Bueno, esto no es exactamente poesia pero son venadas q ue me dande repente y q escribo,juas juas
"Soy ella"
¡Soy ella! por mi se libran las guerras. No tengo rostro ni nombre y aunque este quieta y en silencio ¡Soy ella! , la que levanta la cara de los que no se atreven a mirar. Soy la palabra prohibida, la voz maldita. Soy el valor que nace del subyugado, del reprimido y poseído. Libero a los cuerpos de sus grilletes, despierto almas dormidas, amplifico los sentidos. Mi corazón alimenta esperanzas, compás de melodías perdidas y sentimientos olvidados. ¡Soy ella! , estoy en todas partes, no pueden evitarme, tampoco pueden encontrarme pues no recordaran mi rostro, no pronunciaran mi nombre. Me llamaran Ángel Caído, me culparan del despertar y a un símbolo tenebroso me unirán, mas ¡yo soy ella!, la que nunca se va, la que nunca abandona, la que no descansa. Soy yo, ¡soy ella! la que empuja al precipicio, la ilusión del moribundo, la mano invisible de los sueños, la que ayuda a saltar. Soy ella, la que nunca está, la que nunca anhelas…
"Nicole"
“Temor ,desaprobación me inflige tu mirada cuando en el más mínimo detalle de mis actos cometo una estupidez, soy consciente que has pasado por situaciones muy comprometedoras y que la vida no debe ser fácil en mi compañía, pero la angustia que siente mi ser al no sentirte cerca y comprobar que eres real y no una de mis meras fantasías, no es comparable a ninguna de las sensaciones de mal estar que hayas podido pasar . no pido nada, lo ofrezco todo y no soy partícipe de ninguna gratitud por tu parte ,a veces me gustaría volar como hace el más insignificante de los insectos, poder alejarme de todo y todos no tener que rendir cuentas a nadie, haciendo que mis temores penas y alegrías se esfumen y contaminen el aire y poder ser así libre, libre de ti, del mundo que me rodea.”
"Los extraños"
Suspiras, desconozco porqué, te observo de lejos con temor a acercarme y romper el silencio.
Apenas 10 metros distan nuestros cuerpos, extraños que se cruzan, pasos en la misma dirección, caminos diferentes que confluyen y se exploran durante largos kilómetros para al fin separarse y no encontrarse más.
Besos fugaces tal nieve en el desierto,
pasión desbordante, apresurada sin compromiso y eterna.
Me despierto, llanura solitaria,
marcas en mi piel, noche oscura, atrás quedó el eclipse, vuelve la luz a reflejarse en los cristales.
Saciados deseos mundanos, ausencia, abandono de la nada, paredes de escarcha,
vagos recuerdos.
Amanece, borrados los pasos ya, florece un nuevo día, exhausta cierro los ojos, quizás para despertar y así enfrentarme a la realidad
"El helado que no puedo comerme"
Anochece, enciendo el despertador y levanto la persiana. La luna impera en su reinado diurno y es su tenue luz tan cálida, tan acogedora, que la ropa de abrigo no me protege. En el fondo de la estancia él esta despierto ignorando cada grácil movimiento que describo favorecido por la ligereza de mi ropa de abrigo. El tiempo transcurre tan lentamente que su presencia me irrita y las paredes se dilatan en un esfuerzo por derrumbarse y enlatarnos. Toc, toc, media noche. Al eterno milimétrico avance de una bala salgo disparada a la velocidad de la luz que invierte el tiempo y me hace perder dos minutos en un recorrido instantáneo. Comienzo la excitante vida laboral que sucumbe incluso antes que un suspiro. Al terminar abandono la contaminadora de aguas puras y al salir al exterior, el cielo del amanecer da paso al potente sol que lo llena todo de oscuridad en la gélida noche. Camino decidida, voy a casa, al hogar. La densa niebla me facilita la vuelta, mi balsa de aceite en el abrasivo río limpio.
Iniciando cuento atrás, 1,2,3…
Amanece, apago el despertador y levanto la persiana. La luna se esconde con la oscuridad que desaparece. La habitación se hace inmensa y está vacía. Él no está hoy, no estuvo ayer, tampoco mañana, solo el espejismo de su mirada observándome desde la cama. Toc, toc, las 8, vuelta a la irritante rutina que absorbe parte del día. Al regresar me pierdo entre la niebla, no voy a casa, no es buena idea, la luna me acompaña.
De escritores conocido me encantan las rimas de becker, en particular esta
Rima XXVII
Despierta,tiemblo al mirarte:
dormida,me atrevo a verte;
por eso,alma de mi alma,
yo velo cuando tú duermes.
Despierta,ríes y al reír tus labios
inquietos me parecen
relámpagos de grana que serpean
sobre un cielo de nieve.
Dormida,los extremos de tu boca
pliega sonrisa leve,
suave como el rastro luminoso
que deja en sol que muere.
"Duerme!"
Despiertas miras y al mirar tus ojos
húmedos resplandecen,
como la onda azul en cuya cresta
chispeando el sol hiere.
Al través de tus párpados,dormida;
tranquilo fulgor vierten
cual derrama de luz templado rayo
lámpara transparente.
"Duerme!"
Despiertas hablas, y al hablar vibrantes
tus palabras parecen
lluvia de perlas que en dorada copa
se derrama a torrentes.
Dormida, en el murmullo de tu aliento
acompasado y tenue,escucho yo un poema que mi alma
enamorada entiende.
"Duerme!"
Sobre el corazón la mano
me he puesto porque no suene
su latido y en la noche
turbe la calma solemne:
De tu balcón las persianas
cerré ya porque no entre
el resplandor enojoso
de la aurora y te despierte.
"Duerme!"