Sí, ciertamente el fantasma del pasado y toda su explicación sobre cómo llegar a convertirse en Mr. Scrooge es de lo mejor de la moraleja. Puesto que riza el rizo, haciendo que la explicación entre en un bucle del que sólo se sale aceptando el error y corrigiendo otros, pero no el inicial. Ese, ya no tiene solución.
Y en cuento al fantasma del presente, es espectacular el golpe de efecto que dan cuando salen "miseria" e "ignorancia" a la palestra
Celda 211
Historia, bastante cruda, de cómo la vida puede cambiar en sólo diez minutos. Un funcionario de prisiones que, ni siquiera, le toca ir a trabajar, aparece en una cárcel de Zamora, sólo para ir haciéndose con su nuevo trabajo antes de tener que comenzarlo al día siguiente. En unos minutos, se desencadena un motín con el líder de los presos, Malamadre, y sus secuaces, Apache y Tachuelas.
En realidad lo que se nos narra es, cómo en las cárceles entra lo que sea a cambio de lo que sea. Siempre hay alguien al que se puede comprar o que se vende. Tanto en un bando como en otro, el de los presos y los funcionarios, las traiciones, las mentiras, los acuerdos sucios y las medidas deshumanizadas, relucen cegando al espectador por la cruda realidad. La línea divisoria entre policias y delincuentes, es tan fina, que es imposible de distinguir. Y, ante una situación extrema, cualquiera y repito, cualquiera, adopta las medidas necesarias sobrepasando los propios límites morales, de conciencia, físicos y mentales.
La ley del más fuerte o del que menos tiene que perder. La ley del que mejor y más rápido manipula. La ley del más preciso al calcular. La ley del que busca un fin y no le importan los medios. La ley del que después de contabilizar las posibles bajas, opta por las "menos importantes". Tremenda.
Malamadre es el perfecto recluso que pasa toda su vida de penal en penal, organizando motines, porque la única forma de vida que conoce es la de ser líder de la basura. Y, Juan alias Calzones (el funcionario), tiene que adoptar las medidas oportunas ante la desesperación en la que se encuentra en un abrir y cerrar de ojos. Y sí... las toma, y sin temblarle el pulso lo más mínimo. Ni un ápice de duda en su cara angelical.
Actuaciones en su mayoría, soberbias. Buenos los principales y los secundarios. Mención especial al yonki, que es perfecto en su caracterización. Espectacular la escena inicial, se ve venir a poco que tengas algo de "vida" o más bien, "mala vida", pero desde el principio, el film deja claro que va a ser contundente. Y lo es.
Muy recomendable.
Pues, como que vuelvo por aquí. Y eso...
2012
Comienza el show con unos cuantas grietas. Vale... venga, sigamos a ver qué pasa. Nada, que las grietas se hacen socavones. Ah! mira... el prota, nah! esquiva la grietita de kilómetro y medio dando un pequeño salto con una limusina. Vale... bueno, no pasa nada. Total, podían haber elegido otro coche, no uno tan manejable, ágil y dinámico. Venga... vale, otra vez.
¡Uf!... Ancksu, que ahora han esquivado un "cacho" autopista y dos edificios de cristal derrumbándose. Venga... vale. Sigamos. ¿Qué c**o es eso? ¡Ah! cucha... que es un párking de varios pisos y lo que caen son los coches aparcados. ¡Uy! por los pelos... que no, que no... ay, ay, ay... sí... los esquiva a todos. Sorprendente la limusina. Quiero una. Nota mental. La próxima vez que se avecine el fin del mundo, ¡por Dios! pilla una. Aunque sea, empieza a ahorrar ya. Venga, sigamos... erupción volcánica megadescomunal del parque Yellowstone. Escapan en "fragoneta" neohippie reconvertida en emisora clandestina de radio, llevada por el visionario de turno. Bien!... han encontrado el mapa para llegar a las naves-Arcas de ¿Noé? ¡Uf! Ancksu... respira. Vale... vamos allá.
Ahora una avioneta. Vale, apuntado también. Y la pilota un cirujano plástico que previamente ha hecho un chiste, o algo parecido. No sé... era algo así como: "mis pacientes me pagan por tocárselas, a ti te lo hago gratis". Digo yo, que era un chiste a cuenta de alguna que otra anatomía del cuerpo femenino. Dios Santo!, también pilota avionetas sacadas a cambio de un reloj. ¡Cachis! no me he dado cuenta de qué reloj era. Uno muy caro. Supongo. Le cambio a usted mi reloj por su avioneta. Ah! venga vale, hecho. Aquí tiene mi avioneta.
En fin... siguen bolas de fuego. Nah! se sortean. Un Tsunami. Dos Tsunamis. Tres Tsunamis. Cuatro... hala! y venga agua. ¡Jesús! ¿Otro Tsunami? Ah! calla. Que es el Diluvio Universal y cargan a la pareja de animales de cada especie sujetados por arneses a helicópteros que cruzan el Himalaya, como si nada, con los elefantes y la jirafas.
¿Y los protas? ¡Mierda se les ha acabado el combustible del pedazo avión que se han agenciado. Así por las bravas, en el aeropuerto y aprovechando el despiste antes de que llegara la nube de cenizas volcánicas. Todavía les faltan dos mil quinientos kilómetros para llegar a China y al Himalaya. Pero, no importa, porque los continentes y las placas tectónicas se han desplazado lo justo, para solventar esa insignificancia de distancia y aterrizan justo en mitad de la Cordillera.
Bien, Ancksu... sigue. ¡Horror! se han acabado las palomitas. Pues nada, a palo seco. Valor y al toro. ¿Qué larga es esta peli, no? O, ¿se me está haciendo? Ay, Dios mio! llegan a las Arcas, entran por la escotilla esa que nunca está convenientemente cerrada. Vale! ¿La Reina de Inglaterra? Pero, ¿qué hace ahí? Ah! claro, calla. Sigamos. Los pasajeros que han pagado la módica suma de mil millones de euros, son abandonados en tierra. En el último momento, sienten pena de esos pobres desfavorecidos que han llegado hasta allí, por tan nimia cantidad y vuelven a por ellos. Angelitos. A todo esto, en la India, los miserables, mueren ante otro ¿Tsunami? por favor, pero... ¿cuántos Tsunamis hay? Ah! espera, que sorprendentemente tiene cobertura en el móvil, la justa y necesaria, para llamar a su amigo y despedirse de él, antes de perecer aguado por el ¿Tsunami? ¡Coño! si mide dos kilómetros y medio la ola, y éste tío con cobertura. ¿Cuál es su compañía? Me pregunto. Espera... Ancksu... no te disperses, a lo tuyo.
Vale, abren las puertas, suben los indigentes de los mil milloncejos. Se atasca la puerta. ¡Cachis! espera que vamos a la deriva y ahora vamos a chocar contra el Everest que está a ocho kilómetros de altitud. ¡No te fastidia! Con tanto Tsunami, lógico. Ahora el Everest, es una boya en mitad del ¿Océano? Me he perdido. Los polos se han desplazado, ahora el Norte es el Polo Sur. ¿Y ésto? ¿Se ha dado la vuelta la Tierra? No comprendo. Me he perdido.
Vale,,, siguen, siguen, agua... más agua, y venga agua. Joder! más agua. Pues nada! Agua por aquí y por allá y llegan al Cabo de Buena Esperanza, sin saber muy bien cómo porque los polos magnéticos de la Tierra han cambiado. Y.... fin.
¡Qué horror! Sí... se han gastado una fortuna en Tsunamis. Pero el guión, lo hago mejor yo. Tela... vamos a dejarlo. Recoge tus cosas y a dormir, que ya va siendo hora.