Un día cualquiera

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Bertu
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Un día cualquiera

Mensaje por Bertu »

Capítulo 1: El padrino
Golpeó levemente el aparato un par de veces antes de comprobar que había aparecido una luz verde parpadeante encima del pequeño monitor. Entonces Olliver miró hacia atrás y se colocó lo suficientemente lejos como para ser enfocado. De repente, tosió sin tener ganas, como si fuera el nerviosismo el que se había apoderado de él. Se acercó otra vez a la cámara y comprobó que esta estaba funcionando.

Carraspeó. La luz parpadeante lo estaba mirando con un color verde que recordaba al de sus flechas.
—Bien... a ver si funciona —dijo en voz baja, avergonzado de hablar a solas.
Se acercó otra vez a la cámara y paró el aparato. Buscó en su menú a reproducir y vio como aquel empleado decía la verdad. Tenía una excelente calidad. Incluso podían apreciarse las ojeras de la noche anterior. Entonces Oliver se observó el espejo de la habitación y comprobó que no era necesaria una calidad HD para darse cuenta que no había dormido toda la noche. La cámara funcionaba bien, pensó. Se alejó varios pasos de la cámara y empezó a concentrarse. Había dado muchos discursos pero muchos de ellos no eran para nada importantes para él. No obstante, este era especial. Intentó recordar las palabras exactas que había memorizado la noche anterior, pero lo único de lo que se acordaba era de los intentos de canasta con los papeles que había escrito buscando las palabras adecuadas para definir lo que sentía.

—Bien, gracias por estar aquí... —dijo Oliver recordando las primeras palabras—. Si conocéis a la pareja tanto como yo, estoy seguro que estaréis muy contentos porque si hoy estamos aquí es porque, como ya dije una vez... están hechos el uno para el otro y...
En aquel momento la puerta de la habitación se abrió. Apareció Dinah Lance, ya preparada para la ceremonia. Llevaba un vestido negro que llegaba hasta sus piernas y el pelo suelto por atrás dejando ver una larga melena rubia.
—¿Listo, padrino? —dijo Dinah observando a Oliver mirando a la cámara.
—Esto, sí... —dijo Oliver deteniendo la grabación.
—Un momento... —dijo Dinah señalando con un dedo. Se acercó a Ollie mientras se mordía el labio inferior. Le quitó la pajarita de la camisa—. No irás así, ¿verdad?
—¿Por qué no? —dijo Oliver confundido.
—Porque pensarán que eres un payaso contratado con esa pajarita.
Oliver observó como Dinah lanzó la pajarita de color verde y esta caía encima de la cama.
—No es verdad —replicó Ollie—. Además, tú con este vestido parece que quieras quitarle el novio a la novia.
—Lo tomaré como un cumplido. Corbata, señor Queen —dijo Dinah acercándose al armario y seleccionando corbatas de diferentes colores—. ¿Ya has preparado tu discurso?
—Sí, en eso estaba —dijo apretándose los gemelos de la camisa que un día habían sido de su padre mientras Dinah le hacía el nudo de aquella corbata verde.
—Bueno, no tenemos todo el día —Dinah golpeó con sus dos brazos la espalda de Ollie—. Vamos a llegar tarde.
Ambos salieron de la habitación y Ollie cerró la puerta. Cinco segundos después, Oliver golpeó la puerta violentamente para que esta se abriera y capturó la cámara que había sido dejada en el interior.
—¿Era eso necesario? —preguntó Dinah observando la desafortunada puerta.
—¿No tenías prisa? —respondió Oliver saliendo de la habitación.
Ambos bajaron las escaleras. Oliver capturó las llaves y apuntó a un Lamborghini Gallardo cuando este estaba a cincuenta metros de distancia. Las luces del coche parpadearon.
—Supongo que no irás en autobús —dijo Oliver sentándose en el asiento del piloto.
Dinah se sentó a su lado. El coche arrancó rápidamente.
—Bien, ¿dónde vamos? —preguntó Oliver esquivando un semáforo en ámbar.
—Dime que es una broma —rió Dinah.
—No... —dijo Oliver reduciendo la velocidad—. En serio, ¿dónde hay que ir?
—A la granja Kent —dijo Dinah—. Vamos a ver cómo está el novio.
Capítulo 2: El novio
Clark Kent estaba nervioso. Sin darse cuenta, había hecho las labores de un mes en la granja. El cubo de Shelby estaba completamente lleno de pienso que Clark había depositado cada vez que pasaba por allí. Shelby, viendo tal banquete, no lo dudó ni un momento y empezó a comer.

Clark bajó las escaleras apresurado de su casa y se detuvo de repente. Parecía que había oído la voz de Lois. Pero no, era un recuerdo lo que pasaba a su cabeza. En un instante, vio como Lois vestía un imponente vestido naranja al final de la escalera y ambos se estaban mirando.

Recordó la escena perfectamente. Clark recitó los votos de Jimmy y, por un momento, Lois pensó que aquellas palabras iban dirigidas hacia ella. Fue uno de los momentos más incómodos que recuerda. Pero Clark lo tomaba ahora como una anécdota que recordaría algún día a su futura esposa, como una ironía del destino, una de muchas. Clark, no obstante, tenía muy claros cuáles serían sus votos y no tuvo la necesidad de escribirlos en ningún papel. El problema, eran los nervios.

Se acercó al espejo de la entrada y se quitó un momento las gafas. Todavía no se acababa de acostumbrar a su nuevo aspecto. Se volvió a poner aquellas gruesas gafas y se giró hacia ella. Al parecer, el perro no tenía ninguna duda respecto a quién era su amo. Clark se agachó y acarició el animal. Shelby se limitó a sacar la lengua, contenta.

Clark miró al reloj. Todavía quedaba toda una mañana de nervios antes de llegar a la iglesia. Si no fuera por los acontecimientos que ocurrieron en la boda de Chloe, estaría encantado de casarse en la granja. No obstante, por primera vez Clark fue supersticioso y prefirió no tentar a la mala suerte. Tenía ganas de hablar con Lois y decirle lo nervioso que estaba. Entonces ella diría que no era para tanto, que al fin y al cabo era firmar unos papeles y, segundos después, mostraría que ella estaba aún más nerviosa que él.

Clark escuchó un ruido extraño y se alarmó. Procedía del granero. Se acercó allí con supervelocidad dejando a Shelby más que confundida. No obstante, el animal volvió a asaltar el cubo de la comida.

Clark usó su visión de rayos X en búsqueda de algún intruso en el interior del granero. Lo sabía, justo en el día de su boda... algo malo tenía que ocurrir. No obstante, no vio nada sospechoso a parte de unas cajas medio ocultadas que eran las cintas que la madre de Lois grabó para su hija antes de morir. Clark escuchó la voz de una mujer. Se giró hacia la ventana.
—Hola Clark —dijo una mujer alta, morena que le estaba sonriendo. Al estar iluminada por el sol matutino, parecía un ángel. Sin saber por qué, Clark no se alarmó. Quizá los nervios impedían que empezara a hacer preguntas a aquella intrusa. ¿Quizá era alguna seguidora de Darkseid que quería arruinar el día más importante de su vida? ¿Una extraterrestre que quería reproducirse con él? ¿Una admiradora con poderes por la lluvia de meteoritos que estaba celosa? Las ideas más bizarras surgieron en la mente de Clark. No obstante, había algo en aquella mujer que le resultara familiar. La sonrisa. Era como si Lois estuviera sonriendo. Clark se mostró perplejo y se acercó a aquella mujer. Intentó tocarla. No obstante, al atravesar el cuerpo de la mujer con la mano, Clark notó como si fuera transparente y un rayo de luz sacudiera el polvo del granero.
—¿Usted es...? —dijo Clark confundida.
—Tu suegra, sí —dijo aquella mujer todavía sonriendo—. He venido a hablar contigo.
Clark notó que la lámpara del techo estaba a punto de fundirse. Quizá la presencia de aquel fantasma producía aquel efecto. Cuando Clark dirigió su mirada de nuevo hacia aquella mujer, vio que estaba sentada en el sofá del granero, atravesada por un rayo de sol. Clark se sentó a su lado.
—Usted es Ella —dijo Clark juntando sus manos—. La madre de Lois.
—Sí —dijo la mujer asintiendo. Estaba observando el lugar, curiosa—. ¿Estás asustado?
—No, sólo nervioso...
—Lo digo por mi presencia —rió Ella.
—Ah, no —rió Clark tímidamente—. No, para nada.
—Bien —dijo Ella mirando fijamente a Clark—. Desde que tuve a mis dos hijas, pensé que iban a sentirse decepcionadas con su padre porque, por su trabajo, no podía estar todo el tiempo que quisiera en casa y ellas se lo reprocharían y estarían decepcionadas con él. Pero, el día en el que me diagnosticaron la enfermedad... todo cambió.
Clark tragó saliva.
—Sería yo la que las abandonaría —dijo Ella sollozando—. Y las decepcionaría.
—Eso no es verdad —dijo Clark sincero.
—Déjame acabar, muestra algo de respeto por tu suegra —dijo Ella sollozando y sonriendo a la vez—. Me sentí muy mal entonces, no por mi enfermedad, sino porque mis hijas iban a crecer sin una madre... y yo no podría ver como ellas se convertirían en mujeres...
—Cuidaré de Lois, se lo prometo —dijo Clark intentando acariciar una mano de Ella aún sin poder tocarla.
—Oh, lo sé —dijo Ella—. Pero ya sabes cómo es. Es muy insegura, aunque le gusta ir por la suya, no acepta un no por respuesta.
—Es perfecta —dijo Clark sonriendo.
—Sí, aunque yo la veo con ojos de madre —rió Ella—. Ha salido a su padre.
Clark entonces se imaginó casado con su suegro e hizo un gesto de desaprobación. Ella lo notó y se rió.
Se escuchó el ruido de un coche acercándose a gran velocidad por la granja.
—Cuidala bien, Clark —dijo el espíritu de Ella que empezó a desaparecer.
—Lo haré —dijo Clark.
Ollie y Dinah salieron del coche y vieron a Clark asomado en la ventana del granero.
—Clark, ¿estás bien? —dijo Ollie.
—Sí, hola —dijo apareciendo a supervelocidad delante de ellos.
—¿Seguro? —dijo Ollie despeinado por el viento del poder de Clark—. ¿Nada de kryptonita roja? ¿Ni ninguna posesión? ¿Ni kryptonita gris? ¿No eres Bizarro?
—No a todo —dijo Clark riéndose a la vez que fruncía las cejas.
—Bien, parece que tenemos al novio sano y salvo —dijo Ollie.
—Ahora habrá que ver a la novia —dijo Dinah. Sin saber por qué, Clark se puso más nervioso.

Al explotar el apartamento del Talon, los Lane se alojaban en un pequeño hostal de las afueras de Smallville. Allí, Lucy parecía que era la primera en levantarse. Después de cubrirse con una bata, llamó a la puerta de la habitación de Lois.
—Lo, ¿estás despierta?
Nadie contestó.
—Venga ya, no me creo que todavía estés dormida —dijo Lucy llamando otra vez.
—¿Qué ocurre, cielo? —dijo su padre que se había despertado.
Lucy señaló la puerta y cruzó sus brazos esperando una respuesta. Sam Lane se acercó a la puerta aún medio dormido y la abrió.

En el suelo habían varios pañuelos de papel repartidos por toda la habitación. La cama sin hacer, algunas invitaciones esparcidas por el suelo. Pero no había rastro de Lois. La ventana estaba abierta. Lucy se acercó allí y observó como varios pañuelos surgían de allí atados y llegaban al suelo donde podían apreciarse algunos pasos de barro aún frescos.
—Papá... —dijo Lucy que de repente se puso pálida.
—¿Sí? —dijo Sam Lane que se había agachado para comprobar que Lois no estuviera escondida debajo de la cama.
—Creo que la novia se ha fugado.
Última edición por Bertu el Dom Ene 30, 2011 5:00 pm, editado 2 veces en total.


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Nitta
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Re: Un día cualquiera

Mensaje por Nitta »

Bertu, me ha encantado. Escribes muy bien, te felicito! :smt023
Una de las cosas que me ha gustado, és que sea Dinah la acompañante de Oliver. :smt077

Continúa! Que me muero de ganas por saber como está el novio! :smt005 :wink:


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Hasta siempre, Smallville...

Bertu
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Re: Un día cualquiera

Mensaje por Bertu »

Publicado otro pequeño episodio :smt051


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Nitta
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Re: Un día cualquiera

Mensaje por Nitta »

Muy bueno el segundo episodio, Bertu! :smt023 Me he reído mucho con el momento de la aparación de la suegra. :smt044
Ya estoy deseando saber como continúa y que pasará con la fuga de la novia. Esta Lois... :smt005


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Hasta siempre, Smallville...

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