GRANDVILLE - Segunda Temporada [Fan-Fic]

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melymely
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Mensaje por melymely »

Bertu escribió: GRANDVILLE
Publicación: el siguiente miércoles a las 21:00h hora española
Miércoles 25 de febrero, 21.50 hora española
Seguimos esperando..... :smt012



Keidell
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Mensaje por Keidell »

Lo siento, culpa mía... no pude pasar antes... aquí el

capitulo 2x12: El vuelo
Kara abrió el armario y se sorprendió un poco al ver un gran vórtice negro que se abría más y más ante ella. Sin embargo no estaba asustada. Oyó unos gritos al fondo del armario, dentro del vórtice y sin pensarlo se metió de cabeza. Al llegar al suelo se encontró en un paraje desconocido, era como un bosque seco donde nunca había estado. Se encontraba en un sendero, algo parecido a un cortafuego que no había servido de nada porque los árboles que se alzaban altos a los lados, estaban ennegrecidos y sin hojas, millones de ramas se extendían por todos los lados. Como si nadie jamás hubiese podado esos árboles. Kara sintió una extraña sensación de desolación, aunque no tuvo mucho tiempo de admirar el paisaje porque en frente de ella apareció Gabriel Silverman.
—¡Gabriel! —llamó Kara.
—¡Corre, corre Kara, tienes que correr!
—¿Pero porque? ¿Qué pasa?
Silverman con cara de asustado levantó una mano señalando algo por detrás de Kara. Ésta se dio la vuelta lentamente hasta quedar de frente a la criatura más horrible que había visto en su vida. Era una descomunal masa informe de músculos que sobresalían por todos lados de color rojo que la miraba fijamente a los ojos antes de comenzar el ataque.
Kara se despertó chillando y se incorporó rápidamente con la cara perlada de sudor. Miró la hora y se dio cuenta de que tenía tiempo de sobra... aunque decidió prepararse para el viaje... tenía que hacer cualquier cosa para olvidar ese extraño sueño.


Música: The Rasmus - Guilty lyrics

Todos los investigadores del proyecto MK estaban llamados a la sala del monstruo. Al abrirse las compuertas, Mannheim lideró a sus hombres. Finalmente entró Lionel Luthor.
Multikill no estaba haciendo pesas como era habitual en él. Tenía una actitud pasiva y parecía estar descansado. Al ver a Mannheim se levantó de su cama.
—Bien. Queremos ver que puedes hacer.
Multikill asintió. Se estaba concentrándo. En pocos minutos su cuerpo desproporcionado y mutado se fue convirtiendo en otra cosa. Mientras miraba a Mannheim, Multikill tomó la forma de su jefe. El pelo, su rostro, su vestimenta. Todo. Finalmente Mannheim se puso delante suyo y lo miró detenidamente. "Es como si fuera un espejo" —dijo alguien de los investigadores.
—Y bien —dijo Mannheim mirando a Lionel Luthor que parecía muy satisfecho.
Multikill se volvió a concentrar.
—Y bien —dijo Multikill con la misma voz de Mannheim.
Lionel volvió a reirse y aplaudió, levantando una ola de aplausos por parte de todos los científicos de la LuthorCorp que se encontraban allí. MK se volvió a concentrar. Esta vez la transformación duró menos. Mannheim captó enseguida y explicó a sus hombres.
—Es su forma original. Puedes permanecer así dentro de esta habitación ¿Quieres?
Multikill asintió y se rió. Todos los científicos de la LuthorCorp se largaron excepto de su magnante, Lionel Luthor, que se quedó solo con Multikill.
—Multikill —dijo Lionel mirando al monstruo, ahora con su forma original—. Eres leal, poderoso... no te mereces este nombre.
Entonces MK tomó la forma de Lionel Luthor. Idéntica.
—Quizás no lo merezca. Pero viniendo de usted, sé que no estoy aquí para hacer el bien —dijo con la voz de Lionel.
Después de unos segundos, Lionel contestó.
—No estás aquí para hacer cosas buenas. Sino cosas grandes.
Lionel se largó del cuarto, cerrando las compuertas mientras Multikill tomaba otra forma. La de Moxie Mannheim.


William y Emily Davidson regresaron del aeropuerto donde habían acompañado a su hija. Era aún muy temprano, los pájaros cantaban alegres el inicio de otro día soleado de verano. El sol iluminaba la fachada de la casa de los Davidson mientras Willy seguía durmiento tranquilamente. Pocos segundos después de abrir la puerta, el teléfono que se encontraba en el comedor empezó a sonar. Emily dejó sus cosas en la mesa de la cocina y corrió para descolgar. William no le dio importancia. Se quitó la chaqueta y la dejó encima del sofá. Tenía planeado ir a pescar con Willy, o si su hijo estaba de buen humor, incluso retomar las prácticas de coche.
De repente, unos lloriqueos provinentes del comedor hicieron que William volviera al presente. Miró de reojo por la puerta y vio como su mujer lloraba mientras iba asintiendo con la cabeza.
—Allí... allí estaremos —dijo Emily descolgando.
Unos segundos después, se puso la mano delante de la boca. No podía ocultar las lágrimas. William se acercó a ella y la abrazó.
—¿Qué pasa, querida? —dijo William acercando un pañuelo a su mujer.


Morgan Edge estaba sentado en su despacho mientras observaba los informes facilitados por Bruno Mannheim. Precisamente fue ese el que entró en la habitación, con una camisa negra que resaltaba con el rubio de su cabello. Edge se levantó de su asiento y puso su mano en el hombro de Mannheim.
—¿Estas bien? —dijo Edge con una sonrisa.
—Nunca he estado mejor —dijo facilitando otros informes a Morgan—. Creo que el momento está cerca.
—¿El momento de convertirse en nuestro Mesías?
—Hay que pasar al siguiente paso —Mannheim miró fijamente a Edge—. Antes que este asunto tan caprichoso se nos escape de las manos y no lo podamos controlar.
Edge observó detenidamente los últimos informes.
—Interesante... ¿La última inserción ha sido satisfactoria?
—La última habilidad ha interesado mucho a nuestro hombre. Ha llegado a matar incluso.
—¿A matar? —dijo Edge quitándose las gafas. Ese gesto era característico en él cuando quería una explicación.
—No nos podemos quejar. Esa es su misión —dijo Mannheim riéndose y dirigiéndose fuera del despacho sin despedirse como era común en él.
—Bruno —dijo Edge llamando la atención de Mannheim—. Te acompaño en el sentimiento.
—La muerte de mi padre es solo el principio. Una señal. La matanza del Mesías aún tiene que empezar.


Kara, Julian y el padre de éste acababan de subir al avion y ya se acomodaban en sus sitios. Kara puso un bolsó sobre los compartimentos del techo para ir más cómoda, pero tanto Julian como Daniel se aferraron a sus cosas como pulpos. Ella había querido hablar más de una vez con su novio, pero él se mostraba tan distante que no se atrevía a decirle nada a menos que empezara él.
—Kara, llevas el brazalete en el bolso, yo que tú no lo guardaría ahí arriba —dijo Julian sin mirarla.
—Está... está bien —la chica volvió a tomar el bolso y lo mantuvo pegado a su pecho en cuanto se sentó.
Estaban los tres sentados en una misma fila, Kara al lado de la ventanilla y Daniel más cerca del pasillo, eso dejaba a Kara poco espacio para huir, que era lo que sentía que debía hacer.
Estaba concentrada en sus pensamientos, pero no pudo evitar mirar a Daniel cuando éste se quejó ya que alguien lo había empujado. Julian se puso los cascos para escuchar música e ignoró todo.
Kara miró al que había empujado al padre de su novio. Aquel tipo no se había dado la vuelta ni para disculparse ni para mirar a quien había molestado. Siguió su camino, aunque llegado un momento, volvió la cabeza para mirarla.
Ella miró rápidamente hacia la ventanilla. Cuando volvió a mirar, el hombre ya no estaba.
—Creo que conozco a ese tipo —susurró Kara.
—Creo ya os habéis enfrentado a todos los tíos locos de los alrededores, no me extraña que lo conozcas —bromeó Daniel.
Kara se concentró en la música que oía Julian y se quedó escuchando con él, aunque sin molestarle.


Willy se levantó al oir el ruido que hacían los pájaros. Abrió la persiana y la luz entró en toda la habitación. No escuchaba nada. Bajó a la planta baja para encontrarse con su familia. Pero no había nadie. Encontró una nota en el frigorífico que decía "Mamá y papá están fuera y no volverán hasta tarde". La mesa de la cocina estaba llena de pañuelos desechables. Se preparó unos cereales con casi todo lo que encontró y volvió a subir al piso de arriba. El aburrimiento pudo con él. "Sin Kara y sin amigos, Willy volverse loco", pensó Willy. Así que tuvo que distrajerse con lo primero que le vino a la cabeza. La guitarra.
Willy encendió el ordinador, se puso los auriculares y empezó a retomar las clases de guitarra que dejó antes de los exámenes finales. Tenía la suficiente confianza en si mismo para dejar los tutoriales. Empezó a tocar una canción de verdad. Los tímpanos de Willy estaban al abismo de romperse por el volumen de la guitarra y de la música. Varios minutos después alguien entró en casa de los Davidson. Miranda Harper, que escuchó la guitarra y subió hasta la habitación de Willy. Cuando la chica abrió la puerta, Willy dejó de tocar.
—¡No! Sigue, lo haces bien —dijo Miranda.
—Va...vaya gracias.
—Perdona que te moleste. No sé donde está Kara.
—Sí, ya supongo.
—¿Qué?
—Nada... Mi hermana está en Sidney con Julian y su padre.
—Ah, una especie de vacaciones románticas.
—Eh... —dijo Willy soltando una carcajada—. Algo así.
Los dos se callaron mientras Davidson tocaba suavemente la guitarra.
—Willy —suspiró—. Voy a ir al grano. He visto como la miras.
—¿Que miro a quién?
—A tu hermana.
Willy dejó de tocar.
—Creo que... el desierto te sentó mal, Miranda.
—¿Te gusta Kara?
Willy dejó escapar una sonrisa. Iba negando con la cabeza.
—Entonces... ¿Estás enamorado de ella?
Willy se levantó.
—¿Quieres saber lo que siento?
Dejó caer la guitarra en la cama. Se acercó a Miranda y la besó en los labios. Luego salió de la habitación, dejando plantada a Miranda.


Emily estaba justo al lado de William. Éste tenía un brazo sobre sus hombros mientras las lágrimas de su mujer caían por las mejillas. La gente que los acompañaban oían con ellos al cura que daba la misa al fallecido. Era el entierro de Moxie Mannheim, el padre de Emily. Durante toda la mañana habían estado pendientes del hombre, que parecía haber sido cruelmente asesinado, y ahora que descansaba en su lugar en el cementerio, Emily empezó a sentirse un poco más aliviada.
—Al menos dicen que no sentiste dolor, papá —susurró la mujer hacia la lápida, mientras apoyaba su cabeza en el pecho de su marido.
Cuando acabó todo, Emily y William se dirigieron a su coche, pero entonces ella vio a su hermano. Le sorprendía verlo allí. Él se acercó a ellos.
—Hola, Emily —saludó alegre, aunque con una muestra de pesar por el dolor de su hermana—. Hola, William.
—Bruno —dijo ella lentamente—. No pensé que fueras a venir. Tú y papá...
—No nos llevábamos bien, es cierto —recordó el hombre con finjida pena—, pero era mi padre... nuestro padre.
Ambos hermanos se abrazaron.
—Lo siento Emily, lo siento mucho —secó las lágrimas de su hemana y se quedó mirándola.
Bruno Mannheim no veía a sus sobrinos por ningún lado, así que decidió perguntar por ellos.
—Kara de viaje. Willy está en casa... no le gustan estas cosas y menos si se trata de... su abuelo.
Mannheim miró a William. Éste sabía que él estaba bajo las órdenes de personajes tan traicionaros como Lionel Luthor o incluso con mafiosos de Metrópolis, pero en ese momento no quería herir aún más los sentimientos de su mujer. Bruno interpretó su silencio como una concesión de tiempo. Después de todo, su padre había sido asesinado y Emily necesitaba un respiro.
Después de un rato, Bruno tuvo que despedirse de ellos. Emily entró en el coche y William tuvo su oportunidad.
—No creas que esta tragedia cambia las cosas —le espetó Davidson entre susurros a su cuñado—. Ahora aléjate de los míos y sigue con tus jefes ricachones y mafiosos.
—Tu organización sigue estando bien informada, al parecer —susurró el otro con ironía—. Pero parece que no saben qué le pasó a mi padre, ¿no? Claro, si no, estarían deteniendo al culpable.
—Vuelve por donde has venido Bruno.
William subió al coche, lo puso en marcha y se dirigieron a su casa ante la fría mirada de Mannheim.


Miranda salió de casa de los Davidson y se encontró a Willy sentado en las sillas que estaban en la terraza. Se acercó.
—Willy yo...
—Perdóname, no tenía que hacerlo.
—No me lo... esperaba.
—Lo siento, al menos espero que no sea tu primer beso, porque para mi lo es.

En ese instante unos pasos llamaron la atención de ambos. Al Bartowsky se aproximó a la casa para despedirse de los Davidson.
—¿Y los demás, Willy? —miró a Miranda—. Oh, creo que no nos conocemos. Soy Al Bartowsky —le dio la mano y ella le correspondió el gesto sin ganas.
—Mis padres salieron hace bastante rato, supongo... mi hermana con su novio, por ahí por el mundo.
—Esto, ya... el ambiente parece tenso, ¿eh? Me voy, despídeme de tus padres y si ves a Silverman dile que me busque... que me va a encontrar —nadie rió la gracia y decidió marcharse cuanto antes—. ¡Hasta pronto!

Willy se quedó mirándolo mientras se alejaba.
—Qué hombre más raro —susurró. Miró a Miranda y luego desvió la mirada.
Ella quería decir algo, pero no lo hizo. Se quedó en silencio unos segundos a su lado y se fue con paso lento.
Kara miró con su visión de rayos X para verlo todo desde el avión. Estaban ahora a la altura máxima que alcanzaría el aparato en el viaje a Sidney. Miró varias veces hacia la cabina. Se aburría tanto que se dedicó a escudriñar con su vista los objetos que la gente portaba consigo. No había armas ni nada por el estilo, cosas que en un aeropuerto no pueden pasar por la aduana. Pero había tenedores y cuchillos que las azafatas repartían a los que habían pedido algo para comer. Era irónico.
Pero cuando miró hacia una de las salidas, se fijó en el baño que había enfrente de ésta. Había alguien... pinchándose. Miró fijamente al hombre. De alguna forma había burlado la aduana para subir ¿droga? Era el tipo que había empujado a Daniel. Era él, sin duda. Podía ver sus facciones. Entonces descubrió que, en efecto, ya lo conocía, y eso la asustó.
—¡Julian! —susurró Kara quitandole a su novio los auriculares.
—¿Pero qué te pasa, Kara? ¿No sabes que estoy escuchando Simple Plan?
—Claro que lo sé, pero lo que tienes que escuchar de mí te va a molestar más que la interrupción.
—¿Qué pasa, chicos? —preguntó Daniel.
—Julian, ¿te acuerdas de los drogadictos de la kryptonita de los que te hablé?
—Sí, ¿por?
—He visto uno de ellos aquí mismo, en el avión.
—Se habrá rehabilitado —Julian volvió a ponerse el casco que colgaba. Kara volvió a quitárselo.
—No seas así, ojalá fuera tan simple. Se esta drogando en el baño. Y ya me ha mirado mal, ha empujado a Daniel y no creo que fuese sin querer...
—¿Ese hijo de p...?
—Papá, por favor —interrumpió Julian—. ¿Estás segura, Kara? Digo... podrías estar soñando... o quizás sea un efecto de lo que te hizo la nave...
—Está bien, si no vas a hacer nada tú, iré yo misma a preguntarle si es una ilusión o es de verdad —el sarcasmo de Kara denotó lo desquiciada que estaba.
Se levantó, se marchó hacia el baño y esperó a que el hombre saliera. La puerta empezó a abrirse y el hombre apareció antes sus ojos. Sin duda era él. ¿Cómo se llamaba? Kara creía recordar que era líder de aquella banda. ¡Cameron Dasther, sí, el líder!
—Parece que me has reconocido.
Kara ocultó su sorpresa un poco y contestó.
—¿Qué haces aquí?
—Siguiéndote, claro. Una vez que te vi en el aeropuerto no pude evitar cambiar mi billete y salir a... Sidney... ¿Para qué demonios queréis ir a Sidney?
—Para acabar con gente como tú. ¿Para qué va a ser?
—Dime una cosa, zorra... ¿Qué tal tu hermanito? A diferencia de él y mis compañeros, finalmente pude controlar esta adicción y créeme, es muy útil.
—¿Controlar? —Kara se puso nerviosa—. De eso nada, estás chutándote en un avión, está claro que no puedes esperar.
—No lo hice por necesidad.
La cara de Cameron demostraba demasiada confianza. Kara se alejó medio paso. No era confianza, era avidez. Estaba preparado para conseguir lo que fuera... y eso quizás fuese...
Julian se puso en medio de ambos.
—Oh, ¿Y tú? ¿Un aliado?
—Aquí no puedes hacernos nada. Somos dos contra uno, y lo tuyo no dura para siempre.
—Así que te estás guardando las espaldas con otros fenómenos, ¿eh? A ver que tan freak eres.
Cameron aferró el cuello de Stanopen y lo empujó hacia atrás, ni Kara pudo detenerlo, no sin hacer daño a su novio. Llegaron hasta la puerta que estaba a sus espaldas y Dasther le dio un fuerte golpe para abrirla. El lugar se despresurizó irremediablemente y Julian no tuvo tiempo para sujetarse a nada. El avión se tambaleó mientras Kara veía horrorizada que era expulsada al exterior al igual que su novio y ahora también Cameron, puesto que Kara no le dejó sujetarse a nada.
En el avión las cosas se pusieron difíciles, pero en pocos minutos lograron estabilizarlo y mantener a salvo a todos los pasajeros, los cuales ahora estaban alterados. Algunos habían podido ver cómo caían tres personas. Daniel se quedó paralizado ante aquello.



Daniel Stanopen estaba sentado en uno de los muchos bancos de la terminal del aeropuerto de Sidney. Con las manos tapando su cara, recordaba una y otra vez la imagen de su hijo cayendo al vacío. La esperanza de padre que le decía que Julian era inmortal se desvanecía por completo. Chocando en el agua con una velocidad de 200 kilómetros por hora, nadie puede sobrevivir. Pensaba que jamás volvería a ver a su hijo.

Se levantó del banco y capturó todo el equipaje de los Stanopen y de Kara. Sabía que la chica estaría bien, pero se la imaginaba perdida en medio del océano buscando a Julian.

Sin saber que hacer, salió del aeropuerto, pidió un taxi y se acercó a la casa de su nuevo hijo James. Mientras,se puso la música de Julian con los auriculares.



James Brightside estaba al lado de Christopher concentrándose para saber dónde estaba Daniel. Christopher miraba atentamente a su hijo y a sus otros invitados.
—¿Ves algo? —dijo Christopher al ver la expresión de James.
—Daniel ya está en Sidney. Daniel... viene con un vehículo. Creo que no sabe que Julian y Kara están bien, está muy nervioso. Espero que se acuerde de nuestra nueva dirección. Oh, sí, si estaba más cerca de lo que pensé... —rió un momento—. Daniel ya está aquí.
Sus invitados esbozaron una sonrisa pero no dijeron nada.

El taxi aparcó en la entrada de la casa de los Brightside. James salió y saludó a Daniel. Esperó a que el taxi se fuera para hablar con él.
—Rápido, entra. No puedo abrir el campo de fuerza por mucho tiempo.
Daniel obedeció aunque no entendió nada y entró rápidamente a la casa donde se encontró con Christopher y se encararon.
—¿Así que tu eres el desgraciado que dejó preñada a Selena y luego se largó, no?
—Sí —dijo Daniel sin más miramientos.
James intervino.
—Daniel. Tienes que ver a alguien, e intenta tranquilizarte.
Daniel logró ver a las personas que ya estaban allí con James y Christopher y casi se deja caer de rodillas al ver a Julian vivo y en perfectas condiciones al lado de su poderosa novia.
—¡Julian! ¡Kara! ¿Cómo…?
—Ven, papá, te lo contaremos. Luego, James nos pondrá al corriente de lo que pasa aquí.



Horas antes…

Julian no sabía qué ocurría, no podía pensar con claridad. Le dolía el cuello y apenas se atrevía a abrir los ojos. Caía. Estaba cayendo y eso empezó a desesperarlo. Siguió con los ojos cerrados, pensando en si podría parar la caída con ráfagas de viento.
Imposible, estaba demasiado alterado para lograr concentrarse. El corazón le latía a mil por hora y a cada momento sentía que su mente divagaba más y más hasta no ser conciente de la situación.

Cameron había colpeado a la chica al salir despedidos del avion y aun así no había sido capaz de sujetarse a nada para no caer. De esta no se salvaba. Kara estaba a pocos metros de él, aturdida y sin darse cuenta de la situación. su pelo ocultaba parcialmente su rostro y su ropa ondeaba violentamente contra su cuerpo. Con los ojos entreabiertos, miró con cierta indiferencia el avión que se alejaba, no le importaba si los pasajeros se encontraban bien, le daba igual que un asesino drogadicto superfuerte estuviese cayendo cerca de ella, ni siquiera le importaba que estuviese cayendo ella misma.
Entonces oyó una voz lejana, la llamaba. Su mente empezó a salir de la oscuridad y abrió bien los ojos, percatándose de todo, del problema que tenía sobre y debajo de ella. Volvió a oir su nombre. Se miró la muñeca y vio que tenía puesto el brazalete... no recordaba habérselo puesto, quizás antes de enfrentarse al freak... ¿en el avión? No lo recordaba, pero ahí estaba. Oyó un nuevo susurró en su cabeza. Las nubes, el lejano avión, el viento... ¡El viento! Tenía un comportamiento demasiado extraño. Empezó a soplar más fuerte y a arremolinarse. ¡Julian! Debía ser él.
Logró verlo pero... estaba inconsciente. No podía ser él el culpable de ese comportamiento atmosférico... ¿o sí? Era como si se hubiese descontrolado. ahora caían describiendo círculos. Sin duda se debía a su novio, aunque estuviera fuera de juego.
"Kara... ", volvió el susurró.
Estaba tan tensa y desesperada que no pudo evitar que las lágrimas saltaran a aquel vasto mundo loco de vientos y nubes.
—¿Qué puedo hacer?
Julian atravesó una nube y Kara lo perdió de vista. Al atravesar la misma nube, todo quedó gris un instante.
Le vino un recuerdo de un verano. Ya hacía muchos años. Kara estaba con su hermano y su padre en el jardín de detrás de su casa debajo de la sombra del olmo. Los tres jugaban al beisbol. La fuerza de Kara aún no se había notado. Willy siempre caía cada vez que intentaba batear la pelota que le lanzaba su padre. Lloraba y se volvía a levantar, como si no hubiera pasado nada. Kara recordaba la mirada de su padre al ver a sus hijos llorando. Entonces, recordó perfectamente una escena. Un gorrión salió del olmo y se dirigió en el interior de la casa, queriendo entrar por la ventana, que estaba cerrada. El pájaro chocó violentamente con la ventana y cayó inconsciente al suelo. Padre e hijos dejaron de jugar. William capturó con mucho cuidado el animal. Parecía que iba a morirse de un momento a otro. Kara y Willy se acercaron al pajarito.
—¿Qué le ha pasado al pajarito, papá? —dijo Kara triste.
—Ha chocado contra la ventana, hija. Ha creído que estaba abierta.
Entonces Kara capturó el gorrión en sus manos bajo la atenta mirada de Willy, que parecía tenerle algo de miedo al animal. De repente, el pájaro empezó a moverse y voló hasta desaparecer en el horizonte.
—¡Mira papá! ¡Vuela! —dijo Willy muy contento—. ¡Vuela! ¡Vuela! ¡Vuela!
—¡Vuela!
—¡Vuela!
—¡Vuela!
"¡Vuela... Kara!"
—¡Está bien, maldita sea! ¡Está bien!
Ahora su mente imperaba y todo razonamiento le decía que debía intentar seguir el consejo que se repetía una y otra vez en su cabeza. ¿Estaba preparada para hacer algo más que caer?
Kara volvió a ver a Julian a varios metros debajo. Sin pensarlo dos veces, impulsó el viento de tal manera que llegó al chico en unos minutos, lo capturó para que no cayeran, pero el impulso de Kara hizo que aumentara la velocidad. Kara recuperó la consciencia.
—Kara...
—Voy a salvarte, Julian —dijo Kara haciendo otro impulso, esta vez horizontal.
Pasó un brazo de Julian sobre sus hombros para poder sostenerle. La velocidad empezó a disminuir hasta llegar a escasos centímetros del océano, donde se detuvieron.
—Vale, Kara —dijo Julian un poco aturdido—. ¿Cómo...? Estás... volando.
—Todavía lo estoy asimilando, Julian... —contestó con una sonrisa nerviosa.


—En realidad, venir luego aquí fue mucho más fácil aunque no tuviésemos muy claro cómo llegar hasta aquí —confesó Julian tras contar lo que había sucedido—.
—Lo importante es que ambos estáis bien —dijo Daniel, sentado en frente el ellos—. Vaya... Kara, si no te hubiera visto volar hace meses en esta ciudad estaría mucho más sorprendido —rió Daniel por un momento—.
James había oído la historia sin dejar de sorprenderse por todo, aunque había una parte que había podido verla por sí mismo, o por o menos percibirla de algún modo. Pronto, le llegó el turno a él de explicar cuál era exactamente la situación en Sidney.
—Gabriel Silverman nos dijo que había estado aquí y que había problemas... pero no dijo mucho más.
—Silverman —repitió James—. Sí, el Chico del Universo... después de lo del Omegahedron, volvió un par de veces. Aunque la última vez me dijo que él nunca había vuelto.
—Será por su doble —explicó Julian—. Pero ahora está muerto... y Gabriel, desaparecido.
—Lo del doble me lo dijo, sí... así que desaparecido, ¿eh? Supongo que es normal.
—No suele desaparecer cuando dice que va a hacer algo —recordó Kara—.
—En fin —continuó James—. El tema es que... desde el suceso del Omegahedron, solucionamos el problema que suponía mi madre para todos nosotros... pero provocamos otros problema. Muchos, en realidad.
—¿Por eso creaste un campo para proteger tu casa? —Preguntó Daniel.
—En efecto. Mi padre no puede permanecer solo porque no tiene cómo protegerse de... esas personas.
—¿Qué personas?
—Gente como vosotros —respondió Christopher—. Mi hijo tiene el don de su madre... pero yo no tengo nada eso, no tengo protección si estoy solo, es un asco de situación.
—¿Y por qué esas personas quieren haceros daño? —Preguntó Kara.
—Porque durante semanas me dediqué a encontrarlos y poner en su sitio a los que usaban su habilidad para cosas por legales —explicó James pasando una mano sobre su cabeza.
—¿Y cuál es el problema ahora? —inquirió de forma brusca Julian—. Ahora se te va de las manos, ¿no?
—Surge gente cada vez más poderosa —admitió James.
—No me extraña... —susurró Kara. luego alzó un poco la voz—. El Omegahedron proporciona energía a toda una ciudad, aumentaba muchísimo los poderes de tu madre y parece que le dio habilidades sobrehumanas a mucha gente de por aquí.¿No?
—Ésa es mi teoría, y eso mismo decía Silverman. Estoy al corriente de los casos extraordinarios en Smallville y alrededores, pero estos casos son más especiales que esos. Son más... más...
—Extraordinarias —apoyó Daniel—. Es lógico, el cristal aquel debía ser mucho más poderoso que los fragmentos de meteorito que cayeron en Smallville.
Kara se levantó de golpe. sus sentidos captaban una vibración más allá de las simples ondas sonoras. James se sintió de repente amenazado. Julian se dio cuenta de lo tensa que estaba su novia.
—¿Qué ocurre, Kara?
—Están intentando forzar mi protección —fue James quien contestó.
—¿Cómo?
—Hay dos chicas... muy poderosas... Elle y Mary Waittel, hermanas. Mi padre tiene la certeza de que controlan...
—El espectro electromagnético —susurró Kara—. No puedo yo percibo el espectro de la luz visible como todos pero además otros tipos de ondas como los rayos X. Sé reconocer cuando son alteradas las ondas.
—¿En serio? —dijo Christopher—. Interesante. Entonces yo tanía razón.
—¿Y qué tiene de especial poder controlar eso? —quiso saber Julian.
—Pueden alterar la percepción visual de una persona haciéndola confusa e incluso dañina. Pueden usar las microondas para hacer daño, radiaciones fuertes para lo mismo, ondas de radio para interferir en comunicaciones... Y no sé si son malas o buenas personas, pero intenté obligarles a dejar de usar sus poderes para su propio beneficio y... no se lo tomaron nada bien.
—No me extraña que se comporten así... —dijo Kara—. Aunque... yo no veo a nadie allí fuera.
—Entonces es que están las dos juntas —explicó Christopher—. Así tienen un radio de acción más amplio. De todas formas, no pueden hacer nada dentro de nuestra protección.
—Os equivocáis —contradijo la kryptoniana—. Pueden rastrear, percibir... saben que estamos aquí.


El teléfono sonó en casa de los Brightside y Kara se sobresaltó. Estaba tan concentrada que la asustó.
—Es sólo el teléfono. Ahora atiendo —dijo James saliendo del salón en que estaban y dirigiéndose al aparato. Descolgó el auricular—. ¿Diga?
—Ahora pides ayuda a extranjeros, ¿no? —dijo una voz femenina—. Que sepas que no dejaremos que nos molesten nadie más, acabaremos con tus amigos, James Brightside, empezando por la niñata voladora.
James palideció, era cierto, sabían lo que ocurría. Kara palideció también en el salón, algo que su novio tomó como un muy mal presagio.

Escritores: Bertu, Keidell y Litz_marisa
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Mensaje por Bertu »

2x13: Hermanas Waittel
El asunto era delicado. Kara pensó repetidas veces en que podría salir a buscar ella sola a las hermanas Waittel. ¿Qué podrían hacerle?
Julian, Daniel, James y Chistopher no decían palabra. Se miraban unos a otros sin saber qué hacer. Podían salir a buscar a esas chicas que representaban un potencial peligro, o bien podían quedarse todo el día sin hacer absolutamente nada.
—Oh, vamos —dijo Kara rompiendo el silencio—. ¿Es que vamos a quedarnos aquí sin hacer nada?
—¿Puedes ver a las hermanas? —Le preguntó Daniel
—No.
—¿Puedes oírlas?
—No lo sé.
—¿Tienes alguna idea de cómo dar con ellas?
—No, ¡NO! Pero quedarnos aquí sin hacer nada no es ninguna opción
—Es cierto, pero no vale la pena intentar nada por ahora —dijo Christopher—. Pero a pesar de los poderes que tú tengas, si no las ves usando cualquier visión que uses...
—¿Por qué no las voy a ver?
—Una parte de las ondas electromagnéticos es la capacidad de crear confusion sensitiva en cualquier persona u objeto receptor de esas ondas. Imagínate que intentases acercarte sin ver nada... y que te atacaran con radiaciones fuertes.
—Dudo que me afectase demasiado.
—¿Y si pueden irradiar kryptonita? —Preguntó Julian preocupado.
Kara se quedó callada. James sintió más intentos de intrusiones en su campo protector.
—Lo intentan de nuevo. Quieren que demos la cara.
—¿Crees que si no les hubieras dicho que no usaran sus poderes esto habría pasado de todas formas? —Le preguntó Daniel a James.
—¿Insinúas que esto es culpa de mi hijo? —dijo Christopher a la defensiva.
—No importa papá. Puede que sí sea mi culpa. Les dije que si usaban su poder se arrepentirían tarde o temprano... pero yo hablaba sólo de usar el poder para hacer daño... no me interpretaron bien.
—Eso ahora no importa. Si sus intenciones son puramente maliciosas —añadió Julian—, debemos acabar con esto como sea de la forma que mejor nos parezca... si sólo es un malentendido lo mejor será hablar con ellas cuanto ante.
—¿Cómo? —cuestionó Daniel— No dejarán que nos acerquemos. Están más a la defensiva que Christopher.
El padre de James le dedicó un gesto irrespetuoso.
—Papá, por favor —dijo James—. Da igual como sea, pero si logro acercarme lo suficiente, podré paralizarlas con magia. No es mucho mi control, pero si estoy a pocos centímetros, podré.
—Ahroa el asunto es cómo acercarnos —dijo Julian mirando a su alrededor sin encontrar a quien buscaba—. ¿Dónde está Kara?
Todos comprobaron que ya no estaba. Había salido de la casa.

Willy intentaba digerir la pizza que calentó en el microondas. Aún recordaba el beso con Miranda. En realidad no la quería. “Huye de la situación, huye”; pensó Willy al oír las palabras de Harper. ¿Cómo se habría dado cuenta que sentía algo por Kara? ¿Acababa de llegar y ya lo había notado?

Willy se rió al darse cuenta de la estupidez del asunto. Pensándolo bien, el beso no fue nada mal. ET había subido a la mesa y hacía compañía al joven Davidson.

El coche familiar de los Davidson aparcó lentamente en la entrada de su casa. William y Emily tardaron varios minutos en salir. Willy esperaba a que sus padres entraran para recibirlos.

William abrió la puerta, que emitió un pequeño chirrido. Willy pensaba que su padre lo regañaría por dejar subir a ET a la mesa, pero hizo como si no estuviera.
—Papá ¿Por qué vas vestido así? —dijo Willy fijándose en la vestimenta de su padre. Una chaqueta y pantalón rojos con una camisa blanca—. Parece que vengas de un entierro.
En aquel momento Emily entró bajo la mirada de su hijo.
—Venimos de un entierro, Willy —dijo William mirando a su esposa.

El hijo dejó de comerse la pizza y se levantó.
—¿Quién ha muerto? ¿Lo conozco?
William y Emily se miraron.
—Tu... abuelo —dijo Emily rompiendo a llorar.
Willy comprendió la situación. Padre e hijo se abrazaron a Emily.


En el hospital de Grandville, Sarah y Miranda Harper salían acompañadas de Nolan, que finalmente había recibido el alta.
— Chicas — dijo alejándose Nolan. Caminaba con una muleta que llevaba con cierta habilidad— . Yo puedo solo.

Nolan bajó las escaleras solo bajo la mirada de las dos mujeres.
— ¿Qué hay en el almuerzo? — dijo Nolan tomando aire.
No lo sé... los Davidson no nos pueden invitar... no están — dijo Miranda.
— ¿No están? Bueno, no les molestemos... desde nuestra llegada su casa parecía un hostal.
Miranda rió levemente.
— Voy a buscar el coche, esperadme aquí — dijo Sarah.

Nolan y su hija se quedaron solos. El silencio no les gustaba.
— ¿Qué has hecho hoy, hija? — dijo Nolan para romper el silencio.
Miranda no respondió. Sarah llegó con el coche y los dos subieron.


Kara recorrió la manzana una y otra vez, observando los alrededores con sus diferentes visiones. No veía nada inusual a no ser por algunos sectores que parecía algo difusos, incluso para su visión. Era como si hubiese una pantalla refractando la luz y otras ondas haciendo que su percepción fuese confusa. Pero no era un sólo lugar el que se veía así, el barrio entero estaba lleno de esos pequeños sectores difusos. Era obra de las Waittel, sin duda. Como si fuera, poco, esas especies de interferencias visuales se movían, no eran estáticas.
Algunas pasaban muy cerca de ella. Por eso se mantenía cautelosa. Oyó que la llamaban desde una de las casas, la de James. Habían tardado en darse cuenta de su ausencia. De repente, empezó a oír pasos y latidos de dos corazones aproximándose. miró a su alrededor y vio que varias anomalías visuales se acercaban a ella. Entonces reparó en dos presencias que reconoció como las Waittel.
—Holas, niñata voladora — dijo una voz mientras una de las anomalías descubría a dos chicas.
No le dieron tiempo a hacer nada antes de ser atacada por radiaciones de diferentes tipos. Su ropa empezó a estropearse, pero ella seguía en pie, aunque retrocediendo.
—¿Qué...? ¿Qué pasa? —Kara al principio no comprendía lo que ocurría, claro que nunca había visto nada parecido.
Cuando se dio cuenta de que no le pasaba nada, recuperó la confianza en sí misma. Empezó a acercarse a ellas.
—Es hora de paréis esto, chicas.
—¿Por qué no le pasa nada? —preguntó incrédula una de ellas.
—Es obvio que que no le afecta esto, Mary —contestó su hermana mientras sonreía—. Es hora de poner en práctica el siguiente nivel.
Una onda expansiva detuvo el avance de kara y deterioró un poco más su ropa. Quedaría destruida con dos o tres ataques más como ése.
—Maldita sea —masculló Kara—. Todo el mundo se empeña en destruir mi vestuario.
—Vaya, no le pasa nada —se quejó Mary.
—¡Otra vez! —gritó su hermana
Otra onda expansiva surgió de ellas y devastó unos cuantos metros a la redonda. Pero Kara no esperó. Miró hacia el cielo y de un salto despegó antes de ser alcanzada por la rápida onda y se elevó hacia las nubes a supervelocidad.
Las hermanas se quedaron extasiadas.
—No sólo vuela... es rápida —observó Elle.
—Elle... quizás esto no sea buena idea. A ella no podemos hacerle nada.
—A los otros sí. Nadie va a impedir que usemos nuestro poder.
—Es cierto. El campo protecto de James está cerca —Mary miró en dirección a la casa de Brightside—. Vamos.
Elle la siguió a paso seguro mientras ocultaban su avance con una multitud de anomalías por todo el barrio que las cubrían.


Lex, como muchas veces, estaba sentado en el sillón de su despacho observando atentamente su portatil con una copa de whisky en la mano. Un guardia de seguridad entró en la habitación y advirtió a Lex de una visita. Luthor dio permiso para que pasara. Una chica rubia entró decidida en el despacho, agarrada a su bolso y observando los enormes vitriales que se encontraban detrás de Lex.
—Chloe —dijo Lex cerrando el portatil y levantándose—. ¿Te has perdido?
—He estado investigado...
—Que novedad —interrumpió Lex que aprovechó la situación para terminarse la copa—. ¿Estabas investigando... y?
—He encontrado un proyecto de la LuthorCorp. El proyecto MK. ¿Te suena, verdad? —dijo Chloe sacando unos informes de su bolso y ofreciéndolos a Lex que casi no los miró.
—Puede.
La chica no sabía que contestar al joven multimillonario y se quedó callada unos segundos.
—Han investigado con personas, y si han aplicado las investigaciones que he encontrado, han convertido a hombres en monstruos.
—Señorita Sullivan —dijo Lex dejando la copa en la mesa—. Primero, ese proyecto lo lleva mi padre, y segundo, no se meta donde no debe.
—De eso quería hablarte —dijo la chica tajante—. No lo lleva solo Lionel el proyecto. He revisado los historiales de los empleados que trabajan en ese proyecto y he encontrado a un mafioso.
Lex miro sorprendido a Chloe.
—Sigue.
—Se trata de Bruno Mannheim, contratado hace poco. En su historial, trabajaba en una de las empresas que el mafioso Morgan Edge tenía a su propiedad.
—Muchos trabajaban con Edge... tenía miles de empleados en sus empresas.
—Cierto, pero... —Chloe buscó en su bolso y sacó una fotografía—. Tengo esto.

La fotografía mostraba a Mannheim completamente de negro entrando en un edificio de Metrópolis. Aparentemente, no aportaba nada.
—La he tomado hace pocas horas. Se dice que Edge tiene una especie de sede en el interior de este edificio —dijo Chloe.
—¿Mi padre colaborando con la mafia? Claro ¿Quién sino? —dijo Lex observando detenidamente la fotografía.
—Morgan Edge y tu padre tienen mucho en común.
—Escucha Chloe, ese proyecto puede ser peligroso. He visto a su hombre —Lex agarró a Chloe por los brazos—. Debes apartarte de esto. Voy a encargarme yo.
—Pero Lex...
—Es muy peligroso. Ya sabes la salida.
Chloe asintió y salió del despacho, dejando la fotografía de Mannheim en manos de Lex.
Bruno Mannheim abría las compuertas de la cambra de Multikill mientras se desacía el nudo de la corbata. En el interior, se encontró con MK probando su nuevo poder. Con la forma del difunto padre de Bruno.
—Oh, papá —dijo riéndose Bruno quitándose definitivamente la corbata—. Que bueno verte, creía que estabas enterrado.
—No seas así... —dijo algo incómodo Multikill.
—¿Qué? —dijo Mannheim sorprendido—. Bueno ¿Qué haces con la forma de mi viejo? Veo que sigues con tu voz.
Efectivamente, Multikill no había cambiado la voz.
—Me he transformado en ese cuerpo porque era un desafío para mi.
—Lo he entiendo... Viste a mi padre poco tiempo y querías acordarte de él —dijo Bruno mientras se ponía la bata.
—No, la imagen se quedó gravada en mi cerebro, ese no es el problema. Simplemente... es... complicado.
Mannheim salió riéndose de la habitación y volvió con dos cafés, aún manteniendo la sonrisa.
—Que sentimientos más nobles, MK. ¿Quieres? —dijo Mannheim ofreciéndole un café.
—No gracias.
—Vale, te lo dejo aquí. Sabes MK. El hombre que mataste no es solo mi padre.
—¿Quién es? ¿Un mafioso también?
Mannheim mandó a callar a Multikill. Afortunadamente para él, no había nadie allí. El enfado de Bruno era considerable.
—Mata a... —dijo lentamente Mannheim.
—No, por favor —dijo alertándose Multikill.
—Lo que te decía, mi padre era alguien más. El abuelo de Kara.
—¿Qué? —dijo Multikill incrédulo—. ¿Por qué no me lo habías dicho?
—No lo sé, MK... quizás se me olvidó —dijo Mannheim volviendo a sonreir y saliendo de la habitación. Multikill golpeó la pared, enfurismado, al ver el café y darse cuenta de la soledad del lugar, decidió salir fuera ahora que no lo miraba nadie.

Música: Boys Like Girls - The Great Escape

—Vamos, no dejemos que Kara se enfrente sola a dos desconocidas poderosas —dijo Julian saliendo por la puerta.
—No, Julian, espera —James salió tras él. Lo siguieton los otros dos adultos—. Por lo menos déjame protegernos con mi campo.
Tras un breve instante de concentración, James protegió al grupo mientras salían a la calle.
Vieron unas cuantas anomalías a su alrededor. Julian se sorprendió.
—¿Así es como se ocultan? Es increíble.
—Sí... pero no dejes que se acerque ninguna de esas manchas... —advirtió James. Pero había algo más que le preocupaba—. Mira papá.
—Wow... las anomalías cada vez son menos notorias. Como sigan así, no les va a hacer falta crear tantas perturbaciones en las ondas... con una ya se ocultarán definiticamente.
—Menos mal que alguien se da cuenta —dijo una voz un tanto lejana.
—Ésa es Mary Waittel —avisó James.
—Y ésta, Elle, mucho gusto.
Una terrible onda azotó el campo de James, pero resistió. Lo único que se veía era una onculación de todo alrededor. Sólo era un ataque de distracción, para dificultar la percepción visual de los cuatro.
Todo se volvió confuso y en penumbra a su alrededor
—Es por esto que es imposible acercarnos a ellas —susurró Daniel—. Este poder es interesante.
—Esa no es la palabra que yo usaría —masculló Christopher.
Julian se concentró y para mover el viento con violencia. La protección de James empezó a fluctuar.
—¡Para, Julian! —le ordenó el brujo—. No puedo soportar un ataque externo y uno interno.
—¿Qué clase de protección es ésta? —se quejó Julian.
—¡Sin ella quedaríamos fritos por microondas o radiaciones de cualquier tipo! —apoyó Christopher a su hijo.
—Callad —opidió James. El ambiente se tornaba hostil con sus discusiones, pero él estaba intentando algo nuevo y precisaba concentración. Cerró los ojos.
De repente, las anomalías empezaron a desaparecer una a una.
—¿Qué hace este idiota? —se quejó elle desde algun lugar.
—Nos está impidiendo usar el poder, Elle. ¡Ataquemos ya!


Lionel Luthor estaba tramitando los últimos papeles para llevar a cabo otra de sus investigaciones. Ahora, la puerta del almacén 361 se había abierto y los transportistas sacaban cuidadosamente una capsula del tamaño de una persona aproximádamente. Consiguieron traer el objeto hasta el camión de la LuthorCorp con muchas dificultades.
—¿Está todo, señor Luthor? —preguntó el transportista cerrando las puertas del almacén.
Lionel asintió.
—En dos o tres días llegaremos a Seattle con todo el material del almacén 361.
—Que así sea.
El transportista se despidió, cerró las puerta del camión y se largó.
—Señor Luthor —dijo Mannheim saliendo de las instalaciones—. Multikill ha desaparecido.
—¿Otra vez? —preguntó incrédulo Lionel.
Mannheim y Luthor entraron con paso decido a las instalaciones de la LuthorCorp, dirigiéndose a la sala de ordenadores.
—Hay una cosa que debería saber, señor Luthor. Puse un localizador a MK, pero ahora puede cambiar de forma. Quizás no lo encontremos.
—Ha de haber un modo —dijo Lionel algo desesperado—. No puede estar fuera de estas paredes. ¿Dónde podría estar?
—Me temo que lo sé.


Las hermanas Waittel habían quedado totalmente al descubierto. En el barrio de James y Christopher todo estaba tranquilo hasta que un temblor empezó a molestar a los vecinos. En la calle, la radiación concentrada en una zona específica era tan intensa que el suelo se resentía. Además, las ondas expansivas eran atronadoras. La protección de James no iba a durar mucho más así. Julian se arriesgó y salió de la protección en la dirección opuesta a las hermanas. Entonces empezó a controlar el viento con toda intensidad.
Era difícil, pues no quería dañar las casas del vecindario.
—¡Julian! —vociferó Daniel—. ¡No seas idiota, pueden matarte!
—Tengo más resistencia que una persona normal.. y además...
Se concentró sin más tardanza y el viento movió todo alrededor del campo de Brightside.
Las hermanas se distrajeron y su radiación desapareció. Stanopen estaba teniendo un cierto éxito. Unos cajones de madera salieron volando hacia ellas. Una onda expansiva quemó e hizo estallar el objeto.
Volvieron a concentrarse. Julian no pudo hacer más, debía volver antes de que lo atacasen con radiaciones insoportables.

Kara miró su ropa, que apenas tenía daños, pero estaba ennegrecida y arruinada. Miró hacia abajo y se sorprendió al ver a las Waittel completamente visibles y a Julian corriendo hacia James y los otros. quizás estuviese fuera de la protección.
—¡Oh, no, Julian!
Las hermanas iba a atacarlo, no había duda. Kara usó su visión telescópica y se centró en un brazo de Mary. su visión calorífica hizo el resto.

Mary chilló de dolor y masculló una maldición. Elle perdió repentinamente concentración y, por ello, también el equilibrio. Mary miró hacia el cielo. Estaba segura de quién había sido la culpable. La temperatura empezó a aumentar en el pavimento. Algunas piedritas diminutas estallaron.
—¿Pero qué hace? —se quejó Elle.
—Kara nos está ayudando —dijo Julian entre susurros. Como no la veía por ningún lado, sóllo se le ocurrió mirar hacia donde miraba Mary, arriba.
—¿Está volando otra vez? —Preguntó Daniel.
En respuesta, la chica descendió rápidamente hasta posarse en la calle delante de Mary, que ayudaba a su hermana mientras se apretaba el brazo, sobre la quemadura.
—Mira que eres hija de p... —dijo Elle antes de que una fuerte resaca de viento las lanzara más allá de la acerca, atravesando una cerca y cayendo inconscientes por el golpe.
Kara miró a Julian, sorprendida y un poco disgustada con eso.
—¿Qué? ¡Quisieron freírme! —se excusó Julian.


Chloe Sullivan se había sumergido desde hacía horas en su ordenador de La Antorcha para seguir investigando respecto al Proyecto MK. Era horrible lo que había hecho ahroa la Luthor. Ya sabía hasta qué punto habían llegado con esa investigación, pero ahora veía que no era lo único que se proponían hacer. Todo lo que Lionel ocultaba, era terriblemente serio, horrible, inhumano.
Se filtró en los ordenadores de la Luthor con mucha dificiltad, pero siempre procurando tapar sus huellas. Nunca se darían cuenta de que ella había fisgoneado en ellos a menos que la buscaran precisamente por los pocos sectores de la infinidad de sistemas en los que se había colado. De todas formas, si bien estaba haciendo algo ilegal, los proyectos de Lionel, algunos a nombre de su hijo, tapaban toda ilegalidad ajena con sus propios trapos sucios.
El ser que habían creado ahora era prueba de ello. Era un ser realmente temible. Logró encontrar un informe secreto en los que se detallaba un aspecto más que terrorífico: la cantidad de poderes que tenía ahora ese monstruo y la facilidad con la que se hacía con más habilidades. Cuando vio el nombre de uno de los asimilados, se escandalizó: Will Palace, alias Damned. Todavía no habái olvidado sus ojos inyectados en sangre mientras la obligaba a sacar información para él.
Lo primero que se le ocurrió hacer fue tomar el teléfono movil y marcar un número en especial. No podía callarse todo eso, necesitaba confiárselo a un amigo, su mejor amigo.
Oyó el saludo desde el otro lado del teléfono y rápidamente habló ella:
—Clark, ven a verme a La Antorcha, necesito contarte una cosa.


Elle despertó y vio que su hermana la miraba enfadada. En realidad, no era con ella que estaba furiosa, sino con la situación.
—Debimos ser más fuertes, Elle —dijo Mary con pesar—. Ahora nos quedaremos sin poderes.
—¿Y qué podíamos hacer? Había que intentarlo.
James las miró con detenimiento procurando no perder la concentración. Estaban ahora todos en su casa, con las Waittel inmovilizadas en cuerpo y habilidad, sentadas en unos sillones. La protección de Brightside se había convertido en solamente una prisión para ellas.
—Nadie os va a dejar sin poderes —dijo Kara.
—Eso es lo que dijo Brightside —masculló Elle.
—Mi hijo nunca tuvo el don de la comunicación —dijo Christopher.
—Cierto, sólo dije que no dejaría que utilizarais los poderes para hacer maldades.
—No fue eso lo que dijiste —se quejó Mary—. ¡Maldito embustero, querías que desaparecieran nuestras habilidades!
—Si eso quisiera ya no las tendríais.
—¿Será cierto eso? —susurró Julian a Kara. Ésta se encogió de hombros.
—No nos importa. En cuanto escapemos de ti, te vas a enterar.
Kara apareció delante de ellas en un instante.
—No parecéis malas chicas. ¿Por qué nos atacáis?
—Porque estos poderes son lo mejor que nos ha pasado... y cualquiera que los amenace, lo sufrirá —contestó tajante Mary.
—Espera, Mary —intentó tranquilizarla su hermana—. Supongamos que os creemos y que no le pasará nada de nuestra habilidad...
—¡Elle! ¿No ves lo que nos están haciendo?
—Por favor, Mary —dijo James—. Sólo os estoy reteniendo. Y es porque desde hace semanas salir a la calle es un peligro constante con vosotras dos ahí fuera. Sólo queremos que esto acabe.
—¿Lo ves? —soltó Mary—. ¿Qué quieres decir con eso de "se acabe"?
—Sólo que os controléis —dijo Kara con suavidad—. Yo tengo muchas más habilidades que vosotras y nadie me persigue para quitármelas... creo. Pero es porque me controlo.
James empezó a sentirse extraño. Sus habilidades se descontrolaban.
—¿Qué pasa? —Le preguntó Daniel.
El teléfono sonó, haciendo que todos dieran un respingo. Christopher atendió. A la vez, James se debilitó y las hermanas quedaron totalmente libres. Se levantaron al instante y se pusieron una de lado de la otra, para aumentar su poder en caso de ser necesario.
—Esperad, no tenéis por qué hacer esto —dijo James recuperándose—.
—¿Qué te pasa James? Estás perdiendo facultades —se burló Mary.
—Tú, viejo —dijo Elle—, cuelga, haz el favor.
Christoopher miró a su hijo mientras hablaba por el aparato. No hizo caso a la chica. Colgó sólo cuando terminó la conversación.
—James, tu madre ha despertado.
—¿Qué? —dijeron Kara, Julian y Daniel a la vez.
—Por eso mis poderes... ouh....
Kara miró a la hermanas. No parecían molestas.
—Por favor, chicas —dijo Daniel—, no es buena idea que os pongáis a soltar radiaciónp or todos lados.
Las hermanas se quedaron en silencio. Se miraron y se apartaron un poco la una de la otra. James pareció aliviado ante eso. Su padre también.
—Está bien —dijo Mary.
—Nos mantendremos bajo control con una condición —añadió Elle—: nada de usar magia contra nosotras.
—Eso está hecho —dijo James—. Total... creo que ya no tengo.
—Entonces nos vamos. No se te ocurra hacernos nada, voladora —dijo Mary saliendo.
—No lo harás, ¿no? —susurró Elle a Kara.
—Claro que no... ahora largaos, vamos a tener otros problemas aquí.
Elle salió sin perder de vista a ninguno de ellos.
—Bueno —dijo Julian—, esto mejora. Ya no hay problemas con las Waittel... pero volveremos a vernos con la bruja de tu madre, James.


Gabriel estaba levitando sin gravedad en un espacio oscuro y con la noción del tiempo paralizada. Ya no sabía cuántas horas o días hacía que estaba ahí. No sentía nada más que vagas existencias fuera de ese universo, en el universo real. Entonces empezó a sentir a alguien cerca de él, en esa misma realidad. Multikill apareció y quedaron en silencio frente a frente durante un instante.
—¿Qué quieres ahora de mí? —dijo Silverman por fin.
—Debes avisar a tus amigos.
—¿Vas a dejarme salir?
—De eso nada —masculló el ser monstruoso. Paulatinamente, tomó la forma de alguien que Gabriel conocía sólo de vista—. Debes avisarle tu veloz amiga de mi existencia, de mi naturaleza, de mi verdadera identidad... y de que alguien que la conoce pretende matarla.
—Tú, he de suponer.
—Sí, pero no porque quiera, sino por deber y obediencia. No tengo otra opción, pero no quiero tener problemas con gente tan poderosa como ella.
—Haberlo pensado antes de meterte en su camino. ¿Cómo voy a avisar a nadie sobre esto si estoy aquí encerrado?
—A mí no me puedes engañar. Ya te las has arreglado para violar las vulnerabilidades de mi universo para enviar un sueño a tu amiga. No te costará nada hacerlo de nuevo.
—Si no quieres hacer daño a nadie, ¿por qué no avisas tú mismo? O más fácil... ¿Por qué no me dejas salir para que pueda advertirles antes?
—Nunca dije que no quiero hacer daño... quiero sus poderes, los necesito... y no te dejo salir porque no sé que le podría pasar a este universo si acabo contigo, pero no permitiré que alguien con mis poderes ande suelto por ahí.

—He visto y sé de lo que eres capaz... tiene el poder de Julian... y él está libre por ahí...
—No por mucho... si no les avisas.
Tras una horrible mirada de maldad y odio, la persona en que Multikill se había transformado volvió a convertirse en el monstruo que era. Entonces desapareció del universo dejando a Silverman solo una vez más y para siempre.


Escritores: Keidell, Bertu
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Mensaje por Keidell »

En unos minutos se publicará el capítulo de esta semana... pero se lo dejo a Bertu, así lo hace él y no yo... un trabajo para él y no para mí :smt005 :smt005 :smt005 :smt005


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Bertu
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Mensaje por Bertu »

2x14: Poderes temporales
Multikill estaba agachado en el tejado de una casa de Edge City. Había pensado irse a vivir allí una vez terminara aquello. Era una ciudad tranquila, muy bonita y lo más importante, estaba lo suficiente lejos de los suyos para no hacerles daño. Pero sinceramente no sabía si aquello iba a terminar nunca. No se imaginaba un futuro con aquellos poderes, solo recordaba algo borroso el pasado y vivía el presente. La típica pregunta de qué haría de mayor se había vuelto inútil. Multikill se temía que la nueva respuesta fuera “huir”.

Precisamente ahora estaba huyendo de Bruno Mannheim. Si volvía a oír una de sus órdenes estaba seguro que iba a obedecer. Estaba configurado para aquello. Así que intentó olvidarse de aquel personaje que lo dominaba y se centró en el paisaje de Edge City. En aquella urbanización tan verde iluminada por las luces, se fijó un hombre que sacó el coche del garaje y se dirigía a trabajar. “Un currante”, pensó Multikill. Los primeros rayos de sol aún no habían acechado la ciudad, pues eran las cuatro de la mañana. Aquel hombre parecía muy contento. Sin preocupaciones. Justo al contrario que Multikill, que la única cosa que lo hacía estar tranquilo eran sus poderes. En toda su adolescencia no se le pasó nunca por la cabeza el suicidio y estaba muy agradecido de aquello. Pero ahora, no sabía si continuar viviendo. La única fuerza que le daba esperanza era ser el primero en algo, el más poderoso. Así podría proteger a los suyos sin ser un héroe, desde el anonimato. Pero si Mannheim lo encontraba lo más seguro es que le ordenara terminar con los suyos.

Multikill volvió a agacharse en el tejado cuando escuchó un motor. Se había fijado en todo el movimiento por la zona ya que era muy extraño que alguien no durmiese a aquellas horas de la madrugada. Un vehículo negro se acercaba hasta aparcar bastante cerca de la casa donde estaba Multikill. Fijó su vista. Mannheim estaba en el interior del vehículo. No sabía cómo, pero lo había localizado. Suspiró y se teletransportó a otro lugar, más seguro. Estaba dispuesto a huir así toda su vida. Pero... ¿Lo localizarían siempre? Era probable que le hubiesen implantado algo, un chip de seguimiento o similar.

Cuando Mannheim puso otra la vez su vista en el localizador, vio que Multikill ya no estaba en Edge City. Volvió a prender el coche.

Eran las 8 de la tarde en Sídney, hora en que habían decidido ir a ver a Selena. Necesitaron poco tiempo para recuperarse del dolor de cabeza que fueron las hermanas Waittel, pero ahora ya estaban con otra preocupación encima: ¿cómo reaccionaría Selena al verlos a todos allí?
Llegaron a su habitación y se encontraron con la doctora que la atendía. Ella se acercó y les comentó la situación.
— ¿Son su familia? —ni siquiera esperó afirmación alguna—. Bien, verán. La señora Brightside ha pasado por un coma muy profundo... no estábamos seguros de que alguna vez fuese a despertar. Además...
—Decían que pudo haber sufrido algún daño permanente —recordó Christopher.
—Así es. Pero no ha sido el caso, por lo menos esperamos que lo que le ha pasado no sea permanente. Tiene amnesia parcial, hay rasgos de su vida que no recuerda, sobre todo los hechos más recientes a su decaída.
—Está bien —dijo James—. ¿Podemos hablar con ella?
—Adelante.
Los cinco pasaron a la habitación para comprobar si realmente Selena había olvidado los últimos hechos que había vivido. Esperaban que así fuera.
James la saludo y la besó. Daniel la saludó también, sin acercarse. Kara y Christopher permanecieron callados en la puerta, ella porque no le gustaba nada esa mujer y él porque hacía mucho tiempo que no se veían conscientes ambos a la vez.
— ¿No recuerdas lo que pasó? —Preguntó James.
Selena miró al hombre que estaba al lado de su hijo, el padre biológico de éste.
— ¿Daniel? Hum... recuerdo que habías vuelto a vernos hace algún tiempo... aunque no recuerdo exactamente qué pasó después —entonces vio al hombre que ella creía en coma—. ¿Christopher? No... No recordaba que hubieses despertado.
—Desperté después de... bueno, todo —se acercó y la besó—. ¿De verdad no recuerdas nada de lo que te pasó?
—Nada. Estaba en casa practicando mis... bueno, la magia —miró a todos como si esperara que no le creyesen—, y luego desperté aquí. ¿Es que me pasé de bruja?
—Mucho —contestó Kara sin poder evitarlo. Todavía recordaba lo que le había pasado a Julian en una de las realidades que vivió aquel día.
—Kara —reprendió Daniel—. No hace falta que la alteres. ¿Está bien?
Kara asintió. Miró a su novio y luego salió del a habitación. Julian se extrañó al verla así, pero él también tenía muy presente lo que había pasado por culpa de la bruja... aunque era bueno que no se acordase de nada.

Estaba atardeciendo allá donde Multikill se transportó. Llegó a las orillas del río Han, que cruzaba la ciudad de Seúl, Corea del Sur. Era el lugar perfecto para deshacerse del chip que tenía en su cuerpo. Lo había localizado, cerca del corazón. Correría peligro su vida en una operación por extraerlo, pero él no iba a complicarse de ese modo. Él tenía las habilidades del anteriormente temido Will Palace, Damned. Empezó a convertir su cuerpo poco a poco en estado gaseoso. Se concentró para no convertir también el chip.
Alguien que pasaba por el puente más cercano se detuvo y observó la escena con expectación. Era increíble ver a alguien sublimándose así. Multikill terminó por desaparecer a la vista de aquel sujeto y en el suelo quedó un pequeño dispositivo de rastreo. Una fuerza invisible lo arrastró hasta el río y la corriente se lo llevó.
El hombre quedó extasiado, se maldecía por no haber tenido algo con que grabar aquello. Volvió a emprender su camino cuando la mole que había desaparecido a orillas del río se materializó delante de él, cortando el paso.
—Qué lástima que hayas visto eso... —susurró el hombre monstruoso.
Un brazo gaseoso asfixió al extraño y lo dejó caer una vez que hubo muerto.
—Ahora, de nuevo a Grandville —se dijo a sí mismo MK.

Kara estaba esperando en un pasillo, sentada en un banco, mientras los demás seguían con Selena. Con su oído había seguido su conversación. La estaban poniendo al corriente de todo lo que había hecho antes de caer en coma. La bruja no podía creerse que hubiese sido capaz de eso, pero estaba claro que era por culpa de los poderes favorecidos por el Omegahedron. También escuchó otra conversación. En la habitación de al lado, había una mujer y su hija de unos 8 años visitando al padre, quien había resultado herido en algún accidente.
Le llamó la atención el tipo de accidente. La niña pedía perdón constantemente y sus padres le decían que no había sido culpa suya, que no pudo controlarse.
La niña salió para que sus padres pudieran hablar. Se sentó al lado de Kara y ésta, sin más miramientos, le preguntó qué ocurría.
—Nada.
— ¿Qué le pasó a tu padre?
La niña la miró desconfiada. La sonrisa amable de Kara la tranquilizó. Tenía una forma de mirar muy particular.
—Yo no quería hacerle daño —contestó por fin, bajando la mirada.
— ¿Qué pasó?
—No puedo hablar de eso.
Kara se dio cuenta de que aquella niña era especial. Se comportaba como si lo fuera.
—Sé por lo que estás pasando —dijo Kara con suavidad—. Yo de pequeña tampoco me podía controlar. Causé daños, pero con el tiempo se supera.
— ¿En serio? —la niña miró para todos lados y susurró: — ¿También eres especial, como yo?
—No sé qué puedes hacer, pero yo tengo mucha fuerza... mucha. De pequeña me causó problemas.
—Yo a veces tengo mucha fuerza, otras veces hago que los demás hagan cosas que no quieren, otras veces hago que los metales se vuelvan locos...
— ¿Tus habilidades cambian constantemente? —Davidson se extrañó al oírlo, pero quizás eso era lo que hacía que se controlara tan poco.
—No sé qué me pasa... sólo hago cosas raras unas veces y otras no puedo hacer nada.
Kara oyó pasos que se acercaban. Julian estaba saliendo de la habitación. Vio a su novia hablando con la niña y se quedó mirándolas. De repente, la niña empezó a sentirse molesta. Julian notó algo en el ambiente, algo malo. Sus poderes se descontrolaban. ¡No, los estaba perdiendo!
— ¿Qué te pasa? —Le preguntó Kara a la niña.
El viento empezó a soplar cada vez más fuerte. Julian perdió sus poderes y ahora la niña empezaba a llorar.
—Otra vez... otra vez —susurró ella aterrada.
Desde la habitación de los padres se oyó que la llamaban:
— ¡Sue! —gritó la madre mientras asomaba por la puerta—. ¿Estás bien? ¡Qué ocurre aquí!
El viento se hizo demasiado fuerte... tanto que empezó a peligrar la gente que había cerca. Kara miró a Julian, pero este se encogió de hombros y miró a la niña.
Bruno Mannheim había vuelto disgustado a los laboratorios donde trabajaba. Antes tuvo que informar detenidamente a Morgan Edge, que estaba tan furioso por lo ocurrido como él. Al llegar a los laboratorios, intuyó que algo iba mal. No había nadie allí. Lo único que se escuchaba era el ruido de sus propios pasos mezclado con el de los grandes generadores que alimentaban al edificio.

Durante el camino de la entrada a la habitación de Multikill no encontró absolutamente a nadie. En el cuarto, Multikill no había vuelto. Mannheim echó un vistazo al localizador, que no mostraba señal alguna de MK. Vio una sombra alargada que se reflejaba en el vidrio de la habitación.
—He mandado que desalojaran el edificio —dijo una voz.
Mannheim se alertó.
—En otras palabras, les he dicho que se fueran a casa— dijo Lex saliendo de entre las sombras.
—Señor Luthor —dijo Mannheim aliviado—. ¿Ha ocurrido algún problema?
—La verdad es que sí, Mannheim. Lo he descubierto.
Bruno hizo una mueca.
—Lo confieso. Soy fumador.
—Espero que no pierda el sentido del humor en prisión, Mannheim —dijo Lex poniéndose de caras a Bruno—. Va a cancelar el proyecto MK si no quiere ser arrestado al igual que Morgan Edge.
Mannheim cambió la expresión de su rostro.
—Eso tendríamos que verlo —dijo Mannheim girándose. Capturó una barandilla que estaba pegada a la compuerta y golpeó a Lex que hábilmente esquivó el golpe y se escondió en las instalaciones de la LuthorCorp.
Bruno Mannheim cerró las puertas de los laboratorios. Ahora Lex estaba encerrado. Los pasos de Luthor no podían pasar desapercibidos y Mannheim seguía el rastro.
—Vamos señor Luthor —dijo Mannheim sin hablar a ninguna dirección concreta—. En el fondo el proyecto MK le interesa mucho. Sé que quiere poner a prueba cierta gente de su alrededor. Aunque déjeme decirle una cosa. Lo único que conseguirá es que esta gente se aleje de usted. Y quede ¡Solo! ¡Como merece!
—Ambos lo merecemos —dijo Lex.
Bruno levantó la cabeza y se encontró con las pesas de Multikill cayendo encima de él.

Lex recorría incansablemente los pasillos de la LuthorCorp cuando algo lo detuvo en seco. Bruno Mannheim se encaró a él. Apareció de la nada.
—Pero como... —intentó articular Lex.
—Digamos que me han hecho ciertos favores, señor Luthor.

Mannheim llevaba una barra de hielo y golpeó a Lex Luthor en la espalda que cayó al suelo retorciéndose de dolor. Mannheim arrastró a Lex hasta la habitación de Multikill dejando un rastro de sangre por el suelo. Al llegar a la habitación, encerró a Lex. Salió de los laboratorios para reanudar la búsqueda de Multikill.

En la habitación, Lex abrió los ojos. La espalda le dolía mucho y levantarse sería inútil. En un intento de hacer algo antes de volver a caer inconsciente, buscó su celular y buscó un número. Los nombres fueron bajando alfabéticamente hasta llegar a la C, donde Lex se detuvo. No sabía porque, pero confiaba en que aquella persona podría sacarlo de esa situación. Su nombre era Clark Kent. Al llamar no pudo contener la consciencia.

La niña, aparentemente llamada Sue, estaba ahora abrazada a su madre. El viento había cesado y los poderes de Julian volvían a estar con él. Kara y él deliberaban sobre lo que había pasado.
— ¿Crees que fue ella? —preguntó la joven Davidson.
— ¿Y por qué no? En cuando estuvimos cerca, perdí mi poder. Y ella pareció alterarse por eso. Tuvo que ser ella.
En el hospital todo volví a la calma, aunque se preguntaban qué había ocurrido. Daniel había salido hacía un momento para asegurarse de que todo estuviera bien, así que volvió dentro. En las habitaciones se había notado menos que en los pasillos.
Kara se acercó a la madre de Sue para hablarle.
—Su hija...
—Ella está asustada, no es buena idea hablar con nadie. ¿Está bien?
—Su hija es especial —soltó Kara ignorando la indirecta.
La mujer la miró y luego miró a su hija. Todavía estaba asustada, pero se estaba tranquilizando.
—Está bien, mamá —dijo Sue—. Ellos también lo son.
Julian quiso atajar ese comentario, pero fue inevitable. Kara ya había hablado de más y ahora estaban ellos también expuestos. La mujer los miró e hizo ademán de alejarse, por lo que Kara intentó solucionarlo.
—Escuche, no somos de aquí, pero vinimos para ayudar, ayudar a las personas que son como Sue.
— ¡Ella no es como nadie! —defendió rápidamente la madre.
—Sin duda —confirmó Julian, sentándose en el banco—. Es la primera que veo que absorbe poderes de otros.
—El control de viento, ¿no? —preguntó Sue—. Eso es lo que tú tienes.
—Sí, adelante —Julian habló con ironía—. Dilo más alto, publícalo en el periódico local, también.
—Julian, ya está bien —reprendió Kara.
—La culpa es tuya por hablar de más, Kara.
Kara se movió a súper velocidad, ante la sorpresa de Sue y su madre —no había nadie más—, para susurrarle a Julian.
—Por favor, Julian. No quiero discutir contigo, y menos ahora.
—Deberías tener la boca un poco más cerrada. ¿No? Como con Selena ahí dentro... deberías privarte un poco más... mucho más.
Kara se sintió tocada. Esas palabras no las decía porque hubiese hablado de más. Estaba convencida de que Julian se refería a lo ocurrido con Roy.
—Ni es el momento ni el lugar para discutir de eso —farfulló Kara enfadada.
Se volvió a la niña y la madre, fingiendo tranquilidad. Pero la niña empezó de nuevo a alterarse. Miraba hacia todos lados asustada. Kara miró a Julian y comprobó que ocurría de nuevo.
—Kara, llévatela.
— ¡No! —se interpuso la madre.
—Es por el bien de todo. Julian, la traeré de vuelta, mejor que no estés cerca de aquí... si no, pasará otra vez.
Kara desapareció con la niña.

Se alejaron de la ciudad, lo más lejos de la gente que Kara pudo. Esta vez los poderes de la niña duraron más tiempo. Minutos, varios minutos. Cuando por fin se calmó, Kara se quedó mirándola, como esperando una explicación.
—Es cierto... creo que me pasa porque robo los poderes de otras personas.
—Entonces es cierto. Le quitaste los poderes de Julian durante un rato.
—Sí, pero yo nunca los controlo. Ni siquiera quiero tenerlos. Y cuando lo tengo, le hago daño a alguien. Como a mi padre.
La niña dejó escapar dos lágrimas. Kara la comprendía muy bien. Demasiado. Decidió llevarla cuanto antes de nuevo con su madre.

Cuando llegaron al hospital, Julian no estaba. La madre comprobó que la niña estaba bien. Kara las dejó solas, pero antes de irse, la mujer la llamó.
—Espera...
—Kara.
—Kara, ¿tú puedes ayudarla?
—Déjeme pensar en un modo de enseñarle a controlar las habilidades que tome de otros. Mañana volveremos a visitar a la madre de un amigo aquí la habitación de al lado. Si quiere, no vemos aquí mismo.
—Está bien.
Kara miró en el interior de la habitación y comprobó que ahora sólo estaban James y Christopher. Julian y Daniel posiblemente volviesen a la casa de los Brightside. Davidson saludó a Sue y a su madre y desapareció a supervelocidad.
Era la primera vez que Willy tenía un sueño tan real. Muchas veces había sido consciente de que lo que vivía era tan sólo un sueño, pero esta vez su instinto le decía que era algo más que eso.
Apareció en un mundo diferente, extraño, vacío. Levitaba por momentos y a veces caía sobre un suelo invisible. De repente, apareció alguien que hacía días había desaparecido: Silverman.
— ¿Gabriel?
El chico levitaba inconsciente.
—Silverman, despierta... ¿Qué digo? yo mismo estoy durmiendo. Gabriel, abre los ojos, al menos
El joven los abrió y miró fijamente a Willy. No hablaba, estaba en trance o algo parecido.
— ¿Qué ocurre?
A su alrededor, todo empezó a cambiar. se formó un valle en la noche, algunos árboles cuyas hojas formaban un murmullo en la oscuridad. Se oyó un terrible estruendo y una especie de rugido extraño.
— ¿Qué fue es?
—Fue él, Willy, fue él. Tú lo conocías, era tu amigo... ¡¡Fue tu amigo!! Pero os matará a todos.
El suelo del valle tembló y una figura espantosa salió de entre los árboles, de un salto, cayendo cerca de Willy... era ese monstruo que había ya anteriormente. Empezó a cambiar de aspecto, pero no pudo ver más.
Despertó sobresaltado aunque hubiera querido seguir viendo en quien se transformaba ese ser. ¿Por qué Gabriel estaba en ese sueño? ¿Y qué tenía que ver con ese hombre monstruoso?

Evans Carson conducía su nuevo deportivo. Altavoces al máximo, iba derrapando por la carretera regional de Grandville. Tuvo que frenar al encontrarse con un obstáculo. Un hombre apareció de la nada en medio de la carretera. Los reflejos de Evans no fueron suficientes. Impactó con el hombre.

El coche de Evans hizo una vuelta de campana y se tambaleó cerca de un barranco, pero finalmente quedó de lado. Evans rompió al cristal para conseguir salir. Solo tenía un golpe en la cabeza. Cuando consiguió salir, se encontró con el hombre que había atropellado. El desconocido pareció reconocer a Evans.
—Oiga... ¿se encuentra usted bien? —dijo Evans acercándose al desconocido.
—No te acercas Evans... ¡Estoy bien!
—Voy a llamar a un hospital. Lo he impactado de frente... —dijo Evans pasando por alto que el desconocido lo identificara.
—No vas a llamar a ninguna parte —dijo acercándose amenazante.
— ¿Qué? —dijo Evans, que ahora inspeccionaba su vehículo. Tenía un gran golpe en el parachoques, que tomaba la forma de un hombre.
El desconocido se acercó a Evans y lo agarró por el cuello. No controlaba su fuerza. Evans notaba como las garras de aquel hombre lo asfixiaban, cada vez más. El desconocido lo estaba levantando varios centímetros del suelo y no parecía esforzarse demasiado.

Finalmente, el misterioso hombre se controló, y dejó a Evans al suelo.
— ¡Huye! —dijo tomando la forma de alguien conocido para Evans—. ¡Huye de Grandville!

Evans, atónito, se recuperó e hizo caso al desconocido. Salió corriendo hacia su casa.

Aquel desconocido era Multikill. No podía tener más imprevistos. Tenía que alertar a sus amigos... antes que recibiera la orden.

Durante toda la noche, Kara estuvo pensando en una posible ayuda para Sue, incluso para sus padres si lo lograba. Había preguntado a Julian, pero él no parecía estar interesado en ayudar. Se habían quedado en casa de James, pero ella no había dormido nada y en cuanto salió el sol, salió por la ventana y voló lejos.
Se elevó entre los edificios de Sídney procurando no ser vista, usando mayormente su supervelocidad. Siguió subiendo y subiendo hasta que las personas parecieron hormiguitas. Mirando hacia las calles de la ciudad desde las alturas, reparó en su brazo, mejo dicho, en su brazalete.
recordó que siempre pensó en él como una ayuda para conocerse a sí misma, incluso a su madre, a quien había pertenecido en Argo.
—Creo que sé cómo puedo ayudarte, Sue —susurró.

Cuando Julian, James y Christopher —Daniel había ido a comprar unas cosas— llegaron al hospital, Kara ya estaba allí, en la habitación del padre Sue, con la niña y su madre.
En cuanto Davidson vio a su novio, lo llamó inmediatamente. Ella estaba extrañamente alegre, algo que le extrañó a Stanopen.
— ¡Ah, Julian! Ven, rápido.
Julian entró dudando a la habitación, mirando a la niña. Le sorprendió ver que llevaba puesto el brazalete, el cual se había amoldado a su fino brazo.
No pasó nada. Ni Julian perdió sus poderes ni la niña se alteró.
— ¡Funciona! No le robé su poder.
— ¡Bien! Pero seguro que puedes, esto sólo te ayuda a controlarlo —explicó Kara.
— ¿Dónde puedo conseguir uno así? —Preguntó la madre.
—La verdad... —Kara miró a su novio—. Va a ser difícil, esto es un brazalete muy especial, me lo dio mi madre cuando era muy pequeña. Pero a mí ya no me ayuda. Creo que a ti te va a servir más.
Sue se lo agradeció, y aunque la madre de esta no estaba de acuerdo con que Kara regalase algo tan valioso para ella, consideró que sería peligroso de otra forma.
—Gracias, Kara.
Kara se despidió de ellas y salió de la habitación con Julian. No fueron a ver a Selena, sino que salieron del hospital.
—De verdad la has ayudado, ¿eh? —dijo Julian.
—Ella no merece la carga de hacer daño a otros por no poder controlar su poder.
Julian pensó bien en eso. Estaba claro que Kara se había sentido así alguna vez. Le hizo pensar que el no poder controlar la situación deja huellas muy profundas, más que nada en la propia persona, más allá de lo que sientan los demás.
—Kara, lo siento, creo que he sido muy injusto contigo —dijo por fin—. Pensé más en el daño que me hiciste a mí por lo de Roy... que en el daño que te hiciste tú misma.
Kara lo miró y sonrió.
— ¿Eso quiere decir que me perdonas?
—Eso espero. Si no, es que soy un monstruo —rió Julian antes de besarla.
—Gracias, Julian. Esto compensa mucho lo del brazalete —bromeó Kara.
Después de un momento de andar sin decir palabra, Stanopen rompió el silencio.
—Eh, por cierto. Hablando de monstruos... hoy tuve un sueño muy curioso. Aparecían Silverman y el hombre deforme que acabó con Kriptonite Man.
— ¿En serio? —Kara recordó que ella también había soñado algo así—. Julian, creo que no era un simple sueño.

Emily estaba sola en casa. Había aprovechado la ocasión para quitar todos los objetos que le recordaran a su padre, ahora muerto. Encima del armario del salón, una pequeña ardilla disecada, era el último recuerdo que se conservaba en la casa de los Davidson. Emily agarró al pobre animal con cuidado y le quitó el polvo. Tosió. Se habían descubierto las iniciales de su padre, que estaban grabadas en una pequeña placa en la base que sujetaba a la ardilla. Las dos M se entrelazaban entre sí formando el símbolo de la familia Mannheim.
La ardilla miraba con los mismos ojos a Emily con los que lo hacía su difunto padre. En aquel momento sonó el timbre, insistiendo mucho rato. Emily se tapó las orejas mientras se dirigía a la puerta para abrir.
— ¡Hola Hyun Suk! —dijo Emily acercándose al joven.
Detrás del portal, la figura de Hyun Suk se dibujaba inquieta y cabizbaja. Se quedó plantado allí.
—Señora Davidson ¿Están sus hijos en casa? —la voz de Hyun Suk denotaba preocupación.
—Eh... no —balbuceó Emily—. Mi marido y mi hijo han ido a retomar las prácticas de coche. William conoce un descampado cerca del lago. Dice que es un lugar perfecto.
Hyun Suk se inquietó.
—Y... ¿Y Kara?
—Lo siento, está en Sídney con Julian.
—Sí... no había nadie en la casa de Julian.
— ¿Te encuentras bien, Hyun Suk? —se atrevió a preguntar Emily que se acercó al portal.
—Perfectamente —dijo Hyun Suk haciendo un paso atrás—. ¿Mañana estarán sus hijos?
Emily se detuvo. Hyun Suk estaba muy inquieto y no conseguía mantener la mirada fija a un lugar.
—Bueno, encontrarás a Willy... estoy segura, a no ser que terminen en urgencias —Hyun no rio la broma—.
—Vale... mañana volveré. Dígale que vendré ¿Vale?
—Sí, claro ¿Quieres tomar algo?
— ¡No! —dijo Hyun Suk tajante—. Adiós señora Davidson y... cuéntele a Willy que vendré.
Emily volvió a afirmar y cerró la puerta. La presencia de Hyun Suk la inquietaba. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Entonces retomó la labor que la tenía ocupada. Capturó la ardilla disecada que ahora estaba en la mesa del comedor y la tiró a la basura. Luego suspiró mientras se lavaba las manos.

—No lo sé, Edge —dijo Mannheim agarrando más fuerte el celular—. No sé dónde está MK, pero sé donde irá.
— ¿Crees que llegará a Grandville? —dijo Morgan Edge.
—Estoy seguro de ello.
—Bien, quizás sea la hora de dar la orden ¿No crees?
—No lo sé Edge, Darkseid merece una buena llegada y...
—Tu sobrina no puede sobrevivir. Vete a Grandville, localiza a nuestro Mesías y dale la orden.
—Me he adelantado, estoy en camino —dijo Mannheim colgando.
Bruno circulaba a gran velocidad por la autovía Metropolis-Grandville. Era cuestión de tiempo que Multikill llegará allí.
—Lorkie—dijo Edge cerrando el celular—. ¿Hay novedades de Al Bartowsky?
Lorkie estaba sentada en una silla frente a Edge.
—Está retenido, encerrado, torturado... pero no ha hablado.
Edge sonrió.
—Querida Lorkie, todos hablan.

Al día siguiente, Willy se despertó habiendo soñado cosas normales como de costumbre, pero su mente seguía teniendo presente el extraño mensaje de Silverman de su sueño anterior. Se levantó y saludó a su padre antes de que se fuera a trabajar. Su madre le había hecho el desayuno y le recordó que Hyun Suk llegaría de un momento a otro.
—Es cierto, me había olvidado de él. No sabía que había vuelto del campamento.
—Parece que quería contarte todo lo antes posible —dijo Emily—. Supongo que lo pasaría genial y quiere darte envidia.
—Envidia ya tengo —rió el joven. El timbre sonó—. Ya está aquí... a ver si puedo disimular mi envidia —bromeó otra vez.
Abrió la puerta y ahí estaba su exótico amigo.
— ¡Hola, Hyun! Cuánto tiempo. Pasa, pasa.
—No puedo, Willy —contestó el otro con seriedad—. Es decir... está bien, será mejor...
Pasó al interior y al cerrarse la puerta, Hyun Suk lo encaró con la mirada, pero no abrió la boca.
—Bueno, Hyun. Supongo que me contarás cómo lo has pasado en el campamento.
—Como si fuese encerrado por la Luthor.

Música: Fade - Staind

Willy no estaba seguro de haberlo entendido.
—Parece que no lo pasaste nada ben, ¿eh?
—Ni te lo imaginas. Vengo a advertiros de algo, Willy. A ti, a tu hermana, a todos...
— ¿Qué pasa? ¿Advertirnos de qué? Hablas como si se tratase de peligro inminente.
—Estáis todos en peligro —Willy seguía en su posición de escéptico, no estaba acostumbrado a oír hablar así a su amigo—. Y tanto, que ni los poderes de tu hermana ni los de su novio os podrán ayudar.
Davidson se quedó boquiabierto.
— ¿Qué estás diciendo?
—Willy, lo siento. Debía avisarte por si Gabriel Silverman no había podido en tus sueños.
— ¿Qué? —Willy casi pierde el equilibrio ante esa información—. ¿Cómo sabes...?
—Esto es grave, Willy. Os mataré a todos, ¿me oyes? A todos.

Escritores:Keidell, Bertu
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Mensaje por Bertu »

Mil perdones por el doble post, pero esto es puntualidad inglesa, señores :smt003

Preparaos porque llega

2x15 - La masacre
Julian y Daniel estaban en una habitación preparando sus cosas para volver a Grandville. Kara entró. Ella llevaría lo suyo, no era mucho y para ella no era esfuerzo ninguno... volando. Les dijo que quería ir volando ella misma de nuevo a su país.
— ¿Estás... segura? —Preguntó Daniel—. Este poder aún es nuevo en ti... quizás...
—Segura completamente. Quiero intentarlo. ¿Qué me puede pasar? ¿Caer al océano? —bromeó—. Tranquilos, estaré bien. Además, iré más rápido, no mucho, pero más rápido.
—Está bien, Kara —dijo Julian—. Te vemos allí, entonces.
Kara se despidió de James y Christopher, que estaban cerca de la salida. Salió de la casa y despegó a supervelocidad.
El vuelo fue algo refrescante para ella. Esa forma de trasladarse le era muy cómoda, mucho más que correr. Y era tan increíble. Voló a través de las nubes, con el océano ya tan lejos bajo ella y el sol pegando fuerte en su espalda. En esa parte del mundo era invierno, aunque un invierno bastante suavizado. A medida que recorría el mundo sobre el Pacífico, se fijaba con su extraordinaria visión en lo que había más allá.

Horas después, ya estaba sobrevolando su país y en dirección a su casa. Localizó Grandville con un poco de búsqueda y se sorprendió cuando lo vio tan... cambiado. Aterrizó cerca del centro de la ciudad, un poco apartada de las urbanizaciones. Se quedó desolada al ver cómo estaba Grandville. Sólo se había ausentado unos días... ¡¡unos días!! ¿Qué había pasado? La gente huía, los vehículos cortaban las calles... muchos edificios en llamas... la mitad de Grandville había sido destruída. Corrió rápidamente hasta su casa... al igual que muchas casas de los alrededores, la suya no había quedado en pie.
—Dios mío... —dijo con espanto—. ¿Quién ha hecho todo esto?


Hace cinco horas

—Willy... pase lo que pase, quiero que sepas que no seré yo, pero no podré hacer nada. Mi jefe me tiene controlado completamente. Maté al recibir su orden —dijo Hyun Suk desesperado.
— ¿Un jefe? ¿De quién se trata? ¿Lionel Luthor? —dijo Willy que ya se creía la situación. William y Emily habían entrado también en la conversación. William carraspeó.
—Sí... teóricamente Lionel es mi jefe pero hay alguien más que tiene más influencia sobre mí. Es como un mecanismo que al oír su voz tengo que obedecerla... se trata de...
—Emily, prepara un poco de café ¿Quieres? —susurró William.
Willy miró a su padre que intentaba simular tranquilidad. Davidson padre habló al perder a su esposa de vista.
—Si digo Bruno... no me equivoco. ¿Verdad, Hyun?
Hyun Suk se puso las manos en la cabeza.
—No, no se equivoca. Es él... quien... —Hyun Suk no terminó la frase.
— ¿Papá? ¿Sabes algo sobre esto?
—Desgraciadamente... Dios, Hyun... ¿Cómo puedes ser tu el sujeto del proyecto MK? Eres la última persona en la que hubiera pensado yo —dijo William.
— ¿Sabía de la existencia de ese proyecto? ¿Y no hizo nada? —dijo Hyun Suk levantándose de la cama.
—Escucha Hyun —dijo William deteniendo a Multikill.
— ¡No me toque! —gritó Hyun Suk que salió a supervelocidad de la casa de los Davidson. Se detuvo a la entrada donde sentía la intensidad de los latidos de su corazón. Y los de alguien más, más pausados y controlados.
—Hola Multikill —susurró una voz al oído de Hyun Suk. Era Bruno Mannheim.
—No... —dijo incrédulo Hyun Suk que ni se dignó a girarse.
—Ha llegado el momento... Hyun Suk.
—No puedes hacerme esto, Bruno.
Bruno Mannheim acercó más su aliento al rostro desfigurado de Hyun Suk, que había vuelto a la forma de Multikill.
—Mata a Kara Davidson.

Linkin Park - What I've done

Hyun Suk intentó no escuchar la orden de su superior, pero no lo logró. Pensó en todo lo posible y todas las imágenes de su vida pasaban por su mente. William salió detrás de Hyun Suk y se encontró con la mirada de Mannheim que empezó a detectar que algo no iba bien. Mannheim sonrió nerviosamente a su cuñado.

Multikill ya debería estar en Sídney matando a Kara, pensó Bruno. Pero Hyun Suk hacía esfuerzos para controlarse, y parecía conseguirlo. Pero hizo todo lo contrario.
— ¡SEÑOR DAVIDSON! —Gritó muy fuerte Hyun Suk—. ¡HUYA!
William no hizo caso de Hyun Suk y se acercó al monstruo. El rostro de Multikill cambiaba constantemente de color. Bruno Mannheim había desaparecido.
— ¡HUYA!
El segundo grito hizo ahuyentar a todos los pájaros de la zona. Resonó por todo Grandville.

Evans Carson se acercaba corriendo hacia la casa de Hyun Suk. Se encontró con dos personas que preparaban una huida a contracorriente.
—Perdonen ¿Son los padres de Hyun Suk?
Aquellas dos personas miraron asustados a Evans y aceleraron su ritmo. Finalmente subieron al vehículo que tenían aparcado en la calle y se largaron.
— ¡Eh! ¡Esperen! —gritó desesperado Evans.
De repente escuchó un grito que le resultó familiar.


Hace cuatro horas.

Lex se dolía mientras Clark lo ayudaba a subir las escaleras de la mansión.
—Clark —dijo Lex acariciando su espalda adolorida—. ¿Cómo me has encontrado? Recuerdo que quería llamarte... pero no logré decirte nada.
—Fue gracias a Chloe —dijo Clark abriendo las puertas de la mansión. Rápidamente los agentes de la casa se acercaron a su jefe y lo cargaron hasta llegar a una habitación enorme, como lo eran todas las de la mansión.
—Escucha Lex... ¿Sabes dónde puede estar ese monstruo?
—No lo sé, Clark. No vayas a por él, es peligroso.
—Si nadie lo detiene, será peligroso.
— ¡Clark! No seas un mártir... no tienes nada que hacer contra Multikill.
Lex y Clark se quedaron solos en aquella habitación. La herida en la espalda de Luthor parecía bastante irritada.

El celular de Lex sonó. Luthor descolgó adolorido.
—Aquí Lex... ¿Está en Grandville? ¿Estáis seguros? Mierda... Ahora vengo. ¡No! He dicho que ahora vengo.
Al colgar, Clark Kent ya no se encontraba en la habitación. Lex Luthor encendió el televisor mientras mandaba a sus hombres la visita rápida de un médico que le curara la herida.

En las noticias, mostraban el estado de Grandville desde el exterior. Carreteras cortadas, coches intentando huir de la ciudad, desesperación. Pero lo peor se cocía dentro.


Hace tres horas.

Había sido horrible incluso para él mismo. Su mente se descontroló y causó la destrucción que jamás quiso hacer. Pero lo hizo. Grandville sufrió la peor de las catástrofes jamás vista por culpa de un freak... un súper fenómeno de laboratorio.
Por fin, la ira lo abandonó y se centró en cumplir ciegamente la misión que se le había asignado. Sídney... allí dijo la madre de Willy que había ido Kara. No conocía el lugar, pero había visto fotos. Con eso y su increíble poder de su universo mental, se hizo una imagen perfecta de la zona a la que quería ir. Entonces desapareció.

En Sídney no le costó saber que había algo extraño allí. Su instinto le decía que había gente extraordinaria a pocos kilómetros de allí. Se transformó en Hyun Suk, su verdadero y original cuerpo, y avanzó a paso ligero por las calles de la ciudad. Si saber cómo, se cruzó con alguien conocido, alguien a quien debía matar para que su habilidad fuese única: Julian Stanopen.
Julian vio a Hyun Suk pasar corriendo a su lado y se sorprendió más que cuando vio las noticias hacía unos instantes, noticias con escasa información sobre Grandville, en realidad.
— ¿Hyun? —saludó automáticamente—. ¡Hyun! ¡Cuánto tiempo! ¿Pero qué haces aquí?
Hyun se detuvo y lo miró con odio.
— ¿Estás bien?
— ¿Dónde está Kara?
— ¿Qué? —Preguntó incrédulo—. ¿Kara? ¿Estás aquí por Kara?
—En efecto. ¿Dónde está?
Julian lo miró un momento y luego supuso que se trataba de una broma.
—Oh, vamos Hyun Suk... Estás de broma, ¿no? Dime, ¿qué haces de verdad en Sídney?
Daniel los miró a uno y a otro esperando que Hyun Suk contestara.
—Ya no soy Hyun Suk. Silverman debió haberte avisado en sueños.
Julian se quedó extasiado, igual que Daniel.
— ¿Qué? ¿Qué estás diciendo? ¿Qué sabes de Silverman? ¿Cómo...?
—Tarde o temprano morirás, Julian, yo mismo tendré que matarte —eso dejó sin habla a los Stanopen—. Tienes mi poder, y controlar el viento sólo debería poder hacerlo yo. Aléjate de mí todo lo que puedas antes que mi descontrol vuelva y pase lo de Grandville... debo encontrar a Kara...
Mira hacia todos lados. Allí a donde miraba, sentía que había una persona con habilidades.
— ¿Qué ha pasado aquí? —Susurró Hyun—. ¿También hay freaks?
Julian y Daniel se miraron.
—Hyun... ¿Qué está pasando?
— ¡No me llames Hyun! —vociferó el coreano Hyun Suk.
Pegó un salto y se desvaneció en el aire. Julian y Daniel se quedaron paralizados y sorprendidos ante tal espectáculo.

Un Multikill en estado gaseoso avanzó por los edificios de los alrededores hasta que encontró tres personas con poderes interesantes. Podía sentirlos, tenía sea habilidad, ese instinto. Durante un instante olvidó su misión.
"Es hora de cobrar nuevos poderes", pensó Multikill.


Hace dos horas

En el aeropuerto, Julian y Daniel ya habían escuchado la llamada hacia su avión. Después de lo de Hyun Suk, estaban muy alterados. Pero peor se pusieron al ver las noticias en los televisores de la nave del aeropuerto en que estaban. La gente se reunía a su alrededor. Era espantoso. Ahora llegaban más datos desde Grandville, el lugar que durante varios minutos se había convertido en un infierno.

A miles de kilómetros de allí, incluso de Grandville, en Seattle, Mely Taylor miraba las noticias con horror. Los informativos avisaban de la masacre que había protagonizado una especie de mutante en la ciudad de Grandville, ahora mayormente dañada. Mely recordó a Kara y a Julian... recordó haber pasado por sus casas en más de una ocasión. Era espantoso lo que había pasado. Sin duda había sido un freak de los meteoritos... aunque era el más devastador que había visto nunca. Pensó de repente en la jadarita... tendría que usarla otra vez si realmente se trataba de un freak.
—Que horror —repitió una y otra vez la chica mientras se acercaba cada vez más a la pantalla.

Lorkie, en Metrópolis, se preparaba para ir a ver los avances obtenidos con Bartowsky en su encierro. Pero justo cuando iba a salir de la sala en la que estaba, miró la televisión al aparecer la noticia sobre una gran masacre causada por un sólo individuo, un monstruo. Pronto se mencionaron víctimas importantes, entre las que aparecía un recientemente promocionado oficial de la policía de metrópolis. Los ojos de Lorkie se llenaron de lágrimas.
—No... —susurró apenas con fuerzas para ellos—. Papá...

Mannheim estaba ilocalizable... Lionel Luthor llamaba una y otra vez al encargado de sus laboratorios, el hombre que había creado al monstruo que había destruido gran parte de Grandville, tal y como veía en las noticias frente a él.
— ¿Dónde estás, Mannheim? —susurró Lionel pensando en mil y una maldiciones contra Bruno.
Esto era terrible, debía hacer algo al respecto, pero... ¿Qué? Quizás... Lionel frunció el entrecejo al ocurrírsele una idea.

A pocos edificios de allí, Morgan Edge estaba igual de horrorizado y sorprendido que todo el mundo. Aunque por otro lado, la información que tenía sobre MK no dejaba lugar a dudas: habría pasado antes o después. Esto no era nada bueno, no sólo para Luthor, sino para él. Luthor haría su jugada de un momento a otro. Lo más seguro es que intentara inculpar a otro... ¿y quién mejor para cargar con las culpas que la mafia de Morgan Edge? No dejaría que se le adelantase. Por supuesto que no.

En Nueva York, la noticia había repercutido de igual manera. Sobre todo para Roy Harper. Había salido del trabajo al llegar las primeras noticias de Grandville y los muertos empezaban a contar desde cero. Su padre no se quedaría de brazos cruzados ante una situación similar. Se haría el héroe, precisamente lo que no quería que hiciera su hijo. Al llegar a su apartamento. Tiró el mando a distancia del televisor. No podía contener su rabia y su desesperación. La pantalla del televisor se encendió.

Oliver Queen se sentaba a su sillón mientras ajustaba la cámara. Ahora Roy Harper podía verlo.
— ¿Jefe? —dijo Roy que aún no se había acostumbrado a aquellas tecnologías.
—Oliver —dijo Queen acomodándose.
—Sí, perdona.
—No Roy, perdóname tú. ¿Estás bien?
—Queriendo salvar a los míos de Grandville mientras estoy en Nueva York. Perfectamente.
Roy se sentó en el sofá donde aún estaba la camisa estropeada que llevó Kara.
—Vamos a ir a Grandville, Roy.
—Por supuesto.
—Prepararé el arsenal suficiente y despegaremos ahora mismo. Tienes una avioneta en el aeródromo que te está esperando. Nos veremos...
—En el hospital —interrumpió Roy que se dispuso a apagar la televisión.
—De acuerdo. William Davidson está allí. Pero no en su mejor estado.
— ¿Y mi familia? —preguntó Roy preocupado.
—Nolan no ha aparecido —dijo Oliver cerrando la conexión. Sabía que Roy tenía que estar concentrado para actuar, y preocuparlo más no era el modo más adecuado de que lo estuviera. Pero lo cierto es que Nolan Harper no había aparecido en el hospital de Grandville.

Hace una hora

Los laboratorios de la Luthor estaban desde hacía horas desiertos. Alguien había ordenado la evacuación de todo el edificio poco después de su huída. A MK no le importaba la causa ni el responsable, él ya había previsto aquello. Llevó algunos cuerpos sin vida a los laboratorios justo antes de ir en busca de tres personas que trabajaban allí. Fueron llevadas contra su voluntad, pero ¿qué podían hacer para negarse?

Multikill asumió su forma original de Hyun Suk para que los científicos hicieran su trabajo con más tranquilidad. Él podría estar consciente en todo momento. La primera víctima fue alguien muy especial, alguien que le permitiría independizarse para siempre de la Luthor. De todas formas, asimiló el poder del resto también. Se sentía renovado.

Una vez que asimiló correctamente todas las habilidades, MK se dirigió a los tres miembros del equipo que lo habían ayudado aun a base de miedo.
—Os doy veinte segundos para desaparecer de este lugar. ¡Vamos!
Los tres salieron corriendo de los laboratorios. Pasado el tiempo exactamente como lo había dicho y contado, Multikill aprovechó uno de sus nuevos poderes para desmantelar todo el equipo. Telequinesis... logró forzar todos los aparatos para hacerlos estallar, se rompieron todos los ventanales, las paredes se agrietaron, los cables se fragmentaron en miles de sitios, del techo comenzaron a caer grandes escombros y el lugar quedó totalmente a oscuras.
Multikill había desaparecido otra vez. Apareció fuera del edificio de la Luthor. Ahora volvía a tener en mente la misión. Una vez cumplida, Mannheim moriría si lograba acercarse a él antes de recibir otra orden.


Presente

Kara fue directamente al hospital. No había encontrado a su familia por ninguna parte, así que supuso que encontraría a todos allí. Así fue. Pero no fue lo único que encontró. Una buena parte del hospital había sido dañado, en ruinas. Aunque se asustó más al ver a su padre internado. Willy y su madre estaban bien, pero él había recibido golpes feos y estaba algo grave, aunque mucho mejor que otras personas, algunas de las cuales quizás no lo contarían.
Kara se acercó a su padre llorando, aunque éste le decía que estaría bien. Quería preguntar qué había pasado, pero las palabras no le salían. Por fin, Willy tomó la iniciativa.
—Kara... esto... ¿recuerdas al monstruo que mató a Damned?
— ¿Qué? ¿Él hizo todo esto?
—Sí... pero no es lo más... sorprendente...
—Yo no usaría esa palabra precisamente —dijo empezando a demostrar su enojo.
—Es Hyun Suk, Kara... Hyun es Multikill.
Kara se quedó boquiabierta.
—Vale —logró articular—, sorprendente es la palabra. ¿Hyun? ¿Nuestro Hyun fue capaz...?
—La Luthor... —dijo William—. Le hicieron algo... estoy seguro de que se les descontroló y mira el resultado.
— ¡Tenemos que detenerlo!
—Kara —dijo Willy—, mira... primero deja que te ponga al corriente de... ciertas cosas que pueden ser de interés para todos, y más para ti.
— ¿Me va a ayudar en algo contra ese monstruo?
—Es lo más probable.
Kara no se esperaba eso.
— ¿Ah, sí?
—Primero lo que papá y yo hemos estado hablando... sobre que no es un freak como los demás... tiene muchos poderes, incluso el de Damned, se transforma a sí mismo y cambia de estados...
—Mató a Damned —razonó Kara—, y le quitó sus poderes... ¿es eso?
—Quizás también le quitó los poderes a Gabriel, pero es que él no estaba muerto cuando vimos que tenía un universo...
—Keid, quizás.
—No sabemos a dónde se lo había llevado Gabriel... es posible. Tiene el poder de Julian, y él tampoco está muerto ni se lo llevó Multikill nunca.
—Eso quiere decir que la Luthor es la que lo ayuda absorber esos poderes.
—Parece que sí. Todavía hay más. Me habló de Silverman... debe estar en algún lado del que no puede salir o no quiere correr riesgos... porque la única forma que parece tener para comunicarse es por medio de sueños. Tuve uno.
—Yo también... y Julian... ¡Oh! Nos estaba avisando...
—Hay más.
— ¿Más aun? ¡El tiempo es oro, Willy!
—Es importante, Kara —dijo Emily.
—Es verdad, si no fuera por él, estaríamos todos muertos —dijo Willy.
—¿Quién?
—Luchó contra Hyun Suk... aunque no le hizo gran cosa...
— ¡¿Quién?!
—El Kryptoniano.
Kara se quedó pensando un momento en eso.
—¿Habéis encontrado al chico kryptoniano? Zaltar me dijo...
—Dijo muchas cosas... pero no lo encontramos, él nos encontró.
—¿Pero quién es?
Willy miró hacia atrás de Kara, en dirección a la puerta. Kara se giró y allí lo vio, un chico de más o menos su edad, alto, de pelo negro... se quedó atónita pues una vez había soñado con él... una sola vez, gracias a su brazalete.
—Kara, éste es Clark Kent, es de Smallville.
—Ah —dijo la chica algo confundida—. Clark... Hola.
—Hola, Kara. Me sorprendí al saber que había otra kriptoniana aquí...
—Espera —lo interrumpió ella—. Quisiera saber si... tú te llamas en realidad Kal-El.
Clark se quedó mudo. Asintió pero tardó en volver a hablar.
—¿Cómo lo sabes?
—Yo... no sabía que estabas en la Tierra —miró a todos y por último, de nuevo a Clark—. Mi brazalete, uno que me dio mi madre biológica hace ya mucho, me proyectó un sueño... me mostró a mi verdadera familia... sólo una vez... y vi alguien igual a ti... Jor-El... El hermano de mi padre biológico. Y Kal-El... es su hijo... ¡Ah!
Willy no sabía nada de eso, pero ya estaba acostumbrado a que su hermana le ocultara algunas cosas. Pero cuando oyó eso se quedó mirándola algo indignado.
—Kara, ¿viste a tu familia y no me dijiste nada?
Ella no contestó. Clark y Kara se quedaron mirando largo rato. Por poco se olvidan del problema que debían solucionar.
— ¿Puedes volar? —preguntó Clark que estaba sentado en un banco del hospital junto a Kara. Allí también se encontraba Julian que observaba como el hospital se colapsaba de heridos.
—Desarrollé este poder hace poco —dijo Kara intentando no escuchar las sirenas de las ambulancias.
—No he conseguido volar —dijo Clark con una sonrisa nerviosa.
—Quizás las kryptonianas se desarrollan más rápido que los kryptonianos.
—Chicos, ahora no es el momento —interrumpió Julian que estaba molesto por no poder actuar.

Las enfermeras transportaron el cadáver de un herido muy grave con una camilla.
—Dios mío... —susurró Clark.

Todos estaban ansiosos por saber las nuevas noticias pero nadie se atrevía a encender el televisor.
—Julian ¿Y tu padre? —preguntó Kara preocupada al no ver a Daniel.
—Está hablando con alguien que teóricamente es mi hermano... Lex Luthor.
— ¿Cómo? —dijo Clark sorprendido.
—Soy un clon de la LuthorCorp, el hijo pequeño de Lionel.

La puerta trasera del hospital se abrió. Una chica rubia se adentró en el edificio y se encontró con los chicos.
—Hola... Clark.
Era Chloe Sullivan, que había llegado de Smallville.
— ¿Chloe?
— ¿Tú eres Kara, verdad?
—Sí ¿Te conozco?
—No, ni yo te conozco a ti —dijo Chloe intentando buscar una explicación razonable—. Pero apareces en los informes que encontré de Morgan Edge, al igual que Clark.
— ¿Cómo? —dijo Clark incrédulo—. ¿Qué dicen los informes?
—Sinceramente —suspiró Chloe—. Después de ver el de Kara preferí no leer el tuyo. ¡Una alienígena! ¡Y pareces una chica normal!
Chloe estaba muy sorprendida. Kara miraba algo asustada a aquella chica.
—Creo que ya hay demasiada gente que sabe mi secreto.
—Kara, estás en buenas manos —dijo Clark intentando tranquilizar a su nueva prima.
—Un momento... —dijo Chloe acercándose a Julian—. ¿Julian Stanopen?
— ¿Qué pasa? ¿Nos conoces a todos?
Chloe fingió una sonrisa.
—Sois vosotros los que os conocéis todos. Parece que todos los informes de Edge y Lionel se hayan juntado en este hospital.

Por la puerta principal del edificio, llegaron dos hombres. Roy Harper y Oliver Queen.
— ¡Oliver Queen! —dijo Chloe sorprendida al ver al multimillonario de Star City.
Detrás de él apareció Roy Harper. Kara miró a Roy sorprendida.
— ¡Kara! —dijo Roy acercándose a la joven—. ¿Está mi padre? ¿Mi familia?
—Tu madre está ingresada, pero los médicos dicen que todo es psicológico, Miranda está con ella.
—Y... ¿Y mi padre? —balbuceó Roy.
—No está.
—Lo suponía —dijo Roy acercándose a Oliver Queen.
—Roy, estos chicos son Kara Davidson, Clark Kent y Julian Stanopen. Según los informes de Edge nos pueden ayudar.
— ¿A qué te refieres? —dijo Roy observando a Kara que continuó hablando con Clark y Chloe.

Al Bartowsky salía de la habitación donde había sido torturado. Dos hombres armados lo sujetaban para que no se escapara. Lorkie apartó su vista al cruzarse con ellos en el pasillo. En su rostro tenía marcas de haber llorado.
—Llorando estás más bonita —susurró Al Bartowsky.
Los tres hombres seguían caminando por el pasillo hasta que uno se detuvo.
—Voy a buscar la llave. Sujétalo bien —dijo un hombre de Edge.
Bartowsky se quedó solo con un guardia.
—Oye... ¿Sabes cómo se formó el universo? —preguntó Al.
Después de unos segundos el guardia respondió.
—Todos sabemos que fue Dios quien lo creó.
—Sí... exacto... Dios se tiró un pedo... y olía mal. ¿Lorkie, verdad?
—No soy Lorkie —dijo el guardia empuñando el arma a Bartowsky.
—Lástima... tenía 50% de posibilidades. Entonces debes de ser Albert.
—Que perspicaz...
— ¿Sabes? Nos llamamos igual. Bueno, me apellido Bartowsky. En realidad es Bartowski. No se lo digas a nadie, que me da vergüenza. Pero cuando cumplí los veinte me cambie la i por una y. No me arrepiento, solo es que...
— ¡Te quieres callar estúpido! —interrumpió el guardia que empujó a Bartowsky a la pared.
Lorkie se acercó sigilosamente por detrás de los hombres con una porra y golpeó al guardia. El hombre de Edge que había ido a buscar la llave regresó en este momento. Lorkie puso la porra en manos de Bartowsky y le quitó las esposas sin que el guardia lo viera.
— ¡Fue él! —gritó Lorkie.
El guardia que quedaba de pie apuntó a Bartowsky, pero Lorkie capturó la pistola del hombre inconsciente y también apuntó al guardia.
— ¿Qué haces, niñata? —dijo el hombre de Edge.
Los dos se apuntaban mutuamente.
—Eh, oye... ¿Sabes cómo se creó el universo? —dijo Bartowsky.
— ¿Qué? —dijo el guardia distraído.
Lorkie aprovechó para cargar el arma y el guardia volvió a apuntarla. Fue cuando Al se acercó al hombre armado y lo golpeó con la porra, dejándolo inconsciente. Lorkie miraba al guardia en el suelo.
—Esto... Lorkie... —dijo Bartowsky al ver que Lorkie no se movía.
Lorkie reaccionó y empujó a Al hacia el exterior.
—Vamos a denunciar a estos asesinos, Bartowsky.
— ¿Vamos? Bueno... tenía otros planes en mente, pero no me parece mala idea.
Se habían reunido en la sucursal de las industrias Queen en Metrópolis para discutir sobre la situación, para saber qué harían y cómo. Todavía la mayoría no se había acostumbrado a las nuevas informaciones que habían llegado. Roy, por su lado, acababa de descubrir que la chica que había estado enamorado de él hacía años era extraterrestre y prácticamente invencible. Por si fuera poco, tenía un... ¿primo? Eso decían que eran. Parecía una invasión alienígena, excepto por lo de invasión.
Kara no dejaba de pensar en que ahora tenía a alguien más como ella, un primo, y Clark pensaba lo mismo sobre ella. Julian era el que más rápido lo había asimilado todo.
Para evitar que Chloe se enterase del secreto de Clark (algo que a Kara no le gustaba), Queen decidió excluirla. La chica investigaría por su cuenta y se enteraría de lo que ella quisiera. Willy estaba presente, sobre todo porque podía ser de utilidad a la hora de enfrentarse a la fuerza de MK. Llevaba consigo una pequeña reserva de la droga que una vez casi lo vuelve loco.
Queen estuvo mucho tiempo intentando poner de relieve toda la información que había robado a Morgan Edge. El nombre de Mannheim no aparecía por ningún lado.
Al final, la información terminó por desconcertar a todos aún más. De repente, alguien entró en la sala e interrumpió a Queen.
—Señor Queen —era uno de seguridad—, tres chicas solicitan unirse a esta conferencia...
— ¿Esto qué es? —preguntó Queen bromeando—. ¿Un espectáculo?
—Una dice que puede transportarse por la oscuridad...
— ¡Mely! —dijeron Kara y Julian al unísono.
— ¿Mely Taylor? —Repitió Queen—. Está bien, que pasen.
—Las otras dos...
—Que pasen —dijo Oliver tajante.
El hombre asintió y salió. Poco después entraron las chicas. Mely Taylor iba en cabeza. Las otras dos dejaron atónitos a Kara y Julian.
— ¿Waittel? —preguntó Julian casi sin aliento.
—Hola, Kara, Julian —saludó Mely—. Señor Queen, he pasado por Sídney y me he encontrado con Elle y Mary Waittel, capaces de controlar las ondas electromagnéticas. Me han dicho que conocen a Kara y Julian...
—Así es —dijo Mary con su acento australiano—, pero nos hemos reservado ciertos detallitos sobre cómo nos conocimos.
Elle rió. Oliver las invitó a pasar y sentarse. Kara y Julian no perdían de vista a las hermanas.
— ¿Qué hacéis aquí? —Preguntó Julian.
Oliver no dejó contestar a nadie y habló él.
—Algo que no he puesto es la información de Edge respecto a Sídney. Es cierto que han surgido nuevos freaks, pero no sabemos cómo.
Julian y Kara se miraron. Oliver continuó.
— ¿Por qué habéis cruzado el pacífico para vernos aquí y ahora? —Les preguntó a las hermanas.
—Fue más fácil que eso, Mely nos trajo —explicó Mary.
—Es cierto. Después de lo que pasó allí... —siguió Elle.
— ¿Pasó algo malo? —Preguntó Roy.
—Un monstruo...
— ¡Es cierto! —recordó Julian—. ¡Multikill pasó por Sídney!
— ¿¡Cómo se te olvidó comentarlo!? —soltó Kara.
—Ese Multikill —siguió Elle—, encontró a varias personas como nosotras... las mató y se las llevó. No fue a por nosotras porque prefirió a otros...
—Pero seguro que nos buscará tarde o temprano —añadió Mary—. Por eso queremos ayudar contra él.
Se quedaron todos en silencio un instante. Entonces, rompiendo ese tenso momento, un par de aplausos lentos irrumpieron en el lugar. Se quedaron todos paralizados al ver aparecer al lado de Oliver Queen a Hyun Suk.
Oliver se apartó rápidamente.
— ¡Hyun! —Dijo Kara levantándose y yendo hacia él.
—Espera, Kara —detuvo Willy. Tenía una fuerza descomunal.
— ¿Ya te has drogado? —susurró Kara.
—Para ocasiones como ésta.
Willy se puso entre Kara y el monstruo. Roy se levantó pero algo lo hizo sentarse de nuevo. Willy no podía moverse y Kara fue impulsada de nuevo a su silla. Nadie podía moverse.
— ¿Telequinesis? —susurró Oliver.
—Muy útil, la verdad —dijo Hyun acercándose a Kara.
Se puso a pocos centímetros de ella y luego le olió el pelo. Los ojos de esta se iluminaron y atravesaron la cabeza de Hyun. Pero luego, éste se recompuso.
—Puedo cambiar de estados, recuerdas, ¿no? No puedes hacerme daño.
Multikill reparó en la presencia de las hermanas Waittel y se alejó de Kara.
— ¡Oh! Qué oportuno... pensaba ir a por vosotras más tarde... Genial.
—No lo hagas, Hyun —susurró Julian.
—Deberías evitar llamarme así. Ya no soy ése.
Una silla se movió para dejar sentarse a Hyun a la mesa.
—He oído todo lo que habéis dicho —vio que Kara estaba sorprendida—. Oh, sí, Kara. Puedo estar aquí sin que ni siquiera tú me veas... o el otro alien —miró a Clark—.
— ¿Por qué no te dejas de tanto blablabla y haces de una vez que tengas que hacer? —dijo Julian.
De repente, las habilidades de Julian desaparecieron. Poco después volvieron. Julian lo miró con odio.
— ¡No serías capaz...!
— ¿Qué pasa? —preguntó Roy.
—Asesino de mierda —Julian no podía ni mirarle a los ojos—. Era sólo una niña.
— ¿Qué? —Preguntó Kara asustada.
MK sacó un objeto de aparentemente ninguna parte y se lo arrojó a Kara. Ésta pudo moverse y atajarlo. Se quedó paralizada al comprobar que era su brazalete.
—No tiene reparos en matar a quien sea —susurró sonoramente Mary—. Lo hemos visto...
MK se molestó con eso. O mejor dicho, Hyun Suk volvía a salir con su consciencia. La gente pudo volver a moverse.
—Esto... continuará —dijo antes de desaparecer.
Kara se quedó mirando su brazalete.
—Kara... —dijo Julian—. No podías haber hecho nada...
—Si hubiese tenido su poder, quizás podría haberle quitado a MK sus poderes...
—No podías saber nada de eso, Kara —volvió a decir Julian.
—Es cierto, lo sé. Pero ahora también tenemos otro problema.
— ¿Cuál? —preguntó Willy.
—MK puede asimilar sin ayuda de la Luthor.


Lionel Luthor entró a su despacho. Su nuevo secretario, Dominic le siguió. Luthor estaba muy nervioso y apenas pudo servirse su bebida.
—¿Qué hay de los laboratorios? —dijo Lionel tomando un trago.
—Destruídos —dijo Dominic.—
—Mannheim... —gruñió Lionel que tiró la copa por el suelo del despacho.
En este momento Daniel Stanopen entró a la habitación.
—¿Quién es usted? —preguntó Dominic.
—¿Qué haces aquí, Daniel? —dijo Lionel.
—Lo que tuve que haber hecho hace mucho tiempo.
Stanopen se avalanzó sobre Lionel Luthor que no pudo hacer nada. Le propinó varios puñetazos. Dominic intentó detener a Daniel.
—Para, Dominic —dijo Lex que entró en el despacho simulando tranquilidad—. No te metas en este asunto.
Daniel Stanopen ya se calmó. Era inútil matar a Lionel. El mal ya estaba hecho. Lex contemplaba la escena con media sonrisa.
—Ahora tienes dos enemigos... más, papá —dijo Lex dejando pasar a Daniel y saliendo del despacho.
Lionel miraba como se cerraban las puertas del despacho.
—Escuche Dominic... con Damned... no quiero que se repita la experiencia.
—Está de camino a Seattle. Pronto llegará, señor —dijo Dominic aún sin hacer nada.
Lionel se sujetó a la mesa.
—Lo sé, que se quede allí. Pero no quiero más monstruos si no los puedo controlar. Mis científicos observaron que su energía producida por la piedra de los meteoritos podría alimentar a toda una central nuclear.
—Así es, creo recordar.
—Que se use para eso —dijo Lionel tosiendo—. Buscad a Multikill o irá a por mi...
—¿No tiene ningún punto debil? —preguntó Dominic mientras la secretaria de Lionel se interesaba por el estado de Luthor.

Dominic se despidió de su jefe y salió del despacho. Caminó hacia el ascensor y bajó. Al estar solo, se le apareció la figura de Multikill.
—¿Qué quieres de mi? —dijo Dominic asustado.
—¿Donde está Damned? —preguntó Multikill amenazante.
—Camino a Seattle...
—¡En que parte de Seattle! La ciudad es muy grande, dime exactamente donde está si no quieres que acabe con toda la ciudad y contigo.
—¡No! Creo recordar que está en los laboratorios NWK, una empresa pequeña que la LuthorCorp compró hace muy poco.
—Bien... Muy bien —susurró Multikill.
El ascensor se abrió, pero nadie salió de allí. Los empleados de la Luthor seguían caminando por los pasillos sin percatarse del cadaver de Dominic. El ascensor se volvió a cerrar.

Escritores:Keidell, Bertu
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Última edición por Bertu el Jue Mar 19, 2009 5:04 pm, editado 2 veces en total.


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melymely
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Mensaje por melymely »

Anda que la que habeis tramado!!!!!!!
Me he quedado sin palabras con estos dos últimos capis sonre todo con todo lo que habeis montado en este último!!!
Pobre Hyun!!! y quien parará a esta mala besti??? teneis por ahí a darkshield???? buff creo que lo que viene es acción y acción!!!
Muy buen trabajo y perdonad mi escueto comentario y lo poco que comento pero os tengo presentes!!!
Saludos y besines geni@s!!!!!
:smt006



Bertu
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Mensaje por Bertu »

Me he quedado despierto esperando tu comentario

Y mañana no tengo clase :smt005 :smt005
Darkshield no, Darkseid :smt012


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melymely
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Mensaje por melymely »

Perdone usted mis faltas de ortografía comiquera!!!
Pensando un poco más....si Kara le da su brazalete a la niña Sue....como es que se mira el brazalete cuando vuela destino a Grandville???



Keidell
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Mensaje por Keidell »

Pero esooo... dónde lo viste??? Yo no leí por ningún lado que mirase el brazalete en su vuelo a GV... :smt102


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melymely
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Mensaje por melymely »

Bertu escribió: 2x15 - La masacre
Willy miró hacia atrás de Kara, en dirección a la puerta. Kara se giró y allí lo vio, un chico de más o menos su edad, alto, de pelo negro... se quedó atónita pues una vez había soñado con él... una sola vez, gracias a su brazalete. El chico, precisamente, estaba mirando hacia el brazalete, también sorprendido.
—Ese... símbolo... Es de la casa de El.
— ¿Eh? —puedo decir Kara.
—Kara, éste es Clark Kent, es de Smallville.
—Ah —dijo la chica algo confundida—. Clark... Hola.
—Hola, Kara. Me sorprendí al saber que había otra kriptoniana aquí... y ahora me sorprendo aún más porque...
—Espera —lo interrumpió ella—. ¿El? ¿Kal-El?
Clark se quedó mudo. Asintió pero tardó en volver a hablar.

MK sacó un objeto de aparentemente ninguna parte y se lo arrojó a Kara. Ésta pudo moverse y atajarlo. Se quedó paralizada al comprobar que era su brazalete.
—No tiene reparos en matar a quien sea —susurró sonoramente Mary—. Lo hemos visto...
Perdona mi inexactitud, aquí creo que se prueba
Aún así me han encantado estos capis y os animo a que continueis!!! xfaaaaaaa!!!
Saludos!



Keidell
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Mensaje por Keidell »

ains... error de coherencia :smt005 :smt005 gracias por los comentarios, mely!


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Bertu
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Mensaje por Bertu »

Eso nos pasa por meter al bobo de Clark :smt005


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melymely
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Mensaje por melymely »

:smt005 :smt005 :smt005
Muy wena!! puede ser pero weno que no importa, al bobo meterle lo que querais y weno con que sigan los capis esta todo ok!



Bertu
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Mensaje por Bertu »

No es la primera vez que ocurre, pero es la primera vez que se dan cuenta :smt005 :smt005


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