Fan-Fic: GRANDVILLE

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Bertu
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Fan-Fic: GRANDVILLE

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GRANDVILLE


1x01: Little Davidson
—Una tormenta como esta podría durar toda la noche… y todo el día de mañana —dijo William Davidson mientras miraba por la ventana.
—Will, corre las cortinas, que es tarde —pidió Emily, su mujer, mientras le daba de comer a Willy, su hijo de dos años —. ¿Ves algún vecino que esté mirando por la ventana?
Un pequeño matiz de ironía asomó por esa pregunta. Su marido la miró durante unos segundos antes de volver a mirar. A pesar del mal tiempo, le gustaba ver el paisaje que rodeaba Grandville, cada vez con más casas y nuevas gentes.
—Me parece que ésta va a ser una noche molesta —comentó William mientras agarraba las cortinas por los bordes. Antes de juntarlas para tapar la ventana, se detuvo y miró hacia las oscuras nubes que había sobre su casa. Le llamó la atención los relámpagos sin ruido que empezaron a sucederse desde hacía escasos segundos. Uno tras otro. Entonces, algo tenuemente brillante asomó por el techo de nubes mientras una serie limitada de rayos lo seguían a su alrededor—. ¿Un meteorito? —Pensó en voz alta.
—¿Cómo? ¿Qué meteorito? —Preguntó su esposa.
—Ven rápido. Está cayendo algo del cielo. Parece un meteorito, pero… es extraño. Parece que va más lento.
Los rayos desaparecieron y el supuesto meteorito se aproximó a menos velocidad hacia los bosques cercanos a la casa de los Davidson. Decididamente, cada vez disminuía la rapidez.
—Se dirige a los bosques —afirmó Will mientras cogía su abrigo y caminaba hacia la puerta.
—Will, ¿estás loco? ¿Cómo vas a salir con un temporal así?
—Como sale todo el mundo, Emily. Vuelvo enseguida, no te preocupes.
El sentido aventurero de William pudo con él. Salió a toda prisa, subió al coche y arrancó rápidamente. Condujo por los serpenteantes caminos del bosque. Era uno de los pocos bosques que aún conservaban una gran extensión prácticamente libre de humanidad. Los demás estaban desapareciendo a medida que las afueras de Grandville se iban poblando. Y lo cierto es que lo hacían muy rápido. Will estaba seguro de que aquel supuesto meteorito tenía que haber caído en alguna zona cercana al pequeño lago del bosque, no a muchos kilómetros de su casa.
En medio de la lluvia incesante y los deslumbrantes relámpagos, consiguió llegar hasta un puente de madera que cruzaba la parte más angosta de aquel lago, donde casi parecía un río. Detuvo allí el coche y miró hacia ambos lados del lago. Entonces vio, en una de las orillas cercanas a él, un objeto extraño, con luz en algunas partes. Parecía estar… flotando.
—¿Qué demonios será eso? —Se preguntó Will.
Se acercó con dificultad, debido a la lluvia. Cuando ya estaba a dos pasos, se llevó las manos a la cabeza al ver lo que era. Una especie de nave espacial de pequeñas dimensiones. Pero no era eso lo más espectacular. Dentro había alguien, una niña, abrigada por la luz que la protegía de la lluvia, algo así como un campo protector. Parecía de la misma edad que su Willy.
Sin pensarlo dos veces la levantó de forma suave y la sacó del vehículo flotante, junto con la manta que traía. En ese instante, se sobresaltó al oír un susurro proveniente de la nave. La voz pronunció unas palabras incompresibles para William, pero la última pareció referirse a la pequeña, llamándola Kara.
La niña dormía, y siguió así aun cuando algunas gotas empezaron caer sobre la suave piel de su cara.
—Dios mío… pero ¿de dónde vienes?
William vio que en la nave había un brazalete, el cual tenía un símbolo, una especie de 8, o quizás una S. Lo agarró y se lo guardó. En ese momento, la nave se cerró y cayó al fangoso suelo de la orilla.
William decidió volver al coche lo más rápido posible y regresar a casa. La nave tendría que esperara al día siguiente o quizás más tarde, cuando la tormenta pasase.

Emily se quedó paralizada al ver a su marido volver con una niña en brazos. Cuando él le explicó lo que había sucedido, ni él mismo podía creérselo. Pero allí estaban las pruebas: la pequeña, su manta y aquel brazalete, demasiado grande para ella aún…

—¿Qué vamos a hacer? —Le preguntó Emily.
—No podemos ir a la policía y explicar cómo la encontré —guardó silencio unos segundos y entonces volvió a hablar—. Emily, ¿aún tienes contacto con tu ex-novio, Samuel?
—Creo… creo que sí —Emily pensó en lo que le había preguntado su esposo, comprendiendo el porqué. Samuel trabajaba desde hacía tiempo con los de adopción, en Grandville—. ¿Quieres adoptarla?
—No podemos abandonarla así como así, Emily, ni siquiera por medios legales, para que se encargue otra persona de ella... Llegó en una nave espacial, ¡por Dios! —Se detuvo para tomar aire y pensar un poco—. ¿No querías que tuviésemos otro hijo, sobre todo si resultaba una niña?
—Sí —contestó dudando, con miedo ante la situación—. Pero esto no es lo que yo esperaba…
—Esto no se lo esperaba nadie, seguro… Está bien, pensaremos mejor sobre esto por la mañana. Ahora démosle algo de comer. No sé si tenga hambre o no, es que desde que despertó no hizo más que mirarnos. Pero no llora.
Emily le dio a la pequeña un poco de papilla, igual que a Willy. Comió sin dejar de sonreír. Al mirarla, Emily se puso a pensar en quiénes y cómo serían sus verdaderos padres . ¿Serían realmente personas ajenas al planeta? ¿O era una broma pesada de algún…? No, no podía ser una broma, así no. Fuese cual fuese la verdad, tenían ahora a una niña de dos años sin padres y, al parecer, con mucha hambre. Verla con esos ojitos azules mirándola y con esa sonrisa inocente, a la vez que intentaba decir algo (y quizás lo hacía, aunque en otro idioma), le ablandó el corazón.
—Tienes razón —dijo Emily—, ya pensaremos en esto mañana.
Observó la tranquilidad y la confianza que parecía tener con ellos y supo que la idea de adoptarla era la más acertada, quizás.
No podían abandonarla así como así.
13 años después


Al despertarse, Kara observó que su madre ya había abierto las cortinas para dejar entrar la luz aquella mañana fresca de primavera. Se levantó, como siempre, teniendo cuidado de no estropear la cama debido a su fuerza. Recién despierta podía causar cualquier tipo de daño sin darse cuenta. Ya le había pasado, y al principio tanto ella como su hermano y sus padres se asustaron, pero pronto se acostumbraron. Y pensando en su familia, justamente, se dio cuenta de la discusión que estaba teniendo lugar en la cocina durante el desayuno.
Se duchó, se vistió y preparó sus cosas para ir al instituto. El día anterior había llegado tarde por culpa del gato de Willy, E.T, que había orinado sobre la ropa limpia de Kara. Como ella era muy selectiva con la ropa, tardó cerca de una hora en encontrar otras prendas.
Bajó a desayunar y se acordó del porqué podrían estar discutiendo. Willy, que estaba en la misma clase que ella, llevaba suspendiendo las matemáticas desde el inicio de curso.
—¿Por qué tengo que aguantar estas charlas todas las semanas? —Se quejó Willy—. Kara suspendió una vez y nadie le dijo nada…
—A mí no me metas en esto —interrumpió su hermana al entrar.
Se dieron los buenos días y Kara tomó su desayuno. Siempre comía abundantemente en todas las comidas del día. Sus padres decían que era por la habilidad que ella tenía, su fuerza. Requería que comiese mucho, pero Kara lo hacía más bien porque le gustaba comer.
Tras la discusión de las notas de Willy, llegó la de la fiesta de cumpleaños. Kara lo había olvidado. Willy llevaba días diciendo que no quería fiesta y su hermana llevándole la contraria. Como tenían la misma edad, y nadie sabía el día exacto en que la chica había nacido, sus padres decidieron celebrar ambos cumpleaños el mismo día. Así no tendrían que preocuparse por otro cumpleaños hasta el siguiente año.
Al final se había llegado a un acuerdo entre Willy y Kara. Esa misma tarde, celebrarían una breve reunión con amigos y vecinos para hacer alguna actividad de entretenimiento, pero nada de fiesta.
—Con lo que me gustan a mí las fiestas —dijo Kara sonriendo y mirando a Willy.
—No quiero hablar de fiestas —soltó él—. Quiero hablar de regalos. Eso sí me gusta.
—Con las notas que tienes deberías quedarte sin regalos —le espetó su padre.









—Papá, otra vez con las notas… Te juro que intentaré subirlas, con tal de no volver a hablar del tema.
—Trato hecho —contestó William padre—. Bueno, ahora vamos, que vais a llegar tarde al instituto y yo, al trabajo.
El hombre agarró las llaves del coche y se dirigió al garaje. Sus hijos lo siguieron. Cuando llegaron a donde el coche, William se llevó las manos a la cabeza, un gesto muy particular en él desde hacía años.
—La rueda… se me olvidó cambiarla. Claro, por algo lo había entrado al garaje.
—¿La camioneta sigue en el taller? —Preguntó Willy.
—Sí —contestó el hombre. Miró a su hija sonriendo levemente—. ¿No te importaría…?
—No, que va.
La chica levantó exageradamente el coche con una mano por la parte más conveniente y esperó a que su padre cambiara la rueda por la nueva.
Por fin pudieron ponerse rumbo al instituto.

Mirad, ahí van el Pringado y la Melliza, pudieron oír Kara y su hermano. Había unos matones en su clase que se metían con él, nada grave, tan sólo palabras. A él lo llamaban el Pringao y a ella la Melliza del Pringao. Claro que todo el mundo sabía que no habían nacido el mismo día y que ni siquiera eran hermanos de sangre, pero la crueldad juvenil de esos matones no hacía caso a estos detalles.
—Ignora todo lo que digan —recordó Willy a su hermana.
—Lo mismo te digo.
Sería peligroso que esos chicos llegaran a pelearse con Willy, porque se meterían con Kara también, por lo que ésta podría descubrir al mundo su fuerza al golpear a alguno de ellos. Ella misma no quería que ocurriese nada como eso, una vez le pegó sin querer a un caballo y el pobre estuvo casi una semana sin ver la luz del día, recuperándose. Para entonces, ella sólo tenía seis años.
Cada uno se fue por su lado cuando vieron a sus respectivos grupos de amigos. Pero al final volvieron a juntarse como precaución ante los bravucones. Sin más problemas, entraron en clase y no tuvieron que preocuparse de Drake McKeith, el cabecilla de los matones, un repetidor asiduo. Durante las dos primeras clases Willy se la pasó hablando con su mejor amiga, Karen, mientras Kara atendía a cada cosa que decían los profesores. Su capacidad de atención superaba con creces la normalidad. He aquí otro problema para ella, que siempre había querido ser tan normal como las demás. Sólo se distraía para decirle a su hermano que intentase hacer algo más que hablar.
Durante la tercera clase, Drake, que se aburría mucho, le tiró una goma de borrar a Willy. Éste se la devolvió de la misma forma, pero no tuvo cuidado y lo vio la profesora de matemáticas.
Justo con ésta se le ocurre hacer esta tontería, pensó Kara.
—William Davidson —llamó ella—. ¿Es que no le basta con pasar de la clase, que también tiene que entrar en el juego de los inútiles de atrás?
Los de atrás se rieron del insulto.
—Drake me lanzó la maldita goma a la cabeza, ¿y me tengo que quedar de brazos cruzados?
—Me está haciendo perder el tiempo Davidson, hágame el favor de salir de clase hasta que se le pasen las ganas de entretener a los del fondo.
—¿Y a ellos no les dice nada? —Se quejó él.
La profesora se limitó a mirarlo fijamente hasta que éste se rindió y salió del aula.
—¡Ahí, tienes, pringao! —le gritó Drake entre risas.
La profesora lo miró y él mismo interpretó lo que había que hacer. Salió detrás Willy.
—De esto no puede resultar nada bueno —susurró Kara.

Willy empezó a preocuparse enserio cuando vio salir también a Drake. Estando los dos solos, sería una ocasión perfecta para llegar a las manos, algo que Drake deseaba.
—Parece que el pringao no hace más que hacer honor a su mote —rió el chulo.
—Déjame en paz. No sé qué le ves de divertido a eso de molestar a todo el mundo.
—Yo molesto a quien me da la gana.
Se acercó desafiante. Willy quería retroceder, pero también quería enfrentarse a él. Entre duda y duda, dio un paso atrás. Hiciera lo que hiciera, el matón no quería irse sin asestar un golpe a alguien.
—Te voy a dar un buen regalo de cumpleaños, Davidson —gruñó.
—Bienvenido sea, McKeith —encaró el otro.
Kara estaba impaciente. La campana del final de la clase estaba por tocar, pero parecía que no llegaba nunca. Estaba nerviosa por Willy. Su carácter sensato le era útil a la hora de alejarse del peligro, pero cuando el peligro era un matón que llevaba años martirizándolo…
—Profesora —llamó Kara levantándose de su sitio—. ¿Podría salir un momento al baño?
La profesora miró la hora.
—Pero si no faltan más que dos minutos…
Kara se sentó de nuevo mirando el reloj.
Algo no va bien, adivinaba Kara, Drake + Willy = pelea, seguro. Nunca tendrán mejor oportunidad.
Pasó un minuto, dos… en cuanto tocó la campana, Kara salió sin siquiera recoger sus cosas. En el pasillo se estaba reuniendo la gente alrededor de su hermano y el matón. Willy estaba sentado contra una pared, sangraba por la boca. Efectivamente, había intentado enfrentarse al otro.
Kara se abrió paso entre los demás alumnos y se puso entre su hermano y Drake.
—Déjalo en paz de una vez, Drake.
—No, Kara, no hagas tonterías —le pidió su hermano—, es peligroso.
Drake la miró sin desviar la vista ni un momento
—Hazle caso a tu hermanito, tiene razón, es peligroso.
—Peligroso para ti, idiota —le soltó Kara acercándose a menos de veinte centímetros.
El resto del grupo de Drake, en total cuatro chicos más, se acercaron desde las espaldas del cabecilla. Los profesores se aproximaban, pero a ellos no les importaba.
—Enserio, Kara —dijo Willy levantándose—. Déjalo, no pasa nada.
—No, Willy, sí que pasa. Este capullo se ha pasado estos años instigándote y tú sin poder hacer nada. Se acabó.
—¿Es que tiene que defenderte tu hermana, Davidson? —Rió Drake con sus amigos.
—Kara —susurró Willy—, por favor, no me hagas esto, ¿vale?
Kara pensó un poco y decidió que su hermano tenía razón. No valía la pena enfrentarse a semejante estúpido. Algunos profesores empezaron a disipar el montón de jóvenes que había en el pasillo obligándolos a irse a clase.
Kara le dio la espalda a Drake para mirar si Willy estaba bien. Le limpió la sangre que tenía en los labios y entonces sintió algo que no le gustó. Drake acababa de darle una palmada en el trasero.
No pudo evitarlo; la chica se volvió y le dio una bofetada ligera al matón. Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, intentó detener el golpe, pero por más que le quitó impulso, fue demasiado para el chico. McKeith se quedó de pie delante de ella con los ojos mirando al infinito.
—Menuda fiera —consiguió articular el cabecilla antes de caer. Sus amigos lo atajaron a tiempo. La gente alrededor quedó boquiabierta. Creían que el chico tenía que estar fingiendo, no había sido una bofetada tan fuerte.
Claro que no era así; había sido una súper bofetada, débil, pero de Kara.
—Kara —susurró willy sonoramente—, Kara… lo has noqueado.
—Lo siento —se disculpó ella como pudo—, no pude… fue un impulso…
La gente alrededor empezó a aplaudir. Pronto empezaron a alabarla con su nombre: ¡¡Kara, Kara!!
—Espero que te guste la popularidad —le dijo Willy inquisitivamente mientras volvían al aula a recoger sus cosas.

No se dirigieron la palabra en ningún momento durante la comida, tampoco al llegar los invitados. No les dijeron nada a sus padres para evitar problemas, pero estaba claro que en cualquier momento se enterarían.
De ahí a dos horas, ya estaba reunida toda la gente en el salón comiendo algunas tapas, sándwiches, etc. Estaban algunos amigos y amigas de los hermanos, como Karen, Brad... Pero Kara y Willy seguían sin decirse ni una palabra. Brad, conocido en clase por ser un desubicado, se dio cuenta de que la pelea con Drake había resultado incómoda para los hermanos, pero no pudo evitar sacar el tema.
—Hey, Kara, menudo golpe le diste a Drake hoy, ¿no?
Estaba claro que lo había dicho por hablar de algo, pues la gente estaba cada vez más callada, pero ese comentario no tuvo buenos efectos. Kara se vio sorprendida, no quería hablar de eso ni esperaba que alguien lo sacase a la luz en esa reunión de cumpleaños. Miró a sus padres, que estaba n más sorprendidos aun. Miró también a su hermano, que estaba del otro lado de la mesa de los sándwiches.
—Esto… sí, bueno, me había tocado el culo, así que…
—En el instituto dicen que le hiciste una llave y lo dejaste K.O. a patadas —dijo otro compañero, al que sólo le habían llegado los rumores.
Quienes no sabían nada de eso, esperaron a escuchar más sobre el tema. William Davidson padre se acercó a Kara y le preguntó lo que ella sabía que le preguntaría.
—Kara, ¿es verdad…?
—Papá, sólo fue una bofetada —susurró. Luego levantó la voz e intentó acallar los rumores repitiéndolo—. Sólo fue una bofetada.
—Sí, pero menuda bofetada —no pudo evitar recordar Willy—. Ese tío no vuelve a meterse contigo en la vida.
—Y seguramente contigo tampoco —le contestó ella dando a entender que debía agradecérselo.
—Chicos —intentó tranquilizarlos Emily—, eso ahora no tiene ningún interés.
—Yo creo que sí, mamá —dijo ella. Lo decía a modo personal, pero la verdad era que los allí presentes realmente estaban deseosos de saber más—. Willy nunca le ha dicho nada a ningún profesor o al director lo de los matones del insti… como sólo habían sido palabras hasta ahora…
—Sí, hasta ahora —repitió Willy subiendo un poco la voz.
—Si te hubieses defendido desde el principio, esto no habría pasado.
—¿Y tengo yo la culpa? Nadie te pidió que me defendieses. Ahora todo el mundo piensa que soy un nenaza. Si fueras como los demás…
—¿Cómo los demás? —Kara estaba ahora realmente ofendida—. ¿A qué te refieres? ¿A que yo me enfrento a las cosas y los demás se acobardan y no hacen nada para defender a otros? ¿O más bien te refieres a que soy anormal?
—Kara… —intentó hablar el padre.
—¿Así me agradeces que haya dado la cara por ti?
De forma más que nada inconsciente, Kara, con la intención de apoyarse en la mesa de los sándwiches, le dio un golpe al hacerlo, rompiéndola en dos. La mesa se astilló, calló al suelo y con ella se fue todo lo que tenía encima.
Kara se quedó boquiabierta intentando asumir el error. La humillación fue demasiado, por lo que dio media vuelta y corrió escaleras arriba hacia su habitación.
Willy y sus padres se quedaron con los ojos casi fuera de las órbitas, al igual que sus invitados. Emily pronto se inventó algo:
—Bueno… la mesa ya estaba rota…


Los invitados acababan de irse. Cuando William cerró la puerta esperó unos segundos para tomarse con tranquilidad la situación.
—Kara, William, a la cocina —ordenó a viva voz.
Una vez que todos estuvieron en el lugar citado, se miraron incómodamente unos a otros hasta que el padre volvió a hablar.
—¿Nos podéis explicar a qué vino la escena de esta tarde? Los matones, la bofetada… la mesa rota…
Kara y Willy se miraron.
Ella tenía aún lágrimas en los ojos, pero intentaba disimularlo. Quien habló fue Willy, asombrosamente recuperado de lo ocurrido.
—Fue culpa mía, no… no debí darle a Drake oportunidad para pelear.
—Ése es un asunto importante. Y otro asunto es el del golpe —dijo el padre—. ¿Le pegaste a ese chico sabiendo que podrías hacerle verdadero daño?
—Como ya os dije, me tocó —contestó Kara lentamente—. Fue un acto reflejo.
—Kara —intervino la madre—, tienes que tener cuidado con tus reflejos, ya vimos lo que pasa a veces cuando actúas por reflejos. Es más, no somos nosotros los únicos que lo vimos. Hoy en la fiesta… la reunión de amigos, aquí vieron todos cómo rompiste una mesa de madera maciza. Espero que se hayan creído que ya estaba delicada.
—Mirad, yo intento ser normal, pero es imposible —Willy y sus padres se miraron—. ¿Por qué me pasa esto a mí? No soy torpe, y rara vez me distraigo de mi poder, pero es imposible que pueda evitar estas cosas, que…
Quiso seguir, pero las palabras no le salían. Su hermano la miró ahora preocupado. La había molestado de verdad esta vez diciendo que no era como los demás.
—Son cosas que pasan —apoyó Willy.
Ella sonrió.
—Oye, Willy, siento mucho que por mi culpa en el instituto digan que eres…
—Da lo mismo, yo lo empecé todo, así que no es culpa tuya. Tengo que ser un poco menos… pringao.
Ambos rieron.
Afuera, la tarde ya había caído y la noche, sobre ella. Ni se habían dado cuenta de la penumbra que había ahora en el ambiente. La luz de la luna se filtraba tenuemente por entre las ventanas de la cocina cada vez más a oscuras. Emily encendió la luz y extinguió la oscuridad a la que sus ojos se habían acostumbrado. Ahora se vieron con otras caras, un poco más contentos.
—Bueno —dijo el padre—, ya vimos lo que pasa cada vez que alguien cumple años en esta casa, estamos todos en peligro —miró a su hija, quien se tomó con buen humor el comentario—. Intenta aprender a controlar tu fuerza, Kara, vas a ver que en poco tiempo ya no será ninguna preocupación ni para ti, ni para nosotros… ni para Drake.
—Sí —siguió Willy—, que ahora sí que debe estar preocupado: lo noqueó una chica…


Al día siguiente, la llegada al instituto fue diferente. Pasear por los pasillos y pasar por delante de los matones sin que estos dijesen ni una sola palabra les sentó bien a los hermanos. De un día a otro, lo ocurrido ya había quedado casi olvidado, a excepción, por supuesto, de McKeith. Aunque Willy temía una venganza, no la hubo, por lo que el resto del día transcurrió sin incidentes.


Por la noche, ya que no podía dormir, William Davidson bajó al sótano tras asegurarse de que Kara dormía como un bebé; siempre dormía profundamente. No se quedó en el sótano. Detrás de unas mesas viejas de madera había una trampilla bien disimulada a pesar de ser de grandes dimensiones. Las mesas tenían unas ruedas en las patas —las cuales a simple vista no se veían—, gracias a las cuales las movió sin problemas y sin hacer ruido. Abrió la trampilla y dejó al descubierto una escalera con barandas que daba a un piso inferior. Lo había construido él mismo para ocultar aquello que fue a buscar a orillas del lago un día después de encontrar a Kara. Allí estaba la nave en que ella había llegado.
Encendió la luz. Se detuvo delante del artefacto durante un instante y luego caminó hacia atrás hasta llegar a unas sillas para sentarse. Había una sola mesa en ese piso secreto. Sobre ella estaban las mantas con que había llegado su hija y el brazalete que nunca le mostró. Ahora, siendo ella adolescente, le tenía que ir como anillo al dedo, pero como no sabía cómo reaccionaría ella al ver un objeto de su temprana infancia…
No sabía de dónde había venido su hija, pero sabía que su sitio de origen debía de estar a años luz de la Tierra. El metal del brazalete, por ejemplo, era verdaderamente indestructible (y es que por curiosidad, quiso averiguar qué tipo de metal era sin hacer mediar a nadie más; no fue un método muy ortodoxo someterlo golpes, altas temperaturas...). Su hija no era del mismo planeta que él, pero…
—¿Cómo te vamos a decir que no eres de por aquí? —Susurró mirando y tocando las mantas.
—Por ahora, no podemos —contestó una voz familiar.
Emily lo había seguido hasta el habitáculo de la nave. Habían discutido muchas veces acerca de cómo debían decirle a su hija que era extraterrestre.
—Eso es cierto —contestó él—. Pero ¿cuándo?
—Cuando esté preparada.
—¿Preparada para qué? —Preguntó el escurridizo Willy desde las escaleras del piso secreto—. ¿Para aceptar que como humana es un desastre?
—No hables así, Willy. Tu padre y yo tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de contarle la verdad. Es un tema delicado.
—Yo creo que debería saberlo tarde o temprano —defendió el chico. La madre se sentó en una silla al lado del padre. Antes de seguir hablando, el joven se fue hasta la nave y se apoyó sobre ella—. Y si es más temprano que tarde, mejor.
—Fíjate en lo que paso hoy, Willy —le recordó el padre—. Tu hermana se siente muy mal siendo diferente. Imagínate cómo se sentirá al saber que es más diferente de lo que ella creía.
—Sí, ya…
—Además —siguió la madre—, si se lo toma a mal, va a ser más difícil para todos. Tiene un carácter fuerte cuando quiere, pero esto podría hundirla emocionalmente.
—Qué profundo… Eso es lo de menos, mamá. Ella y yo no tenemos secretos entre nosotros… bueno, excepto por esto. Si tardamos mucho en decírselo, no sólo se lo va a tomar a mal, nos va a culpar por no decírselo antes, sobre todo a mí. Además, cuando yo lo supe, no me lo tomé a mal.
—Cuando tú nos descubriste aquí abajo eras un enano todavía —recordó la madre—. Entonces te pareció algo alucinante.
—Entiendo que esto va a llevar su tiempo —razonó su padre—. Hay que decírselo cuando esté preparada. Quizás ahora no sepamos cuándo, pero algún día lo estará. Aún no ha aceptado su situación, no va a aceptar esto otro.
Se hizo un silencio incómodo que sólo rompió Willy al resbalarse de la nave. Se reincorporó al instante y se rió.
—Bueno, vale, ya me encargaré yo de que acepte quién es. Es fuerte, mucho, no va a tardar demasiado.
—Todos la ayudaremos —añadió Emily—. Esto de hoy nos pone sobre aviso: Kara va a necesitar nuestra ayuda para aceptarse a sí misma y a su secreto. Luego le será más fácil a ella descubrir esto y lo será para nosotros contárselo. Vamos, hay que ir a dormir, y va por los dos Willis.
Haciéndole caso, todos salieron del habitáculo y éste quedó de nuevo a oscuras. La trampilla se cerró y no volvió a oírse ningún ruido en el piso secreto… hasta que la nave empezó a emitir un zumbido casi inaudible y a brillar tenuemente, iluminando las paredes del cuarto. Así, en su estado de misteriosa ingravidez y emitiendo débiles impulsos electromagnéticos, se quedó levitando a diez centímetros del suelo toda la noche.





Director y escritor: Keidell
Guionistas: Keidell, elementokr36, Hyunsuk, DaniraXkY, Bertu
1x02: El sueño
Dos semanas después

Volvió la paz aparente del instituto. Casi todo había vuelto a la normalidad, aunque Willy se sentía más seguro y Kara más popular. La familia no había vuelto a hablar del incidente. Drake evitaba la mirada de los chicos y chicas y se sentía muy avergonzado por lo sucedido, por eso, pasó por alto unas cuantas semanas más.

La noche se había anunciado hacía unas horas y Will, que prefería que sus hijos se fuesen a dormir pronto, les expresó ese deseo.
—Bueno chicos, es hora de irse a la cama —dijo Will Davidson a sus hijos.
—¡Oh! ¡Venga, papá! ¡Son las diez y media de la noche! —protestó Willy.
—Y mañana tienes examen de matemáticas ¿verdad? —dijo el padre.
—¡Está bien! Pero Kara tambien tiene examen mañana...
El padre miró a su hija, estaba sentada en el sofá, contemplando muy fijamente al televisor. Will le pasó la mano por la cara y ella no se movió. Luego cogió el mando y cambió de canal.
—¡Papá! —rechistó Kara—. Estaba mirando...
—Kara, a la cama, mañana tienes examen.
La hija se enfadó, aunque más bien por capricho que por otra cosa. Le gustaba hacer eso, la hacía sentirse como las demás.
—¡Vigila papá! ¡Que se enfada! -bromeó Willy que subía las escaleras.
—Idiota —susurró Kara.
Los dos hermanos se fueron a dormir.

William bajó al sótano vigilando que Kara no estuviera allí. Encendió las luces y... vió que la nave estaba levitando y emitiendo luces.
—¡Dios!
Emily oyó el casi ahogado grito y corrió hacia el sótano asegurándose de que sus hijos no hubiesen oído nada.
—¿Qué pasa cariño? ¡Ah! ¡Está flotando!
—No grites, Kara podría sentirte...
—No sé que piensas, William, pero eso no debe ser nada bueno...
William no la oía. Se acercó muy lentamente a la nave. Después de mirarla unos segundos la tocó. Un rayo salió de la nave y hizo recular a William unos metros. Se miró la mano. Tenía una quemadura leve.
—Quizás sea una señal —dijo él. No se atrevía a volver a tocar el artefacto levitante, aunque deseaba probar si le pasaba otra vez.
—Mira... mejor no toquemos nada... nunca se movió y de repente...aunque aquella vez... Da igual ¡Es muy peligroso! Podría incluso matarte, cariño.
—Está bien, pero cerraré con llave el sótano.
Kara no estaba cómoda en la cama e iba volteándose y volteándose. La oscuridad de la habitación no parecía ayudarle. Tuvo que recurrir al viejo truco de contar ovejas hasta que consiguió dormirse.

De repente se despertó, o eso pensó. Miró hacia la ventana ahora abierta, ya era de día. Se miró al espejo y vio que era pequeña. Estaba soñando.
Fue a desayunar. Su padre y su madre le dieron un beso y los buenos días. Su hermano no le dijo nada. Estaba jugando con la Game Boy.
—Willy, a desayunar —dijo su madre —. Deja la maldita máquina.
—Un momento mamá.
Emily le quitó la consola a su hijo.
—Cómete el desayuno, Willy.
El hijo se enfadó pero se sentó junto a Kara y desayunó. En ese instante se empezaron a oir pasas en el exterior de la casa.
El timbre sonó.
—Ya abró yo —dijo el padre.
—¡William! —Saludo efusivamente el extraño— ¡Qué viejo estás!
—¡Dios! ¡George! ¡Hacía años que no te veía el pelo!
—Qué casualidad, yo también hace tiempo que no lo veo jajaja.

George era el hermano mayor de William. Tenía tres años más que él. Era un hombre bajito y algo gordinflón que ya hacía años que había perdido el pelo. Siempre iba vestido con traje, ya que era un abogado de Metrópolis.

—Ahora en serio, hacía mucho desde tu última visita —dijo William —. ¡Pero entra en casa, hombre!
—Sí, creo que poco después de nacer el pequeño Willy. ¡Hola Emily! Tu haces lo contrario que mi hermano. ¡Cada vez más joven!
—Gracias, George, seguro que debe ser por esos dos hijos tan maravillosos que tengo.
—Mamá me llamó y me dijo que adoptastéis a una niña... Kara ¿verdad?
—Sí, entra en la cocina, los dos están allí —dijo Emily.

Kara se asustó cuando vió a aquel hombre.
—Hija, te presento a tu tío George —dijo su padre —. Es mi hermano.
—Hola, Kara — dijo George acercándose a ella.
La niña se levantó de la silla y se fue hacia su habitación, que compartía con su hermano, cuando George intentó besarla.
—Es... algo tímida —dijo Emily.
—No importa, ya se le pasará... ¡Oh! ¡Has crecido mucho Willy! —Dijo George.

Kara escuchaba a su familia en el comedor como hablaban y se reían. Después de unos minutos, su padre subió a la habitación. Ella estaba abrazada a su almohada, pero la soltó cuando su padre se sentó en la cama junto a ella. Su expresión denotaba verdadero temor, algo que para William, como era de esperar, no tenía fundamento.
—Hija, ¿tienes miedo de tu tío? —Le preguntó dejando claro que no se lo quería creer.
—Sí... —dijo Kara con una voz muy baja —. No lo conozco...
—Pero si es un hombre muy bueno, baja, ya verás, te reíras mucho con él ¿vale?

William tomó en brazos a su hija y se la llevo al comedor.
—Tengo miedo... —susurró Kara al oído de su padre.

—¡Déjame aquí a esa niña tan preciosa! —dijo George intentando parecer lo más simpático posible—. ¿Por qué me tienes miedo chiquitita?
—Déjame... —dijo la pequeña.
Kara empezó a ponerse muy nerviosa, las lágrimas corrían por su cara. Pronto se puso a chillar.
—Déjala, George —dijo el padre—, no insistas si no quiere, vas a hacer que empeore.
George intentó tranquilizarla, pero no le fue posible. La soltó cuando un pequeño temblor bajo sus pies le distrajo. De repente, un rayo salió del sótano destrozando una pequeña zona del suelo y travesó el pecho de George, que cayó retorciéndose de dolor. Kara estaba llorando a su lado sin moverse y mirando al sótano.


Kara chilló. Eran las siete de la mañana y sonó el despertador. Fue un sueño... una pesadilla, pero... ¿Por qué había soñado con su tío George? No lo había visto nunca ¿Quizás era un recuerdo? ¿Y si... ?

William estaba en la cocina sentado a la mesa cuando Kara irrumpió ante él dispuesta a intorragarle.
—Papá.
—Dime, hija — William estaba desayunando, por lo que se le hacía un poco difícil pronunciar las cosas.
—¿Tienes un hermano que se llama George?
William se puso nervioso. Se terminó el bocadillo muy rápido y contestó.
—Sí, falleció cuando tu eras pequeña. ¿Te... te acuerdas de él?
—¿De que murió?
—De un accidente... de coche ¿Pero por qué tantas preguntas eh?
William disimuló lo mejor que pudo, pero estaba en sus genes la imposibilidad de hacerlo. Sin embargo, Kara no pareció darle importancia a eso precisamente. La chica se sentó a su lado sin ocurrírsele hacerse el desayuno y bajó la mirada. Le costaba decir lo que quería decir.
—Es que hoy... hoy he soñado con él.

Kara le contó el sueño que había tenido con todos los detalles. Su padre no podía creer que hubiese soñado eso... tal y como él también lo recordaba. Entonces William se levantó de la silla y suspiró. Miró a los ojos a su hija y bajó un poco la voz.
—Tienes que saber algo...
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1x03: Sin secretos
—Tienes que saber algo… — repitió.
A William se le hizo un nudo en la garganta, de solo pensar lo que estaba a punto de decir.
—¿Es algo sobre el tío George? — inquirió Kara
— Si…no… no exactamente — respondió dubitativo.
No sabía cómo empezar. Si demoraba un segundo más en hablar, el temor a la reacción de su hija sería más fuerte y no diría nada. Era el momento de decir toda la verdad, aunque todo se fuera al diablo.
—Papá, habla ya— dijo impaciente.
William se levantó y se acercó a una repisa de la cocina. De ella saco un pequeño cofre, el cual abrió con una llave. De su interior, sacó el brazalete con el que Kara llegó. Hacía un tiempo que lo había cambiado de lugar, por el hecho de sentirlo más cerca. Un hecho inexplicable, pero que le daba cierta seguridad.
—Toma, es tuyo. Con esto llegaste a nuestras vidas. Te encontré con él, y una manta, a la orilla del lago del bosque.
Kara lo examinó con cuidado.
—Es hermoso y extraño a la vez, parece de plata, pero no lo es… ¿Por qué nunca antes me lo habías dado? — preguntó sin dejar de tocarlo para finalmente colocárselo.
—Por el miedo a tener que decirte la verdad sobre tu origen, sobre por qué eres más fuerte que los demás. — Hizo una breve pausa. —¿Tú crees en la vida en otros planetas? —William trató de que la pregunta fuera lo más natural y simpática posible.
Kara dejó de prestarle atención al brazalete para concentrar una mirada confundida en su padre. Un cúmulo de ideas cruzaron por su mente, pero todas desembocaban en lo mismo.

En el sótano, la nave se había elevado más alto que en ninguna otra ocasión. Se ilumino, con destellos de muchos colores, algunos de los cuales nunca habían sido observados por la mirada humana.
Alguien observaba la escena. Era Willy. Su curiosidad por esa nave era mayor a las prohibiciones de sus padres de no acercarse. Aunque habían cerrado con llave, se las ingenió para abrir la puerta. Lentamente se acercó a ella. Con cuidado llevó su mano, y se detuvo milímetros antes de tocarla. Lo pensó un instante, apoyó un dedo. Estaba congelada. De pronto la nave comenzó a girar sobre sí misma, cosa que verdaderamente lo asustó. Willy dejó todo como estaba, subió corriendo las escaleras.


—Kara… yo…tu madre… no quisimos ocultártelo. No sabíamos como decírtelo…lo importante no es de dónde vienes, sino…
—¿Qué? ¿Me estás diciendo que vengo de otro planeta?
—Verás hija...
—No me llames hija! — gritó ella sin dejar terminar la frase a su padre. Ahora todo tendría sentido, pero no quería comprenderlo.
Las lágrimas se habían comenzado a amontonar en sus ojos. Varios sentimientos encontrados, cierto rencor hacia esas personas que no podía llamar padres. Cómo volver a mirarlos de la misma manera, sabiendo que pueden mentirle con algo así. ¿Y su hermano? El que creía que no le ocultaba absolutamente nada, ¿Lo sabría? ¿También la había traicionado?
Su padre esperaba alguna reacción, pero Kara estaba inmóvil, mirando a un punto fijo, aparentaba querer llorar, pero no lo hacía. Él no sabía qué hacer, si acercarse, si quedarse donde estaba. Deseaba poder entrar en sus pensamientos.

Willy irrumpió corriendo. Atrajo la atención de todos.
—Papá tienes que ver esto — dijo haciendo señas para que lo acompañen al sótano
William, olvidándose de Kara, lo siguió en silencio para no despertar a Emily. Kara fue tras ellos. Llegando al sótano, William se quedo estupefacto al ver la nave, ahora, llegando casi al techo. Kara se abrió paso entre su padre y su hermano. No podía creer lo que veía.
—¿Esto es lo que creo que es?¿La nave de la extraterrestre que adoptaron como mascota? —. Preguntó exaltada.
—No es así Kara, deja que te explique.
—No quiero oír ninguna excusa, no puedo creer que no me dijerais nada, no quiero oír nada— respondió cortante.
Un ardor hizo que mirara su brazo. El símbolo de su brazalete se iluminó y la nave descendió hasta llegar a su altura. Willy solo observaba a un costado, no se había animado a decir nada. Kara extendió su mano hacia la nave y esta despidió un aire helado. Miró a su hermano a los ojos, luego a su padre, y sintió el deseo de salir corriendo de allí. Fue un segundo entre el pensamiento y la acción. Lo hizo, corrió para alejarse de ese lugar que ya no sentía como su hogar. Todo a su alrededor aparentó detenerse, nada se movía, solo era ella escapando del secreto más grande de su vida.
William no tuvo tiempo de reaccionar. Quedó perplejo al comprender que el viento que acababa de alejarse, era su hija.
Kara se detuvo al llegar al lago. No se había dado cuenta de lo rápido que llegó allí. Comenzó a caminar por la orilla, rodeándolo. Se acurrucó cerca de un árbol y allí se quedo un rato, pensando. No, no podía ser. No existe la vida en otros planetas, ella no era de otro planeta. Pero por otra parte, todo encajaría, habría una respuesta para todo. Ahora comprendía el por qué de su fuerza sobrehumana, el por qué era diferente, porque sus padres siempre tendían a sobreprotegerla.
Estaba confundida. Deseaba poder tener alguna amiga para contarle, para desahogarse. Una parte de ella aun se mantenía fría. Y resolvió que no era lo mejor. Siempre había sido vista como extraña, y con lo ocurrido con Drake y sus amigos, sería peor. Tenía que pensar, y pensando, llego a la conclusión de que la verdad la tenían sus padres, y nada conseguiría huyendo. Debía volver a su hogar… hogar, que palabra tan extraña le resultaba ahora.


—Cálmate Emily, ya la encontraremos. —Y dirigiéndose a su hijo— ¿Podrías ir tras ella?. No pudo ir muy lejos.
—No sé por dónde empezar a buscar.
—Piensa, una amiga, un lugar…¿A dónde iría?
—Conociéndole, creo que sé por dónde buscar. —Dijo mientras tomaba un abrigo y salía.
Emily se culpaba por no haber estado en ese momento, por haber creído que los gritos provenientes de la cocina era tan solo una discusión más.
—No puedo evitarlo, no debía ser así, aun no era tiempo de decírselo— Pudo decirle a su esposo.
—¿Y cuándo sería tiempo? Cuanto más tarde se lo dijéramos peor sería para ella. Es una buena hija, sabrá perdonarnos y volver.
—Tengo miedo de que no sea así, Will. Y tengo miedo a esa cosa…no ha dejado de girar desde que Kara huyó.
—Todo volverá a ser como antes, lo prometo.
William abrazó a su esposa, esperando tranquilizarla, y tranquilizarse a él mismo.


Willy llegó al bosque. Estaba seguro que su hermana había elegido ese lugar para refugiarse. Comenzó a caminar, no podía estar muy lejos. A unos metros vio unas huellas frescas…eran de Kara, las reconoció enseguida.
—Tiene que estar por aquí— susurró. Y apresuro el paso


Kara caminaba lentamente, deshaciendo el camino que la había traído a ese lugar. Seguía pensando en cómo enfrentaría a sus padres de nuevo. Deseaba ver a la cara a su hermano Willy, preguntarle si lo sabía, porque no hablo. Tantas cosas…no contuvo más los sentimientos que guardaba y comenzó a llorar. Repentinamente tuvo una sensación insoportable. Miró a su alrededor para encontrar el origen de su malestar. Lo único que vio fue tierra, agua y rocas, algunas negras, manchadas de barro, y unas más pequeñas, verdosas. No soportaba esa incomodidad, se retorcía en el piso y no sabía por qué. No aguantó más y cayó irremediablemente sobre la tierra sin poder mantener la consciencia. Quedó tendida en el suelo rodeada de la naturaleza mientras las lágrimas seguían cayendo de sus ojos.

El sótano había sido cerrado nuevamente con llave, por seguridad familiar, al menos hasta el regreso de Kara. Sin embargo, la calma no había llegado por completo, y la nave parecía vibraba tanto parecía que iba a abrirse de un momento a otro… una luz se desprendió y un tenue sonido se produjo.

La nave se abría por primera vez en 13 años…

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1x04: Continuas revelaciones
—¡Kara! ¡Kara! — decían los gritos quebrantados de su hermano Willy.
Estaba desesperado por encontrarla, tenía la sensación de que algo malo le podría pasar, por que aunque no eran hermanos de sangre, los lazos de amor los unían más que unas moléculas de ADN. Caminó demasiado, y hasta llego a pensar que lo hacía en círculo, lo que lo hacía sentir más desesperado por encontrar pronto a su hermana. Su corazón se agitaba cada vez más, no sabía si era de cansancio o de la preocupación que sentía por Kara.

Mientras tanto, Kara se encontraba cada vez más debilitada, tanto que ya no sentía sus piernas, ni sus brazos; su respiración era más tenue que el color de su piel. Pero una sensación de alivio la envolvió, cuando le pareció escuchar la voz de su hermano pronunciando su nombre.
Fue entonces cuando Willy la vio tirada a lo lejos y corrió hacia ella. Al llegar a donde ella estaba la creyó muerta. Estaba sorprendido porque era la primera vez que veía a su hermana en el suelo, devastada y sin ninguna reacción.
—¡Kara, tienes que despertar…! —le decía con lágrimas en los ojos.
Se sentía tan culpable, creía que debió haber sido mejor decirle antes la verdad, o que simplemente se la ocultaran para así evitar lo que más se temía. Pero de repente, unas pequeñas rocas verdes llamaron su atención por completo.
—¡Que extrañas rocas! ¿Acaso existían estas rocas fosforescentes en el libro de Ciencias Naturales? — pensó, y rápidamente reaccionó. —¡Esto no está bien!— se dijo a si mismo, y se apresuró a levantar a Kara y alejarla de esas rocas.

Aunque ella pesara más que Willy, la necesidad de verla con vida le dio fuerza para levantarla y llevarla a metros de ahí, donde la recargó en las raíces de un gran árbol. Kara reaccionó casi instantáneamente, pero aun se encontraba un poco débil.
—Gracias Willy —dijo Kara a su hermano, con su voz decaída.
—No tienes que agradecer hermana, tú me salvaste del abusivo de Drake ¿Por qué no habría yo de hacer lo mismo por ti?
—¡Willy! ¿Tú lo sabías verdad? —aunque Kara presentía que el ya sabía, pero quiso preguntarle para asegurarse.
—Perdón Kara, quise decírtelo antes, pero no era el indicado —le contestó con un poco de nerviosismo ante su reacción.
—Bueno, ya me siento mejor, creo que debemos irnos —Willy intentó ayudarle a levantarse pero ella no lo dejó.
—¡Yo puedo sola! —aclaró Kara insolentemente. Estaba decepcionada de su hermano, pero intentó disimularlo para no pelear durante el camino a casa.
—Bueno, espera olvidé algo por allá, tu adelántate —le dijo nervioso a Kara.
Aunque Kara notó algo raro en su voz, no le hizo mucho caso, y se adelantó a caminar. Por mientras, Willy fue a recoger una de esas piedras verdes que estaban cerca de donde había encontrado a Kara y se dio cuenta de que ya no brillaban de la misma manera que cuando ella estaba ahí. Aun así, su curiosidad lo hizo tomar una y llevársela consigo.
—¡Apresúrate! —le gritó Kara.
—Si, si, ya voy —contestó Willy.

Al llegar a casa, ya estaba oscureciendo, pero Kara, desde que se enteró de la verdad, ya se sentía sola, vacía y en la oscuridad, y al estar justamente frente a su casa se sintió igual o más enojada que antes. Pero sabía que ahí estaba más segura que en el bosque, sola.

—¡Kara, hija, regresaste! —dijo la madre.
—No me vuelvas a llamar hija —reprochó Kara a su madre, y subió corriendo las escaleras. Sentía un dolor en su estómago, sabía que era coraje hacia sus padres por no haberle dicho antes la verdad.
—¡Kara, baja, tenemos que hablar! —le gritó su padre, pero ella les contestó cerrando fuertemente la puerta, tan fuerte que la casa solamente tembló.

Willy aun estaba afuera, oyendo todo, tenía miedo de entrar a su casa, se sentía mal por lo que estaba sucediendo, pero tenía que consolar a sus padres y decidió entrar.

—Papá, mamá… no os preocupéis, yo hablaré con ella; solo denle espacio, yo mañana hablaré con ella, no os preocupéis.
—Willy, ¿dónde la encontraste? ¿Está bien? —le preguntó su mamá, presentía que Willy le ocultaba algo más, lo veía en sus ojos.
—Estaba bi-bieen —dijo Willy tartamudeando— la encontré en el lago llorando, pero nada más. Después hablamos. Tengo que dormir, estoy algo cansado.

Pero un sentimiento de culpa lo hizo hablarles acerca de la roca, aunque no les dijo que traía una consigo.

—Oíd, mamá, papá... también había algo...—Willy no sabía si seguir o mejor callar.
—¡Habla Willy!, no nos preocupes más —dijo Emily nerviosa por su respuesta.
—Es que unas rocas verdes me llamaron mucho la atención, creo que Kara es alérgica a ellas porque en cuanto la aleje de ellas, Kara comenzó a reaccionar... —se dio cuenta que tal vez no debió haber dicho nada, pero ya era tarde para arrepentirse.
—¿Reaccionar?, dijiste que solo estaba llorando —dijo William alzandole la voz, estaba decepcionado de su hijo.
—Lo siento papá, es que tenía miedo—Willy sabía que le esperaba un buen castigo por haberles mentido a sus padres.

Los padres estaban preocupados por Kara y molestos con Willy, pero una misteriosa llamada los interrumpió y decidieron dejar lo de Willy para después.

—Vete a dormir Willy, mañana hablaremos —le dijo su padre, mientras Emily contestaba el teléfono.

—Buenas noches, habla la Sra. Davidson —contesta Emily.
—Buenas noches, Emily, soy el Oficial Robert Sanders desde Metrópolis. ¿Podría comunicarme con William, por favor? —Al teléfono.
—Por supuesto, Oficial Sanders —dijo Emily un poco desconsertada.

—William, es Robert Sanders, el Oficial Sanders, el encargado de la investigación de la muerte de tu hermano.

—Si, dime Robert ¿Cómo has estado? —contestó William al teléfono.
—Muy bien, algo ocupado con este trabajo, pero me comunico contigo para informarte que se ha reabierto el caso de la muerte de tu hermano, ya que ultimamente han sucedido casos semejantes en Smallville. Así que les pido que vengan mañana a mi oficina para mostrarles lo referente a estos casos.
—Claro, allá estaremos... pasa buenas noches, saludos a los niños.
—Igualmente, nos vemos mañana.

—Emily, tendremos que ir mañana a Metropolis, el caso de mi hermano se ha reabierto —le dijo William a su esposa.
—Pero, no es nada grave. ¿Verdad?
—No, no lo es. Robert dice que se han presentado casos semejantes al de George.
—Está bien, entonces iremos mañana, pero estoy cansada habrá que irnos a dormir.
—Si, cierto, cariño, es algo tarde y yo también estoy cansado—le dijo mientras caminaban hacia las escaleras.

Esa misma noche, Willy no podía dormir. Estaba preocupado por no haberle dicho a sus padres acerca de la roca que había llevado consigo. Y al igual, Kara estaba en su cuarto pensando y pensando acerca de lo que su familia le había ocultado por muchos años. Se sentía tonta, pero lo que más le dolía era que su hermano nunca le había dicho nada.
Al día siguiente

Willy despertó. Bajo su almohada tenía la roca verde que había tomado del bosque, la escondió de nuevo, pero ahora en un cofre que guardaba bajo su cama y se asomó al cuarto de Kara para hablar con ella. No estaba, y sus padres tampoco. Bajó a la cocina, y encontró una nota de ellos diciéndoles que habían salido a Metrópolis por asuntos familiares.
—Pero, ¿y Kara? —pensó—. Debe estar en el patio —se dijo a si mismo y se impulsó a verla. Más que nada a enfrentarla, sabía que Kara se iba a molestar con el cuando lo viese.

Simultáneamente, Kara se encontraba sentada bajo el viejo roble detrás de su casa, reflexionando sobre sus sentimientos hacia su familia, pero principalmente por lo que la había hecho sentir tan mal en el bosque. Por primera vez había sentido miedo, no había pensado en que existiera algo que la debilitara tanto.

De repente un chillido escalofriante, que le puso los vellos de punta, la despertó del estado en el que se encontraba. Volteó rápidamente hacía el lugar de donde este venía y se percató de que E.T. salía corriendo de lo que parecía ser el sótano. Con temor, se acercó allí a verificar si había algo que podría haber asustado al gatito, recorrió sigilosamente cada centímetro del lugar, pero no encontró nada, hasta que sintió un aire fresco, que provenía del habitáculo donde se encontraba la nave. La curiosidad la invadía, tanto que ya se había decidido a entrar rompiendo la puerta, pero vio que debajo de un mueble viejo, se irradiaban pequeños rayos de luz, los cuales nadie (desde que la nave comenzó a comportarse así) había notado. Entonces, cuidadosamente movió el mueble de lugar y se dio cuenta del orificio que tenía una de las tablas que cubrían el piso, así que la quitó, y de esa manera pudo entrar al habitáculo.

La nave resplandecía más que el sol de mediodía, y Kara apenas podía distinguirla. Ella sentía una gran atracción hacia la nave, como un imán que la hipnotizaba para que ella se acercase. Fue entonces cuando se dio cuenta de que la nave estaba abierta y esta dejó de emitir esa deslumbrante luz, para así cubrir a Kara con una serie de símbolos de luz, que la rodeaban en forma de esfera.

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1x05: Secretas debilidades
—Este Sanders… sólo llama cuando le es necesario. ¿Cómo es que te llevas tan bien con él? —estaban en el coche buscando la comisaría de Sanders.
—Bueno… quizás ahora no somos tan amigos como antes —admitió Wiliams haciendo ademán de despreocupación—, pues ya no nos llamamos apenas y eso.

Tras 10 minutos buscando el lugar lo encontraron, era un gran edificio, el edificio del Cuerpo Policial de Metrópolis. Desde ese lugar se podía ver las entradas del Daily Planet y el de LuthorCorp. Evidentemente era más chico que esos dos edificios, pero aun así no se quedaba corto.
Se decidieron a entrar; allí preguntaron por el detective Sanders y fueron a su despacho, donde aguardaba él:

—¡William! ¡Cuánto tiempo! —Sanders le dio un gran sincero abrazo a William y acto seguido le dio la mano a Emily, con quien no se llevaba tan bien como con su marido, es más, él sabía que a ella no le gustaba mucho—. Emily, hace mucho tiempo que no nos vemos.
—Hola, Sanders, hace mucho tiempo que no veníamos a Metrópolis —dijo William —nos has sorprendido con tu llamada.
—Bueno, es que hacía mucho que no hablábamos. ¿Cómo están vuestros hijos? ¿Qué tal esta Willy?¿Qué tal Kara?
—Sí, Kara y Willy están en la edad de no hacernos mucho caso, pero nosotros no nos rendimos, ya sabes, para que sean algo importante para el mundo.
—Es evidente que Kara lo va a ser… —dijo Sanders casi susurrando.
—¿Cómo dices?
—Nada, no importa…
—Oye, Sanders —dijo William, que lo conocía bien—, me halaga mucho que me hayas llamado para hablar de cómo está mi familia, ¿pero a Emily? Que te conozco Sanders, suéltalo.
—Bueno, me has descubierto —confesó avergonzado Sanders—. Me sabe mal que os diga esto, pero me tenéis que ayudar…
—Si podemos, te ayudaremos en lo que nos sea posible.
—Tengo casos que no puedo resolver, me falta algo, algo de suma importancia, y tienen cosas en comunes… similares a las de tu hermano George…
—¿Similares? —saltó sorprendido William—. ¿Es cierto lo de esos casos?
—Sí, es que hemos tenido casos de muerte similares a los de tu hermano…si no te importa mucho, ¿me podrías decir qué le pasó exactamente?

Al oír esas palabras, William se sintió un nudo en la garganta. Se dio cuenta de que no tenía sentido extender más la conversación. Estaba nervioso, no sabía como encarar a su amigo. Sentía que le temblaba la voz con solo intentar decir una palabra al respecto. Respiró hondo, y comenzó a hablar:

—Mira, Sanders, es mejor que no te metas en esto, te lo digo como amigo, es por tu bien.
—Lo necesito de verdad Will…
—Ya lo has escuchado —añadió Emily oportunamente, al ver a su marido en apuros.
—Bueno, Sanders, si no quieres nada más…nosotros nos vamos, tenemos a una familia que cuidar. Hasta luego, Sanders.
—Está bien, considera que no diga nada como el favor que te debía.
—Adiós Sanders.
El detective, al ver la actuación de su amigo, se sintió un poco traicionado. Le dio la mano rápidamente, pues en el momento estaba enfadado. Se despidieron y los Davidson se fueron del lugar para volve lo antes posible a su casa.




—¡Kara! —soltó Willy al escuchar a Kara emitir un chillido —¿Qué te ha pasad…? Oh, mierda… —dijo al ver a su hermana suspendida mediante un rayo de luz procedente de la nave. Nada más poder reaccionar, Willy empujo a su hermana del rayo, cayendo ella al suelo aturdida.
—¿Qué ha pasado…? —dijo Kara mientras se levantaba ayudada de su hermano. Ambos se alejaron de la nave y subieron al sótano.
—Te oí gritar y te encontré suspendida por la nave ¿Qué te ha pasado? ¿Te has hecho daño?
—Estoy bien, tranquilo —vio que el brazalete que llevaba todavía brillaba. Lo tocó y de repente la luz cesó— ¿Qué habrá sido eso? Bueno... ya lo averiguaré.
—Kara, esto es muy raro. ¿Hiciste algo para que la nave hiciera...?
—Yo no hice absolutamente nada. Seguro que lleva haciendo cosas extrañas desde mucho antes de que yo me enterase que existía —Kara parecía cada vez más molesta, y en realidad ni siqueira sabía por qué.
—Kara —dijo Willy dándose cuenta de que su hermana volvería a enfadarse—, no sé cuánto hace que la nave se mueve... y esas cosas, pero sé que nunca había hecho algo como...
—¿Cómo no me contaste antes lo que sabías? Yo siempre he confiado en ti, pero tú siempre has estado ocultando que no soy de aquí.
Era evidente que Willy se sentía culpable, pero no podía haber hecho otra cosa.
—Oye, Kara, compréndeme, no podía hacer otra cosa, yo lo descubrí de pequeño, y cada vez que quería contártelo tu estabas enfadada por ser tan diferente, no sabía si te ibas a enfadar más de lo que estabas. Perdóname, por favor, lo hice con la mejor intención del mundo...
Kara no podía evitar pensar que la habían traicionado. Aunque Willy intentaba disculparese, ella no era capaz de perdonarlo. Al ver el rumbo de la conversación, simplemente se fue, seguía cabreada. Se marchó de la casa dejando a Willy extasiado. Él todavía no se acostumbraba al nuevo poder de su hermana.



—Will, tu amigo Sanders se está metiendo demasiado en el asunto… puede que termine por descubrir el secreto.
—Eso es poco probable, pero soy consciente de ello.
Se encontraban en el vehiculo familiar. Hacía un rato habían entrado en Grandville y ya estaban llegando a su casa.
—No me gusta nada que después de tanto tiempo salga con la curiosidad que entonces se guardó.
—Mira, sé que es muy arriesgado, pero conozco a Sanders, y sé que si le pedimos que no se meta, no lo hará —William apartó la mirada para mirar a su esposa durante un instante para que supiera que estaba muy seguro de lo que estaba diciendo. De repente, Emily puso cara de espanto, señalando hacia adelante.
—¡La carretera, William!



El balón salió despedido a varios metros, cayendo del otro lado de la carretera. Los dos chicos que estaban jugando con ella suspiraron por el error.
—Tiraste muy lejos la pelota, Charles —dijo el más pequeño a su heramo—. Voy a por ella.
—No vayas solo —dijo el mayor. Al ver a su hermano pequeño irse solo de todas formas, aguardó durante un instante y siguió a su hermano a paso lento. Entonces se percató de un hecho horrible: su hermano estaba en medio de la calle observando atónito un coche que se acercaba a él rápidamente.
—¡Cuidado!
William, al ver al chico en medio de la carretera, apretó con todas sus fuerzas el pedal del freno. Él y Emily cerraron los ojos, pues iban a atropellar al niño y no querían que esas imágenes se les quedaran grabadas para siempre, por inevitable que fuese.
Pero cuando terminaron de frenar y abrieron los ojos vieron que el chico ya no estaba allí. Empezaron a buscar con la mirada a todos los lados; Emily de dio cuenta de que el chico estaba con Kara, ambos tendidos en el suelo al lado del asiento del copiloto. El pequeño no pareció reaccionar al instante.
El hermano mayor empezó a buscar desesperado al niño con la mirada. Había escuchado al vehículo frenar y su hermanito no podía estar lejos. por su cara cayeron las lagrimas, pues él pensaba que lo habían atropellado. Pero al buscarlo, no estaba allí. Estaba extrañado y confuso.

Kara era consciente de lo que estaba pasando, el chico estaba buscando a su hermanito, y si salía así fortuitamente no acabaría bien. Miró al niño, que aunque estaba muy aturdido, se encontraba bien.
Mientras ella pensaba qué hacer, su madre le estaba diciendo por señas que se marchara de ahí sin que le viese. Kara se dio cuenta de que la confusión del niño posiblemente le impidiese recordar el incidente. Así que fue lo que hizo: se fue a supervelocidad. Una ondulación en el aire delató la desaparición de Kara. El niño se reincorporó sin saber muy bien lo que estaba pasando, simplemente se abrazó a su hermano mayor.
—¿Estais bien? —Preguntó preocupada Emily, bajando del coche.
—Podían tener cuidado ¿No? —espetó el mayor, aún llorando.

Kara se dio cuenta de todo el bien que podía hacer con sus poderes. Decidió no volver huir de su casa, una decisión repentina. De regreso, vio a su hermano en la salida. Kara se sintió muy apenada por no haberle perdonado, ella sabía que le había ocultado el secreto por su bien. Ahora comprendía que saber o no aquel secreto no cambiaba el hecho de que era diferente. Volvió con su hermano con cara de arrepentimiento.

—Willy…lo siento mucho...
—¿Qué ha... pasado? —Willy, en realidad, estaba sorprendido por el rápido regreso de su hermana. No quería que se fuese otra vez—. Creí que no volverías... por favor, déjame explicarte...
—Luego te cuento todo, Willy. perdóname por no haber querido comprender tu situación…
Su hermano se tranquilizó al ver el cambio de su hermana. Había sido muy rápido, pero eso no le preocupaba.
—Claro, hermanita, tu eres la persona que más quiero del mundo —respondió emocionado Willy que estaba deseando eso desde que se dio cuenta de lo grave que era saber el secreto de Kara y ella no. Ambos sabían que a partir de entonces iban a llevarse mucho mejor —he deseado contártelo todo desde el principio…
—Lo sé Willy, tranquilo, para mí ya está todo arreglado.

Entraron a casa, Willy con el hombro por encima de Kara, y Kara también. El hermano, ya que estaban de confesiones, vio la ocasión idónea para decirle lo que pasó en el lago.

—Oye, en el lago… te vi muy debilitada ¿Sabes lo que pasó?
—La verdad es que yo tampoco lo sé, pero sentí que perdía todas las fuerzas que tenia.
—Hum… no sé, pero traje estas rocas, brillaban mucho, mira —Willy sacó un cofre muy pesado, de metal, que tenia cerca, y lo abrió delante de Kara. Dejó al descubierto la pequeña piedra verde que escondía. Su hermana empezó a ponerse mal, como en el lago. Parecía muy dolorida, y enseguida cerró el cofre, extrañado—. ¿Qué será esta roca?, pero, ¿por qué no te hace efecto dentro de esta caja?
—¿Qué es esa caja? Recuerdo que te la regalo un amigo tuyo.
—Sí, me la regaló para que guardara cosas dentro. Será que no te hace efecto si está encerrado. Tengamos cuidado con esto. Lo guardaré en mi cuarto, debajo de mi cama. ¿Vale?
—Está bien —respondió Kara asustada.

En ese momento llegaron sus padres y le dijeron a Kara que había hecho un buen trabajo salvando al chico. Ella simplemente les respondió que ya había superado su enfado y que seguiría con las clases, haciendo el mayor bien posible, aprovechando al máximo sus poderes.


Al día siguiente, como casi todos los días, tomaron el bus escolar Willy y Kara juntos. Entraron en el instituto y permanecieron juntos. Aunque para la mayoría de los estudiantes era otro día infernal, a causa de sus “maravillosas” clases, para Kara era un día muy especial, un nuevo día, un nuevo comienzo.

Kara quería comerse el mundo, no quería dejar pasar nada; quería integrarse, quería ser popular... quería saber sabía cómo llegar a eso. Al parecer, sus deseos habían sido concedidos. Ante su vista apareció un cartel donde se mostraba: “Pruebas de animadoras. Interesadas presentaros en el gimnasio en los descansos."

—¡Willy! Me voy a presentar a las pruebas de animadoras, a ver si me aceptan —anunció emocionadísima Kara.
—¿Ah, si? Seguro que te aceptan. Te mueves muy bien, tienes agilidad y además eres guapa.*
—Oye, ¿estás enamorado de mí o qué? —preguntó de broma.
—Em… —soltó Willy avergonzado, sonrojado, pues no se esperaba esa pregunta —no por Dios Kara, soy tu hermano. ¿Cómo voy a estar enamorado de ti?
Asistieron a las clases, como normalmente hacían, Kara con mayor concentración que antes, pues pensaba recuperar las clases perdidas, aunque por cómo era Kara no tendría que recuperar, pues ella ya iba muy adelantada en el temario. Para Willy las clases fueron iguales de aburridas que siempre, pero se le paso más rápido porque estaba pendiente de Kara. Ella parecía mucho más animada, mucho más feliz, dispuesta a pasárselo bien como fuese, y él contento de ver a su hermana así.

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1x06: La voz
—Toma, es tuya —dijo Daniel Stanopen con entusiasmo.
—Pero...papá...es...es —susurró Julian.

El hijo no podía salir de su asombro. Era la moto que quería pero que nunca le había pedido.
—Oye hijo, juntos tenemos que olvidar lo que sucedió. Hoy es un nuevo día y tenemos que empezar de nuevo. Aquí en Grandville.
Daniel puso la mano encima del hombro de su hijo.
—Vale... pero no hacía falta que me compraras una moto —Julian sonrió — y menos esa.

Julian iba mirando la moto muy detalladamente. Empezó por el manillar, luego por los focos...

—No me seas honesto, venga móntala, que sé que te gusta. Aquí tienes las llaves. Ah, se me olvidaba. Tengo que decirte algo.
—Dime, papá —Julian se asustó y se detuvo.
—He hablado con el director del instituto de Grandville. Un buen hombre. Mañana podrás empezar con regularidad.
—Vaya, sí que te has dado prisa en buscarme instituto.

A Julian no le gustaban mucho los estudios, pero hechaba de menos aquella sensación de estar con gente que te quiere y que te rodea. Quería recuperar esta sensación en Grandville.

—Está claro que no te quiero vagando por casa —dijo el padre.
—Tranquilo que con la moto no estaré mucho en casa —bromeó Julian.
—Tengo un recado en Metropolis. Por la hora de cenar ya estaré aquí. Ah, hoy nada de moto, no quiero que me llamen del hospital diciéndome que te has matado.
—Me tienes mucha confianza.
—Tengo la confianza máxima que se puede tener con un adolescente.
—De acuerdo, estaré en mi cuarto practicando con la guitarra nueva.
—Vale, rockero —dijo bromeando Daniel.

Daniel Stanopen fue hacia su coche y su hijo detrás suyo.
—¿Quieres venir a Metropolis? —preguntó Daniel extrañado.
—No es eso, verás —dijo avergonzado—. ¿Cómo se va al instituto?
—Súbete al coche, te lo voy a enseñar.



El día después

Julian salió de su nueva casa mirando de lado a lado, asegurándose de que no viniese ningun vehículo. Cruzó la calle y intentó recordar donde estaba el instituto. "Recuerda, dos manzanas a la izquierda y luego cruzas a la derecha, oh, espera ¿No era a la izquierda?".
Entonces no tuvo más remedio que preguntar al hombre que le pareció más amable pero ese dijo que no tenía tiempo, así que entró en una peluquería de mujeres, donde se puso nervioso pero finalmente le contestaron. Julian llegó diez minutos tarde a clase.
—A ver... Segundo... B. Tercer piso.
Julian iba observando los pasillos de su nuevo instituto, se parecía bastante al de Smallville, quizás el nuevo fuera más grande, pero el antiguo tenía más vida. Luego pensó que quizás lo de la vida es porque todos estaban en clases.

El profesor Parker estaba haciendo su peculiar discurso en su clase de lengua. Un hombre alto y estirado que ya hacía tiempo que ejercía de profesor en Grandville. Además, tambien era el tutor de la clase.
—Con... con... permiso —dijo Julian llamando a la puerta.
—Vaya, Julian, si que has tardado ¿Te has perdido? —dijo el profesor bromeando.
—Bue...Bueno —sonrió timidamente.
Algunas risas se oyeron en la clase.
Julian cerró la puerta pero no le salió bien, tuvo que intentarlo hasta tres veces. Cosa que hizo que llamara más la atención y empezó un rumor entre toda la clase.
—Alumnos, esa es la sorpresa que os había dicho. Julian Stanopen es de Smallville y ha venido a estas alturas del semestre porque le han ofrecido un trabajo cerca de aquí a su padre. ¿No es así?
—Sí, exacto —contestó el chico nervioso. Entonces miró a la clase elevando su mirada, antes observando al suelo, y se centro en los ojos de una chica rubia que se sentaba en la segunda fila que lo estaba mirando.
—¿Quieres agregar algo más, Julian?
El nuevo alumno hizo un gesto de negación y volvió a mirar al suelo.
—Bien, puedes sentarte al lado de Davidson.
Entonces Kara se sobresaltó y miró al profesor.
—William, quite todos esos libros de la tabla de al lado para que se siente Julian.
Kara resopló de alivio.
Willy quitó rápidamente los libros y Julian se sentó a su lado. Los dos se saludaron con algo de timidez.
—Bien muchachos, retomemos la clase.
Riiing, riiing.
Daniel Stanopen abrió el celular.
—Diga, señor Luthor.
—Hola, Daniel ¿Ya han llegado a Grandville?
—Sí, gracias señor por las vacaciones que me ha dado. Ayer ya fui a Metropolis por sus papeles.
—No tenía que molestarse, Daniel.
—Oiga —dijo Daniel nervioso—. ¿Les ha dicho lo de mi hijo a los doctores?
Daniel observó la fotografía de su escritorio, donde estaban su hijo, su difunta mujer y él. Sabía que estaría nervioso para ese momento y dudó de decirle a su superior la frase en cuestión.
—¿Ha hablado con los médicos acerca de mi hijo?
—Claro, Daniel, se lo prometí.
—¿Y ellos qué piensan?
—Estamos experimentando con casos similares. Ya sabe, después de la lluvia de meteoritos han aparecido casos parecidos al de tu hijo Julian.
—Gracias, señor Luthor —Daniel cada vez estaba más nervioso—. ¿Oiga, por qué llamaba?
—Ya se lo dije, quería saber si usted y su hijo habían llegado bien a Grandville. Ya sabe que es uno de mis mejores empleados.
Daniel se lo tomó como un elogio y sonrió nerviosamente, como todos los que había recibido de Lionel en toda su trayectoria.
—Gracias, señor, por su apoyo, es usted un gran hombre, no sé por qué hay tanta gente que dice... —se interrumpió a sí mismo y calló.
—¿Qué, Daniel?
—Bueno, usted ya lo sabe —Daniel se puso aún más nervioso.
—¿Criticándome? Es lo que tiene el poder, Daniel, nadie está conforme con lo que haces. Nos vemos después de sus vacaciones.

Lionel Luthor colgó el teléfono, se tocó la barbilla mientras en su cara se dibujaba una sonrisa maléfica.



Kara y su hermano estaban en el comedor del colegio buscando un sitio en donde sentarse. La mayoría de mesas estaban llenas, los del equipo de fútbol, las animadoras, los mayores, los rockeros... Kara se fijó en la mesa de las animadoras, todas eran guapas, altas y tenían novio. Intentó sentarse junto a ellas pero Laura Wellington se lo impedió:
—Ocupado —dijo con su mirada siempre de superioridad.
Kara se enfadó y decidió pasar de ellas. Un pequeño sentimiento de venganza le vino a la mente. Quizás un "me la pagarás" estuvo a punto de salir de sus labios.
Entonces Willy vió al fondo una mesa donde solo había una persona.

—Eh, Kara, al lado de Julian —dijo Willy.
—¿Ju...Julian? ¿El nuevo? —dijo nerviosa.
—Parece simpático, vamos si no quieres comer de pie.

Los dos hermanos se sentaron junto a él. Julian intentó ser lo más simpático posible pero se le notaron los nervios. Los tres no hablaron nada así que Julian tuvo el valor de romper el hielo.
—Ho...ola.
Aquella frase era inadecuada porque los hermanos ya hacía un rato que estaban sentados con él. Aún así Willy hizo el segundo paso.
—¿Aún no has hecho migas con nadie?
—Pues no, pero supongo que con el tiempo... —dijo Julian nervioso.
—Claro que si, Julian, si quieres después te presento a mis amigos —Willy golpeó con el puño el brazo del nuevo alumno.
—No te lo recomiendo —bromeó Kara.
—Eh, perdona a Kara, últimamente está un poco borde, desde que quiere presentarse a animadora.
—Ah, no me mal interpretéis pero... ¿Sois novios? —dijo Julian de repente.
—¡No! Somos hermanos —dijo rápidamente Willy.
—Ah, perdonad, no pensé que fuerais hermanos... y me..menos mellizos, no os parecéis mucho —Julian parecía más aliviado—.
—No somos hermanos de verdad, yo soy adoptada.
—Eh... Así que te presentas para animadora ¿eh? —dijo Julian cambiando de tema.
—Sí, tu tambien deberías.
—Yo ¿animadora? —dijo sorprendido Julian.
—¡Ay! ¡No! ¡Quería decir en el equipo de fútbol!
Entonces los tres se rieron.
—Gracias por la sugerencia, pero los deportes no son lo mío. Y tu ¿A que te dedicas Willy?
—A mi tampoco se me dan bien... yo —Willy se lo pensó—. Toco la guitarra.
—¡Qué cutre! —dijo Kara.
—Yo también toco la guitarra, y bastante bien. En Smallville tenía una ban... —entonces Julian se calló de repente y Kara se arrepintió de las palabras que había dicho y dijo un "uy" que nadie oyó.
—Oye Julian, si quieres después de las clases vienes a nuestra casa con tu guitarra a ver quien es el mejor.
—Emm... hoy no va a poder ser.
Julian ya no estaba tan tranquilo.
—Bueno, no tiene que ser hoy, otro día será ¿vale?
Julian sonrió y asintió.
—¡Ya estamos en casa! —dijo Willy.
Parecía que no había nadie, quizás sus padres fueron a comprar.
—Hijos, ¿como fue el día? —dijo William, que sacó su cabeza por encima del sofá, cosa que asustó a sus hijos—. Perdonad, me había dormido.
—Aburrido, como mi hermano —dijo Kara.
—¡Eh! —gritó Willy.
—Le dije si quería que le llevara a casa, pero él tenía miedo, y hemos venido en autobús.
—¿Que lo llevaras? Ah, olvidaba tus nuevos poderes.
—Sí, mis nuevos poderes —suspiró Kara. Entonces miró sin querer el sótano.
—Oye papá... la nave.
—No te acerques a ella, ya sabes que es peligrosa.
—No lo creo, supuestamente llegué aquí con ella, no tiene por que hacerme daño.
—Pero no lo sabemos.
—¿Te ha hecho daño alguna vez el coche?
Entonces William frunció las ceñas.
—¿Es una metáfora? —dijo Willy.
—Tu no sabes ni que es eso —dijo Kara.
—A ver, Kara ¿No te acuerdas de lo que pasó el otro día?
—Sí, por desgracia...
—Y tu eres de las tontas que tropiezan dos veces con la misma piedra.
—No, pero estoy segura que no es peligrosa para mi, quizás no me haga na...
—Que no se hable más, id a hacer los deberes y dejad en paz la nave.
Entonces los dos hermanos subieron al piso de arriba. Se miraron.
—Creo que te conozco lo suficientemente bien y se lo que estás pensando... —dijo Willy.


Mientras Willy estaba distrayendo a sus padres, Kara entró muy despacio en el sótano y se sobresaltó al ver dos ojos que la miraron. Encendió las luces y aquellos ojos resultaron ser los del gato de su hermano. Se acercó a la nave. Suspiró y se preparó para lo que le podía pasar. Se puso en frente de la nave con mucho miedo pero para sorpresa suya no pasó nada de nada. La nave ya no estaba abierta.

Kara cerró la puerta otra vez con llave y se acercó al comedor, donde Willy aún estaba distrayendo a sus padres enseñandoles la última canción que aprendió a tocar con la guitarra. Cuando Willy vio a su hermana paró de tocar y se fue con ella.

Entraron en la habitaciónde Kara y su hermano se preocupó por ella, entonces fue cuando su hermana le contó que la nave estaba cerrada. Los dos se preguntaban el porqué pero Kara, que sabía que Willy tenía que terminar un trabajo de lengua, lo mandó a su habitación. Kara decidió que lo mejor que podía hacer era irse a dormir y pensar en la nave mañana. No podía dormirse, así que encendió la radio donde hacían un debate que trataba de Obama. Entonces ella pensó que si algunos ya no quieren a un negro de presidente, que no les gustaría una presidenta extraterrestre. No cambió de emisora porque creía que así se dormiría.

De repente la radio se empezó a escuchar mal y se apagó. Una voz distinta que las anteriores se escuchó:
Interrumpiste el proceso de transmisión de la información kryptoniana
Ahora el conocimiento de las ciencias de Krypton no se podrá completar
El brazalete permanecerá incompleto al igual que la nave con la que llegaste a la Tierra


Kara se asustó y desenchufó la radio pero la frase seguía repitiendose ¿Qué significaba aquello? Entonces en un acto casi reflejo abrió la ventana y tiró bien lejos la radio, pero aquella voz aún se escuchaba. Entonces Kara empezó a gritar y quiso salir de la habitación, pero no podía abrir la puerta, y la voz cada vez se oía más fuerte, cuando escuchó una voz que le resultó familiar.
—¡Kara! ¡Kara! ¡Despierta!
Abrió los ojos y vio a su hermano, que le hablaba.
—¿Tuviste una pesadilla?
—Fue... muy raro, pero muy real.
Entonces Kara se dio cuenta que la radio aún estaba en su sitio ¿Fue un sueño? Notó una sensación de calor en la muñeca de su brazo derecho. Tocó su brazalete, que era el emisor de aquel calor.
—Parece que tu brazalete ha estado activo toda la noche —dijo preocupado Willy.

Kara le contó lo que sucedió y él se sorprendió mucho, pero no dijeron nada a sus padres, pues ellos se enfadarían mucho ya que dijeron a Kara que no fuera para nada al sótano.

Los hermanos intentaron no pensar en eso y fueron al instituto. Era el día en que Kara tenía las pruebas para entrar en las animadoras. Julian los estaba esperando en la entrada del edificio, mientras alguien los estaba observando. Una chica escondida entre los arbustos del instituto los miraba sin perder ningun detalle.
—Te encontré Stanopen —susurró la misteriosa chica.

Director y escritor: Bertu
Guionistas: Keidell, elementokr36, Hyunsuk, DaniraXkY, Bertu
1x07: Entre titanes
Sanders entró en su oficina y cerró con llave. Se acercó a su silla, se sentó y se arrimó a la mesa. El ordenador estaba apagado, así que tuvo que encenderlo. Abrió rápidamente su cuenta de correo electrónico y echó un vistazo a los nuevos e-mails que había recibido. Se paró en uno. Era el que esperaba encontrar. Lo abrió y leyó:
“Saludos, oficial Robert Sanders.
Tal como le he prometido, las actividades vinculadas a esta investigación no constan ni constarán en ningún archivo. He averiguado que Samuel Gibson realmente oculta algo. No puedo asegurar que sea nada ilegal, pero con respecto a la familia Davidson, está claro que oculta algo. He investigado también el origen de Kara, sin resultados concluyentes, la verdad.
Los archivos dicen que nació en Metrópolis, pero no se sabe nada de sus verdaderos padres. William y Emily Davidson la adoptaron hace alrededor de 13 años y desde entonces ha vivido con ellos. Esa es la información oficial, que seguro usted ya conoce. Sin embargo, he estado haciendo preguntas y llegué a la conclusión de que Kara Davidson no nació ni en Metrópolis ni en ninguna ciudad limítrofe. Por lo que a mí respecta, su verdadero origen es un misterio. Como le dije, no he obtenido resultados.
Seguiré investigando a Samuel y si puedo averiguar algo más de Kara, lo haré.
Lamento no tener más información por ahora. Si me necesita para algo más o descubro algo nuevo, contactaremos.
Si no le importa, le haré una pregunta: ¿por qué tiene tanto interés en esto? ¿Y por qué tanto secretismo?
Sin más, me despido”
Sanders se movió incómodo en su asiento. No había descubierto nada nuevo. Quizás ahora podía estar más seguro de que Samuel ocultaba algo importante sobre los Davidson, y lo más probable es que tenga que ver con el pasado de Kara. La verdad, aunque sentía que se iba acercando a la verdadera causa de la muerte de George Davidson, no estaba seguro de que estuviese yendo realmente por el camino correcto. La relación entre el origen de Kara y la muerte de su tío no era más que una corazonada, y generalmente él no se dejaba llevar por estas cosas… pero en este caso había algo que no cuadraba.
Reviendo los casos ocurridos recientemente en Smallville, se daba cuenta de que había sido un error tonto vincular esos asesinatos con la muerte de George. El caso de éste, aunque similar, estaba claro que también era diferente.


La tarde empezaba a decaer tras una jornada de entretenimiento. Willy se había despreocupado de su hermana por primera vez en su vida. Había sido a petición de ella, de otra forma no habría pasado así.
El día anterior los habían llamado para invitarlos a una fiesta en casa de un amigo de Willy, Frederic Grey. Éste hacía poco se había unido al equipo de futbol de Grandville, y una forma de ganar más confianza entre sus amigos era hacer una fiesta para ellos. Willy nunca se había planteado intentar entrar en el equipo, además sus fiestas no le convencían, pero fue por su hermana. Kara, que había sido invitada para recibir una buena noticia, llevaba algunos días esperando a conocer la decisión de las animadoras del equipo.
Las animadoras, por supuesto, asistieron a la fiesta, y la noticia que dieron fue emocionante para Kara. Había sido seleccionada para ser la nueva integrante, habiendo competido con chicas más grandes que ella y muy difíciles de superar.
Ahora, la fiesta había terminado para ellos. Willy estuvo todo el tiempo con sus amigos del equipo y Kara con sus nuevas amigas. Cuando se fueron al final de la fiesta, Willy pudo apreciar lo contenta que estaba su hermana.
—Tengo que admitir —dijo el chico mientras se alejaban de la casa de Grey— que últimamente te he visto mucho más contenta que en los último años. Puede que sea por lo de las animadoras o…
—¿O qué? —interrumpió ella sonriente—. ¿Puede que sea porque ahora sé mejor que antes quién soy? La verdad es que ahora no entiendo por qué estuve tan molesta esos días… Ahora tengo más confianza en mí misma y en vosotros, claro.
—¿Más confianza? —Repitió Julian, que los estaba alcanzando—. No me extraña, estando en las animadoras.
—Julian —dijo Kara con dificultad. Willy también se sintió incómodo con la repentina aparición del chico—. ¿Cuánto llevas siguiéndonos?
—Nada, nada. Acabo de veros y decidí acompañar a mis amigos.
—No te vimos en la fiesta —comentó Willy, denotando confusión.
—Ah, no, es que a mí no me invitaron. Pasaba por aquí y os vi salir de esa casa, así que…
—Pasabas por aquí, seguro —repitió esta vez Kara, sonriendo aliviada porque Julian no había escuchado todo lo que había dicho… aunque lo cierto era que no había sido nada comprometedor—. Bueno, ahora mismo Willy y yo nos íbamos a casa, pero...
—Podríamos ir a tomar algo —propuso Willy.
—Acabáis de salir de una fiesta, ¿y todavía os queda sitio para tomar algo?
—No hemos comido casi nada, la verdad —dijo Willy—, no como otros de la fiesta… allí hasta se comían entre ellos y ellas.
—Entiendo —comprendió Julian—. Bueno, entonces vamos a tomar algo. Invito yo.

Aunque tenía más ganas de irse a casa, Kara los acompañó. Julian se había hecho amigo de ellos bastante rápido. Era un chico legal, se podía confiar en él. Y se veía que él confiaba en ellos, aunque aún no les daba el gusto de comentar cosas sobre su pasado. De todas formas, poco a poco se iban conociendo mejor. Kara y Willy ya eran bastante inseparables, pero teniendo más amigos en común lo serían aun más.
La noche ya había caído. Julian Kara y Willy habían ido a una cafetería en el centro de la ciudad. Grandville, aunque no era una ciudad grande, estaba empezando a tomar esa forma. A Willy y a Julian les agradaba eso, por lo que se pasaron la tarde hablando de las reformas que se estaban llevando a cabo. Kara, en cambio, se mostró distraída. No le molestaba oír una conversación que no le interesaba demasiado, pero como ya se ha dicho, ella pretendía estar en casa antes del anochecer.
Mientras su hermano y su amigo hablaban, ella, mirando por la venta, pudo ver entre las sombras a una chica que los observaba. La joven tendría poco más años que ella. Tenía un aspecto sospechoso y aunque se dio cuenta de que Kara la miraba, no se inmutó.
—Eh, chicos —dijo ella desviando la mirada un momento—. Hay una chica allí afuera que no deja de…
Cuando volvió a mirar, la joven ya no estaba.
—¿Quién? —Preguntaron ellos—. ¿Qué pasa?
—No, nada… me pareció haber visto algo… Es igual. Oye, Willy, yo me voy a casa, que quiero descansar bien. Mañana empiezo con las prácticas de forma oficial con las animadoras —sus frases dejaban ver lo orgullosa que estaba por haber conseguido una meta hacia la popularidad.
—Pero si tu nunca te cans…. —Willy se detuvo ahí dándose cuenta de ya estaba hablando de más—
—¿Cómo no va a estar cansada? —Rió Julian—. Después de esa súper fiesta nadie puede resistirse a un súper descanso.
—Está bien, nos vamos ya —aceptó Willy riendo forzadamente—, sólo un momento más y…
—No, Willy, no importa. Seguid con lo vuestro, no quiero molestar.
Tras despedirse, salió del local y se dirigió a un sitio donde nadie la viese desaparecer a toda velocidad. Cuando vio la ocasión más oportuna, se dispuso a correr. Pero entonces…
—No te recomiendo juntarte con los Stanopen y sus amigos. Puede ser peligroso.
Kara se volvió para ver a quien había dicho eso. Era la chica de antes, con pelo largo y oscuro ocultando parcialmente unos bellísimos ojos. Su ropa hacía pensar que había asistido a la fiesta de Grey: camiseta negra muy ceñida, pantalón corto muy oscuro, medias del mismo color con algo de transparencia y unos zapatos diminutos. Vista de cerca parecía una de las animadoras… pero nunca se había cruzado con ella.
—¿Quién eres?
—Alguien más fiable que Stanopen —contestó la otra—. Te he visto hablando con él en la cafetería, con otro de sus amigos.
—Ese otro de sus amigos es mi hermano. Y Julian es muy buen amigo nuestro —Kara le dio la espalda y se alejó de ella—. Además, puedo cuidarme de cualquier peligro.
—No me refiero a un peligro que puedas solucionar con tu fuerza… o con tu rapidez.
Kara se detuvo en seco y volvió a mirarla. Se acercó lentamente con expresión sorprendida.
—¿De qué estás hablando?
—No hace falta que lo ocultes —la extraña sonrió con una ironía muy marcada—. Sé que eres especial —comenzó a alejarse—. Pero no debes temer nada de mí, sé guardar secretos. El problema es Stanopen—le dio la espalda a Kara y apresuró un poco el paso. Kara no la siguió, así que la otra subió el volumen de su voz—. Cuida tus espaldas. Odiaría ver que alguien como tú se viese en la misma situación en que una vez yo misma me vi.
Ese breve encuentro la preocupó, pero a la vez la fascinó. ¿Quién era aquella joven que conocía su secreto? ¿Debía contarle eso a sus padres o a Willy?
Kara miró a su alrededor comprobando que nadie la veía. Entonces abandonó el lugar con su vertiginosa velocidad. Día a día parecía más rápida.


El despertador sonó y Willy se levantó de un salto. Ya era viernes, así que sólo tenía que hace un esfuerzo más por asistir a clase y ya descansaría el fin de semana. Se acordó de su hermana y su primer día como animadora. Fue a su habitación y vio que no estaba. Supuso que se había ido.
Se duchó, se vistió y bajó a desayunar. Allí estaban sus padres.
—Kara salió hace ya un cuarto de hora —Le informó su madre.
—Eso sí que es raro. Siempre se queda hasta el último minuto para salir corriendo a clase —recordó su hermano.

Después del desayuno, salió de su casa para esperar el autobús. Sin embargo, todavía era bastante temprano, lo cual le dio tiempo de pensar si Kara se había ido temprano por las animadoras, estaba practicando su velocidad o estaba con alguna otra cosa que él no debía conocer.

—¿Y dices que te habló de mí? —Dijo Julian.
—Sí… me dijo que no me fiase de ti —contestó Kara—, que no sabías guardar secretos. ¿Es que ella tiene alguno que tú contaste por ahí?
Ambos estaban en el portal de la casa de los Stanopen, sentados en las escaleras.
—Aún no sé de quién me hablas… ¿Cómo era?
—Era… era muy guapa. Pelo negro, ojos grandes, muy bonitos, la verdad… alta, delgada, un poco más grande que nosotros.
Daniel Stanopen estaba cerca cuando oyó lo que Kara decía. Se acercó hacia su hijo y su amiga y miró a Julian. Parecía preocupado.
—Ehmmm… Mirá, Kara —siguió Julian—. No estoy seguro de quién puede ser, pero si me acuerdo de algo de ella o de lo que pudiese haber hecho te avisaré. ¿Por qué no vas al instituto que yo aún me tengo que preparar?
—Pero…
—Kara, hoy es tu primer día como animadora. Seguramente tus amigas ya están allí, como siempre —Julian rió atropelladamente—. Ve, que Willy ya se habrá extrañado de que tú ya salieses y más se va a extrañar porque yo no salí aún.
Julian esperó a perder de vista su amiga. Luego entró en casa y vio que su padre estaba nervioso.
—¿Crees que…? —Comenzó Daniel.
—No puede ser ella —respondió su hijo—. No… no pudo sobrevivir a aquello… la gente que estaba allí no sobrevivió —dijo con dificultad—.
—No saques a la luz a los fantasmas del pasado, Julian… aunque se trate de sólo unos meses. Aquello fue un accidente… y la culpa fue de ella. Quizás es casualidad, aun vieja amiga a quien defraudaste… o algo así.
—¿Y si es ella, papá? ¿Y si de verdad Jessica Goldsmith está viva y ha dado conmigo?


Cuando su hijo se hubo ido al instituto, Daniel fue a su habitación y tomó su móvil. Marcó y lo atendió una operadora.
—Buenos Días, soy Stanopen… debo hablar con Lionel Luthor enseguida.
Como si tuviese un permiso especial para hablar con él sin esperar, enseguida la llamada pasó al despacho de Luthor.
—Buenos Días, Stanopen. No esperaba que llamase. ¿Está su hijo bien?
—Sí, por supusto, y espero que siga así. Lo digo porque ella ha vuelto…
—Con ella se refiere a la joven…
—Sí, señor Luthor —Daniel apretaba cada vez más los dientes—, Usted me dijo que ella ya era historia.
—Verá, Daniel, lo cierto es que nunca dimos con ella.
—Eso en mi opinión no significa “está muerta”.
—¿Está seguro de que es ella?
—Alguien tan guapa y sospechosa no puede pasar desapercibida. Ya ha encontrado a mi hijo, y seguro que busca venganza.
—Stanopen —la voz de Luthor se tornó áspera—. Le recuerdo que yo no puedo hacer nada al respecto.
—¡Pero tiene gente que se encarga de estas cosas!
—Mi gente no tuvo nada que ver con el accidente de Smallville, usted ya me entiende… y sin embargo les ayudé a huir de esa horrible parte de su historia. ¿Espera que me encargue yo de sus problemas?
—Lionel, cualquiera problema que tenga con gente como Jessica Goldsmith es problema suyo.
—Si piensa que tengo yo algo que ver en la aparición de estas persona… “especiales”, se equivoca.
—Yo sólo le pido haga algo, lo que sea… si mi hijo se enfrenta a ella… ¿quién sabe si yo pueda ocultar los secretos que hay entre la familia Stanopen y la corporación Luthor?
Cortó. Daniel estaba muy alterado y nervioso. Y tenía razones: no se puede amenazar a un Luthor sin esperar malas consecuencias.
Durante las clases, Kara se acercó más de una vez a Julian para seguir hablando de la chica misteriosa. El chico se había mostrado distante tras la discusión sobre ese tema, y eso hacía que la curiosidad de Kara fuese en aumento.
—Ya te dije que no quiero hablar de eso —soltó Stanopen. Kara había intercambiado su sitio con Willy, para estar al lado de Julian—. No sé con quién hablarías ayer, pero lo más probable es que se equivocase de persona.
—Sabía mucho de ti, de eso estoy segura.
—Stanopen, Davidson, hagan el favor de callar —pidió la profesora.
Tras un minuto de pausa, siguieron.
—No sé por qué estás tan obsesionada con esa chica, Kara… pero te aseguro que no hay por qué ser tan… curiosa… Sólo era una bromista que te tomó el pelo y tú te preocupaste de más.
—Julian, dudo mucho que sea eso, no me pareció una persona en la que se pueda confiar. No sólo sabe mucho de ti… de tus amigos también.
—De eso estoy seguro…
—¿Qué?
—No, nada.
Julian sabía que si no cuidaba lo que decía iba a alimentar más la curiosidad de su amiga.
Willy no era capaz de escuchar de qué hablaba su hermana con Julian, pero por extraño que pareciese, Kara estaba dando más importancia a una conversación en clase que a la materia que debía que estudiar. Estaba claro que algo pasaba.

Después del instituto, Willy y Kara se dirigieron a su casa andando, pues casi nunca volvían en el autobús con el que iban al centro donde estudiaban. Por alguna razón, ella le instó a adelantarse. Willy tenía la sensación de que quería estar a solas con Julian fuese como fuese, aunque no era por los motivos que él creía. Aunque quizás lo que más le molestaba era que su hermana le estuviese ocultando algo, sobre todo después de lo ocurrido por su secreto.

Julian se alejó del instituto; aunque tenía la intención de volver a su casa, tomaría un camino más largo para evitar encontrarse a Kara. Sabía que ella quería saber algo más sobre la chica que le dijo que se alejase de él. Mientras pensaba en la posibilidad de que esa joven fuese quien él creía, se internó en una calle poco frecuentada, que llevaba hacia un parque que a esas horas del medio día estaba desierto. Cruzó aquella gran plaza mirando las casas y los edificios que lo rodeaban el parque, el cual era enorme, así que desde donde estaba Julian, se veían pequeños. Además, los árboles tapaban la mayoría. Mirando aquellas viviendas, se distrajo del camino y no vio que unos metros más adelante lo esperaba alguien.
Cuando volvió a mirar hacia adelante, se paró de repente, nervioso y sorprendido.
—¿Me echabas de menos, Julian?
Esa voz le puso la piel de gallina. La joven que estaba delante él le sonreía como si fuesen amigos de toda la vida… pero nada más alejado de la verdad.
—Jessica… estás…
—¿Buena? ¿Radiante? —bromeó ella antes de cambiar su expresión por una más seria—. Viva, sí… ¿Qué pensabas, que un simple tornadito acabaría conmigo?
—Jess… no. Yo… ¿Qué haces aquí? ¿Es que buscas… venganza? Sería algo de esperar. No eres lo que se dice una buena persona.
—¿Y tú te crees mejor? —Preguntó ella levantando la voz mientras daba un paso hacia el chico, y luego otro y otro.
El viento comenzó a soplar con más fuerza. Los árboles y el polvo del parque, entre otras cosas, empezaron a dar fe de ello.
—No quiero que ocurra aquí lo mismo que pasó en Smallville, Jess. Aquello fue un terrible accidente.
—¡Un accidente que me costó mucho! —Gritó la chica. Una lágrima asomó por una de sus mejillas—. Me destrozaste la vida revelando que no era normal. ¡Ese accidente al final no fue sólo un accidente!
—¡No le dije a nadie que tuvieses nada de especial…
—No dijiste qué era eso de “especial”, pero dijiste que algo había. Los rumores agravaron las cosas y la gente se puso en mi contra y en la de mi familia. Yo ni siquiera había empezado en el instituto y ya todos odiaban a la nueva. Después, los meses fueron años para mí…
Su llanto se hizo amargo.
—Jess, nunca quise que pasara nada de ello. Pero no lo entiendes… no fui yo quien te hizo esto. Fueron tus supuestas amigas.
—Y acabaron muertas!
—Lo sé —a Julian volvía a serle difícil hablar—, por eso no podía permitir que siguieses haciéndolo. Matando a la gente.
—¿Y decidiste intentar matarme? ¡Y claro, no te llegó con eso… mataste a los que estaban allí con nosotros! ¿Y crees que yo he sido injusta? No te dejaré hacer daño a nadie más, hijo de…
Julian bajó la cabeza e intentó no ponerse más nervioso. Aguardó un momento para elegir bien las palabras y siguió. La chica ya se había acercado demasiado.
—Jess… lo que te hice sólo pretendía ser una llamada de atención. Las demás personas… fue un accidente —él mismo dejó salir las lágrimas al recordar todo lo que había pasado—. No controlaba mi poder.
—¿Y después de dos meses sí? Porque espero que sea así, ¡porque te va a hacer falta!
Jessica manifestó a su alrededor una energía que afectó a todo el parque. Surgió un brillo a su alrededor que rápidamente fluyó en un rayo que descargó en dirección a Julian. Éste sabía que si ese rayo lo tocaba, moriría al instante. Pero lo esquivó usando su propio poder. Provocó el movimiento de aire necesario para empujarse a sí mismo fuera del camino del rayo. Gracias a su control del viento recuperó el equilibrio y salió corriendo. Media decena de rayos pasaron a su alrededor casi rozándole.
Se levantó una ventisca que le hizo difícil a Jessica mantener el equilibrio. El polvo que flotaba en el aire y las ramas y hojas que volaban de aquí para allá le impedía ver bien a su rival. Algunas chocaban con ella. Además, el chico se movía muy rápidamente gracias al viento que dirigía, y los árboles le ayudaban a ocultarse mejor. Se había equivocado al elegir un sitio como ese parque para enfrentarse a él. Pero es que era una oportunidad única, el resto del tiempo estaría con sus amigos, sobre todo con Kara.
Sin darse cuenta, uno de sus rayos partió una gran rama que el potente viento lanzó por el aire y que casi le dio a ella. Tuvo suerte al esquivarlo, pero Julian no la vio a tiempo y él sí recibió el impacto. Cayó inconsciente sobre la hierba del parque.
El viento cesó de repente, pero la polvareda que se esparcía por el aire seguía dificultando la visión. Se acercó tosiendo al chico inconsciente. La zona comenzó a brillar otra vez.
—Esta vez será diferente —susurró la chica.

Sanders estaba saliendo de su oficina para comer cuando el agente John Peterson le comunicó una noticia interesante.
—Robert, acabamos de recibir una llamada desde Grandville.
—¿Ah, sí? ¿De quién?
—No dijo nombre. Pero es en el centro de la ciudad.
—Si se le puede llamar ciudad —bromeó Sanders.
—Sanders, no es tiempo de bromas, es un caso bastante extraño.
—¿Y por qué nos llaman a nosotros? —Robert se disponía a salir de una vez.
—Es que… ¿Te acuerdas que un testigo en Smallville juró haber visto rayos en las escenas de los crímenes de heridas raras en el pecho? Pues es lo mismo. Alguien llamó asegurando que ha visto una serie de rayos en un parque… qué salían de ahí… además de una especie de microclima que no afecta nada más que al susodicho parque.
—¿Rayos? ¿Microclima? —Sanders siguió con su idea de salir del despacho, pero ya no era para comer—. Vamos, puede que sí tenga que ver con nosotros. Ya podemos estar llegando antes que la misma policía local.
A toda prisa, ambos salieron sin siquiera cerrar las puertas que abrían.

Kara, al ver que en el parque de Grandville se había levantado demasiado polvo, se acercó a toda velocidad, pues había visto que Julian se dirigía hacia allí. Cuando llegó, vio la confusión que reinaba. Se adentró en la plaza y logró divisar lo que ocurría, la chica misteriosa del día anterior brillaba al lado de su amigo Julian. Un rayo comenzó a formarse delante de ella, pero aún no había sido proyectado hacia el chico. Kara reconoció esa forma de energía. Hacía años había visto un rayo parecido a ese matando a su tío George. ¡Esa joven podía emular los mismo rayos!, pero… ¿cómo?
Utilizando su velocidad, se aproximó al chico, lo levantó y se lo llevó a una esquina del parque. Había tanto polvo, hojas y pequeñas ramas cayendo que las personas que empezaban a salir de sus casas y pisos, por más que se empeñaban, no veían casi nada. Kara volvió a donde la chica. Ya había lanzado su rayo. Estaba confundida porque no había visto en qué momento había desaparecido su rival. Entonces vio a Kara y resopló.
—Debí imaginarme que eras tú.
—¿Qué le has hecho a Julian? —Gritó Kara—. ¿Dime ya quién eres tú?
—No creo que quieras saberlos.
—¿De dónde has salido? ¡Habla, que no tengo mucha paciencia!
Kara no estaba dispuesta a aguantar el silencio de la extraña. Ya poco le había gustado el día anterior. Después de lo que había hecho, menos le gustaba aun.
—Haces demasiadas preguntas… como tu amiguito Julian. Y mira cómo va a acabar el condenado…
—No le vas a hacer nada.
—¿Quién te lo asegura? —Su sonrisa se tornaba cada vez más despreciable.
El resplandor la rodeó de nuevo y un rayó salió disparado hacia Kara. Ésta no lo esquivó, no se lo esperaba. Le dio en un hombre y le arranco la manga de su chaqueta y un buen trozo de su camiseta. Otro rayo chocó contra su pecho y terminó de destrozarle lo que quedaba de esas prendas. Pero ella no había resultado dañada, aunque se avergonzó de lo ocurrido.
—Veo que eres más fuerte que mi rayo.
—No sólo soy fuerte —susurró ella.
—Dudo que puedas hacer nada mientras te cubres los pechos —rió la otra.
De repente, una ráfaga de aire delató el rápido movimiento de Kara. Jess recibió un golpe que la empujó hacia un árbol. Cayó dolorida al suelo. La polvareda se empezaba a disipar y ya se veía un poco mejor. Kara estaba delante de ella viendo cómo se reincorporaba. Jessica se dio cuenta de que llevaba puesta otra camiseta. Se miró a sí misma y vio cómo estaba al descubierto su sujetador y un pequeño colgante antes oculto.
—Pues sí que puedes hacer algo —dijo Jessica con una mirada furiosa—. Veamos qué haces con esto…
Tomó su colgante y abrió una tapa diminuta. Dejó al descubierto un trozo de piedra verde, el mismo tipo de rocas que a Kara la ponían tan mal. El dolor empezó debilitarla rápidamente, lo cual hizo que cayese arrodillada. Volvió a sentir exactamente lo mismo que en el bosque, no era tan fuerte el dolor, pero sería porque aquella zona estaba plagada de esas pequeñas rocas.
Para ella era insoportable, casi ni podía moverse, mucho menos pensar en defenderse…
—Interesante… a ti también te afectan estas cosas.
—¿también… —repitió Kara sin poder decir más. Aunque su fuerza de voluntad era grande, su incapacidad para enfrentarse a la situación era incluso mayor.
Un rayo arremetió contra ella y la arrojó a más de tres metros. Al alejarse de la piedra verde empezó a sentirse mejor, pero la descarga de ese rayo la había empeorado por otro lado. Le dolía la cabeza, le ardían los ojos… estaba cada vez más confusa. Cayó inconsciente, pero no sufrió más daño físico.
—Es una lástima —dijo Jessica sonriendo mientras cerraba la tapita de su colgante—, esa camiseta era mi preferida.
Cuando se disponía a buscar a Julian, éste apareció desde detrás de un árbol. Aún estaba algo aturdido. Al ver a Kara tendida en el suelo, corrió hacia ella. Estaba boca abajo, así que tuvo que darla vuelta. Julian se sacó su chaqueta y la cubrió, pues la camiseta de la chica estaba bastante destrozada. Vio que sólo estaba inconsciente, pero no estaba herida.
—¿Qué le has hecho? ¿Le has lanzado uno de tus rayos?
—Me hizo más daño ella a mí —contestó como si estuviese ofendida. Su ironía enfureció a Julian—. Sólo jugaba…
—Ya está bien de juegos, Jessica. Esto ha ido demasiado lejos.
Se levantó una brisa leve al principio, la cual fue tomando fuerza poco a poco. Las hojas empezaron a describir círculos alrededor de Julian. Éste, a pesar de estar muy alterado, mantenía la concentración. Perder el control del poder que tenía no sería conveniente.
—¿Y qué piensas hacer? ¿Más tornaditos?
—Estoy harto de tus estupideces. Se acabó tu suerte, imbécil.
—¡Por fin hablas como si tuvieses un par de huevos! Pero te juro que será inútil lo que hagas —volvió a rodearla el resplandor de antes—, eres demasiado fácil…
—¡Cállate ya! —Exclamó Julian. El viento comenzó a soplar con violencia otra vez. La gente que intentaba acercarse a ellos no podía seguir. Por una parte, eso era lo que Julian quería. Por otra parte, ya estaba demasiado enfadado, volvía a sentirse como aquella vez que se enfrentó a Jessica, vez en que causó un gran desastre. Pero ya no había vuelta atrás—. Aún no has visto realmente de lo que soy capaz.


Director y escritor: Keidell
Guionistas: Keidell, elementokr36, Hyunsuk, DaniraXkY, Bertu
1x08: La batalla
Cuando Willy llegó a casa, vio que Kara no estaba. Su padre tampoco estaba, aunque eso era algo más habitual, a veces se retrasaba en el trabajo. Sólo estaba su madre. Ella le dijo que Kara no había vuelto en ningún momento Además, ni siquiera había llamado ni nada por el estilo. Willy, a pesar de estar preocupado, cada vez se concienciaba más de que su hermana estaba dejándolo a un lado. Volvía a aflorar la molestia que sentía al ver que su Kara le ocultaba algo. Quería hacer algo al respecto.
Estaba seguro de que debía haber ido a la casa de los Stanopen. Podría llegar en menos de veinte minutos si se daba prisa. Se despidió de su madre y se fue.

El parque de Grandville estaba inmerso en una confusión de ramas, polvo, trozos de tierra y raíces arrancadas, hojas, etc. La gente no podía acercarse… aunque la verdad es que tampoco querían arriesgarse a intentarlo.
Julian y Jessica estaban rodeados de pequeños tornados y de rayos que no hacían más que causar terribles desastres. Los árboles más cercanos estaban cediendo, algunos de ellos con sus troncos resquebrajados y quemados.
Julian se movía cada vez con más ligereza entre toda la confusión, haciendo un gran esfuerzo por no perder la concentración. Sin embargo tenía que estar pendiente de las ramas que volaban a su alrededor y los rayos que Jess producía.
Ella no lo pasaba mejor. A penas podía centrar la energía en un solo punto. Le costaba dar con un blanco sobre el que disparar los rayos. Julian era movido por el fuerte viento con una agilidad impresionante… ya no sólo era que ella había escogido mal el lugar, él mismo había mejorado muchísimo con respecto a unos meses atrás. Las corrientes de aire que el chico movía a veces la hacían tambalear, pero ella no se rendía. Debía protegerse con los brazos, pero eso no impedía que siguiese lanzando descargas de energía aunque no fuese hacia un punto en concreto.
Julian miró a Kara. Además de protegerse a sí mismo, estaba cuidando que nada le sucediese a ella. Estaba protegida por una capa inmóvil de aire. Las ramas la rodeaban, pero no impactaban. Si no fuera porque se concentraba en esa burbuja de aire, él mismo se estaría protegiendo con ella, pues dos burbujas a la vez le exigirían más de lo que podía dar.
En un momento dado, perdió de vista a Jessica. Él se vio forzado a disminuir la agresividad de los vientos. Se dejó caer a la hierba y rápidamente se puso a la defensiva. No quería que la chica lo sorprendiese.
En ese instante, Jessica se delató con su particular brillo. Estaba detrás de uno de los árboles más gruesos. De repente, el tronco del árbol estalló y un rayo se descargó en su dirección. Julian, en cuanto vio el resplandor, se levantó en el aire gracias al viento, pero no pudo evitar que el rayo pasase demasiado cerca de él. El calor que sintió lo abrumó y perdió la concentración. Salió despedido hacia dos bancos —los cuales por supuesto estaban fuera de su sitio habitual—, por el mismo envión.
Cayó aturdido sobre uno de ellos e intentó levantarse, pero se había dado tal golpe en una rodilla que el dolor se lo imposibilitó. La chica se acercó rápidamente a él y comenzó a resplandecer.
Julian se fijó en ella, en el aire que la rodeaba y empezó a retirarlo, a alejarlo de ella. La chica sintió la disminución de presión y se dio cuenta de que el chico pretendía asfixiarla. Él impidió que ese aire entrase en sus pulmones.
Jess se arrodilló intentando respirar. Se rodeó el cuello con las manos, pero era inútil. Empezó a faltarle oxígeno. Miró a su contrincante y comprendió que sólo había una solución. Resplandeció con más intensidad que antes, aunque no era capaz de fijar su objetivo. Un gran rayo salió despedido hacia los bancos y Julian se apartó cuanto pudo. La madera de esos asientos reventó y algunos de los trozos más grandes impactaron contra el chico. No logró mantener la conciencia.
Jess dio una gran bocanada de aire con gran alivio. Se acercó furiosa a Stanopen y comenzó a brillar.
Kara abrió sus ojos y vio los destrozos causados. El parque cada vez estaba peor. Entonces centró su mirada en Jess. Se estaba acercando a Julian. Una vez más, parecía preparada para matarlo con sus rayos. En ese instante, todo se ralentizó. Las hojas que volaban de aquí para allá y las ramas que caían, ahora flotaban en el aire con una lentitud armoniosa. Así mismo, la joven resplandeciente avanzaba con una odiosa parsimonia. Los árboles a su alrededor bailaban al son del casi estático viento. Veía con esa perspectiva siempre que usaba su velocidad, pero ver tantas cosas de esa forma le pareció una escena digna de ser retratada. Se miró a sí misma y comprobó que volvía a tener la camiseta destrozada, pero tenía a modo de manta una chaqueta que reconoció al instante. Se sonrojó… era de Julian. Se la puso.
Pero no podía perder más tiempo, incluso si ella se movía más rápido. Se incorporó velozmente, corrió hacia la muchacha de las centellas y le dio un simple empujón. Abandonó su supervelocidad para ver cómo la chica salía despedida contra los restos de lo antes eran bancos. Rápidamente se fijó en cómo estaba su amigo. No estaba segura de lo que había pasado, pero por alguna razón, Stanopen parecía haber sido un inestimable rival para la extraña. ¿Cómo podía ser?
Vio que respiraba con dificultad, así que se dispuso a ayudarlo. En ese instante, un brillo llamó su atención. A tiempo puso sus manos en posición para recibir la descarga de energía que su oponente le estaba lanzando. Este rayo era distinto. Era continuo.
—No debiste entrometerte —gritó su enemiga.
—¡Déjanos en paz! No sé qué pudo hacerte él, pero no sigas, por favor.
Aunque soportaba la descarga, empezaba a sentir cansancio. Pocas veces en su vida había sentido verdadero cansancio… y todas las demás veces tenían que ver con las rocas verdes que la debilitaban.

Jessica empezó a avanzar. Puesto que no necesitaba sus manos para realizar la descarga de energía, intentó tomar su colgante para volver a abrirlo. Pero…

—Si buscas esa cosa… —dijo Kara con dificultad—. La he arrojado bien lejos.
—Maldita idiota.
El nivel de energía aumentó. Kara empezó a retroceder mientras la otra se acercaba a ella. No pudo evitar tropezar y caer. Salió del camino del rayo durante un instante, pero la extraña volvió a redirigirlo. Ya que el viento había cesado, ahora le era más fácil concentrarse. A Kara comenzaron a dolerle las manos, se le estaban quemando. No pudo aguantar más y las dejó caer. El rayo impactó contra su pecho, ahora descubierto ya que no había cerrado la chaqueta.
—Vas a ver que aunque seas más fuerte, no eres invencible.
Su cara denotaba un profundo odio, un odio irracional. Kara sabía que si seguía así, podría morir en manos de aquella bruja. Pero no era capaz de razonar, sólo estaba aturdida, sorprendida por la capacidad de aquella joven… Empezó a gemir por el dolor. Su pecho estaba al rojo vivo, y parecía que no resistiría más. Volvió el dolor de cabeza, empezaron a arderle de nuevo los ojos. Su visión se nubló un instante y luego se transformó… no podía pensar en lo que estaba viendo, o mejor dicho, en cómo estaba viendo, sólo sabía que no podía hacer otra cosa que retorcerse de dolor.
Cuando se dio cuenta, la polvareda, las hojas, las ramas… nada de eso le impedía ya ver las casas a lo lejos, y a las personas que allí estaban, expectantes. No era una visión normal. Pero sus ojos estaban cada vez más doloridos. Miró a quien la estaba haciendo sufrir, pero aun a ella la veía de forma diferente… casi irreal.

Jess observó el cambio de Kara. ¿Qué le pasaba? Se retorcía de dolor, pero parecía que estaba concentrada en otra cosa. Se horrorizó al ver cómo empezaban a brillar sus ojos. El azul se convirtió en celeste brillante, y éste en anaranjado. Entonces la temperatura aumentó. Jessica estaba acostumbrada a sentir altas temperaturas por los rayos que producía, pero aquello era insólito. Kara estaba manifestando un poder que ella no conocía.
Jess no se dio cuenta de los segundos que pasaron. Un dolor punzante atravesó su pecho hasta la espalda y no pudo evitar lanzar un breve y casi inaudible chillido. El rayo perdió fuerza hasta extinguirse. Los ojos de Kara volvieron a la normalidad y los cerró.
Jess observó el daño en sí misma, una marca enrojecida que rodeaba una quemadura, la cual se extendía por su interior como un pequeño túnel de infierno. Entonces dejó de sentir.

Kara pudo descansar del horror que la invadía y percibió cómo caía rendida su oponente. No sabía exactamente qué había pasado, y no quería recordarlo. Había ocurrido algo que no podía describir, algo que en ese instante le pareció ya tan lejano… Echó un vistazo a su rival y sintió no poder preguntarle por qué había dicho “a ti también te afectan estas cosas”, refiriéndose a las piedras verdes.
La escasa luz que llegaba del sol empezó a ir en aumento. Kara se sintió reconfortada. Sus manos, que tenían quemaduras leves, sanaron en cuestión de segundos. Se levantó y miró a su alrededor. Desde hacía un rato oía sirenas de policía. Se fijó en Jess, luego en Julian. Todo volvió a ralentizarse. Corrió hacia su amigo y se lo llevó de allí.

Robert Sanders acababa de llegar al parque en cuestión. Él y Peterson se internaron entre la polvareda cuya densidad ya disminuía. La policía local había llegado hacía mucho tiempo, pero la situación les había impedido hacer nada.
Peterson vio algo que le llamó la atención en los límites de la plaza. Se acercó y recogió el objeto. Era un colgante. Cuando se lo mostró a Sanders, éste lo guardó antes de que nadie más lo viera.
—Pero… Sanders. ¿Qué hace? —Susurró Peterson.
Sanders le instó a guardar silencio. Se estaba guardando posibles pruebas, pero tenía una buena razón para ello.
—¡Traigan aquí una camilla! —Exclamó un policía—. Hay una chica herida. Está grave, pero vive.
Robert observó como unos camilleros bajaban lo pedido de la ambulancia y se acercaban a las carreras hacia la chica mencionada. Sanders no se acercó, sino que mantuvo las distancias. Miró a su alrededor en busca de algo significante. Todo estaba hecho un desastre. Peterson se acercó a la joven.
Mientras tanto, un pequeño destello llamó la atención de Robert, un reflejo del sol. Provenía de un cúmulo de ramas y hojas. Se acercó asegurándose de que nadie más se había fijado y retiró de entre aquel desorden lo que buscaba. Era una especie de brazalete con un símbolo. Se lo guardó también. Peterson se acercó a él.
—Sanders, la herida de la chica es parecida a las que tenían las víctimas de los casos de Smallville. Pero no es igual… además de que la chica está viva, la quemadura es diferente. Eso sí… hay árboles que presentan una quemadura similar a aquellos casos… es…
—Extraño —ayudó Robert—. No tenemos nada más que hacer aquí.
—Pero… Si sólo hemos…
—Vamos.
Su comportamiento era sospechoso para Peterson, pero éste no hizo más preguntas. Se limitó a obedecer.
Willy llegó más rápido de lo que esperaba a casa de los Stanopen. Quien lo atendió fue Daniel. Era la primera vez que se veían.
—Hola, me llamo Willy, soy…
—Sí, sí, el hermano de Kara, creo.
—Exacto. Quería hablar con Julian si está.
—Es que… él no ha llegado todavía —se notaba su preocupación.
—Mi hermana tampoco vino a casa… puede que esté con él, creo…
—¿Tu hermana…? Sí, bueno, estuvo esta mañana aquí, pero…
—¿Estuvo? ¿Por qué?
—Es complicado. Tenía que hablar de algo importante con Julian… me preocupa que no hayan aparecido —dijo mirando hacia la calle.
En ese instante, un leve viento se sintió a su alrededor. Willy estaba seguro de haber reconocido ese detalle. Por su parte, Stanopen también creyó reconocerlo. Ninguno dijo nada, por supuesto.

Julian se despertó de un salto. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que estaba en el jardín trasero de su casa, sentado en la hierba. A su lado estaba Kara, abrochando el último botón de la chaqueta que le había dejado.
—¿Kara? ¿Puedo saber qué pasó?
—Bueno… me gustaría saberlo. Creía que no tenías nada que ver con la chica de la que te había hablado.
—Jess… Jessica Goldsmith. Sí, bueno, siento haberte mentido, pero no quería meterte en problemas. Aunque eso… ya lo has hecho tú solita. ¿Qué fue de ella?
—Ahora mismo… debe estar siendo atendida en una ambulancia.
El chico se quedó mirándola sorprendido.
—¿Te enfrentaste a ella y saliste… sin ningún rasguño?
—Está claro que tú también, ¿para qué ocultarlo?
—¿Cómo lo hiciste?
—¿Y tú?
Pregunta tras pregunta, decidieron que no irían a ningún sitio de ese modo. Guardaron un incómodo silencio.
—Yo creo… —dijo Julian rompiendo el silencio—. Kara, no estoy preparado para hablar de lo ocurrido.
—Yo tampoco… Es…
—Complicado.
Sonrieron.
—Muy complicado debe ser —siguió Julian— para que hayas podido vencerla.
—Una chica que lanza rayos y crea huracanes no tiene nada que hacer contra alguien como yo… —bromeó. Julian dejó que creyera lo que había dicho.
En ese momento aparecieron Daniel y Willy por el costado de la casa. Se sorprendieron al verlos allí. Julian se preguntó por primera vez en cómo habría podido su amiga llevarlo hasta su jardín sin que ellos los vieran.
—Kara, Julian —dijo Willy—. ¿Estuvisteis todo este rato aquí?
—Eh… sí —contestó Kara.
—Ni nos acordamos de avistarte de que habíamos llegado, papá.
—Pero yo no vi cuándo… —Stanopen interpretó la mirada que le dedicó su hijo como que no había nada de qué preocuparse—. Bueno, supongo que vosotros sabréis mejor que yo cuándo llegasteis.
—¿Nos vamos a casa, Willy?
—Sí… —contestó confuso el hermano—. Claro…
Mientras se iban, Julian se quedó mirando a Kara. Antes la veía perfecta como animadora, ahora le parecía que ese papel no era suficiente para ella… le intrigaba.
—¿Puedo saber qué ha pasado, Julian?
—Papá —contestó su hijo caminando hacia la casa—, creo que ya no debemos temer nada de Jessica Goldsmith.

—¿Me vas a contar que hay entre Julian y tú o tengo que adivinar? —Preguntó Willy después de sostener la mirada con su hermana durante unos interminables segundos. Estaban en el cuarto de Kara, horas después de llegar a casa. No habían hablado desde que se fueron de la casa de los Stanopen—. ¿Estáis de novios o algo así?
Kara rió.
—Willy, por favor, ¿qué estás pensando? Julian y yo sólo somos amigos.
—¿Entonces qué ocurrió? Desapareciste y no dijiste nada más… eso nunca lo haces. Sólo se me ocurría eso como explicación.
—Willy —susurró—, si eso pasara serías el primero en enterarse. Lo de hoy… fue algo increíble. Hay más gente como yo, Willy.
Su hermano no supo cómo interpretar aquello. Al verlo tan confundido, Kara se lo explicó.
—Me enfrenté a una chica que puede hacer tornados o algo así, y… no sé… también una especie de rayos, pero de una energía increíble, una energía que sólo había visto en mi nave. Quizás… se pueda llamar energía kryptoniana.
—¿Kryptoniana? ¿Sigues pensando en eso de Krypton o quién sabe cómo se llama?
—Eso es lo que oigo constantemente, Willy. Cada vez que duermo escucho la misma voz hablando de Krypton.
Al decir eso, recordó su brazalete… se dio cuenta de que no lo llevaba.
—Oh, no… mi brazalete.
—Es cierto. ¿Dónde está?
—Ahora que lo pienso… oh, hace rato que no o siento cerca.
—Debió caerte cuando peleabas con la chica de los rayos.
—Si es así tendría que ir a buscarlo ahora mismo… Qué tonta, ¿cómo no me di cuenta antes?
Mientras Kara se levantaba, Willy la detuvo.
—Espera, Kara… Ese sitio se habrá llenado de policías y sabe Dios de qué más. ¿No crees que alguien debió de encontrar ya ese brazalete?
Kara se mostró muy preocupada. Aunque de todas maneras, no tener ese objeto no le dejaría sin sueño.
—Intenta tranquilizarte, seguro que de un momento a otro aparece. Además, no estás segura de haberlo perdido allí, ¿no?
—Tienes razón, pero es que… gracias a ese brazalete me he enterado de cosas que sin él no sabría. Es una información muy limitada, casi nula… lo sé, pero algo es algo. Por eso sueño con ese nombre, Krypton… no sé qué es, aunque sé que es importante. ¿Y si es el sitio del que vengo? Y ahora con lo de esta chica de hoy… ¿Y si esa tal Jessica tampoco es de este planeta? ¿Habrá más gente así?
—Para, para… no me mates con tantas preguntas —rió Willy. Pensó un momento en qué decir y siguió—. Quizás no seas única después de todo, seguro que hay más gente como tú… aunque siendo así ¿te vas a enfrentar a ellos como con Jessica?
—Si no tengo otra opción. Esa chica iba a matar a Julian.
—¿Por eso tanto secretismo con él?
—Siento habértelo ocultado, pero no sabía qué hacer.
—Está bien, Kara, no importa… pero confía un poco más en mí —Willy se dispuso a salir de la habitación—. Aunque no les digas nada a papá o a mamá, sabes que a mí me puedes decir todo lo que a ellos les enfadaría saber.
—Sí, no creo que les guste saber que usé mis poderes en un espacio público…
Willy estaba por desaparecer por la puerta cuando su hermana volvió a llamar su atención.
—Willy, espera. Quiero contarte algo… algo que me resulta difícil de explicar, pero que… creo que tiene que ver con mis poderes… con los que aún no tengo.
—¿Aún?

—Buenas tardes, Señor Luthor —oyó Lionel por el auricular del teléfono.
—Ah, más bien buenas noches, ¿no? —contestó reconociendo la voz que lo llamaba—. Debo asumir que ya has salido de Bell Reeve.
—Así es, Luthor. Y no creo que me guste volver.
—¿A quién le iba a gustar? Ya sabes lo que debes hacer. Has salido… ahora cumple tu parte.
—Primero quiero saber cómo está ella. Sé que salió de aquí poco antes que yo.
Lionel miró los informes médicos que había logrado obtener de Jessica Goldsmith y los revisó una vez más.
—Tu amiga está fuera de juego, debes saberlo. Y creo que seguirá así mucho tiempo.
—¿Qué le ha pasado?
—Digamos que se metió con quien no debía. Pero tranquilo, no creo que esté en coma para siempre.
—¿Pero quién le hizo qué?
—Sé tanto como tú, los dos estamos igual de perdidos, obviamente ha surgido un imprevisto que no nos esperábamos.
—Por algo se llama imprevisto, Luthor —contestó impacientemente el otro—. Pero…
—Tú concéntrate en tu misión. Tengo una corazonada… —dijo pasando tres dedos por su barbilla— puede que todo esté relacionado de alguna forma.

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1x09: La Droga
La ciudad estaba iluminada a pesar de ser de noche. Las luces de los edificios y la claridad de la luna simulaban un día nublado. Sin embargo, no había gente por las calles, la tranquilidad incluso llegaba a preocupar por ser una ciudad tan poblada. No todo era calma en las calles de Metrópolis. En un callejón, de los más oscuros que podrían encontrar, un grupo de jóvenes esperaban ansiosos la llegada de alguien más. Cameron Dasther estaba a punto de perder el control, pero sabía que al ser el líder del grupo, no podía mostrarse desesperado. Al fin, después de casi hora y media de espera, Evans Carson llegó al lugar de la cita.
—Llegas tarde —se limitó a decir Cameron
—Vale la pena la espera, ya lo verás.
Evans abrió un maletín, y de él sacó un paquete. Cameron lo abrió, y al ver su contenido, hizo una pequeña mueca, que intentaba ser una sonrisa. Tomó una jeringa de su interior y la observó. El líquido que contenía daba la impresión de ser agua, pero los destellos verdosos que se veían a trasluz, contradecían esa idea. Se subió la camisa y le inyectó apenas un poco. Apoyado contra la pared, Cameron quedó con los ojos en blanco. Los demás lo miraban esperando una reacción. Fueron breves minutos lo que tardó en volver en sí.
—Esta vez fue más intenso. Es buena, la compramos.
—Te lo dije, valía la pena esta espera.

—-¿Cómo "aún"? —repitió Willy, cada vez entendiendo menos
— Si…es decir…no sé explicarlo. Fue algo extraño. Sentí algo en mis ojos, fue breve, pero…
—¿Pero…? – insistió Willy, ansioso por saber que le ocurría a su hermana
—Los ojos me quemaban, no sé explicarlo. Me dolía muchísimo la cabeza, más que nunca. Y por un momento no veía normalmente. —Kara se tomó unos segundos para pensar cómo decirlo.
Willy se moría por saber qué sintió Kara, no podía esperar más, pero le dio tiempo, no quería obligarla a nada. Al fin separó sus labios sutilmente, dando paso a las palabras que quería oír desde que empezó el relato.
—Podía ver las casas a lo lejos, y… a la gente en su interior, lo que hacían, era como ver a través de las cosas. Cuando miré a Jessica, no era ella, era como en una película de terror, su esqueleto…sus músculos…no sabría definirlo...imagínate una radiografía…rayos x. Demasiado rápido como para entenderlo.
—¿Eso era lo que te quemaba la vista? —supuso Willy
—No…eso fue distinto, fue al mismo tiempo casi, pero juraría que fue otra cosa. Lo vi en los ojos de Jessica… asombro y pánico de verme. Por un instante me sentí otra persona. —Kara bajo la mirada, esperando alguna palabra de su hermano
—¿Les dirás algo? Creo que tienen que saberlo…
—No...no quiero que sepan nada por ahora, solo quise decírtelo a ti. Si se repite, o si…si tan solo lo entendiera, podría hablar con ellos. No quiero preocuparlos para nada. ¿Mira si al final todo fue producto de mi imaginación? —Kara comprendía que Willy se refería a sus padres. No era tiempo de llevarles nuevas preocupaciones.
—Me gustaría saber… —comenzó a decir Willy.
La conversación entre Kara y Willy se había cortado de pronto ante un llamado de su madre. Era tarde y al día siguiente los esperaba el instituto. De mala gana, ambos se fueron a dormir. Willy no tardó en hacerlo, después del día que pasaron estaba más que exhausto. Kara, sin embargo, no dejaba de pensar, en lo que pasó, en Willy y sus preguntas sobre Julian, pero sobretodo, pensaba en un chico. No se lo había dicho a nadie, ni a Willy. Él era uno de los jugadores del equipo, y ya se conocían desde su entrada a las animadoras. Tan solo eran amigos, pero a ella le estaba empezando a gustar. Se durmió inmersa en sus pensamientos.

El nuevo día había empezado. Julian no había ido al instituto, y era entendible que hubiera faltado. Willy dejó a Kara con las animadoras.
—Kara, ¿No sabes cuánto tiempo demorarán?
—No lo sé Willy, es un entrenamiento, depende de cómo salga todo.
—Intenta que las tontas de tus compañeras no se equivoquen en los pasos. Quiero ir a casa cuanto antes.
—¿Por qué tanto apuro?
—Simplemente porque no sé qué hacer tanto rato esperándote.
—Estudiar un poco no te vendría mal- respondió Kara mientras se alejaba. Ya junto a su grupo, le gritó. —Pásame a buscar en dos horas por los vestidores!
—Dos horas para echarme a dormir... —pensó Willy, y disfrutó su idea.

Kara esperó que Willy se fuera para acercarse a los jugadores. Observaba, buscando con la mirada a alguien. En una pausa del entrenamiento, uno de los jugadores se le acercó.
—Hola Kara, ¿Qué haces aquí en vez de estar con las demás?
—Quería ver como practicaban.
—Es igual que todas las veces, jeje. ¿Sabes? Me preguntaba… si no quisieras… que nos viéramos luego de los entrenamientos…Si no tienes nada que hacer… o..
—Está bien —respondió Kara alegremente—. Espérame un rato antes que llegue mi hermano
—¡Genial! —exclamó él, mientras pensaba en lo fácil que era conquistar a una animadora.

En un galpón de Metrópolis, apenas había amanecido. Cameron estaba a punto de estallar de rabia. Ya se estaban acabando las inyecciones demasiado rápido. Apenas unas horas y ya quedaban demasiado pocas para los seis. La última vez habían durado 2 días, lo recordaba bien, y la anterior casi una semana. Además notaba desde hacía un tiempo que las mismas dosis de antes no tenían el mismo efecto. Las alucinaciones eran más fuertes, mas reales, pero duraban mucho menos y su precio cada vez más elevado. Salió de esas reflexiones cuando notó que Mark, uno de sus amigos, peleaba por una nueva inyección.
—Ya basta! —Gritó al mismo tiempo que lo separaba— Cálmate, vamos a conseguir más. Evans nos debe explicaciones.
—No lo entiendes…lo necesito…lo necesito… —dijo Mark bajando la voz.
—Yo no me quedaré esperando que Evans aparezca. Mientras tanto hay que abstenernos. Guardaré esas últimas dosis —dijo decidido Cameron
—No...no, por favor, dame un poco, tan solo un poco —suplicó Mark al mismo tiempo que agarraba el brazo de Cameron haciendo más fuerza de la necesaria. Fue un impulso, un reflejo. Cameron se dio vuelta y empujó a Mark con el brazo libre, levantándolo por el aire muchos metros.
—Esto…es genial —murmuró. Y dirigiéndose a todos, dijo— Muchachos, nos vamos a Grandville.

Willy despertó sobresaltado. Hacía casi dos horas que debía haber ido por Kara. Echarse a dormir bajo los árboles era mucho mejor que ponerse a estudiar, pero eso había sido demasiado. Se apresuró a juntar sus cosas. Su reloj cayó del bolsillo de su chaqueta.
—Maldito reloj… necesito una correa nueva —dijo mientas lo volvía a meter en el mismo bolsillo, y salía presuroso.

Kara no había notado para nada la ausencia de Willy. Había estado mirando el entrenamiento de Evans y el equipo. Esperaba a que terminara para encontrarse con él. Esta vez había durado más de lo normal, pero estaba justificado, pronto tendrían un partido muy importante. Los jugadores ya se retiraban, y Kara esperó a que todo estuviera mas vacío para acercarse. Estaba nerviosa y distraída en sus pensamientos con Evans. De pronto sintió el dolor de cabeza que había sentido con Jess. Cerró los ojos fuertemente, pero ni así pasaba. Entornó los ojos y creyó estar viendo a través de las cosas nuevamente. Al abrir los ojos todo había vuelto a la normalidad. Algo asustada, creyó más conveniente ir en busca de Willy y volver a casa.

Los vestidores del instituto estaban desiertos. Cameron caminaba delante lentamente. Mark le hizo una seña. A pocos metros estaba Evans. Cameron lo tomó por sorpresa.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó sobresaltado.
—Hemos venido a pedirte por las buenas un poco más, ya sabes, entre tú y yo, que lo que nos vendes no es suficiente.
—No tengo idea de lo que hablas —dijo desentendiéndose Evans.
Cameron estaba perdiendo la paciencia. Tomó por la ropa a Evans y lo arrinconó contra la pared. Evans notó una fuerza fuera de lo normal. Se asustó, una de las pocas veces que se asustaba.
—Está bien, déjame ver que hago y…te mandare cuanto antes unas cuantas dosis.
—No. Quiero que ya mismo nos des todo lo que tengas. Y no me iré hasta que nos des un par de explicaciones.

Willy estaba preocupado, no encontraba a Kara por ningún lado. Solo le faltaba revisar el vestidor de hombres. Era imposible, pero por las dudas, se dirigió allí. Sus padres estarían preocupados. Entró despacio, no quería sorprender a nadie en alguna situación incómoda. Creyó oír voces. Algo le dijo que era mejor que no lo vieran. Avanzó con cuidado hasta ver a Evans. Estaba dándole un paquete a otro joven, algo mayor, acompañado por otros cinco. Uno de ellos se adelantó y tomó algo que no pudo distinguir. Pero al ver sus movimientos se dio cuenta que se estaba inyectando algo. Contuvo un suspiro. Tantas ideas cruzaron su mente, pero todo desembocaba en lo mismo: algún tipo de venta de droga. Retrocedió y como pudo, corrió.
Evans sintió un ruido que lo alertó. Se dirigió rápido pero no vio a nadie.
—Allí —indicó Cameron al ver un objeto en el piso.
Evans se agachó y guardó el objeto, un reloj algo gastado.

Kara esperaba en la puerta del instituto. Willy no estaba en ningún lugar. Una voz la sorprendió. Era Evans. Kara no lo esperaba.
—Kara..Discúlpame, tuve algunos asuntos de último momento y..
—No, no hay problema, lo dejamos para otro día, si no te importa —le dijo, intentando disimular la preocupación por su hermano—. Tienes hora? Es que mi hermano no está en ningún lugar, y es tarde —dijo finalmente, rindiéndose a su preocupación.
—No, lo siento, no suelo usar reloj.. Un momento, espera —Sacó el reloj viejo que encontró y le dijo qué hora era.
—¿Dónde encontraste ese reloj? Es de mi hermano.
Willy llegó en ese instante. Al ver a Evans, cruzaron miradas, pero ninguno dijo nada. Kara los presentó, pero se dio cuenta que algo andaba mal, así que tomó el reloj y se despidió de Evans, diciendo que debían irse. Evans, a solas, buscó su celular y realizó un llamado.
—Su nombre es Willy Davidson. Encárguense de él —y cortó.

El día comenzaba como siempre, el rutinario y aburrido instituto lo esperaba. Kara había salido de la casa sin esperarlo. Las animadoras vivían repitiendo la misma coreografía para tontos, y ni así lograban entenderla y hacerla coordinadas, o al menos eso decía Willy. Llegaría tarde a clases, pero casi no había podido dormir, y cuando lo hizo, no sintió el despertador.
—Con las horas que dormí ayer, luego no me dio sueño... —iba quejándose de él mismo, cuando de pronto vio todo oscuro y un pinchazo en algún lugar que no pudo descifrar.


Despertó un tiempo después. Parecía un cobertizo. Le dolía todo, como si alguien le hubiera dado la paliza de su vida. La primera persona que vio, no la reconoció en seguida. Era Cameron, que sonreía sarcásticamente mientras lo observaba. Willy estaba confundido.
—¿Qué hago aquí..? ¿Por qué..? —dijo Willy todavía sin reaccionar
—Si quieres te lo explico, es muy simple, viste lo que no debías.
—Yo…yo no sé nada… —trató de justificarse Willy. Ahora recordaba al día anterior, al joven que estaba con Evans, al otro que se inyectaba…
Se sentía mareado, veía cosas raras, colores, gente que no conocía. En el fondo veía a Kara. Todo le daba vueltas. Sentía la voz de Cameron a lo lejos, distorsionada. Y creía ver a Mark inyectándose sin parar.
—Te sientes extraño, verdad? Estas sintiendo lo que sentimos nosotros, es maravilloso escapar del mundo que nos rodea. Alucinar es alucinante —dijo Cameron al tiempo que reía de su juego de palabras, que nadie más encontró gracioso.
Sanders subió por las escaleras de su piso. Desde que trabajaba como detective ya no utilizaba el ascensor. Buscó las llaves dentro de su bolsillo y abrió la puerta. Dejó la chaqueta tirada en el sofá y se acercó al ordenador. Lo encendió. Observó su correo. No tenía mensajes nuevos. Entonces se acercó al sofá y encendió el televisor. Estaban hablando de los negocios de LuthorCorp, que había comprado cinco empresas más de Kansas. Agotado y casi dormido, apagó la televisión y se fue a la cama.
Al entrar en su habitación, se fijó en aquel colgante que encontró en Grandville, el cual estaba al lado del brazalete que también halló allí. Los observó otra vez como hacía todos los días. El brazalete no parecía tener nada de especial, solo que parecía de un metal más que raro. Por guardar el secreto, no quiso cerciorarse de qué metal se trataba, pero parecía ser resistente. En cuanto al colgante, parecía una aleación de plomo y otros metales. Daba la impresión de tener algo dentro, como si fuese un relicario, pero aún no había logrado abrirlo.
Entonces sonó el teléfono movil. Sanders dejó el colgante y el brazalete muy cerca y atendió.
—Aquí Sanders.
—Soy Peterson.
—No estoy de servicio, Peterson...
—Disculpe, pero tenemos nuevas noticias sobre lo de Grandville.
—Te escucho... —dijo Sanders más interesado.
—Verá, como ya observó usted, la quemadura de la chica que encontramos es similar a la de los casos de Smallville, pero no es exactamente igual. Esa quemadura abarca una zona menos extensa, pero es tajante y aunque a simple vista no lo parezca, es como si hubiesen sido dos rayos muy juntos los que la atravesaron
—Entonces puede que...
—¿Decía algo?
—No, nada. Bueno, pensaré en estos datos. Gracias, Peterson, hasta mañana.
—Hasta mañana. Y disculpe las molestias, señor...
Sanders colgó. Se desabrochó la corbata que llevaba todo el día y observó el colgante. Entonces se sobresaltó.
La ranura que describía lo que parecía ser la tapa del colgante brillaba tenuemente en verde. Sanders se acercó todo lo que pudo, pero luego, esa luz se apagó.
—Interesante...

Willy se sentía bien, estaba mejor que nunca. El hecho de que estuviese preso por aquellos drogadictos no le hacía perder el sentimiento de satisfacción que tenía. Estaba atado a una silla, pero en su opinión, estaba más que libre. Haciendo uso de una fuerza terrible, logró romper lo que lo apresaba y enseguida los otros se abalanzaron contra él. Dos de ellos estaban inyectándose la droga, pero el resto no dudó en darle caza. Willy salió corriendo, pero uno de ellos lo alcanzó, Cameron. Willy se enfrentó a él sin dudarlo. Desde luego, aquello que le había inyectado al principio le había dado la sensación de cansancio y desconsuelo, pero luego todo eso cambió por un comportamiento enérgico acompañado de valentía (o estupidez según se mire). A Cameron estaba pasándole el efecto de la droga, por lo que no fue difícil enfrentarse a él. El problema fueron los otros dos, los que acababan de consumir.
Lo agarraron y lo arrojaron contra una pared. Empezaron a golpearlo sin piedad.

Kara, tras el entrenamiento con sus compañeras, se fue a buscar a Willy, mas no lo encontró por ningún lado. Intentó utilizar su nueva visión, pero aún no la controlaba. Decidió preguntarle a Evans, ya que tenía pensado pasar un rato con él. Cuando llegó a donde el chico, le preguntó por su hermano. Evans lo sabía, pero obviamente no tenía la intención de decirlo.
—Kara… no sé. ¿no se habrá ido a casa?
—Sé que iba a esperarme, siempre lo hace.
—ayer llegó tarde, ¿no?
—Sí, lo sé —Kara notó tenso a Evans.
—Me estás mintiendo, ¿verdad? No sé por qué, pero estoy segura de que sabes dónde está. Ayer tenías su reloj, quién sabe por qué, hoy estás así cuando te pregunto por él… En serio, tengo que desconfiar.
Evans se puso aún más nervioso.
—Escucha, si tienes algo que ver con su desaparición, dímelo ahora —le espetó Kara.
—Está bien… está bien… no sé dónde estará, pero me hago una idea. ¿Por qué no lo buscas en algún pabellón Grandville?
—Algún pabellón de Grandville. ¿Por qué iba Willy a estar en algún pabellón? Déjalo, no quiero saberlo.
Kara se dirigió a la salida de las instalaciones del instituto y viendo que no la miraba nadie, se fue a super velocidad. Los pabellones de Grandville eran unas estructuras deportivas al sur de la ciudad, poco usadas últimamente. Si Willy estaba en esos sitios no era por nada bueno.
Cuando llegó, usó al instante su visión para ver a través de los muros. Esta vez le salió fácilmente, quizás por lo desesperada y preocupada que estaba. Miró por todos lados pero no estaba su hermano allí. Entonces lo encontró. Sí que estaba, solo le faltaba agudizar su visión. Era tanto lo que tenía que controlar.
Con espanto se dio cuenta de que estaba en peligro. Había más personas con él.


Willy logró zafarse de los dos que lo golpeaban y pudo derribar a uno. Tener súper fuerza le resultaba extraño, pero gracias a la droga, la necesidad de defenderse era más bien una necesidad de atacar. Arremetió con el otro, pero lo superaba en capacidades. No pudo evitar caer. Cameron seguía fuera de juego, uno de sus compañeros igual; otro le estaba dando una paliza y el resto se estaba inyectando la droga. Willy empezó a cansarse.
Sintió el terrible impulso de buscar más droga, de alcanzar toda la que tenían los drogadictos y volver a drogarse él mismo. Pero sus adversarios se lo impedían. Seguía sin poder sacarse de encima al armatoste que le golpeaba. Resistía poco sus golpes, y cada vez menos.
—No te das cuenta, ¿no? —le dijo el matón—. No puedes contra nosotros. Noqueaste a los otros porque tienes suerte, pero…
No pudo terminar lo que estaba diciendo. Willy supo al instante quién lo había interrumpido. Kara asestó dos golpes seguidos al chico para dejarlo inconsciente. Nadie se metía con su hermano de aquella manera. Los otros, los que acaban de inyectarse la droga, la vieron aparecer y se quedaron atónitos.
—¿Quién mierda eres tú?
Ella no contestó. Miró a su hermano.
—Ahora, Willy… ¿se puede saber en qué líos estás metido?
—¿Y yo qué sé? Los vi intercambiando esa droga y ya me vinieron a convertir.
Los tres que quedaban conscientes, entre los que se hallaba Mark, corrieron hacia ellos. Kara usó su velocidad para empujar a dos de ellos. Los arrojó contra unas columnas salientes de una pared. El otro, Mark, reaccionó abalanzándose sobre ella. Willy salió desesperado hacia la droga; necesitaba una inyección enseguida. Cuando abrió de nuevo la caja en que estaban, vio unas cuantas jeringuillas con el líquido de su deseo. Pero notó algo más. Mark estaba ganando terreno. Kara empezó a debilitarse, poco, pero lo suficiente como para que el chico tuviese más fuerza que ella. La empujaba hacia Willy, quien dudó entre inyectarse o ir a ayudar a su hermana. Se llevó las manos a la cabeza.
“Willy, chico, ¿qué estás haciendo?”, pensó.
Cerró la caja de inmediato, corrió hacia Mark y Kara y envistió al muchacho con el hombro. Le dolió, pues la fuerza ya desaparecía, pero fue suficiente para alejarlo unos metros. La estructura del pabellón empezó a flojear. Entre las columnas deshechas por el golpe de los drogadictos y el desastre causado por Willy al pegarle a Mark, parecía que de un momento a otro, cedería todo. Willy intentó llegar hasta la droga una vez más.
—¿Estás loco? ¡Salgamos de aquí ya!
—¡La necesito! ¡Necesito más! ¡Más! ¡¡¡MÁS!!!
Kara lo tomó por un brazo y lo sacó de allí casi a rastras. Primero cayó una pared. Luego un gran trozo de techo. Pronto caería todo lo demás. Dos de los drogadictos salieron con dificultad, pero entonces comenzó a darles una especie de ataque. Uno de ellos vomitó, mientras el otro caía inconsciente. Willy lo miró sin darle importancia, pero su hermana suponía que era por efecto de la droga.
Kara levantó a Willy y se lo llevó de allí haciendo uso de su velocidad.


Kara entró en su casa con Willy, quien luchaba incontrolablemente por zafarse de ella. Para Kara era difícil contenerlo, seguía teniendo una gran fuerza. Sus padres ya estaban en casa. Cuando los oyeron, se asustaron y se preocuparon.
—¿Qué le pasa?
—Lo drogaron. No sé qué era, pero me debilitaba. Tiene un efecto increíble. Quienes lo drogaron ya no debe de quedarles mucho. Vi como a dos de ellos… —Willy gritaba para que lo soltara. Kara tuvo que gritar más—. Vi a dos de ellos caer de una ataque… ¡Pero Willy quiere más!
Su hermano estaba cada vez más desesperado. En ese momento, sonó el timbre.
—No podía ser a peor hora —se quejó su padre. Miró a Kara con mucha seriedad—. Al habitáculo de la nave. Ahora.
Kara se lo llevó a súper velocidad. El habitáculo era el mejor sitio para evitar que quien estaba llamando a la puerta lo escuchase. Kara se acurrucó en una esquina sujetando a Willy e intentando hacerlo callar. Kara casi pudo sentir cómo sufría su hermano. Un poco de esa droga parecía estar matándolo. Le cayeron las lágrimas mientras soportaba la fuerza que su hermano hacía por liberarse. Entonces, un tenue resplandor llamó su atención. Era la nave.
—¡La nave! —Exclamó ella.
Willy sencillamente la ignoró. De repente, la tenue luz se convirtió durante un segundo en un resplandor intenso. Luego de eso, Willy cayó inconsciente.
—¿Willy? ¡Willy!
Pero no contestó.


Esa misma noche, Willy despertó en su cama. Era la una de la madrugada. Estaba confuso, distraído, le dolían todos los músculos. Vio a Kara en una silla a su lado. Lo miraba sonriendo.
—Menudo susto nos diste hoy, Willy.
—¿Y papá y mamá?
—Se fueron a dormir. Yo insistí. Sabía que te ibas a recuperar, así que les dije que no se preocuparan, yo te cuidaba.
—Como siempre —sonrió dolorosamente—. ¿Qué pasó?
—No estoy segura. Me parece que la nave sirva para algo más que para protegerme.
—¿La nave?
Kara rió.
—Descansa, “Hércules”, mañana será otro día. Hemos de hablar seriamente con Evans…
—Técnicamente, ya es otro día, podríamos ir a verlo ahora —bromeó y rió.
—Duerme —dijo Kara sin podre evitar la una amplia sonrisa. Se despidió y salió para dejarlo descansar.
Willy miró al techo, intentando recordar qué había pasado al salir de los pabellones, pero no era capaz. Decidió que lo mejor sería dormir todo lo que pudiese, que ahora eso era lo que realmente necesitaba.


Una cara nueva se dejó ver por el Hostal de Grandville. La chica que estaba tras el mostrador sonrió al instante al verlo. Se vía que no era una simple recepcionista.
—Bienvenido al Hostal de Grandville —dijo simpáticamente la dependienta, que parecía que no tenía clientes desde hacía semanas.
—Hola. Me gustaría alojarme aquí. He visto el cartel y...
—Sí, sí. Claro que puede ¿Es para unas vacaciones?
—Eh...no, no. El trabajo. La empresa me ha mandado aquí para hacer unos encargos.
—Bien —dijo la dependienta ilusionada que ya había sacado la libreta hace rato—. ¿Su nombre?
—Eh... Trent
—Tambien necesito su apellido —dijo la dependienta sonriendo nerviosamente.
—Claro, perdón... MacGowen
—Muy bien ¿Cuantos días quiere alojarse aquí?
—En principio un par de días.
—Vale ¿Pagará en efectivo o...
—No se preocupe —Trent sacó de su cartera una tarjeta de crédito de la LuthorCorp—. Saque lo que necesite.
—Vaya... —dijo la dependienta sorprendida.
—Perdone, pero… ¿el hospital está cerca de aquí?
—¿El hospital? Ah, sí, a unas manzanas. ¿Por qué? ¿Se siente mal?
—Oh, no, no se preocupe. Simplemente… quería ver a una amiga.

Escritores: Bertu, Keidell, elementokr36
Directora: elementokr36
Guionistas: Keidell, Hyunsuk, Bertu, elementokr36
1x10: La Visita
Willy se había levantado un poco tarde. Cuando entró en la cocina, se encontró con una mirada muy rara de su madre.
—Willy, tenemos que hablar—le dijo ella—, sobre las drogas.
—mamá, ya he aprendido la lección, de verdad, te puedes ahorrar el sermón.
—Las drogas no son algo con las que puedas jugar.
—Ya lo sé…¿no te he dicho que me inyectaron la droga?, no que me la inyectara yo —dijo Willy intentando defenderse, ya que su madre creía que a él le gustaban las drogas que le habían metido.
—No, Willy, te conozco mejor que nadie, y se que te gusta experimentar todo tipo de sensaciones nuevas. Esta pudo ser una experiencia increíble para ti, pero no es la manera de hacer las cosas, y además, por lo que vimos aquí ayer, estabas bastante ansioso por la droga.
—¿Que tu me conoces? Vamos mamá, si me sermoneas por lo de ayer es que no me conoces fuera de estas paredes, tu solo juzgas por lo que ves aquí, pero ahí fuera hay todo un mundo. Ah, y lo de las drogas, lo dices porque estaba claramente bajo su efecto, obviamente quería más entonces, no hacía falta lo de que me conoces.
Afuera, se oyó el particular sonido de los frenos del autobús.
—¿Qué estás diciendo? ¿Dices que no te conozco fuera de aquí? Por dios, te he visto crecer durante más de 15 años ¿y me dices que no te conozco? ¿Qué tipo de madre crees que soy? —a Emily se le notaba cada vez mas nerviosa, y William fue a apoyarla.
—Willy, te has pasado con ese comentario, vete —William se quedó esperando mientras su hijo lo miraba sin expresión—. ¡he dicho que te vayas!
Las cosas se estaban complicando, no era un buen día para los Davidson.
—¿Sabéis que os digo... —intentó decir willy. Lo interrumpió el teléfono, oportunamente ya que nadie pensaba con la cabeza, ni Willy ni Emily.
Fue a contestar William viendo que no cesaba la llamada. Willy, en cambio, viendo que su padre le daba más importancia al teléfono que a la educación de su hijo, se fue hacia el autobús escolar.
Estaban desayunando, así que estaba presente toda la familia, por supuesto Kara estaba presenciando la discusión. Al parecer no había sido una mañana cualquiera, y Kara sabía que algo le pasaba a su hermano querido, con lo cual se fue con él.
—Hasta luego mamá, papá —le dio un beso a su madre, otro a su padre y se fue con su hermano.
Subió tras él y lo siguió hasta los asientos.
—Oye Willy. ¿Qué te pasa? Sabes que a mí me puedes contar lo que sea.
Pero Willy no estaba de humor para hablar en ese instante sobre lo que le pasaba, solamente quería estar solo y poder reflexionar (o quizás olvidarse lo que ha pasado). Y se marchó para los asientos de atrás.
—Oye Willy, no te vayas… —le dijo mientras se iba. Kara pensaba lo que podía hacer en una situación así, y llegó a la conclusión de que solamente podía dejarle tiempo y espacio. No quería empeorarlo.


Sanders se sentía en suspense, tenía en posesión algo muy importante para su investigación. El brazalete, Sanders suponía que era de Kara, era ya una obsesión por ella, él pensaba que la chica tenía algo extraño, toda su vida lo era. Su adopción… era especial. Antes de la adopción no existía el nombre de Kara, en los informes, no había ningún tipo de dato sobre su nacimiento, sus padres biológicos… nada.
Ahora estaba explorando el brazalete, luego el colgante. Tenía algo en el interior, una roca, tenía un brillo precioso y atractivo, de color verdoso, pero no podía verlo al completo, porque el colgante estaba cerrado, con agujeros, pero cerrado. Aunque era algo nuevo para él, le pareció recordar haber visto algo similar en el pasado, pero probablemente estaba relacionando hechos distintos. Últimamente relacionaba todo aunque estuviese equivocado… o no: Smallville, Grandville, Metrópolis… Ahora esta piedra despertaba en él más curiosidad.
Estaba brillando, parecía que no era de este planeta, pero estaba perdiendo el color, no sabía el motivo, pero estaba perdiendo color y brillo. Sanders estaba extrañado, no pensaba que pudiese ocurrir esto, no pensaba que pudiera brillar y disminuir el color por sí solo. O era una roca inteligente, o algo le estaba pasando.
Le dio por mirar al brazalete, se estaba volviendo ligeramente oscuro, negro. Volvió a mirar dentro del colgante, y ya paró de perder color. Aún le quedaba el color verdoso. En cuanto al brazalete, el ligero color oscuro se fue gradualmente hasta que se esfumó, al brazalete parecía no haberle pasado nada.
Sanders estaba confuso, no entendía bien lo que había pasado, pero una cosa estaba bien clara, el brazalete no era como cualquier otro, era “especial”. Quizás por eso mismo lo relacionaba con Kara, ambos eran especiales.
—Peterson —llamó inmediatamente después de su hallazgo—, no estaré en todo el día por aquí, me iré a Grandville, no me eches mucho en falta, ¿vale?
—Sí señor, me ocupare de los asuntos por aquí.
Colgó. Sanders ya iba haciendo planes para su visita.


Un poco lejos de la casa de los Davidson, en el hospital central de Grandville…

—Oiga, disculpe, ¿me podría decir dónde esta Jessica?
—Sí, claro, ¿Jessica… que más? —Respondió la recepcionista del hospital.
—Esto… no me acuerdo muy bien de su apellido —Trent Mcgowen, el joven que preguntaba por la habitación de la chica, sabía que había visto su apellido por algún lado, pero no se acordaba muy bien—. Creo que es Goldsmith. Sí, Jessica Goldsmith.
—Si, la tenemos ingresada en la habitación 213.
—Muchas gracias —y se marchó en busca de la habitación.
Subió hasta la planta 2, y buscó la habitación número 13. Pero algo le hizo parar: vio a Lionel Luthor observando a la habitación desde lo lejos, lo suficiente para que el visitante que estaba en el interior, un chico joven, no le viera. Era justamente la habitación número 13 la que Lionel Luthor observaba, y eso no era bueno. Trent le tenía cierto temor a Lionel, era un tipo muy maligno, así que era mejor no tratar mucho con él. Esperó hasta que se marchó y decidió entrar.
Ahí estaba sentado el joven enfrente de Jessica, parecía apenado.
—Hola, ¿eres su amigo? —dijo mientras cerraba la puerta.
—Sí, o algo parecido. ¿y tu eres…?
—Trent, Trent Mcgowen. He sido su compañero de habitación durante mucho tiempo.
Julian no entendió muy bien eso.
—¿Compañeros de…? ¿entonces vienes de Smallville?
—Sí, de Smallville, vengo solamente para verla.
—Ah… Entonces… os dejo solos —dijo lentamente mientras salía de la habitación.
A Julian no le cayó bien este chico, simplemente por ser amigo de Jess quizás. Por otro lado no tenía nada extraño, o al menos eso quería Trent que creyera.
Julian estaba ahí porque se sentía culpable de lo que había pasado entre ellos. Podían haber hecho el bien, en vez de estar peleándose. También era verdad que sentía curiosidad por lo que le había pasado a Jess. No sabía bien el porqué de su coma, pues él no podía hacer que quedase así. Ya había estado lo suficiente en la habitación, así que dejó que Jess y este tal Trent intimaran… aunque ella no pudiese.


Sonó el timbre de la casa de los Davidson.
—¿Quien será? —preguntó William y fue a ver quién llamaba a la hora de comer.
—¡hola! —dijo de forma amigable Sanders—. Paso a haceros una visita.
—Wow, que visita tan inesperada, yo pensaba que tu no pasabas por estas zonas ya —dijo William bromeando con su amigo—. Desde que te hiciste poli ya no te pasas por aquí.
—Jeje, pensé que ya era hora de pasar por mi ciudad natal. ¿Y tus hijos? ¿Están por aquí? Hace mucho que no les veo.
—Bueno, en realidad, sí, ahora mismo íbamos a comer…
—¿Te importa si me apunto? Gracias —se auto invitó Sanders, temiendo que su visita acabara ahí.
—Bueno… —William no se sentía bien con su presencia en un momento tan crucial de su familia, de hecho, no era el mejor momento de su vida—. Sí, claro, hemos hecho comida de más.
—¿Qué te ha parecido la comida? —Preguntó William para romper el hielo del silencio.
—Bien, ha estado muy rica la comida, gracias —dijo Sanders tras el último bocado.
—Chhs, Kara –susurró Willy, lo suficientemente bajo para que Sanders no entendiera lo que estaban diciendo—. ¿No dicen que si te expones a rayos X es perjudicial?
Le guiñó un ojo. Se trataba de un comentario un poco forzado, pues desde esa mañana había estado poco comunicativo. Como no soportaba el silencio con su hermana, decidió decir aquello. Luego miró hacia la cabeza de Sanders.
—No lo sé, mejor hacemos un experimento —le respondió sonriendo, entre susurros también.
Kara usó sus poderes cuando no le miraba Sanders. Miró dentro de su cabeza. Su cráneo era tan normal como todos los demás, aunque parecía que se había roto la nariz unas cuantas veces en su vida.
—Un cerebro pequeñito —susurró Kara a su hermano.
Ahogaron la risa.
Kara miró hacia el perchero al lado de la puerta de entrada, donde estaba colgada la chaqueta de Sanders. Pero no se esperaba ver lo que vio ¡era su brazalete! Lo tenía él. ¡Su llave para averiguar de dónde era! Tenía que hacer algo, pero ¿el qué? No podía robárselo delante de todos, a pesar de que su familia sabía su secreto, no dominaba la velocidad. Con el brazalete también estaba el colgante con la roca verde maldita. Pero no estaba como la otra vez
Sanders observó cómo miraba Kara hacia su chaqueta. Le llamó mucho la atención este detalle. Kara no pudo evitar quedarse mirando un largo rato antes de darse cuenta de que el oficial la miraba.
—Me voy —dijo de repente Sanders—. Me tengo que ir, me había olvidado que mi ayudante puede tener problemas con unos informes.
—Está bien, como quieras —dijo amablemente William.
—Gracias por todo.
Sanders se despidió lo más rápidamente que pudo, retiró su chaqueta y se fue de la casa.
Kara había perdido su oportunidad de quitárselo, pero tenía un plan, no era muy bueno, pero no tenía otra opción.


A unos kilómetros de allí, en casa de los Stanopen, Julian descansaba un poco después de la comida hasta que alguien llamó a la puerta. No habían usado el timbre. Abrió.
—Hola, ¿puedo ayudarle en algo?
—Hola. Tú debes de ser Julian, soy Lionel Luthor. ¿No está tu padre en casa?
—No, ha salido a hacer un recado. ¿Quiere que le diga algo de su parte?
—No, sólo dile que he venido. Aunque he venido de lejos, ¿te molesta si paso un rato? ¿No te importa, verdad?
—No, creo que no —respondió dudoso—. ¿Y que hace un Luthor en mi casa?
—Julian, se que tu eres “especial”, no eres como los demás, ¿me entiendes? Puedes hacer grandes cosas. Y estando conmigo, tendrías aun más poder, y dinero, claro.
—No, creo que no me gusta la influencia de los Luthor —Julian se sentía raro, y no se molestó en ocultarlo. No esperaba que alguien más conociera sus poderes, y menos siendo Lionel ese alguien. Lo que era más raro es que le pedía Luthor que le ayudase a hacer algo, pero ¿para qué lo necesitaría a él? Lionel no le pediría nada bueno, así que su contestación fue clara: — Creo que se va a tener que marchar.
—Espero que sepas lo que haces.
Julian sintió cierto miedo al haber echado de su casa a alguien tan importante, pero cualquier cosa que le pudiese pedir un hombre como ése iría en contra de su ética.

Willy acudió a la habitación de su madre al oír que ella lo llamaba.
—Willy, tenemos una conversación pendiente, ven, siéntate en la cama. Antes, estábamos diciendo cosas que no queríamos —Emily intentó arreglar las cosas de por la mañana
—Mamá, no te dije una cosa antes. Yo no quería tomar la droga, pero cuando me inyectaron eso, me sentí libre, sin preocupaciones… y qué fuerza.
—No debes recordar eso, sino lo que te hubiese pasado de continuar consumiéndola.
—Mamá —dijo Willy alejándose de ella—. No necesito que me digas todo esto, no soy tonto. Y ahora, déjame, tengo que estudiar —no iba a estudiar, pero era una excusa para poder librarse de su madre.
—Vuelve aquí ahora mismo —Willy apresuró el paso, realmente le irritaba que su madre le hablará así—. ¡He dicho que vuelvas! —Emily desistió, ni siquiera fue a buscarlo. Estaba nerviosa y enfadada una vez más. Sonó un portazo en la habitación de Willy.
Emily cerró la puerta de su habitación y dejó que las lágrimas saliesen con total libertad. No quería dar esa cara a sus hijos adolescentes. No quería mostrarles por qué lloraba, ella tenía que ser fuerte, pero no podía hacerlo.
Lo cierto era que ella había sufrido mucho en su adolescencia, y no quería que su hijo cometiese un error por el mal momento que seguramente estaba pasando. Emily había tenido problemas en su casa, sus padres estaban todo el día discutiendo, y en la escuela también le iba mal, así que decidió olvidarlo todo con las drogas. Con la ayuda de sus amigas, y su voluntad (para cuando se había dado cuenta de que era perjudicial para su salud, y su vida merecía la pena, cuando conoció a William, era muy difícil dejar el camino de las drogas) consiguió dejarlo, con mucho sufrimiento, pero lo dejó. Y su vida pasó a ser mucho más agradable.
Ahora, su hijo, aunque no tenía los mismos problemas que ella había sufrido, podía tener otros, fuera de “estas paredes”. Sentía que Willy tenía razón: no lo conocía.

Era de noche, Kara estaba en metrópolis, y ni sus padres ni Willy sabían que estaba ahí, seguramente le hubieran dicho que no fuese, así que no les dijo nada.
Sanders estaría en el edificio de la policía, como siempre. Miró más allá, hacia la Luthor Corp., que ahora mismo no le decía nada. Se fijó en el interior de la estrucura que realmente le interesaba. Efectivamente, el oficial estaba allí, pero fuera del despacho que, por el rótulo de la puerta, sería el suyo.
Lo que buscaba era la chaqueta de Sanders, y allí estaba, colgada en el respaldo de la silla en el despacho. No pensaba que fuese a ser tan fácil. Miró a su alrededor y, cuando se aseguró de que nadie la miraba a ella concretamente, utilizó su velocidad para entrar en la oficina. Fue hacia el brazalete directamente. Mientras buscaba entre sus bolsillos, , se abrió la puerta, y ahí estaba Sanders, entrando como era normal que hiciese. Entonces, todo se ralentizó para Kara, vio que el oficial estaba levantando la vista, así que se apresuró, tomó el brazalete y se marchó.
Robert Sanders vio algo, no sabía el qué, pero había visto algo. La había parecido que se encontraba alguien más en el despacho, pero estaba vacío excepto por él. Eso sí, al abrir la puerta, pudo sentir una ráfaga de aire que le dio en la cara, algo extraño pues las ventanas estaban cerradas. Se aproximó a su asiento y le pareció que lo que había visto estaba justo donde se hallaba ahora. Como por un mal presentimiento, se le ocurrió fijarse en el interior de la chaqueta y se desesperó al ver lo que había pasado.

Willy llevaba horas encerrado en su habitación. Temía encontrarse con sus padres si salía, así que había decidido recluirse. Alguien llamó a la puerta.
—No entren, me estoy cambiando —respondió.
La puerta se abrió y se cerró casi sin moverse.
—Mentiroso —rió Kara apareciendo a su lado.
—A ti no te podría engañar. ¿Qué pasa ahora? ¿No ves que quiero estar solo?
—Otra vez…
—Sí, otra… vez… —Kara le mostró su brazo. Tenía el brazalete.
—¡Lo encontraste! ¿Dónde estaba?
—Lo tenía Robert Sanders. Y eso me preocupa mucho.
—¿Sanders? Menudo ladrón… ¿Cómo sabías que lo…?
—Lo trajo aquí cuando se invitó él mismo a comer aquí. Me parece que sabe algo. Me mata no saber el qué, pero estoy segura.
—¿Qué vamos a hacer?
—Antes que nada, contárselo a ellos.
—¿A nuestros padres? Bueno… no sé. Quizás no les guste.
—Mejor lo cuento yo sola. A ti cuando te vean te van a echar “la mirada”.
—Sí, la mirada. Está bien, Kara, no me lo tomes a mal, pero quiero…
—Estar solo. Como quieras.
—Oye, Kara, me alegro de que lo recuperaras —le dijo su hermano justo antes de que ella desapareciera.
Él se quedó pensando en cómo iba a encarar a sus padres al día siguiente. No quería seguir alterándolos ni complicando la situación. Lo que no entendía era por qué su madre se veía tan afectada con todo lo que le había pasado a él. Claro que para saberlo, tendría que hablar con ella. Decidió que lo haría… aunque primero, esperaría un poco.

Escritor y Director: Hyunsuk
Guionistas: Keidell, Hyunsuk, Bertu, elementokr36
1x11: Descubrimientos Inesperados
Las paredes de la habitación de Julian resonaban por toda la casa. Había puesto el amplificador al máximo. Daniel entró en su habitación.
—¡Julian para eso! — gritó desesperado.
El hijo continuó como si su padre no estuviera.
—¡He dicho que pares!
Entonces Julian hizo un acorde desagradable y tiró la guitarra a su cama, que por suerte no se rompió.
—Me ha llamado mi jefe... Me ha dicho que has sido muy desagradable con él —dijo enfadado Daniel.
—Eso, papá, es un poco exagerado. Me contuve bastante... pero no pretenderás que meta un Luthor en mi casa ¿no?
—Nuestra casa, hijo, y ese Luthor es mi jefe, te guste o no. Y le puedes dar las gracias porque si no fuera por él no tendrías ni la guitarra, ni la moto, ni ropa...
—No sigas, que lo entiendo perfectamente —interrumpió Julian que se preocupó por el estado de su guitarra.
—Está bien, pero que no se repita, Julian. Que no se repita —ordenó Daniel saliendo de la habitación ya más calmado. Julian siguió como si no pasara nada hasta que oyó que su padre había bajado las escaleras. Luego, volvió a tocar otra vez la guitarra, aunque con menos ímpetu.


—Buenos días —dijo Willy cabizbajo.
—Buenos días —respondieron William y Kara a la vez.
Su madre se quedó mirándolo ni más verlo entrar. Pero a Willy le costó mantener con ella mirada.
—¿No tienes que decirme algo, Willy? —preguntó Emily.
Kara y William miraron a Willy con curiosidad y preocupación.
—Está bien. Me porté como un imbécil. Perdóname —dijo Willy que estuvo preparando la frase adecuada toda la noche—. No era mi intención pasarme así.
Emily miró a los ojos de su hijo mientras él se disponía a comerse el desayuno. Padre e hija hicieron un suspiro.
—Intenta controlarte un poco más —dijo sonriendo nerviosamente Emily—. A ninguno de nosotros le gusta estar entre tanta tensión el uno con el otro.
Willy no contestó. Se limitó a asentir y seguir comiendo. Debía apresurarse ya que...
—Eh... chicos, el autobús —dijo William en cuanto se escucharon los frenos.
Los dos hermanos besaron a sus padres y se despidieron de ellos. Willy se llevó un bocadillo para terminar el desayuno de camino al instituto.
En cuanto salieron, William miró a Emily, quien estaba claramente triste.
—Lo siento... no puedo —dijo ella—. No puedo seguir como si nada me hubiese ocurrido.
—Tranquila, lo has hecho muy bien —respondió William que la abrazó —. Sé que es muy difícil para ti. Cuando veas la oportunidad, cuéntaselo. Él te lo va a agradecer.
—No quiero que caiga en lo mismo que yo.
—Estoy seguro que no lo hará. Y si le cuentas lo que te pasó, no va a volver a pensar en la droga.
—¿Y si es verdad que nunca quiso probarlo?
—Mejor prevenir que curar.
Emily asintió dándole la razón e intentó calmarse.


—Una cosa Kara... ¿Volverás con Evans? Te recuerdo que lo que vi no es para olvidarse.
—Bueno, no sé... —dijo dudando Kara.
—Ya sabes, piensa lo de las drogas, sé que lo que tú hagas estará bien. Siempre te apoyaré ¿Sabes?
—Gracias Willy —dijo Kara dibujando una sonrisa en su rostro.
—Aunque él no me guste nada.
—Willy —contestó cara fingiendo indignación, pero riéndose luego.

A las puertas del instituto, Evans estaba esperando a Kara. Llevaba la chaqueta del equipo de fútbol. Después de todo lo sucedido, decidió continuar en el equipo, pero sin más drogas, ni consumirlas ni pasarlas. Eso es lo que había prometido a Kara.
—¡Hey, Kara! —saludó él.
—¡Hola! —respondió ella ilusionada. Realmente parecía que ya había tomado una decisión incluso antes de salir de casa—. ¿Entramos?
Los dos se sonrieron y entraron juntos, dejando atrás a Willy, quien los miraba con un poco de indiferencia. Un sonido de motor muy fuerte los hizo recular.
—¡Julian! ¡Vaya moto! —dijo Willy sorprendido.
Evans se apresuró a llevarse a Kara lejos de su hermano y su amigo. Los otros dos sencillamente lo ignoraron.
—Gracias —dijo Julian indiferente. Miró a Kara que se estaba alejando, hablando con Evans. Entonces, en un momento que ella miró atrás, sus miradas coincidieron, pero Julian apartó la vista.
—No sabía que tenías moto —dijo Willy.
—Hay muchas cosas que no sabes de mi —dijo sonriendo Julian —. Al salir de clase te llevo a tu casa. ¿Ok?


Daniel sacó la tarjeta de la maleta, aquella que le permitía entrar en los despachos de la LuthorCorp. La insertó en la ranura. Daniel estaba seguro de que Lionel no lo dejaría entrar, pero la puerta se abrió. Allí estaba Lionel con una copa en la mano, dedujo que lo estaba esperando.
—Oh, Daniel, entra, entra. Tenemos que hablar.
—Señor Luthor, siento la actitud de mi hijo, no es que le tenga manía a usted o algo parecido, está así con todo el mundo... —dijo Daniel como excusa.
—Ya lo supongo, Daniel, todos hemos pasado por esa época. Y sé que en el fondo su hijo sabe que quiero ayudarlo.
—Por supuesto —dijo nervioso Daniel.
—Pero aún así, tiene que tener una mejor actitud. Quiero ayudarlo y no tiene que preocuparse de nada. Pero claro, si no confía en quien quiere ayudarlo… ¿en quién va a confiar?
—Usted tranquilo señor Luthor, lo entiendo... sé cómo lograr una mejora en su actitud.
Daniel salió del despacho de Lionel y se acercó al suyo. Donde pensó qué podía hacer para que Julian le hiciera caso, aunque ya tenía claro cómo hacerlo.
Lionel, que ya había terminado la copa, buscó dentro de un cajón una especie de aparato. Era un GPS, donde estaba señalado Grandville y un punto rojo moviéndose a una velocidad considerable.


Julian y Willy recorrían las calles de Grandville rápidamente con la motocicleta de camino a la casa de los Davidson. Cuando llegaron vieron que William y Emily no estaban.
—Te enseñaré mi guitarra —dijo Willy ilusionado.
—¡Vale! — dijo Julian fingiendo más alegría que la que realmente sentía.


El autobús llegó pocos minutos después. Kara bajó con Evans. Quería enseñar la casa a Evans si sus padres no estaban, pero al ver la moto de Julian aparcada en el garaje cambió de opinión. Ella miró el interior de la casa para comprobar que sus padres no estaban, pero, por el contrario, que su hermano y Julian sí se encontraba.
—Mejor vamos por el jardín —dijo Kara a Evans.
Los dos caminaron por el jardín observando las flores y los árboles. Entonces Evans acercó su mano a la de Kara y ella la tomó. Aquel gesto parecía muy común en Evans, ya que lo hizo con normalidad, como si estuviera acostumbrado. En cambio, Kara estaba cada vez más nerviosa, y aquella sensación que sentía… no sabía si era amor, pero quería que lo fuese. Como pensar en eso la hacía ruborizar, decidió sacar un tema que no tuviese nada que ver con eso.
—Oye, Evans —dijo recogiéndose el pelo hacia un lado —. ¿Cómo llevas lo de las drogas?
—Lo dejé, por supuesto. Ver a tu hermano me hizo pensar, es la verdad. Las tiré a las alcantarillas, ahora espero que no salgan súper-ratas — bromeó Evans.
Kara dejó entrever una sonrisa aunque aquello no le hubiese hecho gracia. Volvieron a guardar silencio. Como de ahí a un momento, esta situación se hizo incómoda, Evans dio un segundo paso: al pasar por un olmo del jardín, miró a los ojos a Kara y la rodeó por la cintura. Kara no podía escapar de eso. No lo podía creer, pero era lo que quería: que él le diera un beso, su primer beso. Estaba muy nerviosa y no pudo evitar mirar hacia todos lados menos hacia Evans. Así vio a Julian, que observaba disimuladamente por la ventana de la habitación de Willy. Los dos se intercambiaron las miradas. Cando se dio cuenta, Evans ya estaba acercando sus labios a los suyos.
—Lo siento, no puedo... —dijo Kara girándose hacia un lado.
Evans se sorprendió por eso. No se creyó que le dijera eso.
—Bien... — dijo Evans finalmente. No había conseguido su objetivo, lo cual le molestaba. Entonces se largó sin decir nada, no acostumbraba ser rechazado por una chica—. Entonces… me voy. ¿Sí? Adiós.
Su saludo fue frío y rápido. Kara no esperaba que reaccionase así. Sabía que aquello no era un simple adiós. Evans no volvería a intentar nada con ella. Entonces miró a la ventana de la habitación de su hermano. Julian aún la estaba mirando. Quizás una leve expresión de satisfacción se dibujase en su cara durante menos de un segundo. Entonces el chico se sonrojó y se alejó de la ventana. Kara se quedó observando unos instantes, aunque sin usar su visión especial. Suspiró. Luego observó cómo se alejaba Evans.
En un momento dado, él se tropezó y cayó, a la vez que las hojas de árbol que lo rodeaban salían despedidas hacia la calle, como movidas por el viento. Ella no pudo evitar esbozar una sonrisa burlona.

Julian estaba asomado a otra ventana, una desde la que podía ver a Evans mientras se marchaba. El viento había hecho que el chico perdiese el equilibrio, el viento… Julian rió en silencio.
—Julian —se oyó la voz de Willy—. ¿Ya desapareciste? ¿Y si me ayudas con un acorde? Es que no hay forma.
—Allá voy —dijo Julian mientras veía levantarse a Evans como quien no se ha hecho daño y se iba a toda prisa.

Trent llegó al hospital. Intercambió una sonrisa con la enfermera que atendía a Jessica. Ya podía decir que eran conocidos. Trent se sentó en una silla. Empezó a susurrarle al oído a Jessica, cómo hacía cada vez que la visitaba. Entonces pasó algo que no se esperaba. Jessica abrió los ojos. Como Macgowen no reaccionaba, ella habló:
—Trent. Estás aquí —susurró—. Escucha... tienes que ayudarme...
Entonces Trent disimuló para que la enfermera no se alertara y se acercó más a ella.
—Los que me hicieron esto fueron Julian Stanopen y Ka...
—Oh, está despierta —dijo sobresaltada la enfermera, que se fue a buscar el doctor, aunque no logró su objetivo. Trent le clavó en el corazón una garra de acero que había formado con su propio brazo. Le tapó rápidamente la boca para no darle tiempo a gritar. Poco después la dejó caer mientras la sangre dejaba un creciente charco en el suelo.
MacGowen bajó las persianas de la habitación para que nada viera aquello. Se aseguró de que la enfermera estaba muerta, pero no se molestó en ocultarla.
—Trent —dijo Jessica preocupada—. ¿Qué haces? ¡Es muy arriesgado!
—Tenemos que largarnos, vamos.
La tarde perdía claridad, si bien aún no había oscurecido. Julian se dispuso a salir de la casa de los Davidson después varias horas de entretenimiento. Se encontró con Kara al salir.
—Hola —dijo Kara.
Julian le devolvió el saludo.
—¿Ha sido muy pesado mi hermano? —dijo Kara.
—Verás, no es que sea pesado, es...
—¿Es qué? —preguntó Kara al ver que Julian no respondía.
—Vale, tienes razón. Es un poco pesado.
Entonces los dos se rieron.
—Me tengo que ir.
—¡Julian! —llamó Kara.
Julian se giró lentamente.
—¿Sí? — dijo con un intento de mirada conquistadora.
—Te dejas la moto...
Entonces los dos se rieron y se despidieron una vez más. Sonó el celular de Kara, era una compañera de clase que aquel día no había ido porque estaba enferma. Kara le dijo que ahora mismo le iría a pasar los apuntes. Una ocasión para usar su supervelocidad.

En una casa en las afueras de Grandville pasaba algo que rompía la tranquilidad del pueblo, aunque de forma desapercibida. Un niño de poco más de 10 años se despertaba con un fuerte dolor en las muñecas y en los tobillos. Se vio entonces atado a una silla. Miró a su alrededor y vio a un hombre que conocía, alguien que no le gustaba en lo más mínimo. El hombre lo observaba con un atisbo de odio.
—Por fin reaccionas —dijo roncamente.
—¿Qué quieres hacerme? —preguntó el chico asustado.
—Digamos que quiero vengarme —dijo Isaac Simons.
—¿Ven...garte? ¿Qué te he hecho? ¿Por qué estoy atado? —el niño intentó insistentemente moverse, pero le fue imposible.
—¿Tú? Nada, chaval —Isaac acarició al niño —. Pero tu padre si...
—¿Mi... mi padre?
—Tu padre me echó del trabajo. Después de más de veinte años ¿Y sabes por qué? —Isaac levantó el tono de voz —. ¡Porque mi mujer estaba enferma! Tuve que cuidarla yo solo... ¡Todos los días! Y no podía estar en todo… tu padre no ayudó en lo más mínimo… ¡DE NINGÚN MODO! Ella murió ¿sabes? Murió…—Isaac pegó una patada a la puerta, la cual casi de rompe.
—Lo siento ... —dijo el chico temeroso—. Pero nosotros no tenemos la culpa…
—Oh... Andrew, lo siento por ti. Pero sé que es peor para un padre la muerte de un hijo que la suya propia.


Sanders estaba en su despacho. Seguía repasando lo ocurrido el día anterior. No comprendía cómo había podido desaparecer el brazalete como por arte de magia… o cómo podía alguien robárselo sin ser visto al entrar o al salir. Sólo él había visto un… ¿fantasma?
Decidió acercarse a las salas de seguridad, donde estaban pantallas que mostraban lo que grababan las cámaras puestas por todo el edificio. Peterson lo siguió por curiosidad, pero al llegar a la puerta Sanders no dejó entrar a su ayudante. Se sentó en una silla y empezó a rebobinar los vídeos del pasillo.
Siete de la tarde. Acababa de llegar. Se veía cuando abría la puerta y dejaba la chaqueta. Luego, Sanders salió un momento del despacho. Entonces detuvo el rebobinado. Vio una estela difuminada en un fotograma del vídeo. ¿Una mancha en fugaz en el formato? Era poco probable. Entonces paró la imagen pero no podía descifrar que era aquello. Cuando se vio a sí mismo volver al despacho y abrir la puerta, se sorprendió al ver de nuevo la misma estela, justo antes de ver a una persona en el interior del despacho, durante dos o tres fotogramas.
Sanders se dejó caer contra el respaldo de la silla, mirando fijamente la cara de la chica que se veía en el vídeo robándole el brazalete.
—No puede ser... Kara Davidson...


Kara corría a supervelocidad hacia la casa de su compañera, quien vivía bastante lejos del centro del pueblo, pero no tanto de su propia casa. Se detuvo un momento porque pensó que no podía llegar tan rápido después de la llamada. Recordó que por el camino había visto a lo lejos, en una carretera paralela, a Julian con su moto, avanzando tan lentamente que dejarlo atrás había sido muy fácil.
Por curiosidad, se quedó mirando hacia las casas cercanas. Sabía que no estaba bien mirar el interior de las viviendas ajenas, pero ya que tenía el poder, mientras nadie se enterase de que lo usaba, ¿qué importaba? Entonces se dio cuenta de una suerte increíble.
Era la casa más cercana, a la cual por casualidad había mirado la primera. Utilizar su visión pocas veces le había servido tanto. Y como cada vez la dominaba más... Vio la silueta de una persona, aunque era imposible reconocer quién era. Quizás fuese un chico. Estaba atado en una silla. Abandonó esa visión para fijarse en un hombre que avanzaba desde el exterior hacia la casa, con un recipiente que llevaba el logotipo de una famosa petrolera. Kara pensó lo peor y se acercó aún más, procurando no ser vista. Era una casualidad muy llamativa el que ella pasara por ahí justo en ese momento. No lo podía creer. Sus sospechas se hacían realidad. Aquel hombre estaba tirando gasolina encima del chico que estaba atado.
Los gritos del chico se oyeron claramente. Y no fue Kara la única en oírlo. Una motocicleta acababa de estacionar cerca de la casa mencionada. Era…

Julian vio desde lejos un hombre andando hacia su casa, pero le llamó especialmente la atención lo que llevaba en la mano. Era... ¿gasolina? ¿Para qué llevar gasolina a la casa?
Se detuvo un momento justo cuando el hombre entraba en la casa. Y fue justo en ese momento cuando los alaridos de auxilio de alguien en su interior llegaron a sus oídos. Se sobresaltó. Como siempre, la curiosidad y la intriga, junto con unas imparables ganas de meterse en líos le hicieron acercarse.

Kara iba a correr hacia la casa cuando se dio cuenta de que Julian pensaba hacer lo mismo. ¿Qué pasaba si la situación se complicaba? Pensó en la información que le estaba llevando a su amiga, lo cual perdió rápidamente lo interesante. Cuando se dio cuenta, Julian estaba entrando en la casa. No pudo evitar seguirlo con su visión.

Simons caminaba de un lado a otro de manera nerviosa y alterada. Llevaba una hoja en la mano y un mechero en la otra. Acercó el encendedor al papel.
—¿Sabes qué es esto, Andrew? Es el contrato que tenía con tu padre. Él no es el único culpable, no… él trabajaba para Lionel Luthor, pero sin embargo, cumplió cada orden sin ni siquiera sentir ningún remordimiento. Es tan culpable como el mismo Luthor y todos los que trabajan para él.
—¿Como mi padre? —dijo una voz que sobresaltó a Isaac y al chico.
Julian acababa de presentarse en la sala. Percibió al instante un horrible olor a combustible. Vio al chico atado y al sujeto que lo quería matar. La mirada incrédula del hombre le pareció graciosa, pero no estaba para hacer caso a eso.
—¿Quién demonios eres tú? ¿Qué haces aquí?
—Estoy para impedir que gente como tú haga cosas como la que vas a hacer —siempre había querido decir eso.
—Lástima, ya no hay vuelta atrás.
El hombre chasqueó el mechero y, con el fuego encendido, prendió el papel con la firme intención de dejarlo caer sobre el charco que había alrededor de Andrew. Antes de soltarlo, sacó una pistola… quién sabe de dónde. Julian no se esperaba eso. El niño intentó moverse una vez más, de forma más decidida que antes. El perturbado le asestó un golpe en la cabeza para evitar que lograse zafarse. Lo dejó inconsciente.

—¿Qué? —preguntó más para sus adentros Kara, observando el arma a través de los muros de la casa. ¡Apuntaba a Julian!—. ¿Y ahora qué?

—Te vas… a quemar —anunció Julian intentando disimular los nervios—. Quizás deberías soltarlo ya, mejor el chico que tú, ¿no?
El hombre aparentaba estar poniéndose más irritado a cada momento. Sospechaba tediosamente de Julian.
—¿Estás tonto? ¿Vienes a detenerme o a quemar al chico?
—¿tonto yo? Puede… sólo quiero mirar cómo lo quemas vivo —su ironía disgustó más a Simons
El papel ya estaba demasiado encendido como para seguir sosteniéndolo. El hombre se miró la mano, soltó la hoja y sacudió fuertemente el brazo, pues casi se quema. El papel emprendió su camino hacia el líquido inflamable movido por la fuerza gravitatoria terrestre, la cual habría logrado cumplir su trabajo si no fuera porque el fuego se apagó y los trozos quemados de la hoja salieron volando por toda la habitación, pero ya apagados.
—¡¡Pero qué…!! —Exclamó asqueado el hombre. No soportaba que esas cosas pasaran, sobre todo si pasaban por un extraño viento salido de ninguna parte.
—Me parece que hoy no va a ser, ¿no?
—Y una mierda que no…
El arma se disparó. Kara lo vio todo ralentizado desde su privilegiado sitio. No podía hacer otra cosa que entrar en la casa y sacar a Julian del camino de la bala. Dudaba, se expondría demasiado. Pero de todas formas lo hizo, después de dejar en el suelo los cuadernos que llevaba.
Entró y se acercó a Julian. Pero se quedó mirando a bala, que se acercaba con cierto apuro. ¿Y si…
Kara se acercó a la bala. Nunca había visto algo así más que en películas. Pero ahora tenía una bala delante, avanzando peligrosamente rápido a Julian. No perdió más tiempo, la velocidad de la bala no le dejaba mucho margen. Acercó la mano y percibió el calor que emanaba. Entonces le dio un golpe seco, con lo que la desvió hacia un lado. Sin más, salió de la casa para que no la vieran. Una vez fuera, miró al interior para asegurarse de que nada malo hubiese pasado. Pero no esperaba ver lo que sucedió después.

—¡¿Qué demonios pasa con esto?! —gruñó enfurecido Isaac Simons.
—De verdad que tienes mala suerte.
Con un mínimo de concentración, causó el necesario movimiento de aire para impulsar bruscamente al del arma contra una pared. Una vez hecho eso, desató al chico y lo puso a un lado. Sacó su celular del bolsillo y llamó a la policía de Grandville para guiarlos hacia la casa.
Pero no se quedó a esperar. Salió rápidamente, se subió a su moto y, tras arrancar, se alejó a toda velocidad de allí. El ruido del disparo no tardaría en atraer a los vecinos.

Kara vio cómo se alejaba su amigo.
—Julian —susurró sonriendo. Dejó escapar un gran suspiro—. ¡Eres increíble!
Como algunos vecinos empezaban a acercarse a la casa de los hechos, Kara se fue a supervelocidad antes de ser vista.

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Última edición por elementokr36 el Jue Sep 25, 2008 3:09 am, editado 9 veces en total.



Keidell
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Mensaje por Keidell »

1x12: Ocultando Secretos
Un nuevo sujeto apareció en una de las cafeterías más simples de Grandville. Fue directo a pedir un café grande para llevar. Estaba trajeado y bien peinado, parecía un alto ejecutivo… aunque ¿qué haría alguien como él pasando por ahí?
El hombre que atendía detrás de la barra, conocido como John, un señor bajo y un poco excedido de peso, entrado en edad, le dio rápidamente el pedido en envase para llevar.
—Un dólar cincuenta —dijo el camarero.
—Un lugar tan pequeño como este sólo gana algo si cobran a matar. ¿Verdád? —dijo dejando ver su descontento—. 1.50, en seguida —contestó finalmente. Se había olvidado de sacar el dinero mientras le trían el café.
Buscó en sus bolsillos pero no encontró la billetera. Una vez más, se le había caído en el coche, era lo más seguro. Por una vez que paraba a tomar algo, le pasaba aquello.
—Si me disculpa, vuelvo ahora mismo —dijo esbozando su mejor sonrisa—. Es que me olvidé el dinero…
—Espere. Tan elegante y con pintas de ser un rico de ciudad… ¿y no trae dinero? Págueme ahora.
El desconocido se acercó y, sin borrar la sonrisa, le extendió la mano.
—Me llamo Bob Rickman. Mucho gusto…
—John —contestó el otro mientras acercaba su mano a la del otro con cierta desconfianza.
Cuando estrecharon la mano, John se sintió distinto, pero a la vez no se dio cuenta.
—Amigo —dijo Bob—, yo no le debo nada. ¿De acuerdo?
—Sí, claro —respondió John confuso—. De acuerdo.
Bob Rickman se alejó de él y salió del local, dispuesto a seguir su camino hacia el otro lado de la creciente pero aún pequeña ciudad de Grandville. Entró en su coche y miró su billetera a un lado de su asiento. Rió unos segundos y le dio al contacto para encender el motor.
—Bueno… Stanopen… ¿Cómo llego a su casa desde aquí? —susurró en forma de reflexión.


William Davidson, como todos los fines de semana, se entretenía por la mañana leyendo el periódico de Grandville. En portada aparecía una foto general del hospital, donde al parecer había habido un espantoso asesinato.
Buscó la página de la noticia para informarse mejor sobre eso. Leyó lo referente a Jessica Goldsmith, la joven que desde hacía días permanecía en coma. La chica desapareció. Se descubrió su ausencia a la vez que encontraban el cadáver de la enfermera que la cuidaba, en la habitación de la desaparecida. Por un lado estaban las especulaciones de que fue la misma Jessica quien había matado a la mujer para luego escapar de allí. Por otro lado, como la chica llevaba varios días en coma sin ninguna señal de que fuese a despertar, no se descartaba un secuestro, por lo que se podría atribuir el asesinato al secuestrador. El principal sospechoso en tal caso era Trent Macgowen, un chico que visitó repetidas veces a la joven, incluso estuvo allí poco antes de descubrirse el cuerpo de la enfermera. Aunque no había pruebas que lo incriminasen.
William no sólo pensó en la noticia, sino también en los sucesos acontecidos a Goldsmith, quien ya había sido noticia por la causa de su coma, que por cierto era desconocida. Los artículos de días anteriores no habían especificado lo que le había sucedido, aunque tampoco estaba muy claro qué había pasado en el sitio donde la encontraron, la plaza más grande de Grandville, en la cual hubo una especie vientos huracanados… aislados.

Claro que Kara sabía qué había sucedido, aunque no lo había contado, en parte era culpa suya. Ella estaba en su habitación escuchando música mientras leía el mismo periódico que su padre, es decir, el mismo que él tenía en sus manos. Lo veía a través de las paredes, con una visión especial además de la de rayos X. No se había dado en qué momento había empezado a usarla, pero ya antes de leer claramente las letras pequeñas del periódico, para ella era obvio que sus ojos eran mucho más extraordinarios que lo que esperaba. Eran como telescopios diminutos. Llevaba horas practicando con esta forma de ver el mundo desde su habitación, mirando por la ventana, y ahora a través de las paredes.
Por la noticia que estaba leyendo su padre era lógico pensar que él se preguntase qué tenía el caso de Jessica para estar rodeado de sucesos tan raros. Por otro lado, más que eso, a Kara le llamó la atención el nombre de Trent Macgowen. ¿Quién era este chico para visitar “repetidas veces” a una chica como Jessica?
Dejó de pensar en ello y se centró en algo que casi le había quitado el sueño. El poder de Julian. Viendo a través de los muros de la casa en la que había desviado una bala para salvar a su amigo, no había entendido muy bien cómo había hecho él para apagar el fuego y lanzar contra una pared al hombre que le había disparado, sin siquiera tocarlo. El viento. Estaba claro. Ahora comprendía que el viento que azotó el parque de Grandville no había sido causado por Jessica, sino Julian. Así había sobrevivido él a los ataques de la perturbada.
Un flash mostró en su mente la caída de Evans mientras se alejaba ella por el jardín de su casa. El viento una vez más. Le dio gracia pensar que por alguna razón Julian le había hecho eso.
Entonces llegó a dos preguntas casi inevitables: ¿debía contarle que sabía su secreto? ¿Debía revelarle los suyos?
Recordó las palabras de Jessica, en su primer encuentro: “El problema es Stanopen. Cuida tus espaldas”. ¿Julian era peligroso?

Sanders estaba en su despacho esperando a alguien con quien debió hablar hacía tiempo. El asunto de Kara estaba ocupando sus momentos libres en el despacho y en su propia casa. No era capaz de comprender cómo era posible lo que había repasado una y otra vez en los vídeos. Se vio obligado a borrarlos, pues no sólo no quería que nadie más descubriese esa realidad, sino que tampoco deseaba que la relacionasen con él por ser su despacho el invadido.
Por fin, Peterson llamó a la puerta y entró con la persona que Sanders esperaba.
—Aquí está Samuel Gibson, Oficial —informó Peterson.
Samuel era un hombre alto, delgado. Sus ojos eran claros, contrastando con el color oscuro de su pelo. Tendría entre cuarenta y cuarenta y cinco años, pero la falta de canas visibles en su cabeza le hacía más joven, al contrario que en el caso de Sanders.
—Buenos días, le estaba esperando, señor Gibson. Pero por supuesto que eso usted ya lo sabía.
—Claro, usted me llamó.
—Siéntese, por favor. Peterson, gracias, ya puede salir.
Peterson obedeció y cerró la puerta con cuidado. El oficial le ofreció un café a Samuel, quien lo rechazón con buenos modales.
—Bueno, Oficial, espero que haya un motivo realmente importante para que yo me haya visto obligado a comparecer aquí hoy, en Metrópolis.
—Mire, señor Gibson, sé que no le queda nada cerca esta ciudad, pero el tema que debemos tratar es mucho más importante que una distancia.
—¿Me va a decir de qué se trata?
—De un asunto llamado Kara.
Cuando dijo ese nombre, Samuel se movió incómodamente en la silla.
—¿Kara? —Preguntó disimulando. Ese nombre le decía mucho, claro. Pronto se dio cuenta de que se notaba que sabía de qué hablaba, por lo que no se molestó en mentir—. Sí, bueno… sólo hay una persona que conozca que se llame así, pero…
—¿Pero?
—Tan sólo era una niña pequeña. ¿Este asunto trata de los Davidson?
—Usted lo ha dicho.
Samuel se puso más nervioso.
—¿Me mandó llamar para que viniera a discutir sobre la familia de una novia que tuve hace mil años?
—Le he llamado porque me temo que usted está relacionado con la adopción de la misteriosa niña de entonces.
—Así que… se trata de eso. No, si ya me lo imaginaba.
—Señor Gibson, ¿qué sabe de esa niña?
—Oficial, no tengo por qué seguir contestando a estas preguntas. Estoy aquí por la urgencia con que me llamó. Pero si no le importa, me voy ya.
Se levantó, pero Sanders insistió.
—Yo que usted aclararía ciertas cosas para asegurarse de que este oficial —se señaló a sí mismo— no saque a la luz los procesos ilegales que se realizaron para la adopción de Kara.
—¡Ja! ¿Y qué procesos son esos?
—Lo he estado investigando, señor Gibson. Su jugada no fue tan limpia como pareció al principio. Mire, aquí mismo tengo unos documentos demasiado sospechosos.
Le mostró unos papeles que a simple vista no tenían nada de especial, pero que para Samuel tenían sentido.
—Oiga, yo no…
—Mire, usted me explica qué está pasando y yo me ocuparé de que lo que parece sospechoso deje de parecerlo. ¿Nos entendemos?
—No sé qué interés puede tener en esta chica, Kara. Hoy debe tener…
—Dicen que tiene 15 años. Y sin dudo es lo que aparenta. Pero no es éste el punto. Sino otro muy importante. Ella no es una chica como cualquier otra. Y estoy seguro de que usted ya lo sabía.

Julian Stanopen estaba limpiando su moto cuando un coche estacionó delante de su casa. El conductor, un hombre bien vestido, se acercó a él.
—Hola, buenos días. Mi nombre es Bob…
—Rickman —interrumpió Daniel Stanopen, quien estaba saliendo justo en ese momento por la puerta.
Julian lo miró, y luego volvió a centrar su mirada en el extraño. No sabía por qué, pero tenía un aspecto un tanto sospechoso para él. Demasiada buena apariencia no era lógica en alguien que se detiene delante de una casa a las afueras de Grandville, a menos que ese alguien fuese un Luthor.
—Bueno, papá —dijo Julian sin tapujos—. Si ya lo conoces no tengo que ser yo quien lo reciba.
Y siguió limpiando el vehículo como si nadie estuviese mirándolo. Daniel se acercó a Rickman, pero no de forma amable. Ni siquiera reprochó esta vez el comportamiento de su hijo.
—Le dije que no quería volver a verlo. Me he enterado de todo lo referente a sus tratos con mi jefe.
—Sí —dijo dibujando una inocente sonrisa—, bueno, entonces me pasé un poco en mis intenciones de negocios, lo reconozco. Pero esta vez no intento nada ilegal, se lo juro.
—No me importa cuáles sean sus motivos esta vez, pero ya se está largando de aquí. No quiero tener nada que ver. Usted engaña sobre todo a la gente de campo para obtener lo que quiere súper barato para luego poder venderlo como si se tratase de oro. Es un asco de ser humano.
—Una definición muy esperanzadora —dijo Julian irónicamente.
—Le agradezco que me considere humano —contestó sonriente el otro, destacando la frase con todo el optimismo del mundo—, se lo aseguro. Pero yo no engaño a nadie.
—Váyase.
—Piénselo, Stanopen, esto le va a ser de mucho beneficio incluso a usted.
—¡Le he dicho que se vaya!
Julian lo miró sorprendido. Pensó en lo que le había dicho su padre sobre ser más amable con la gente. Como Rickman no parecía tener la intención de irse, Julian hizo que el viento le jugase una mala pasada. Miró el coche. Una ráfaga de viento puso en movimiento las ruedas del mismo. No tenía puesto el freno de mano.
Rickman, de forma indiferente, observó cómo avanzaba rápidamente el coche por la pendiente antes de darse cuenta que era el suyo.
—¡Hay que joderse! —Masculló mientras salía corriendo detrás de él.
Cuando lo alcanzó, abrió la puerta, entró y frenó. Lo embarazoso de la situación lo obligó a retirarse por esta vez. Dio la vuelta, pasó por delante de la casa de Daniel y le habló después de bajar las ventanillas.
—Volveré cuando esté de mejor humor. Hasta luego, señor Stanopen.
Su sonrisa irritó a Daniel, pero en cuanto Bob siguió con su camino hacia Grandville, se tranquilizó.
—Gracias, Julian —le dijo a su hijo.
—¿A qué te refieres? —preguntó el otro como si no entendiera nada. La sonrisa burlona asomó a su cara sin poder evitarlo—. De nada. A mí tampoco me cayó muy bien. Pero me tienes que explicar qué pasa con ese tipo.


El hostal de Grandville estaba más tranquilo que de costumbre. Quizás fuese por el ocupante de la habitación más grande. Trent no había suscitado confianza entre los demás clientes del hostal. Cuando él se hallaba en el edificio, pocos eran los que transitaban por los pasillos y en el comedor no había tanto ruido como cuando él se encontraba fuera.
Nadie había visto a la chica que había llevado a su habitación. Jessica Goldsmith estaba descansando en la cama de su amigo cuando él entró dando un portazo.
Ella estaba muy débil todavía. La herida que tenía en el pecho estaba casi curada, pero aún le dolía cuando tomaba grandes bocanadas de aire. Desde que había salido del hospital había estado la mayor parte del tiempo inconsciente, y cuando no lo había estado, Macgowen no estaba ahí para poder decirle lo que tenía que decirle. Pero ahora, ella estaba despierta, y más con el portazo de Trent. Se veía en su cara que estaba frustrado y nervioso.
—¿Trent?
—¡Jess! Estás despierta —dijo sorprendido, intentando disimular su mal humor—. ¿Estás bien? ¿Quieres tomar algo? ¿Comer?
—No... estoy bien, más o menos —se sentó—. Bastante mejor, la verdad, dadas las circunstancias. ¿Y tú? Pareces molesto.
—Ah, sí… Pasa que he tenido problemas para librarme de las sospechas de la policía, muchas preguntas, demasiadas. Ya me los he quitado de encima, pero —se detuvo un poco para hacer un gesto con un puño, como queriendo pegarle a alguien—. Bueno… he estado buscando por todos lados a ese tal Stanopen y no he dado con él. ¡Parece que nadie lo conoce! Pero tampoco me has dado mucha información.
—Lo siento. No he…
—Podido. Lo sé. Pero ahora puedes decírmelo.
—Julian Stanopen. No me extraña que nadie sepa nada él por aquí, es de Smallville y hace poco que vive en Grandville. No sé cómo… pero pude sentir que estuvo visitándome en el hospital.
—¿Puede ser…? ¿El chico del hospital? Está bien… por lo menos ahora sé cómo es. Pero no entiendo una cosa: ¿cómo no pudiste con él?
—Kara Davidson. La investigué. Él y ella son amigos y… ambos son especiales, como nosotros.
Bob Rickman volvió al centro de Grandville horas después, mientras Julian y Kara pasaban un rato tranquilo en una cafetería a la que acostumbraban ir, aunque Willy esta vez no estaba con ellos.
—Sin Willy esto te parece un poco aburrido, ¿no? —dijo Kara.
—¿Qué dices? No… bueno, él saca temas que me interesan, pero eso… tú también lo haces.
—Eso no es verdad —rió—. Parece que no te interesa nada conmigo aquí. Sólo has hablado tú, yo no he contado nada interesante.
—Ya —fue lo único que se le ocurrió decir ante eso. Se concentró en la persona que acababa de entrar—. Mira. Es él. Te hablé de él hace un momento.
Bob se acercó rápidamente a ellos. Julian se preparó para contestar mal a lo que fuese que le iba a decir.
—No me parece tan malo —susurró Kara.
—Julian Stanopen. ¿Verdad? —saludó levantando la mano y extendiéndola hacia él.
—¿Qué hace usted aquí?
El hombre miró a Kara.
—¿Tú eres una amiga? Mi nombre es Bob Rickman. Mucho gusto—extendió la mano para estrechársela y Kara contestó el gesto—. Anda ¿por qué no le dices a Julian que sea un poco más amable?
Su mirada denotó concentración.
—¿Por qué debería hacerlo? No le puedo obligar —contestó ella sonriente—. Él es así.
Rickman borró su sonrisa. Algo no había salido bien. Soltó la mano de Kara y se alejó de ella. La chica lo miró con curiosidad.
—¿Le ocurre algo? —Le preguntó.
—No, nada. Me tengo que ir.
Julian se quedó atónito. Kara lograba con un trato agradable lo que ni él ni su padre lograban con un trato rudo: hacer que el capullo de Rickman se fuese por donde había venido.

Bob salió de la cafetería consternado por lo que le había pasado. ¿Es que en Grandville no tenía oportunidad de hacer las cosas bien? Nunca le había pasado nada como lo ocurrido con Kara. Cuando su mano entraba en contacto con la de otra persona, no había voluntad que se resistiese a la suya. La gente, sencillamente, hacía lo que él quería, así se ganaba la vida donde fuese: Metrópolis, Smallville… Ahora quería hacerlo en Grandville, pero por alguna razón el destino no le dejaba. ¿Qué tenía de especial esa chica para haber podido resistirse a su infranqueable influencia?

Kara, después de irse el extraño sujeto, volvió a mirar a Julian, olvidándose del asunto de Rickman. Ahora deseaba contarle lo que sabía, pero más deseaba que él se lo contase a ella.
—Esto... Julian. ¿No quieres contarme nada? No sé, algo que quede entre nosotros dos. Algo para compartir.
Julian no se esperaba eso. No pudo evitar mostrarse sorprendido.
—¿Yo? Algo que contar... pues... Espera, ¿por qué lo preguntas?
—Sí... bueno. Es que desde que llegaste te convertiste un uno de mis mejores amigos, y quiero conocerte mejor. ¿No te parece una buena razón?
—Por lo menos una razón sí que es —no pudo ocultar lo nervioso que estaba. La pregunta de Kara le trajo varias cosas a la mente. Una de ellas era su poder, claro —. Te... ¿Te ha contado algo tu hermano?
—¿Willy? —dijo Kara extrañada.
—No, no es nada... déjalo —dijo Julian, que reculó al ver que Kara no sabía nada de la idea que tenían él y Willy.
Kara comprendió que el chico no parecía preparado para contarle nada, pero no lo culpó. Ella misma tampoco estaba segura de querer revelerle su secreto, aunque aquello de mencionar a Willy no se lo esperaba. ¿Sabía su hermano el secreto de Julian?



Willy estaba en su habitación estudiando para un examen que tendría a la siguiente semana. Se había propuesto estudiar un poco para ver si podía subir sus notas. Sus padres se decepcionaban cada vez que aprobaba con notas bajas y más si reprobaba. Lamentablemente, tener la guitarra a la vista no le ayudaba mucho.
—Sólo un momento —susurró para sí mismo.
Pero no pudo hacer nada, pues alguien llamó a su puerta. Él abrió y vio a su madre.
—Ah, mamá. ¿Qué pasó?
—Willy, tenemos que hablar.
—Mamá —miró hacia sus libros—. Estoy estudiando.
Su madre miró la guitarra que estaba sobre la cama
—No por mucho, ¿no? —dijo sonriendo.
—Está bien. Me distraía un poco… o lo iba a hacer. Hablemos pues.
Su madre entró en la habitación y se sentó en la cama. Willy retiró la silla de delante de su escritorio y se sentó frente a su madre.
—Mamá, si esto es por lo del otro día…
—Es por eso, en parte. Estamos un poco distantes, lo sabes. Esta tensión a mí me incomoda mucho… y seguro que a ti también. Vivimos en la misma casa, es inevitable, tenemos que hablar de esto.
—A mí lo que me incomoda…
—Justamente, es que haya que hablar de esto. ¿No?
—Fui injusto diciendo que no me conocías —dijo Willy intentando mantener la mirada con su madre, aunque sin conseguirlo.
—Willy, lo que quiero decir es que el tema de las drogas me ha disgustado mucho. Sé que no querías consumir nada, pero nunca se sabe… puede que alguna vez te veas obligado o sientas la necesidad…
—Mamá, sé que las drogas no son la solución, es un tema muy prevenido por todos lados, aunque sólo pocos hagan caso.
—Últimamente ya no hablas mucho de los problemas que tienes. Kara… bueno, tampoco, pero ella tiene su resistencia, ya lo sabemos.
—Si te preocupa que pueda tener problemas que me hagan sentir la necesidad de drogarme… no te preocupes por eso, mamá, no hablo de mis problemas porque no los tengo.
—¿De verdad? Alguno debes tener. ¿No?
—De verdad, estoy bien. Aunque debería decirlo de vez en cuando para evitar malentendidos, ¿no? —intentó esbozar una sonrisa—. Perdóname por no hablar tanto como antes, mamá.
Ella lo abrazó.
—Está bien.
Willy pensó entonces en la preocupación de su madre por las dragas y el motivo por el cual se disgustó tanto. No podía ser sólo por lo que habían dicho hasta ese momento. En los últimos días se había mostrado demasiado alterada como para ser sólo eso.
—Mamá… Esto… ¿Hay algo que no me contaste?
Esa era la pregunta que ella se temía.
—La verdad es que sí hay algo. ¿Te acuerdas de Samuel Gibson?
—¿El hombre que os ayudó a adoptar a Kara?
—Sí. El mismo. Cuando estaba saliendo de la adolescencia, por su culpa y mis problemas familiares caí en lo que no quería que cayeses tú. Las drogas.


—Me costó encontrar exactamente todo lo referente a la adopción de Kara —explicó Sanders a Gibson—. Entonces salió su nombre. Sé que su relación pasada con Emily Davidson no acabó nada bien… el por qué no me interesa, pero sé que fue algo demasiado importante como para aceptar ayudar a su familia varios años después.
—Fue un favor que me pidieron… y que yo acepté hacer.
—No fue tan sencillo, ¿no?
—¿Por qué me pregunta eso? Lo que crea que yo sé…
—No lo creo, señor Gibson, lo sé. Kara es especial, no le demos más rodeos a la cuestión. Yo mismo la he visto. Y usted también. Estoy seguro de eso.
—¿Qué está diciendo, Oficial? ¿Se da cuenta que eso es una…?
—¿Una locura? Sí, me doy cuenta. Pero he visto unos vídeos muy peculiares en esta oficina, oficina en la que ella misma entró… por la fuerza. Y créame, no entró como un ser humano normal.
Gibson no hacía más que removerse en su silla.
—Mejor será que me diga ahora mismo lo que sabe —amenazó Sanders—, si no, ya sabe qué información sobre su pasado saldrá a la luz.
—Está bien —dijo pasándose la mano por la frente—. Si usted la vio como dice, sabe de sobra que esa chica es increíble. Pero en Smallville ha habido casos de gente extraordinaria, seguro que usted está al tanto de eso.
—Por supuesto. Pero esta chica tiene algo diferente. Y usted me va a ayudar a averiguar qué es.
—¿Por qué yo?
—Porque tengo algo que puede hacerle mucho daño a usted y su futuro y porque no puedo confiar estos descubrimientos a nadie más.
Gibson tragó saliva y pensó en la mala suerte que le tocó tener. Si hacía lo que Sanders quería, su pasado quedaría en el pasado... aunque peligraría su futuro.


Lionel Luthor estaba en su despacho tranquilamente repasando los archivos sobre los sucesos de los últimos días en la vida de Julian. Jessica estaba relacionada con estos sucesos. Aunque ahora, concretamente, no era Jessica el problema. Si no otra persona, un hombre a quien esperaba ver en su despacho en breve.
Como si sus pensamientos al respecto tuviesen el poder de hacerse realidad por sí solos, se le informó de que había alguien esperando fuera de su despacho.
—Señor Luthor —dijo uno de seguridad—, ya está aquí.
—Déjenlo pasar.
Bob Rickman entró lentamente en el lujoso despacho mirando hacia todas partes.
—Vaya, vaya, señor Luthor, esto ha cambiado bastante desde la última vez.
—No sabe cuánto me agradaría que nunca más hubiese habido orta vez, señor Rickman.
—No sea tan poco amable. Ya he tenido mi mal día en Gr... —cerró la boca para no decir dónde había estado, pero parecía que Lionel ya estaba al corriente de todo. ¿Por qué si no lo iba a llamar?
—Grandville. Lo sé. Pero no es eso lo peor: ha vuleto a molestar a Daniel Stanopen.
—Nunca había visto a un Luthor tan preocupado por otra persona que no fuese de su familia. Pero... realmente se puede decir que no sea de su familia.
—Sus palabras son producto de una mente corrupta. No me alteraré por ellas. Pero si no deja en paz de los Stanopen, usted sí que verá alterada su vida.
El poco querido Bob Rickman no paraba de sonreir.
—Señor Rickman, sé qué anda buscando de los Stanopen. He donado a esta familia una tierras y material agrario, es una inversión, digamos. Usted sabe que todo eso es propiedad de Daniel Stanopen ahora mismo, y quiere conseguirlo a un precio más que asequible por un pobre mendigo. Cree que así sacará mucho dinero vendiendo todo por un valor superior al real. Eso no va a ser posible esta vez, Rickman. Conozco su historial. Daniel está prevenido.
—Siempre lo están. Todos están prevenidos, señor Luthor. Al final consigo mis objetivos —su actitud cambió para mostrarse totalmente serio.
—Le advierto que en Grandville no será tan sencillo.
—Lo mismo decían de Smallville, y ya he conseguido grandes negocios allí. Claro que me propongo conseguir más —volvió a sonreir—. ¿Por qué iba ser distinto ahora?
—Por que aún no ha podido —la sonrisa de Lionel destacaba por su seguridad—. Puede retirarse, señor Rickman. Pero recuerde que le vigilo.
—Lo sé, de acuedro, me abstendré por ahora de mis negocios en Grandville, pero no crea que no volveré —extendió la mano y Lionel hizo lo mismo, contestando la despedida. Pero entonces su sonrisa segura se borró—. Olvídese de mí. Y hágame un favor, dígale a Daniel que me reciba como Dios manda, que ya me está hartando todo este asunto.
Rickman se alejó de él y salió del despacho, dejando confuso a Lionel Luthor.

Escritor y director: Keidell
Guinistas: Keidell, Hyunsuk, Bertu, elementokr36, litz_marisa
1x13: Bajo Influencia
Samuel Gibson estaba en un hotel de metrópolis sin saber qué hacer. Sólo recordaba a la niña que había sido Kara hacía muchos años, pensando en que era especial, pero intentando negárselo a sí mismo para no tener nada que decirle a Sanders. Lo cierto era que por mucho que lo intentaba, su mente no quería engañarse.
Miró el teléfono una y otra vez con la intención de llamar a alguien. Quízás a los Davidson. No recordaba el número, pero aun así no lo habría hecho. ¿Qué le iba a decir?
"Hola, Emily, cuánto tiempo. Tengo que decirte algo sobre Sanders: quiere saberlo todo sobre tu hija... ya sabe mucho"
Ya sabe mucho. Esas palabras le sonaban en la cabeza una y otra vez. Por lo que Sanders decía, parecía que conocía muchas cosas sobre Kara. Ahora lo que le intrigaba era el porqué de esa obsesión por ella. ¿Debía ayudarle?
¿Qué pasaría si no lo hacía? Sanders era policía, y él hacía mucho había cometido un "error" por ayudar a una familia que entonces tampoco le simpatizaba mucho pero que ahora no quería meter en problemas... El conflicto que tenía en su interior lo estaba agobiando. Al día siguiente tendría que volver a ver a Sanders. Eso lo ponía peor.


Willy había dejado un rato los libros para ir a casa de Julian. Si calculaba bien el tiempo, él y Kara estarían llegando desde el centro de Grandville. Habría querido acompañarlos, pero esta vez dejó ganar la batalla al estudio, por una vez en su vida…
No había avanzado ni medio kilómetro cuando un hombre con un coche nuevo y nada modesto se detuvo a su lado y se presentó como Bob Rickman, comprador y vendedor de bienes agrarios.
—Bueno, chico —dijo sin borrar la sonrisa—. Tú eres un Davidson, ¿no?
No sabía qué podía querer ese tipo de él, pero no le negó el saludo. Le estrechó la menos y entonces…
—Esto… sí, lo soy, pero… no creo que… —no pudo seguir.
—OK, escúchame bien. Quiero que me digas lo que sepas de tu hermana. ¿Qué tiene de especial?
—Es… muy fuerte —contestó confuso—, muy rápida y nada puede esconderse de ella.
Esa información era tan ambigua como inservible. Sin embargo no tenía tiempo, y estaba demasiado impaciente como para esperar una explicación.
—¿Muy fuerte quiere decir más que todos nosotros? —cuando Willy asintió, Bob supo que sería un obstáculo difícil.
—Bueno, chico —dijo extendiendo la mano una vez más. Willy cayó otra vez en su trampa—. No me importa cómo, pero deshazte de ella, que no se acerque a los Stanopen por ahora.
—Ahora mismo debe estar en casa de Daniel y Julian.
—Entonces te llevaré para que la saques de allí.
—De acuerdo… pero antes tengo que ir a buscar algo a mi casa.

—Sí, Daniel, tal como le digo —dijo Luthor desde su despacho, por el teléfono—. Debe recibirlo.
—Lionel, no quiero tener nada que ver con ese hombre —contestó tajantemente Stanopen—. Y la verdad, me extraña mucho esto que me está pidiendo.
—Considéralo parte de tu trabajo. Todo por los negocios.
—¿Pero qué negocios? ¿Los de él? ¿Qué quiere de mí?
—Todo a su tiempo, Daniel, todo a su tiempo. Lo que él quiera él mismo se lo dirá. Por eso debe recibirlo.
—Está bien, Luthor, pero que quede claro que si no me gusta lo que quiere proponer, lo echaré a punta de pistola si hace falta.
—Eso no sería apropiado.
—Hasta luego, señor Luthor —fue una despedida brusca.
Colgó.
Lionel también colgó, pero estaba extrañado. No recordaba con quién había hablado, ni de qué.


Cuando Julian y Kara llegaron, Daniel estaba preparando la comida. La casa olía bien, pero Julian ya sabía cómo cocinaba su padre.
—Huele bien, ¿no? —Dijo Kara—. Podías invitarme a comer aquí.
—Créeme, nada me agradaría más, pero después de probar la comida —empezó a susurrar—, te habrá parecido un insulto haber dicho que te quedases.
Rieron. Este ánimo desapareció cuando Bob Rickman entró por la puerta. Pero no iba solo. Willy entró con él.
—¿Willy? —dijo su hermana.
—Salga de aquí ahora mismo —le ordenó Julian.
—No, Julian —negó su padre, aunque con un evidente mal humor—. El señor Rickman va a comer aquí hoy.
—¿Qué? ¿Pero no…
—Lionel Luthor me lo ha dicho. Ya sabes, él es…
—Tu jefe, lo sé —Julian estaba a punto de irse a su habitación olvidando a Kara y Willy, pero ese olvido no duró demasiado. De todas formas, Willy no parecía querer quedarse mucho tiempo.
—Ya sabes —dijo Bob mirando al joven Davidson.
Willy se acercó a Kara y la tomó de un brazo.
—¿Qué haces, willy? —Preguntó ella incrédula.
—Nos vamos.
—Compórtate un poco —Kara usó su fuerza para resistirse, pero entonces sintió cómo la abandonaba.
Ella miró con su debilitada visión dentro de los bolsillos de su hermano. Como se lo temía, el chico llevaba una pequeña piedra verde.
—Willy… ¿Qué haces? Por favor —Intentó negarse Kara mientras era arrastrada fuera de la casa.
—¡Willy, espera! —exclamó Julian yendo tras ellos.
Rickman lo detuvo y lo tomó de una mano, estrechándola.
—Tú te quedas.
—Sí, claro —la confusión le impidió conservar su voluntad.
Daniel observó aquello atónito. No era normal que alguien dominara así a su hijo. Tampoco era normal el comportamiento de Willy. El juego de Bob Rickman no era limpio.


Kara seguía intentando resistirse, pero Willy ahora tenía el control.
—¡Willy, para ya!
—Si haces caso será mejor para todos.
Estaba claro que no era el Willy de siempre el que hablaba. Kara hizo un último esfuerzo por zafarse de sus manos. El chico hizo algo que ella jamás se habría esperado: le dio una bofetada en la cara, lo suficientemente fuerte para dejarle un dolor penetrante.
—¡Willy! ¡Estás loco!
Le había dolido como si hubiese sido mil veces más fuerte. La piedra que la debilitaba hacía que el dolor se incrementase. Intentó usar su velocidad, mas le fue imposible. Todos sus poderes habían quedado inútiles. Ahora ni siquiera podía ponerse en pie. Willy forcejeó con ella hasta que logró levantarla.
—No seas estúpida y obedece.
—Willy por favor, déjame —no pudo evitar dejar escaper unas lágrimas.
Él se cansó de la insistencia de Kara en librarse de él y la empujó contra un arbusto. Ella no pudo hacer nada.


—Señor Stanopen —saludó Rickman extendiendo como siempre el brazo.
—Tengo que escucharle, pero no pienso ser amable ni contestar saludo alguno.
Esto irritó a Bob. Miró a Julian.
—Papá. No seas desagradable. Dale la mano y vayamos a comer de una vez, que tengo hambre.
—¿Por qué tanta insistencia en estrechar su mano? Vamos, Julian, no me digas que de repente te cae bien.
Julian le dio la espalda, fue hacia el despacho personal de su padre y sacó una pistola de un cajón del escritorio. Volvió y se quedó a un metro apuntando a la cabeza de Daniel. Lo hizo con tal naturalidad que parecía que lo hacía todos los días.
—¡Julian! ¿Te volviste loco?
—Créeme, no es bueno hacer esperar a Bob Rickman, papá.
—Hazle caso a tu hijo, Daniel. Un simple estrechar de manos es suficiente para acabar con todo esto.
—Ya veo cuál es el juego, Rickman. Es increíble, pero es la única explicación. Ejerces una gran influencian en quien te da la mano.
—¿Qué importa eso? De todos modos no tienes opción. Ahora, no me hagas esperar o tu hijo se convertirá hoy en heredero de tus bienes materiales.
Después de dejar la piedra cerca de Kara, Willy fue hacia el cobertizo que los Stanopen tenía al fondo del jardín trasero para retirar de allí un pico.
Volvió a donde Kara y recogió la pequeña roca. Empuñó fuertemente el pico.
—Willy, ¿Qué haces? ¿Por qué estás haciendo esto?
—Parece que todos me dicen lo que tengo que hacer. Esto sólo es algo más que tengo que hacer por otros.
—¿Por Rickman? ¿¡Cómo te ha convencido para esto, Willy!?
—Digamos que tiene un poder de influencia increíble. Si te resistías demasiado, debía deshacerme de ti. Y mira qué mala suerte, te has resistido demasiado.
Willy levantó el pico y se preparó para dejar caer la punta del mismo sobre la cabeza de su hermana, sin importarle lo que sucediese después.
—Willy, ¡NO!
El pico cayó sobre el sitio en que Kara estaba… pero ella había desaparecido.
—Oh,¡, vamos.. no me jorobes —dijo frustrado—. No vale usar la velocidad —su sonrisa contrastaba con el mal humor que demostraba.
Kara había logrado usar su supervelocidad. Ahora estaba en las escaleras de entrada a la casa de los Stanopen, a escasos metros de Willy. No había podido alejarse más. Willy la buscaba, y no tardaría ni cinco segundos en darse cuenta de que se hallaba detrás de él. Por mucho que le molestaba pensar mal de su hermano, decidió que si no ganaba ella, ganaría él. En este último caso, significaría posiblemente la muerte.
—Lo siento, Willy —susurró.
Antes de que Willy se pudiese girar, una maceta chocó contra su cuello y le hizo perder el equilibrio. Willy perdió la consciencia sólo unos segundos. El golpe había sido más débil que lo que Kara esperaba.
Willy abrió los ojos y vio a su hermana tendida en las escaleras, intentando levantarse. Por su expresión, parecía tener mucho miedo.
—¿Kara? ¿Qué pasa? —Se acercó rápidamente. Se dio cuenta de que ella se estaba poniendo peor. En ese instante sintió la piedra en su bolsillo. La tomó y la arrojó lo más lejos que pudo.
La ayudó a levantarse.
—¿Willy...?
—Kara. ¿Qué te pasó?
—¡Estuviste a punto de matarme! ¿No lo recuerdas?
Él se quedó pálido.
—Kara… yo… ¡No recuerdo nada eso! —exclamó intentando creer lo que estuvo a punto de hacer—. Recuerdo… al señor Rickman y… le estrechaba la mano y… nada, nada hasta ahora.
—Willy, entra rápido. Él te hizo hacer esto. Está dentro de la casa con Julian y Daniel. Pero… —se levantó lentamente y con dificultad—. Pero debes fingir —miró hacia el interior con su visión—. Yo me encargaré de la pistola.
—¿La… pistola?


—No pienso caer en sus trampas, Rickman —dijo con decisión Daniel—. Qué ser más despreciable.
—No querrás que tu propio hijo te mate, ¿no?
En ese instante entró Willy, con el pico en la mano. Bob lo miró.
—Ella… —dijo Willy—, se resistió demasiado.
—O sea que la has matado —dijo sonriendo Bob—. No creí que fuese necesario. Menuda suerte.
—¿Has matado a tu propia hermana? —Cuestionó Daniel horrorizado.
—Cosas que pasan —dijo irónicamente Rickman—. Lo diré una vez más, Stanopen. Haga lo que le he…
Un golpe con el mango del pico lo noqueó antes de que pudiese decir nada más. Julian se alarmó y le apuntó con… con nada, el arma había desaparecido.
—¿Dónde…? —se preguntó extrañado Julian, sin poder acabar la pregunta. Una fuerza invisible lo había noqueado a él también.
Kara apareció desde la parte trasera de la casa. Daniel no se explicaba qué había sucedido, pero se alegraba de ver sana y salva a la chica.
—¡Kara! ¡Creía que…! ¿Willy?
—Lo siento Daniel, debía mentir para que Bob se distrajese.
—¿Julian? —dijo Daniel acercándose a él—. ¿Estás bien?
—Supongo que la influencia del señor Rickman habrá desaparecido —concluyó Willy mientras Julian recobraba la consciencia.
—¿Qué pasó, papá? ¡Willy, Kara! ¿Qué está pasando? —Su confusión era evidente.
—Parece que Bob Rickman era más peligroso de lo que creíamos —aclaró Daniel.
—¿Rickman? —Preguntó Julian—. ¿Y dónde está?
Todos miraron hacia donde debía estar el hombre. Pero había desaparecido. Un ruido de motor de coche demasiado revolucionado resonó por todo el lugar. Rickman se alejaba a toda prisa una vez más.
—Seguro que no vuelve —dijo Daniel—. Llamaré a Luthor para explicarle lo sucedido.

Lionel Luthor había sido prevenido acerca de Bob Rickman. Tras su visita no recordaba haber llamado a Daniel, lo cual le podía dar más credibilidad a los argumentos de éste. Aunque no sabía exactamente que tramaba Bob, no podía ser nada bueno tratándose de un obsesionado por su trabajo, el cual desenvolvía de una forma extremadamente fácil. Ahora sabía el porqué.
Miró unos documentos cifrados en su ordenador. Eran sobre Julian y todo lo referente a su pasado, su poder, todo. Una vez que se enteró de que él podía haber sido afectado por los meteoritos de Smallville, vigilar sus movimientos pasó a tener un sentido más amplio. No era una simple obsesión, tenía muchas otras. En este caso se trataba de un seguimiento personal del desarrollo de una vida ligada a su propio pasado. Lo que dudaba era que esa vida acabase bien.

—Yo me voy, ¿sí? —se despidió Willy poco antes del atardecer—. Quiero echar un vistazo a los libros… otra vez.
—Qué estudioso —dijo sonriendo Kara, sentada en una silla en la terraza de los Stanopen, a lado de Julian.
—¿Es que todavía no has estudiado? —Preguntó Julian.
—En mi caso… mejor no preguntar esas cosas —saludó rápidamente y se fue, dejando solos a su hermana y su amigo.
El silencio se apoderó de aquel instante. Aunque no duró mucho.
—Aún no entiendo qué pasó hoy —comentó el chico—, pero una vez más, después de algo tan confuso, estabas tú allí después de haberse solucionado todo.
—Ya estaba antes de eso.
—Lo sé. Pero empiezo a pensar que…
—¿Qué? ¿Qué piensas? —se apresuró ella a preguntar.
—No estoy seguro del porqué, pero tiendo a creer que la gente que se ve en este tipo de problemas y sale sana y salva como por arte de magia, no es gente común y corriente.
—Es decir… piensas que soy rarita.
—Bueno, yo mismo lo soy.
—Y que lo digas.
—¿Qué?
—Nada —rió—. Una broma. Sólo… sólo piensa en aquel día en el parque de Grandville. Ambos salimos sanos y salvos. Pero ninguno de nosotros se explicó cómo.
—Es cierto. Es algo demasiado complicado, en eso quedamos aquella vez.
—Y sigue siéndolo.
A pesar de ser un tema delicado, ya ninguno de los dos se sentía incómodo. Aunque la idea de revelar los secretos de cada uno todavía era muy débil. Una vez más, abandonaron la cuestión cuando más interesante se ponía. Simplemente, se limitaron a mirar el atardecer, hasta que el sol
se ocultó tras los campos de Grandville, llevándose la luz del día consigo.

Escritor y director: Keidell
Guinistas: Keidell, Hyunsuk, Bertu, elementokr36, litz_marisa
1x14: Al Descubierto
Willy estaba en su habitación, sentado sobre la cama tocando la guitarra. Los libros del instituto estaban abiertos en el escritorio, pero mientras él estudiaba, la guitarra le llamaba con una fuerza que no podía acallar.
—Un rato mas y lo dejo —Se dijo.
Mientras estaba intentando tocar unos acordes especialmente difíciles, Kara entró en su cuarto.
—Ey, eso suena bastante bien —Dijo sonriendo.
—¿Te gusta? —A Willy se le iluminó la cara de felicidad—. Aún no me sale bien del todo, tengo que practicar un poco más, hasta que me salga perfecto.
—Lo conseguirás. Oye, ¿puedo preguntarte algo?
—Claro, dime —Respondió Willy ansioso por ayudar a su hermana.
—¿Julian no te parece un poco… ?
—¿Qué?
—Nada, déjalo. Es solo, que… me gustaría saber de que habláis. Os pasáis tanto tiempo juntos…
—Kara, no hablamos de nada del otro mundo. Música, chicas, lo típico.
—Claro, perdona. Me vuelvo a mi cuarto a seguir estudiando y tu deberías hacer lo mismo.
—Sí, enseguida.
Al llegar a su cuarto, Kara oyó cómo Willy seguía tocando la guitarra. Había estado a punto de preguntarle si había notado algo raro en Julian, quería saber si él sabía algo, pero no se había atrevido porque si Willy no sabía nada, sería como traicionar a Julian, aunque éste jamás se hubiese mostrado tal como era ante Kara.

Hyun Suk la miraba fijamente, se perdía en la inmensidad azul de sus ojos. No podía creerse lo afortunado que era de estar con Kara. La animadora mas guapa de todo el instituto y seguramente de Grandville. Estaban en su coche en el mirador de la ciudad. Todo era perfecto, un paisaje precioso, una luna llena y una chica maravillosa.
—Kara, te quiero.
—Y yo a ti, Hyun Suk.
Hyun se inclino para besarla. Sus labios estaban calientes y su fragancia … Todo era increíble. Se acercó a besarla una vez más con más pasión e intensidad, ya percibía de nuevo su aroma mientras cerraba los ojos y estiraba los labios.
—¡¡¡¡¡¡¡¡Hyun Suk!!!!!!!!
Hyun Suk se despertó sobresaltado. Todo su magnifico sueño se había desvanecido a la velocidad de la luz. Había sido tan real que aún lo veía si cerraba los ojos, en cambio si los abría solo veía a su madre tremendamente enfadada porque otra vez llegaba tarde al instituto.
Se vistió rápidamente, tomó su mochila y se encaminó al instituto pensando que pronto vería a Kara, una de las razones más importantes por las que adoraba el instituto.

Willy entraba solo por la puerta del instituto. Kara lo había dejado atrás y había ido a reunirse con sus amigas. Detrás de él entraba Hyun Suk, el chico de la clase de al lado, no lo conocía mucho, pero alguna vez se habían encontrado en el comedor y habían estado hablando sobre música, una pasión de ambos.
—Hola, Hyun Suk.
—Hola, Willy. ¿Y tu hermana?
—Ha ido a reunirse con el círculo de los pompones —Hyun Suk rió quizá más de la cuenta. Decidió que si algún día quería salir con Kara, primero tendría que caerle bien a su hermano. Y había decidido que lo intentaría con ella, no podría vivir de sus sueños para siempre.
—¿Nos vemos en el comedor?
—Claro. Hasta luego —Willy estaba un poco extrañado. Hyun Suk no solía pedirle que comiese con él. Mas era Willy quien se acercaba al chico para que este no estuviese solo. Aun así le pareció bien que comieran juntos. Así podría hablarle del proyecto que tenía en mente.

Samuel Gibson iba de camino a la oficina de Sanders mientras pensaba en qué le diría sobre Kara. Mientras conducía se acordó de la primera vez que vio a la niña, tan rubia, esos ojos azules, tan inocente, hasta que vio como sin querer volcaba el coche de su padre adoptivo. Al principio creyó que alucinaba, pero vio a la niña levantar el coche y ponerlo de nuevo sobre la calzada con las ruedas en el pavimento y entonces supo por qué Emily había acudido a él para adoptar a la niña.
No sabía qué iba a decirle a Sanders. Le tenía miedo, pero no podía traicionar a los Davidson sin siquiera estar muy seguro de lo que había visto. Por fin llegó a la oficina de Sanders.
—Espere aquí por favor señor Gibson. El inspector llegará enseguida.
Peterson hizo pasar a Samuel al despacho de Sanders para que le esperase mientras éste estaba revisando unos asuntos rutinarios.
Samuel se impacientaba esperando, se levantó y comenzó a pasear por el despacho, entonces reparó en que un cajón estaba abierto y una ficha destacaba entre las demás porque estaba más visible. Llevaba una etiqueta en la que ponía Davidson. Gibson estaba apunto de tomarla cuando oyó pasos en el pasillo y se sentó rápidamente.
—¿Iba usted a algún lado señor Gibson?
—No, inspector. ¿Podemos acabar con esto de una vez?
Sanders cerró rápidamente el cajón que había dejado abierto.
—Bien. Mis intereses no han cambiado. Le dije que quería saber todo lo relacionado con la adopción de Kara Davidson. Todo esto acabará cuando tenga lo que quiero.
—Inspector, ya le dije todo lo que sabía. Sabe que no fue una adopción totalmente legal, y yo no le puedo decir nada más porque no se nada más. Los Davidson querían adoptar a la niña y yo solamente les ayudé por mi relación con Emily. Nada más, se lo juro.
—Gibson, me esta mintiendo —espetó con dureza Sanders—. Usted sabe más de lo que dice y si no lo sabe, conseguirá esa información para mí. Me ayudará por su antigua relación con Emily Davidson —Concluyó sarcásticamente.
—No puede hacer eso —dijo Gibson no sin sentir cierto temor.
—No juegue conmigo, Samuel, sabe que le llevo ventaja y si no quiere que toda su carrera se venga abajo y ver como su vida se acaba, hará lo que le digo.
—Pero, Sanders, yo no puedo …
—Sí puede —le interrumpió el inspector—. puede y lo hará, Gibson. Si no, convertiré su vida en un infierno, se lo aseguro. Soy muy paciente, pero tengo límites.
—¿Por qué tanto interés en esto, Oficial? ¿Qué espera encontrar?
—Limítese a hacer lo que le digo y no le pasará nada. Y ahora fuera de aquí, nuestra reunión ha acabado.
Gibson salió casi corriendo, asustado por las amenazas de Sanders, estaba seguro de que si no hacía lo que le pedía cumpliría sus propósitos de acabar con todo lo que le importaba. Una vez en el coche, respiró tranquilo.
—Bueno Emily, será un placer volver a verte —se dijo Gibson tristemente. Arrancó el motor y se dirigió hacia la casa de los Davidson.

—Te estas recuperando muy rápido, Jess.
Jessica Goldsmith estaba sentada sobre la cama de su habitación. Trent le acariciaba la espalda, asombrado por su rápida recuperación.
—¿Qué puedo decir? Me curo deprisa —contestó sonriendo, pero borró su sonrisa rápidamente—. Trent ¿Podemos ir ya? Quiero cazar a Julian y a la zorra de Kara. Estoy harta de esta cama.
—Todavía no estas recuperada del todo, Jessica. Tú no irás. De todas formas no tienes de qué preocuparte. Averigüé donde vive Kara, hoy iré a por ella. Espero que su amiguito Julian la ayude. Así matare dos pájaros de un tiro —dijo sonriendo malévolamente.

Hyun Suk estaba ansioso por encontrarse con Willy y con Kara en el comedor, a veces los había visto comiendo juntos y deseaba con toda su alma que fuese uno de esos días, pero para su pesar Willy estaba solo esperándole y Kara estaba comiendo con las animadoras. Se acercó apesadumbrado hacía la mesa de Willy aunque intentando fingir su tristeza. Por otra parte, era bueno que Willy estuviese solo, no se sentiría tan intimidado y podría llevar a cabo su tarea principal de caer bien al hermano de su amada.
—Hola. ¿Qué tal las clases? Un auténtico rollo. ¿verdad? —Empezó Hyun Suk intentando comenzar con un tema trivial, para después ir acercándose a lo que realmente le interesaba.
—Si, dímelo a mí. Creo que ha sido un milagro que me haya mantenido despierto.
—¿Cómo llevas los exámenes?
—Ni me preguntes. No consigo concentrarme, al final siempre acabo enganchado a la guitarra.
—Sí, a mi me pasa lo mismo. Empiezo estudiando, pero al final acabo tocando y componiendo.
—¿Sí? ¿Qué tipo de música compones? —Willy se empezó a interesar muchísimo en la conversación, pues había tomado el rumbo hacia un tema que le apasionaba.
—Sobre todo pop-rock. Es lo que más me gusta.
—A mí también —dijo Willy emocionado—. ¿En que te inspiras para componer?
—Bueno… —Hyun Suk se avergonzó un poco—. sobre todo en un chica.
—¿En quien? —La emoción de Willy aumentaba por momentos—. ¿La conozco?
—Estoy seguro de que sí. Es … bueno ella es … —Hyun Suk se sonrojó, no se atrevía a decirle a Willy que era su hermana—. Es muy pero que muy guapa.
—Bueno, no hace falta que me lo digas si no quieres —dijo Davidson sonriendo—. Lo que hace falta es que sea lo suficientemente buena para que te inspire bien.
—Eso seguro. Es genial. Me motiva muchísimo.
—Genial entonces —de repente a Willy se le iluminó la cara—. ¡Eh! ¡He tenido una idea buenísima!
Willy empezó a contarle a Hyun Suk su idea, en realidad era algo a lo que le había estado dando vueltas durante mucho tiempo. Y así pasaron el resto de la comida hablando animadamente sobre ello.

—Trent, ¡Trent!
—¡Jessica! ¿Qué demonios haces aquí? Te dije que no vinieses. Que yo me encargaría.
—No quería perderme la diversión. Además, quiero ver la cara que ponen Davidson y Stanopen. Va a ser genial —dijo Jessica imaginándose la escena. Sonrió.
—Está bien, pero te mantendrás al margen por favor, no quiero que salgas herida otra vez.
—¡Genial! Gracias.

Al salir del instituto Kara acompañó a Julian a su casa, había decidido intentar una vez más que Julian le contase su secreto.
—Tengo una idea. Julian, cuéntame algo que sólo pueda saber yo. Algo entre nosotros dos y luego yo haré lo mismo.
—No sé Kara. No tengo secretos.
—¡Oh vamos! Todo el mundo tiene un secreto. Además, creo que ya sé el tuyo.
—¿Lo sabe alguien más? —preguntó Julian, pensando en lo que había hablado con Willy.
—No, Julian. Creo que sólo lo sé yo —Kara dibujó su sonrisa deslumbrante.

De camino a la casa de Julian pasaron por una calle por donde normalmente no pasaba nadie, donde se encontraron de frente con Trent Macgowen y Jessica Goldsmith unos pasos por detrás de él.
Trent se acercó a Julian sin mediar palabra e intentó atravesarle con su brazo metálico, pero Kara reaccionó a tiempo y le empujó hacia atrás con lo que Tren no consiguió tocar a Julian.
Julian no entendía muy bien cómo había conseguido esquivar eso. Se dio cuenta de que Kara estaba sujetándolo, había reaccionado realmente rápido. Incluso más rápido que Trent, que ni siquiera había dicho una palabra. Tanto él como Trent miraron a Kara sorprendidos, pero Julian no tardó en despertar de su confusión y prepararse para lo que suponía una lucha difícil. Otra más... Vio cómo Jessica no paraba de reírse unos metros detrás de Trent, no pensaba unirse a la batalla.

—Kara, vete de aquí. Yo me ocupo —dijo Julian. Ahora Kara era su prioridad, no quería que sufriese ningún daño ante todo y que no pensara de él que era un monstruo por lo que podía hacer.
—Ni hablar, puedo ayudarte —Pero Julian ya no la escuchaba. Empezó a concentrarse en recrear su poder y descargarlo contra Trent con toda su furia.
Kara, que sabía de lo que Julian era capaz decidió ir a por Jessica, sería una lucha igualada, pero la otra estaba preparada. Tenía la misma extraña piedra verde que hacáa que Kara se sintiese tan mal. Cuanto más se acercaba más brillaba la piedra hasta que no pudo dar un paso más o caería desfallecida al suelo.
—¿Te duele? Oh, perdona Kara. Al chico de Smallville le pasaba lo mismo —dijo Jessica riéndose fríamente—. Aunque contigo me divierte mucho más.
Jessica se acercó manteniendo la piedra en alto contra Kara, que no tuvo más remedio que retroceder hasta situarse junto a Julian. Jessica volvió a retomar su posición, alejada de la lucha, detrás de Trent.

Julian no había advertido la presencia de Kara a su lado pues estaba absolutamente concentrado. De pronto un gran viento empezó a levantarse, localizado en un círculo alrededor de Trent aunque él sabía de lo que Julian era capaz y empezó a moverse por todos lados acercándose y alejándose. Julian intentaba localizar sus vendavales en Trent, pero este no paraba de moverse y Julian no conseguía alcanzarlo, cuando lograba recrear su poder donde Tren estaba, éste ya se estaba desplazando a otro lugar; pero al mismo tiempo que hacía esto, también estaba ganando terreno pues su propósito era acercarse a Julian y Kara y atacarlos con su poder.

Kara estaba aterrorizada por Julian. Ella era indestructible, pero Julian, aunque era muy fuerte, podría resultar herido con el poder de Trent. Así que no dudo un momento en intentar atacar a Trent. Recordaba la última vez que se enfrentó a Jessica, pero no se acordó por ninguna razón. Sus ojos empezaron a arder y consiguieron hacerle daño. Se concentró en esa sensación, la ira hacía que se le revolviese la sangre y concentró su mirada en Trent. Sus ojos se movían al mismo ritmo que él, desplazándose de un lado a otro hasta que sucedió.
Trent se llevó la mano al brazo izquierdo, dolorido. Algo le había hecho una quemadura por encima del codo. Esto hizo que su ira fuese en aumento, aunque como había dejado de moverse Julian consiguió usar su poder contra él y lo envolvió en huracán.
Julian hizo desaparecer el huracán de golpe y Trent cayó al suelo desde gran altura. Sin embargo Trent se levantó rápidamente y se acercó a Julian corriendo. Kara y él, que no se esperaban que Trent se recuperase tan pronto de la caída, no pudieron reaccionar a tiempo. Trent sacó su brazo metálico y se lo clavó en el estómago a Julian. Cuando lo sacó, empezó a salir sangre de la herida.
Este cayó al suelo de rodillas, pero levantó la cabeza a tiempo para ver como alguien que se movía increíblemente rápido se acercaba a Trent a toda velocidad, pegándole y lanzándolo hacía arriba. No pudo creer lo que veía cuando se fijó en que era Kara quien había hecho aquello. Después se desplomó en el suelo tosiendo.

Jessica miraba la escena aterrorizada. Sabía que Trent no podría contra Kara. Su poder no le serviría de nada contra ella. Vio como Trent caía al suelo desfallecido, pero una vez más volvió a levantarse para hacer frente a su enemigo, aunque con menos energía que antes. Entonces, Jessica tuvo una idea.
—¡Trent! Toma esto —Jessica le tiró a Trent el trozo de roca verde que tenía, que por lo que sabía era la única debilidad de Kara. Éste lo atajó ágilmente y lo levantó hacia Kara que de inmediato se empezó a sentir mal, hasta que cayó al suelo. Trent dejó la piedra encima de su cuerpo y contempló cómo se retorcía de dolor en el suelo con Jessica a su lado, riéndose.

Julian, que vio como Kara caía al suelo consiguió levantarse y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, consiguió crear el viento suficiente que lanzó a Tren y a Jessica hacía atrás, provocando que perdiesen el equilibrio. El viento también hizo que la piedra se alejara de Kara.
—Trent, vámonos. Volveremos en otro momento —Dijo Jessica poniéndose nerviosa.
—Sí, vamos —Resolvió Trent dándose cuenta de que Kara se recuperaba rápidamente y la piedra que podía utilizar contra ella no estaba. No se podía enfrentar a los dos él solo y no permitiría que Jessica luchara todavía—. Esto no quedará así —Gritó mientras Jessica le tiraba del brazo para irse.

—Kara. ¿Estas bien? ¿Estas herida? —Julian pensó que Trent también había herido a Kara al verla caer.
—No. Gracias, Julian, yo estoy bien... pero tu estás sangrando. Vamos al hospital, rápido.
—No, no es nada. Vamos a mi casa por favor.
—No, Julian, no estás bien, necesitas ayuda —dijo Kara asustándose cada vez más.
—Kara —el tono de voz de Julian se endureció—. A mi casa por favor.
—Esta bien —dijo Kara dudosa. Se pasó un brazo de Julian por los hombros mientras él se tapaba la herida del estómago con la mano el otro—. Pero tendrás que contarme lo que ha pasado ahí.
—¿Lo... lo has visto? —Tartamudeó Julian.
—Si, Julian, pero no te preocupes, lo sé todo. Tu secreto esta a salvo conmigo —Kara no pudo evitar decirle lo que sabía. Estaba contenta de poder sincerarse al fin. No pensó en lo repentino que resultó para su amigo.
—¡¿Qué?! —Julian se apartó de Kara bruscamente.
—Tranquilo, Julian. No pasa nada.
—¡Sí que pasa! ¿Cómo lo sabes?
—Bueno, te vi utilizar tu … poder, en aquella casa... y ahora te acabo de ver utilizándolo contra ese tío.
—¿Cómo sabes eso? ¿Es que ahora te dedicas a espiarme? ¡Y lo de ahora! ¡Dios, Kara! Te dije que te fueras a casa —Julian se estaba enfadando cada vez más, pero entonces intentó disimular.
—Julian, no lo entiendes... Aunque te haya visto utilizar tu poder puedes estar tranquilo. ¿Cómo puedes pensar que te espío? Yo sólo quiero ayudarte …
—¡Genial! Sólo querías ayudarme. Pues esto no me ha servido de ninguna ayuda —dijo Julian sin poder contener su enfado.
—¿Ah, no? ¡Pues si yo no llego a estar aquí te hubiesen matado! ¿Es eso lo que querías?
—¿Es que no lo entiendes? Ahora ya no puedo ser uno más, ahora me buscarán por todas partes. No pararán hasta encontrarme.
—Entonces los enfrentaremos juntos, Julian. Puedo ayudarte.
—He visto que eres muy rápida y fuerte, Kara —Julian empezaba a calmarse—, pero no es suficiente, he visto como caías al suelo.
—Julian, verás, eres tú el que no lo entiende…
—¿Sabes? —la interrumpió Julian negando con la cabeza. Se quedó pensando mientras Kara derramaba unas silenciosas lágrimas desde sus ojos azules—. Yo... tú... sólo déjame en paz.

Julian se fue andando lentamente hacía a su casa, la herida no era muy grave, pero aun así no le dejaba actuar con normalidad. Kara se quedó parada en la calle mirando el lugar por donde Julian había desaparecido. Quería aclarar las cosas con él, odiaba que las cosas quedasen así, pero decidió que no era el mejor momento para perseguirle e intentar hablar con él. Se aseguró de que nadie la veía y se fue a supervelocidad a su casa.

Cuando llegó se enjugó las lágrimas y entró en la casa intentando que no se le notara que había llorado y adoptando una actitud normal. Vio a Willy sentado en el sofá. Afortunadamente estaba viendo la televisión y no reparó mucho en Kara.
—¿Dónde están papa y mama? —Preguntó ella controlando su voz.
—Se han ido a dar una vuelta. Ha venido un tío que era amigo de mamá hace mucho tiempo y han salido con él por ahí. ¿Y tú de dónde vienes? —Willy no apartó la vista de la televisión, pero se quedó pensando en el extraño amigo de sus padres.
—De acompañar a Julian un poco a su casa. Oye, ¿contigo ha hablado alguna vez de… sus cosas?
—No. ¿Por qué? ¿Es que te lo ha dicho? —preguntó Willy extrañado, mirándola de pronto.
—¿Decirme que? —preguntó Kara sabiendo que su hermano no había entendido la pregunta.
—Nada, nada.
—Esta bien, me voy a mi habitación —dijo Kara, que estaba exhausta.
—Vale, hasta luego.
Kara se despidió con la mano y al llegar a su habitación se tumbó en la cama frente a la ventana.

Bob Rickman estaba sentado frente a la casa de los Davidson. Quería vengarse de Kara, pero no sabía cómo.
—Lo mejor será que vuelva a Smallville —se dijo.

Kara, que le había visto desde su habitación, vio cómo se marchaba apresuradamente. Esperaba que no volviese.

Julian llegó a su casa y se marchó directamente al baño a curarse la herida. Daniel estaba hablando por teléfono con Lionel Luthor.
—Sí, Daniel. Rickman ya no será un problema para nadie más.
—Gracias, señor Luthor —Julian escuchó cómo su padre colgaba el teléfono y acto seguido subía las escaleras — ¡Julian! ¿Que te pasa hijo? Estas herido —Daniel ayudó de inmediato a su hijo a curarse.
—No es nada, papá. He tenido un problema con Jessica Goldsmith y un tal Trent.
—¿Jessica? —repitió Daniel alterado.
—Sí, pero no te preocupes, ya esta todo solucionado. ¿De que hablabas con Luthor?
—Solucionado, ya... —Daniel se quedó pensando un momento antes de contestar a la pregunta del chico—. ¿Que de qué hablaba? Bueno, parece que Bob Rickman se ha suicidado.

Willy irrumpió en la habitación de Kara. No podía aguantarse más, quería decirle lo que había estado ideando con Hyun Suk y Julian. Por suerte, Kara había logrado controlarse y ya no lloraba.
—Kara. Verás. Hay algo que quiero decirte sobre lo que he hablado con Julian.
—¿El qué? —Kara estaba ansiosa por saber si su hermano sabía lo mismo que ella.
—Bueno, Julian y yo ... vamos a formar un grupo con Hyun Suk. ¿No te parece genial?

Escritora y directora: litz_marisa
Guinistas: Keidell, Hyunsuk, Bertu, elementokr36, litz_marisa
Última edición por Keidell el Jue Oct 16, 2008 11:40 am, editado 7 veces en total.


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1x15: La Oscuridad
Estaba atardeciendo y la cafetería en la que habían parado para charlar y tomar algo estaba quedando solitaria a cada momento. William y Emily estaban poniéndose al día sobre la vida de Samuel, y éste hacía lo mismo. Comentaban el rumbo que habían tomado sus vidas en los últimos años. Gibson evitó sacar el tema que le interesaba al Oficial Sanders, pero vio la oportunidad perfecta cuando Emily habló del rápido crecimiento de sus hijos.
—Hablando de vuestros hijos… ¿qué tal se desenvuelve Kara?
Los Davidson se extrañaron al oír esta pregunta.
—Ella… bien, como es lo normal —contestó William—, igual que Willy.
Gibson se acercó a ellos y bajó la voz.
—Me refiero a sus capacidades especiales, ya sabéis, la fuerza… —no estaba seguro de lo que decía, pero se aventuró y se sacó la frase de encima.
William miró a su esposa intentando disimular la expresión que le venía sola, una que Emily interpretó como tú se lo dijiste, ¿no? Ella negó lentamente.
—Ninguno me lo dijo —contestó Gibson interpretando la expresión—. Yo la vi levantar tu coche, William, pero no dije nada. Nunca hasta ahora. ¿Cómo lleva su capacidad?
—No sabemos de qué hablas… —intentó eludir Emily.
—Vamos, chicos —interrumpió Gibson como si fuesen adolescentes—. No tenéis por qué ocultarlo. He visto personas extraordinarias en los últimos años, generalmente en Smallville. Sé lo que vi.
Dudando al principio, Emily rompió el silencio que se había formado.
—¿Por eso decidiste ayudarnos después de tu negativa inicial?
—En parte sí. Al verla comprendí que si no la adoptabais su vida sería una pesadilla para ella. Con vosotros estaría segura —pasó a adularlos para intentar mantener su confianza—. Os conozco, sobre todo a ti, Emily. Siempre fuiste responsable, compasiva, comprensiva. Sabía que contigo como madre Kara lograría ser como las demás, por lo menos en apariencia. Y tú, William, mejor que tú no podría haber ningún padre. Además, contaría con la ayuda de Willy, con quien se criaría y compartiría su secreto.
—No puedo creerme —dijo Emily— que hayas pensado todo eso en ese momento.
—Emily, William, he visto muchos padres llevarse en adopción a un niño o a una niña. La mayoría realmente eran buenos padres, que no podían tener hijos o sencillamente lo preferían así. Sé qué esperar de la gente.
William pensó que aunque en el pasado Gibson había sido un joven del que uno no se podía fiar, desde el momento en que les ayudó a adoptar a Kara se convirtió en alguien especial para la familia. Además, conocía un secreto que no había revelado a nadie, o eso decía él. Entonces comprendió que no sabía la razón exacta de su visita por Grandville.
—Samuel, ¿seguro que pasabas por aquí y decidiste venir a vernos y hay algo más?
Gibson no contestó al instante.


En metrópolis se percibía un ambiente tranquilo a medida que caía la noche. Era así excepto por las zonas de las discotecas situadas en los lugares estratégicos para atraer a los jóvenes. En una de ellas en particular se congregaba un número realmente grande de chicos y chicas que lo único que buscaban era diversión y algunos extras después de eso.
Mely Taylor había asistido como siempre buscando chicos con los que pasar el rato. Ignorando que al día siguiente tenía clase en la universidad, invadió las pistas de la discoteca seduciendo a quienes le interesaba.
—¡Mely! —le dijo un chico después de silbarle—. ¡Cómo te mueves!
—Así me muevo aquí, Nico… ¡pero no sabes cómo me muevo en la cama!
—¡Hey, Taylor! —exclamó otro entre carcajadas—. ¡Yo quiero ver esos movimientos!
—Va a tener que ser otro día —dijo una voz terriblemente familiar para Mely.
Cuando se dio la vuelta, vio a su ex novio… y no parecía contento.
—Johnny, hola —dijo disimulando su miedo—. ¿Qué tal estás? ¿Vienes a divertirte también?
—Para ti se acabó la diversión, zorra —la tomó de un brazo y la llevó consigo hasta un extremo de la pista, preparado para sacarla de la disco.
—¡Déjame en paz, idiota! ¡Lo nuestro se acabó! ¿Es que no lo entiendes?
—Aquí, la idiota eres tú —le espetó mirándola fijamente—. ¿Crees que alguien puede robarme e irse tan campante?
—Estás paranoico, Johnny. ¿Cómo te iba a robar yo?
—No sé cómo lo has hecho, pero te aseguro que no va a quedar así.
Cerca de ellos apareció un joven alto y corpulento, amigo de Johnny. Parecía que Mely no lo iba a pasar muy bien. Hizo lo primero que se le ocurrió. Le dio una patada en la entrepierna a su ex novio y salió corriendo en dirección a los baños. El compañero grandullón la siguió.
—¡Será perra! —rugió Johnny sintiendo el penetrante dolor—. Atrápala y sácala de aquí, Phil. ¡Ahora!
Mely se metió rápidamente en el baño. Miró los tubos fluorescentes. Uno estaba apagado, pero el otro brillaba iluminando todo. Mely quiso apagarlo pero los interruptores eran automáticos. Se quitó un tacón y lo lanzó hacia el tubo, el cual se rompió en pedazos y todo quedó a oscuras.
La puerta del baño, que estaba cerrada con llave desde dentro, se abrió de repente. El marco se quebró ante esto. Phil entró e intentó encender las luces, pero sólo una se encendió, ya que la otra estaba deshecha. Tras unos segundos de búsqueda, se dio cuenta de que la chica había desaparecido… como tantas otras veces.
Phil miró a su compañero, que se acercaba dolorido, y negó con la cabeza.
—Será hija de… —masculló Johnny—. Siempre hace lo mismo. ¿Esta vez viste cómo escapó? —El grandullón volvió a negar. Johnny Se irguió completamente, aunque no sin dificultad y habló más calmado—. Ya sabemos a dónde habrá ido.
En cuanto saliese el sol, irían a buscarla al piso que ella y sus amigas compartían cerca de allí.

Desde la mañana, el teléfono celular de Julian había sonado varias veces, pero al ver quién lo llamaba, él había optado por no atender. Ya se estaba acostumbrando a ver el nombre de Kara en la lista de llamadas perdidas.
No tenía ánimos ni de toca la guitarra, ni de tocar los libros de estudio… ni siquiera había ido al instituto, por temor a encontrarse a su amiga. En realidad, su enfado había desaparecido hacía mucho, pero no estaba preparado para soportar la incomodidad que supondría volver a hablar con ella. Decidió salir a andar por los caminos de la periferia de Grandville para relajarse un poco y olvidar su poder aunque fuese durante unos minutos. Su padre, antes de irse a Metrópolis, no había insistido en que fuese a clase, pero sí en que saliese de casa a dar un paseo.
Dispuesto como estaba para salir, se acercó a la puerta y… se detuvo. Un ruido proveniente del desván le llamó la atención. Extrañado, aunque preocupado, se dirigió al lugar cautelosamente. Se le ocurrió que lo que se suele hacer en las películas es preguntar: ¿hay alguien ahí? Pero encontró demasiado estúpido hacer eso cuando realmente no quería obtener una respuesta… y menos llamar él mismo la atención
El ruido volvió a oírse. Era como si estuvieran cayendo cajas unas tras otras. Se acercó poco a poco a la puerta y pegó la oreja. Oyó cómo alguien maldecía a los “trastos del demonio, siempre en el camino”
Julian miró hacia atrás y pensó en lo que iba a hacer. Encendería la luz del pasillo, abriría la puerta sin previo aviso y prepararía un ataque rápido a base de ráfagas de viento.
Encendió la bombilla y en menos de una décima de segundo abrió. El desván se iluminó con la luz del pasillo y Julian pudo distinguir la silueta de una chica.
—¡Eh! ¡¿Quién eres y cómo entraste?! —interrogó concentrándose en el aire que lo rodeaba para crear el viento.
La chica se asustó y cayó sobre unas cajas, las cuales produjeron el ruido que se había oído antes. Perdió el equilibrio y acabo sentada en el suelo
—¡Perdona! ¡De verdad que lo siento!
El viento empezó a desplazar las cajas, pero al ver lo asustada que estaba la extraña, Julian se calmó y el movimiento masivo del aire, cesó.
—¿Quién eres?
—Si cierras la puerta no volveré a molestar.
Julian iba a insistir en la pregunta, pero al asimilar lo que ella había dicho, se sorprendió.
—¿Qué? ¿Y cómo se supone que saldrás?
—Confía en mí… —entonces ella fue quien asimiló lo que había ocurrido con el viento—. ¿Tú hiciste esto?
Señaló las cajas.
Julian se quedó sin palabras.


Kara estaba saliendo del instituto con Willy y con Hyun Suk, que no dejaba de mirarla. Ella se había dado cuenta de el chico estaba un poco raro con ella, pero como quien le preocupaba en ese momento era Julian, no le dio importancia.
—¿Qué le pasó hoy a Julian? —preguntó Hyun Suk—. Ya me había dado cuenta de que faltaba, pero no me había preguntado por qué sería.
—No le pasa nada —contestó Kara, distraída—. Es que no quiso venir.
—¿Cómo lo sabes? ¿Lo llamaste?
—Sí —contestó, omitiendo que no le había atendido las llamadas—. ¿Sabéis qué? Voy a ir a verlo ahora mismo.
—Mamá nos dijo que llegásemos pronto, Kara, que quiere que conozcamos a Samuel… ya sabes, que cenará en casa.
Ella lo miró fijamente. Willy entendió que no tenía por qué hablar de prisas cuando se trataba de ella.
—Vale, pero intenta llegar antes que yo —dijo el chico riendo.
Hyun Suk se despidió de ambos y tomó otro camino. Poco después, Kara se separó de su hermano y siguió en dirección a la casa de los Stanopen, a supervelocidad.

—¿Así que tú también eres un freak de los meteoritos? —preguntó la joven, que se había presentado como Mely.
—¿Un freak de qué…? —Repitió extrañado Julian.
—Bueno, así es como he oído que nos llaman algunas personas en Smallville. ¿No sabes por qué tienes ese poder?
—La verdad es que empecé a manifestarlo después de la lluvia de meteoritos en Smallville. Será por eso —razonó Julian mientras le daba un vaso de agua
—Sí. Recuerdo que estaba en mi casa cuando empezó a temblar el suelo. Bajé al sótano, que estaba a oscuras, y sentí cómo se venía la casa abajo por culpa de meteorito. Después de eso… ya ves. La oscuridad es mi mundo.
—¿Cómo logras saber a dónde vas?
—Para mí, cualquier sitio que esté a oscuras es idóneo para llegar a él. Pero la verdad es que no siempre sé dónde caigo exactamente cuando llegó por primera vez.
—En serio… transportarse por la oscuridad… nunca había oído nada como eso. Pero… ¿cómo es que se te dio por probar con el desván?
—Era una emergencia, no sabía a dónde iba. Me encontró alguien en mi piso y tuve que escapar a toda prisa. Por poco me quedo sin la oscuridad que necesitaba para huir.
—¿Quién te busca?
La chica se levantó de la silla donde estaba y se alejó de Julian.
—Oye, te agradezco que no me denuncies… otros ya lo han intentado. Pero no quiero molestar más. Me tengo que ir. Por cierto, todavía no sé dónde estoy.
Se dirigieron a la puerta y salieron al porche. Ella miró hacia todos lados.
—Esto es Grandville. Pero espera, no te vayas. No me molestas —Julian parecía estar interesado en que se quedase—. Por favor.
Ella lo miró de arriba abajo.
—No te ofendas, pero eres un poco niñato, ¿no? Prefiero chicos de mi edad —Volvió a mirar el paisaje que tenía delante, que le recordaba a Smallville.
—No es nada de eso —respondió el chico—. Pero me agradaría tener alguna compañía. Sobre todo si es con alguien especial, con poderes, como yo.
Ella volvió a centrar su atención en él.
—¿Es que soy la única chica que conoces que tenga habilidades extrañas?
Julian se quedó dubitativo. Sabía que sí, pero quería pensar en Kara.
—Es que ahora mismo estoy en una situación difícil con alguien que me importa bastante… una chica. Y no he tenido ganas de ver nadie. Pero ahora que estás aquí…
—Entiendo. Pero… ¿Y tus padres? No creo que les guste que estés solo con una universitaria que se dedica a salir por las noches buscando fiesta y chicos.
—Sólo tengo a mi padre, y dudo que le afecte eso. Él está en la Luthor, y seguirá ahí hasta que Lionel no lo precise más por hoy.
A Mely se le iluminó la cara.
—¿Tu padre? ¿Tu padre tiene acceso a la Luthor? —en su interior empezó a tramar algo…


Cuando Kara llegó, vio a Julian acompañado de una chica un poco mayor que él, en la entrada de la casa. Tuvo tiempo de ocultarse de su vista, aunque casi la ve… o ¿ya la había visto?

En efecto, Julian había visto algo. No estaba seguro, pero suponía quién sería.
—Oooh —no pudo evitar susurrar.
—¿Qué pasa?
—Necesito huir de aquí —contestó tajante Julian—. Por casualidad no podrás transportar por la oscuridad objetos o… personas, ¿no?
—Si no pudiese, aparecería en todos lados desnuda, ¿no crees?
—Cierto.
—Oye, un trato. Yo te transporto lejos de aquí sin preguntarte a qué viene tanta prisa y tú me llevas a ver a tu padre.
—¿A la Luthor? ¿Con qué excusa?
—Vamos, no pienses tanto. A los 16 años no debes pensar tanto —le dijo tomándolo de una meno y llevándolo al interior de la casa.
Entró con el chico en la primera habitación que vio, que era la sala para invitados, cerró la puerta y las ventanas y comprobó que ya estaban a oscuras.
—¿Preparado?
—¿Qué se siente?
—Nada.

Kara miró atónita cómo entraban apresuradamente, de la mano. No pudo evitar sorprenderse. No sabía qué se traían entre manos, pero no le agradaba que Julian estuviese tan… ¿unido?... a una chica que ella no conocía.
Tampoco pudo evitar escudriñar el interior con su especial visión. Lo que vio al principio, no le quitó los nervios… pero lo que vio después la aturdió.
Entraron en un cuarto, cerraron las ventanas y… desaparecieron. Así de sencillo.
—Julian… —susurró con preocupación—. ¿Con quién te estás metiendo?


Willy abrió la puerta de su casa y escuchó las voces de sus padres hablando con el señor Gibson. Antes de cerrar la puerta, sintió una ráfaga que le avisó de la llegada de su hermana. ¿Cómo usaba sus poderes con un extraño en casa? Bueno, no era un extraño, pero mientras no fuese de la familia…

Kara entró a supervelocidad y fue directamente a la cocina a buscar alguno rápido para comer. En realidad, después del almuerzo en el comedor del instituto nunca llegaba con hambre a casa, pero necesitaba algo rápido para distraerse de Julian. Tan abstraída iba, que no se dio cuenta de que había aparecido de la nada, desde la perspectiva ajena, estando Samuel en la cocina. Cuando se fijó en ese detalle, se quedó muda.
Sus padres la miraron con un poco de preocupación, pero no como su hija esperaba.
—No… no me acordaba de que estaría él aquí —dijo mirando al suelo.
—Buenas tardes, Kara —saludó Gibson como si nada raro hubiese pasado, aunque estaba sorprendido por su velocidad—. Sabía que eras fuerte… pero no estaba muy al tanto de tu rapidez —su voz sonaba suave y amistosa.
—¿Sabía qué…? ¿Cómo…?
—Kara —interrumpió su padre—. Ya sabes que él nos ayudó a adoptarte. ¿No? Pero no sabías que conocía tu fuerza… bueno, ninguno lo sabíamos.
—¿Entonces no tengo que ocultar nada? —Supuso ella, pensando en que no le apetecía esconder su verdadera naturaleza en su propia casa—. Mejor, no estoy de humor para limitarme hoy.
Desapareció rumbo a su habitación. Se escuchó un leve portazo, inevitable a esa velocidad.
—Vaya… no me esperaba que se tomase tan mal ocultar su propio secreto —admitió Gibson.
—Normalmente no está así —respondió Emily mirando hacia las escaleras, preocupada.
En ese momento, apareció Willy desde la entrada. Esperaba poder escabullirse pronto y salir con Julian y Hyun Suk para hablar de la banda.
Cuando Daniel Stanopen recibió el aviso de que su hijo había ido a verlo, se sorprendió un poco. No se le ocurría una razón por la que Julian fuese a verlo al edificio de Luthor Corp.
Pero no estaba él solo. Venía acompañado. Se saludaron y Julian presentó a Mely.
—Ella es Mely…
—Mely Taylor —ayudó ella—. Mucho gusto, señor Stanopen.
—El gusto es mío. ¿Qué os trae a la Luthor, Julian?
—Bueno, ella está en la universidad de Metrópolis, y está con un trabajo de periodismo. Le ofrecí hablar contigo para hacer su reportaje sobre esta empresa.
—Entiendo. ¿Pero no prefieres hablar con el presidente de la empresa? —Le preguntó a la chica esbozando una amable sonrisa.
—¿Puedo hacer eso? —Preguntó Mely fingiendo expectación.
—Claro, yo puedo arreglar una reunión. Si mi hijo consideró importante traerte hasta mí, puedo hacer lo mismo.
Su plan estaba saliendo mejor de lo que esperaba. Ver el despacho de la Luthor, o mejor dicho, conocer la posición exacta de éste en el edificio, era mejor que conocer el despacho de uno de sus empleados. Sólo tenía que hacer un pequeño esfuerzo por completar con éxito la mentira que hasta Julian se había creído.
—Está bien. En una hora Lionel Luthor tiene un rato libre, supongo que no tendrá objeción en recibirte.
—Perfecto. Puedo esperar aquí mismo mientras arreglo las cuestiones para el presidente de la Luthor.
—Bueno, yo me vuelvo a Grandville que quedé en ir con unos amigos a tomar algo —miró a Mely para darle a entender que no tenía mejor forma de regresar que viajando a través de la oscuridad, un viaje curiosamente vacío y carente de sensaciones… mientras no sea por miedo a la oscuridad…


Por suerte, Willy había logrado escabullirse, aunque no si ayuda. Kara vio desde su habitación lo inquieto que estaba su hermano y decidió ir a hablar con el invitado. Antes de que sus padres se dieran cuenta, el chico ya había salido rumbo al centro de Grandville. Ahora estaba con Hyun Suk esperando a Julian en la terraza de un bar. En breve empezaría a atardecer, así que tampoco podía mucho tiempo.
—Mucho está tardando Julian, ¿no? —dijo Hyun Suk.
—Es cierto. Aunque no me extraña. Quedamos en encontrarnos aquí antes de que decidiera no ver a nadie. Pero como no llamó para avisar que no vendría...
—No creo que pase de venir, es para hablar de la banda —razonó Hyun Suk.
—¿He oído la palabra BANDA? —Preguntó una voz familiar.
Era Evans Carson, con una posible novia.
—No, eso te pareció —contradijo Willy, distante.
—Si estás pensando formar una banda, yo no me quiero quedar fuera… toco el bajo mejor que nadie en todo Grandville… Porque se trata de pop-rock, ¿no?. Tiene que ser, tenéis cara de pop-rock. Vamos, no podéis decir que no.
—Ni siquiera tenemos decidido si vamos a hacer el grupo o no —cuestionó Hyun Suk. Willy no esperaba que el chico le contestase; es más, no quería que lo hiciese.
—Entonces sí se trata de una banda como la que estoy pensando. ¿Los ves, Lorkie? —dijo mirando a la chica—. Te dije que en alguna parte de Grandville tenía que haber músicos dispuestos a todo.
—Alagando no vas a conseguir nada —dijo Willy—. Puede que a mi hermana le caigas muy bien, pero yo tengo mis dudas. Por tu culpa…
—Si vas a sacar el tema de las drogas otra vez, te recuerdo que ya me deshice de todo ese mundo. Además, nunca consumí.
—Pasabas la droga, que es peor. Haznos un favor…
—Escucha, Davidson. Sólo dame una oportunidad y no te arrepentirás —miró a la joven y le instó a ayudarle.
Lorkie se puso entre Willy y Hyun Suk y mostró sin tapujos su amplio escote. Los dos se pusieron nerviosos.
—Vamos, chicos —dijo con voz suave—. ¿No le vais a dar una oportunidad? Todas las chicas de tercer año estarían encantadas de juntarse con todos los integrantes de un grupo de música en el que esté Evans, ya que es un jugador de fútbol sensacional.
—El Fútbol no tiene nada que ver —objetó Willy—. Además, si quiero a un jugador en la banda elegiría Frederic Grey, que por lo menos es amigo mío.
—Pero ahora pasa de ti —dijo Lorkie. Parecía que los había estado vigilando—. Además es un poco rarito. Evans os daría mejor fama. Además es muy bueno, creedme.
Evans sonreía orgullosa de su chica, aunque fuese una relación pasajera, hasta que lograse atraer a Kara por fin. Entrar en la banda sería una buena forma de hacerlo.
Justo en ese momento, llegó Julian. Saludo a Willy y Hyun Suk, pero se abstuvo de saludar a los otros dos. Se sorprendió al ver a una chica de tercer año con sus amigos, pero claro estaba que era cosa de Evans.
—Julian —dijo llanamente Willy—. Evans quiere participar en la banda.
Julian se llevó una mano a la frente deseando no haber oído eso.


—¿Así que también vas a través de las paredes? —Preguntó Gibson. Estaba averiguando mucho sobre las habilidades de Kara. Era fuerte, veloz, con una visión extraordinaria, aparentemente inmune al daño por golpes… —. ¿Acaso eres totalmente indestructible? Es increíble.
—Supongo que no pasará nada si le comento lo de las piedras verdes —dijo Kara mirando a sus padres —. Parece que me debilitan.
—¿Unas rocas verdes que a veces brillan?
—Sí. ¿Las has visto?
—Hazme caso, no pases por Smallville. Está lleno de esas rocas. Son trozos de meteoritos.
—¿Esos son los restos de la famosa lluvia de meteoritos? —Preguntó William—. No se me había ocurrido relacionarlo.
—Pero si aquí hay de esas piedras —razonó Gibson—, quiere decir que alguien las trajo, porque aquí no hubo lluvia de ese estilo.
—Donde encontré a Kara —explicó el padre— había algunas rocas de esas. Pero no las descubrimos hasta hace poco.
—Oíd, quiero contaros algo —anunció Kara, decidida—. Esta es una buena ocasión para hacerlo. Últimamente he estado ocultando cosas incluso a Willy, más por miedo a mí misma y la gente con la que me enfrento constantemente.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Emily preocupada—. ¿Qué gente?
—Creo que vienen de Smallville. He tenido que enfrentarme más de una vez a una chica que emula unos rayos parecidos a los de la nave y un tío que se convierte en un metal tan fuerte como el que la compone.
—¿NAVE has dicho? —repitió Samuel.
Tras una breve explicación de lo que quiso decir Kara con eso, sus padres insistieron en que siguiese con el tema de los enfrentamientos.
—He tenido ayuda, un chico que posee habilidades así, también, pero no puedo deciros quién es. La cuestión es que he descubierto un nuevo poder en mí que aún no soy capaz de repetir… por lo menos no conscientemente.
—¿Qué poder? —Preguntó Emily.
—¿Otro más? —No pudo evitar decir Gibson.
—Creo que puedo quemar cualquier cosa con sólo mirarla.
Eso los dejó sin palabras.
—Parece ciencia ficción… —susurró Samuel. Cada vez que conocía más cosas sobre Kara más se acordaba del miedo a Sanders, a quien no podía contarle nada, no después de que los Davidson confiasen tanto en él. Además, Kara parecía sentirse más aliviada al compartir ese secreto con alguien más… no podía traicionar a su familia —. Oíd, todavía me queda una duda sobre esa nave… ¿La tenéis aquí? ¿Y qué rayos son esos de los que hablabas?
—Sí, está aquí, pero no preferimos no ir a verla por precaución —Explicó William—. Y lo de los rayos… bueno, ya hemos tenido problemas con ellos. ¿Te acuerda de mi hermano, George?
—Siento mucho su muerte, William. Supe que no nunca se averiguó qué le había ocurrido.
—Fue la nave.
Se hizo un silencio demasiado incómodo para todos. Emily añadió más.
—Menos mal que el Oficial Sanders nos ayudó a encubrirlo sin preguntar… sin preguntar hasta ahora.
Samuel sintió que su pulso se aceleraba al oír el nombre del oficial. Pero al recapacitar sobre esas palabras, no pudo evitar la expectación ante un descubrimiento interesante:
—¿Cómo que lo encubrió? —Miró ávidamente y con los ojos iluminados a William—. ¿Eso no es ilegal?


Director y escritor: Keidell
Guionistas: Elementokr36, Keidell, Hyunsuk, Litz_marisa y Bertu
1x16: La Información
Samuel Gibson esperaba sentado en el rincón más alejado del café. Hacía horas que estaba allí, esperando a alguien. Al fin, después de al menos una docena de tazas de café, su expresión cambió.

—Samuel Gibson? Soy el oficial Walker
—¡Vaya retraso! —Exclamó malhumorado Samuel, y continuó—. ¿Tiene lo que le pedí?
—Sí... bueno... una parte. Me es difícil conseguir documentación después de haber dejado la fuerza policial. No me fui de buenas maneras, ¿sabe?
—Entiendo que por eso acepta mi dinero...
—En efecto. Tengo una especial cuenta pendiente con el Oficial Sanders y...
—No siga —interrumpió tajantemente Gibson. A diferencia de las veces que hablaba con Sanders, como este ex oficial no le causaba miedo alguno, hablaba sin reparos—. No me interesa la historia de su vida, sólo necesito por escrito la información de cuando usted estaba bajo las ordenes de Sanders en el caso George Davidson.
—Esta bien —respondió de mala manera—. Pero necesito más tiempo, no puedo reaparecer después de mi desaparición repentina... tengo que actuar con cautela, ya que si Sanders me descubre...
—No lo hará, tan sólo haga lo que le digo, tome las medidas que haga falta, yo me encargo de mantener a Sanders concentrado en otros asuntos.


Willy, Julian, Hyun Suk y Evans se habían reunido en el bar de la vez anterior, en la misma terraza, para discutir dónde podrían empeoar con los ensayos, es decir, dónde podrían empezar a tocar como grupo, un grupo aún sin nombre. Willy se aburría puesto que por más que hablaban, no llegaban a ningún acuerdo. Él no quería que fuesen a su casa, y la razón era su hermana. Sabía que a ella le molestaría estar rodeada de chicos en el lugar donde podía actuar libremente con sus poderes. Hyun Suk no descartaba la idea de ensayar en su casa, pero no estaba muy seguro; sus vecinos podrían quejarse.
—¿Qué nos dices de tu casa, Julian? —Preguntó Hyun Suk.
—Por mí, encantado. El problema es el viejo.
—¿Tu abuelo vive en tu casa?
—No, Hyun Suk —rió Evans—. Yo creo que se refiere a "su viejo".
—Mi padre. Pocas veces soporta cuando toco la guitarra. No puedo imaginar el momento en que le diga: papá, esta tarde viene Willy a toca la guitarra conmigo... y Evans con el bajo... y Hyun Suk traerá su batería... ¿Te molesta? Y por supuesto que le molestará.
Los cuatro rieron brevemente. Willy se levantó y avisó de su ida momentánea al baño. Mientras volvía de hacer sus necesidades, miró hacia una de las televisiones. La noticia que vio le interesó, aunque no demasiado. Se mostraba una animación en 3D, en un reportaje científico, de un asteroide, la Tierra y el Sol, con distancias desproporcionadas, en realidad.
"El asteroide, del cual aún se discute el nombre, pasará a una distancia aproximada de 800.000 kilómetros de la Tierra, alterará su rumbo gracias a la gravedad producida por el Sol y se alejará luego del Sistema Solar. En una semana podremos ver su estela durante unas horas, exactamente..."
Decidió seguir hacia sus amigos, aunque la verdad quería saber más sobre el tema.
—¿Os enterasteis de lo del asteroide? —Les preguntó.
—Ahora tenemos algo más cercano de lo que hablar —aclaró Evans.
—Así vas por la vida, manteniendo tu ignorancia —se quejó Willy.
—Mira, mejor no te metas mucho conmigo —respondió el otro dándose importancia—. Al fin y al cabo, gracias a mí tendremos un sitio donde poder tocar mañana mismo.


Sanders estaba sentado en su despacho mirando fijamente el reloj que tenía colgado en la pared. Las brocas enseguida tenían que marcar las diez. Sanders se levantó y se dirigió hacia el perchero cuando Paterson entró.
—Señor, ha llegado Samuel Gibson. Quiere hablar con usted.
Sanders se quedó parado unos segundos.
—Dígale que pase.
Samuel entró decidido en el despacho bajo la mirada de los dos policías. Se sentó en una silla. Paterson, al ver que sobraba, se retiró.
—Siento haber venido tan tarde, oficial —se disculpó Samuel.
—Yo también lo siento... pero no importa —dijo Sanders sentándose en su silla—. Bien ¿Qué ha descubierto sobre Kara Davidson?
—Sobre Kara... nada —dijo tranquilamente Gibson.
—¿Cómo? ¿Me está tomando el pelo señor Gibson? ¡Sabe que tengo una información que lo puede dejar en la p*** calle! —dijo enfadado Sanders.
—Verá, no he descubierto nada nuevo sobre Kara. Simplemente porque necesito mas tiempo. Los Davidson no se van a abrir de repente, acabo de regresar a sus vidas y no tienen plena confianza en mi...todavía. Si me diera unos días mas, estoy a punto de conseguir algo.
—¿Está completamente seguro que obtendrá resultados?
Samuel hizo un gesto de afirmación con la cabeza. Sanders hizo un largo silencio, y luego de unos minutos sin que nadie hablara, terminó respondiendo.
—Solo le daré una semana. Si en una semana no me trae respuestas, sabe cuál serán las consecuencias.
Samuel sonrió por dentro, solo unos días serían suficientes si Walker cumplía su parte. Sanders ya no sería un problema.



—Muy bien señor Harp. De acuerdo. Igualmente, señor Harp. Un placer negociar con usted.
Daniel Stanopen colgó el teléfono sabiendo que había cerrado otro contrato con una empresa importante. Se giró hacia su ordenador, miró el calendario de la barra de tareas.
De repente, una alarma acabó con la tranquilidad de Stanopen, que se levantó de la silla y fue a ver qué pasaba. Los trabajadores de la Luthor corrían hacia el despacho de Lionel. Daniel se apresuró, sacó una tarjeta de su cartera y llegó con los agentes de seguridad al despacho de su jefe. Insertó la tarjeta en una ranura y las puertas se abrieron.
Todo estaba oscuro y las luces no se encendían. Tuvieron que usar linternas. El escritorio estaba totalmente revuelto: papeles sueltos por todas partes, cajones tirados por el suelo...
Los guardias de seguridad acorralaron la zona. Los empleados de la Luthor iban mirando la escena de lejos mientras que Daniel Stanopen iba mirando aquel desperdicio. Se fijo en la caja fuerte, que estaba abierta y vio que estaba vacía. De repente, los empleados se callaron.
—¿Qué ha ocurrido aquí? —Preguntó Lionel Luthor, que acababa de llegar. Los empleados se hicieron a un lado. Lionel puso su mirada en la caja fuerte. Sus labios se entreabrieron como para murmurar algo, pero no dijo nada.


Kara llamó a Julian. No respondía. Entonces dejó un mensaje de voz en su buzón.
"Hola Julian, estos días... hemos estado muy distantes y... no me gusta estar en esta situación. Es verdad, sí, sé tu secreto y no me gustó que te enteraras así, pero quiero que sepas que yo nunca contaré tu secreto ni a Willy, ni a mis padres... Sabes que te entiendo más que nadie. Soy como tu. Contestame ¿vale?"


—¿Cómo? ¿Han robado en el despacho de Lionel? —dijo incrédulo Julian mientras estaba cenando.
—Sí, parece que robaron todo el dinero de la caja fuerte. No imaginas la cara que puso cuando vio que le faltaba el dinero... o lo que fuese que tuviera ahí, no quiso entrar en detalles ante la policía —explicó Daniel.
—¿Y no sabéis quien ha sido?
—Ehm... no, pero muy pocos pueden colarse en el despacho de Lionel, y son menos los que lo hacen...
Un silencio se apoderó de la cocina de los Stanopen. Julian se distrajo.
—¿Sabes algo que yo no sé? —Preguntó preocupado Daniel.
—No, nada —dijo Julian, aunque tenía una intuición que no le gustó nada: Mely Taylor.

Poco después de cenar, Julian buscó su teléfono móvil para marcar el numero de contacto que Taylor había accedido a dejarle. Fue entonces cuando vio el mensaje de Kara. Se sintió mal consigo mismo por evitarla de esa manera, sobre todo ahora que tenía que volver a evitarla. Tenía que aclarar el asunto del robo con la universitaria. Pero por más que llamaba, la chica no contestaba.
Estaría... ¿de marcha?
Supuestamente, ella estaba en su habitación, pero no era así. Kara había salido después de decir que se iba a dormir. Su velocidad era muy útil para salir sin ser vista. Poco a poco llamaba menos la atención al moverse a esa velocidad. Las ráfagas repentinas pasaban cada vez más desapercibida. Pero no era ésa su preocupación en ese momento. Quería hablar con Julian. No soportaba más estar así.
Se acercó a su casa justo para ver cómo se alejaba una silueta oscura en motocicleta hacia Metrópolis.


Julian se acercó al centro de Metropolis con su moto. Se había marchado de su casa sin que su padre lo supiera. Buscó la pista de Mely. Ella le había contado que frecuentaba una discoteca cercana al campus. Vio que por la zona sólo había una: LA SOMBRA. Un segurata estaba en la puerta trasera del edificio. Tuvo que usar sus poderes para poder entrar, ya que él era menor de edad. Hizo que un mini tornado tumbara un contenedor que estaba al lado del segurata, éste se acercó para ver qué había pasado y Julian aprovechó para entrar.

Algunas chicas empezaron a fijarse en él, quizás ellas tenían cinco años o más que él, pero aquella chaqueta que llevaba lo hacía mayor. En una esquina encontró a Mely Taylor, que estaba bailando con un chico corpulento.
—¡Mely! —gritó Julian al verla.
—¿Qué haces tu aquí? —dijo Mely sorprendida.
—Eh, chaval —dijo el tipo que estaba con Mely, que empujó bruscamente a Julian—, no te acerques a mi piba.
Un breve viento sacó del medio a la "pareja" de Mely. Ella y Julian salieron al exterior sin más problemas. Ella reaccionó tomándoselo con gracia
—Oye, sé que estoy buena y todo eso... pero no te hagas ilusiones conmigo, niñato.
—¿Por qué no te callas un rato? —Le ordenó Julian de mal humor.
—Si dejé que me sacaras es porque estoy en deuda contigo, por ayudarme a conocer a Luthor.
—No digas estupideces. ¿Has robado en el despacho de Lionel? ¿Por eso querías entrar? —interrogó Julian directamente.
—¿Qué? —dijo Mely ofendida.
—Vamos, sé que has sido tu —dijo ofensivo Julian.
—Vale, sí, sí lo hice, pero tienes que saber algo Julian, este tipo, Lionel Luthor, trama algo contigo.
Julian se detuvo.
—¿Donde está el dinero que robaste? —dijo cambiando de tema Julian.
—Eh... ¿Dinero? Julian ¡Escúchame! —interrumpió Mely.
—No, Mely, no hay excusas ¡Tienes que devolver el dinero!
—¡Escúchame Julian! ¡Lionel Luthor! ¡Lionel! ¿Sabes que contraseña tiene en su caja fuerte? ¡Julian! Y no creo que sea por el hijo que perdió siendo un bebé... Está obsesionado contigo. ¿Dinero? ¡¡Por favor!!
—!Tienes que devolver lo que hayas robado!
—¿¡Es que no me escuchas!?
Julian se calló y bajó la mirada. Mely aprovechó para huir. Se alejó corriendo hacia la oscuridad de las calles.
—¡Mientes! —gritó, pero ella ya no estaba a su lado
Julian vió que Mely se disponía a desaparecer así que él utilizó sus poderes para detenerla. Hizo una ventisca que elevó a Mely unos metros, con tanta mala suerte que chocó contra un muro. Luego, Taylor calló aturdida al suelo.
—¡No! ¡Mely! —Gritó Julian al ver que no había controlado bien sus poderes.
Se acercó hacia ella. Estaba inconsciente. Luego escuchó una voz que le era familiar.
—¡Julian! —Kara apareció de la nada.
—¿Kara? —dijo Julian sorprendido—. Escucha, no hay tiempo que perder, lleva a Mely al hospital. ¡Por favor!
Kara hizo caso a Julian y puso a Mely en sus espaldas; salió corriendo a supervelocidad. Julian, sin embargo, no dejaba de pensar en lo que Mely había dicho sobre Luthor... ¿sería posible?



—Quiero que encuentren al responsable de esto —masculló Lionel por el teléfono—. ¡La información que me han robado no puede caer en las manos equivocadas!
Recibió una palabra de asentimiento y colgó. Se encontraba profundamente frustrado. No se imaginaba, ni él ni nadie, quién podría haber burlado la seguridad de todas las plantas inferiores a su despacho, haber entrado sin dejar huella en el registro y haber sido capaz de acceder a su ordenador… Después de eso, no era extraño que la caja fuerte hubiese sido abierta tan fácilmente. Ahora lo que necesitaba era recuperar todo lo que había en su interior.
Era de vital importancia que el responsable de todo eso no desvelara nada de la información robada a nadie… y menos a Julian Stanopen o a su padre… Sería devastador.


Julian abrió la puerta de la habitación del hospital. Dentro estaba Mely acostada en una cama, inconsciente, y Kara sentada en una silla a su lado. Lo había esperado a él.
—Menos mal que estaba allí —dijo Kara casi susurrando—. Los médicos dijeron que podría haber sido peligroso que no la trajese pronto.
—¿Cómo sabías qué… ? —Intentó preguntar Julian.
—Te espié, estaba preocupada por ti —dijo interrumpiendo Kara—. Lo siento, Julian, es que quería hablar contigo…
—Bueno, no importa.
—¿Escuchaste el mensaje que te dejé?
Julian hizo un gesto de asentimiento, pero no estaba seguro de qué podía decir al respecto.
—Quizás me pasé un poco al ignorar tus llamadas.
—Es cierto —contestó Kara—. Pero yo debí confiar más en ti y decirte todo antes. Pero temía que… reaccionases justo como lo hiciste.
—Quizás me comporté como un idiota —dijo avergonzado Julian.
—Bueno, no importa —dijo Kara repitiendo la frase que había dicho Julian hace unos momentos—. En realidad… no había muchas otras formas de reaccionar.
Los dos se callaron. Entonces Julian se fijó en Mely.
—Se pondrá bien —dijo Kara al ver a Julian preocupado.
—Bien —suspiró Julian —. Está aquí por mi culpa, al fin y al cabo.
—¿Es tu novia? —dijo directamente Kara—. Porque si lo es me extraña mucho que le hayas hecho… ¿esto?
—¿Mely? ¡No! Le gustan más maduros —dijo Julian rápidamente—. Además… fue un accidente. Quizás deba contarte lo que pasó.
—No sería mala idea. Ya empezamos el camino de la sinceridad… aunque fuese de mala forma al principio —dijo Kara mirando hacia la puerta.
Los dos se callaron otra vez durante un breve momento.
—Creo que mejor será que nos vayamos —dijo Kara.
Los dos salieron de la habitación.
—Kara —llamó Julian—. Creo que juntos podemos formar un gran equipo.
—Estoy segura de ello —dijo sonriendo Kara.

La noche transcurrió sin más problemas y, aunque con ciertos roces, hasta la tarde del día siguiente tampoco los hubo. Willy esperó hasta entonces, no sin ciertas dudas al respecto, el momento de reunirse con el grupo.
Hyun Suk, Evans y él intentaban ensayar un par de temas. Por alguna razón, Julian no había podido ir. Evans había ofrecido su casa para tocar, ya que rara vez serían interrumpidos. Era la sexta vez que tocaban la misma canción, y por uno u otro motivo, no salía como debía. Hyun Suk estaba distraído con Lorkie, que estaba como única persona del público masticando un chicle y aplaudiendo de tal forma, que parecía que su pronunciado escote no soportaría un instante más. Evans, por su parte, se había hecho fama de buen bajista pero al momento de la verdad, le era prácticamente imposible juntar bien más de dos notas. Ya ni hablar de acordes completos…
Willy perdía toda esperanza de un grupo decente, y sería así mientras Lorkie distrajera al baterista, que de Evans ni hablar. Y ante la ausencia de Julian sin aviso previo, las cosas empeoraban cada minuto un poco más. Aunque no iba a negar que la presencia de la joven lo atraía. Se sonrojó al darse cuenta el camino que estaban tomando sus pensamientos.

Julian había ido a ver a Mely al hospital. Kara fue con él. Aunque tenía ganas de empezar con el grupo, decidió que estaba más preocupado por Taylor. Más que preocupado, se sentía culpable. La chica había despertado por la mañana, pero por insistencia de los médicos había tenido que quedarse ahí. Incluso habían aparecido sus padres durante unas horas.
Cuando Kara y él entraron, Mely sonrió, aunque ella sí que estaba preocupada. No quería volver a tener problemas con Julian, por lo que era capaz de hacerle por un simple malentendido… pero ese miedo desapareció cuando el chico se disculpó.
—No controlé bien mis impulsos. De verdad que lo siento.
—Está bien. No fue peor que las veces que mi ex novio me ha encontrado —al recordar a su ex, se pudo nerviosa —. Ahora que lo siento… no puede enterarse que estoy aquí. Sería muy malo.
—No te preocupes —La tranquilizó Julian sonriendo—, aquí tienes al generador de viento más potente del mundo.
Kara no se sorprendió de que le dijese eso, obviamente, él no tenía problemas para contarle su secreto a otras personas especiales como él. Sin embargo, ella se mostró callada.
—Por cierto —dijo Mely—. ¿Esta es la chica que tanto te importa, con la que estabas enfadado?
Julian se sonrojó y miró a Kara. Ella no pudo evitar ruborizarse también.
—Es Kara, mi mejor amiga —decidió cambiar de tema al instante, centrándose en la razón por la que había acabado Mely en el hospital—. Esto… Mely. Necesito saber qué hiciste con el dinero robado.
Mely se mostró molesta por eso.
—Me temo que no me has escuchado ayer. Te dije que no fue dinero lo que encontré. Fue información, una información muy valiosa; tanto, que no se puede confiar en la informática para ser archivado.
—¿Información sobre qué?
—Sobre QUÉ, no… sobre QUIÉN. Sobre ti, Julian. Eso intenté explicarte.
Julian miró Kara con una mezcla de sorpresa y preocupación, así como curiosidad, en su expresión.
—Julian, Mely —susurró Kara—. Si Luthor se entera de esto… de quién le robó la información… estaremos en graves problemas.
—Creedme —confirmó la universitaria—. Lo que averigüé es tan importante, que Lionel mismo vendría a matarme si me descubriese.

Escritores: Bertu,Keidell, Elementokr36
Director: Bertu
Guionistas: Keidell, Hyun Suk, Litz_marisa, Bertu y Elementokr36
1x17:Doble Secuestro
Phil Knoll entró en la trastienda del bodegón de peor fama de Metropolis, el EjeQta2, donde estaba Johnny Davis, junto con dos amigos y su primo. Johnny era el sobrino del dueño del establecimiento, por lo que tenía cierta influencia en el lugar, incluso más que su primo, apodado Daquí, por su particular y repetitiva frase “d’aquí no sales vivo si no pagas”. Cuando Phil entró, Johnny lo miró sorprendido.
—¡Eh, Phil! ¡Qué pronto has vuelto!
El otro sólo bufó.
—¿Fuiste a recoger la información? —Preguntó uno de los amigos de Johnny—. Ha costado una fortuna convencer al poli ése para que la soltara. Todavía no sé por qué querías los datos sobre ese robo, Johnny.
—Tengo mis razones, idiota.
Phil le entregó un sobre bastante abultado. Davis sacó los papeles que había en el interior y leyó lo que más le interesaba, las circunstancias del robo en Luthor Corp. días atrás. Entre lo tarde que había sido publicada la noticia del robo y las dificultades a la hora de sobornar a un policía, se sentía atrasado con respecto a los acontecimientos. Pero entonces sonrió.
—Oye, Phil, ¿sabes qué? ¿A que no adivinas cómo estaba el despacho de Lionel Luthor durante el robo?
El otro se quedó mirándolo sin decir nada. Sólo le mostraba su mejor cara de indiferencia. Miró hacia las luces.
—Exacto, Phil. A oscuras… Tal como están todos los lugares de los que mi perra novia huye.
—Ahora entiendo… —dijo Daquí—. Tu obsesión por esa imbécil nos está haciendo gastar un pastón…
—Cállate —interrumpió Johnny pensativo—. Siempre a oscuras… el robo en mi casa… aquí mismo en EjeQta2… Siempre a oscuras —repitió casi hablando para sí mismo.
—¿Insinúas que la oscuridad tiene que ver en sus fugas? —Preguntó el amigo que hasta entonces había permanecido callado.
—Eres tan listo… —la ironía de Davis molestó al aludido—. Claro que tiene que ver… por alguna razón puede llegar a cualquier sitio donde falte la luz. ¡Claro! ¿Cómo no me di cuenta? Oídme bien, idiotas. Allá a donde vayáis, aseguraos de que hay abundante luz. Este bodegón incluido. Que no haya ni un rincón oscuro.
—A mi padre no le agradará…
—Tu padre es un estúpido, no se dará cuenta.
Phil le puso una mano en el hombro, mientras que con la otra le entregaba otro sobre. Contenía un parte médico y una lista de visitas. Johnny leyó ambas cosas y luego miró a Phil.
—¡Macho, eres un genio! Aprended de él, idiotas, sabe cómo hay que actuar…
—Y sus conversaciones son tan fluidas… —se burló Daquí.
Phil se acercó amenazante. Davis lo detuvo sin quitar ojo del parte médico.
—No hagas caso de las necedades de los envidiosos. Según esto… Mely fue dada de alta hace cinco días después de pasar día y medio en el hospital general de Metropolis ¿Por qué no me enteré yo de esto? Parece que sufrió un golpe bastante fuerte —rió a carcajadas, invitando al resto a hacer lo mismo.
—¿Alguien le ha dado su merecido?
—No lo sé… pero parece que hay dos personas, a parte de sus padres, que no han parado de visitarla.
—¿Qué piensas?
—Mely está metida en algo gordo. Estoy seguro de que ella robó en el despacho de Luthor, y tiene cómplices.
—Malo, malo —se quejó Daquí—. Yo no me metería entonces, Johnny… Meterse en el camino de Luthor es peligroso.
—¿No lo entiendes, idiota? Si todavía Mely está libre, mejor dicho, viva… es que todavía Lionel Luthor desconoce al autor del robo. Y aunque no fuese ella, yo le daré la pista que necesita para apuntar hacia ella. Nosotros quizás no podamos encontrarla… pero seguro que Luthor sí. Es más… le soltaré el dato de la oscuridad, por si las dudas.


Después de ensayar con el grupo, Julian se reunió con Kara. Desde la salida de Mely del hospital, quedaban todas las tardes para tomar algo en el centro de Grandville. Este día, en particular, se unió Mely Taylor. Estuvieron hablando un rato sobre el desarrollo del grupo, pero Julian no veía grandes avances, sobre todo en Evans, que últimamente parecía estar molesto con él… Julian sabía cuál era la razón: Kara. Pero no lo dijo, claro.
Durante las visitas al hospital, Kara finalmente reveló sus poderes a la universitaria. Parecía una persona confiable, aunque fuese un poco delincuente. Lo hacía por una sencilla razón: ayudar a sus padres, quienes no pasaban por una buena situación económica. Mely, al enterarse de que podría tener acceso a la Luthor, no pudo evitar el impulso de allanar el despacho. Lamentablemente no había encontrado nada útil para ella, pero sí para Julian. Esa era la razón por la que había decidido reunirse con ellos cinco días después.
—Mely —Dijo Kara—. Te noto distraída.
—Es que… he leído todo lo que le quité a Luthor —susurró—. Y tengo miedo. Era más importante de lo que yo creía.
—¿Qué es? —Preguntó Julian—. ¿Es sobre mí?
—Tiene razones para estar obsesionado. Entre otras cosas, conoce tus poderes.
—Mejor dicho, mi poder. Aunque eso yo ya lo sabía.
—Ah… está bien. Pero seguro que no sabes… No, nada…
—Es que… ¿qué? —Preguntó Kara impaciente.
—No puedo decírtelo así. Mejor será que lo leas por tu cuenta. Mañana te traeré la información completa. Quiero que le muestres todo a tu padre, él no lo sabe, seguro, si no, no trabajaría para él.
—¿Pero por qué tanto misterio? ¿Y tanta intriga? —rió Julian, que ya no estaba preocupado por Lionel. Había estado años sin verlo más que un par de veces, así que no creía que tuviese algo que le interesase a él—. Si es algo importante, deberías darme alguna pista, por lo menos.
—No, aquí no. Hoy no. Ahora mismo tengo una preocupación añadida. Hace días que mi novio no me busca. Temo que se haya enterado de mis poderes, lo cual no es bueno para mí. Sabiéndolo podría evitar que me escapase.
—¿Crees que está esperando el momento más oportuno? —Preguntó Kara.
Ella asintió.
—Estos dos adolescentes que tienes delante —dijo Julian— son súper freaks de los meteoritos. Te protegeremos sea como sea. Nunca había tenido tanta compañía especial como ahora. No dejaré que ningún ex novio idiota estropee el único grupo que no me decepciona —pensó tristemente en su grupo de música, el cual sí lo decepcionaba un poco.
—Gracias, chicos. La verdad, había conocido a mucha gente como nosotros, pero nadie como vosotros. Bueno… yo me tengo que ir. A ver si encuentro un lugar oscuro por aquí —susurró riendo—. Nos vemos.
Tras despedirse, Kara se quedó mirando a Julian, aunque no con una expresión definida; podía estar contenta aunque también molesta
—¿Qué pasa?
—No me gusta que nos llames Freaks —dijo tajantemente, aunque demostrando que le daba un poco de gracia.
—Era una broma, Kara. Además, ya sé que tú no eres exactamente como nosotros. Aunque Mey no tiene por qué saberlo, ¿no?
—Mejor que no. Confía en ella, pero no tanto como para esperar que al contárselo no vaya a hurtadillas a robar la nave.
Julian rió levemente.
—No creo que tengas que preocuparte por eso. Lo único que podría hacer con ella es… nada. No es dinero.
—Pero imagina cuánto valdría en el mercado negro.
Julian se quedó pensando en eso. Desde que su amiga le había contado lo de la nave, no se había parao a pensar en ese aspecto de la cuestión. Se sintió bien porque se demostraba a sí mismo que no era un aprovechado ni un mal amigo.
—Bueno, la única forma de que Mely descubra que eres distinta es que te expongas por accidente a esa piedra que Jessica siempre usa contra ti.
—Ahora que lo pienso… No hemos sabido nada de ellos. ¿Crees que están tramando algo?
—No lo sé. Pero yo no bajaría la guardia. Ni Jessi ni Trent parecen ser de los que se rinden pronto.


—Páseme la llamada —dijo Lionel Luthor a la voz que le había avisado de que alguien quería compartir información con él—. ¿Sí? Lionel al habla. ¿Quién es usted?
—Eso no te interesa. Pero hay algo que nos interesa a lo dos… algo que tiene que ver con el robo en su despacho —explicó el misterioso sujeto del otro lado del teléfono.
—¿Quién cree que soy? Recibo cientos de llamadas como esta desde lo del robo. ¿Qué lo hace diferente?
—El hecho de que yo sí sé quién ha robado en su despacho.
Lionel se levantó de golpe del asiento y se puso a gritar.
—¿Ha sido usted? Sepa que no me dejaré chantajear por…
—Cállese, imbécil. ¡Sólo quiero que haga una cosa!
Lionel estaba a punto de colgar.
—Quiero que mate a la culpable de ese crimen, y que haga lo que quiera con sus cómplices.
Lionel se detuvo. Realmente había llamado su atención esta vez.
—Quiero que se quede con estos tres nombres: Mely Taylor, la principal culpable; Kara Davidson y Julian Stanopen, sus cómplices.
Luthor se quedó paralizado.


—¡Venga chicos, otra vez! —dijo Julian ya cansado.
Hyun Suk dio el paso y Willy, Evans y Julian volvieron a tocar los mismos acordes, pero parecía que Evans no tenía muy claro lo que tenía que hacer. Desde una silla, Lorkie y Kara se miraban tal espectáculo. Lorkie parecía muy feliz mientras que Kara se ponía las manos en la cara para no ver a su hermano tocar con semejante estúpido llamado Evans. Una guitarra por el suelo hizo que los chicos pararan de tocar.
—Evans, llevas tres putos días con lo mismo y nunca te ha salido —dijo Julian muy enfadado —. ¿Ese es el gran bajista que decías ser?
Evans no pudo evitar su furia y se dirigió hacia Julian para golpearle. Willy se puso por en medio y casi sale malherido de la situación. Kara se acercó y separó a los dos chicos. Hyun Suk iba tocando la batería y mirando a Lorkie.
—Calma, chicos —dijo Kara—. Julian tiene razón, Evans. Verás... déjame a mí el bajo.
Evans se rio en tono burlón y prestó el bajo a Kara, que sin grandes problemas tocó la entrada de la canción que quería tocar el grupo mientras los chicos la miraban atónitos.
—¿Ves? No es tan dificil —dijo Kara dando el bajo de nuevo a Evans.
Julian se acercó a Kara.
—Oye... quizás deberías ser tú quien toque el bajo... —dijo en voz baja Julian —. Al menos podríamos avanzar...
Evans empezó a tocar el bajo. Parecía haber escuchado lo que había dicho Julian.
—Mañana a la misma hora. Y veréis que sé tocar el bajo —dijo poniéndose chulo Evans.
Julian recogió su guitarra la cual había tirado hacía unos momentos al suelo, hizo un gesto a Evans y se marchó. Willy y Kara le siguieron. Solo quedó Hyun que aún estaba sentado en su batería.
—¿Y tú no te vas? —dijo Evans sorprendido.
El chico se levantó, agarró una silla y se puso al lado de Lorkie.
—Otra vez, Evans —dijo Hyun.
—¡Pásamela, John!
Samuel Gibson estaba jugando al fútbol con los chicos del orfanato en el que trabajaba desde hacía ya diez años.
—Chicos... ya es hora, a clase —dijo Samuel cansado.
Los niños fueron entrando en sus clases y Samuel se quedó en el patio. Tenía una hora libre hasta que le tocara hacer de profesor. De repente, se fijó que detrás de la verja que separaba orfanato y exterior había un coche aparcado que solo había visto una vez. Samuel se acercó a las verjas. El ex oficial Walker salió del coche.
—Buenos días —dijo Samuel sin saber como reaccionar. Walker le devolvió el saludo.
—¿Cómo va el día? —dijo Walker sacándose un paquete de tabaco del bolsillo de su chaqueta —. ¿Quiere uno?
—No gracias señor Walker, no quiero ser un mal ejemplo para los niños. Si ha venido hasta aquí es que tiene algo importante que decirme ¿verdad? —dijo riéndose Samuel.
—Pues... sí —dijo Walker ya centrándose en el tema —. He descubierto lo que quería saber. El oficial Sanders tenía, efectivamente, una cuenta pendiente con el señor Davidson. Es más, Sanders le debe su libertad a William Davidson.
—Suéltelo ya, hombre... —dijo Samuel emocionado.


—Sanders encubrió durante años y sigue encubriendo que mató a su propio padre. Sí, lo mató. Davidson mismo lo está encubriendo. Ahora mismo quizás en algunos países no le ocurriría nada. Pero esto es Kansas, señor Gibson.
—¿Está diciéndome usted que Sanders es un asesino?
—Sí, pero no en el sentido que le damos todos a la palabra. Verá, a Abraham Sanders, el padre del oficial, le diagnosticaron una enfermedad terminal. Abraham podría vivir muchos años más, con la medicación actual podría vivir tranquilamente. Pero... Abraham decidió quitarse la vida, pero él sólo, inmóvil en su cama, no podía.
»Le pidió a su único hijo, el entonces simple estudiante Robert Sanders, que lo matara. William Davidson entró en aquel momento en la habitación de Abraham, pues como ya sabe usted, William y Robert eran íntimos amigos en un pasado. William fue el único que lo vio.
—¿Y qué hay del caso del hermano de Williams Davidson?
—Su verdadera muerte es realmente un misterio —contestó confuso Walker, que no adivinó que para Samuel ya no era ningún misterio —. La cuestión es que Sanders encubrió esa muerte no sólo por amistad, sino como pago de ese favor que William le había dicho con su silencio.
¿Es suficiente, señor Gibson? —dijo satisfecho Walker, que también se estaba vengando.
—Veré que puedo hacer con esto —dijo Samuel después de meditar unos segundos. Se daba cuenta de que la información con la que quería quitar validez al chantaje de Sanders podría afectar negativamente a Davidson y el oficial decidía volver a contraatacar. Pero comparando eso con el hecho de proteger a Kara, William lo entendería en caso de que las cosas saliesen mal.


Era la madrugada. Una limusina se paseaba por las calles mojadas de Metropolis. Se detuvo frente a la puerta trasera de una discoteca llamada “La Sombra” dejando las luces intermitentes encendidas. Un joven se acercó sigilosamente al coche, mientras alguien en el interior abría la ventanilla.
—¿Y bien? —Preguntó Lionel Luthor asomando la cabeza por la ventanilla.
—Sabía que detectaría de donde venía la llamada —contestó Daquí tranquilamente.
—Llamar desde una cabina telefónica... muy astuto, señor... —dijo Lionel esperando una respuesta.
—No le voy a decir mi nombre —dijo Daquí con cierto nerviosismo.
—Entonces digame lo que quiero.
—Se trata de Mely Taylor —hizo una pausa —. Creo que tiene una especie de habilidad que le permite transportarse en la oscuridad. Le parecerá una tontería pero es...
—No siga —dijo tajante Lionel—. ¿Cree que soy estúpido?
—A mí no me afecta el que me crea o no. Sólo…
—¿Sabe dónde puedo encontrar a la señorita Taylor?
—Vive en un piso en las afueras de Metropolis, creo que en la calle Fleming...
—Siempre es un placer tratar con gente como usted, señor… —Lionel respiró— Daquí.

El joven se quedó parado en medio del diluvio que estaba cayendo mientras la limusina de Lionel Luthor se alejaba. Un disparo dejó de lado el sonido de la lluvia por un momento. El cadáver de Daquí calló en la oscuridad de las calles de la gran ciudad.



Al día siguiente, tras las clases, Kara se despidió de su hermano para ir a supervelocidad a casa. Pero no usó su poder, en realidad. A veces le gustaba comportarse como una persona normal.
Después de unos minutos de camino, se fijó en un gran coche negro que ya hacía un rato que iba detrás de ella. Kara se adentró en un callejón bastante estrecho para confirmar si la seguían o no. El coche pasó con bastantes apuros por dentro del callejón, tumbando algunos contenedores de basura que había por los lados. Al llegar a una esquina, Kara salió disparada a supervelocidad para alejarse. Se detuvo a unas tres manzanas. Aún nerviosa, se asustó cuando su teléfono sonó. Era Mely Taylor.
—Kara. ¿No has notado nada extraño? ¿Cómo si te siguieran? —dijo Mely algo nerviosa.
—He visto un coche… creo que me estaba siguiendo.
—¡Oh, no! Escúchame: acércate al bar que hay enfrente del hospital de Metropolis. A mi también me están siguiendo. Si... si estamos en un lugar donde haya gente no nos haran nada... Hazme caso Kara.
—¿Es por lo de Julian? Todavía no nos has dicho… —dijo Kara cuando Mely ya había colgado.


Cuando Kara llegó al establecimiento mencionado, vio que estaba Julian con Mely en una mesa apartada. Estaban hablando. La saludaron al verla.
—Hola, Julian, Mely. ¿Se puede saber qué está pasando?
—Es lo que le estaba diciendo a Julian —contestó Mely, interrumpiéndose al ver que venía un camarero a preguntar si Kara quería algo. Contestó y se sentó. En cuanto estuvieron solo otra vez, prosiguió—. Estaba esperando a que llegases para mostraros esto. Yo ya no puedo quedármelo, lo encontrarían.
—¿Qué encontrarían? ¿Quién? —Preguntó Kara.
Julian acercó a ella una mochila. Dentro había unas cuantas carpetas y varios papeles sueltos.
—Es… —adivinó Kara. Habló en susurro—. Es lo que le robaste a Luthor, ¿no?
Mely asintió.
Kara miró a su alrededor y luego se concentró en la carpeta que Julian le estaba mostrando.
—Kara, aquí no nos verá nadie —le dijo Mely—. Yo sólo sé que todo esto es información sobre Julian, sobre su origen… Aunque si os digo la verdad, espero haber entendido mal las cosas. Pero no he leído todo, por eso lo espero. ¿Podrías leerlo?
Ella asintió y a una velocidad increíble abrió cuatro de las carpetas y las hojeó tan rápido que el viento levantado habría sido sentido en todo el local si Julian no lo hubiera controlado. Cuando la chica se detuvo, Mely y el chico observaron que tenía una lágrima cayendo por una mejila.
—Kara —dijo Julian muy preocupado, aunque no sabía si era por ella o por él—. ¿Qué te pasa?
—Julian, esto sí trata sobre tu origen —contestó la chica pasándose una manga por la mejilla—. Pero… no puede ser…


Samuel Gibson llegó al despacho del oficial Sanders poco después de que éste llegase de tomar un café. Todavía estaba descolgando su abrigo cuando Gibson entró.
—Ah, Samuel Gibson —saludó indiferentemente—. No le esperaba hasta dentro de unos días.
—Pues yo estaba esperando el momento de venir. He descubierto algo increíblemente conveniente.
Sanders no se fijó en lo de “convenientemente”, pero sí en lo del descubrimiento, por lo que su cara se iluminó de repente. Samuel le entregó un sobre lleno de papeles. Últimamente veía muchos sobres como ése. Entonces desconfió que realmente se tratase de Kara. Su expresión cambió al comprobar la información del contenido.
—¿Qué significa esto, señor Gibson? —Preguntó molesto.
—Lo que hará que me deje en paz a mí y a la familia de su querido amigo, que al fin y al cabo ha hecho más por usted realmente que usted por él.
—Espero que se trate de una broma, porque puedo hacer que su carrera se vaya a la mier…
—¡¡Y yo puedo hacer que toda su vida se vaya a la mierda!! —Exclamó sonoramente Samuel. Por primera vez desde que conocía a Sanders, el oficial se mostró dubitativo, su confianza en sí mismo había caído. Eso hizo que Gibson disfrutara del momento—. Oficial Sanders, sé que considera más importante su vida y su carrera que ponerme en mal lugar a mí y, por consiguiente, a su antiguo amigo Davidson. Si se calla y se olvida de su obsesión con Kara, todo quedará en nada.
—¿Y si me niego y lo encierro antes de que pueda decir: soy inocente?
—¿Cree que vendría aquí si no tuviese un plan secundario? —Gibson observó otra vez que el oficial volvía a dudar—. Si sigue con esto, quizás acabe con mi humilde y desinteresado trabajo, el cual consiste en ayudar a niños huérfanos en su mayoría, sino que también acabará con su propia carrera. Junto con ello, afectará también a William Davidson y su familia sentirá las consecuencias. Las repercusiones de lo que haga son infinitas e impredecibles. ¿Se arriesgará a que eso pase?
Sanders no contestó. En su mirada se reflejó la frustración y la vergüenza de haber llevado hasta tal punto su obsesión que se estaba poniendo en peligro a sí mismo.
Samuel no dijo nada más. Simplemente dejó la información sobre la mesa y se retiró. Ni una mirada, ni una palabra… ya estaba todo dicho. Sanders se sentó en su silla y cruzó los brazos mientras asumía lo que estaba pasando.

Mely había llevado a través de la oscuridad a Kara y a Julian hasta Grandville. Era lo más seguro. Después de averiguar lo que decían realmente los documentos, les parecía que en cada esquina los vigilaban. Ya no sabían si era una paranoia o si realmente estaban en peligro.
Cuando Kara llegó a casa, incluso antes de entrar, vio que Samuel Gibson estaba dentro. Se había olvidado completamente de que no había llamado a casa tras salir del instituto.
—Kara —la llamó su padre—. ¿Dónde te habías metido?
Parecía preocupado, pero no molesto. Sin embargo, aunque Kara no quería decir nada, no les mintió… tampoco les dijo toda la verdad.
—Estaba con Julian y una amiga.
Willy estaba allí también. Se veía que desconfiaba de la supuesta tranquilidad de Kara. Pero fuera como fuera, ocultaría de él la verdad, podría ponerlo en peligro. La chica se fue a su habitación después de pedir que no la molestasen hasta la cena, que estaba cerca. Al parecer, Gibson se quedaría de nuevo.
Cuando cerró la puerta, miró por la ventana y, lejos por los caminos de Grandville hacia el centro de la ciudad, pudo ver a Julian y a Mely andando. Parecía que Julian no quería ir a su casa, Mely tampoco. En otras circunstancias habría sentido celos al verlos juntos, pero estaba claro que Mely, siendo universitaria, no se fijaba en un chico de instituto como él. Aunque, por alguna razón, Kara se sentía mal al verlos caminar por allí. ¿Por qué sería?
Justo cuando se disponía a alejarse de la ventana, vio un coche oscuro que se dirigía a ellos. ¡No! ¡Eran dos! Sin duda, los hombres de Luthor actuaban con cautela, pero no pararían hasta cumplir con lo que fuera que tuviesen que hacer. Kara salió de la casa saltando por la ventana. Salió corriendo a supervelocidad sin dejar de mirar a través de todo cuanto obstaculizaba la visión normal.

Dos coches se detuvieron delante de ellos y sin esperar ni un segundo salieron dos hombres. Iban armados. Julian se preparó para usar su poder, pero al ver que le apuntaban a la cabeza, se lo pensó. Aunque levantara el viento más brutal, nada impediría que tuviesen tiempo para dispararle.
—Ni se te ocurra mover el aire ni un centímetro —ordenó uno de ellos. Sabían lo de su habilidad.
—Tú —gruñó el otro hombre a Mely—. Entra al coche. Tú, Stanopen, largo de aquí.
Ambos jóvenes se sorprendieron por ello. En ese instante, llegó Kara y se puso en medio. Los hombres se quedaron atónitos. Para ellos, había aparecido de la nada.
—Kara, no dejes que se lleven a Mely —dijo Julian—. Parece que sólo la quieren a ella.
—Y a ti también —añadió uno de los armados—.
Kara se sintió extraña. Miró a Julian y luego a los hombres. Encontró la razón de su malestar. El reloj de uno de ellos contenía pequeñas piezas verdosas que brillaban casi imperceptiblemente. Eran trozos de las rocas que la ponían enferma. Eso… eso no era bueno.
Uno de los hombres disparó un dardo a Mely. Ella no tuvo tiempo ni de quejarse antes de caer inconsciente. Kara sintió en el cuello un pinchazo. No pudo evitar dejarse caer al suelo. Julian se abalanzó hacia ella, pero lo detuvieron.
—Quieto ahí. Una de estas pistolas dispara balas. Así que no hagas movimientos extraños.
Julian vio las mismas piedras verdes entre los componentes del reloj, por lo que entendió lo que le había pasado a su amiga. Por mucha rabia que le diera, no podía hacer nada si quería que no les hicieran daño ni a él ni a ellas.
Las subieron a uno de los coches.
—Si hablas de algo de esto a alguien —amenazaron con una voz muy hosca e irónica—, a ese alguien le pasará algo poco placentero…
Julian observó impotente cómo se alejaban los coches hacia Grandville, aunque seguramente cambiarían de rumbo, hacia Metropolis.

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Última edición por elementokr36 el Jue Oct 30, 2008 2:11 am, editado 6 veces en total.



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Mensaje por Keidell »

1x18: El Rescate
—¿Ha hecho lo que le dije, señor Luthor? —una voz femenina, una joven, hablaba con él por el teléfono.
—En efecto. El trozo de meteorito y una luz intensa en todo el habitáculo. Ahora dígame, ¿con quién tengo el placer de estar hablando? —preguntó suavemente, a pesar de estar molesto por tanto misterio.
—No se lo dije la vez anterior y no se lo diré ahora. Digamos que tenemos conocidos en común.
—El meteorito evitará que desaparezca, supongo.
—Lo que evitará que desaparezca es la luz. El meteorito… dejémoslo en un simple adorno.
Lionel empezó a dar muestras de impaciencia. Pero no pudo seguir la conversación. La chica colgó sin decir nada más. De algún modo estaba evitando el rastreo de llamada, así que no sabía quién era. Pero si la información que le había dado servía para algo, no le interesaba demasiado quién era el contacto.
Se quedó pensando en Julian Stanopen. Había dado órdenes específicas de que lo dejaran en paz. Si sabía algo relacionado con la información robada de su despacho, lo mejor era dejarlo en paz un tiempo… además, prefería que no corriese peligro alguno. Aunque mucho temía que se metería en el asunto de una forma u otra.



Kara abrió los ojos y se encontró recostada en un sillón blanco, suave y frío. Se sentía mal, como si cerca de ella hubiera… sí, la había: una de las piedras verdes, tallada en forma rectangular de pocos centímetros, atornillada a la pared. ¿Es que sabían su debilidad? Frente a ella estaba Mely. Había despertado hacía un rato.
—Tú sí que duermes —le dijo Taylor con ánimo triste—. De momento, será lo único que podamos hacer aquí… dormir.
Kara miró bien el lugar donde estaba. Mely estaba en otro sillón y en medio había una mesita de baja estatura y alargada. El resto sólo eran cuatro paredes, suelo y techo. ¡Todo blanco! Las luces del techo y las paredes, protegidas por fuertes cristales, no dejaban un solo rincón a oscuras. También sabían cómo parar a Mely. Había una puerta poco visible dado el alto nivel de iluminación y la similitud que tenía con las paredes. Lo único que desentonaba por el color, además de ellas, era un pequeño aparato pegado a la mesa, una especie de comunicador blindado, y la piedra de la pared…
—Nos tienen bien encerradas —masculló Kara, que difícilmente podía moverse.
—¿Qué te pasa? El efecto del sedante pasó hace horas… no entiendo…
—Debieron de inyectarme más cantidad… recuerda lo fuerte que soy.
—Creía que podías parar balas… ¿y no puedes parar un dardo?
—Es complicado.
—Tenemos tiempo para explicaciones —dijo mirando alrededor—. No nos iremos a ningún lado.


Samuel llegó a casa tras un largo viaje, después de cenar con William y Emily. Su mujer, Angie Gibson, estaba esperándole. Últimamente se estaba acostumbrando a que su marido viajara constantemente a la lejana Grandville.
—¿Ha ido bien la cena con tus amigos? —dijo con curiosidad Angie.
—Bastante —respondió el marido.
—Em... ha llamado un tal Robert Sanders. ¿Lo conoces?
—¿Sanders? —dijo algo preocupado Samuel. Pensaba que había infravalorado al oficial.
—Dice que tiene algo para ti. Supongo que mañana volverás a irte temprano.
—No, me voy ahora mismo, tengo la sensación de que es importante.
Genial, pensó sarcásticamente Samuel, otro viaje a Metropolis.


En el décimo piso de uno de los hoteles más lujosos de Metrópolis, un hombre se hallaba sentado en un enorme y cómodo sofá, mirando hacia unas pantallas grandes situadas en una pared, instaladas por sus hombres. Las apagó al oír que se abría la puerta. Por detrás de una pared de la gran habitación apareció una chica, adolescente, de grandes y hermosos ojos, pero detrás de los cuales se escondían oscuras intenciones.
—¿Lo has hecho?
—En efecto —contestó ella sin vacilar—. Ya telefoneé a Luthor, tomando todas las precauciones. Me dijo que había puesto el fragmento de meteorito que le mandé poner.
—¿Ambas están ahí encerradas? ¿En el cuarto blanco?
—Sí. ¿Puedo hacerle una pregunta?
—Si quieres saber para qué es el meteorito, no.
La chica se quedó en silencio.
—Procederás a la siguiente parte de nuestro acuerdo. Al final, te pagaré.
—¿Llamo ya a Julian Stanopen?
—Por la mañana.
—Está bien.
La chica hizo ademán de saludo y salió cerrando la puerta con cuidado.


Samuel llamó a Sanders y éste le dijo su dirección. Después de un buen rato buscando, Samuel encontró el piso. La puerta de la casa del oficial estaba algo abierta.
—Pase, señor Gibson —dijo una voz desde dentro.
Samuel entró algo temeroso y se encontró a Robert Sanders haciendo las maletas entre una multitud de desorden.
—Pensaba que sería mejor que nos encontrásemos en su despacho —dijo Samuel algo confuso.
—Verá —dijo el oficial tomándose un descanso —. He pedido unas vacaciones.
—¿Unas vacaciones? —dijo Samuel extrañado.
—Sí, pero no se preocupe, mientras esté fuera tendré un substituto —dijo Sanders riéndose, cosa que inquietó más a Samuel—. ¿No sé pregunta por qué le he hecho venir hasta aquí? —dijo Robert Sanders.
Sanders buscó entre los papeles revueltos que tenía encima de su escritorio. De aquella multitud, sacó una carpeta roja que Samuel ya había visto algunas veces.
—Estos son los informes sobre usted. Son suyos. Tranquilo, no hay copias. Es más, limpié su historial de tal forma que ha quedado... limpio —dijo Sanders acercando la carpeta a Samuel.
Gibson, después de pensárselo un rato, capturó aquella carpeta rápidamente y comprobó su autenticidad. Efectivamente, aquel era el informe y estaba limpio.
—Y... ahora señor Gibson, si me lo permite, voy a continuar con lo mío… —dijo Sanders haciendo las maletas otra vez— y usted continuará con lo suyo. Nunca nos hemos conocido.
Samuel se retiró de la casa satisfecho de haber podido con un oficial que le chantajeaba.

—¿A dónde? —Dijo Willy, con el móvil a la oreja. Julian lo acaba de llamar.
—A Grandville. Y de ahí a Metrópolis.
—¿Por qué quieres que vaya contigo a estas horas? Es un poco tarde. ¿No? Oye, no querrás que vayamos a estos sitios… tú ya me entiendes…
—¿Qué? ¡Willy, por favor! Que esto es grave.
—¡Pero si no me dices qué pasa!
—Tú vente a mi casa. Iremos en mi moto.
—Está bien —dijo Willy poco convencido—. Voy para allá. Espero que sea algo importante de verdad.


—Bueno Kara, di algo —dijo Mely rompiendo el silencio de varios minutos... casi horas.
—¿Qué quieres que te diga? —Preguntó Kara con dificultad. Parecía que cada vez se sentía peor—. Estamos encerradas, me encuentro fatal, nadie sabe que estamos aquí, no podemos escapar...
—Vale, vale... Sí, no sigas. Lo sé… no es una situación para ser optimistas...
Se oyeron unos pasos por el pasillo que había fuera de la habitación donde estaban retenidas las dos chicas.
—¡Hola! —gritó Mely con el objetivo de que entrara en la habitación quien estuviese allí fuera.
Efectivamente, lo consiguió. Un hombre alto, con gafas, vestido completamente de blanco y con expresión amable se dirigió a ella.
—¿Se le ofrece algo, señorita? —dijo quitándose las gafas.
—Bonitos ojos... Me preguntaba... si podría hacerme un favor... Mi amiga no se encuentra bien… y si pudiera ayudarla —empezó a susurrar, mostrándole sus brillantes ojos—. Por ejemplo, sacándonos de aquí...
—Claro, es muy sencillo —dijo el hombre dibujando una sonrisa en su rostro, mientras Kara miraba aquella escena atónita.
El hombre lanzó una bofetada hacia la cara de Mely. Obviamente, ella no se lo esperaba.
—¿Necesitan algo más, señoritas? —dijo aquel hombre en tono sarcástico.
Entonces tomó la larga caballera de Mely y, después de unos segundos, lanzó a Mely hacia la mesa que tenía delante, haciendo que su cabeza chocase fuertemente con ésta.
—La única forma de tendrán de salir es estando muertas.
El hombre se dirigió hacia la puerta.
—Disfruten de su lenta descomposición, señoritas —dijo saliendo por la puerta—.
—¿Estás bien? —dijo Kara al ver que Mely estaba sangrando.
—Kara, hay que escapar...


Daniel Stanopen llamó a la puerta de los Davidson.
—¿En qué puedo ayudarle? —dijo abriendo extrañado William, al ver que llamaban a su puerta a aquellas horas de la noche.
—Soy Daniel Stanopen... Usted debe ser el padre de Kara y Willy.
—Así es. Y usted debe ser el padre de Julian... Pase por favor.
Daniel entró en el comedor y se presentó a Emily, que le ofreció una silla pero él no quiso sentarse.
—No quiero ser una molestia, pero no sé si sabéis donde está mi hijo. No ha venido a cenar y tiene el celular apagado... o... no responde —dijo Daniel confuso.
—Bueno, Willy ha dicho que se iba a cenar a casa de Hyun Suk —dijo Emily—. Dijo que Julian y Kara ya estaban…
—¿Hyun Suk? ¿Aquel muchacho asiático? —preguntó Daniel.
—Sí, salta a la vista —dijo William en broma.
—No creo que nuestros hijos estén cenando en su casa. He visto a éste chico en medio de un... —Daniel hizo una pausa — botellón o algo así en el parque.
William cambió la expresión de su cara. Aquello no le gustó nada. Emily se acercó al teléfono.
—Kara tiene el movil apagado —dijo Emily.
—¿Y Willy? —preguntaron Daniel y William casi al unísono.
Emily llamó. Hizo un gesto de negación. Daniel empezó a ponerse nervioso y William parecía muy preocupado.
—Sie... siento las molestias, señores Davidson. Les mantendré informados. Me acercaré... al parque a preguntarle a Hyun Suk si sabe realmente donde están todos —dijo Daniel.
—Iré con usted —dijo William—. Quizás están con él… y usted no los vio.
—No hace falta, señor Davidson —dijo educadamente Daniel—. Si es así, les aviso. Aunque me cuesta creer que se fueran todos sin avisar.
Entonces Stanopen se fue dejando a los padres de Kara y Willy muy preocupados.
—No acostuman a mentirnos... ni siquiera a ocultarnos cosas —dijo Emily casi pálida.
—Debe ser algo grave —pensó en voz alta William. Pues aunque Daniel quería que los Davidson se calmasen, había conseguido el efecto contrario.


La mañana era fría. A pesar de que Julian contaba ahora con la ayuda de Willy, el hecho de ocultarle que él sabía todo sobre Kara y que él mismo era especial, al igual que la amiga con quien Kara había sido secuestrada, no lo tranquilizaba. El joven Davidson sólo sabía que, de alguna manera, habían logrado llevarse a Kara… y que ni Julian ni él tenían idea de dónde podía estar.
—Llevamos toda la noche de un lado a otro por Metropolis. ¿Cómo se supone que las encontraremos si ni siquiera sabemos quién se la llevó? —Willy esperó una respuesta, pero Julian parecía distraído… o quizás… es que sabía quién las había secuestrado. —Julian. Me estás ocultando algo. Quizás muchas cosas. Y no me gusta ir a ciegas.
—Willy, por favor. Intento concentrarme. Al principio pensé que tendríamos que empezar por los alrededor de Luthor Corp. Lionel Luthor ha estado muy obsesionado con mi familia últimamente. Y también por la gente con la que me relaciono, estoy seguro. Pero es obvio que…
—¿Un millonario interesado en secuestrar a tus amigas? —Willy pensó un momento y se dio cuenta de que si Lionel sabía algo de los poderes de Kara, era muy posible… —Dios mío… ¿y por qué no me dijiste antes lo de Luthor?
—Porque es obvio que no puede retener a nadie en su edificio… sería demasiado…
—¿Obvio? ¿Por qué no me dices bien qué está pasando y me dejas pensar a…?
—Mira así no me ayudas… mejor vete al instituto que en una hora ya deberás estar en clase. Así que déjame…
Su teléfono celular lo interrumpió. Cuando atendió una voz de chica, que aunque le pareció familiar no pudo identificar, lo saludó por su nombre.
—¿Quién me llama?
—Tú escucha. Buscas a dos chicas. Puedo decirte dónde están. Busca cerca de la antigua fábrica de aluminio a las afueras de Metropolis.
—¿Cómo sabes?...
Colgó.
Evans se acercó a Lorkie justo para ver que cortaba una llamada.
—Lorkie. Hola. ¿Quieres tomar algo antes de ir a clase?
—Ah, sí, por supuesto.
Lorkie miró la pantalla de su móvil. El nombre de Julian se borró automáticamente.


Julian se mostró sorprendido. Pero ante esa información, no pudo hacer más que buscar la susodicha fábrica.
—¿Quién era?
—Sólo me dijo lo que necesitábamos saber. Quién era no es importante. Julian encendió su motocicleta e instó a Willy a subir detrás.
—¿Te han dicho donde están Kara y su amiga? ¿Quién podría saber…?
—Mejor no pienses. Actúa.
El motor resonó en toda la calle y ambos se alejaron hacia las afueras de la ciudad.


Lionel Luthor entró en una estancia amplia, con ordenadores en mesas de cristal. Allí sólo había dos personas. Uno era un hombre alto, con gafas; el otro sólo tenía la particularidad de llevar unos grandes auriculares en las orejas. Lionel le habló a éste último.
—Espero que no esté oyendo nada del cuarto blanco.
El hombre se levantó enseguida y se quitó los cascos para oír mejor a su jefe.
—¡Señor Luthor! No, yo… sólo escuchaba música.
—No hemos encendido el comunicador de la sala en ningún momento, tal como usted ordenó.
—De acuerdo. Quisiera oír un rato lo que pasa ahí dentro.
El hombre de gafas le pasó unos auriculares para que sólo él oyese a Kara y a Mely hablando. Luego, encendió el comunicador. El micrófono permaneció apagado a petición de Lionel.


Una luz roja se encendió a un lado del aparato que se hallaba sobre la mesa. Ni Kara ni Mely se dieron cuenta.
—No consigo pensar en nada —susurró Kara audiblemente—. Me duele demasiado.
—A mí también me cuesta. Si ese idiota “cuatrojos” no me hubiese pegado pensaría con más claridad.

Lionel, en la sala de ordenadores miró al hombre de gafas, quien se encogió de hombros.
—¿Le ha pegado a una de las chicas?
—Fue un accidente —contestó bajando la mirada.
—Les dejé claro que no quería que nadie entrase. ¿alguna tontería más?
Ambos negaron. Siguió escuchando.

Kara miró la luz que emitía el aparato de la mesa.
—Mely —susurró señalando a la máquina.
Mely le instó a callar. Pero ella habló.
—¿Crees que fue Luthor quien nos encerró?
—¿A qué viene…? —Kara captó entonces que debía seguirle la corriente—. Ah… sí, bueno. Todo pasó después de… ya sabes, saquear su despacho.

Lionel Luthor mantuvo una mirada serena, a pesar de que eso por dentro ya empezó a sentirse molesto.

—El muy cabrón siempre ataca así —siguió Mely—. Es su estilo. Encarga a otros que hagan el trabajo sucio que él no tiene los huevos de hacer.
—Si te oyese vendría él mismo a hacer ese trabajo sucio.
—¿Qué crees? ¿Qué se atrevería? Si ni siquiera confía en sus ordenadores… que tiene que guardar la información en una cajita tan fácil de abrir.
Kara aguantó la risa, no sólo para que no la oyeran, sino también para que no le doliese. Se sentía cada vez peor por culpa de la piedra de la pared, que aunque era pequeña, tenía un gran efecto.

Luthor dejó los auriculares y se dirigió a la salida.
—¿Ya se va, señor Luthor?
—Sólo iré al cuarto blanco —ahora se le notaba enojado.

Kara vio cómo se apagaba la luz roja. Guardó silencio. Ya no aguantaba más. Mely se acercó a ella y se preocupó mucho. Kara estaba perdiendo la conciencia.
—Kara, no cierres los ojos. Mantente despierta.
—Lo intento, pero ya es demasiado.
—¿Pero qué te ocurre, Kara? ¡Dímelo!
—Esas piedras —confesó la chica—. Esos trozos de… ¿meteorito? Su radiación me afecta.
Ahora Mely estaba asustada. Llevaban largas horas allí encerradas, expuestas a esa roca de la pared. Kara no aguantaría mucho más así.


Julian y Willy llegaron a un edificio cercano a la fábrica abandonada que les habían indicado. Era el único que podría pertenecer a la Luthor. A pesar de su buen estado, no llamaba demasiado la atención entre los demás edificios.
—Tú te quedarás aquí —le ordenó Julian a su amigo.
—¿Qué estás diciend…?
—¡Willy! Hazme caso. Dudo mucho que la gente de Luthor me haga daño a mí. Pero a ti... no sé qué te hagan…
—Está bien, está bien —respondió el otro, de mala gana—. Me quedo. Pero si tardas demasiado…
—Sí, sí. Te largas.
—¡No! Yo…
—Te largas.
Julian entró y se perdió de vista. Willy se sentó en la entrada a un solar, enfrente del edificio supuestamente perteneciente a Luthor. Pero no sabía qué iba a hacer si Julian no volvía… el presentimiento que tenía no era bueno.



Lionel estaba delante de la puerta del cuarto blanco cuando las alarmas sonaron. Tres agentes de seguridad corrieron hasta Lionel y lo alejaron de allí.
—¿Qué está pasando?
—Un intruso. Tiene habilidades asombrosas, señor Luthor. Usted corre peligro aquí.
—Esperen. Quiero ver qué ocurre.

Julian se vio obligado a usar su poder para adentrarse en el lugar. A base de vientos fuertes tumbó a más de un guardia. La seguridad era elevada, estaba claro que Luthor tenía mucho que ver.
Subió planta por planta, buscando más gente. Preguntó a más de uno dónde mantenían presas a Kara y Mely, pero nadie contestaba.
Pronto escuchó una voz muy familiar. Lionel Luthor.
Llegó a una intersección de pasillos y, al girar, allí lo vio. Tres guardias apuntaron con sus armas hacia Julian. El chico se ocultó rápidamente tras la esquina. Impidió que los guardias se acercaran causando más viento.
—Julian, detente —le pidió Luthor—. Esto puede ser de otra forma.
—Usted tiene a mis amigas —gritó el chico—. No hay otra forma.
—Si te detienes ahora, podrás saber todo sobre tu pasado. Tu origen. Julian, por favor. Sé que tienes preguntas que precisan respuesta. Sé cómo eres, tus amigas no son lo único que te trajo aquí.
El viento siguió soplando, dificultando la forzada charla. Julian seguía oculto tras la esquina, hablando hacia nadie.
—Ya sé lo que soy, ya sé cuál es mi origen. Pero a pesar de que lleve su sangre, Luthor, jamás sabrá cómo soy. ¡Jamás!
—Será mejor que te detengas, Julian —le exigió Lionel.
—No se atreva a pronunciar mi nombre, cabrón. Usted cree que puede jugar a ser Dios, creando vida, haciendo experimentos… ¿Quién sabe cuántos Julians ha hecho antes de conseguir por fin una copia perfecta de su hijo muerto?
El joven Stanopen perdía los nervios, pero no sólo él. Lionel estaba perdiendo la paciencia.
—Lo que hayas leído en los documentos no se acercan ni en lo más mínimo a la realidad. Son simplemente anotaciones.
—Y una mierda. Sé que quiere separarme de mi padre. Tiene razón, no vine sólo por mis amigas… Vengo a acabar con usted.
—Si haces algo contra mí, tus amigas lo pagarán. La habitación en la que están se llenará de un gas mortal si a mí me pasa algo. Julian, hazme caso, esto realmente puede ser de otra forma.
Julian pensó un momento en cómo las mantenían presas. Kara debía estar sometida a la exposición de algún fragmente de meteorito. Y en cuanto a Mely… Estaban en la misma habitación… la luz.
Stanopen se concentró más que en toda su vida. Su objetivo era el más grande que había tenido nunca.


Willy sintió que la presión cambiaba rápidamente. El viento comenzó a soplar fuertemente. Se alejó a las carreras de allí. No sabía qué ocurría, pero eso no era normal. Si no creyese que algo así era imposible, pensaría que se trataba de un huracán salido de la nada. Desde lejos, vio que el viento arremetía contra el edificio. No le hacía gran cosa, pero a los postes que había cerca sí. Empezaron a caer, los cables de luz lanzaron chispas mientras se rompían. El viento empezó a amainar, como si una fuerza invisible lo controlase. El desastre se había formado en cuestión de segundos.

Después de un momentáneo temblor, el edificio entero se quedó sin luz, iluminado entonces por el sol de la mañana temprana. Lionel Luthor expresó su preocupación.
—¡¿Qué ocurre con los generadores de emergencia?!
—Tardan unos segundos en funcionar.
Julian salió de su escondite, pero no se fue. Se quedó en frente de Lionel.


Mely se sorprendió al verse rodeada de oscuridad. Su reacción fue instintiva. Abrazó a Kara y se sumergió en el profundo mundo de la oscuridad en busca de un destino más afable que este.

La luz volvió. Había sólo dos de os guardias que protegían a Luthor. El otro había salido corriendo en dirección opuesta a Julian. Lionel Luthor se quedó mirando a Julian con ira bien contenida en su interior. El chico había creado una especie de huracán… pero fue demasiado fuerte… no sabía que fuese capaz de ello.
Enseguida llegó el tercer guardia.
—Señor Luthor… ellas… han huido —el hombre habló con dificultad al ver la expresión de forzada calma que tenía el millonario, quien por dentro sentía gran frustración.
Unas gotas de sudor cayeron por la cara de Julian, quien le dedicaba una maliciosa sonrisa de satisfacción.
—Yo no escaparé, lo sé —dijo tranquilamente el chico—. Pero ya he cumplido una parte de mis propósitos.


Mely llegó a su propio apartamento, completamente a oscuras. Kara empezó a recuperarse inmediatamente.
—¡Kara! ¡Estás… mejor!
—Sí, ¿qué ha pasado?
—Parece que apagaron las luces.
—¿No… no sentiste el temblor?.
—Sí, claro, pero…
—Julian.
Kara tomó su móvil y marcó el número del chico.


Willy se acercó de nuevo al edificio. Entonces escuchó un móvil. Provenía de la moto de su amigo. Al parecer, Julian había encendido su celular antes de dejarlo allí. Davidson se acercó y, para su sorpresa, vio que era Kara quien llamaba. Quiso atender, pero se percató de que dos guardias, en el interior del edificio, es acercaban a la salida. Rápidamente, Willy subió a su moto y arrancó. Se alejó a toda prisa. Algo le decía que Julian ya no podría salir de allí para irse con él.
El móvil seguía sonando. Sin apartar la vista de la carretera, atendió.
—¡Kara! ¿Estás bien?
—¡¿Willy?! ¿Y Julian?
—Él… entró en el edificio donde creíamos que estabais tú y una amiga… ¿Estás bien?
—¡Sí, Willy! Pero… ¿Qué edificio? —Kara no pudo evitar su preocupación.
—Kara… ¿Por qué…?
—¿Qué edificio?
—Uno cercano a la fábrica de aluminio abandonada, a las afueras de Metropolis. Pero ¿por qué no me dices qué ocurre?


Mely vio que Kara colgaba y se iba a toda velocidad del apartamento. Kara se apresuró para llegar cuanto antes al lugar, pero no sabía exactamente dónde estaba. Todavía no estaba totalmente recuperada, por lo que le costaba mantener la velocidad. Tuvo que perder un tiempo precioso parándose a descansar más de una vez.


El teléfono de Daniel Stanopen sonó. Cuando atendió escuchó la voz de su jefe.
—Buenos días, Daniel. Seguramente se ha estado preguntando dónde está su hijo.
Daniel suspiró de preocupación. Se temía que fuese su jefe la causa de la desaparición de Julian.
—Señor Luthor… Esto…
—Ha habido un pequeño cambio de planes. A partir de hoy, Julian pasa a estar bajo mi tutela. Será bien recompensado, Daniel. Ha hecho un gran trabajo con el chico.
—¿No lo veré nunca más?
—Ése era el trato, Daniel. Iban a ser 18 años de educación con usted… pero me temo que no podrá ser así. Descuide, le pagaré todo cuanto estaba previsto. Yo no iré hoy a la Luthor, así que nos veremos mañana. No se preocupe por Julian, estará en buenas manos.
Luthor colgó. Daniel sabía que ese día llegaría. Desde el momento en que aceptó criar al chico, supo que le sería difícil separarse de él. Para nada estaba contento, le pagaran lo que le pagaran.


—Vamos —dijo Lionel al chófer de la limusina. Julian estaba inconsciente en uno de los asientos, Lionel le susurró—. Vas a sernos muy útil, hijo. Más de lo que yo hubiera imaginado.


El día pasó rápidamente. Kara estaba en su habitación. Había llegado llorando a casa, por lo que sus padres no le dijeron gran cosa. Willy ya había recibido un terrible sermón, y ahora estaba castigado. Estaba molesto por lo que había pasado, porque había andado a ciegas y había tropezado con un castigo. Pero también estaba preocupado.
Ahora que estaba tranquila, sus padres aprovecharon para pedir una explicación. Entraron en su cuarto y la observaron. Miraba al cielo, por la ventana. Seguía muy preocupada. Eso ablandó mucho a sus padres.
—¿Qué haces Kara?
Ella contestó sin mirarlos.
—Mañana por la noche se podrá ver a simple vista el cometa que pasará cerca de la Tierra —explicó, claramente evitando pensar en lo que le preocupaba—. Yo ya lo veo ahora.
—Kara —dijo su madre sentándose en la cama—. ¿Puedes decirnos qué ha pasado hoy? Ayer desapareciste, hoy no fuiste a clase y viniste llorando a casa…
—Hay tanto que tengo que deciros —una lágrima cayó por su mejilla—. Os juro que fui lo más rápido que pude… pero él ya no estaba… Se lo habían llevado. Y no sé lo que le harán.
Empezó a llorar desconsoladamente. Sus padres la abrazaron.
—Kara, por favor —le pidió William—. No entendemos nada. ¿Qué tal si nos cuentas todo desde el principio?
Willy se acercó a la puerta a escuchar la conversación. No se molestó en ocultarse, él también tenía derecho a enterarse qué había estado pasando últimamente en la vida de su hermana. Permanecieron despiertos hasta altas horas de la noche.



El corazón de la selva amanecía algo diferente respecto a los otros días. Los animales parecían muy alterados, los pájaros se ahuyentaban, se sentía el sonido de estampidas de lejos... Sadou no había podido dormir en toda la noche. Se levantó de su cabaña y despertó a sus dos hijos.
—¿Donde nos llevas, papá? —dijo el pequeño de los hijos de Sadou, algo dormido.
—Quiero que veáis algo —dijo él.
Los tres se acercaron sigilosamente al interior de la selva. Los pájaros cada vez se alejaban más de allí. Sadou volvió a la cabaña a buscar una escopeta. Estaba muy aterrorizado por lo que pasaba, pero quería saber que había allí dentro. Después de caminar un buen rato escondiéndose de los animales más peligrosos, Sadou y sus dos hijos creían haber llegado al centro del problema. Era una zona donde era muy difícil caminar, quizás el hombre nunca había estado allí. Los árboles eran gigantescos mientras que la hierba hacía casi un metro. Sadou no quiso que sus hijos se acercaran, porque tenía miedo de que una serpiente los mordiera. Pero él siguió adelante. Dentro de aquel campo espectacular de hierba, había un agujero, y veía que cuando más se acercaba menos hierba había. Agarró bien la escopeta y apuntó dentro del agujero. Sus hijos lo miraban de lejos atónitos.

Sadou no disparó. Se adentró en el interior del agujero. ¿Qué era aquello? Nunca había visto nada parecido. Era un artilugio del ejército... era lo único que podía pensar. Vio que gravados en el objeto había unos símbolos desconocidos. Pasó su mano por encima. La apartó casi al instante, aquel objeto estaba casi ardiendo.

—¡Papá! —gritaron sus hijos.

El padre se giró y vio a un hombre alto blanco de mediana edad que lo estaba mirando y que no había visto antes. Sadou estaba muy asustado y apuntó con la escopeta a la cara de aquel hombre.
—¡Escapad! —dijo Sadou a sus hijos, aunque no estaba seguro de que supieran regresar a la cabaña.
—Tranquilo, vengo en misión pacífica —dijo el hombre con voz tranquilizadora.
Sadou se quedó atónito ¿Cómo era posible que aquel hombre hablara su idioma? ¿Y como había aparecido allí de repente?
—¿Quién eres? —preguntó Sadou muy intrigado.
—Mi nombre es Zaltar, no tenéis nada que temer de mi.


Escritores y directores: Bertu, Keidell
Guinistas: Bertu, elementokr36, Hyunsuk, Keidell, litz_marisa
FINAL DE LA PRIMERA TEMPORADA
Última edición por Keidell el Mié Nov 05, 2008 8:40 pm, editado 2 veces en total.


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Frostef
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Mensaje por Frostef »

aki va otra pa Sole!, que edad cumplio Kara?, arriva dice 13 anos despues, pero ella no llego a los 0 anos, mas arriva dice que parecia bb de 2 anos, pero tmb de 5 creo, total noc que edad cumplio! pero aver si alguien me safa la duda!

y sole sin ciencia nada de esto existiria, por que sin ciencia Jor-El no hubiese podido mandar a Clark a la tierra, sin Ciencia los Kriptonianos solo serian personas perfectas pero sin cerebro!, sin Ciencia brainiac no existiria, sin Ciencia no habria Superman!

enfin para no abrumar con eso y cambiando un poko el tema y abrumar con otra cosa jaja, le falta algo de intriga si, pero esta bien estructurado para empesar, aunke no para nosotros!, el detalle el siguente:

los puntos de intriga en este capitulo fueron:
[>] de donde viene la nave!
[>] por que los poderes
[>] por que la nave se elevo y envio el zumbido
[>] de donde viene Kara!
[>] sus padres le diran la verdad?

y el problema es que todas esas dudas ia sabemos la respuesta, como Huesarianos la mayoria ah visto Smallville de la primera a la ultima temporada, este capitulo de Grandville es como los primeros capitulos Smallville, y ahora en Smallville la intriga es mayor, por eso si van a repetir todos los hechos pero cambiando a Clark por Kara, va a ser lo mismo que ver Smallville denuevo

lo que se podria hacer es cambiar los hechos de forma tal que no se pareskan a los de Clark, que tenga enemigos que no se pareskan a los Smallville, por que sino ia sabremos como los derrota! [por cierto Sole, con Ciencia se izieron los freaks y con Ciencia los vencieron]

ia que no podemos editar este cap no les dire como pudo aver sido paq sea mas intrigante, aunke a mi me gusto, les puedo decir que le pongan algo mas de misterio, por ejemplo:

[>] le llegan cartas a kara de alguien anonimo y le dice que save su secreto y que kiere que haga ciertas cosas o sino lo revelara
[>] que su hermano tenga una habilidad desconosida
[>] que descubra un objeto kriptoniano que es como un arma y es superarma por que todos los objetos de kripton en la tierra son afectados como los kriptonianos, y ella no puede doblarlo y la hiere!
[>]alguien secreto que la ayuda y noc sabe kien es por que permanece en las sombras
[>]etc

podria estar todo el dia, pero -_- tengo que dormir jaja:P

ohh y seme venia a la mente algo que seguramente ia tienen en mente pa los sguientes capitulos:

el hermano tiene los poderes, a ella le regalan un collar con una piedra azul y pierde los poderes

bueno ia me voy, no kiero que esto salga muy largo, jaja es broma si kiero!, despues de todo lo que lei ize esto para Sole! jajajaja:P, no es venganza, es por Carino xD
aunke no creo que nadie lea todo esto!

dew 8)


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Keidell
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Mensaje por Keidell »

Sigo pensando, Frost, que deberías unirte al equipo del fan-finction para poner tus ideas en otro sitio que estamos, en vez de ponerlas aquí. Tienes críticas interesantes, aunque eso de que se parece al comienzo de smallville... es obvio, todos lo sabemos, ¿pero de qué otra forma íbamos a empezar para conservar cierto paralelismo con lo de Smallville? que al fin y al cabo está basado en esa historia, aunque con diferencias que luego se verán.
Además, empezamos de forma parecida, pero luego le daremos más intriga y trataremos de poner más creatividad (aunque insisto que hacer algo original a estas alturas es muy dificil dadas las numerosas versiones que se han hecho de superman). Pero tengo un arma secreta, que aun no he revelado ni a los del equipo... (esta última frase no fue sólo para intrigar, es cierto).

Frost, dijiste:
los puntos de intriga en este capitulo fueron:
[>] de donde viene la nave!
[>] por que los poderes
[>] por que la nave se elevo y envio el zumbido
[>] de donde viene Kara!
[>] sus padres le diran la verdad?
y que todos sabemos cuáles son las respuestas a todas esas dudas.
Pero seguro que piensas que la nave salió de Kryptón, ¿no? Lo de los poderes sí que se sabe bien (lo cual es comprensible); lo de la nave que se eleva por la noche, bueno, aún podemos darle muchos caminos para esa parte de la trama; de dónde viene kara... lo mismo que la nave; sus padres la dirán la verdad... puede que sí pero puede que no...
No es necesariamente cierto que todo tenga que ser igual que en smallville... es un argumento limitado, pero se le puede dar un toque de originalidad (aunque sea dificil).
Por cierto, yo no vi en ningún lado que Kara parezca tener 5 cuando llega... si tenía dos y pasan trece años... pues tendrá 15 ahora ¿no?
Bueno, Frost, no te preocupes, en el próximo cap. que me toque escribir dejaré todo tan claro que la única duda que vas a tener respecto a él va a ser "Qué puedo decir?" :smt003 :smt003 :smt003



"[>] le llegan cartas a kara de alguien anonimo y le dice que save su secreto y que kiere que haga ciertas cosas o sino lo revelara "
Dices que lo que estamos haciendo se parece a Smallville y propones esta idea??? :smt002

"[>] que su hermano tenga una habilidad desconosida"
Guay, no pensé en la idea, jaja :smt005

"[>] que descubra un objeto kriptoniano que es como un arma y es superarma por que todos los objetos de kripton en la tierra son afectados como los kriptonianos, y ella no puede doblarlo y la hiere!"
Interesante , pero será necesario darle un arma??... :smt017

"[>]alguien secreto que la ayuda y noc sabe kien es por que permanece en las sombras "
Lo mismo que el primer punto, no se parece al marciano de smallville??? :smt009

"[>]etc "
Esta es la mejor idea JAJAJAJA :smt005 :smt005 :smt005

Bueno, veo que hay un poco de verdad en eso de que escribimos mucho, jeje, y por mí seguiría sólo para jorobar más el teclado :smt005 , pero todos tenemos límites... y más gente que quiere usar la computadora :smt009

Hala, hasta otra :smt006


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Bertu
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Mensaje por Bertu »

Frost, está muy bien que des tu crítica pero no puedes escribir en este post lo que hubieras hecho tú, si quieres colaborar, te recuerdo que se abrió un post el 25 de Junio en que pedía si alguien tenía ganas de hacer un Fan-Fic de Kara, pero tu no te inscribiste ni te mostraste interesado antes de que nosotros hubieramos subido el capítulo 1.

Si tienes tus ideas y quieres participar pues lo pides y punto, y te pasaremos el link del foro donde compartimos nuestras ideas y las ponemos en común, y si no, no propongas ninguna otra idea porque este topic no es el lugar indicado. Así que ya sabes lo que puedes hacer.


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elementokr36
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Registrado: Sab Sep 22, 2007 9:09 pm

Mensaje por elementokr36 »

Bien dicho :smt003 Mejor que aqui solo se comente sobre el capitulo, si gusto, si no, opiniones generales.
Para ideas, esta el post de se busca, y si alguno quiere escribir y modificar y lo que se le ocurra, que pida entrar y se le pasara el link de donde estamos organizando la historia, como bien dijo Bertu.

Y Frost, lo que te decia de lo cientifico... ya se que toda la historia esta en base a ciencia y lo que sea. Lo que digo, es que siempre apareces a buscarle un pero a las historias de otros, como esta vez apareciste con "Kara no intento correr nunca?" o cosas asi. No creo que la idea sea justificar hasta el porqué Kara va al baño, no? :smt102

Lorka!!! Que bueno que te gusto esa parte! :smt005 :smt005 :smt005

Ya, dije...ahora a leer! :smt003

:smt006



lorka
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Mensaje por lorka »

¡¡¡¡Me gusto todo!!! :smt002 :smt003 :smt003

Pero en esa parte del matón en concreto me senti muy identificada y por eso quizas lo señale más pero a mi me gusta mucho el rumbo que esta tomando la historia y despues de lo que esta comentando Keidell parece que va a ponerse muy interesante tengo ganas de ver como se va desarrollando la historia ya que es natural que aun no tenga intriga esta todo aun comenzando :smt002 :smt003 :smt003

Primero debe de ponerse en antecedentes antes de comenzar con la intriga y el hilo que va a seguir toda la trama :smt002 :smt003 :smt003

Yo no soy una experta en fanfics pero si en leerlos y desde luego no esta mal el comienzo y tienen toda mi admiración por hacer el fanfic y por preosuparse de hacer más llevadera la espera de la nueva temporada de Smallville :smt002 :smt003 :smt003

Continuar que sepan que yo estare a la espera del próximo capítulo :smt001 :smt006


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Frostef
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Mensaje por Frostef »

Hola, Sorry si parecio critika lo que dije, pero bueno, les dire que escrivi como 5 veces eso, por que me parecio muy duro al principio, despues cedi ante mi al enviarlo, pero creo que sea como sea no puedo evitarlo, y aunke me parece tentador la idea de unirme te dire que lo dudo mas de una ves

Bertu no sabia nada de tu idea de hacer Granville hasta que lo vi en el baner de alguien de los SKs, y disculpa por aver escrito eso aki, si gustas lo edito

y sobre las ideas, sic que un par se parecen a Smallville, pero es que suena como, pero en miente se veia diferente, aunke noc

y a mi tmb me gusto la de ETC. lo puse por que no keria hacer largo el post -_-

por cierto Sole, Disculpa por averle visto lo cientifiko, pero eso de que Kara Corra no tiene nada de ciencia!, es un hecho de lo mas simple en logika, pero si mejor no digo nada . . . . :smt031 [me metere en mi cajita xD]

Sorry . . . .


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Bertu
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Mensaje por Bertu »

He propuesto que el fan-fic sea semanal, así que saldrá un capítulo nuevo cada jueves. Dos días más y tendréis el 1x02 :smt002


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Keidell
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Mensaje por Keidell »

Un día más y tendréis el 1x02 :smt002


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Makyz
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Mensaje por Makyz »

Bueno, pues lo termine de leer justo un dia antes de que llegue el proximo capitulo!!! :smt003

Les felicito chicos, estuvo muy entretenido :smt023 ...me encanta Willy es un chico muy divertido y le da un toque de humor a la historia!!! :smt002


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