Huesario.

Capítulo III

Desde el momento que entramos en aquella habitación, sentí un cambio en mi compañero. Darth y yo trabajábamos juntos desde hacía mucho y nos conocíamos bastante bien, podíamos notar nuestros cambios de humor y actitud con bastante facilidad. Nuestro cometido nos obligaba a ser silenciosos, discretos, rápidos, precisos y letales si era necesario, nunca solíamos mostrar nuestros verdaderos sentimientos porque, para nosotros, pueden ser una debilidad. Pero en aquel momento mi amigo, maestro y compañero de batallas estaba mostrando una chispa especial en su mirada, una chispa que yo conocía bien, una chispa que él sólo dedicaba a las personas por las que sentía algún afecto y en las que no desconfiaba. Eso me desconcertaba, pero bueno, él siempre tuvo sus motivos y nunca me llevó por el mal camino.

Tomé asiento y estudié por un momento a la mujer que tenía delante. María, ese era el nombre y la persona que nos faltaba. Allí se encontraba la última persona que cerraba un círculo que nos podía devolver la libertad. Su aspecto era el de un animal acosado, estaba a la defensiva, pero al mismo tiempo su expresión escondía intriga y curiosidad.

-No es mi intención asustarte María, aunque te parezca lo contrario. Como habrás podido adivinar somos tu comité de bienvenida, si quieres llamarlo así. No pretendemos hacerte daño… aún…

María se encogió un poco en su silla.

-Lore… - Me advirtió mi compañero.

-Juer Darth, le quitas la gracia. – Ahora María me miraba con curiosidad a mí, desde luego a veces para los demás puedo ser un animal digno de estudio – No necesito contarte lo que pasa en la superficie, ya lo has vivido. Aquí abajo esos malnacidos no tienen poder sobre nosotros y pretendemos que siga siendo así. Desde el momento de la invasión, un pequeño grupo se refugió aquí abajo y comenzó a crear algo que bien podría llamarse resistencia. No somos demasiados, pero somos los suficientes para crearles problemas de vez en cuando. Hay mucha historia, pero te contaré lo que más necesitas saber de momento.

Darth asintió con la cabeza y, ¡sorpresa!, sonrió. Estaba claro que tenía algún interés especial. María, por su parte, parecía cada vez más interesada, poco a poco se inclinaba hacia delante apoyando sus codos en las rodillas, supongo que en la mezcla de miedo y curiosidad, ganó la curiosidad.

-Durante esas primeras reyertas, en las que era bastante difícil que los nuestros sobrevivieran, uno de los grupos capturó a uno de los exploradores enemigos que intentaba entrar en nuestra guarida. No me preguntes cómo lo hicieron, no tengo ni idea, con la diferencia de tecnología entre sus armas y las nuestras debería resultar imposible, pero no fue así. En el interrogatorio posterior se descubrió mucha información interesante que nos facilitó mucho la tarea, pero lo más importante fue un secreto revelado poco antes de morir.

-No sé si lo sabes – interrumpió Darth – pero pese a su avanzada tecnología y a todo el poder que despliegan, ellos todavía mantienen una antigua tradición de sus ancestros. Tienen una figura a la que llaman… en nuestro idioma sería guía espiritual. Esos guías hacen de vez en cuando predicciones de futuro, pues bien en una de ellas, que se calificó como profecía, se hablaba de la llegada de unos elegidos que, en el intento por ser libres, traerían consigo el derrumbe de toda su civilización.

-¿Elegidos? ¿Profecía?

-Escucha con atención Maria. – Le dije fijando mi mirada en la suya.

“Los siete llegarán,
marcados con el sonido mudo,
con ellos llegarán cambios,
y traerán ingenio, coraje, valor
y la semilla de la esperanza.
Una civilización subyugada
Vencerá a sus opresores
y será precedida por los siete.
Temed a los siete del sonido mudo
pues ellos traen nuestro fin
y su nuevo comienzo”

Un tenso silencio se apoderó de la atmósfera de la habitación, observé cómo Maria se llevaba la mano al pecho y supuse que allí estaba su marca.

-Aunque parezca increíble – continué – esta gentuza cree en esas cosas y se han dedicado durante años a buscar a esos siete. Los nuestros no creyeron en esa profecía en un principio, pero poco tiempo después apareció el primero de los siete. A él le apareció como a ti, de repente y sin avisar, otros nacimos con ella.

-¿Vosotros? – Preguntó María algo sorprendida.

-Yo fui el primero – confesó Darth – y Lore nació con ella.

-¿Hay más?

-María, - le dije sonriendo – tú eres la séptima y ya conoces a tres de nosotros.

-¿Iria? – Preguntó María con incertidumbre.

-Si, ella también. Te dejamos un rato. – Darth se levantó y se dirigió a la puerta.

-Ahora vendrá Iria, para ayudarte a instalarte en una habitación más cómoda, te traerá ropa limpia y te explicará algo más.

-Pero Iria…

-No te preocupes – intenté tranquilizarla – ladra mucho, pero no muerde… casi nunca.

Antes de salir le eché un último vistazo a María. Pobre, seguro que su vida no era fácil, pero ahora sería bastante más difícil.

Darth y yo salimos de la habitación dejando a una María pensativa y puede que algo temerosa. Iria ya nos esperaba.

-Habla con ella – ordenó Darth – cuéntale lo que necesite saber, de momento no más. – Con esa clara orden nos dejó a Iria y a mi a solas.

-Bueno, es mi turno de dar explicaciones ¿no? – Comentó Iria con esa media sonrisa pícara que tanto la caracteriza.

-Y para aclararle muchas cosas. – Puntualicé yo – Llámame si me necesitas, estaré en mi cueva. – Y sin más nos despedimos, la perdí de vista cuando cerró la puerta donde se encontraba María.