidson. De pronto se puso alerta, algo estaba pasando allí dentro.
—BL, algo pasa allí! Mierda... ¡Tiros! Hay que entrar BL ¿Tiros? No, espera, espera... No se oye nada
—Pásame eso – dijo BL quitando los auriculares a su compañero de un tirón, y escuchando atentamente.
ET hizo una contracción, se movió, y tosió fuertemente, dejando sobre la mesa lo que Willy le había dado de comer. La expresión de asco de Kara, Emily, Sarah y Miranda lo decía todo.
—¡Qué asco! El gato ha vomitado — dijo riéndose Roy.
—Iré a buscar algo para limpiar esto —dijo William
—Papá — lo retuvo Willy — Mira, ahí hay algo, entre los restos de comida. Llevó la mano y
sacó un pequeño artefacto. Por un segundo el rostro de Nolan cambio, como si reconociera qué era aquello que los demás desconocían, pero fue eso, un segundo.
—¿Por qué no olvidamos este incidente y vamos todos a ese hipermercado nuevo que hemos visto? Grandshop creo que se llama. Nuestra casa está algo vacía, necesitaremos ayuda – dijo Nolan cambiando el tema de ET.
—Perfecto para un día de descanso – dijo Emily.
Los jóvenes corrieron a sus cuartos a prepararse, mientras los adultos limpiaban lo que quedaba. Nolan, sin ser visto, se guardó el pequeño micrófono.
—Willy, hijo, lávate las manos antes de salir! – gritó su madre, recordando lo que hizo ET, mientras éste miraba, sin saber qué había hecho.

Julian salió rápidamente del cuarto de Willy con una maleta en cada brazo.
—¿A donde vas? —dijo Kara.
—Con pa... con Daniel.
—¿Así que te vas? Podrías despedirte por lo menos —Kara se acercó.
—Podría, pero sobro aquí ¿No, Kara? —el rostro de Julian reflejaba su enfado.
—¿Por qué lo dices?
—Por Roy Harper, me ha contado ciertas cosas de hace cinco años.
Kara se calló y quitó la vista de Julian.
—Nunca ha habido nada entre Roy y yo.
—¿Y qué pasa ahora?
Kara se volvió a callar, a lo que Julian suspiró.
—Buenas vacaciones, Kara —dijo Julian dando un portazo. Su rostro dejaba entrever algunas lágrimas.
William sintió el portazo y miró a Kara. Vio su expresión y se dio cuenta que algo no iba bien.
—¿Ha ocurrido algo?
— Nada, simplemente que Julian decidió volver con Daniel.— respondió Kara, y al mismo tiempo, intentando cambiar el tema preguntó con su mejor sonrisa—¿A qué hora nos vamos?

Los Davidson y los Harper se preparaban para una jornada de compras como nunca se había visto. Nolan parecía algo preocupado y miraba de reojo el exterior de la casa desde las ventanas de la sala de estar.

BL y Sanchez permanecían impacientes en el interior de la furgoneta esperando alguna novedad. Fue cuando Julian salió al exterior de la casa. Sus pasos reflejaban el enojo que sentía.
— ¿Qué hacemos? — dijo Sanchez abriendo la puerta del vehículo.
— Manda un hombre para que lo vigile, aunque creo que no nos aportará nada. El tiburón aún está dentro.

La puerta de los Davidson se volvió a abrir pocos minutos después. Los agentes pudieron ver a su hombre, a su familia y a aquellos desconocidos que vivían allí. Se dispusieron en dos vehículos, antes tuvieron que terminar de limpiar el coche que ensució Willy con su maestría al volante. Sanders se despidió y se marchó con su coche.

—¿Y ahora, BL? —dijo Sanchez mirando intrigado a su jefe.
Lockwood no contestó. Seguía con la mirada los pasos de Nolan Harper.


En un momento llegaron al hipermercado del que hablaba Nolan Harper. Tenía el aparcamiento casi lleno, solo con algunos vacíos en las plazas más alejadas del edifico que se levantaba con unos grandes muros rojos llenos de carteles propagandísticos. Antes de entrar, se podían leer perfectamente unas grandes letras amarillas que decían “GRANDSHOP”. Debajo de estas, unas letras más pequeñas, distribuidas expresamente para no llamar la atención, decían “Antiguo West Are Rio Corporations”.
Formaron un grupo compacto y entraron en el interior del edificio. La gente iba acumulándose en las colas, haciendo más difícil la entrada y la salida del recinto. Los guardias de seguridad parecían tenerlo todo bajo control, debajo de su gorra marrón y su mirada imponente, mientras que los empleados estaban muy estresados por todo el trabajo que se había girado.

—Ahora me acuerdo porque no acepté ser cajero —dijo William con una sonrisa.
Kara iba al lado de Willy, observando de lado a lado si encontraba alguna cosa que le gustara. Roy Harper se puso a su lado y también iba mirando los escaparates.

—Bien BL... Supongo que tendrás un plan tipo... “Como cazar al tiburón con doce simples pasos” o “Como matar a un asesino sin hacer ejercicio”.
El agente Sanchez y Benjamin Lockwood iban paseando por Grandville simulando cierta tranquilidad. BL sacó el teléfono y llamó a todos sus hombres más cercanos para que se prepararan.
—No tengo nada Sanchez... solo sé que hay que sacar al pez de la red.
—Con un anzuelo.
—Y tiene que ser un anzuelo suficientemente grande, porque hay que pescar a un tiburón.
De repente, los ojos de Sanchez empezaron a brillar y su jefe se detuvo.
—Cuéntame —dijo BL.


Kara cambió de posición en el grupo que cada vez más parecía que iba a disolverse. Ahora estaba al lado de Miranda que fijaba su mirada en cualquier cachivache que encontraba. Willy se separó por completo y se dirigió a la sección de informática. Nadie de los Davidson ni los Harper parecía muy contento por la estancia.
—Emily ¿No querías comprar una mesa y unas sillas para la terraza? Allí hay unas —dijo William señalando a dichos muebles en el exterior.
Marido y mujer salieron por las puertas electromagnéticas. Kara y Miranda se alejaron de Nolan y Sarah, Roy hizo lo mismo, dirigiéndose a la sección de deportes.


—¿Todo listo Sanchez? —dijo BL observando desde una pequeña cima el hipermercado.
—Tus... queridos hijos ya han entrado.
—Que empiece la pesca...


—¡Alto¡ ¡Todos al suelo! —dijo un hombre disparando varios tiros al techo del hipermercado. Llevaba la cara completamente tapada y su voz sonaba distorsionada.
La gente, asustada, intentó salir por las puertas pero otros tres hombres armados les cerraron el paso.
Los guardias de seguridad salieron de sus puestos para aturar aquello. Fue cuando otros hombres vestidos con total normalidad los inmobilizaron.
—¡Cierren las puertas o alguien va a morir! —dijo el mismo hombre que había disparado.
Después de varios segundos donde los niños empezaron a llorar, un empleado se acercó a una habitación privada y cerró las puertas.
—¿Pero qué? —dijo Miranda al oír a las puertas cerrarse.
Las dos chicas estaban en el segundo piso cuando oyeron por los altavoces una voz masculina muy grave.
—Escuchad, esto es un atraco. Todas las personas del interior del recinto dirigiros lentamente y sin hacer ruido al piso principal. Hemos cerrado las puertas, así que nadie, nadie puede salir. Si no seguís las órdenes uno de mis hombres va a disparar a alguien. Todos vamos armados.... Y somos muchos.

La gente obedeció. Kara y Miranda fueron de las primeras personas que se acercaron al lugar indicado. Kara no sabía si actuar, dudaba de sus poderes y tenía miedo de ser descubierta. Allí se encontraron con Willy y los Harper.
—¿Donde están papá y mamá? —preguntó Willy.

Pues Emily y William habían salido por casualidad del edificio, mientras se preguntaban por qué se habían cerrado las puertas. Emily llamó al celular de su hija.

En el interior, el teléfono de Kara sonó. Un hombre tapado se acercó a ella.
—Apaga el celular —dijo apuntándole con una pistola.
—¡Eh! —dijo Nolan poniéndose al medio —. No le amenaces.
Entonces el hombre armado apuntó a Nolan.
—Pum —susurró. Guardó su arma y se largó hacia un compañero suyo.

Los altavoces volvieron a sonar.
—Apagad vuestros celulares. Si encontramos a alguien llamando. Lo mataremos.

—¿Qué hacemos Kara? —susurró Willy al oído de su hermana.
Kara intentaba buscar el momento oportuno para poder salir de aquella situación, pero habían muchos hombres armados. Podría derribar a dos o a tres en poco tiempo, o incluso más, pero era un riesgo innecesario porque aquellos hombres no matarían a nadie si los clientes seguían sus normas. La policía tardó pocos minutos en llegar. Los coches patrullas acorralaron todo el hipermercado y cerraron el paso. Muchos curiosos se acercaron por los alrededores, mientras William y Emily hablaban con los policías.

Benjamin y Sanchez llevaban un uniforme policial que les permitía pasar desapercibidos por los otros agentes. Sus hombres tenían el control en el interior. Ahora era su turno desde fuera.

—Soy Benjamin Lockwood, agente de la CIA —dijo Lockwood mostrando su placa al agente que mandaba.
—¿CIA? Creía que en Estados Unidos trabajaba el FBI, no es de su implicación, agente Lockwood —dijo el policía poniéndose el chaleco antibalas.
Benjamin sacó una foto de su cartera. La foto de Nolan Harper vestido de uniforme.
—¿Es su pareja? —dijo el policía.
—Es un asesino —dijo Sanchez acercándose—. Necesitamos vuestra ayuda para detenerlo, entre nosotros y usted, todos estos hombres que están armados en el interior del hipermercado son nuestros.
—Es un plan para sacar a Harper, necesitamos el mando de la operación —dijo BL.
—No —negó rotundamente el policía que agarró el megáfono.
Benjamin hizo una mueca y sacó su celular.
—Alguien puede morir, oficial.
El policía pensó detenidamente la situación y finalmente otorgó el megáfono a Benjamin.
—Toma —dijo BL entregando el aparato a Sanchez —tu tienes una voz más sociable.


Los rehenes estaban sentados en el suelo del hipermercado bajo la mirada de aquellos hombres armados. Se oyó desde el exterior el megáfono.
—Somos la policía. Conectad los altavoces exteriores —dijo Sanchez— queremos negociar.

Siguieron sus órdenes casi al instante. El ruido del megáfono y los altavoces resonaba por todo Grandville.
—Tenéis a mucha gente aquí dentro ¡Dejad salir a unos cuantos si es preferible a...
William se acercó al policía con el megáfono para que liberaran a sus hijos. Entonces se quedó perplejo.
—¿El transportista?
—Mierda... —dijo Sanchez.
—¿Nolan es un asesino? —preguntó William a Benjamin Lockwood, que le había contado el motivo de aquella operación.
—Si no lo fuera ¿Cree usted que haríamos eso? —dijo Benjamin señalando al hipermercado.
William meditó.
—¿A cuantos mató?
—Solo a uno, un compañero —dijo Sanchez—. Jefe, hay que continuar, cuando más tardemos más nerviosa estará la gente y más difícil será controlarla.
BL asintió y habló a solas con William.
—No sé que relación tiene usted con Nolan Harper, pero mató a un compañero nuestro y sabemos que se ha aliado con los terroristas. Ahora, vamos a liberar a sus hijos, solo a sus hijos.
William asintió y volvió donde estaba su esposa que estaba mordiéndose las uñas.

El celular de uno de los hombres armados sonó. Descolgó e hizo un gesto a un compañero suyo señalando a Kara y a Willy. Roy, que estaba detrás de este hombre escuchó la conversación.
—Liberad a la chica rubia y a su hermano. Sus padres están fuera. Luego liberad a gente al azar, para no levantar sospechas. Después de tres liberaciones, que salga Harper.

El hombre armado se acercó a Kara y a Willy y los levantó del suelo. Los trajo hacia las puertas electromagnéticas que se abrieron y salieron al exterior. Emily se acercó a sus hijos y los abrazó.
—No he podido hacer nada —dijo Kara indignada.
—Mejor —dijo William que también la abrazó—. Aquí dentro se está cocinando algo muy feo.

Roy Harper se acercó a su padre.
—Papá.
Los hombres armados vigilaban los pasos de Roy.
—¿Qué hay, hijo? Sé que no te esperabas esto para un día que regresas, pero la CIA es así.
—¿Cómo? —dijo Roy perplejo —. ¿Sabes qué estan tramando?
Nolan asintió.
—Pues no pienso dejar que te maten, papá.
—Yo no quiero que maten a mi familia. Y no lo harán porque solo me quieren eliminar a mi. Es irónico... hace pocos días cerraron Guantánamo y...
—Papá, te salvaré.
Roy abrazó a su padre.
—Lo sé, Speedy. Lo sé —dijo Nolan dejando caer algunas lágrimas.


Los hombres liberaron una decena de personas más. Benjamin y Sanchez manejaban el control desde el exterior. William se acercó a ellos en el momento en el que apareció una ambulancia que aparcó a escasos metros de la puerta principal del hipermercado.
—¿Van a matarlo? —preguntó William.
—Lo siento —dijo Benjamin pasando un arma a Sanchez.

En el interior, un hombre armado con paso lento se acercó a Nolan Harper que iba susurrando palabras de tranquilidad hacia su mujer y a su hija, mientras que Roy había desaparecido.
—Usted. Fuera.
Nolan se despidió de su família con lágrimas en sus ojos y se giró para salir del edificio. Entonces vio algo que le hizo cambiar la expresión de la cara.

—Ya sale —dijo Sanchez—. Señor, creo que debería alejarse de aquí.
Un agente se llevó a William de allí.
—¿Qué pasa papá? —preguntó Willy asustado —. ¿Por qué hablas con los policías?
La preocupación que reflejaba la cara de William se expandió hacia toda su familia.

—Lo tengo a tiro —dijo apuntando Sanchez.

Nolan se disponía a salir del edificio. Las puertas electromagnéticas se abrieron. William miraba desesperado la escena varios metros detrás con su familia. Los Harper, desde el interior intuían que algo no iba bien. Benjamin y Sanchez apuntaban al corazón de Nolan Harper.

Antes de llegar a disparar pero, Nolan cayó al suelo. Se había oído el ruido de algo cortando el aire. Los médicos que estaban al lado de las puertas del hipermercado se acercaron hacia él. Al ver aquello, BL y Sanchez no dispararon. Kara se fijó en la pierna de Nolan.

Una flecha roja estaba clavada allí, provocando una hemorragia. Aquella flecha había sido disparada desde el interior. Los médicos atendieron a Nolan y lo llevaron rápidamente hacia el interior de la ambulancia.
—¿Pero qué? —dijo Sanchez incrédulo.
Benjamin tampoco podía creer aquello. Vió la flecha desde su objetivo. Después de unos segundos intuyó quién había sido el “arquero”. Entonces suspiró y ordenó la liberación de todas las personas que quedaban en el interior del hipermercado.

Desde la sección de deportes, Roy Harper dejó el arco y las flechas donde estaban, bien colocadas en un escaparate rojo. Entonces vió como se abrían las puertas del edificio debajo de él y la gente salía, libre. Esbozó una sonrisa. Lo había vuelto a hacer.


Habían llevado a Nolan Harper al hospital. Estaba en una habitación recuperándose de la operación. La punta de la flecha se había quedado en el interior del músculo y tuvieron que operarle para quitar el metal. Su familia lo estaba visitando.
—¿No es nada grave lo de la pierna, verdad? —dijo su mujer sentándose a la única silla que tenía la habitación.
—Nada grave, en pocos días volveré a Grandville con vosotros. Pero no quiero que paséis el día aquí. Tenéis que decorar la casa, hacer la matricula de Miranda para el siguiente curso... —dijo Nolan aturdido.
Todos los miembros de su familia asintieron, se despidieron y salieron fuera de la habitación. Roy fue el último en salir.
—Buen... buen tiro Speedy —susurró Nolan.
—Tuve un buen maestro —dijo Roy guiñando un ojo.

Detrás de Roy, entró William que se sentó en la silla.
—Te debo una explicación —dijo Nolan.
Kara estaba intentando tranquilizar a su amiga Miranda cuando Sarah le dijo que se fuera a casa. Kara se despidió y esperó en el pasillo hasta que su padre terminara la charla que tenía con Nolan. Entonces Roy se acercó a ella.
—Menudo día. Compras, secuestros, flechazos... Muchos flechazos.
—Sí, ha sido un día movidito. ¿Quién habrá disparado desde el interior a tu padre? —preguntó intrigada Kara.
—No lo sé. Quizás el mismo que ha disparado en mi corazón. Y me duele.



Música: Lenny Kravitz - I'll be waiting
Roy se puso delante de ella.
—Y supongo que a ti te dolió hace años. Estamos en paz.
Los labios de Roy se acercaron a los de Kara hasta que terminaron encontrándose. Se besaron durante unos segundos, antes de que Kara apartara sus labios.
—Lo siento Roy, es que...
—¿Julian? ¿Lo quieres, verdad?
—Sí
—Entonces no haces nada aquí. ¿Deberías estar con él, no?
Kara asintió.


Julian estaba sentado en su habitación volviendo a colocar sus cosas en el lugar donde estaban antes de su secuestro. Alguien llamó a la puerta de su habitación.
—Pasa papá.
Kara entró silenciosamente.
—Soy yo.
Julian se giró y la miró.
—Me alegro que vuelvas a confiar en Daniel —dijo Kara con la mirada en el suelo.
—Eso intento —dijo Julian suspirando.
—Julian, no sé que habrás pensado hoy pero entre Roy y yo no hubo y... no puede haber nada. Es imposible.
—¿Qué hace que sea imposible?
—Que yo solo te quiero a ti.
—Kara, yo también solo te quiero aquí —Julian se acercó ligeramente.
—Entonces ¿Por qué no olvidamos lo que ha pasado hoy?
—Parece muy sencillo —dijo Julian sonriendo.
—Lo es —dijo Kara acercándose a Julian y besándole.
Julian cerró la puerta de su habitación y devolvió el beso a Kara. Más prolongado y más apasionado. Los dos esbozaron una sonrisa.



Era medianoche, las luces del hospital de Grandville estaban apagadas mientras los pacientes estaban durmiento placidamente. Unos pasos se acercaron a la habitación de Nolan Harper.
—Adelante —dijo Nolan desde el interior.
Un poco de luz entró al abrirse la puerta, reflejando la cara preocupada de Nolan, aunque serena. Benjamin Lockwood sacó la pistola de su bolsillo y apuntó al ex-agente.
—Era muy facil matarme, no tenías que montar todo este alboroto.
—Lo sabré para una próxima vez —dijo Benjamin poniendo la pistola en la frente de Nolan.
—Hazlo, BL.
Benjamin estuvo unos segundos apuntando pero luego volvió a guardar la pistola.
—El FBI irá a por ti, Nolan, es cuestión de tiempo para que te encuentren. Que hagan ellos su trabajo —dijo Benjamin saliendo de la habitación.
—Benjamin... —susurró Nolan—. Gracias.
Lockwood asintió y se largó. El hospital de Grandville volvía a la normalidad. Grandville había vuelto a la normalidad, por poco tiempo.


Escritores: Elementokr36, Bertu
Guionistas Bertu, Elementokr36, Keidell, litz marisa, DaNiELa09
2x10: Kryptonite Man
Kara regresó cabizbaja a su casa por los acontecimientos que acababan de pasar a casa de Julian. Aún recordaba los gritos de dolor de Julian, mientras ella, avergonzada y culpable, intentaba calmarlo y curarlo. Se encontró con su familia y los Harper, con excepción de Nolan, que seguía en el hospital. Todos estaban sentados en la pequeña terraza que los Davidson instalaron aquella misma tarde después de los incidentes del centro comercial.

Música: Michelle Branch - Goodbye to You

Un taxi aparcó en la entrada de la casa, mientras Kara intentaba escuchar la conversación de sus familiares. Roy Harper se estaba despidiendo. Se marchaba a Nueva York. El chico se levantó de su silla, abrazó a su madre y a su hermana y luego besó a Emily. Los dos William se abrazaron con él.

Se despidieron. Kara no se acercó a la escena hasta que Roy se dispuso a entrar en el taxi.

—No quería largarme sin despedirme de ti — dijo Roy abriendo la puerta del vehículo.
Kara se quedó mirando a Roy. Al ver que la chica no contestaba, Harper siguió hablando.
—¿Has solucionado tus problemas con Julian?
—¿Eh? Sí, sí — dijo Kara intentando simular tranquilidad. Pero no lo consiguió.
—¿Ocurre algo? — dijo Roy al ver la preocupación de Kara.
—No... Nada. Cuídate — dijo Kara besando a la mejilla a Roy, que le devolvió el beso y subió al taxi.


En un lugar desconocido
La selva se presentaba un aspecto siniestro en la oscuridad sólo iluminada por un leve destello verdoso proveniente de una estatua inerte.
De repente, la kryptonita, sin motivo aparente, empezó a derretirse lentamente, hasta que la cabeza de un inconsciente Will “Damned” Palace surgió del interior de la estatua. La piedra seguía fundiéndose, mientras que Damned se iba recuperando.

Abrió los ojos. Al instante notó que su cuerpo había cambiado. Se sentía mejor, nunca un estado le había gustado tanto. Hizo fuerza para salir de la estatua hasta que consiguió su objetivo.
La kryptonita salió disparada por todos los lados en aquel bosque siniestro. No sabía dónde estaba. Las piedras dejaron de desprender aquella radiación verde después de unos segundos, pero el cuerpo de Damned seguía emitiendo aquella luz.
— ¿Pero qué? — dijo Damned observando su cuerpo, estaba cubierto por una capa de kryptonita que hacía que todo su cuerpo reluciera emitiendo aquel brillo verde típico de la piedra de Krypton.
Sus palabras no encontraron respuesta. Estaba perdido en el silencio casi absoluto del bosque, solo interrumpido por el ruido de algunas aves rapaces nocturnas. La falta de energía hizo que se debilitara pocos minutos después de que empezara a caminar. Se estiró debajo de un árbol mientras la luna relucía con su máximo esplendor, al igual que Damned.



Kara abrió los ojos en mitad de la noche. El sueño que había tenido le había recordado lo sucedido con Julian. Se besaron como nunca lo habían hecho antes y eso les hizo perder el control, ambos querían más. Y justamente por eso, no pudo evitar que sus ojos se encendieran en centellas. Quiso mirar hacia otro lado, pero su visión calorífica quemó levemente el pecho de su novio, que se retorció alejándose hasta que se calmó. Una escena horrible dado que acababan de reconciliarse. Ahora ella se sentía tan avergonzada… que no notó que se había despertado por alguna molestia.
Se sentó en la cama para asegurarse qué había interrumpido sus sueños. Había un goteo procedente de la cocina que no la dejaba dormir. Pero no sólo eso. Había más ruido en la casa. Latidos de corazones, respiraciones, ronquidos, ronroneos del gato… todo amplificado decenas de veces en su cabeza. ¿Seguía soñando?
Los sonidos se hicieron insoportables para ella y entonces comprendió lo que pasaba: su superoído. Por fin empezaba a desarrollarlo. Le costaba entender cada sonido por separado, pero recordaba que una vez fue capaz de hacerlo, una vez hacía ya varios meses.
Se levantó y caminó fuera de la habitación. Seguía oyendo una confusión de ruidos insoportables que intentaba frenar, pero todavía no podía. Caminó por el pasillo hasta las escaleras. Quería alejarse de lo que escuchaba. Estaba medio dormida y no comprendía que si salía de la casa, sería peor. Pero salió. Corrió por la calle hasta acercarse a los bosques, oyendo otros sonidos: la brisa, los árboles, los animales… cada vez más fuerte. Qué idea más tonta irse ahí. A pesar de la dificultad que le ofrecía el escuchar tantas cosas a la vez, hizo memoria y procuró concentrarse en cómo había controlado aquella habilidad.
—Ya podía haberme pasado con el sol de mediodía —murmuró, aunque no se oyó a sí misma.
Oyó un ladrido lejano. Extrañamente, eso la ayudó. Poco a poco empezaba a oír las cosas de forma lejana hasta que dejó de escuchar tantas cosas a la vez. Ahora había vuelto a la normalidad. Miró hacia su casa y agudizó su visión. En la cocina vio cómo caían gotas al fregadero por estar mal cerrada la llave del agua. Se concentró en el goteo hasta que logró oírlo. La brisa que azotaba sus oídos dejó de tener importancia, si bien la oía con total intensidad, pero su mente pudo separar todos los sonidos. Eso era lo que recordaba de Sidney, ese control era el que venía buscando desde hacía tiempo.
Sonrió y se encaminó de nuevo a la casa. Seguiría pensando en Julian hasta dormirse sin oír nada a su alrededor y oyéndolo todo a la vez.


Después de que sus hijos salieran en dirección a casa de los Stanopen, William emprendió el viaje hasta el hospital donde se hallaba internado Nolan Harper. En la entrada del edificio lo esperaba Robert Sanders, que acababa de llegar.
—Buenos días, William —Saludó Sanders estrechándole la mano—. ¿Vamos?
—Hola, Robert. Sí, vamos, ya le avisé a Nolan que veníamos.
Entraron y de dirigieron al último ascensor, ya que no había nadie esperando para ese. Sanders bajó la voz para hablar dsctamnte.
—Todo esto es clasificado del FBI, William —comenzó como si llevasen horas discutiendo sobre eso—, pero tengo mis contactos y me he enterado. ¿Qué demonios estás haciendo?
—Mira, Sanders… Nolan… Yo… somos amigos, Robert, y tú también.
—No puedes saltarte la Ley para ayudarlo, William.
El ascensor se abrió y salió una persona. Perfecto, lo tenían para ellos dos solos. Entraron y presionaron el botón del piso correspondiente.
—Sanders, no voy a quedarme de brazos cruzados cuando todo el mundo está en contra de Nolan por motivos injustos.
—En Iraq…
—En Iraq amenazaron con matar a su familia, yo habría hecho lo mismo. Mi situación habría sido como la de él: mi esposa, una hija y un hijo, mataría por ellos y es lo que él hizo.
—Si le ayudas, mi deber será…
—Tu deber legal será denunciarnos. Pero no todo es asunto legal en la vida.
Sanders guardó un momento de silencio. El ascensor estaba llegando al piso indicado, las puertas se abrirían en un momento.
—William, vas a meter tu organización en un lío internacional.
—No hables en alto de mi organización. Voy a hacer lo que sea preciso para proteger a un amigo. Incluso si tengo que chantajearte para que te calles.
—¿Chantajearme?
—Tú no has cumplido siempre la ley, Sanders…
—William, prometiste que nunca sacarías de nuevo lo referente a lo que hiciera en mi juventud.
—No me refiero a eso, Robert. Me refiero a Kara.
Robert palideció. Las puertas se abrieron y salieron.
—Nada permanece en secreto mucho tiempo, Sanders. Hazme caso, ayúdanos y verás que mejor para todos.
—¿Me estás amenazando?
—No, Robert. Tú también eres mi amigo, y no quiero que tu trabajo lo jorobe todo.
—Mueve tus hilos, William, muévelos.
—Es lo que pienso hacer.



En cuanto se enteró de su paradero, Will Palace emprendió el viaje de nuevo a su país. El único capaz de haberlo llevado sin levantar sospechas a una selva amazónica era Silverman. Tardó sólo unas horas en entender lo que le había pasado. Además, había descubierto que tenía nuevas habilidades. No podía cambiar de estados como antes, pero ahora era más fuerte y podía percibir una zona más amplia del espectro electromagnético. Muy útil en determinadas circunstancias.
Cuando llegó a Metrópolis ni se molestó en ocultar ese aspecto verdoso que ofrecía ahora su piel, ni el brillo intermitente y leve que desprendía a cada momento. La gente lo miraba y luego o ignoraba. Eso lo enfurecía. Llegó a su piso, abandonado desde hacía dos meses, y se sentó en el suelo apoyándose en la puerta. ¿Qué podía hacer? Ahora su aspecto era horrible y todo era culpa de los novios de Grandville, el imbécil del universo y la zorra de la oscuridad.
Su ira fue en aumento. Se levantó de repente y se dispuso a dar una patada a la puerta. Pero no pudo. Se debilitó y cayó de rodillas al suelo. Otra vez volvía a sentir pérdida de energía. ¿Qué le pasaba? ¿La ira le hacía eso? Qué faena, con lo irascible que era él.
—Una debilidad de mierda —se dijo a sí mismo con sarcasmo—. Y yo que no quería asistir clases de autocontrol.
Tendría que tomar una venganza tranquila. Sonaba aburrido, pero debía evitar la irascibilidad. Volvió a levantarse y salió otra vez a la calle. Se movió más rápido que nunca, corriendo hacia las afueras de la ciudad. Volvería a Grandville y se ocuparía de quienes lo habían vencido una vez. No volverían a hacerlo.


Lex Luthor entró en el nuevo complejo de investigación abierto por su padre bajo su conocimiento. Todos los proyectos que en él se empezaban pasaban por la mesa de Lex, asegurándose Lionel de que su hijo no volviese a irrumpir en sus instalaciones para estropearlo todo. Sin embargo, Lex no se fiaba.
Tras avisar de su llegada, fue recibid por un hombre alto y de aspecto de científico experimentado. Le estrechó la mano con fuerza.
—Señor Luthor, mi nombre es Bruno Mannheim. Su padre me dio órdenes de levarle a la sección MK para ponerlo al día de los últimos avances.
—El proyecto MK no es el más llamativo para mí en este momento.
—Oh, lo será —comenzó a dirigirlo hacia dicha sección, pasando por otras secciones y saludando de vez en cuando a alguna persona que trabajaba por allí—. En los informes del último mes sólo se expuso la finalización del proceso de asimilación.
—¿Y no era así?
—Señor Luthor —se detuvo en seco ante la mirada de Lex—. El Proyecto MK no es lo que usted cree. No se trata de optimización muscular y cerebral de ciertos animales como se expresa en los informes. Esa fase acabó hace mucho tiempo.
—¿Quiere decir que la idea es probarlo en seres humanos?
—En efecto.
—Sabía que no debía fiarme de mi padre.
—No se preocupe, señor Luthor, en esta ocasión su padre ha sido un poco más ético.
Mannheim explicó con todo detalle qué habían hecho. La asimilación no era más que un proceso de cambios genéticos en un animal o persona para adaptarse a unas habilidades concretas. En este caso, los genes eran traspasados de freaks de los meteoritos. Sólo los problemáticos o faltos de escrúpulos, como dijo Bruno.
—¿Entonces mi padre está aprovechando la muerte de estos freaks para su beneficio?
—Dicho así suena cruel, pero nada más alejado de la realidad. Queremos crear al fenómeno perfecto y completo, capaz de desarrollar las habilidades de quienes nos valimos para su asimilación. Además no hará más que seguir nuestras órdenes al pie de la letra sin hacer preguntas. Y lo hemos conseguido. El primer y único sujeto ya ha recibido las primeras asimilaciones.
—¿Podrá seguir asimilado nuevas habilidades? Es… increíble.
—La tecnología genética desarrollada lo hizo posible.
—Esto podría utilizarse para curar enfermedades peligrosas en seres humanos. Crear soldados indestructibles no es un camino viable.
—Esa parte sigue siendo un proyecto. Si este joven resulta útil, podrían usarse sus habilidades para ayudarnos en nuestras tareas, así como nos valemos de las máquinas.
—¿Joven?
—Sí, una lástima, pero así es. Lo encontramos agonizando y decidimos salvarle la vida.
Mannheim lo guió por fin a los laboratorios del sector. Había varios ventanales. Tras uno de ellos había una especie de gimnasio altamente equipado. Lex se fijó en la única persona, si así podía llamarse, que se hallaba en ese lugar.
—Si para eso tuvieron que convertirlo en un monstruo… mi padre no entiende el concepto de salvar vidas.


Julian le estaba en su habitación mostrando a Willy unas curiosas quemaduras que tenía en el pecho. A penas se notaban ya, pero a Willy le pareció algo muy extraño.
—Es como si mi hermana te hubiera atacado con su visión calorífica.
Kara se ruborizó y se acercó a la ventana. Willy quedó boquiabierto.
—Pero a ver, chicos —dijo el joven Davidson—. ¿Vosotros sabéis lo que es una relación estable?
—Fue un accidente —la defendió Julian—. Se descontroló un momento y pasó esto.
—Qué fuerte… ¿Y qué estabais haciendo para que se descontrolara? —Willy cerró la boca y pensó un momento—. Ah…
—No es eso, idiota —le espetó su hermana—. Sólo… un accidente, a veces me pasa. Lástima que pasara justo cuando me reconciliaba con…
Se interrumpió al oír algo. Un corazón latiendo. Ya oía el de ella, el de su hermano y el de su novio… pero ahora había alguien más. Además oyó su respiración. Cambió su visión y miró hacia sus espaldas, en dirección a la puerta de la habitación de Julian.
—Silverman —dijo ella.
—¿Con quién? —repitió Julian sorprendido.
Ante ellos apareció Gabriel Silverman. Hacía meses que no lo veían y ahora era extraño que se presentara así.
—Hola, chicos. Pasaba por aquí y…
—Muy buenas, Gabriel —saludó Willy.
Julian y su novia lo saludaron también. Julian le preguntó por la razón que lo traía por Grandville.
—Oh, bueno. He estado en Grandville varias veces estas últimas semanas. Pero principalmente he estado en Sidney, donde James, tu… hermanastro legal —le dijo a Julian sin saber qué palabras usar—, está teniendo dificultades con… freaks.
—¿Freaks? —Preguntó Kara—. ¿Como los de aquí?
—Más o menos. Creemos que se debe al incidente del Omegahedron.
—Ya, tenía que ser —soltó Stanopen—. ¿Y qué le pasa a James?
—Por ahora no importa. No es el único problema que me trae aquí.
—¿Y ahora qué pasa? —Preguntó Willy—. ¿Algún otro doble?
—No, peor. Se trata del que mató ya a uno… a mi doble, digo. Damned ha vuelto.
—¿Cómo?
—No lo sé. Hace una semana era una estatua de kryptonita y hoy es un tío verdoso que se pasea por Metrópolis.
—¿Por qué no avisaste antes?
—Se mueve muy rápido, apenas pude verlo. Pero cuando quise localizarlo, aparecí en las afueras de Metrópolis hará unos minutos. Creo que viene a Grandville.
Kara agudizó el oído. Podía escuchar algo extraño.
—¿Has desarrollado tu oído? —Preguntó Silverman—. Zaltar se concentraba de la misma forma.
—¿Lo has logrado? —Dijo Willy sorprendido.
—Todavía es poco lo que puedo oír. Pero sí, estoy en ello.
—¡Eso es fantástico! —Exclamó su novio—. ¿Por qué no lo habías dicho?
—Shhh… algo pasa en el centro de Grandville.
—¿Damned?
—No puede ser… tendría que ser tan rápido… —dijo Willy.
—Lo es —afirmó Gabriel—. ¿Os llevo?


Lionel Luthor se presentó en los laboratorios donde saludó al doctor Mannheim y a Lex.
—Papá, cada día te superas —dijo con ironía.
—Oh, gracias, no es que no lo intente.
—No era un halago. Mira lo que le has hecho a esa persona… ¡Es sólo un joven!
Todos miraron a través del ventanal al sujeto que hacía ejercicio en esa especie de gimnasio. Era corpulento, sus brazos parecía sacados de otro cuerpo aun más musculoso, su cuello era exageradamente grueso y movía su cabeza como si quisiera arrojarla. A pesar de su aspecto grotesco, el joven se movía con elegancia y destreza. Era extremadamente fuerte y veloz. Sus reflejos eran óptimos y su facilidad para resolver problemas era encomiable.
—¿Qué asimilaciones ha hecho, Mannheim? —Preguntó Lionel.
—Todas las previstas. Incluso ésa de la que albergábamos dudas.
—Mmm… estupendo.
—¿Qué asimilaciones son ésas? —quiso saber Lex.
—Puede controlar las partículas del aire para crear viento, es un poder derivado de las investigaciones de... —se detuvo al ver que Lionel negaba lentamente con la cabeza—. De la Luthor con otro freak... también tiene la habilidad de convertir partes de su cuerpo en metales resistentes, es varias decenas de veces más fuerte que de lo normal, más veloz, más inteligente… además, puede transportarse a una especie de universo alterno desde el cual puede acceder a cualquier parte de esta realidad.
—¿Quién tenía una habilidad como ésa?
—Un joven llamado Gabriel Silverman.
—¿Silverman?¿Ha muerto? —dijo Lex sorprendido.
—Acababa de morir cuando lo encontramos —explicó Bruno—. Al parecer, Trent Macgowen lo había atravesado con un brazo metálico y lo había dejado en algún lugar de Nevada. Es algo lejos, pero allí lo encontró un grupo de expedición. Hemos rescatado sus rasgos genéticos para poder mejorarlos durante estos meses e implantarlos en Multikill.
—Multikill… un nombre espeluznante —comentó Lex—. Proyecto MK, entiendo.
—Mannheim, ha llegado el momento de probar la eficacia de nuestro experimento. ¿Pude controlar los lugares de transporte de Multikill?
—Por supuesto, señor Luthor. ¿Hemos de probarlo tan pronto?
—En efecto. Hay alguien dando problemas en Grandville en estos momentos. Será un buen comienzo para las actividades de Multikill.
Como era de esperar, El parque de Grandville sería un buen lugar de reunión. La gente que se hallaba ahí, se fue en cuanto vio que aparecía aquel hombre verde de aspecto amenazante. Ya había hecho algunos destrozos por el camino, todo para llamar la atención. La policía llegaría de un momento a otro, pero antes que ellos esperaba que apareciera Kara Davidson junto con su novio y, a ser posible, Silverman y Taylor.
Por fin, aparecieron cuatro personas cerca de él. Casi todos eran las personas que él esperaba, pero en vez de Taylor, apareció otro joven. No parecía gran cosa.
—Así que ese es Damned —dijo Willy. Nunca lo había visto antes.
—Eso —corrigió Julian.
—Cuanto tiempo, imbéciles —saludó despectivamente Palace—. Os presento al nuevo y mejorado Will Palace, anteriormente conocido como Damned.
—¿Anteriormente? —repitieron los otros.
—Soy un hombre compuesto de lo que vosotros conocéis como kryptonita. Podéis llamarme Kryptonite Man durante el poco tiempo que os queda de vida. Pero no soy estúpido, no voy a haceros nada aquí, ya me encargaré de otras personas luego. ¿Por qué no vamos a un lugar más privado?
—Está claro que no le gusta que lo vean —dijo Kara—. Es tan… feo.
La crispación se hizo con la expresión de Kryptonite Man. Se calmó más rápido de lo que sus enemigos esperaban, lo que les hizo desconfiar. Parecía demasiado tranquilo. De repente, desapareció a una velocidad muy superior a la que se movía cuando era Damned.
—Lo seguiré —dijo Kara antes de desaparecer.
—Espera Kara —dijo Julian, pero ya se había ido—. Gabriel, llévanos.
Eso hizo el aludido.


Las pocas personas que observaban de lejos no habían distinguido a esos cuatro individuos que habían hablado con el hombre verde. Pero antes de poder hablar de ellos, desaparecieron al igual que el otro. Pronto, apareció alguien más.
Un hombre de baja estatura pero medio deforme, con extremidades exageradamente musculosas y unos rasgos de odio en la cara, apareció poco después en la zona. Miró hacia todos lados, olfateando el aire. Puso una expresión de asco y pegó un salto violento. Se movió con presteza saltando sobre los edificios hasta alejarse del centro de Grandville.

Gabriel apareció con Julian y Willy cerca de los pabellones donde Damned había sido vencido por ellos hacía más de dos meses. Estaba atardeciendo, así que se veía más que aquella vez.
—Este sitio me trae malos recuerdos —expresó Willy.
—A todos —añadió Gabriel—. Este tipo es idiota. Nos sería más difícil enfrentarnos a él si hay mucha gente mirando… como en el parque…
—No, es inteligente. Ya ha estado aquí y lo tiene todo bien controlado —supuso Julian.
Kara llegó en ese momento. Supo enseguida dónde estaba su enemigo.
—¡Cuidado! ¿No lo veis? —les gritó a sus amigos, que estaban a unos cuantos metros de ella.
Willy miró hacia unos escombros un poco alejados, allí estaba él, Kryptonite Man. Los ojos le brillaban con una intensidad verdosa que ponía la piel de gallina. De repente, un haz de luz verde surcó el aire hasta impactar en el pecho de Stanopen, que salió impulsado a varios metros hacia atrás. Kara lo atajó y lo ayudó a incorporarse.
—Estoy bien —dijo el chico—, apenas me duele. Últimamente, todos me atacan con su visión calorífica.
Pero Kara sí empezó a estar a mal. El pecho de Stanopen emitía una radiación similar a la kryptonita, y eso la debilitó.
—¡Kara! ¿Qué pasa?
—Aléjate de ella —pidió Willy—. Eres tú.
Gabriel miró hacia Damned al tiempo que impactaba contra él una mano pesada en toda la cara. A una velocidad que no había percibido, Kryptonite Man lo golpeó y lo alzó en el aire con una mano para lanzarlo contra unos pallets.
—Vaya, que rápido —susurró Willy mientras se apresuraba para ayudarlo. Estaba alterado tanto o más que los demás… él no tenía ningún poder en especial… y eso lo ponía nervioso. Pero se enfureció en el acto al ver el siguiente asalto de Damned.
Kryptonite Man se acercó a su hermana a pesar del pequeño huracán creado por Julian para detenerle. Stanopen intentó pararlo, pero no podía hacercarse a su novia, le haría más daño. Kara se había recuperado, Damned no desprendía la radiación… o sí. Will empezó a brillar tenuemente y Kara no pudo mantener el equilibrio debido al dolor que la azotó.
Damned se acercó a ella y al ver que Julian reaccionaba, lo fulminó con su visión calorífica. Tomó a la chica por el cuello y la alzó, asfixiándola.
—¿Esto no te recuerda a algo, Kara? —Le preguntó con toda tranquilidad—. Mmmm… ah, sí, a hace meses, cuando estábamos en una situación parecida. Esto de que estoy hecho… son trozos de tu planeta, ¿no?
Kara lo miró con odio, pero no podía hacer nada.
—Sí, ahora sé bien qué eres y te aborrezco por eso, zorra.
Kara sintió más presión en el cuello, sentía que se iba a romper. Miró el sol durante un instante, en breve desaparecería en el horizonte… los ojos de le iluminaron y su visión calorífica quemó los ojos de Damned. Pero éste no se quedó atrás. Usó su poder y contraatacó a Kara con toda su ira. La chica no pudo hacer nada, el haz de kryptonita llegó a sus ojos y la cegó. Pero…
Kryptonite Man no pudo hacer nada más. Su ira brotó con fuerza y su energía lo abandonó. Soltó a Kara y retrocedió. Julian aprovechó para enfrentarse a él, aunque estuviera dolorido. Willy se aproximaba ya con un trozo de viga de madera. Golpeó a Will Palace mientras éste intentaba sin éxito atacarle. Debía controlar su ira, pero ya no podía. Una resaca de viento lo lanzó a varios metros de distancia.

Kara intentó levantarse. Sus ojos le dolían como nunca, no veía absolutamente nada. Pero oía. Los gritos de guerra de Willy y Julian la avisaban de que iban ganando. Damned ahora se hallaba lejos de ellos, podía escuchar sus quejas de dolor. Entonces algo más se oyó. Pisadas, muy veloces. Alguien se acercaba a tanta velocidad como la que Kara podía usar. Un gran estruendo en el suelo, como si alguien pegara una patada para impulsarse.

Julian y Willy se quedaron paralizados. Hubo un segundo estruendo. Un hombre, un desconocido a quien veían de espaldas, acaba de aterrizar delante de ellos, mirando en dirección a Damned, que se recuperaba.
Will se levantó y miró al recién llegado. No lo reconoció, su apariencia era incluso más grotesca que la que él tenía ahora. Se tranquilizó y recuperó el control de su poder.
—¿Quién demonios eres tú?
—Eres un freak, poderoso, nunca había visto a uno, pero he de decir que eres monstruoso —dijo el desconocido.
—Por que tú eres una princesa hermosa —contestó Damned conservando su tranquilidad.
—Ahora te toca morir.
Julian y Willy se miraron. Stanopen se acercó a Kara para ayudarla, parecía estar ciega, y lo estaba. Willy intentó ver la cara del desconocido, pero no se dejaba ver.
Kryptonite Man tenía una expresión de incredulidad. El monstruo que lo había sentenciado a muerte no parecía realmente un contrincante difícil. Antes de dejarlo atacar, decidió embestirlo a toda velocidad. Sus ojos brillaron y empezó a emitir radiación de diferentes tipos. Fulminó al monstruoso sujeto con su haz de kryptonita antes de llegar hasta él a toda velocidad para el golpe.
Kara sintió aun a la distancia la intensidad de la radiación. Julian la ayudó a mantenerse en pie. Willy sostenía aun el madero. Gabriel apareció a su lado, con otro madero. Se había recuperado, pero estaba sumamente sorprendido por el nuevo en escena.
El ataque de Damned parecía un ultimátum para el deforme. Pero… el nuevo levantó un brazo justo en el último momento de esa milésima de segundo en que todo ocurrió.
Damned no reaccionó. Quedó atravesado por un brazo metálico. El monstruo no había sufrido daño alguno y él perdía la consciencia a cada instante. Un último golpe en la cara terminó dejándolo KO.
Los espectadores observaron atónitos la escena. Los maderos cayeron al suelo, Julian casi deja caer a Kara y ella empezó a recuperarse de nuevo, aunque seguía sin ver.
—Madre del amor hermoso —susurró Willy—. Lo ha… vencido.
El extraño ni se dio por enterado de su presencia. De repente, desapareció.
—Oh, qué velocidad —dijo Julián a penas con aliento.
—No oí ningun paso —comentó Kara, todavía sin entender bien qué había ocurrido—. ¿Quién venció a quién?
—No hubo pasos porque… —intentó explicar Gabriel ignorando la pregunta de la chica—. Porque cambió al estado de transición… como hago yo… tiene un Universo… como el mío —balbuceó casi sin creérselo.


Lionel Luthor se enteró horas después del éxito rotundo de su creación. Multikill había traído vivo ni más ni menos que al legendario y temido Damned… aunque su aspecto era ligeramente desalentador, pero era él, sin duda.
—Un trabajo excelente, Multikill —dijo delante de un micrófono.
El sujeto que estaba al otro lado del ventanal asintió. Estaba sentado en una mesa delante del doctor Mannheim.
—¿Asimilaré sus poderes ahora? —Preguntó Multikill.
—Por supuesto, MK. Sólo tenemos que hacer unas comprobaciones genéticas y enseguida obtendrás sus capacidades.
—Bien —su horrible sonrisa burlona no ocultaba su impaciencia por conseguir más poderes.
—Doctor Mannheim —llamó Luthor por el comunicador—. Buen trabajo, muy buen trabajo. Multikill es todo un éxito.


William examinaba los ojos de su hija pasándole una linterna delante de su cara, pero ella no era capaz de ver nada.
—Esto es demasiado, chico —se quejó Emily—. Ya os habíamos dicho que dejarais de hacer de héroes cuando se trata de… tipos como estos. Mirad las consecuencias.
Julian estaba más preocupado que nadie. Willy se lamentaba por no haber podido ayudar antes. Gabriel se sentía ridículo por haberse perdido la mayor parte de la lucha. Tendría que haberse llevado a Damned lejos, muy lejos.
Kara dejaba escapar las lágrimas al comprobar que su vista no se recuperaba de ningún modo.
—¿Qué voy a hacer? El superoído no me va a ayudar mucho si no veo nada.
—¿Superoído? —repitió su padre.
—Logré desarrollarlo, aunque es muy poco lo que puedo hacer… y sin ver, menos aun.
—Seguro que te recuperas, Kara —alentó Julian. No sabía qué más hacer.
—Quizás hay alguien que sepa cómo ayudar a un kryptoniano en este caso —supuso Gabriel.
—¿Quién?
—El mismo que ayudó a Zaltar hace meses. Al Bartowsky. Puedo localizarlo. Él ha estudiado la naturaleza kryptoniana en este planeta.
—Es una opción —contestó Kara, dispuesta a cualquiera cosa—. Si Zaltar confió en él, yo puedo confiar también.
Sus padres dudaban, pero era la única posible solución expuesta… Julian y Willy tampoco se mostraron muy contentos con la idea, pero tendrían que confiar en el desconocido Al Bartowsky. Ya intentarían averiguar quién era el extraño sujeto que los había salvado.

Escritores: Keidell, Bertu
Guionistas: Keidell, elementokr36, litz_marisa, DaNIeLa09, Bertu
Última edición por Bertu el Mié Feb 11, 2009 8:51 pm, editado 2 veces en total.


Imagen

elementokr36
Metrópolis
Metrópolis
Mensajes: 6066
Registrado: Sab Sep 22, 2007 9:09 pm

Mensaje por elementokr36 »

2x11: Pasión ciega:
Kara estaba sentada en su cama. Emily estaba junto a ella y Julian al otro lado la tomaba la mano. En el piso de abajo Willy y su padre no hacían más que pasearse de un lado a otro esperando a que Gabriel llegase con Al Bartowsky, ya que habían decidido confiar en él para ayudar a Kara. Ésta sólo esperaba con los ojos abiertos aunque sin ver nada.
De repente Gabriel y Al Bartowsky aparecieron en la habitación de Kara a los pies de su cama. William y su hijo al oír el ruido arriba subieron precipitadamente a la habitación.
Al Bartowsky miraba todo con gran fascinación. Y miraba a Kara sorprendido.
—Ya estamos aquí —. Anunció Gabriel.
Al escuchar aquello Kara se levanto ansiosa de oí lo que Al Bartowsky tuviese que decir. Éste por su parte se limitó a mirar todo con expectación. Nunca había visto una kryptoniana tan joven.
— ¿Lo has traído? —Preguntó Kara
—Señor Bartowsky —comenzó Emily—, le hemos traído aquí con la esperanza de que quizá usted supiera que le ha pasado y pudiese ayudarnos… Esperamos no haberle molestado…
—Bueno, la verdad es que me extrañó mucho la llegada de este joven. Su habilidad es impresionante. Estaba tranquilamente corrigiendo unos exámenes cuando apareció él diciéndome que venía en nombre de un kryptoniana. Ni borracho sueño esas cosas.
Nadie rió la broma y Al Bartowsky empezó a tomar consciencia de lo preocupados que todos estaban.
—Bueno… Gabriel ¿no es así? Me ha contado lo que te pasa Kara y me ha traído hasta ti. En verdad me sorprendió, pero creo que se cómo puedo ayudarte.

Bruno Mannheim repasaba sus informes y los separaba para luego llevarlos a Morgan Edge. Su despacho estaba completamente ordenado, quizás demasiado. Un empleado de los laboratorios de la LuthorCorp entró sin llamar.

—Señor Mannheim, MK quiere hablar usted.
—¿Qué le pasa? —quiso saber Mannheim intrigado.
—No lo sé... sólo hablará con usted, así que...

Mannheim se levantó de su sillón y se dirigió hacia la sala donde estaba prácticamente encerrado el “hombre” al que nombraba Multikill. Se encontró con el joven haciendo pesas, como casi todas las veces que entraba allí. Pero esta vez, se levantó de golpe y se acercó a Mannheim, que reculó unos pasos.
—Ayer no te lo dije, pero Gabriel Silverman sigue vivo —dijo Multikill con gestos de odio.
—MK, eso es imposible —dijo Mannheim intentando tranquilizar al joven—. Está muerto ¿Quieres que te enseñe su cadáver?

Mannheim se alejó cuando Multikill capturó su hombro con fuerza.
—¡Qué hace un hombre con mis poderes allí fuera! ¡Quiero ser el único! ¿Lo has entendido?
Su enfado era notable.
—¿Ah, sí? Quieres ser el único. Interesante... —dijo Mannheim con total normalidad—. Entonces... Stanopen tiene uno de tus poderes —su tono burlón no gustó a MK—, pero no quieres matarlo. ¿verdad?
Multikill se adentró entre la profundidad de la sala.
—¿Cuando asimilaré los poderes del freak que capturé ayer? —dijo volviendo al gimnasio.
—Mañana. El señor Luthor vendrá para verte —dijo Mannheim cerrando la sala de nuevo.


Gabriel volvió a llevar a Al Bartowsky a su apartamento. Pocos minutos después regresaron. Bartowsky llevaba una pequeña caja donde se encontraban unas lentillas de color verde y otras de rojo.
Al acercarlas a Kara, la chica empezó a sentirse mal.
—¿Qué pasa? —dijo Kara quejándose—. Es como si fuera… kryptonita.
—En efecto, es kryptonita —dijo Bartowsky alejando las lentillas—. Os cuento, como podéis observar... tengo problemas de vista. Bien, hace años se puso de moda en Wisconsin llevar lentillas de colores. Como experimento, hice preparar unas lentillas con esas piedras de kryptonita que había guardado en una visita que hice a Smallville. Una vez me las puse, después de pocos días, empecé a sentirme mal y las guardé.
Todos miraban extrañados a Al Bartowsky.
—Yo soy así —dijo encogiéndose de hombros.
—Bien. Después de todo ese rollo ¿Por qué ha traído esas lentillas? —preguntó Willy.
—Es verdad —dijo William acercándose a Bartowsky—. Esas piedras dañan a mi hija.
—La kryptonita verde... sí. ¡Pero! —el grito hizo sobresaltar a Kara—. La roja tiene... otro efecto.
—¿Otro efecto? —preguntaron Emily y Julian al unísono.
Bartowsky carraspeó.
—Libera las... inhibiciones emocionales de los kryptonianos. Los activa.
—Voy a necesitar un diccionario inglés-Al Bartowsky —dijo William.
—Lo que Bartowsky quiere decir —dijo Silverman que estuvo callado todo el rato— es que si Kara se pone esas lentillas rojas, podría activas sus ojos.
—No creo que sea peligroso —dijo Al sentándose al lado de Kara.
Puso la mano delante de sus ojos comprobando que la chica estaba completamente ciega.
—Una... dosis de esa kryptonita podría producir cambios muy fuertes... emocionalmente en Kara. Pero esas lentillas tienen casi más vidrio que kryptonita. ¿Probemos? —dijo Al intentando agarrar las lentillas.
Emily y William se miraron. La mujer asintió y Bartowsky procedió a poner las lentillas lentamente. Los ojos de Kara empezaron a brillar con un tono rojizo hasta que las lentillas quedaron bien puestas. Cerró los ojos y los volvió a abrir. Empezó a recuperar la visión. Veía borroso, pero era mejor que estar ciega.
—Kara, soy Al Bartowsky —dijo arrodillándose delante de ella. Kara sonrió—. Ya sé que soy feo, así que puedes mirar a otro lado.
Kara giró el cuello sin dejar de sonreír.
—Tranquilo Al, veo un poco borroso. Parece guapo.
Todos los Davidson y Julian abrazaron a Kara.
—Es que están ajustadas para mí. Y gracias por el cumplido.

Los Davison invitaron a Al Bartowsky a almorzar. Gabriel y Julian fueron invitados pero Silverman dijo que tenía otro compromiso y Julian que tenía que almorzar con su padre. Durante la comida, Bartowsky no dejaba de observar detenidamente a Kara. Sus acciones, su actitud. Estaba claro que no veía bien, pero había conseguido recuperarle la vista. Ahora tenía otra preocupación. Los efectos que producían la kryptonita roja. Según Dax-Ur... nada buenos para un kryptoniano. Entonces fue cuando se dio cuenta de que Kara respondía varias veces a sus padres durante el almuerzo. Y cada vez iba a más. Antes de llegar a los postres, Kara subió a su habitación.
—Decidme una cosa. ¿Kara siempre es así?
Emily negó.
—Es una adolescente y todos pasamos por esa etapa pero... casi nunca nos contesta.
—Ajá... —dijo Bartowsky terminándose el postre—. Creo que la cagué.


Kara se sentía más libre que nunca. Como si le hubiesen quitado un enorme peso de encima y todo de golpe. Sentía la más absoluta libertad. Nada de responsabilidades ni problemas ni nada. Solo una euforia desconocida que no había sentido nunca. Se sentía tan bien que pensó que aquello tenía que celebrarlo con Julian y se fue a su casa a supervelocidad sin preocuparse de si la veían o no.

Mientras corría algo les paso a sus ojos. Fue como un flash que la hizo pararse en seco. De pronto ya no veía a las personas que pasaban por la calle, si no que veía sus esqueletos. Miraba en dirección a los edificios y veía en su interior. Ella no había cambiado de visión a propósito, pero de esa forma veía perfectamente, nada borroso.
—¡Guay! —exclamó Kara al comprobarlo. Y sin más volvió esta vez con más ganas en dirección a la casa de Julian.

Al llegar allí Kara miró con su visión el interior de la casa de Julian y vio a su padre en el sofá y a Julian en su habitación más arriba. Llamó a la puerta de Julian en posición de mujer fatal, guapa como nunca.
Daniel abrió la puerta y al ver a Kara se quedó estupefacto. Llevaba una minifalda azul y un top muy ajustado rojo que dejaba al descubierto su ombligo.
—Vaya, hola, Kara. Parece que fuera hace calor ¿no? —dijo Daniel intentando no mirar demasiado a la novia de su hijo.
—Hola, señor Stanopen. Un poco de calor sí que hace — respondió Kara con sonrisa de niña buena — ¿Esta Julian?
—Eh... Sí, claro... Julian —balbuceó Stanopen y llamó a su hijo.
Al bajar la escalera Julian no pudo articular palabra al ver a su novia tan diferente.
—Puedo pasar ¿verdad? —dijo Kara sonriendo y pasando sin esperar siquiera a que nadie la invitara. Se paseo por la casa procurando atraer la mirada de Julian, lo cual no era necesario ya que no podía apartar sus ojos de ella con la boca abierta. Daniel quería apartarse de una situación tan incómoda como aquella.

—Bueno... Esto... yo... Voy un momento a comprar tabaco...
—Pero… papa, si tu no fumas... —se apresuró a contestar Julian.
—Cierto, yo… bueno, volveré en un momento, tengo que hacer un recado —Stanopen salió apresuradamente cerrando la puerta tras de sí dejando a Kara y Julian solos en la casa.

Kara se dirigió directamente a la habitación de Julian y él la siguió. Al entrar Julian, Kara cerró la puerta y se concentró en utilizar su nueva visión lo justo solo para ver a Julian sin ropa, pero no lo consiguió. Solo vio su esqueleto, esas lentillas rojas limitaban un poco su control. Así que se sentó en la cama con ademán seductor.
—Julian, he estado todo el día pensando en ti.
—Kara, ¿Qué te pasa? —Julian no entendía nada, nunca había visto así a la chica.
—No me pasa nada —dijo sonriendo casi con maldad—. De hecho estoy mejor que nunca. Ven, vamos a jugar…
—Kara, te quiero, pero no. No sé qué te pasa, pero te recuerdo que la última vez no salió bien, prefiero que esperemos un poco más hasta que puedas controlarte.
—¡Oh, vamos Julian! No seas cobarde. Vamos a jugar —Kara se acercó a Julian y empezó a quitarle la camiseta. Pero Julian la frenó.
—Kara, ¿qué te pasa? Tú no eres así. Estate quieta, por favor. No me apetece salir chamuscado otra vez. Ya haremos lo que tengamos que hacer cuando te controles por completo.
—Muy bien —contestó Kara sin dejar de sonreír fríamente—. Si tú no quieres jugar, ya encontraré alguien que sí quiera. No te preocupes Julian, quédate aquí solo con tu cobardía. Después de todo, no eres más que eso. Un cobarde. Si no fíjate como saliste de mi casa cuando entró Roy, huyendo. Quizá encuentre a alguien con el suficiente valor en Nueva York. Adiós Juli.

Kara salió riendo con maldad a supervelocidad de la casa de Julian sin que a este le diera tiempo siquiera de contestarla. Julian se quedó destrozado. Aquella no podía ser Kara, algo le pasaba. Ella jamás sería tan cruel con nadie… y menos con él.

Kara salió corriendo como nunca. Feliz, sin remordimiento alguno por lo que había dicho. Riéndose de puro éxtasis y felicidad mientras pasaba como un rayo por Cleveland camino a Nueva York.
Gabriel Silverman había conseguido lo imposible. Entrar en el Parc Güell de Barcelona y no encontrarse a nadie. Ni turistas, ni guías, ni hippies hambrientos tocando la guitarra... nadie. Solo las cotorras y las palomas que compartían los pequeños fragmentos de bocatas que se encontraban en el suelo. Los pasos de Silverman no asustaban a los animales, que paseaban con total normalidad. Una paloma aterrizó en el hombro de Gabriel, que caminó hacia las enormes columnas que daban paso al monumento más conocido del parque.
El dragón estirado en medio de las escaleras que daban al patio. Su multitud de colores hizo que Silverman no pudiera evitar tocarlo. Notó que su tacto le hacía venir a la cabeza imágenes de una criatura mitológica nacida del miedo de los hombres. El arrullo de la paloma empezó a ser más molesto. Fue cuando el celular de Gabriel sonó. El animal se asustó y huyó.
—¿Qué pasa, Julian? —dijo Silverman descolgando.
—Vaya, cómo me ha costado localizarte…
—Ya, bueno, estoy un poco lejos…
—Escucha, Kara se ha largado.... creo que a Nueva York... es...es... actuaba de una forma muy extraña. No era ella...
—¿Qué? Vale, tranquilo, Julian. ¿Crees que es por lo que le ha hecho Bartowsky?
—No lo sé, es posible, habló de liberar las inhibiciones emocionales… pudo ser eso. Kara me dijo que iba a ver a Roy Harper y yo...
Al escuchar ese nombre, Gabriel se sobresaltó.
—Vale, donde quiera que esté Kara, voy a encontrarla. No te preocupes —dijo Gabriel colgando.
Acarició por última vez el dragón y se transportó a su universo, lleno de imágenes y símbolos. Pero algo fue mal, no terminó de entrar completamente en el universo. Algo se lo impedía. Alguien estaba agarrando su brazo y se lo llevaba al exterior. Gabriel no pudo hacer nada. Había vuelto al parque. Entonces reconoció al monstruo que terminó con Damned en un abrir y cerrar de ojos. Estaba enfrente de él con una mirada amenazante y de odio.
—Yo te conozco —intentó articular Silverman—. Eres...
—¡Multikill!
Todas las aves del parque alzaron su vuelo. Un vórtice se abrió en medio de la nada, creando un universo muy oscuro, casi completamente negro. Era el universo de Multikill.
Gabriel flotaba en aquel lugar, intentando dominar el sitio, pero sólo Multikill podía hacerlo. Este se acercó al oído de Silverman.
—Multikill 2... Freaks 0.
Entonces una multitud de símbolos aparecieron de la nada, atacando a Gabriel mientras Multikill regresaba lentamente a los laboratorios.


Música: Good Charlotte - I just wanna live

Kara localizó el edificio de las empresas Queen de Nueva York con la intención de conseguir la dirección del perfecto amante que quería Kara y que podría ser perfectamente su primer amor: Roy Harper.
No logró esperar a que las puertas electromagnéticas se abrieran solas y entró por el largo pasillo donde se encontró con recepción. Nadie la vio, por suerte.
Tocó el timbre hasta que un hombre salió desde el interior. Iba vestido de uniforme y las entradas de su pelo eran notables. Unas enormes gafas hacían contraste con la barba negra que llevaba.
—¿En que puedo ayudarla?
Aquel hombre prestó mucha atención al cuerpo y a la vestimenta de Kara. Se le salían los ojos.
—Busco a un empleado. Su dirección... ¿Puede facilitármela? —dijo Kara acercándose al empleado y jugando con su corbata sensualmente.
El empleado se rió atontado y volvió al interior del despacho. Mientras, unos hombres vestidos de traje salían del edificio. Kara pudo escuchar gracias a su superoído lo que decían.
—Dios mío... ¡Qué buena que está!
—Calla, Jim... es una niña.
—Pues cómo crecen las niñas... ¡Y qué culo! ¿Te... te la imaginas en bikini?
El acompañante se giró.
—Joder...
—¿Ves? Ésas sólo salen en las revistas. No se ven muy a menudo.
—Pero sigo diciendo... que es una niña, Jim.
—Eso lo dices para calmar tu consciencia.

Los dos hombres salieron del edificio. Kara no pudo contener una carcajada, cuando el empleado llegó.
—He encontrado la dirección, vive cerca de Mannhatan, en la calle Adams número 41, sexto tercera.
—Muchas gracias —dijo Kara sensual. Volvió a jugar con la corbata del empleado y se acercó peligrosamente a sus labios. Aquel hombre estaba viviendo su propio cielo cuando cerró los ojos. El beso no llegó. Dejó de sentir la fuerza de la chica en su corbata y una fuerte brisa levantó su cabello. Cuando volvió a abrir los ojos, la chica... ya no estaba.


Multikill regresó a los laboratorios donde vivía. Se encontró con Lionel Luthor y Bruno Mannheim en su propio cuarto.
—¿Qué has estado haciendo, MK? —preguntó Mannheim enfadado.
—Encargarme de otro freak. Gabriel Silverman —dijo Multikill asintiendo.
Lionel Luthor frunció las cejas. Pensó en que quizás siempre había habido más de un Silverman.
—¿Seguía vivo?¿Lo has matado?
—No volverá a molestar. Puede considerarlo muerto, señor Luthor.
—MK —dijo Mannheim—, dedícate a seguir las órdenes que te damos el señor Luthor y yo. No quiero que vuelva a ocurrir un incidente de este tipo, aunque termines con todos los freaks de meteorito del mundo. No te lo voy a consentir.
—¡Tenía mi poder! —Exclamó Multikill desesperado. Últimamente los cambios de humor eran frecuentes en él.
—Aunque seas el mejor... yo te controlaré —dijo Mannheim— . Siempre fue así. Seguiremos así.
—Mannheim, espero que no se repita este incidente. Haz lo posible para controlarlo —dijo Lionel saliendo de la habitación. Multikill miraba como se iba.
—¿Qué voy a hacer contigo? —dijo Mannheim caminando alrededor de Multikill—. Puedo… ¿Electrocutarte? ¿Pegarte? ¿Torturarte? Dime, MK... ¿Qué te puede hacer daño? Algo... emocional, quizás.
Multikill miraba con resignación a su jefe.
—He aprendido la lección.
—Desde luego —dijo Mannheim deteniéndose—. ¿Quién ha dicho que no? Pero... vamos a reforzar la acción para crear... el hábito de seguir las órdenes de tus superiores, aun cuando pase algún tiempo desde la última orden... Cada vez que no nos obedezcas... alguien que te importa va a morir. ¿Quién quieres que muera?
—¡Nadie! —Multikill volvió a gritar. Su voz resonó por toda la habitación.
—Nadie... interesante —Mannheim volvió a emprender sus pasos—. Pero mataste a... Gabriel Silverman, según tú. Multikill, sé quiénes son las personas que te importan, y pueden morir, por accidentes... quizás. O mejor, los matarás tu.
—Yo nunca mataré a...
—¿Ah, no? ¿No sabes que obedecerás a mis órdenes sean las que sea? ¿Sí o no? Lo sabes. ¿Quieres una prueba?
Hubo un silencio. Mannheim repasó en su mente una lista de personas de las cuales quería deshacerse…
—Mata a mi padre, ya sabes quién es —dijo Mannheim.
Multikill desapareció y volvió en pocos segundos. Iba manchado de sangre.
—Ni te has retrasado un segundo en cumplir mi orden. ¿Quieres otra prueba? Si te digo que matas a alguien lo haces. No lo puedes controlar —Mannheim acercó su aliento al oído de Multikill—. Cada orden que te de... tú vas a cumplirla. No importan los modos, lo harás, para eso te hemos hecho así, para obedecernos. Yo soy el amo. Tú eres el esclavo.


Roy Harper se desabrochaba la corbata después de un duro día de trabajo, camuflado, ayudando a Oliver Queen. Al abrir la puerta de su piso notó que alguien había forzado el paño. Alertado, entró en el interior esperando encontrar unos posibles ladrones.
No oía nada. Aparentemente, todo estaba en orden. Sus maletas seguían en la sala de estar, aún por abrir. Entonces ¿Quién forzó el paño? Intento relajarse, se quitó la chaqueta y la tiró al sofá. Buscó el mando para encender la tele, pero no lo encontraba.
—¿Buscas esto? —dijo Kara desde la habitación de Roy.
Roy se giró sobresaltado. Detrás, se encontraba Kara apoyada en la puerta de su dormitorio. Sólo iba vestida por una camisa roja de Roy que casi llegaba hasta sus rodillas. Roy se levantó del sofá.
—¡¿Kara?!
—Hola... Roy —dijo Kara tirándole el mando con una sonrisa.
—¿Qué... haces aquí? ¿Me seguiste?
—Es que no podía vivir sin ti, Roy —Kara se acercó a Harper. Puso sus manos en el pecho del chico—. Te echaba de menos.
Roy no se creía lo que estaba pasando.
—Y... ¿Y Julian?
—¿Julian? —repitió Kara haciendo una mueca—. ¿Quién es ese?
La chica llevó a Roy hasta su cuarto.
—Kara... espera.
—Te quiero, Roy —dijo Kara besándole. Después de alejar sus labios, susurró al oído de Harper—. Hazme el amor.
Roy capturó a Kara con sus brazos mientras la besaba y la llevó dentro de su habitación donde la recostó en la cama. Kara seguía con su sonrisa picarona.
La chica volvió a besar a Roy, le quitó la camisa y se puso debajo de él mientras que Harper repasaba sensualmente los muslos de Kara hasta que ella empezó a desabrocharse la camisa. Fue cuando Roy la ayudó. Rompió la camisa, dejándola completamente desnuda.
Ella se acomodó debajo mientras Roy olía todo el cuerpo de Kara. Al llegar al cuello, se fijo en los ojos antes azules de Kara, ahora rojizos, que parecían irritados. Entonces vio que llevaba unas lentillas de color.
—Bonito color de lentillas —susurró él.
—Me ayudan a ver, pero me hacen un poco de daño.
—Quítatelas.
—No veré nada.
—Pero no sentirás ese dolor mientras…
No acabó la frase. Ella hizo ademán de quitárselas y él le tendió un recipiente donde dejarlas.
Al instante, Kara dejó de actuar y abrió bien los ojos. Ya no veía nada, pero se daba cuenta de lo que estaba pasando. Lo primero que hizo fue taparse con la manta de la cama de Roy.
—Roy... ¿Puedes pasarme mi ropa?
Harper no entendió la actitud de Kara. Sabía que las chicas eran raras, pero no tanto.
—Claro —dijo Roy acercándole su escasa ropa.
—Oh, Dios —susurró Kara, no se había acordado de eso—. ¿Llevaba esto? —dijo Kara tanteando su minifalda y su top.
La chica se ocultó en el interior de la manta con la ropa. Después de unos segundos salió vestida bajo la atenta mirada incrédula de Roy Harper.
—Kara... ¿Te ocurre algo?
—Debo irme —dijo Kara levantándose de la cama de Roy y dirigiéndose a la puerta a ciegas. No veía, pero recordaba perfectamente la disposición de todo.

Harper capturó el brazo de la chica.
—Kara, ¿qué pasa? ¿Hice algo que no te gustó o...?
—No tenía que haber venido. Lo siento, Roy —fue entonces cuando Kara se volvió a fijar con su visión de rayos X. Seguía viendo perfectamente de esa forma, pero era muy extraño ver sólo así.
Kara dio un portazo y salió a supervelocidad hacia Grandville. Roy Harper abrió la puerta detrás de la chica. Pero ya no estaba.
—Kara... me debes… una explicación —dijo Roy mirando el recipiente con las lentillas.
Bartowsky entró en casa de los Davidson tras una larga espera fuera de la casa. William lo vio al entrar.
—¿No ha vuelto todavía? —preguntó preocupado. Por lo que Julian les había contado, podría tardar en regresar.
—No la he visto —informó Al—. Julian estará afuera vigilando si vuelve. Lo raro es que Silverman no la haya encontrado aún… con esa habilidad que tiene…
—Espero que su nueva idea funcione —dijo Emily.
—Si lo que me han dicho de Willy y las drogas es exactamente lo que ocurrió, debería funcionar —explicó Bartowsky.
—¡William, Emily! —llamó a viva voz Julian desde fuera.

Kara volvió atemorizada a su casa, a lo último casi a tientas, ante la mirada de Julian. Había vuelto a perder incluso la visión de rayos X, poco a poco. Emily le abrió la puerta al instante y vio que la chica andaba con miedo. Rápidamente, Al Bartowsky tomó a la chica por el brazo y la llevó con cuidado hacia el sótano de los Davidson, a donde se dirigió el resto de la familia. Julian también se acercó. La chica estaba desorientada.
—¿Qué pasa? ¿A dónde me trajisteis?
Casi todos bajaron al habitáculo oculto, Willy y Emily se quedaron en la entrada. La nave, tapada por una gran manta, empezó a emitir una luz que relució por todo el cuarto.
Bartowsky observó lo que ocurría. Había llegado a la conclusión de que la nave en que Kara llegó a la Tierra podría curarla. Willy le había dado la razón, recordando que la nave le curó cuando estaba drogado. Bartowsky, al igual que los demás, esperaba acertar.
Kara empezó a recuperar la visión tras cada onda de luz emitida, a medida que algunos tenues rayos procedentes de la nave chocaban contra sus ojos.
—Ya... ya vuelvo a ver —dijo Kara incrédula, dándose cuenta que su nave estaba sanando sus ojos.
—¿Seguro? —dijo Bartowsk suspirando.
—Sí.
Se alegró al comprobar que esta vez se recuperaba por completo y que sentía su más que cómoda inhibición de emociones. Esa libertad le había dejado un mal recuerdo. Cuando todo se hubo normalizado, Kara no pudo hacer más que contestar a las preguntas y explicar qué había pasado
—Kara —intervino Emily en un momento dado—, hace un rato llamó Roy Harper. Quiere saber si estás bien. Ahora entiendo por qué quería saberlo.
—Voy a llamarlo. ¿Puedo?
—No pensarás... contarle... —dijo William.
Kara volvió a asentir.

Música: Boyce Avenue - Tonight

Llegando a su fin la noche, Julian Stanopen se encontraba en la nueva terraza de los Davidson observando la luna. En el cielo aún se podían observar algunas
estrellas, que se podían contar con los dedos de la mano. Kara suspiró al salir de su casa y encontrarse con Julian.
—Lo siento —dijo Kara sentándose a su lado—. Yo...
—No pasa nada. Te perdono —dijo Julian tajante.
—Yo… no espero que me perdones. Estaba como... poseída... No controlaba lo que hacía.
—Pues parecía ser que tenías las cosas muy claras —dijo Julian levantándose y acercándose hacia el portal—. No estabas poseída, Kara, sino desinhibida.
—Julian, estoy harta de disculparme de cosas de las que no tengo la culpa. Mi vida es... complicada. Deberías de entenderlo.
—Kara, cada vez que estamos juntos, cuando pienso que sin ti no soy nada, sucede algo que me dice lo contrario.
Niguno de los dos siguió hablando. Se quedaron ahí, parados y en silencio por un par de minutos, que les parecieron horas. Kara hizo un gesto y Julian creyó
que diría algo, pero de su boca no salió nada y desvió la mirada cuando se encontró con la de él. La chica se sentía horrible por lo que le había hecho y
dicho a su novio, pero peor se sentía de que él no entendiera que había sido algo fuera de su control, que él dudara de la relación que tenían.
—Yo... yo creo que debería entrar —dijo Kara secándose las silenciosas lágrimas que aun tenía en el rostro. No se sentía capaz de seguir ahí.
Kara estaba entrando y Julian abriendo el portal, pero se detuvo.
Julian abrió el portal y se detuvo.
—De todas formas… serías de mucha ayuda si… —hizo una pausa—. Mi hermanastro tiene problemas con unos freaks. Quiero ayudarle. Pensé que podrías...
—Ayudarte —dedujo Kara.
—No. Ayudar a James. No te voy a pedir que me ayudes a mí.
—Está bien —dijo Kara acercándose al portal. Se miraron.
—Mi padre ha encargado unos tickets para un avión que va a Sidney. Mañana. Seremos mi padre, yo... y queda un ticket. A las siete deberíamos estar en el
aeropuerto. Ya nadie sabe dónde demonios está Gabriel, así que no hay... otro modo.
—¿Gabriel?
—Sí. ¿No te fue a buscar a Nueva York?
Kara pensó unos segundos.
—No... creo que no.
—Entonces... mañana al aeropuerto.
—Allí estaré —dijo Kara entrando en su casa.
Julian miró cómo Kara entraba. Entonces, Al Bartowsky se acercó a él.
—¿Todo bien, joven?
—Pues no... Todo mal.
—Vaya... —suspiró Al—. Bueno, míralo por el lado positivo, peor no te puede ir —dijo acercándose más.
—Es que... ha pasado todo muy deprisa, primero la quemada...
—¿Qué quemada? —dijo Al intrigado, al ver que Julian no contestaba siguió él hablando—. ¿La quemada y qué más?
—Pues Roy… intima conmigo y se va con Harper... Parece que lo haga expresamente.
—¡No! ¡No! ¡No! No pienses eso... los impulsos actuaban por ella, si Kara fuera un animal corriente, que por suerte no lo es, actuaría por los impulsos... pero ella puede razonar, y cuando razona está contigo. ¡Está contigo! —el tono de Al asustó a Julian.
—Creía que eras astrónomo... no filósofo.
—Bueno... la profesora de filosofía estaba buena... Julian, fíjate en... lo básico ¿Ha contado a alguien tus poderes?
Después de unos segundos, Julian negó con la cabeza.
—¡Pues ya está! Todo se arreglará —dijo alejándose Al.
—Una cosa Al... ¿Quién te ha contado lo de mis poderes?
—¡Nadie! Es perfecto... ¡Todos tienen poderes! —dijo riéndose a lo que Julian también se rio.
—Ah Julian, te lo digo por mi experiencia. Si una chica quiere acostarse contigo... no le digas nunca que no —se paró a pensar un momento—. Y una cosa más: si un chico que se transporta de un lado a otro en segundos te dice que los acompañes al culo del mundo, no le hagas caso, luego podría desaparecer y tú, a volver andando.
Julian no pudo evitar soltar una risita.
—Me pregunto dónde andará este Silverman —dijo Al entrando en casa de los Davidson.


Escritores:litz_marisa, DaNiELa09, Bertu
Guionistas:Bertu, Keidell, DaNiELa09, litz_marisa, elementokr36
capitulo 2x12: El vuelo
Kara abrió el armario y se sorprendió un poco al ver un gran vórtice negro que se abría más y más ante ella. Sin embargo no estaba asustada. Oyó unos gritos al fondo del armario, dentro del vórtice y sin pensarlo se metió de cabeza. Al llegar al suelo se encontró en un paraje desconocido, era como un bosque seco donde nunca había estado. Se encontraba en un sendero, algo parecido a un cortafuego que no había servido de nada porque los árboles que se alzaban altos a los lados, estaban ennegrecidos y sin hojas, millones de ramas se extendían por todos los lados. Como si nadie jamás hubiese podado esos árboles. Kara sintió una extraña sensación de desolación, aunque no tuvo mucho tiempo de admirar el paisaje porque en frente de ella apareció Gabriel Silverman.
—¡Gabriel! —llamó Kara.
—¡Corre, corre Kara, tienes que correr!
—¿Pero porque? ¿Qué pasa?
Silverman con cara de asustado levantó una mano señalando algo por detrás de Kara. Ésta se dio la vuelta lentamente hasta quedar de frente a la criatura más horrible que había visto en su vida. Era una descomunal masa informe de músculos que sobresalían por todos lados de color rojo que la miraba fijamente a los ojos antes de comenzar el ataque.
Kara se despertó chillando y se incorporó rápidamente con la cara perlada de sudor. Miró la hora y se dio cuenta de que tenía tiempo de sobra... aunque decidió prepararse para el viaje... tenía que hacer cualquier cosa para olvidar ese extraño sueño.


Música: The Rasmus - Guilty lyrics

Todos los investigadores del proyecto MK estaban llamados a la sala del monstruo. Al abrirse las compuertas, Mannheim lideró a sus hombres. Finalmente entró Lionel Luthor.
Multikill no estaba haciendo pesas como era habitual en él. Tenía una actitud pasiva y parecía estar descansado. Al ver a Mannheim se levantó de su cama.
—Bien. Queremos ver que puedes hacer.
Multikill asintió. Se estaba concentrándo. En pocos minutos su cuerpo desproporcionado y mutado se fue convirtiendo en otra cosa. Mientras miraba a Mannheim, Multikill tomó la forma de su jefe. El pelo, su rostro, su vestimenta. Todo. Finalmente Mannheim se puso delante suyo y lo miró detenidamente. "Es como si fuera un espejo" —dijo alguien de los investigadores.
—Y bien —dijo Mannheim mirando a Lionel Luthor que parecía muy satisfecho.
Multikill se volvió a concentrar.
—Y bien —dijo Multikill con la misma voz de Mannheim.
Lionel volvió a reirse y aplaudió, levantando una ola de aplausos por parte de todos los científicos de la LuthorCorp que se encontraban allí. MK se volvió a concentrar. Esta vez la transformación duró menos. Mannheim captó enseguida y explicó a sus hombres.
—Es su forma original. Puedes permanecer así dentro de esta habitación ¿Quieres?
Multikill asintió y se rió. Todos los científicos de la LuthorCorp se largaron excepto de su magnante, Lionel Luthor, que se quedó solo con Multikill.
—Multikill —dijo Lionel mirando al monstruo, ahora con su forma original—. Eres leal, poderoso... no te mereces este nombre.
Entonces MK tomó la forma de Lionel Luthor. Idéntica.
—Quizás no lo merezca. Pero viniendo de usted, sé que no estoy aquí para hacer el bien —dijo con la voz de Lionel.
Después de unos segundos, Lionel contestó.
—No estás aquí para hacer cosas buenas. Sino cosas grandes.
Lionel se largó del cuarto, cerrando las compuertas mientras Multikill tomaba otra forma. La de Moxie Mannheim.


William y Emily Davidson regresaron del aeropuerto donde habían acompañado a su hija. Era aún muy temprano, los pájaros cantaban alegres el inicio de otro día soleado de verano. El sol iluminaba la fachada de la casa de los Davidson mientras Willy seguía durmiento tranquilamente. Pocos segundos después de abrir la puerta, el teléfono que se encontraba en el comedor empezó a sonar. Emily dejó sus cosas en la mesa de la cocina y corrió para descolgar. William no le dio importancia. Se quitó la chaqueta y la dejó encima del sofá. Tenía planeado ir a pescar con Willy, o si su hijo estaba de buen humor, incluso retomar las prácticas de coche.
De repente, unos lloriqueos provinentes del comedor hicieron que William volviera al presente. Miró de reojo por la puerta y vio como su mujer lloraba mientras iba asintiendo con la cabeza.
—Allí... allí estaremos —dijo Emily descolgando.
Unos segundos después, se puso la mano delante de la boca. No podía ocultar las lágrimas. William se acercó a ella y la abrazó.
—¿Qué pasa, querida? —dijo William acercando un pañuelo a su mujer.


Morgan Edge estaba sentado en su despacho mientras observaba los informes facilitados por Bruno Mannheim. Precisamente fue ese el que entró en la habitación, con una camisa negra que resaltaba con el rubio de su cabello. Edge se levantó de su asiento y puso su mano en el hombro de Mannheim.
—¿Estas bien? —dijo Edge con una sonrisa.
—Nunca he estado mejor —dijo facilitando otros informes a Morgan—. Creo que el momento está cerca.
—¿El momento de convertirse en nuestro Mesías?
—Hay que pasar al siguiente paso —Mannheim miró fijamente a Edge—. Antes que este asunto tan caprichoso se nos escape de las manos y no lo podamos controlar.
Edge observó detenidamente los últimos informes.
—Interesante... ¿La última inserción ha sido satisfactoria?
—La última habilidad ha interesado mucho a nuestro hombre. Ha llegado a matar incluso.
—¿A matar? —dijo Edge quitándose las gafas. Ese gesto era característico en él cuando quería una explicación.
—No nos podemos quejar. Esa es su misión —dijo Mannheim riéndose y dirigiéndose fuera del despacho sin despedirse como era común en él.
—Bruno —dijo Edge llamando la atención de Mannheim—. Te acompaño en el sentimiento.
—La muerte de mi padre es solo el principio. Una señal. La matanza del Mesías aún tiene que empezar.


Kara, Julian y el padre de éste acababan de subir al avion y ya se acomodaban en sus sitios. Kara puso un bolsó sobre los compartimentos del techo para ir más cómoda, pero tanto Julian como Daniel se aferraron a sus cosas como pulpos. Ella había querido hablar más de una vez con su novio, pero él se mostraba tan distante que no se atrevía a decirle nada a menos que empezara él.
—Kara, llevas el brazalete en el bolso, yo que tú no lo guardaría ahí arriba —dijo Julian sin mirarla.
—Está... está bien —la chica volvió a tomar el bolso y lo mantuvo pegado a su pecho en cuanto se sentó.
Estaban los tres sentados en una misma fila, Kara al lado de la ventanilla y Daniel más cerca del pasillo, eso dejaba a Kara poco espacio para huir, que era lo que sentía que debía hacer.
Estaba concentrada en sus pensamientos, pero no pudo evitar mirar a Daniel cuando éste se quejó ya que alguien lo había empujado. Julian se puso los cascos para escuchar música e ignoró todo.
Kara miró al que había empujado al padre de su novio. Aquel tipo no se había dado la vuelta ni para disculparse ni para mirar a quien había molestado. Siguió su camino, aunque llegado un momento, volvió la cabeza para mirarla.
Ella miró rápidamente hacia la ventanilla. Cuando volvió a mirar, el hombre ya no estaba.
—Creo que conozco a ese tipo —susurró Kara.
—Creo ya os habéis enfrentado a todos los tíos locos de los alrededores, no me extraña que lo conozcas —bromeó Daniel.
Kara se concentró en la música que oía Julian y se quedó escuchando con él, aunque sin molestarle.


Willy se levantó al oir el ruido que hacían los pájaros. Abrió la persiana y la luz entró en toda la habitación. No escuchaba nada. Bajó a la planta baja para encontrarse con su familia. Pero no había nadie. Encontró una nota en el frigorífico que decía "Mamá y papá están fuera y no volverán hasta tarde". La mesa de la cocina estaba llena de pañuelos desechables. Se preparó unos cereales con casi todo lo que encontró y volvió a subir al piso de arriba. El aburrimiento pudo con él. "Sin Kara y sin amigos, Willy volverse loco", pensó Willy. Así que tuvo que distrajerse con lo primero que le vino a la cabeza. La guitarra.
Willy encendió el ordinador, se puso los auriculares y empezó a retomar las clases de guitarra que dejó antes de los exámenes finales. Tenía la suficiente confianza en si mismo para dejar los tutoriales. Empezó a tocar una canción de verdad. Los tímpanos de Willy estaban al abismo de romperse por el volumen de la guitarra y de la música. Varios minutos después alguien entró en casa de los Davidson. Miranda Harper, que escuchó la guitarra y subió hasta la habitación de Willy. Cuando la chica abrió la puerta, Willy dejó de tocar.
—¡No! Sigue, lo haces bien —dijo Miranda.
—Va...vaya gracias.
—Perdona que te moleste. No sé donde está Kara.
—Sí, ya supongo.
—¿Qué?
—Nada... Mi hermana está en Sidney con Julian y su padre.
—Ah, una especie de vacaciones románticas.
—Eh... —dijo Willy soltando una carcajada—. Algo así.
Los dos se callaron mientras Davidson tocaba suavemente la guitarra.
—Willy —suspiró—. Voy a ir al grano. He visto como la miras.
—¿Que miro a quién?
—A tu hermana.
Willy dejó de tocar.
—Creo que... el desierto te sentó mal, Miranda.
—¿Te gusta Kara?
Willy dejó escapar una sonrisa. Iba negando con la cabeza.
—Entonces... ¿Estás enamorado de ella?
Willy se levantó.
—¿Quieres saber lo que siento?
Dejó caer la guitarra en la cama. Se acercó a Miranda y la besó en los labios. Luego salió de la habitación, dejando plantada a Miranda.


Emily estaba justo al lado de William. Éste tenía un brazo sobre sus hombros mientras las lágrimas de su mujer caían por las mejillas. La gente que los acompañaban oían con ellos al cura que daba la misa al fallecido. Era el entierro de Moxie Mannheim, el padre de Emily. Durante toda la mañana habían estado pendientes del hombre, que parecía haber sido cruelmente asesinado, y ahora que descansaba en su lugar en el cementerio, Emily empezó a sentirse un poco más aliviada.
—Al menos dicen que no sentiste dolor, papá —susurró la mujer hacia la lápida, mientras apoyaba su cabeza en el pecho de su marido.
Cuando acabó todo, Emily y William se dirigieron a su coche, pero entonces ella vio a su hermano. Le sorprendía verlo allí. Él se acercó a ellos.
—Hola, Emily —saludó alegre, aunque con una muestra de pesar por el dolor de su hermana—. Hola, William.
—Bruno —dijo ella lentamente—. No pensé que fueras a venir. Tú y papá...
—No nos llevábamos bien, es cierto —recordó el hombre con finjida pena—, pero era mi padre... nuestro padre.
Ambos hermanos se abrazaron.
—Lo siento Emily, lo siento mucho —secó las lágrimas de su hemana y se quedó mirándola.
Bruno Mannheim no veía a sus sobrinos por ningún lado, así que decidió perguntar por ellos.
—Kara de viaje. Willy está en casa... no le gustan estas cosas y menos si se trata de... su abuelo.
Mannheim miró a William. Éste sabía que él estaba bajo las órdenes de personajes tan traicionaros como Lionel Luthor o incluso con mafiosos de Metrópolis, pero en ese momento no quería herir aún más los sentimientos de su mujer. Bruno interpretó su silencio como una concesión de tiempo. Después de todo, su padre había sido asesinado y Emily necesitaba un respiro.
Después de un rato, Bruno tuvo que despedirse de ellos. Emily entró en el coche y William tuvo su oportunidad.
—No creas que esta tragedia cambia las cosas —le espetó Davidson entre susurros a su cuñado—. Ahora aléjate de los míos y sigue con tus jefes ricachones y mafiosos.
—Tu organización sigue estando bien informada, al parecer —susurró el otro con ironía—. Pero parece que no saben qué le pasó a mi padre, ¿no? Claro, si no, estarían deteniendo al culpable.
—Vuelve por donde has venido Bruno.
William subió al coche, lo puso en marcha y se dirigieron a su casa ante la fría mirada de Mannheim.


Miranda salió de casa de los Davidson y se encontró a Willy sentado en las sillas que estaban en la terraza. Se acercó.
—Willy yo...
—Perdóname, no tenía que hacerlo.
—No me lo... esperaba.
—Lo siento, al menos espero que no sea tu primer beso, porque para mi lo es.

En ese instante unos pasos llamaron la atención de ambos. Al Bartowsky se aproximó a la casa para despedirse de los Davidson.
—¿Y los demás, Willy? —miró a Miranda—. Oh, creo que no nos conocemos. Soy Al Bartowsky —le dio la mano y ella le correspondió el gesto sin ganas.
—Mis padres salieron hace bastante rato, supongo... mi hermana con su novio, por ahí por el mundo.
—Esto, ya... el ambiente parece tenso, ¿eh? Me voy, despídeme de tus padres y si ves a Silverman dile que me busque... que me va a encontrar —nadie rió la gracia y decidió marcharse cuanto antes—. ¡Hasta pronto!

Willy se quedó mirándolo mientras se alejaba.
—Qué hombre más raro —susurró. Miró a Miranda y luego desvió la mirada.
Ella quería decir algo, pero no lo hizo. Se quedó en silencio unos segundos a su lado y se fue con paso lento.
Kara miró con su visión de rayos X para verlo todo desde el avión. Estaban ahora a la altura máxima que alcanzaría el aparato en el viaje a Sidney. Miró varias veces hacia la cabina. Se aburría tanto que se dedicó a escudriñar con su vista los objetos que la gente portaba consigo. No había armas ni nada por el estilo, cosas que en un aeropuerto no pueden pasar por la aduana. Pero había tenedores y cuchillos que las azafatas repartían a los que habían pedido algo para comer. Era irónico.
Pero cuando miró hacia una de las salidas, se fijó en el baño que había enfrente de ésta. Había alguien... pinchándose. Miró fijamente al hombre. De alguna forma había burlado la aduana para subir ¿droga? Era el tipo que había empujado a Daniel. Era él, sin duda. Podía ver sus facciones. Entonces descubrió que, en efecto, ya lo conocía, y eso la asustó.
—¡Julian! —susurró Kara quitandole a su novio los auriculares.
—¿Pero qué te pasa, Kara? ¿No sabes que estoy escuchando Simple Plan?
—Claro que lo sé, pero lo que tienes que escuchar de mí te va a molestar más que la interrupción.
—¿Qué pasa, chicos? —preguntó Daniel.
—Julian, ¿te acuerdas de los drogadictos de la kryptonita de los que te hablé?
—Sí, ¿por?
—He visto uno de ellos aquí mismo, en el avión.
—Se habrá rehabilitado —Julian volvió a ponerse el casco que colgaba. Kara volvió a quitárselo.
—No seas así, ojalá fuera tan simple. Se esta drogando en el baño. Y ya me ha mirado mal, ha empujado a Daniel y no creo que fuese sin querer...
—¿Ese hijo de p...?
—Papá, por favor —interrumpió Julian—. ¿Estás segura, Kara? Digo... podrías estar soñando... o quizás sea un efecto de lo que te hizo la nave...
—Está bien, si no vas a hacer nada tú, iré yo misma a preguntarle si es una ilusión o es de verdad —el sarcasmo de Kara denotó lo desquiciada que estaba.
Se levantó, se marchó hacia el baño y esperó a que el hombre saliera. La puerta empezó a abrirse y el hombre apareció antes sus ojos. Sin duda era él. ¿Cómo se llamaba? Kara creía recordar que era líder de aquella banda. ¡Cameron Dasther, sí, el líder!
—Parece que me has reconocido.
Kara ocultó su sorpresa un poco y contestó.
—¿Qué haces aquí?
—Siguiéndote, claro. Una vez que te vi en el aeropuerto no pude evitar cambiar mi billete y salir a... Sidney... ¿Para qué demonios queréis ir a Sidney?
—Para acabar con gente como tú. ¿Para qué va a ser?
—Dime una cosa, zorra... ¿Qué tal tu hermanito? A diferencia de él y mis compañeros, finalmente pude controlar esta adicción y créeme, es muy útil.
—¿Controlar? —Kara se puso nerviosa—. De eso nada, estás chutándote en un avión, está claro que no puedes esperar.
—No lo hice por necesidad.
La cara de Cameron demostraba demasiada confianza. Kara se alejó medio paso. No era confianza, era avidez. Estaba preparado para conseguir lo que fuera... y eso quizás fuese...
Julian se puso en medio de ambos.
—Oh, ¿Y tú? ¿Un aliado?
—Aquí no puedes hacernos nada. Somos dos contra uno, y lo tuyo no dura para siempre.
—Así que te estás guardando las espaldas con otros fenómenos, ¿eh? A ver que tan freak eres.
Cameron aferró el cuello de Stanopen y lo empujó hacia atrás, ni Kara pudo detenerlo, no sin hacer daño a su novio. Llegaron hasta la puerta que estaba a sus espaldas y Dasther le dio un fuerte golpe para abrirla. El lugar se despresurizó irremediablemente y Julian no tuvo tiempo para sujetarse a nada. El avión se tambaleó mientras Kara veía horrorizada que era expulsada al exterior al igual que su novio y ahora también Cameron, puesto que Kara no le dejó sujetarse a nada.
En el avión las cosas se pusieron difíciles, pero en pocos minutos lograron estabilizarlo y mantener a salvo a todos los pasajeros, los cuales ahora estaban alterados. Algunos habían podido ver cómo caían tres personas. Daniel se quedó paralizado ante aquello.



Daniel Stanopen estaba sentado en uno de los muchos bancos de la terminal del aeropuerto de Sidney. Con las manos tapando su cara, recordaba una y otra vez la imagen de su hijo cayendo al vacío. La esperanza de padre que le decía que Julian era inmortal se desvanecía por completo. Chocando en el agua con una velocidad de 200 kilómetros por hora, nadie puede sobrevivir. Pensaba que jamás volvería a ver a su hijo.

Se levantó del banco y capturó todo el equipaje de los Stanopen y de Kara. Sabía que la chica estaría bien, pero se la imaginaba perdida en medio del océano buscando a Julian.

Sin saber que hacer, salió del aeropuerto, pidió un taxi y se acercó a la casa de su nuevo hijo James. Mientras,se puso la música de Julian con los auriculares.



James Brightside estaba al lado de Christopher concentrándose para saber dónde estaba Daniel. Christopher miraba atentamente a su hijo y a sus otros invitados.
—¿Ves algo? —dijo Christopher al ver la expresión de James.
—Daniel ya está en Sidney. Daniel... viene con un vehículo. Creo que no sabe que Julian y Kara están bien, está muy nervioso. Espero que se acuerde de nuestra nueva dirección. Oh, sí, si estaba más cerca de lo que pensé... —rió un momento—. Daniel ya está aquí.
Sus invitados esbozaron una sonrisa pero no dijeron nada.

El taxi aparcó en la entrada de la casa de los Brightside. James salió y saludó a Daniel. Esperó a que el taxi se fuera para hablar con él.
—Rápido, entra. No puedo abrir el campo de fuerza por mucho tiempo.
Daniel obedeció aunque no entendió nada y entró rápidamente a la casa donde se encontró con Christopher y se encararon.
—¿Así que tu eres el desgraciado que dejó preñada a Selena y luego se largó, no?
—Sí —dijo Daniel sin más miramientos.
James intervino.
—Daniel. Tienes que ver a alguien, e intenta tranquilizarte.
Daniel logró ver a las personas que ya estaban allí con James y Christopher y casi se deja caer de rodillas al ver a Julian vivo y en perfectas condiciones al lado de su poderosa novia.
—¡Julian! ¡Kara! ¿Cómo…?
—Ven, papá, te lo contaremos. Luego, James nos pondrá al corriente de lo que pasa aquí.



Horas antes…

Julian no sabía qué ocurría, no podía pensar con claridad. Le dolía el cuello y apenas se atrevía a abrir los ojos. Caía. Estaba cayendo y eso empezó a desesperarlo. Siguió con los ojos cerrados, pensando en si podría parar la caída con ráfagas de viento.
Imposible, estaba demasiado alterado para lograr concentrarse. El corazón le latía a mil por hora y a cada momento sentía que su mente divagaba más y más hasta no ser conciente de la situación.

Cameron había colpeado a la chica al salir despedidos del avion y aun así no había sido capaz de sujetarse a nada para no caer. De esta no se salvaba. Kara estaba a pocos metros de él, aturdida y sin darse cuenta de la situación. su pelo ocultaba parcialmente su rostro y su ropa ondeaba violentamente contra su cuerpo. Con los ojos entreabiertos, miró con cierta indiferencia el avión que se alejaba, no le importaba si los pasajeros se encontraban bien, le daba igual que un asesino drogadicto superfuerte estuviese cayendo cerca de ella, ni siquiera le importaba que estuviese cayendo ella misma.
Entonces oyó una voz lejana, la llamaba. Su mente empezó a salir de la oscuridad y abrió bien los ojos, percatándose de todo, del problema que tenía sobre y debajo de ella. Volvió a oir su nombre. Se miró la muñeca y vio que tenía puesto el brazalete... no recordaba habérselo puesto, quizás antes de enfrentarse al freak... ¿en el avión? No lo recordaba, pero ahí estaba. Oyó un nuevo susurró en su cabeza. Las nubes, el lejano avión, el viento... ¡El viento! Tenía un comportamiento demasiado extraño. Empezó a soplar más fuerte y a arremolinarse. ¡Julian! Debía ser él.
Logró verlo pero... estaba inconsciente. No podía ser él el culpable de ese comportamiento atmosférico... ¿o sí? Era como si se hubiese descontrolado. ahora caían describiendo círculos. Sin duda se debía a su novio, aunque estuviera fuera de juego.
"Kara... ", volvió el susurró.
Estaba tan tensa y desesperada que no pudo evitar que las lágrimas saltaran a aquel vasto mundo loco de vientos y nubes.
—¿Qué puedo hacer?
Julian atravesó una nube y Kara lo perdió de vista. Al atravesar la misma nube, todo quedó gris un instante.
Le vino un recuerdo de un verano. Ya hacía muchos años. Kara estaba con su hermano y su padre en el jardín de detrás de su casa debajo de la sombra del olmo. Los tres jugaban al beisbol. La fuerza de Kara aún no se había notado. Willy siempre caía cada vez que intentaba batear la pelota que le lanzaba su padre. Lloraba y se volvía a levantar, como si no hubiera pasado nada. Kara recordaba la mirada de su padre al ver a sus hijos llorando. Entonces, recordó perfectamente una escena. Un gorrión salió del olmo y se dirigió en el interior de la casa, queriendo entrar por la ventana, que estaba cerrada. El pájaro chocó violentamente con la ventana y cayó inconsciente al suelo. Padre e hijos dejaron de jugar. William capturó con mucho cuidado el animal. Parecía que iba a morirse de un momento a otro. Kara y Willy se acercaron al pajarito.
—¿Qué le ha pasado al pajarito, papá? —dijo Kara triste.
—Ha chocado contra la ventana, hija. Ha creído que estaba abierta.
Entonces Kara capturó el gorrión en sus manos bajo la atenta mirada de Willy, que parecía tenerle algo de miedo al animal. De repente, el pájaro empezó a moverse y voló hasta desaparecer en el horizonte.
—¡Mira papá! ¡Vuela! —dijo Willy muy contento—. ¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela!
—¡Vuela!
—¡Vuela!
—¡Vuela!
"¡Vuela... Kara!"
—¡Está bien, maldita sea! ¡Está bien!
Ahora su mente imperaba y todo razonamiento le decía que debía intentar seguir el consejo que se repetía una y otra vez en su cabeza. ¿Estaba preparada para hacer algo más que caer?
Kara volvió a ver a Julian a varios metros debajo. Sin pensarlo dos veces, impulsó el viento de tal manera que llegó al chico en unos minutos, lo capturó para que no cayeran, pero el impulso de Kara hizo que aumentara la velocidad. Kara recuperó la consciencia.
—Kara...
—Voy a salvarte, Julian —dijo Kara haciendo otro impulso, esta vez horizontal.
Pasó un brazo de Julian sobre sus hombros para poder sostenerle. La velocidad empezó a disminuir hasta llegar a escasos centímetros del océano, donde se detuvieron.
—Vale, Kara —dijo Julian un poco aturdido—. ¿Cómo...? Estás... volando.
—Todavía lo estoy asimilando, Julian... —contestó con una sonrisa nerviosa.


—En realidad, venir luego aquí fue mucho más fácil aunque no tuviésemos muy claro cómo llegar hasta aquí —confesó Julian tras contar lo que había sucedido—.
—Lo importante es que ambos estáis bien —dijo Daniel, sentado en frente el ellos—. Vaya... Kara, si no te hubiera visto volar hace meses en esta ciudad estaría mucho más sorprendido —rió Daniel por un momento—.
James había oído la historia sin dejar de sorprenderse por todo, aunque había una parte que había podido verla por sí mismo, o por o menos percibirla de algún modo. Pronto, le llegó el turno a él de explicar cuál era exactamente la situación en Sidney.
—Gabriel Silverman nos dijo que había estado aquí y que había problemas... pero no dijo mucho más.
—Silverman —repitió James—. Sí, el Chico del Universo... después de lo del Omegahedron, volvió un par de veces. Aunque la última vez me dijo que él nunca había vuelto.
—Será por su doble —explicó Julian—. Pero ahora está muerto... y Gabriel, desaparecido.
—Lo del doble me lo dijo, sí... así que desaparecido, ¿eh? Supongo que es normal.
—No suele desaparecer cuando dice que va a hacer algo —recordó Kara—.
—En fin —continuó James—. El tema es que... desde el suceso del Omegahedron, solucionamos el problema que suponía mi madre para todos nosotros... pero provocamos otros problema. Muchos, en realidad.
—¿Por eso creaste un campo para proteger tu casa? —Preguntó Daniel.
—En efecto. Mi padre no puede permanecer solo porque no tiene cómo protegerse de... esas personas.
—¿Qué personas?
—Gente como vosotros —respondió Christopher—. Mi hijo tiene el don de su madre... pero yo no tengo nada eso, no tengo protección si estoy solo, es un asco de situación.
—¿Y por qué esas personas quieren haceros daño? —Preguntó Kara.
—Porque durante semanas me dediqué a encontrarlos y poner en su sitio a los que usaban su habilidad para cosas por legales —explicó James pasando una mano sobre su cabeza.
—¿Y cuál es el problema ahora? —inquirió de forma brusca Julian—. Ahora se te va de las manos, ¿no?
—Surge gente cada vez más poderosa —admitió James.
—No me extraña... —susurró Kara. luego alzó un poco la voz—. El Omegahedron proporciona energía a toda una ciudad, aumentaba muchísimo los poderes de tu madre y parece que le dio habilidades sobrehumanas a mucha gente de por aquí.¿No?
—Ésa es mi teoría, y eso mismo decía Silverman. Estoy al corriente de los casos extraordinarios en Smallville y alrededores, pero estos casos son más especiales que esos. Son más... más...
—Extraordinarias —apoyó Daniel—. Es lógico, el cristal aquel debía ser mucho más poderoso que los fragmentos de meteorito que cayeron en Smallville.
Kara se levantó de golpe. sus sentidos captaban una vibración más allá de las simples ondas sonoras. James se sintió de repente amenazado. Julian se dio cuenta de lo tensa que estaba su novia.
—¿Qué ocurre, Kara?
—Están intentando forzar mi protección —fue James quien contestó.
—¿Cómo?
—Hay dos chicas... muy poderosas... Elle y Mary Waittel, hermanas. Mi padre tiene la certeza de que controlan...
—El espectro electromagnético —susurró Kara—. No puedo yo percibo el espectro de la luz visible como todos pero además otros tipos de ondas como los rayos X. Sé reconocer cuando son alteradas las ondas.
—¿En serio? —dijo Christopher—. Interesante. Entonces yo tanía razón.
—¿Y qué tiene de especial poder controlar eso? —quiso saber Julian.
—Pueden alterar la percepción visual de una persona haciéndola confusa e incluso dañina. Pueden usar las microondas para hacer daño, radiaciones fuertes para lo mismo, ondas de radio para interferir en comunicaciones... Y no sé si son malas o buenas personas, pero intenté obligarles a dejar de usar sus poderes para su propio beneficio y... no se lo tomaron nada bien.
—No me extraña que se comporten así... —dijo Kara—. Aunque... yo no veo a nadie allí fuera.
—Entonces es que están las dos juntas —explicó Christopher—. Así tienen un radio de acción más amplio. De todas formas, no pueden hacer nada dentro de nuestra protección.
—Os equivocáis —contradijo la kryptoniana—. Pueden rastrear, percibir... saben que estamos aquí.


El teléfono sonó en casa de los Brightside y Kara se sobresaltó. Estaba tan concentrada que la asustó.
—Es sólo el teléfono. Ahora atiendo —dijo James saliendo del salón en que estaban y dirigiéndose al aparato. Descolgó el auricular—. ¿Diga?
—Ahora pides ayuda a extranjeros, ¿no? —dijo una voz femenina—. Que sepas que no dejaremos que nos molesten nadie más, acabaremos con tus amigos, James Brightside, empezando por la niñata voladora.
James palideció, era cierto, sabían lo que ocurría. Kara palideció también en el salón, algo que su novio tomó como un muy mal presagio.

Escritores: Bertu, Keidell y Litz_marisa
Guionistas: Bertu, Elementokr36, DaNiELa09, Keidell y Litz_marisa
Última edición por elementokr36 el Mié Mar 04, 2009 9:32 pm, editado 4 veces en total.



litz_marisa
Smallville
Smallville
Mensajes: 2266
Registrado: Lun May 26, 2008 3:17 pm
Ubicación: España, Madrid

Mensaje por litz_marisa »

2x13: Hermanas Waittel
El asunto era delicado. Kara pensó repetidas veces en que podría salir a buscar ella sola a las hermanas Waittel. ¿Qué podrían hacerle?
Julian, Daniel, James y Chistopher no decían palabra. Se miraban unos a otros sin saber qué hacer. Podían salir a buscar a esas chicas que representaban un potencial peligro, o bien podían quedarse todo el día sin hacer absolutamente nada.
—Oh, vamos —dijo Kara rompiendo el silencio—. ¿Es que vamos a quedarnos aquí sin hacer nada?
—¿Puedes ver a las hermanas? —Le preguntó Daniel
—No.
—¿Puedes oírlas?
—No lo sé.
—¿Tienes alguna idea de cómo dar con ellas?
—No, ¡NO! Pero quedarnos aquí sin hacer nada no es ninguna opción
—Es cierto, pero no vale la pena intentar nada por ahora —dijo Christopher—. Pero a pesar de los poderes que tú tengas, si no las ves usando cualquier visión que uses...
—¿Por qué no las voy a ver?
—Una parte de las ondas electromagnéticos es la capacidad de crear confusion sensitiva en cualquier persona u objeto receptor de esas ondas. Imagínate que intentases acercarte sin ver nada... y que te atacaran con radiaciones fuertes.
—Dudo que me afectase demasiado.
—¿Y si pueden irradiar kryptonita? —Preguntó Julian preocupado.
Kara se quedó callada. James sintió más intentos de intrusiones en su campo protector.
—Lo intentan de nuevo. Quieren que demos la cara.
—¿Crees que si no les hubieras dicho que no usaran sus poderes esto habría pasado de todas formas? —Le preguntó Daniel a James.
—¿Insinúas que esto es culpa de mi hijo? —dijo Christopher a la defensiva.
—No importa papá. Puede que sí sea mi culpa. Les dije que si usaban su poder se arrepentirían tarde o temprano... pero yo hablaba sólo de usar el poder para hacer daño... no me interpretaron bien.
—Eso ahora no importa. Si sus intenciones son puramente maliciosas —añadió Julian—, debemos acabar con esto como sea de la forma que mejor nos parezca... si sólo es un malentendido lo mejor será hablar con ellas cuanto ante.
—¿Cómo? —cuestionó Daniel— No dejarán que nos acerquemos. Están más a la defensiva que Christopher.
El padre de James le dedicó un gesto irrespetuoso.
—Papá, por favor —dijo James—. Da igual como sea, pero si logro acercarme lo suficiente, podré paralizarlas con magia. No es mucho mi control, pero si estoy a pocos centímetros, podré.
—Ahroa el asunto es cómo acercarnos —dijo Julian mirando a su alrededor sin encontrar a quien buscaba—. ¿Dónde está Kara?
Todos comprobaron que ya no estaba. Había salido de la casa.

Willy intentaba digerir la pizza que calentó en el microondas. Aún recordaba el beso con Miranda. En realidad no la quería. “Huye de la situación, huye”; pensó Willy al oír las palabras de Harper. ¿Cómo se habría dado cuenta que sentía algo por Kara? ¿Acababa de llegar y ya lo había notado?

Willy se rió al darse cuenta de la estupidez del asunto. Pensándolo bien, el beso no fue nada mal. ET había subido a la mesa y hacía compañía al joven Davidson.

El coche familiar de los Davidson aparcó lentamente en la entrada de su casa. William y Emily tardaron varios minutos en salir. Willy esperaba a que sus padres entraran para recibirlos.

William abrió la puerta, que emitió un pequeño chirrido. Willy pensaba que su padre lo regañaría por dejar subir a ET a la mesa, pero hizo como si no estuviera.
—Papá ¿Por qué vas vestido así? —dijo Willy fijándose en la vestimenta de su padre. Una chaqueta y pantalón rojos con una camisa blanca—. Parece que vengas de un entierro.
En aquel momento Emily entró bajo la mirada de su hijo.
—Venimos de un entierro, Willy —dijo William mirando a su esposa.

El hijo dejó de comerse la pizza y se levantó.
—¿Quién ha muerto? ¿Lo conozco?
William y Emily se miraron.
—Tu... abuelo —dijo Emily rompiendo a llorar.
Willy comprendió la situación. Padre e hijo se abrazaron a Emily.


En el hospital de Grandville, Sarah y Miranda Harper salían acompañadas de Nolan, que finalmente había recibido el alta.
— Chicas — dijo alejándose Nolan. Caminaba con una muleta que llevaba con cierta habilidad— . Yo puedo solo.

Nolan bajó las escaleras solo bajo la mirada de las dos mujeres.
— ¿Qué hay en el almuerzo? — dijo Nolan tomando aire.
No lo sé... los Davidson no nos pueden invitar... no están — dijo Miranda.
— ¿No están? Bueno, no les molestemos... desde nuestra llegada su casa parecía un hostal.
Miranda rió levemente.
— Voy a buscar el coche, esperadme aquí — dijo Sarah.

Nolan y su hija se quedaron solos. El silencio no les gustaba.
— ¿Qué has hecho hoy, hija? — dijo Nolan para romper el silencio.
Miranda no respondió. Sarah llegó con el coche y los dos subieron.


Kara recorrió la manzana una y otra vez, observando los alrededores con sus diferentes visiones. No veía nada inusual a no ser por algunos sectores que parecía algo difusos, incluso para su visión. Era como si hubiese una pantalla refractando la luz y otras ondas haciendo que su percepción fuese confusa. Pero no era un sólo lugar el que se veía así, el barrio entero estaba lleno de esos pequeños sectores difusos. Era obra de las Waittel, sin duda. Como si fuera, poco, esas especies de interferencias visuales se movían, no eran estáticas.
Algunas pasaban muy cerca de ella. Por eso se mantenía cautelosa. Oyó que la llamaban desde una de las casas, la de James. Habían tardado en darse cuenta de su ausencia. De repente, empezó a oír pasos y latidos de dos corazones aproximándose. miró a su alrededor y vio que varias anomalías visuales se acercaban a ella. Entonces reparó en dos presencias que reconoció como las Waittel.
—Holas, niñata voladora — dijo una voz mientras una de las anomalías descubría a dos chicas.
No le dieron tiempo a hacer nada antes de ser atacada por radiaciones de diferentes tipos. Su ropa empezó a estropearse, pero ella seguía en pie, aunque retrocediendo.
—¿Qué...? ¿Qué pasa? —Kara al principio no comprendía lo que ocurría, claro que nunca había visto nada parecido.
Cuando se dio cuenta de que no le pasaba nada, recuperó la confianza en sí misma. Empezó a acercarse a ellas.
—Es hora de paréis esto, chicas.
—¿Por qué no le pasa nada? —preguntó incrédula una de ellas.
—Es obvio que que no le afecta esto, Mary —contestó su hermana mientras sonreía—. Es hora de poner en práctica el siguiente nivel.
Una onda expansiva detuvo el avance de kara y deterioró un poco más su ropa. Quedaría destruida con dos o tres ataques más como ése.
—Maldita sea —masculló Kara—. Todo el mundo se empeña en destruir mi vestuario.
—Vaya, no le pasa nada —se quejó Mary.
—¡Otra vez! —gritó su hermana
Otra onda expansiva surgió de ellas y devastó unos cuantos metros a la redonda. Pero Kara no esperó. Miró hacia el cielo y de un salto despegó antes de ser alcanzada por la rápida onda y se elevó hacia las nubes a supervelocidad.
Las hermanas se quedaron extasiadas.
—No sólo vuela... es rápida —observó Elle.
—Elle... quizás esto no sea buena idea. A ella no podemos hacerle nada.
—A los otros sí. Nadie va a impedir que usemos nuestro poder.
—Es cierto. El campo protecto de James está cerca —Mary miró en dirección a la casa de Brightside—. Vamos.
Elle la siguió a paso seguro mientras ocultaban su avance con una multitud de anomalías por todo el barrio que las cubrían.


Lex, como muchas veces, estaba sentado en el sillón de su despacho observando atentamente su portatil con una copa de whisky en la mano. Un guardia de seguridad entró en la habitación y advirtió a Lex de una visita. Luthor dio permiso para que pasara. Una chica rubia entró decidida en el despacho, agarrada a su bolso y observando los enormes vitriales que se encontraban detrás de Lex.
—Chloe —dijo Lex cerrando el portatil y levantándose—. ¿Te has perdido?
—He estado investigado...
—Que novedad —interrumpió Lex que aprovechó la situación para terminarse la copa—. ¿Estabas investigando... y?
—He encontrado un proyecto de la LuthorCorp. El proyecto MK. ¿Te suena, verdad? —dijo Chloe sacando unos informes de su bolso y ofreciéndolos a Lex que casi no los miró.
—Puede.
La chica no sabía que contestar al joven multimillonario y se quedó callada unos segundos.
—Han investigado con personas, y si han aplicado las investigaciones que he encontrado, han convertido a hombres en monstruos.
—Señorita Sullivan —dijo Lex dejando la copa en la mesa—. Primero, ese proyecto lo lleva mi padre, y segundo, no se meta donde no debe.
—De eso quería hablarte —dijo la chica tajante—. No lo lleva solo Lionel el proyecto. He revisado los historiales de los empleados que trabajan en ese proyecto y he encontrado a un mafioso.
Lex miro sorprendido a Chloe.
—Sigue.
—Se trata de Bruno Mannheim, contratado hace poco. En su historial, trabajaba en una de las empresas que el mafioso Morgan Edge tenía a su propiedad.
—Muchos trabajaban con Edge... tenía miles de empleados en sus empresas.
—Cierto, pero... —Chloe buscó en su bolso y sacó una fotografía—. Tengo esto.

La fotografía mostraba a Mannheim completamente de negro entrando en un edificio de Metrópolis. Aparentemente, no aportaba nada.
—La he tomado hace pocas horas. Se dice que Edge tiene una especie de sede en el interior de este edificio —dijo Chloe.
—¿Mi padre colaborando con la mafia? Claro ¿Quién sino? —dijo Lex observando detenidamente la fotografía.
—Morgan Edge y tu padre tienen mucho en común.
—Escucha Chloe, ese proyecto puede ser peligroso. He visto a su hombre —Lex agarró a Chloe por los brazos—. Debes apartarte de esto. Voy a encargarme yo.
—Pero Lex...
—Es muy peligroso. Ya sabes la salida.
Chloe asintió y salió del despacho, dejando la fotografía de Mannheim en manos de Lex.
Bruno Mannheim abría las compuertas de la cambra de Multikill mientras se desacía el nudo de la corbata. En el interior, se encontró con MK probando su nuevo poder. Con la forma del difunto padre de Bruno.
—Oh, papá —dijo riéndose Bruno quitándose definitivamente la corbata—. Que bueno verte, creía que estabas enterrado.
—No seas así... —dijo algo incómodo Multikill.
—¿Qué? —dijo Mannheim sorprendido—. Bueno ¿Qué haces con la forma de mi viejo? Veo que sigues con tu voz.
Efectivamente, Multikill no había cambiado la voz.
—Me he transformado en ese cuerpo porque era un desafío para mi.
—Lo he entiendo... Viste a mi padre poco tiempo y querías acordarte de él —dijo Bruno mientras se ponía la bata.
—No, la imagen se quedó gravada en mi cerebro, ese no es el problema. Simplemente... es... complicado.
Mannheim salió riéndose de la habitación y volvió con dos cafés, aún manteniendo la sonrisa.
—Que sentimientos más nobles, MK. ¿Quieres? —dijo Mannheim ofreciéndole un café.
—No gracias.
—Vale, te lo dejo aquí. Sabes MK. El hombre que mataste no es solo mi padre.
—¿Quién es? ¿Un mafioso también?
Mannheim mandó a callar a Multikill. Afortunadamente para él, no había nadie allí. El enfado de Bruno era considerable.
—Mata a... —dijo lentamente Mannheim.
—No, por favor —dijo alertándose Multikill.
—Lo que te decía, mi padre era alguien más. El abuelo de Kara.
—¿Qué? —dijo Multikill incrédulo—. ¿Por qué no me lo habías dicho?
—No lo sé, MK... quizás se me olvidó —dijo Mannheim volviendo a sonreir y saliendo de la habitación. Multikill golpeó la pared, enfurismado, al ver el café y darse cuenta de la soledad del lugar, decidió salir fuera ahora que no lo miraba nadie.

Música: Boys Like Girls - The Great Escape

—Vamos, no dejemos que Kara se enfrente sola a dos desconocidas poderosas —dijo Julian saliendo por la puerta.
—No, Julian, espera —James salió tras él. Lo siguieton los otros dos adultos—. Por lo menos déjame protegernos con mi campo.
Tras un breve instante de concentración, James protegió al grupo mientras salían a la calle.
Vieron unas cuantas anomalías a su alrededor. Julian se sorprendió.
—¿Así es como se ocultan? Es increíble.
—Sí... pero no dejes que se acerque ninguna de esas manchas... —advirtió James. Pero había algo más que le preocupaba—. Mira papá.
—Wow... las anomalías cada vez son menos notorias. Como sigan así, no les va a hacer falta crear tantas perturbaciones en las ondas... con una ya se ocultarán definiticamente.
—Menos mal que alguien se da cuenta —dijo una voz un tanto lejana.
—Ésa es Mary Waittel —avisó James.
—Y ésta, Elle, mucho gusto.
Una terrible onda azotó el campo de James, pero resistió. Lo único que se veía era una onculación de todo alrededor. Sólo era un ataque de distracción, para dificultar la percepción visual de los cuatro.
Todo se volvió confuso y en penumbra a su alrededor
—Es por esto que es imposible acercarnos a ellas —susurró Daniel—. Este poder es interesante.
—Esa no es la palabra que yo usaría —masculló Christopher.
Julian se concentró y para mover el viento con violencia. La protección de James empezó a fluctuar.
—¡Para, Julian! —le ordenó el brujo—. No puedo soportar un ataque externo y uno interno.
—¿Qué clase de protección es ésta? —se quejó Julian.
—¡Sin ella quedaríamos fritos por microondas o radiaciones de cualquier tipo! —apoyó Christopher a su hijo.
—Callad —opidió James. El ambiente se tornaba hostil con sus discusiones, pero él estaba intentando algo nuevo y precisaba concentración. Cerró los ojos.
De repente, las anomalías empezaron a desaparecer una a una.
—¿Qué hace este idiota? —se quejó elle desde algun lugar.
—Nos está impidiendo usar el poder, Elle. ¡Ataquemos ya!


Lionel Luthor estaba tramitando los últimos papeles para llevar a cabo otra de sus investigaciones. Ahora, la puerta del almacén 361 se había abierto y los transportistas sacaban cuidadosamente una capsula del tamaño de una persona aproximádamente. Consiguieron traer el objeto hasta el camión de la LuthorCorp con muchas dificultades.
—¿Está todo, señor Luthor? —preguntó el transportista cerrando las puertas del almacén.
Lionel asintió.
—En dos o tres días llegaremos a Seattle con todo el material del almacén 361.
—Que así sea.
El transportista se despidió, cerró las puerta del camión y se largó.
—Señor Luthor —dijo Mannheim saliendo de las instalaciones—. Multikill ha desaparecido.
—¿Otra vez? —preguntó incrédulo Lionel.
Mannheim y Luthor entraron con paso decido a las instalaciones de la LuthorCorp, dirigiéndose a la sala de ordenadores.
—Hay una cosa que debería saber, señor Luthor. Puse un localizador a MK, pero ahora puede cambiar de forma. Quizás no lo encontremos.
—Ha de haber un modo —dijo Lionel algo desesperado—. No puede estar fuera de estas paredes. ¿Dónde podría estar?
—Me temo que lo sé.


Las hermanas Waittel habían quedado totalmente al descubierto. En el barrio de James y Christopher todo estaba tranquilo hasta que un temblor empezó a molestar a los vecinos. En la calle, la radiación concentrada en una zona específica era tan intensa que el suelo se resentía. Además, las ondas expansivas eran atronadoras. La protección de James no iba a durar mucho más así. Julian se arriesgó y salió de la protección en la dirección opuesta a las hermanas. Entonces empezó a controlar el viento con toda intensidad.
Era difícil, pues no quería dañar las casas del vecindario.
—¡Julian! —vociferó Daniel—. ¡No seas idiota, pueden matarte!
—Tengo más resistencia que una persona normal.. y además...
Se concentró sin más tardanza y el viento movió todo alrededor del campo de Brightside.
Las hermanas se distrajeron y su radiación desapareció. Stanopen estaba teniendo un cierto éxito. Unos cajones de madera salieron volando hacia ellas. Una onda expansiva quemó e hizo estallar el objeto.
Volvieron a concentrarse. Julian no pudo hacer más, debía volver antes de que lo atacasen con radiaciones insoportables.

Kara miró su ropa, que apenas tenía daños, pero estaba ennegrecida y arruinada. Miró hacia abajo y se sorprendió al ver a las Waittel completamente visibles y a Julian corriendo hacia James y los otros. quizás estuviese fuera de la protección.
—¡Oh, no, Julian!
Las hermanas iba a atacarlo, no había duda. Kara usó su visión telescópica y se centró en un brazo de Mary. su visión calorífica hizo el resto.

Mary chilló de dolor y masculló una maldición. Elle perdió repentinamente concentración y, por ello, también el equilibrio. Mary miró hacia el cielo. Estaba segura de quién había sido la culpable. La temperatura empezó a aumentar en el pavimento. Algunas piedritas diminutas estallaron.
—¿Pero qué hace? —se quejó Elle.
—Kara nos está ayudando —dijo Julian entre susurros. Como no la veía por ningún lado, sóllo se le ocurrió mirar hacia donde miraba Mary, arriba.
—¿Está volando otra vez? —Preguntó Daniel.
En respuesta, la chica descendió rápidamente hasta posarse en la calle delante de Mary, que ayudaba a su hermana mientras se apretaba el brazo, sobre la quemadura.
—Mira que eres hija de p... —dijo Elle antes de que una fuerte resaca de viento las lanzara más allá de la acerca, atravesando una cerca y cayendo inconscientes por el golpe.
Kara miró a Julian, sorprendida y un poco disgustada con eso.
—¿Qué? ¡Quisieron freírme! —se excusó Julian.


Chloe Sullivan se había sumergido desde hacía horas en su ordenador de La Antorcha para seguir investigando respecto al Proyecto MK. Era horrible lo que había hecho ahroa la Luthor. Ya sabía hasta qué punto habían llegado con esa investigación, pero ahora veía que no era lo único que se proponían hacer. Todo lo que Lionel ocultaba, era terriblemente serio, horrible, inhumano.
Se filtró en los ordenadores de la Luthor con mucha dificiltad, pero siempre procurando tapar sus huellas. Nunca se darían cuenta de que ella había fisgoneado en ellos a menos que la buscaran precisamente por los pocos sectores de la infinidad de sistemas en los que se había colado. De todas formas, si bien estaba haciendo algo ilegal, los proyectos de Lionel, algunos a nombre de su hijo, tapaban toda ilegalidad ajena con sus propios trapos sucios.
El ser que habían creado ahora era prueba de ello. Era un ser realmente temible. Logró encontrar un informe secreto en los que se detallaba un aspecto más que terrorífico: la cantidad de poderes que tenía ahora ese monstruo y la facilidad con la que se hacía con más habilidades. Cuando vio el nombre de uno de los asimilados, se escandalizó: Will Palace, alias Damned. Todavía no habái olvidado sus ojos inyectados en sangre mientras la obligaba a sacar información para él.
Lo primero que se le ocurrió hacer fue tomar el teléfono movil y marcar un número en especial. No podía callarse todo eso, necesitaba confiárselo a un amigo, su mejor amigo.
Oyó el saludo desde el otro lado del teléfono y rápidamente habló ella:
—Clark, ven a verme a La Antorcha, necesito contarte una cosa.


Elle despertó y vio que su hermana la miraba enfadada. En realidad, no era con ella que estaba furiosa, sino con la situación.
—Debimos ser más fuertes, Elle —dijo Mary con pesar—. Ahora nos quedaremos sin poderes.
—¿Y qué podíamos hacer? Había que intentarlo.
James las miró con detenimiento procurando no perder la concentración. Estaban ahora todos en su casa, con las Waittel inmovilizadas en cuerpo y habilidad, sentadas en unos sillones. La protección de Brightside se había convertido en solamente una prisión para ellas.
—Nadie os va a dejar sin poderes —dijo Kara.
—Eso es lo que dijo Brightside —masculló Elle.
—Mi hijo nunca tuvo el don de la comunicación —dijo Christopher.
—Cierto, sólo dije que no dejaría que utilizarais los poderes para hacer maldades.
—No fue eso lo que dijiste —se quejó Mary—. ¡Maldito embustero, querías que desaparecieran nuestras habilidades!
—Si eso quisiera ya no las tendríais.
—¿Será cierto eso? —susurró Julian a Kara. Ésta se encogió de hombros.
—No nos importa. En cuanto escapemos de ti, te vas a enterar.
Kara apareció delante de ellas en un instante.
—No parecéis malas chicas. ¿Por qué nos atacáis?
—Porque estos poderes son lo mejor que nos ha pasado... y cualquiera que los amenace, lo sufrirá —contestó tajante Mary.
—Espera, Mary —intentó tranquilizarla su hermana—. Supongamos que os creemos y que no le pasará nada de nuestra habilidad...
—¡Elle! ¿No ves lo que nos están haciendo?
—Por favor, Mary —dijo James—. Sólo os estoy reteniendo. Y es porque desde hace semanas salir a la calle es un peligro constante con vosotras dos ahí fuera. Sólo queremos que esto acabe.
—¿Lo ves? —soltó Mary—. ¿Qué quieres decir con eso de "se acabe"?
—Sólo que os controléis —dijo Kara con suavidad—. Yo tengo muchas más habilidades que vosotras y nadie me persigue para quitármelas... creo. Pero es porque me controlo.
James empezó a sentirse extraño. Sus habilidades se descontrolaban.
—¿Qué pasa? —Le preguntó Daniel.
El teléfono sonó, haciendo que todos dieran un respingo. Christopher atendió. A la vez, James se debilitó y las hermanas quedaron totalmente libres. Se levantaron al instante y se pusieron una de lado de la otra, para aumentar su poder en caso de ser necesario.
—Esperad, no tenéis por qué hacer esto —dijo James recuperándose—.
—¿Qué te pasa James? Estás perdiendo facultades —se burló Mary.
—Tú, viejo —dijo Elle—, cuelga, haz el favor.
Christoopher miró a su hijo mientras hablaba por el aparato. No hizo caso a la chica. Colgó sólo cuando terminó la conversación.
—James, tu madre ha despertado.
—¿Qué? —dijeron Kara, Julian y Daniel a la vez.
—Por eso mis poderes... ouh....
Kara miró a la hermanas. No parecían molestas.
—Por favor, chicas —dijo Daniel—, no es buena idea que os pongáis a soltar radiaciónp or todos lados.
Las hermanas se quedaron en silencio. Se miraron y se apartaron un poco la una de la otra. James pareció aliviado ante eso. Su padre también.
—Está bien —dijo Mary.
—Nos mantendremos bajo control con una condición —añadió Elle—: nada de usar magia contra nosotras.
—Eso está hecho —dijo James—. Total... creo que ya no tengo.
—Entonces nos vamos. No se te ocurra hacernos nada, voladora —dijo Mary saliendo.
—No lo harás, ¿no? —susurró Elle a Kara.
—Claro que no... ahora largaos, vamos a tener otros problemas aquí.
Elle salió sin perder de vista a ninguno de ellos.
—Bueno —dijo Julian—, esto mejora. Ya no hay problemas con las Waittel... pero volveremos a vernos con la bruja de tu madre, James.


Gabriel estaba levitando sin gravedad en un espacio oscuro y con la noción del tiempo paralizada. Ya no sabía cuántas horas o días hacía que estaba ahí. No sentía nada más que vagas existencias fuera de ese universo, en el universo real. Entonces empezó a sentir a alguien cerca de él, en esa misma realidad. Multikill apareció y quedaron en silencio frente a frente durante un instante.
—¿Qué quieres ahora de mí? —dijo Silverman por fin.
—Debes avisar a tus amigos.
—¿Vas a dejarme salir?
—De eso nada —masculló el ser monstruoso. Paulatinamente, tomó la forma de alguien que Gabriel conocía sólo de vista—. Debes avisarle tu veloz amiga de mi existencia, de mi naturaleza, de mi verdadera identidad... y de que alguien que la conoce pretende matarla.
—Tú, he de suponer.
—Sí, pero no porque quiera, sino por deber y obediencia. No tengo otra opción, pero no quiero tener problemas con gente tan poderosa como ella.
—Haberlo pensado antes de meterte en su camino. ¿Cómo voy a avisar a nadie sobre esto si estoy aquí encerrado?
—A mí no me puedes engañar. Ya te las has arreglado para violar las vulnerabilidades de mi universo para enviar un sueño a tu amiga. No te costará nada hacerlo de nuevo.
—Si no quieres hacer daño a nadie, ¿por qué no avisas tú mismo? O más fácil... ¿Por qué no me dejas salir para que pueda advertirles antes?
—Nunca dije que no quiero hacer daño... quiero sus poderes, los necesito... y no te dejo salir porque no sé que le podría pasar a este universo si acabo contigo, pero no permitiré que alguien con mis poderes ande suelto por ahí.

—He visto y sé de lo que eres capaz... tiene el poder de Julian... y él está libre por ahí...
—No por mucho... si no les avisas.
Tras una horrible mirada de maldad y odio, la persona en que Multikill se había transformado volvió a convertirse en el monstruo que era. Entonces desapareció del universo dejando a Silverman solo una vez más y para siempre.


Escritores: Keidell, Bertu
Guionistas: Keidell, litz marisa, DaNiELa09, Bertu, elementokr36


Bueno. Aqui esta el estreno de la 2ª temporada de Grandville.

Capítulo 2x01 El funeral.

Esperamos que os guste a todos :smt003 :smt003 :smt002
Última edición por litz_marisa el Lun Mar 09, 2009 4:05 pm, editado 2 veces en total.


Imagen
Imagen
      

lorka
Clark Kent
Clark Kent
Mensajes: 1998
Registrado: Vie Ago 18, 2006 10:25 pm

Mensaje por lorka »

Me gusto muchisimo este estreno :smt002 :smt003 :smt003 :smt003
Tengo que decir que por un momento estuve a un suspiro de cagarme en los guionistas (cuando pense que habian matado a Julian)

Como me gusta el personaje de Gabriel tan misterioso y juega a dos bandas :smt003 :smt003 :smt003 estoy intrigada por saber que es lo que se propone :smt002

Y un puntazo que incorporaran el personaje de Zaltar esta genial y parece que puede dar mucho juego.

¿El personaje de Dax-Ur no salio ya en Smallville o me lo parece a mi? :smt017 :smt017
¿Y donde esta Julian? ¿Como estara cuando lo encuentren? y por último pero no menos importante ¿donde esta Mely? :smt017 :smt017
En resumen me encanto y estoy deseando ya el siguiente :smt005 :smt005 :smt005 :smt005


Imagen

elementokr36
Metrópolis
Metrópolis
Mensajes: 6066
Registrado: Sab Sep 22, 2007 9:09 pm

Mensaje por elementokr36 »

Lorka!! La primera! Ya crei que la primer página sería solo del equipo xD

Que bien que te haya gustado, nuestra mejor fan junto a Mely :smt003 :smt003



Bertu
Traductor
Traductor
Mensajes: 4541
Registrado: Mié Jun 06, 2007 4:43 pm
Ubicación: Roca Casterly

Mensaje por Bertu »

Gracias Lorka :smt003 Pues solo te puede contestar a una pregunta:
Dax-Ur aparece en Smallville ^^


Imagen

melymely
Clark Kent
Clark Kent
Mensajes: 1993
Registrado: Vie Sep 01, 2006 10:12 pm
Ubicación: Perdida entre un mar de gente.....

Mensaje por melymely »

Perdonad la tardanza!!!
Me parece que no me dais descanso chicos!! más dudas aún!! por qué el fraude del entierro??? sq Lionel quiere a Julian para el solito???Gabriel de que bando est´´a?? dice que quiere acercarse a Kara sin levantar sospechas....pero por qué razón????qué es lo que busca en ella??? Los kryptonianos en peligro y se empieza la búsqueda del caxarro superenergético ese....Kara colaborará y lo encontraran???? buff....cuanto lío!!
Seguís en vuestra líneo y os lo agradezco xq me encanta Grandville!!!!
Por cierto:
Donde han metido a Mely??? se la han cargado??? la están utilizando??? experimentando con ella??? jooooooo :smt013
Saludos/Besos/Abrazos!!!!



Bertu
Traductor
Traductor
Mensajes: 4541
Registrado: Mié Jun 06, 2007 4:43 pm
Ubicación: Roca Casterly

Mensaje por Bertu »

Publicado el 2x02: Gabriel Silverman

P.D: Sole, cuando puedas, pon el capi en el primer post

Espero que os guste :smt006


Imagen

lorka
Clark Kent
Clark Kent
Mensajes: 1998
Registrado: Vie Ago 18, 2006 10:25 pm

Mensaje por lorka »

Realmente este capítulo estuvo bien :smt002 :smt003 :smt003
Me gusto mucho la rapida entrada de Gabriel molestando a la parejita feliz jajajajajajaja :smt005 :smt005 :smt005 vaya chasco :smt002

Y tambien me esta gustando mucho el personaje de Gabriel cada día se me hace más y más interesante :smt002

Tambien me encanto que al fin se supiera algo de Mely :smt002

Me gusto mucho en momentazo de cuando Gabriel reconoce al aburrido granjero como una persona más interesante :smt002 :smt003 :smt003

Pero ahora me que dan muchas dudas pero la mayor es: ¿que le va a pasar a Julian? ¿soportara ese intento de borrado de memoria? o ¿llegaran a tiempo Gabriel y Kara para rescatarlo? :smt017 :smt017 :smt017
Esperando el siguiente capítulo ya ... :smt002 :smt003 :smt003 :smt006


Imagen

--[Sacred-Kripton]--
Metrópolis
Metrópolis
Mensajes: 4805
Registrado: Jue Oct 26, 2006 9:37 pm
Ubicación: Las Palmas

Mensaje por --[Sacred-Kripton]-- »

Muchas felicidades por el estreno de la 2ª temporada. ¡¡Chapó por el equipo!!


Imagen Imagen Imagen

Responder

Volver a “Fanfics”