Historias de Darth Vader

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ancksunamun
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Mensaje por ancksunamun »

Estoy de acuerdo con el hostelero, es un buen relato. :smt002 :smt006


"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante." Oscar Wilde

Super_House
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Mensaje por Super_House »

Magnifica segunda parte, padre. Me encanta este relato y el profesor cada vez me recuerda mas a Matt, para quien no lo sepa es un personaje ficticio de la serie Heroes que tiene el poder de leer la mente y mas cosas... :smt077. Aunque el profesor, me apuesto lo que sea, a que es mucho mas culto... :smt005 :smt005

Sigue asi! :smt002


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DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

Hola de nuevo. :smt006 Bueno, aquí os dejo el final del capítulo. Gracias a Zeta por venir, a Sacred por sus palabras y a los incondicionales como Ancksu, super-House y compañía.

Sólo espero que el final os de ganas de saber que pasó en... :smt077

...Ernesto me dio la dirección de su casa y me fui para la mía, que ya me estaba cayendo de sueño. Se había acabado la desidia de mi anterior vida. Con esto de madrugar para ir a ver a Cathy al instituto... bueno quiero decir para ir a la biblioteca a estudiar...
Les comenté a mis amigos y a Cathy, por supuesto, que si se atrevían a venir conmigo a la fiesta. Les dejé toda la semana para que se lo pensaran y meditaran. Cathy tardó tres segundos en decidirse. Me dijo que no me iba a dejar sólo en una fiesta llena de chicas...

Pasaron los días de esa semana sin ocurrir nada trascendental hasta que llegó el viernes por la noche. Esa noche, Cathy se sinceró conmigo, y de qué manera. Estábamos hablando, sentados en las escaleras de su piso, donde de vez en cuando se asomaban sus hermanos para ver qué hacíamos. Lamentablemente para ellos éramos bastante discretos. En medio de nuestra conversación le pregunté a ella si alguna vez había estado enamorada de verdad. La pregunta la cogió desprevenida. No se lo esperaba. Dudó antes de contestar pero fue sincera como siempre. Siempre me decía lo que pensaba, y sobre todo, lo más importante es que nunca me mintió. En ese sentido, jamás he conocido a una chica como ella... Después de meditar la respuesta, me contestó:
- Supongo que sí, Roy. Yo no podría estar con un chico al que no quisiera. Le dejaría si fuera así.
- Entonces, ¿me quieres? - le pregunté yo, aprovechando la coyuntura.
Se puso seria, titubeante, como si tuviera miedo de la respuesta, lo cual me produjo un fuerte nudo en el estómago.
- Roy, eres tal como yo quería que fueras. Creo que incluso más. Uno ve a una persona que le gusta por la calle y se la imagina de una forma pero nunca suele ser tal como tú te la imaginas. Yo te observaba pero parecías un “chulito ” por tu forma de caminar, lo serio que te ponías y con esa “tía” en el instituto. Sin embargo, el día que tropezamos, y vi que eras tú, me di cuenta de tu educación y de tu timidez, y sinceramente me encantó. No eras sólo un niño guapo, tonto... eras alguien especial.

Sus palabras me llegaron al corazón. Aún hoy en día las recuerdo como si me las hubiese dicho ayer. Se me quedaron grabadas en el alma. Era tan dichoso... había conocido a la chica de mi vida y desde ese momento supe que siempre la querría. Sin embargo, en vez de contestarle esto, saqué mi ironía en el momento más inoportuno, y creo que sólo me hizo gracia a mí mismo.
- Un simple sí, hubiese bastado, cariño. – fue lo que le contesté, como un idiota.
Me miró y me dijo que era un imbécil, como no podía ser menos. Se había “cabreado” y puesto colorada. He de admitir que disfruté del momento como un enano. Entonces acerqué mi rostro al suyo, mirando fijamente sus melosos ojos pardos a los míos, y luego nos besamos aprovechando que la luz se había apagado, y no nos separamos hasta que se volvió a iluminar la sala.
- Vete ya, Roy. Que mi madre se va a enfadar, por favor - me dijo.
- Vale, vale... ya me voy. Mañana te paso a buscar y continuaremos nuestra conversación. Pregúntame lo que quieras que me toca contestar a mí, ¿vale? - le comenté.
- ¡Uy! , no sabes donde te metes, “pipiolo ” - me dijo, mientras sonreía.
La volví a besar sin poder resistirme, mientras ella trataba de abrir la puerta de su casa.
- Vete ya, pesado. Hasta mañana. – me dijo mientras me besaba y cerraba la puerta.
- Hasta mañana, Cathy.

Esa noche me fui de su casa con el “ego” por las nubes, y más dichoso que nadie en el planeta Tierra. Decidí ir a casa de Carlos a ver a la peña, ya que los tenía últimamente abandonados. Cuando llegué estaban jugando al RISK, un juego de mesa al que estábamos totalmente viciados. Es un juego de estrategia y a mí me encantaba. Casi siempre ganaba yo, con el consecuente enfado que eso les proporcionaba. Incluso había veces que se aliaban varios, para luchar contra mis ejércitos.
Les pregunté si se habían pensado lo de la fiesta de Ernesto y si se atrevían a ir. Por supuesto, fue la respuesta.
Además de Omar, Carlos, David, Cathy, Nereida y yo, iban a ir 4 amigos más. Se trataba de Norberto, Israel, Fayna y Mirían. Los dos primeros eran uña y carne, eran como Zipi y Zape. Norberto fue en un tiempo uno de mis mejores amigos, pero el típico tío que no puedes dejar a solas con una chica, (y menos si es la tuya), porque trata de ligársela. Físicamente tenía, por aquel entonces un parecido conmigo. Mas alto que yo, pero igual de espigado. Su pelo también era castaño. Muchas veces nos preguntaban si éramos hermanos. El caso es que con ese tremendo defecto, era difícil llevarme bien del todo con él. En cuanto a Israel, era un buen tío. Era hiper callado (a menos que estuviera borracho, que entonces no se callaba ni debajo del agua), y muy pintoresco en sus manías y forma de pensar. Sin embargo, era alguien en el que podías confiar. Era de mi altura aproximadamente, de constitución fuerte, pelo negro, desaliñado siempre y no especialmente atractivo. No ligaba ni un resfriado.
En cuanto a Mirían tampoco era guapa, pero era la chica más graciosa que he conocido nunca. Me partía con ella. Siempre tenía una contestación irónica, y es de las pocas chicas que me ganaban en una batalla verbal. Mediría un metro sesenta y ocho más o menos y tenía el pelo negro sujeto siempre por una coleta. No era delgada, pesaría unos 62 kg. Por último, estaba Fayna y sus preciosos ojos verdes. Era lo más resaltante de ella. Su pelo fue de tantos colores que no sabría decir cual era el suyo natural. Yo la recuerdo por aquel entonces con el pelo caoba y muy corto. Era más guapa que Mirían, aunque tampoco era una preciosidad. Eran inseparables las dos. Mis colegas les decían las lesbianas, los muy capullos, pero no era verdad. Bueno, al menos os puedo asegurar que les gustaban los hombres también. Una vez estabamos en una fiesta de cumpleaños de un amigo mío que se llamaba Javi y que momentáneamente era el novio de Mirían. Yo estaba borrachísimo y ellas como siempre muy caramelosas conmigo, con los consecuentes celos que ello le suponían a mi amigo. En un momento dado, rozando el coma etílico mi persona, y aprovechando el despiste de Javi, me llevaron de un brazo a una habitación y empezaron a “comerme ” la boca las dos. Yo, lo siento, les seguí el rollo. No pude evitarlo. Ya sé que suena a excusa pero estaba total y absolutamente etilizado. En ese momento mi cerebro no me decía: “tío, que te estás enrollando con la piba de un colega”. De hecho, al día siguiente no estaba seguro de si había pasado realmente ó me lo había imaginado. Nunca comenté nada de eso con ellas ni ellas conmigo. Fue como si nunca hubiera ocurrido.

Estos fueron los elegidos para ir a la fiesta de Ernesto, y para vivir la historia más extraña y trágica de toda mi vida. Sólo Dios sabe lo que me arrepiento de haberles involucrado en semejante odisea. Donde quiera que estéis... lo siento amigos míos.

FIN DEL CAPÍTULO PRIMERO


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-”Nunca olvides qué eres porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil” (Tyrion Lannister).

meiryan
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Mensaje por meiryan »

Por lo que más quieras... SIGUE!!!!!!!!!!!!! :smt003


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Lore
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Mensaje por Lore »

No pares :smt034 sigue sigue :smt034 no pares :smt034 sigue sigue :smt034 :smt034


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Super_House
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Mensaje por Super_House »

Lore escribió:No pares :smt034 sigue sigue :smt034 no pares :smt034 sigue sigue :smt034 :smt034
Idem. :smt005 :smt005 Este ha sido corto, pero intenso... preparacion para la ¿fatidica? fiesta. Esque solo me pega esa palabra al leer la ultima frase, esta cargada de un ambiente tragico. ¿Que pasara? :smt103 :smt103 :smt103 :smt103

:smt006


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ancksunamun
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Mensaje por ancksunamun »

Hombre... sigue... no te hagas de rogar tanto... que está muy interesante.
Si eso, pon el capítulo dos todo entero... digo, por si cuela, vaya...

:smt005 :smt005 :smt005 :smt002 :smt006


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DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

Super_House escribió:
Lore escribió:No pares :smt034 sigue sigue :smt034 no pares :smt034 sigue sigue :smt034 :smt034
Idem. :smt005 :smt005 Este ha sido corto, pero intenso... preparacion para la ¿fatidica? fiesta. Esque solo me pega esa palabra al leer la ultima frase, esta cargada de un ambiente tragico. ¿Que pasara? :smt103 :smt103 :smt103 :smt103
:smt006
¿Habláis del capítulo o es que estáis leyendo las páginas ilustradas del kamasutra :smt005 :smt005 ?


ancksunamun escribió:Hombre... sigue... no te hagas de rogar tanto... que está muy interesante.
Si eso, pon el capítulo dos todo entero... digo, por si cuela, vaya...

:smt005 :smt005 :smt005 :smt002 :smt006
Como desees.... :smt002

PD: Tu firma está que se sale :smt005 :smt005 :smt005

CAPÍTULO II: "LA FIESTA"


Tu puedes comprender mi dolor; pero sólo yo lo siento. (Sófocles)










Tu puedes comprender mi dolor; pero sólo yo lo siento. (Sófocles)


Llegó la gran noche. Habíamos quedado en ir unos con David en su coche y el resto en autobús, ya que era el único de la pandilla que tenía carnet de conducir. Por supuesto, David insistió en que yo fuera en su coche. Cathy, Mirian y Fayna también iban con nosotros. Habíamos decidido quedar en un lugar en concreto, y esperar a que llegasen los de la “guagua”, para ir todos juntos a la casa.
Recuerdo que nos costó dar con la casa porque estaba en las afueras y en un descampado. Era una casa muy grande con un gran terreno colindante, que además estaba delimitado por vallas. Había un pequeño camino de tierra que era por el cual se accedía desde la carretera principal. Más tarde me enteré de que había sido una antigua sucursal de correos. Ernesto había adquirido el viejo caserón, no sé como y lo había habilitado como una vivienda. La primera impresión que me dio la casa al aproximarme a ella no me gustó nada. Me parecía la típica casa de las “pelis” de terror baratas. De hecho, Mirian, Omar y algunos otros, bromearon con ello. Todos estaban entusiasmados con la idea de conocer a mi profesor y de que, no sé qué, que pasara algo fuera de lo normal. Supongo que yo también me incluyo. Estábamos en unas edades en las cuales queremos creer en misterios y que nos pasasen aventuras. Éramos unos estúpidos.

Una vez llegados a la entrada de la casa, me dispuse a llamar a la puerta cuando Ernesto la abrió de repente. ¡¡Qué cabrón!! .Nos dejó a todos sorprendidos. Sonrió ampliamente y nos saludó muy encantado de que hubiésemos venido. Iba vestido muy elegantemente – como siempre, aunque esa noche respiraba un aura especial -. Me percaté de que a las “niñas” se les había puesto una sonrisa picarona. Incluso Cathy me miró de reojo y me sonrió. Lo cual equivalía a decir: ¡Si que está bueno, tío!. Por supuesto, se llevó un empujoncito para que despertara de su ensimismamiento.
Por afuera, la casa me había parecido un poco cutre y antigua, sin embargo, por dentro estaba lujosamente amueblada. Poseía un gran salón donde deambulábamos los invitados, el cual estaba decorado muy a lo barroco en cuanto a sus adornos. Me llamó la atención las columnas de carácter griego repartidas por la sala y que en verdad no tenían otra función que la de adornar. Pero lo que más me impactó, fue una estatua de un ángel que se hallaba en un rincón. Al principio, podía parecer que estaba colocada allí para pasar desapercibida, pero me di cuenta que muy al contrario, su posición desmarcada era lo que hacía que te apartaras del centro del salón y te acercaras a contemplarla. Estaba esculpida en ébano. El personaje tenía rasgos occidentales y poseía un marcado carácter asexuado. Era bellísimo y parecía mirarte mientras sonreía con sorna. Su sonrisa me recuerda ahora a las que pintaba Leonardo da Vinci. La figura estaba completamente desnuda y en una pose de altitud, de soberbia, de seguridad. Era como si nos observara y pensara : ¡Pobres criaturas! .
Prácticamente en el centro de la sala, unas enormes escaleras subían al piso de arriba donde estaban las habitaciones. Había muchísimas personas, unas treinta a parte de nosotros. Nosotros éramos los más jovencitos aunque había un poco de todo. La música era de mi gusto, variada y nada de locuras ruidosas. Recuerdo haber escuchado a Bon Jovi, Depeche Mode, Spandau Ballet, Duran Duran, U2... Aunque recuerdo una en especial:
A question of time

Ernesto nos había comentado que nos sintiéramos como en casa, y nos dejó a la buena de Dios. Omar, Israel y Norberto le tomaron la palabra rápidamente y se fueron directos a la barra del bar. Menudos tres “vinagres1” eran. Sobre todo, los dos primeros bebían y bebían y no les tumbaba nada. Yo en cambio he tenido épocas de bebedor, alternadas con otras de no tanto, hasta llegar casi a convertirme en abstemio. En cualquier caso, Cathy y yo, sólo bebimos algunas “birras”, y los demás, pues cada uno a su “bola2”.

Estábamos todos juntos en medio del salón, cuando me di cuenta de que Norberto hablaba con Cathy. Seguramente le contaba “maravillas” de mí, en beneficio propio. A Norberto siempre le gustaban mis “chicas”. Nunca consiguió quitarme a ninguna pero no fue por no intentarlo, desde luego. De hecho, no se cortaba un pelo con las “pibas” de los demás. Parecía que necesitara demostrarse a sí mismo que él también podía ligarse a esa chica. Pobrecillo ... la verdad es que no era así.
Me decidí a rescatar a Cathy de sus garras y me fui con ella al porche de la casa. Me apetecía disfrutar de ella a solas y hacía una noche preciosa... Ella estaba muy guapa esa noche. Se había maquillado, aunque no en exceso (no me gusta nada, una mujer demasiado maquillada y perfumada). Llevaba puesto un pantalón oscuro, un polo negro y una chaqueta también oscura... Cuando estuvimos a solas, clavó su mirada en mí. Me encantaba como me miraba. Sonreía mientras lo hacía y yo apartaba la vista de sus ojos, sin poder evitarlo.
- ¿Has tenido muchas novias, Roy?- me dijo.
- Tú eres la tercera – le contesté.
- Venga ya... No me lo creo – insistió, ella.
- Te lo juro...¿por qué te iba a mentir?. Yo nunca he ligado mucho. Pero no me importa, lo que importa, no es la cantidad, sino la calidad, ¿no crees? – le pregunté
- Que chulo eres... venga cuéntame quien fue la otra.
- Mi otra ex se llamaba Nayra y era guapísima, todo el mundo se quedaba flipado con ella... Era demasiado guapa. Era super incómodo. Los tíos se la quedaban mirando por la calle, y yo, lejos de sentirme orgulloso, me “jodía un huevo”. No duramos ni un mes juntos, en seguida se dio cuenta que yo era muy poco para ella. Se buscó algún “coyotillo ” por ahí. Alguna vez la veo, y cambia de novio como yo de ropa interior. –le conté.
- Pues, ¿qué quieres que te diga?, que me alegro que la niña tenga tan mal gusto. – replicó ella.
Yo le di las gracias por ser tan amable, y le seguí hablando de mi ex:
-Nayra sólo era guapa. En realidad, nunca me enamoré de ella, a pesar de su físico increíble. Para enamorarme de una persona hacen falta otras virtudes. Es indudable que en el físico es en lo primero que nos fijamos, pero no lo es todo, en absoluto. Sólo es una parte más. Es en el conjunto en lo que yo me fijo, cariño. Una risa, una voz, una sonrisa, unos ojos, pueden ser tan sensuales como ... otras cosas. Yo pienso así, al menos.
- Si, todo lo que tú quieras, pero si la persona no te entra por los ojos... – continuaba ella en sus trece.
- Cathy, el conjunto de cosas he dicho, y el físico entra en el lote, es indudable. No nos engañemos. Pero ya te digo, de Nayra nunca me enamoré. Ahí tienes la prueba evidente de que no todo es meramente visual.
- Bueno, ¿y qué es lo que te gusta de mí?, porque yo soy muy normalita. – me dijo.
Yo sonreí y le contesté:
- En una palabra... todo. De ti me gusta absolutamente todo. Me gustan hasta tus pestañas. Me encantan tus tiernos ojos, tu naricilla, tus pecas, tu pelo, tu risa, no sé, Cathy, todo, ya te digo. Cuando encuentre algo que me disguste ya te lo diré.
Ella me miró entonces, con ojos caramelosos y me dio las gracias mientras me besaba. Nunca podré olvidar aquellos momentos. Cuando estaba con ella... flotaba. El mundo dejaba de girar, de existir. Sólo existíamos los dos.

Cuando terminamos nuestro intercambio de saliva, ella me recordó que le tocaba preguntarme algo.

-Roy, hoy me toca preguntar a mí, ¿recuerdas?. Pero yo, no te voy a preguntar si me quieres, si es eso lo que piensas (parecía que todo el mundo me leía la mente, últimamente como si fuera un libro abierto, ¡¡qué chungo !!). Prefiero que salga de ti, espontáneamente. – me dijo.

Antes de que pudiera contestarla, apareció Nereida – qué inoportuna, ella, por cierto - y nos dijo que nos dejásemos de “pasteleos ” de enamorados y que volviésemos a la fiesta. Cogió a Cathy por un brazo y se la llevó para adentro, con lo cual no me quedó más remedio que entrar yo también. Para entonces, Ernesto ya había empezado su “show” particular con mis camaradas. La escogida, había sido Fayna. Ya había empezado la sesión (por llamarle de alguna manera) para cuando yo llegué, ó mejor dicho, ya estaba terminando, pero por el rostro de mi amiga, los demás deducíamos que acertaba en todo lo que le decía. No tuvo desperdicio lo que Ernesto nos desveló de Fayna.

- ... Fayna, siempre has sido la típica niña que trata de aparentar lo que no es. Quieres agradar a costa de lo que sea. Desde siempre te has enamorado de chicos que no te hacían caso y eso ha sido muy duro de llevar. El no ser correspondida por las personas que quieres es muy duro. Por el contrario, has salido con chicos a los que no querías y has terminado, si me permites la expresión, un tanto asqueada de ellos. Para ti, los amigos son lo más importante. Sobre todo una amiga tuya muy íntima, y tan íntima... A ella le cuentas todas tus preocupaciones y anhelos. A ella le has contado que te gusta un chico desde hace muchos años, que es tu amigo pero que él no te ve como otra cosa y que tu sufres en la distancia. Lo más duro es que él ni se entera. No te preocupes, Fayna, no voy a desvelar su nombre si tú no lo deseas y sé que no lo deseas.

Después de decir eso, paró porque Fayna rompió a llorar ante el asombro de todos nosotros. Yo fui hacia ella para tratar de consolarla, pero no quiso ni que la tocara. Se marchó de la fiesta con Mirian, mientras que los demás no sabíamos bien como actuar. Ernesto se disculpó ante nosotros, reconociendo que se había pasado. Nos rogó que no nos marchásemos y que le perdonáramos. Yo accedí aunque la verdad es que me había quedado muy mal con lo de Fayna. Yo era uno de sus amigos más íntimos y me había quedado con la “mosca ” de ser yo, al que se refería Ernesto. Sin duda de haber sido así, desde luego tenía razón en lo de que estaba totalmente ciego, porque nunca me había percatado de esos sentimientos de mi amiga hacia mí. Como no estaba seguro de que fuera así, decidí no comentar nada, pero pensé en hablar con ella al día siguiente para aclarar la situación y ver quien era el misterioso chico al que se refería mi profesor.

Pasaron un par de horas, quizás más... no lo recuerdo exactamente. Yo estaba distraído en mis pensamientos, bebiéndome una cerveza en la barra. Cathy había hecho buenas “migas ” con Nereida y estaba con ella y con Omar partiéndose el culo por ahí. David, por supuesto, a mi lado, como siempre ha estado. Norberto e Israel por ahí, colocados y echándole los “tejos7” a unas treintañeras que se reían de ellos. Por su parte Carlos, coloquiaba amenamente con los demás invitados de la fiesta. Le encantaba hacer de relaciones públicas. Siempre fue el más extrovertido.
David me preguntaba qué me pasaba. De repente me había embajonado8 como sólo a mí me pasa a veces. No se daban cuenta de por qué había sido. Ninguno parecía haberse dado cuenta de lo que había pasado. O eran imbéciles ó les importaba una mierda. Y no eran tontos, no. Eso me daba más rabia todavía. Empecé a repasar mentalmente mi vida y los momentos compartidos con Fayna. Mi niña de los ojos verdes.
Entonces, Ernesto apareció de repente, como salido de la nada. Nos pegó un susto de muerte a David y a mí.
-¿Qué tal?, ¿cómo lo estáis pasando?- nos preguntó.
- Bien, bien. Tienes una casa magnífica.- le contesté.
- Gracias , Roy – contestó, mientras sonreía. Se había dado cuenta de que yo no me sentía nada bien. Me daba la impresión de que disfrutaba con todo aquello. Como me jodía su falsa amabilidad.
- Ernesto ,lo que todavía no tengo claro es que aún en el caso de que fuese verdad toda esta parafernalia que te has montado sobre ti, no me explico como vas a transmitirme tu don. – le comenté. Se me estaba pegando la cualidad de Cathy de ir directamente al grano.
- Habrás de ganártelo, en cualquier caso. Yo no regalo nada, si la persona no se lo merece. Por lo pronto, ya he conseguido que estés interesado y por ahora me doy por satisfecho.- me contestó.
- ¿Y qué clases de méritos debo de hacer para gozar de tu generosidad?.- continué con el sarcasmo, mientras David se partía de risa.
- No será fácil, pero ya estás dentro de la competición, aunque aún no te hayas enterado. De hecho, vives en tu mundo particular y no te enteras de lo que ocurre a tu alrededor hasta que es demasiado tarde, Roy.- me dijo.


En esto que apareció Cathy y nos interrumpió.
- Profesor, no me lo entretenga más, que yo también quiero disfrutar de él. – susurró, mi amor.
Entonces él la miró con atención y le preguntó si quería que le leyese la mente. Cathy, siempre tan segura le contestó.
- ¿Para qué?, yo ya sé lo que hay dentro de mi cabeza.
No pude aguantar la carcajada. Era ¡tremenda!. Ernesto y David también echaron a reír. Sin embargo, el primero pasó al contraataque.
- ¿Sabes lo que veo en vosotros dos? (refiriéndose a Cathy y a mí). Veo a una pareja casi perfecta. En serio. Tú tienes –refiriéndose a ella – seguridad y entusiasmo por la vida, que le falta a Roy en estos momentos. Mientras a él, le sobra inteligencia y sensibilidad, cualidades, que tú tanto admiras en él, Cathy. Eso te lo puedo asegurar mi adorable amiga.
Se retiró con un saludo hacia otro grupo de invitados dejándonos a los dos perplejos, mirándonos el uno al otro.
- No habías exagerado con respecto a él, Roy – me dijo Cathy -. La verdad es que es muy interesante... además de guapo ...(risas).
Y echó a correr, y yo detrás de ella a soltarle tremendo pellizcón. Creo que fue en ese momento, después de escuchar esa última frase de Cathy cuando perdí totalmente la poca sensatez que me quedaba ya. Comencé a pensar que quería ser como Ernesto, parecerme a él lo más posible y por supuesto, poseer su don, que por otra parte, él me había ofrecido sólo a mí. Le observaba en la fiesta. Era el centro de atención total y absoluto. Todo el mundo le sonreía, le daban palmaditas y le admiraban. Me preguntaba porqué se había encaprichado de mí, y por primera vez desde que supe lo de su extraña virtud, deseé tenerla yo también. Todo el mundo me admiraría y se asombraría de mí. Quería poseerlo. Dicen que la vanidad es el peor de los pecados, y yo empecé a caer en la tentación.
En medio de mis paranoias, David me comentó que nos acercásemos a la estatua a contemplarla. Nos había llamado mucho la atención a los dos. La contemplábamos absortos. Me volteé para buscar con la mirada a Ernesto. Quería que me explicase que representaba la figura. Cuando lo localicé, le hice un gesto con la mano para que se acercara. Él se aproximó y me habló:
- Dime, Roy.
- Ernesto, ¿qué representa la figura? – le pregunté.
- Representa al ángel más bello que ha habido en el cielo, Beelzebub.- dijo él.
- ¿Te refieres al diablo? – le preguntamos.
- Si, a ese mismo. Como sabréis, se le conocen muchas denominaciones.
- Nunca lo hubiese identificado con él. La estatua representa a un ser tan hermoso... – comenté.
- Es que Lucifer era el ángel más hermoso, como te digo, y el que más se parecía a Dios. Según la tradición cristiana, claro. Era la encarnación de la soberbia debido a su extrema belleza. Tanto es así, que terminó rebelándose ante el señor y fue expulsado. Desde entonces ha tratado de empujar al hombre a que haga lo mismo, a que se rebele, a que no siga los dogmas establecidos, las tradiciones impuestas y absurdas. Es el mal en sí mismo, que tienta a las almas para condenarlas... – entonces ,se detuvo, nos miró y se echó a reír.
- Pero supongo que todo esto os sonará a cuentos para niños, ¿no?- continuó.
- No sé que decirte. A mí me encanta la mitología, Ernesto. – le dije.
- A mí también – replicó David- Cuéntanos más cosas sobre el diablo, Ernesto. Tú seguro que sabes mucho sobre el personaje, ya que eres historiador.
- Una cosa no tiene que ver con la otra. ¿Te llamas David, no?- le preguntó.
- Si. – contestó mi amigo.
- Yo sé bastante, pero más que nada porque al igual que a Roy, me encantan los mitos y leyendas. Sobre todo, las oscuras...
- Pues cuenta, cuenta...- insistía David.
- Bueno, ya que te interesa, otro de sus nombres poco corrientes es Mefistófeles. Sin embargo, su verdadero nombre es el que os he citado antes. ¿Habéis leído la Biblia?- nos preguntó.
- No – respondimos los dos al unísono.
- Pues deberíais hacerlo. Sin duda es el mejor libro que existe. Mas allá de las creencias y religiones, es un libro magnífico. En realidad son un compendio de libros que se unificaron. Aunque se ha intentado dar coherencia literaria y cronológica, hay que tener en cuenta que se compone no sólo de lo que se ha llamado “los libros históricos”, sino de los “sapienciales”, “proféticos”, las “cartas”, el Apocalipsis...- se detuvo, nos miró, sonrió y prosiguió.
- Me estoy enrollando, ¿no? – nos preguntó.
Nosotros hacía rato que nos habíamos quedado en “Stand by”.
- Bueno, os decía todo esto porque la Biblia tiene partes muy interesantes y otras que serán enormemente aburridas para vosotros. Pero, que en cualquier caso os lo recomiendo. Por ejemplo, en el libro de Job, Satán aparece como un ángel enviado por Dios para tentar a los hombres y probar su fidelidad. Curioso, ¿no?... enviado por el mismo Dios. ¿A que eso no lo sabíais?. La lectura es lo que diferencia a la persona culta de la mediocre. Así que yo os recomiendo que leáis. Así si alguien os pregunta, por ejemplo... ¿qué representa esta estatua?, se lo sabréis decir y quedareis en la gloria – terminó su exposición y soltó una carcajada.
La verdad es que Ernesto también era un poco vanidoso, ¿no?. Pero tenía que reconocer que a mí me encantaba y que lo admiraba como no lo he hecho con nadie en toda mi vida.
Poco menos que nos había dejado como dos ignorantes, pero era su forma de “picarnos”, de incentivarnos a realizar las cosas y a convertirnos en personas cultas. Desde luego, conmigo funcionaba su terapia. Con el tiempo me leí la Biblia. Tardé más de un año, pero me la leí... He de admitir que siempre acepté sus retos.

Como anécdota, recuerdo a mi madre preocupada, al verme todo el rato con la dichosa Biblia y pensando que ya me había captado alguna secta, o algo así. ¡Qué cosas!


Mientras me encontraba sumido en mis estúpidos pensamientos, mi profesor ya había escogido a su siguiente víctima. Lo intentó con Carlos, pero éste no se atrevió, en cambio fue Omar el que se prestó a la sesión. Y esta vez, si que la escuché desde el principio...

- Muy bien Sr. Omar – comenzó Ernesto- , tú si que eres un personaje curioso. Nunca tuviste ningún tipo de preocupación cuando eras pequeño. De hecho te pasaste una infancia más que agradable. Casi siempre te sales con la tuya y tienes éxito con las chicas, a pesar de que no eres un caballero precisamente...
Todos echamos a reír, no era para menos. Por ahora había dado en el clavo. Ni yo mismo lo hubiera descrito mejor.

- ...Omar hay una cosa que siempre te ha extrañado, y es que cuando tenías 14 años, jugando con un amigo tuyo, estuviste a punto de besarle, y eso te hizo dudar durante mucho tiempo de tus tendencias sexuales...
Al decir esto, todos miramos a Omar que estaba abrazado a Nereida y sonreía como pensando: ¡Vaya pedazo de cabrón, el tío éste!. Ernesto continuó, pues aún no estaba satisfecho.
- ... Sin embargo, hay una cosa que te aflige mucho más que todo eso. En casa las cosas no van bien. Tu padre y tú, no os lleváis bien. Es debido a que él os pega a tu madre, a ti...
Ahí se acabó la sesión, porque Omar le fue a agarrar del cuello. Y lo hubiera conseguido si David y yo no le agarramos y tranquilizamos. Mi amigo se puso a llorar como un niño. Yo nunca le había visto así. Nereida le apartó de nosotros y se lo llevó. Una cosa había quedado patente: la sutileza no era una de las virtudes de Ernesto. Había conseguido destrozar el ánimo de dos de mis mejores amigos en un par de horas. Yo estaba cabreado, pero no fui capaz de decirle nada. Para entonces, yo ya había caído en sus “garras” y temía que si me enojaba con él, pasaría de mí, y se buscaría a otro. Así que no le dije absolutamente nada. Cathy estaba enfurecida con él y me pidió que nos marchásemos de allí, que no soportaba estar un segundo más en esa casa. Por supuesto, yo accedí y me disculpé ante Ernesto por abandonar la fiesta (...encima). Él me dijo que lo entendía, y que no me preocupara, que ya hablaríamos el lunes, de lo “nuestro”. Esas fueron las palabras que utilizó... lo nuestro.

Salimos a toda hostia,... yo detrás de Cathy que estaba enrrabietada y de qué forma. Omar estaba afuera, apoyado en un muro con Nereida. David y Carlos nos esperaban junto a ellos. Detrás nuestro salieron Norberto e Israel, que no se enteraban de nada y que estaban completamente ebrios. Los demás estábamos un poco desconcertados y yo me sentí manipulado y decepcionado conmigo mismo. Había hecho pasar un muy mal trago a mis amigos, aunque fuese indirectamente. Supongo que me sentí culpable.

Es un sentimiento que nunca jamás desde entonces me ha abandonado. A veces, escucho voces por las noches que me dicen : tú tuviste la culpa. De no ser por ti, nada de eso hubiese pasado. Me despierto bañado en sudor , esperando encontrar a la persona que me dice esas cosas. Quiero pedirle perdón, pero siempre estoy sólo. No hay nadie más conmigo...

Nos fuimos todos en el coche de David (8 personas en un seat ibiza, ¡qué fuerte!) y nos fue dejando a cada uno en su casa. La última parada era la casa de Cathy y yo le comenté que me dejara allí, con ella, que ya me buscaría la vida para volver a casa. Sin embargo, él insistió en esperarme. Cuando llegamos a las inmediaciones de la casa de mi chica, me bajé con ella para acompañarla. Apenas ninguno de nosotros había balbuceado una palabra en el recorrido automovilístico, desde la casa de Ernesto. Cuando llegamos al portal, rompí el silencio:
-Cathy, ¿estás enfadada conmigo?.
- No estoy enfadada contigo, Roy. Es que ni siquiera te has cabreado con él por lo que le ha hecho a tus amigos. ¿Cómo es posible?, tú no eres así... – me dijo.
- Lo siento, tienes toda la razón. No sé lo que me pasó. Es como si estuviera hipnotizado... fui incapaz de reaccionar. Era como un sueño de esos en los que eres espectador pero no puedes intervenir. Veía lo que pasaba y no supe qué hacer. Se ha reído de todos nosotros y la culpa es mía, lo siento, ¿podrás perdonarme?- yo estaba totalmente avergonzado y arrepentido de lo sucedido con ellos en la fiesta.

- Pues claro ,bobo. –entonces volvió a sonreír, con la consecuente tranquilidad que eso me causó. Temía haberla defraudado.
- Es que, no sé... me sorprendió que no le dijeras absolutamente nada –continuó repitiendo - , preferiría que trataras lo mínimo posible con ese “tío”. No me gusta nada. Me da mucho miedo, Roy. Te lo pido por favor.
Cathy me había tomado la medida, sabía que si me pedía las cosas con dulzura me derretía y accedía a todos sus deseos. Conmigo no van las exigencias, a cabezota no me gana nadie... sin embargo, con buenas palabras se me lleva a cualquier lado, como a un corderito.
Le dije que sí, que no se preocupara que iba a cortar las relaciones con él. Pese a mis esfuerzos no debí sonar muy convincente, ya que me insistió:
-¿A pesar de que te ha prometido su don, cariño?. No todo el mundo sería capaz de negarse. ¿Tú eres capaz?.
- Yo soy capaz de eso, y de más –me salió la vena presuntuosa.
- ¡Venga!, hablo en serio. ¿Harías eso por mí? – me preguntó, acorralándome por completo.
- Claro que lo haría. Tú eres más importante que ese estúpido don. – le contesté, poniéndome muy serio y mirándola a los ojos.
- Gracias, Roy.
Entonces, puso sus brazos alrededor de mi cuello y de una forma absolutamente sensual, giró su cabeza un poco hacia un lado, mientras sonreía sin apartar su mirada de la mía. He de reconocer que se me pusieron los pelos de punta y que mi cuerpo tembló. Mientras me besaba, era como si absorbiera la poca resistencia que me quedaba ya hacia ella. Con ella estaba intentando que no me pasase lo mismo que con María. No quería ser vulnerable. Quería controlar la situación.
Cuando acabamos, y al ver mi cara de “alelado”, se partió de risa y me dijo:
- Hoy he sido yo, la que se ha partido el culo . – Se partía de la risa.

Se vengaba de mí por lo de la noche anterior cuando me dijo que me quería y yo había frivolizado con sus sentimientos, aunque de manera inconsciente. Bueno... no tan inconsciente...es mi sentido del humor, ¿qué le vamos a hacer?. Me di cuenta de que donde las dan, las toman. Me lo tenía bien merecido. ¡Dios, cómo quería a esa niña!
Nos despedimos, y mientras se marchaba susurré para mí mismo “te quiero, Cathy”. No quería decírselo todavía, aún me quedaba algo conque hacerla rabiar.


Volví al coche del pobre David, que se había quedado como media hora esperándome. Me disculpé ante él y le di las gracias. Me dijo que no me preocupara, que lo entendía, y soltó el típico comentario machista de mal gusto, que tanto detestan las tías y yo también. Que si le había metido mano y tal... Le miré y le dije:
- ¡Anda, calla y conduce!

Mis amigos siempre me han criticado que no les cuente las cosas, pero es que siempre me ha parecido una falta de respeto contar las intimidades de una pareja con los amigos. Es más que evidente la parte que les interesa. Así que... que se queden con las ganas.

Cuando llegué a casa, observé que mi hermana no estaba, ¡qué raro!. Se había quedado en casa de su novio. Seguro que se estaban portando muy bien. ¡ Dios mío!, un sobrino con 19 años, pensaba yo.
El caso es que me puse a repasar mentalmente el día, como hago siempre, sin poder evitarlo. Mi cerebro está entrenado para ello. El tío es independiente, lo hace sin yo quererlo. Había sido un día completito, no le había faltado de nada. O, mejor dicho, había sido una noche inolvidable.

Volví a tener otra pesadilla. Esta vez me encontraba en el borde de un acantilado. Se trataba de un paisaje hermosísimo, al estilo de los valles escoceses que tanto me encantan. El día estaba nublado y parecía que iba a llover. Miré hacia abajo y me dio vértigo. Podía observar como en el fondo del acantilado rompían las olas contra las rocas de una forma salvaje, pero estaban demasiado lejos para que pudieran afectarme. De repente, escuché una voz familiar detrás de mí que me llamaba. Era Fayna. Estaba increíblemente pálida y me dijo:
- Roy, ayúdame por favor.
La manera de decir esa frase me estremeció por completo. Decidí acercarme a ella y entonces el suelo comenzó a desmoronarse ante nosotros. Nos quedamos inmóviles los dos porque no teníamos a donde escapar. Cuando quisimos darnos cuenta, cada uno estábamos mantenidos por un escaso metro cuadrado de suelo. Ella estaba a unos 10 metros de mí y me resultaba imposible alcanzarla. Sólo estábamos nosotros, el escaso suelo y el abismo. De repente comenzó a tronar y a llover como no he visto en la vida. Ella comenzó a llorar y me hacía señas para que mirase hacia abajo. Pude comprobar que las olas estaban rompiendo el suelo que la soportaba y se iba a caer al vacío. Yo desesperaba, gritaba y lloraba intentando ayudarla pero no podía hacer nada. Estaba demasiado lejos para que ella pudiese saltar a donde estaba yo. Los dos teníamos la mirada fija el uno en el otro, y volvió a decirme:
- ¡¡Roy, ayúdame por favor!!.
Pero ahora había sido de una forma más angustiosa todavía. Sus palabras me desgarraron el alma y yo sólo podía mirar. Sucedió lo inevitable ... cayó al vacío..., mientras, yo gritaba su nombre en medio de la nada que me rodeaba.
Me desperté envuelto en sudor y secándome las lágrimas que me recorrían la cara. Sentí un momentáneo alivio al comprobar que había sido una pesadilla, pero inmediatamente me preocupé por Fayna y la llamé por teléfono a su casa. Cual fue mi sorpresa al decirme su madre que no había dormido allí anoche y que seguramente se habría quedado en casa de Mirian, como tantas y tantas veces anteriormente. Le di las gracias a su madre y llamé a casa de Mirian. Tuve que repetir la llamada varias veces, porque estaba tan histérico que no lograba marcar bien su número. Cuando por fin lo conseguí, me salió al aparato Mirian, con una voz de ultratumba como si se acabara de levantar.
- Oye, Mirian, soy Roy. ¿Está Fayna contigo?- le pregunté.
- No ,no, que va.
La sangre se me heló con su respuesta.
- ¿No se quedó anoche en tu casa?
- Que no, te digo. ¿Qué es lo que pasa? – me preguntó.
- Vamos a ver..., Mirian, vosotras os fuisteis juntas, ¿no?
- Sí, pero cuando llegamos al barrio, ella se fue para su casa y yo para la mía. ¿Qué coño pasa Roy?- me preguntó.
Me quedé en silencio. De nuevo, un torbellino de cosas pasó por mi cabeza. Decidí tranquilizarme y pensar que sólo había sido una pesadilla y que todo esto, era pura casualidad.
- Mirian, es que estoy preocupado por ella porque no ha dormido en casa. ¿Tú no sabes donde puede estar? – le pregunté.
- ¡Ah!, no te preocupes, se habrá ido a casa de algún ”ex” a echar un polvo y se habrá quedado dormida allí - se descojonaba. -No te preocupes hombre.

Para ellas, eso era algo normal, por lo visto. Acostarse con los ex, cuando estaban “depres”. De todo hay en la viña del señor.

- Vale, vale. Pero puedes decirle que me llame si la ves, por favor. – le pedí.
- OK, pero... mira, ¿qué haces tú, despierto un domingo a las 9:30 de la mañana y llamando a casa de Fayna?, ¿me he perdido algo?
- ¡Joder, Mirian!, déjate de chorradas ahora, que no está el horno para bollos. -no me había hecho ni pizca de gracia su comentario.
- Reconoce que no es normal, además... que tú me lo ibas a contar si pasara algo.
- ¿Has acabado, Mirian con tu interrogatorio?- le increpé, poniéndome borde.
- No, no he hecho más que empezar. ¡Oye!, que has sido tú el que me ha despertado, pedazo de capullo. Así que ahora, suelta tu lengua. – me espetó algo iracunda ella.

No me atreví a soltarle lo de mi pesadilla porque pensaría que era un imbécil. Y por otra parte, tampoco quería preocuparla porque a lo mejor no pasaba nada en absoluto y yo estaba sacando las cosas de quicio. Así que me decidí por la estrategia.

- Es que ayer se fue llorando y me quedé preocupado y he querido saber de ella. – le dije
- ¿Desde cuando te preocupas tú, por lo que siente ella, Roy?- contestó.
- ¿Cómo?, ¿A qué viene eso?. Yo siempre me he preocupado por ella.
- ¡ Y una mierda!. Tú sólo te preocupas de ti mismo. No vengas con rollos, ahora. Que ya nos conocemos.- me soltó eso sin más. Me pareció que se lo tenía guardado y que había encontrado el momento idóneo de decírmelo.
- Vaya, me alegra que tengas tan alto concepto de mí. Muchas gracias Mirian. Pues te diré que no me conoces en absoluto. Acaso te piensas que mi vida ha sido maravillosa, ¿ ó qué?. Que no os lo demuestre no significa que no me sienta mal, muchas veces. Lo que pasa es que no soy un llorón como vosotros y me guardo las cosas para mí, porque no me gusta “mascar ” a la peña con mis problemas. Sin embargo, yo parezco el padre confesor, y todo el mundo recurre a mí cuando está afligido o necesita un consejo. Pues, ¿sabes?...ya estoy harto de ser el fuerte, el que da consejos y todo eso. A ver, dime ¿ qué hombro he tenido yo para llorar durante este año, cuando me sentía totalmente destrozado?. Ninguno de vosotros vino a consolarme o a pedirme que me abriera a vosotros, que me desahogara. Y encima me dices que tengo que estar atento a vuestros problemas... ¡anda y que te den, Mirian!. – Había conseguido enfurecerme y emocionarme al mismo tiempo.
- ¡Joder, Roy! Es que tú no cuentas nada, tío. Es muy difícil llegar a ti. Eres como un islote en el centro del mar. Siento mucho no haberte ayudado con lo de María. Se nota que la querías mucho. Ella se lo pierde Roy. Ya quisiera yo que algún chico me quisiera de esa forma... - hizo un lapsus de unos segundos, y continuó -¿sabes también lo que pasó?. Que tus amigos nos sentimos abandonados por ti. Sólo querías estar con ella a todos ratos y comenzaste a pasar de nosotros poco a poco. Supongo que en cierta manera, y aunque esté mal decirlo, nos alegramos de que lo dejaras con ella y te dábamos un escarmiento.
- Pues vaya amigos que sois. El escarmiento ha sido durísimo. Me he sentido sólo, sin nadie, con ganas de morirme.- le dije.
- Lo siento de verdad, ¿vale?. Pero ahora con Cathy, ¿ bien, no?- se propuso cambiarme de tema para animarme, supongo.
- Muy bien, Mirían... Lo que pasa es que al principio todo es de color de rosa y eso me asusta un poco. Pero noto la diferencia. La diferencia es que Cathy me quiere y la otra no sé qué coño quería, porque desde luego a mí no. Estoy muy enamorado de esa murciana, Mirían.
- ¿Ves?, cuando quieres eres adorable, lo que pasa es que la mayor parte del tiempo eres un capullo. Supongo que con Cathy, ¿serás al revés ,no?
- ¡Qué graciosa eres Mirían!. Espera que me rasco el sobaco para reír yo también. – me hizo sonreír al fin.
- Ya sé que soy un descojono. –dijo ella.
- Bueno, tía, tengo que colgar porque el teléfono corre y tal... – le dije.
- Vale. Venga hasta luego, capullín.
- Yo me parto contigo. Mira, no te olvides de decirle eso a Fayna, ¿eh?, que me llame enseguida.
- Vale. Hasta luego, guapetón. – seguía burlándose de mí.
- Hasta luego, martes y trece.- le contesté.


Mi charla telefónica con Mirían había servido para que me olvidase de mi preocupación con respecto al sueño. La mañana fue pasando hasta que llegó la tarde y me fui al cine con Cathy. La película que vimos, tampoco se me olvidará jamás... GHOST.
Ya era de noche y estábamos paseando por la avenida, hablando de la peli como dos estúpidos enamorados. Cathy me preguntó que si a mí me pasara como el protagonista, Patrick Swayze, y muriera ahora, si volvería para estar con ella. ¡Menudas preguntitas hacéis las mujeres!. Yo le dije que yo nunca me marcharía al cielo como hizo él, sino que me quedaría todos los días del resto de su vida con ella... contemplándola, hasta que algún día nos volviésemos a encontrar (anda que yo también). Me miró y me dijo:
- Eres un romántico empedernido... pero me encanta que seas así Roy.
Entonces me cogió de la mano y continuamos el paseo. A mí nunca me ha gustado pasear de manos por la calle. Me parece una cursilada y me da vergüenza. Pero ese día me encantó.
Pero mi gozo, como no podía ser de otra manera, iba a ser muy efímero. Al pasar por delante del portal de Fayna, observé un coche de policía en la puerta. De nuevo, la preocupación volvió a mí. Como siempre que ocurre algo en mi barrio, están los típicos vecinos marujos que andan revoloteando por ahí, para enterarse de qué ha ocurrido. Cathy y yo decidimos preguntarle a una señora, si sabía lo que había pasado. La mujer nos contó lo siguiente:
- Por lo visto, mi niño, la niña esa del cuarto piso, la de los ojos verdes no ha aparecido en todo el día. Se fue de casa desde anoche, a una fiesta o no se qué y no ha aparecido. Seguro que la han raptado. Ustedes tengan cuidado que hay mucho delincuente por ahí y ustedes son jóvenes. – nos comentó la buena señora.
Cathy y yo estábamos petrificados y reuní fuerzas para hacerle la pregunta cuya respuesta me aterrorizaba.
- ¿Sabe usted, señora, como se llama la chica esa?
- Fayna, mi niño. Se llama Fayna.

No puedo expresar con palabras como me sentí en ese momento. ¿Pero qué demonios estaba pasando?, ¿dónde estaba Fayna?, ¿tenía algo que ver Ernesto en todo esto?, ¿por qué estaba teniendo yo, esas pesadillas?. El mundo se me acababa de venir encima.
Subimos a la casa de Fayna. Su madre estaba destrozada. Era normal. Se preguntaba donde estaba su hija. Me preguntó si yo sabía algo. Me quería morir. Le contesté que no tenía ni idea de donde podía estar. Estuvimos como dos horas consolando a la pobre mujer, a su otro hijo y al padre. La policía les había dicho que tenían que pasar 48 horas antes de empezar a buscar porque podría tratarse de una niñatada. La madre casi golpea a uno de los policías. Estuvimos un buen rato en la casa , hasta que se hizo tarde y nos tuvimos que marchar.
Después de despedirnos de la familia de Fayna, Cathy y yo nos marchamos totalmente desalentados. ¿Dónde estaría Fayna? Nos preguntábamos. Sin embargo para mi chica, todo estaba meridianamente claro.
- Ha sido ese psicópata que la ha secuestrado, Roy. – refiriéndose a Ernesto.
- No digas disparates, Cathy. – le contesté.
- ¿no?, entonces dime tú, qué es lo que ha pasado.
- Y yo que sé. ¿Qué quieres que te diga?. Lo que no podemos hacer es “fliparnos” y decir la primera chorrada que se nos ocurra. Él tío es más raro que un perro verde, no te lo discuto. Pero de ahí, a ser un secuestrador, Cathy...
- Y yo te digo que ha sido él. ¿ Por qué lo defiendes?, ¿Qué te pasa?- me increpaba.
- Yo no le defiendo. Sólo te digo que no saquemos conclusiones precipitadas. Esperemos acontecimientos, a ver qué es lo que ocurre.
- Si ya... y mientras Fayna... sabe Dios lo que le ha hecho.
- ¡Cathy, joder!, no digas más estupideces – me cabreé.
- Mira Roy, me voy a mi casa. Tú haz lo que te dé la gana. Te tiene el “coco” absorbido el tío ese.
- ¿ Pero qué dices, Cathy?. Sólo te digo que no se puede acusar sin pruebas. ¿Tan descabellado te parece lo que estoy diciendo?
- ¿Tan descabellado te parece lo que te estoy diciendo yo?- me contestó.
Me dejó calladito. No supe contestarle.
- Piensa en lo que te he dicho, ¿vale? – continuó diciéndo-. No quiero discutir contigo. Me voy a casa porque no estoy de humor y creo que tú deberías hacer lo mismo. Piensa en lo que te he dicho, Roy, por favor, porque estoy convencida de que a Fayna le ha pasado algo muy malo.

Si le llego a contar lo de mi sueño, me hubiera llevado arrastrando a la comisaría de policía. Pero una vez allí, ¿qué le hubiésemos contado?. Mire es que yo tengo sueños raros últimamente y mi profesor de Historia lee la mente de las personas. Por otra parte, una amiga nuestra que a veces no duerme en casa ha desaparecido desde anoche. Seguramente, me hubiesen dicho, mira niño, piérdete.
La acompañé a su casa como siempre. Ella estaba realmente triste y preocupada. Yo también, aunque no podía manifestárselo. La hubiese preocupado aún más. Que duro ha sido simular ser siempre el duro del grupo. Yo en realidad siempre he sido el más sensible de todos mis amigos. Tan sólo he sido un espejismo, una imagen que se desvanece. Sin embargo, siempre conseguí engañarles y que me admirasen por mi liderato, por mi autosuficiencia. ¡Qué equivocados estaban!.
Cuando llegué a mi casa me sumí en una gran tristeza. La verdad es que llegar a casa y verme solo me deprimía mucho. Por otra parte, a mi estado normal tenía que sumarle lo de Fayna y que había tenido la primera discusión con Cathy, y encima por culpa del chulo de Ernesto. Llamé por teléfono al resto de la peña y les puse en situación. Les conté que Fayna no había aparecido y que Cathy pensaba que Ernesto tenía algo que ver con su desaparición. Hubo opiniones para todos los gustos. Norberto pensaba igual que yo. Israel y Carlos dudaban pero no veían a mi profesor secuestrando a nadie. David, siempre tan sensato, fue el primero que se dio cuenta de que Ernesto no tuvo tiempo material para secuestrar a Fayna. Estaba con nosotros en la fiesta cuando se marcharon ella y Mirian. De hecho, Mirian echaba por tierra cualquier sospecha sobre Ernesto, ya que llegaron al barrio juntas. Ella era su coartada. No tenía sentido nada de lo que estaba pasando. Pensé en hablar al día siguiente muy seriamente con Ernesto. Comentarle que no sabíamos nada de Fayna y que si él sabía algo ó podía ayudarnos.
Había podido hablar con David, Mirian, con Norberto, con Israel, con Carlos, de nuevo con Cathy para tranquilizarla y de paso tranquilizarme yo también. Sin embargo, no pude localizar a Omar y yo no tenía el teléfono de su novia. Su madre me dijo que había salido con Nereida y no había regresado. Le dije que por favor, le dijera que cuando regresase me llamase por teléfono, que tenía que hablar con él.

Después de cenar algo, me dio por asomarme al balcón y ponerme a contemplar la luna y las estrellas. A veces me da por ahí. Serían algo así, como las 12 de la noche. De repente me di cuenta que en una ventana a unos 100 metros de mi balcón estaba una chica muy familiar para mí. No era su casa, pero estaba allí. La divisé a lo lejos e intenté disimular que la había visto. Pensaba que desde que me viese, se haría la loca y se metería para adentro... Era María.
Pero no fue así. Permaneció en la ventana. Entonces se me ocurrió hacer una chorrada. Comencé a imitar los gestos que ella hacía. Es decir, si se ponía una mano en la cara, yo lo hacía también, si apoyaba sus dos brazos en la ventana, yo lo hacía también. No sé por qué me dio por ahí, pero eso fue lo que hice. Cuando llevábamos un rato haciendo el tonto ( al menos yo), se me ocurrió bajar a la calle y dejarme ver. Quería saber si María sería capaz de bajar al verme sólo, y de intentar entablar una conversación conmigo. Hacía más de un año que yo no le dirigía la palabra. Desde que le colgué el teléfono en nuestra última conversación. Yo pasaba al lado de ella y no le decía ni hola. La ignoraba por completo. Yo sabía que eso a ella le dolía muchísimo. Roy que tanto la había querido, ahora ni siquiera la miraba. Reconozco que a veces puedo ser muy drástico, pero lo que ella me hizo, había sido lo más doloroso que me había pasado en la vida.
El caso es que si se atrevió a bajar. Justamente cuando la veía venir a lo lejos, comenzó a llover. Nos refugiamos en un portal cercano, le dije hola, por fin, después de tanto tiempo y comenzamos a hablar. Lo que hablamos, tampoco tuvo desperdicio.
- ¿Cómo estás Roy? – me dijo con su dulce voz, entrecortada y tímida a la vez. Supongo que tenía miedo que le contestase alguna barrabasada de las mías.
- Muy bien María – le dije simplemente.
- Me alegro. Tenía muchas ganas de hablar contigo. Eres inaccesible. – Continuó ella. Ya era la segunda en un día que me decía lo mismo.
- ¿ Y de qué querías hablar conmigo?, ¿Si puede saberse?- le contesté yo, en plan prepotente.
- Tan sólo hablar. Es que nunca me has dejado explicarte lo que pasó.
- Yo creo que sí. Está muy claro. Lo hablamos en su momento y tú no negaste nada. Me dijiste que no había pasado nada con Mauri, pero que era mejor que lo dejásemos. Yo te dije que te fueras con él, y que por favor, no creyeras que era imbécil. ¿Sigues con él, no?- le dije muy secamente.
- Contigo no se podía hablar en aquellos momentos, Roy. Tenías demasiada rabia encima. Si, sigo con Mauri, pero no me va bien. – me dijo.
- Lo lamento, María. Ya te dije que te arrepentirías, ¿recuerdas? – solté toda la acidez verbal de la que fui capaz, mientras le sonreía.
Ella sonrió también, como sólo ella sabe hacerlo. Por dentro estaría diciendo, sigues siendo el mismo cabrito arrogante. Se había bajado un walkman ( por aquel entonces no existían los mp3 y los ipod) y me puso los cascos al oído, mientras me decía con su dulce voz:
- ¿Te acuerdas de nuestra canción?
Sonaba Kingston Town de UB40. Era la canción que yo le había dedicado la primera vez que le dije te quiero. Si lo que pretendía era partirme el corazón de nuevo, lo estaba consiguiendo. Ella era extremadamente calculadora y lo había planeado todo. Qué casualidad que estuviera escuchando esa canción. Era una cinta de música variada que yo le había regalado. Yo siempre grababa cassettes con música variada y a ella le encantaban. Se quedaba con ellas cuando se las prestaba. Pero esa en concreto, la había grabado para ella.
- ¿A qué viene esto, María? – le pregunté enfadado.- ¿Te piensas que puedes venir después de un año, y ponerme una canción y todo arreglado?. Aquí no ha pasado nada, ¿no?.
- No, no me creo eso... pero... me apetecía mucho verte y recordar. Con Mauri ya no funciona. Le quiero supongo. Pero no como te quería a ti.
- Ya, por eso me mandaste a la mierda. Lo mandaste todo al carajo. – le contesté.

Después de mis palabras nos quedamos en silencio. Ninguno sabía como continuar... Ella rompió el fuego comentando algo irrelevante. Me pidió que le prestase una película de vídeo. Sabía que yo tenía muchísimas y que además era una excusa para volver a vernos. Nunca me he sentido tan “pelele” con una chica como me sentía con ella. En el fondo sabía a donde quería ir a llegar y yo le iba a seguir el juego, aunque tan sólo fuera por hacerle daño a ese cabrón de Mauri, que había convertido mi vida en un tormento durante el último año.
Mientras íbamos a mi casa me preguntó si estaba con alguien. Yo le dije que acababa de conocer a una chica muy especial ese mes. Entonces me dijo:
-¿He llegado tarde?- mientras sonreía de nuevo.
Yo sólo la miré con una mirada de esas que matan y no le contesté, por supuesto. Desde luego era una mujer fatal.

Le presté la “peli” y quedamos en vernos otro día para que me la devolviese. Me dijo que me llamaría porque sabía que yo no iba a hacerlo. Tenía toda la razón del mundo.
Me fui a casa confundido, pero a la vez halagado. Me encantaba que se hubiese arrepentido y aunque no esté bien decirlo, quería vengarme de su novio y recuperarla a ella. Pero por otra parte, acababa de conocer al ser más dulce de la Tierra: Cathy. Puede que no se lo hubiese dicho pero estaba absolutamente convencido de que quería a mi murciana. Sin embargo, a pesar de haberlo intentado, no lograba quitarme de la cabeza a María. Las quería a las dos. ¡Joder!, un año sin ninguna y ahora las dos de golpe.
Estaba acostado comiéndome la cabeza con todos los acontecimientos que me estaban ocurriendo en tan escaso margen de espacio. Casi no tenía tiempo para poder reaccionar ante una cosa, cuando me ocurría otra. En esta vicisitud me encontraba cuando sonó el teléfono. Eran las 2:30 y al día siguiente era lunes y había clase. ¿Quién coño sería a estas horas?, ¿sería alguna noticia sobre Fayna?. Cogí el teléfono y cual fue mi sorpresa cuando oí la voz que me hablaba a través de la línea. Era la madre de Omar:
- Roy, soy Agueda. ¿Está Omar contigo?.
- No – le contesté.
- Es que ha llamado Nereida dos veces y me ha preocupado porque dice que la dejó en la casa a las 22:30 y quedó en llamarla después cuando llegara a casa, y no ha llegado. Estoy preocupada. – la mujer se puso a sollozar.

Yo ya no podía estar más asustado. Eran muchas casualidades. Primero Fayna y ahora Omar. Las dos personas a las que Ernesto había leído la mente habían desaparecido sin ningún motivo. Comencé a darle vueltas a la cabeza sobre lo que me había dicho Cathy sobre Ernesto. ¿ Pero cómo lo podría haber hecho? ¿ Y cuando?. Por otra parte, Omar era fuerte. No hubiese sido nada fácil reducirle. Todas esas preguntas me rondaban, mientras todavía hablaba por teléfono con su madre.
Le dije a Agueda que yo no sabía donde podía estar y que se tranquilizara que seguro que aparecería de un momento a otro. No me creía lo que decía ni yo.
Última edición por DARTH VADER el Mar Feb 24, 2009 11:49 am, editado 4 veces en total.


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-”Nunca olvides qué eres porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil” (Tyrion Lannister).

Lore
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Mensaje por Lore »

Hablamos del capítulo malpensao!!! :smt003 :smt003 :smt003

ancksu, tu firma... :smt005 :smt005 :smt005 :smt005 :smt005 :smt005


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ancksunamun
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Mensaje por ancksunamun »

Una cosa... como te juro que me lo estoy leyendo, he encontrado un salto en la historia. Desde la pesadilla de Roy con Fayna, hasta que imagino le despierta una llamada telefónica de Mirian:
- ¡¡Roy, ayúdame por favor!!.
Pero ahora había sido de una forma más angustiosa todavía. Sus palabras me desgarraron el alma y yo sólo podía mirar.or, y todo el mundo recurre a mí cuando está afligido o necesita un consejo. Pues, ¿sabes?...ya estoy harto de ser el fuerte, el que da consejos y todo eso. A ver, dime ¿ qué hombro he tenido yo para llorar durante este año, cuando me sentía totalmente destrozado?. Ninguno de vosotros vino a consolarme o a pedirme que me abriera a vosotros, que me desahogara. Y encima me dices que tengo que estar atento a vuestros problemas... ¡anda y que te den, Mirian!. – Había conseguido enfurecerme y emocionarme al mismo tiempo.

:smt017 Falta alguna frase :smt017 o eso supongo. :smt017

Además de encontrar varias frases de cine :smt002 . Venga... sigue, por favor :smt001

P.D. La firma es la leche :smt005 :smt005 :smt005 .


"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante." Oscar Wilde

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Mensaje por Super_House »

Sip, a mi tambien me ha descolocado eso... :smt005 :smt005 A ver si lo puedes arreglar o nos aclaras que pasa :smt002

De todas formas, a falta de ese trocito... el capitulo esta muy bien! Me estas dejando asombrado y con un cague encima con Enersto... :smt005 :smt005 :smt005 :smt005

Que siga la "marcha" :smt003


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Mensaje por DARTH VADER »

Bueno, ya lo he arreglado. Se habían borrado algunas frases. :smt002 . En cuanto me relea el tercer capítulo os lo pongo. A ver si puedo esta tarde, si no, pues os toca esperar un poco. :smt003 :smt006


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Mensaje por ancksunamun »

Tá bien!!!!!. Mira que eres presumido, jodío.

Haga el favor su merced de honrarnos, cuando tenga a bien y estime oportuno, con el resto de sus hazañas caballerescas y amoriles :smt003

Vaaaale... sé rogar mejor, pero no me obligues a hacerlo coqueto insoportable. :smt019 :smt019 :smt019

A ver si saca usted, un minutito y desea hacer un "copia-pega" :smt003 .

Deseando no descojonarle la apretada agenda con mi ruego,

se despide atentamente,

Ancksunamun.
Última edición por ancksunamun el Lun Dic 17, 2007 10:04 am, editado 1 vez en total.


"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante." Oscar Wilde

DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

:smt005 :smt005 Hay que ver....¿eh? Soy algo meticuloso y me gusta releer las cosas antes de ponerlas, sobretodo si las escribí hace tiempo. Le ruego a mademoiselle sepa entenderme :smt002


CAPÍTULO III: "DECISIONES"

Soy el intervalo entre lo que deseo ser y lo que los demás me han hecho. (Fernando Pessoa)


El día siguiente fue otro día memorable de mi vida. Me desperté pensando en mis amigos, ¿cómo no?. No podía quitármelos de la cabeza. Comencé a reflexionar sobre lo que le iba a decir a Ernesto. Aunque nada de lo que planeé lo llevé a cabo luego. Con lo que fue una pérdida de tiempo. En mi pensamiento no estaba el asistir a ninguna de mis clases, lo único que me preocupaba era reunirme con él. No sabría definir si estaba más enfadado que preocupado. Sólo me pasaba por la cabeza, entrar en su despacho y que me diese explicaciones. Sus “tonterías” ya no me impresionaban. Me molestaban.
En medio de mis cavilaciones a eso de las doce del mediodía recibí una llamada telefónica. Era María. Notó mi nerviosismo y pensó que era debido a ella. En parte era cierto, pero no era el único motivo. Me dijo que no había podido dormir pensando en nuestro “casual” encuentro y que me había escrito algo que quería que leyese, como en los viejos tiempos, cuando nos escribíamos cartas como dos tontos enamorados. Me pidió que fuese a su casa a buscar la “carta” y que si no quería saber más de ella después, lo comprendería.
Accedí a sus deseos... total... sólo era complicarme la vida un poco más.
Al llegar a su casa me pareció que no había pasado el año que hacía que no teníamos ningún tipo de relación. Me pareció... como siempre. Nuestra conversación esta vez fue muy serena y tierna. Nada que ver con la del día anterior. Le conté, por supuesto, lo preocupado que estaba por mis amigos. Ella conocía a Omar desde hacía años, al igual que yo, y se quedó perpleja con todo aquello. En cuanto a mi profesor, aunque nunca le había impartido clases no había pasado desapercibido para ella y sabía perfectamente de quien le estaba hablando. No en vano era el sex-symbol del instituto, y todas las chicas se pillaban por él. No me contó nada nuevo, en verdad. Ernesto, al fin y al cabo era como un Mr. España de esos. Era lógico que las chicas se sintieran atraídas por él. Sin embargo, de lo más que hablamos fue de nosotros. De los buenos momentos, que he de reconocer que fueron casi todos y también cómo no, de los malos. Nos echamos los trapos sucios a la cara y nos dijimos todas esas cosas que debimos hablar en su momento y que no hicimos, probablemente por mi falta de madurez y tozudez. Por ejemplo, recordó, la vez que le dije que carecía de corazón, que si acaso tenía un pequeño corazoncito donde no cabía yo. Se acordaba la “jodía” y me lo restregó. Me divirtió mucho que lo recordase. Pese a todo, y a sus constantes risas y sonrisas, ese día la noté preocupada, deprimida. Eso no era normal en ella. María era una persona muy segura de sí misma y de las que consiguen lo que se proponen. Me extrañó y así se lo hice saber. Sin embargo, no quiso desvelarme nada, por el momento.
Después de hablar un largo rato y de hacerme el interrogatorio pertinente acerca de Cathy, decidí que ya era hora de marcharme. Mentiría si dijera que no me sentía muy a gusto con ella. Era igual que en los viejos tiempos. Salvo por un detalle... Cathy.
Cuando le pregunté por la carta, volvió a jugármela como solía hacerme. Me rogó que volviese después de comer porque no la había terminado y quería además perfeccionar ciertas cosas. Nos despedimos. Le di un beso en una mejilla y olí su perfume después de tanto tiempo. En fin...
Me tuvo 2 horas en vilo, en las que apenas pude comer, nervioso por lo sucedido con mis amigos y con el juego que se traía entre manos María. Volvió a telefonearme para que fuese a recoger la carta, y eso fue lo que hice. Cuando me la entregó lo hizo mirándome fijamente a los ojos, con una mirada mezcla de ternura, arrepentimiento, cariño y amor. Al menos, eso es lo que me pareció a mí. Nos sonreímos y nos despedimos nuevamente.
Cuando llegué a casa y como ya imaginareis, lo primero que hice fue abrir su carta, ya que la curiosidad me carcomía. Omitiré lo intrascendente, ya que la carta era bastante larga y os permitiré leer lo verdaderamente relevante. En mi vida me han escrito algunas cartas, pero ésta sin duda me marcó para siempre. Fue la última herida que me produjo María. Dicen que a veces las palabras pueden hacer más daño que los palos y las piedras... Desde luego a mí, me llegaron hasta el fondo de mi ser... Comenzaba así:

Esto expresa gratitud, reflexión, cariño, sinceridad... y en honor a ti, educación, delicadeza y algo de humildad.

Me preguntaste por el motivo de mi depresión, y yo en ese momento no satisfací tu curiosidad. No porque no quisiera contártelo, al contrario, ardía de deseos por hacerlo. Sin embargo, tonta de mí, creí que tú lo considerarías una gran tontería, pero ahora en este momento sé que puedo confiar en ti, y estoy segura de que me entenderás.
Había ido al médico y todo lo que me dijo me pareció un mundo. Primero que había empeorado de la anemia, y que tenía vegetaciones en la nariz. De este problema ya me habían operado de pequeña, aunque yo, no lo supe nunca; esto no tiene mucha importancia a no ser que sigan creciendo, no me molestarán. Para mí lo más triste, aunque no suponga ningún problema, es que tengo un pequeño soplo en el corazón. A pesar de que el médico me dijo que a mi edad no tenía importancia, yo me quedé pensativa, temerosa... dándole vueltas a la cabeza; he sacado una respuesta para esto y aunque puede que para ti sea una estupidez para mi no. Creo que todo esto me está pasando por mi causa.
Dios me está castigando por haber jugado (sin querer) con los sentimientos de los demás, y eso se paga caro en este mundo. Sólo pienso en arreglarlo todo y quedar bien con todo el mundo, pero creo que no hay forma. Por mucho que lo intento, siempre quedo mal con alguien y yo no quiero que sea así.
Quizás todo esto te parezca extraño, quizás una estupidez, pero créeme, yo lo pienso muy en serio. Mis creencias son muy fuertes y para mí la figura de mi Dios es importante.
Quisiera pensar que no sólo a mí me ocurre esto, que también a las demás niñas de mi edad les sucede, pero creo que no todas se lo toman como yo.
Sé también que de palos se aprende y que a lo largo de mi vida maduraré con todo lo que me pase, lo bueno y lo malo. También sé que aprenderé a no autocompadecerme, que al fin y al cabo, es lo que estoy haciendo en esta dichosa carta.
A pesar de todo, quiero creer que tú serás mi amigo por lo que soy y no por lo que tengo. No quiero compasión porque es lo último que necesito. Quiero tu verdadera amistad.
... Es verdad que tengo mi corazoncito como dijiste, pero también es verdad que lo protejo con una fría y fuerte coraza. No quiero que me hagan más daño, y perdona por ser tú, que eres el menos indicado, el que lo está sufriendo.
Si alguna vez he estado enamorada, y quiero creer que sí, puedo decir que lo estuve de ti. La primera vez que me enamoré, me enseñó todo lo bonito de una pareja pero, lo destruí. La segunda aprendí que cuando se es destruido duele y es difícil olvidar y reponerse.
¿Sabes?, con todo el tiempo que ha pasado, no he conseguido aún, mirarte de frente y decirte que paso de todo. No puedo. Siempre hay ese algo que me impulsa a hablar contigo, no por hacerte daño, sino por cerciorarme de que aún eres algo para mí.
Creo que lo mejor que te ha podido pasar es encontrar a esa niña, si efectivamente te has enamorado perdidamente de ella.
Eres tan diferente, tan especial... aunque creas que alguna vez te he comparado y créeme, no lo hice. Sólo intenté decirte que mis amigos no me importaban nada, y sin embargo, tú siempre tendrás un lugar en mi corazón. Es verdad cuando te digo que eres único, cualquier chica desearía tenerte. Para mí eres perfecto, pero está visto que yo contigo nunca consigo quedar bien y meto la pata de un modo u otro.
En estos momentos me tengo en muy poca estima. Me considero tan poquita cosa. Sé que tengo que superarme porque mi vida se me va de las manos como el agua que según te cae en ella, se escurre o se te evapora sin poder remediarlo.
El hablar contigo me ayudó, porque pude exteriorizar mis sentimientos. Es más, no sé cómo darte las gracias.
Quizás, algún día pueda leer esto y pensar que fui una estúpida en preocuparme por todo... por algo que se solucionaría con el tiempo, pero hoy por hoy es algo que veo imposible y que me está acarreando muchos problemas. Después de todo, será como tú dices, que soy una egoísta y que sólo pienso en mí. Pero creo que no, que si así fuera, no estaría tan mal, tan hecha polvo, dándole vueltas al asunto.

GRACIAS, espero que la felicidad que tanto deseas llegue pronto a tu corazón y esté cerca de ti para poder verlo.

QUISISTE

Quisiste que te besaran
Añorabas que te abrazaran
Y yo conseguí que tus labios olvidados
Fueran por fin consolados.



Sin embargo, nos dejamos
Tal vez ,era el destino.
Sucedió que en el camino
Me di cuenta que no eras mío.
Entonces descubrí que te quería
Sentía que te añoraba
Y cuando cerraba los ojos te soñaba.

Y sucedió lo que más temía
que te veía cuando otra te abrazaba.
Desperté pensando qué había hecho mal
¿Qué ocurrió para que todo terminara?


PD:. No olvides que un pedazo de mi tonto corazón es tuyo. Espero que siempre me recuerdes con cariño, y al menos me llames el día de mi cumpleaños. Perdona por ser tan pesada.
Te quiere: María

Fue lo más bonito que me haya escrito jamás una persona. Muchas veces solemos decir “ te quiero” a la otra persona, o “ te echo de menos” ó “eres única”... pero no es verdad. Quizás cuando lo decimos, somos sinceros pero sólo son sensaciones momentáneas que expresamos a la otra persona. Sin embargo, la carta de María siempre la he llevado en mi corazón, porque si tenía alguna duda acerca de la sinceridad de sus palabras, la perspectiva del tiempo ha disipado mis dudas. La carta me conmovió tanto porque yo todavía la quería muchísimo y por lo visto ella a mí también. Por eso me hizo tanto daño leer sus palabras, precisamente. Quería odiarla, olvidarla y ella me escribía eso.
Su carta sonaba a despedida y lo fue. Sobre todo después de mi respuesta. No me quedé con ninguna copia de lo que le escribí pero en resumen vine a decirle que yo siempre la querría. Que nunca la olvidaría por muchos años que pasaran. Y que sería mi penitencia eterna porque no iba a volver con ella. Siempre que nos viésemos se nos rompería el corazón, al menos a mí, seguro. Al ver a una persona tan especial, tan fascinante como ella. Ella era y es única como ya he dicho. Recuerdo que me emocioné muchísimo escribiéndole mi respuesta. Le dije también que yo nunca podría ser su amigo porque la quería demasiado y jamás la vería como a una amiga. Eso era imposible. Le comenté que lo mejor era estar separados porque lo único que conseguía acercándome a ella era dejarme destrozado, una y otra vez. Mi vida se había convertido en un auténtico drama. Sin embargo, aún me quedaba mi dulce Cathy. Ella era la luz que iluminaba mi horizonte entre tantas tinieblas.

Por la tarde, intentando reponerme y sacando fuerzas de flaqueza me encaminé hacia mi encuentro con Ernesto. Cuando llegué a su despacho, toqué a la puerta pero nadie me abrió. Eran las 6:45 p.m. Permanecí allí, inerte, distraído, inmensamente preocupado por mis amigos y por qué no decirlo, por mí. Empecé a pensar en Cathy y en María. Era imposible no quererlas a las dos. Eran dos seres sumamente especiales, diferentes. Me propuse pasase lo que pasase quedarme con Cathy. Yo nunca hubiese sido capaz de causarle ningún daño a mi niña. Después de todo, si alguien tenía que sufrir en esta historia esos éramos María y yo. Nunca ella.
Así de meditativo estaba yo. Una vez tomada esta decisión mi cabeza volvió a centrarse en mis desaparecidos amigos. Recordaba los buenos momentos juntos. Me vino a la memoria una vez que me había ido a unos apartamentos con Mirian, Fayna y unos amigos. Salimos una noche de marcha y yo estaba con un colega que se llama Francis. Lo pasaba genial con él. No paraba de reírme cuando estábamos juntos. Estábamos en una “disco” y Fayna se nos acercó para decirnos si les guardábamos las carteras a ella, a Mirian y a otra chica que se llamaba Sara. Yo les dije que no, porque en cuanto me “mascara” me iba y si no las veía me iba a ir con sus carteras. Ella no me creyó capaz e insistió en dármelas. Se equivocó. Francis y yo estábamos totalmente borrachos de cerveza y colocados de hachís. En cuanto nos aburrimos nos fuimos y allí se quedaron tiradas sin un duro. Nos acostamos a dormir y al par de horas, ellas regresaron. Fayna trataba de despertar a Francis para que le ayudara a no sé qué, que yo no entendía ya que estaba totalmente ebrio y dormido. Mi amigo no le hizo el menor caso y entonces se decidió por mí. Lo que ocurría era que se habían ligado a dos tíos para engatusarlos y que las trajeran hasta el apartamento, ya que no tenían dinero para volver. Por supuesto, ellos encantados de la propuesta. Lo que pasaba es que ahora se querían cobrar el viaje en “especias”, digamos. Fayna estaba histérica y yo alucinado con lo que me acababa de contar. Desperté a mi amigo Francis y nos fuimos al salón a espantar a los “intrusos”. Que dos personajes. Al primero que saludé era el hermano gemelo de Bufallo Bill. Pelo largo, barba y bigote semirrubios. Podía ser mi padre. Le dije que se largara en plan tosco aunque por dentro me estaba meando en los pantalones. Ese tío nos hubiera partido la cara a los dos. Afortunadamente estaba más colocado que yo. Accedió a irse, tras una breve discusión, aunque notablemente desencantado. El otro tío estaba fuera ligándose a Fayna. Este era para haberle hecho una foto. Estaba vestido totalmente de negro. Camisa, pantalón, calcetines, gabardina, zapatos, ¿calzoncillos?.. Hasta su pelo era totalmente negro. Era el típico tío bueno que dirían las tías. Un ligón de discotecas. Mientras hablaba con Fayna el tío se veía reflejado en una de las ventanas del apartamento, y se colocaba su pelo “engominado”. Tuve que contener la risa cuando me dirigí a él, a decirle que por favor se marchara, que allí sobraba. Me miró como quien ve a un mosquito molesto y no me hizo el menor caso. Mi siguiente frase ya no fue tan amable.
- Perdona, ¿eres sordo? – Le pregunté.
- ¿Es tu novia?, ¿Deberías cuidarla más? – Me dijo en plan chulesco.
- Es que hoy hemos discutido, pero ya está todo arreglado. Ya puedes marcharte. – Sin querer, el muy imbécil me había proporcionado la excusa perfecta para que se largara sin tener que llegar a un altercado. Cogí a Fayna de una mano y la aproximé hacia mí, al tiempo que le dediqué una sonrisa al capullo que tenía enfrente.
En ese momento apareció “Bufallo Bill” y le dijo a su amigo que se marcharan que con esas tías no había nada que hacer. Yo respiré y pensé: De menuda me he librado.
Volvimos a entrar todos para adentro. Les dije a las chicas que menuda habían armado trayendo a esos dos. Ellas me echaron la culpa diciendo que si no les hubiésemos dejado botadas, nada de esto hubiese ocurrido. Lo dejamos en empate. Nos pusimos a pensar en lo grotesco de la situación y nos partimos de risa.
Al cabo de un ratito la gente empezó a irse a la cama que ya era hora. Nos quedamos solos Fayna y yo. Yo estaba en la cocina buscando un vaso de agua fresca. Ella se sentó al otro lado de la barra y se dirigió a mí:
- Gracias por defenderme, Roy.
- No hay de qué, Fayna. Parece mentira – le contesté.
- No, en serio. Muchas gracias.
- ¡Bah!, cualquiera hubiese hecho lo mismo – le comenté.
- No te creas. Ya ves el Francis. Si es por él, que nos violen. Menos mal que estabas tú.
- Si, menos mal que no nos han violado a todos, esos dos – le contesté con sorna.
Hablamos un rato los dos a solas. No recuerdo otra conversación entre los dos como aquella. Ella me miraba distinto al resto de mis amigas. Aquellos ojos verdes... Que ciego estuve.
Cuando nos cansamos de darle a la lengua, nos dimos las buenas noches y nos fuimos a la cama por fin. Eso sí... cada uno por su lado.
.
Sin embargo... ahora... mientras esperaba que apareciera Ernesto, me venían a la memoria aquellos momentos y las palabras de mi amiga cobraban en mi mente otro significado, mucho más profundo. Necesitaba volver a verla y hablar con ella.
También me acordaba de Omar, por supuesto. Pensando, pensando, recordé que cuando éramos unos críos, 13, 14 años, jugando a las peleas lo tiré al suelo y me senté encima de él. Puse mi rostro junto al de él y nos miramos de una forma... Nos miramos a los labios. Enseguida me aparté. Extrañado, sorprendido, por lo que se me acababa de pasar por la mente. Supongo que a él, le ocurrió lo mismo. Nunca más nos volvió a ocurrir algo parecido. De hecho, yo ya ni me acordaba de tan curioso incidente, pero en ese momento comprendí que era yo del que hablaba Ernesto. Tanto en lo de Fayna como en lo de Omar, era yo. Yo... siempre tan distante, tan indiferente con la gente que me quiere y tan desagradecido. Tan desafortunado con la gente que he querido...
Recordé tantas y tantas travesuras que habíamos vivido mi amigo y yo. Lo eché tanto de menos.

En ese momento, apareció Ernesto. No sé cuanto tiempo había permanecido yo sumido en mis pensamientos, pero ya había oscurecido mientras se acercaba hacia mí la figura sombría de mi profesor. Al verme, sonrió y me saludó:
- Hola Roy. ¿Qué tal?, ¿ llevas mucho tiempo esperándome?
- Bastante. Creo que una hora y media al menos. Es que no tengo reloj.
- El tiempo es tan relativo... ¿verdad, amigo mío? – me dijo.
- Si tú lo dices – le contesté.
Se dispuso a abrir su despacho y me invitó a entrar. Yo ya no estaba enfadado, estaba totalmente abatido, hundido. Ese fue mi estado de ánimo para enfrentarme a él en ese instante. Cuando encendió las luces me fijé en un cuadro que había en la pared. Yo no soy nada observador con los objetos. Ese cuadro podía haber estado ahí en mis otros encuentros con Ernesto y no haberme dado cuenta, pero ahora me había fijado en él. Era un cuadro del demonio, aunque éste era de no tan buen gusto en mi opinión. Me acerqué a contemplarlo mientras Ernesto colocaba algunas cosas y buscaba otras para sus clases, supongo. Como digo, este cuadro era horrible. Era una pintura medieval, según me explicó mi profesor. Representaba al infierno. En ella veíamos en el centro al demonio devorando a una persona, pero lo que en realidad devoraba es su alma, según las explicaciones que me iba dando Ernesto. A los lados se podía observar pequeños demonios que torturaban a un montón de pecadores. Había “over booking” en el infierno ese día.
Se me ocurrió pensar al ver ese cuadro y compararlo con la estatua de la casa de Ernesto que todas las cosas tienen su lado bello y su lado oscuro. Es como lo del vaso medio lleno o medio vacío. Yo supongo que es una cuestión de ánimo. Me imaginé a Ernesto bello por fuera y horrible por dentro. Me imaginé a mí mismo igual.
Me senté muy serio enfrente de él y me disponía a hablarle cuando él se me adelantó:
- ¿Vamos a hablar de lo nuestro, por fin?. – me preguntó.
- Ahora mismo lo que me preocupa son mis amigos. Fayna y Omar han desaparecido y creo que tu tienes algo que ver. – se lo dije, así, sin más , sin pensar en lo grave de lo que le acusaba. Creo que le cogió desprevenido mi espontaneidad.
- ¿ Perdona?, ¿qué has dicho? – se puso serio.
- Venga ya. Déjate de rollos y de juegos – le grité y me levanté. Él se puso serio pero ni se inmutó. Permaneció impertérrito.
- Por favor, siéntate. Nunca hay que perder la compostura, Roy. El mundo es de las personas frías, calculadoras, de las que no pierden el control. – me dijo.
- Está claro entonces, que el mundo no es mío – le dije con mi ironía de siempre.
- Pero puede serlo. Te he elegido para ello.
- ¿Pero qué dices? Estás como una cabra, tío.- le contesté.
- Reconozco que soy un poco excéntrico – sonrió el muy bastardo- pero mi mente está en buen estado. Roy te he elegido y nunca acepto un no, por respuesta. Puedes ir a la policía si quieres pero harás el ridículo y a parte de eso me enfadarás mucho. Y no te conviene hacerme enfadar.
- Y a mí qué si te enfadas, ¡gili**** de mierda!. – le insulté.
- ¿ Dónde está tu educación, Roy?- no perdía la compostura el tío.
- ¡Mi educación te la voy a meter por el culo, Ernesto, como no me digas donde están Fayna y Omar!.
- Me estás empezando a enojar, Roy. Creo que debemos empezar de nuevo esta conversación. ¿Ves el interruptor de la luz?- me preguntó.
- ¿ Qué?- le dije yo.
- Pues que se va a apagar de repente.
Efectivamente la luz se desvaneció al volverme a mirar. Nos quedamos a oscuras un segundo antes de sentir un brazo de una fuerza increíble en mi cuello. Me colocó la cabeza contra la mesa y me dijo que si gritaba me rompería el cuello. Yo estaba aterrado y mis ojos se me llenaron de lágrimas de miedo, de impotencia.
- No te dé vergüenza llorar Roy. Es normal.- Él a pesar de todo seguía con su tono de voz amable- He tenido que obrar así para que me escuchases atentamente. No te voy a matar si es eso lo que piensas. Te voy a soltar y la luz se va a encender de nuevo. Y quiero que te tranquilices y me escuches, ¿vale?.
- Vale. (Cualquiera le decía que no, con lo convincente que había sido).
Me soltó y se encendió la luz sobre la marcha. Él estaba de nuevo sentado en su silla como si nunca se hubiera movido de allí. Yo me secaba las lágrimas y trataba de tranquilizarme. Me rogó que volviese a sentarme. Yo accedí, por supuesto. ¡Qué remedio!.
- Lo que te ofrezco, Roy, ya lo quisieran muchos. No es sólo un don. Es muchísimo más. Te lo iré mostrando poco a poco para no asustarte más aún, de lo que estás. Sin embargo, como todas las cosas exige sacrificios. Tendrás que sacrificar muchas cosas. Cuanto más estés dispuesto a sacrificar más cerca estarás de mí. Estoy dispuesto a no tocar más a tus amigos, pero de Fayna y Omar ya puedes olvidarte. No les vas a encontrar jamás... ni tú ni nadie.
- Pero ¿por qué me haces esto? ¿Qué te he hecho yo?- yo no paraba de gimotear.
- Nada. Simplemente me pareces como una vidriera de colores. Bella y única. Eres incapaz de hacer mal aposta. Lo sé. Te martirizas cuando le fallas a alguien. Sufres cuando ves sufrir. Por eso sé que te vas a sacrificar por tus amigos. Si no lo haces, ellos lo pagarán. Te voy a dejar un par de días para que lo medites. No más. Así tendrás tiempo de despedirte de ellos. Roy, está muy claro... o ellos ó tú. La elección es tuya. Durante estos dos días te rondaran muchas estupideces por la cabeza. Una será avisarles a ellos y contarles esta conversación. Si haces eso, probablemente no te creerán y el que lo haga seguirá el mismo destino que los otros dos. También te pasará por la cabeza la estúpida idea de ir a la policía. Tampoco te creerán, pero si lo hacen, mi ira será terrible, Roy. Esto es entre tú y yo. Nadie va a ayudarte. Sé que ahora estás aterrorizado. Por eso te voy a dar un tiempo prudencial para que lo medites con paciencia... Te voy a ofrecer sin embargo una golosina que no podrás rechazar. ¿Qué te parecería ser inmortal?
- No te entiendo – le dije, sumamente aturdido todavía. En esos momentos mi mente era incapaz de razonar.
- Lo que oyes. Puedo hacer que vivas para siempre si quieres. Sólo tienes que renunciar a tu vida de ahora y entregármela a mí. Venir conmigo y dejar todo atrás.
- ¿Quién eres?, ¿El demonio?- le pregunté.
- No, no, que va. Que más quisiera - me contestó con una sonrisa más que maléfica- Lo que soy o quien soy no te lo voy a desvelar aún. No estás preparado en absoluto. Piensa en todo lo que te he dicho, pero recuerda que el destino de la gente que quieres está en tus manos, Roy. Si los quieres... vendrás conmigo. De lo contrario, prepárate a sufrir. Hay cosas peores que la muerte, jovencito, y si me retas las descubrirás.
Como es absolutamente normal, yo era incapaz de murmurar una sola palabra. No me creía lo que me estaba pasando. Me sentía la persona más desgraciada del mundo. Por mi culpa, dos amigos habían desaparecido y pensaba que a mí me esperaba algo peor que la muerte. No me equivocaba.
- Será mejor que pienses en todo lo que te he dicho, con mucho detenimiento. No tienes mucho tiempo. Sácale partido a tus 48 horas y vete ya.
Me hizo un gesto con el brazo, señalándome la salida. Yo me levanté como un condenado a muerte al que le perdonan la vida momentáneamente. Exactamente dos días.
Salí de su despacho muy lentamente. Él sabía que yo me lo iba a pensar dos veces antes de ir corriendo a comisaría ó contárselo a alguien. Ni él ni yo éramos estúpidos. Me había quedado claro que no trataba con una persona corriente. ¡ Vamos!, cómo para no tenerlo claro. Además fue muy inteligente al ir mostrando sus cartas poco a poco. Ernesto era consciente de que la ignorancia, el desconocimiento hacia algo produce respeto o miedo. Por eso no se mostraba en su totalidad. De haberme contado en ese momento quien era ó lo que era, yo podría haberme defendido de alguna manera, porque sabía a qué me enfrentaba y podía haber obrado en consecuencia. Sin embargo, en aquellos momentos sólo veía a alguien con quien no podía competir en absoluto. Estaba a su merced. Lo estábamos todos.
Marché hacia mi solitaria casa, como siempre. En un estado de abatimiento total. Una vez allí me tumbé en la cama y no me levanté hasta el día siguiente.
Yo nunca he sido una persona que se caracterice por soñar a diario. Al menos nunca suelo recordarlos. O mejor dicho... casi nunca. Sin embargo, en aquellos momentos no dejaba de hacerlo y de recordarlos. Fue a partir de estos momentos, cuando comencé a interesarme por el mundo onírico y por su significado. Las personas poseemos un subconsciente que nos traiciona a veces pero que nos alerta otras. Lo que ocurre es que no nos damos cuenta. Recuerdo cuando estaba estudiando la carrera, muchas veces estaba en la biblioteca estudiando y de repente me levantaba y buscaba libros sobre interpretación de sueños. Los colegas alucinaban con mis arrebatos. Yo nunca les daba explicaciones. Así era mejor para ellos. Aprendí la lección de no implicar nunca más a nadie en mis cosas. Alguien dijo que la ignorancia es la felicidad y ¡joder!, cuanta razón tenía. Aún hoy, vivo obsesionado con todo lo que me pasó cuando tenía 19 años. Me torturo pensando si hubiera hecho esto y no aquello, si hubiera sabido eso antes...
Como obviamente habréis deducido, esa noche volví a soñar.
En mi nuevo sueño, me encontraba caminando por un prado verde otra vez. El cielo estaba gris. Iba a oscurecer en breves momentos. Divisé cerca de mí, hacia donde me encaminaba muchas cruces en el suelo. Era como si estuviera en un cementerio. Todas ellas tenían mi nombre y apellidos. Comencé a correr aterrado, pero las cruces no desaparecían, me rodeaban. Me caí al suelo y comencé a llorar. Observé en medio de mi sollozo una fosa abierta con un ataúd dentro. Me acerqué a mirarlo y como no podía ser de otra manera, el suelo resbaló bajo mis pies y caí dentro. Al incorporarme y como a veces sucede en los sueños, donde las leyes de la física no tienen cabida, me encontraba en una especie de cripta y ya no había un ataúd, sino unos diez, no lo recuerdo con exactitud. Los ataúdes tenían un espacio transparente, una ventanita donde poder observar la cara de quien está dentro. Miré uno y vi a Omar. Salté hacia atrás de la impresión. No me atreví a seguir mirando. Eché a correr buscando una salida. Divisé unas escaleras de caracol que subían hacia un agujero por donde entraba luz. Subí por supuesto. Al llegar arriba, ya era de día. Lucía un sol espléndido en todo el cielo salvo en un lugar en el horizonte. Tan sólo en ese sitio en concreto era de noche. Era una noche eterna. Me acerqué al sitio. No podía evitar ser tan imprudente. Siempre lo fui. Llegué al lugar y allí sólo había un árbol y la oscuridad. Me di la vuelta para marcharme cuando escuché una voz familiar que me decía:
- No tienes por qué morir. Puedes venir conmigo.
Era Cathy quien me había hablado. Me volteé de nuevo y allí estaba ella como un fantasma salido de la nada. Estaba vestida con un camisón de seda transparente y descalza. La contemplé durante unos segundos extraños, mezcla de miedo, amor, e incredulidad que me parecieron infinitos hasta que desapareció mientras... sonaba mi despertador.
Me desperté. Ya dudaba entre lo que era real y lo que era onírico. Estaba terriblemente desanimado y confuso. No sabía en absoluto como actuar. Me pasé toda la mañana pensando. Hacia las tres de la tarde ya había tomado mi decisión irrevocable. Haría lo que quisiera Ernesto, por el momento. Y no involucraría más a mis amigos. De esa forma averiguaría lo que les había pasado a Fayna y Omar y no pondría en peligro al resto de mi gente. Lo más duro iba a ser despedirme de Cathy. Al pensarlo se me partía el corazón. Comprendí lo que la quería y lo afortunado que había sido al conocerla. Recordaba nuestros momentos juntos, escasos pero maravillosos.

Por la tarde, quedé con Cathy para ir a dar una vuelta por ahí. La fui a recoger a casa y cuando la vi, la observé con un detenimiento absoluto. La muerte nos suele llegar sin avisar y no nos da tiempo de despedirnos de nuestros seres queridos. A mí en cambio, se me había dado esa oportunidad. Puede que Ernesto dijera que no iba a morir e incluso hablase de inmortalidad, pero yo me sentía como si fuera a morir en unas cuantas horas.
Me fijé en cada detalle de Cathy. En su pelo, en sus pecas, en sus dientes. En sus manías, en ella... Ella me preguntaba, Roy, ¿qué te pasa?, te noto raro. Y tan raro, pensaba yo.
- ¿Ya estás más calmado?- me preguntó.
- Si. Hablé con Ernesto y él no tiene ni idea de lo que les puede haber pasado a Omar y a Fayna. Es más, se le notaba terriblemente afligido y preocupado. Me dijo que en cuanto supiéramos algo, que le avisáramos, por favor. – En mi vida he dicho tanta sarta de mentiras condensadas en un minuto.
- ¿Si?, ¿te pareció convincente en su interpretación, Roy?- me contestó, con más sarcasmo que otra cosa.
- Cathy, no vayamos a empezar, por favor. No quiero discutir contigo, te lo suplico. Estoy muy mal y te necesito.
Al oír mis palabras, abandonó su tono guerrillero, se paró, me cogió ambas manos y luego puso su mano en mi barbilla y me levantó mi cara que en esos momentos miraba hacia el suelo. Vio mis ojos llorosos y se percató que le estaba mintiendo descaradamente.
- ¿Qué es lo que te pasa Roy?. Cuéntamelo por favor. Quiero ayudarte.
Yo permanecía callado. Intentaba no volver a soltar más lágrimas. Estaba harto de tanta llantina. Tenía que ser más fuerte que nunca.
- Roy, cariño. No te guardes las cosas. Sé que lo estás pasando fatal. Son tus amigos.
Imagináos la situación. No podía ser peor. Necesitaba escupir todo lo que llevaba dentro pero no podía. Encima ella me leía la mente mejor que el mismo Ernesto. Opté por la única salida que vi en ese momento.
- Cathy, mírame a los ojos – le dije. Ella lo hizo. Nos miramos con ternura y por fin se lo dije:
- Te quiero.
Ella me abrazó fuerte y me besó. Volví a soltar lágrimas. ¡ Que rabia!
- ¿Eso era lo que te costaba tanto decirme, Roy?. Eres un idiota.
- Ya ves... soy un imbécil.- le contesté.
- Desde luego que lo eres, porque te llamas imbécil a ti mismo con lo listo que eres.- me dijo.
Provocó mi sonrisa con su ocurrencia. Ella era así. Conseguí con mi regate que se concentrara en mis sentimientos hacia ella y se olvidase de Ernesto, por el momento al menos.
Continuamos con el paseo y nos metimos en una cafetería a tomar algo. Yo seguía sin poder dejar de mirarla. Se me ocurrió pensar que quizás era eso lo que a Ernesto le había atraído de mí. Mi alma. Destruirla era un reto para él. Pretendía convertirme en alguien como él. Insensible, solitario, egoísta. Me sentí todavía peor y odié a Dios por hacerme sufrir de esta manera. No me lo merecía.

A todo esto nos sentamos en la cafetería y empezamos a hablar trivialidades.
- Oye, Roy... estaba por preguntártelo y siempre se me olvidaba. ¿ Cómo se les ocurrió a tus padres ponerte ese nombre tan americano? – sonrió.
- Me extrañaba mucho que no me lo hubieras preguntado - le dije -. Verás... Mi madre estuvo enamorada de un americano cuando era muy joven. Él tuvo que irse cuando eran unos críos y nunca más se volvieron a ver, ni a saber el uno del otro. Se llamaba Roy.
- ¡Qué triste!- dijo ella.
- Si, supongo. La vida es dura, es un camino de espinas y de decepciones- yo no me encontraba muy optimista, la verdad.
- Venga ya. No me seas negativo. Hay cosas buenas y malas, como en todo – me contestó.
- Ya, ya.- contestaba yo, resignado.
- ¿Y tu padre no se puso celoso cuando tu madre decidió ponerte ese nombre?- preguntó.
- Es que mi padre no sabe la historia que te acabo de contar, Cathy. Y mejor que siga sin saberla – sonreí -. Mi madre me la contó cuando yo era un crío. Supongo que pensó que igual se me olvidaba. Ni siquiera mis hermanos saben lo que te estoy contando. Así que te pido discreción, ¿ok?.
- Ok. No te preocupes. Gracias por contármelo. Es muy interesante. Me refiero a las raíces de tu nombre.

Ella reía y por un instante, me hizo olvidar mis males y volver a ser feliz. Son esos pequeños momentos de gozo los que hacen que una persona sea realmente feliz. Te encuentras concentrado en la persona que tienes delante y lo demás no importa en absoluto. Desgraciadamente para mí, mi mente no estaba mucho rato en un mismo sitio. Comenzó a sonar en la cafetería la canción de Queen, “Who want´s to live for ever” y recordé las palabras de Ernesto a cerca de la inmortalidad. Se me ocurrió preguntarle a Cathy si le gustaría ser inmortal, vivir eternamente y recordé mi sueño con ella y las palabras que me decía en él. Suelo decirle a la gente que sueño con ella, pero no les suelo contar el sueño. En este caso hice una excepción y sí se lo conté. Se quedó aterrorizada con mi sueño. Me dijo que si ella soñara esas cosas se moría. Le impactó mucho todo lo macabro del sueño. Las cruces, la fosa, los ataúdes... pero sobre todo la visión de Omar dentro de un ataúd, y por supuesto su puesta en escena y las palabras que me decía. Quise quitarle hierro al asunto y trasladé la conversación hacia la inmortalidad.
- Bueno, y tú que opinas... si pudieras vivir eternamente... ¿te gustaría? – le pregunté.
- Pues claro que sí. ¿A ti no?
- Depende.- contesté.
- ¿De qué depende? – me preguntó.
- Pues verás... si yo fuera inmortal vería como la gente que quiero envejecería y moriría. Al final me quedaría sólo. Una y otra vez, ocurriría eso. Querrías a personas que verías morir constantemente. Incluidos a tus hijos, nietos, si los tuvieras.
- Joder, tío. Pero verías cosas que nadie vería. Sabrías cosas que nadie sabría. Y lo mejor de todo, no morirías nunca, Roy. Además, piensa una cosa, las personas que quieres se van a morir igual, seas tú inmortal o no? – Ella lo tenía muy claro.
- Ya, pero no sé. Podría ser un sueño o una pesadilla. ¿Quién sabe? – Le dije.
- Yo no lo dudaría, majo.
- Pues te voy a presentar a un amigo mío – murmuré para mí.
- ¿ Qué has dicho?- preguntó.
- No, nada, nada.- contesté.

Nos pasamos toda la tarde juntos. Un día más no fui a clase. Tenía que estrujar mi tiempo con ella. Pensaba en cómo me iba a despedir de ella y de mis amigos al día siguiente. Pensé en quedar con todos en algún sitio íntimo. Me acordé de la casa de mi amigo Luis en el campo. Bueno, era de sus padres, obviamente, pero sólo iban algún fin de semana que otro. Tenía que hablar con él y pedírsela. Quería tenerlos a todos en un ambiente personal en donde sólo estuviésemos nosotros. Les diría que era otra fiesta aunque para fiestas estaba la cosa. Ya me inventaría alguna excusa para convencerles de que asistieran. Para ellos sería una despedida momentánea, pero yo pensaba que quizás nunca les volvería a ver. No sabía lo que Ernesto iba a hacer conmigo exactamente, pero pensaba que si tenía la más mínima oportunidad... lo mandaría al infierno de vuelta, porque fuese o no, el mismo demonio, está claro que se merecía estar allí. Mi plan era dejarme llevar como un corderito y observarle. Averiguar lo que había hecho con mis amigos y no pensar en nada de todo esto cuando estuviera con él, ya que podía leerme la mente.
En medio de mis pensamientos me encontraba cuando Cathy me dio un empujón para que saliera de mi aturdimiento.
- ¡Oye, que estoy aquí, tío! – Me dijo.
- Perdona. Estaba despistado.
- Ya, ya... Por cierto, Roy... ¿te gustó el camisón que llevaba puesto en el sueño? – Me miró con picardía, mientras me lo decía.
- Mucho. Estabas muy sensual. Tardaré en olvidar esa imagen de mi mente. – Le contesté mientras le soltaba otra sonrisa picarona.

Al cabo de un rato, salimos de la cafetería y nos encaminamos hacia su casa. Llegamos a su portal y nos despedimos como siempre. Yo estaba abatido pensando en el escaso tiempo que me quedaba con ella, pero no dejé que se me notara para no afligirla a ella también. Recuerdo que mientras se marchaba pensaba que podía ocurrir que al día siguiente la viera por última vez.
Me marché pensando en lo que me esperaba. Sin embargo, no tenía miedo ya. Me noté fuerte, con ganas de jugar al juego de Ernesto. Quería vengarme por lo que le había hecho a mis amigos. Creo que su confianza, su soberbia era la única debilidad que yo le había detectado por el momento. Tenía que buscar la manera de aprovecharme de ello.
Pensaba en Cathy, en María, en mis amigos, en mi familia. No iba a dejar que me arrebataran mi vida sin luchar.


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-”Nunca olvides qué eres porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil” (Tyrion Lannister).

Lore
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Mensaje por Lore »

Yo casi que mejor que no digo nada :smt005 :smt005 :smt005 :smt005

Tu traqui DARTHITO, es weno releerse las cosas, yo también lo he hecho este fin de semana :smt002 :smt002


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