Historias de Darth Vader

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DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

Menos mal que tú me comprendes :smt010 :smt010 :smt005 :smt005

Un beso :smt008


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-”Nunca olvides qué eres porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil” (Tyrion Lannister).

Lore
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Mensaje por Lore »

Semo dos incompredidos, si no nos comprendemos entre nosotros ¿quién nos va a comprender? (menos mal que esto lo estoy escribiendo y no lo estoy diciendo a viva voz, porque fijo que se me trabaría la lengua :smt005 :smt005 )

:smt058


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DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

Bueno a mí también se me lengua la traba a veces :smt005 :smt005 :smt005 .

Y a ésto se le llama desvirtuar un tema al máximo :smt005 :smt005 :smt005 :smt005 :smt005 :smt005


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-”Nunca olvides qué eres porque desde luego el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil” (Tyrion Lannister).

Lore
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Mensaje por Lore »

No pasa ná, no nos ve ningún mod :smt077 :smt077 :smt077 :smt077

Además estamos dando clase y estos es Clases de DARTH VADER y está DARTH VADER ¿no? pos ale, arreglao :smt005 :smt005 :smt005


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ancksunamun
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Mensaje por ancksunamun »

Muy amable, caballero :smt002 :smt006


"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante." Oscar Wilde

Bêcky
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Mensaje por Bêcky »

Caramba Darth!! sigue contando la historia!! que hoy me he leído todo lo que has posteado y me has dejado enganchada :smt003


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DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

Gracias Becky :smt002 :smt006




CAPÍTULO IV:"EL ÚLTIMO DÍA"


Un hombre que decide hacer algo sin pensar en otra cosa, supera todos los obstáculos.
(GIACOMO CASANOVA)




Normalmente no solemos darnos cuenta del valor de las cosas que nos rodean hasta que las perdemos. Es un tópico, pero no deja de ser cierto. No damos importancia a lo habitual, a lo cotidiano. Sin embargo, como era mi caso, en el que pensaba que lo iba a perder todo, me percaté de la importancia de todas las cosas... sensaciones, objetos, personas, sentimientos. Percibes y sientes de una forma mucho más intensa. Hasta el detalle más insignificante cobra una relevancia inconcebible. La sensación de que pronto lo perderás todo, es horrible.

Había logrado convencer a Luis – no sin un gran esfuerzo, dicho sea de paso- de que fuéramos a reunirnos a su casa del campo. Tuve que decirle que iban muchas “pibas” para que accediera a mi petición, ya que simplemente con mis ruegos no llegaba a ningún lado. Ten amigos para esto. El habitáculo en cuestión era una casa-cueva de esas, pero era ideal para la ocasión.
Lo cierto es que a los demás no me costó convencerles. El clima era el idóneo para un encuentro ocasional. Las desapariciones “misteriosas” de mis dos amigos me suponían la excusa perfecta para reunirlos a todos y hablar del asunto.
La madre de Omar me había proporcionado el número telefónico de Nereida y pude hablar con ella. También accedió a ir.
De nuevo, nos íbamos a encontrar en una casa, mis amigos y yo. He de reconocer que me daba miedo la idea de que Ernesto les hiciera daño a alguno de ellos, pero yo no pensaba quebrantar sus “reglas”.
Habíamos quedado en ir después de comer. La verdad es que todos tenían horario de mañana en el instituto excepto yo, con lo cual no les suponía ningún tipo de problema. En cuanto a mí, como es obvio, las clases ya no tenían ninguna prioridad en esos momentos.

Recuerdo que esa mañana me desperté angustiado. Que poco me quedaba... pensaba yo. Tenía ganas de ver a mi hermana y hablar con ella, pero en vez de eso, me encontré con una nota suya en la que decía que estaba en casa de Jorge (su novio). Necesitaba hablar con alguien, pero todos mis amigos estaban en clase, incluida Cathy. Me tiré en la cama boca abajo. Por supuesto, le pedía ayuda a Dios. A ese Dios de María , que la castigaba por jugar con los sentimientos de los demás, según ella. Ese Dios cristiano, cruel, que premia al que sigue sus directrices y castiga a la oveja descarriada. Y a mí, ¿por qué me castigaba?. ¿Quién sabe...? Los caminos del señor son inescrutables... dijo alguien.

De mi ensimismamiento me sacó el “ring” del teléfono. Lo cogí raudo y veloz como un poseso. Era la madre de Fayna la que me había llamado. Me comentó que buscando entre las cosas de su hija, había encontrado un sobre cerrado con mi nombre escrito por mi amiga. Le había parecido apropiado contármelo y me dijo que si quería pasar a recogerlo que allí estaría. Le contesté que por supuesto, y que iría en cuanto me vistiese, como así fue.

Una vez en la casa había que ver a esa mujer. Nunca se me olvidará su rostro, su expresión de sufrimiento. Sin duda, ya pensaba lo peor y se preparaba mentalmente para ello. No volvería a ver a su hijita nunca más. Me recibió con una sonrisa aún y todo. Supongo que en esos momentos cualquier cosa que le recordara un poco a su hija la hacía felíz en cierta manera, aunque de igual modo me imagino que también su recuerdo la angustiaría. El no saber de ella, qué le había pasado, si vivía, si sufría... Pienso que la incertidumbre era lo peor de todo.
Me acompañó a la habitación de su hija. La situación me pareció patética. Sobre su mesa de noche había una foto de Fayna sonriente. Había otras por la habitación con otros amigos y casi siempre salía Mirían con ella. Me imaginé su “micro-universo” particular. Yo supongo que todos tenemos el nuestro. Ella, sus ligues y sus amigos. Y dentro de este grupo, su amiga Mirían. Me daba una envidia sana su amistad. Yo siempre deseé tener ese amigo único y especial que me comprendiera y escuchara cuando estuviera mal. Que me diera un consejo maravilloso y me hiciera sentir bien otra vez. Ese amigo nunca llegó. Una lástima...

Me di cuenta de que en realidad nunca me había hecho ninguna foto con mi amiga. Nunca he sido de fotos. No soy nada fotogénico y además soy muy dejado para estas cosas. Sin embargo, en ese momento eché de menos no haberme fotografiado con mi amiga.

Su madre abrió uno de los cajones de la mesa de noche y sacó un pequeño cofre, el cual se abría con una llave que ella se dispuso presta a utilizar. Lo abrió y me dio el sobre. Era la segunda carta que recibía en menos de una semana. Me dijo que dado que iba dirigida a mí, me pertenecía. Me llevé la carta para leerla con calma en casa. Antes de leerla ya supuse más o menos lo que me iba a encontrar, aunque me hubiese gustado haberme equivocado. No me merecía en absoluto sus palabras de amor. Mejor le hubiese venido enamorarse de otro. Creo que una de las peores cosas que te pueden pasar, es perder la cabeza por alguien y no ser correspondido. Eso duele y supongo que a todos nos pasa alguna vez. Sin embargo, pienso que es un error sufrir en la distancia, en la ignorancia de saber, si esa persona de la que te has enamorado te corresponde. Mi opinión es que es mejor sincerarse y descubrir la verdad cuanto antes. De esa forma, si sale mal, la herida empieza a cicatrizar al instante. Sin duda es mejor que tener la herida abierta toda la vida, ó preguntarte al cabo de los años qué es lo que hubiera pasado sí esto ó sí lo otro. De todas formas sólo es mi opinión, mi manera de ver las cosas.

Llegué a casa y leí la carta de Fayna que decía así:

No estoy segura de por qué escribo esto. Supongo que porque me siento aburrida. No, no es verdad. Lo que me pasa es que me siento triste y sola. Algunas personas nos llevamos muchos de nuestros secretos a la tumba porque somos incapaces de revelarlos a un amigo, a un familiar, ó simplemente no tenemos a nadie en quien confiar nuestro yo, más oculto. En mi caso, tengo a Mirian. Ella es mi mejor amiga. En verdad es mucho más que eso. He de decir que incluso hemos hecho el amor. Nos queremos de una forma muy especial, y aunque parezca mentira a mí me gustan los tíos. De hecho es a tí, a quien va dedicada mi carta y mis paranoias.
Aún recuerdo aquella noche en la que me regalaste una pulsera con tu horóscopo y te compraste otra con el mío. Me escribiste en ella: “Para una persona muy especial”. Digamos que esa fue la chispa que provocó el incendio. Aunque yo ya estaba enamorada de ti, fue en ese momento cuando empecé a concebir esperanzas. No paraba de pensar en ti, y cuando me encontraba junto a ti, era como si estuviera flotando. Son sensaciones imposibles de explicar con palabras.

Me encuentro en una etapa en la que siempre estuviera andando en una montaña rusa sin parar, de repente me encuentro en lo más alto, y al momento en lo más bajo. ¡Porqué! Eso es lo que quiero saber.
¡QUIERO SABERLO! ¡Y YA! Ahora mismo no aguanto más.
¿Por qué soy una persona tan compleja? Tan difícil de entender que no me comprendo ni a mi misma. Tan difícil de explicar que no encuentro respuesta.


Sólo me queda reflexionar y volver tiempo atrás no demasiado lejos, el tiempo suficiente para darme cuenta de cuando empezó esto y de que causas fueron las que lo llevaron a cabo.

¿Sabes como me haces sentir cuando me miras? Mil pensamientos y mil sentimientos recorren en un solo segundo mi cuerpo entero. Mi cabeza se dispara de mil formas alocadas, piensa mil y una estupideces y sueña despierta, con quién. Contigo, con quién va a ser si no. Cada vez que me miras siento mil y un escalofríos. Como es posible que sólo tu mirada produzca ese efecto en mi. Cómo, se pregunta mi mente y no sabe responder. Cómo, le pregunto a mi corazón y éste en vez de no saber, teme responder. Tu mirada, cuando clavas tus ojos en los míos me hace sentir una cantidad de emociones infinitas, siento amor, siento cariño, siento pasión, siento ternura, siento miedo, siento ansia, el pecho se me encoge y todo por tu culpa, por esa mirada penetrante, que llega hasta lo más profundo de mi corazón. ¿Qué me pasa? ¿Por qué siento todo esto?, ¿por qué?.
¿Por qué cada vez que te miro, mi mirada es diferente a las demás? Al principio te miraba normal como a todos los demás, pero ahora mis ojos te miran llenos de ternura. Ternura que me da miedo tener o alcanzar. ¿Por qué? Solo hay una sencilla respuesta que me gustaría no responder; mi boca no lo dice, pero mi corazón estalla y pega gritos hablando de ella. Y mientras mi lógica intenta no hacerle caso, porque no quiere escuchar, más aún no quiere razonar. Y es que sin duda siento algo por ti. ¿Qué puede ser para quererlo acallar y no quererlo escuchar? No lo sé, totalmente confundida me encuentro, a veces solo te miro con ojos de amistad y otras en cambio mis ojos te miran de forma especial, una forma especial que no sé descifrar. ¿Por qué ha de ser todo tan complejo y complicado? ¿Por qué no podemos ser amigos nada más? ¿Por qué ha de existir otro sentimiento?
¡No! ¡No quiero que haya otra clase de sentimientos en mi! ¡No! ¡No quiero sufrir! ¡Tampoco quiero verte sufrir a ti! El saber que siento algo más que simple amistad hacia ti, seria demasiado duro para los dos. Sufriría e incluso sé que lo harías tu, sé que me tienes demasiado aprecio como para verme como algo más que una amiga. Y el saberlo te dolería, lo sé porque no sabrías como comportarte conmigo y puede que aunque no todo, algo cambiaría.
Sé que te haría daño, y que sufrirías diciéndome que tu no sientes lo mismo por mi, sé que lo harías. Y yo nunca me perdonaría algo así. Nunca me perdonaría el haberte puesto en tan complicada situación.

Fayna 8-8-89


Su carta lo único que consiguió es que me sintiera más miserable si cabe a lo que me sentía ya. Sentía que la había fallado. Por aquella época en la que había escrito su carta era cuando coincidíamos más. Era justo antes de que yo conociera a María . Al poco tiempo me olvidé de mis amigos y centré mi tiempo en una sola persona. Grave error. Recordé mi sueño en el que aparecía Fayna y cómo me pedía ayuda. Que desgraciado me sentía...
La perspectiva del tiempo me ha hecho llegar a la conclusión de que las circunstancias que más te marcan en tu vida, son las que te ocurren siendo un adolescente, como regla general. Aunque está claro que existen excepciones y en la infancia e incluso en la madurez te pueden suceder acontecimientos que te marquen fuertemente. Pero a lo que yo me refiero de la adolescencia, es que es una etapa de tu vida en la que estás en contacto con mucha gente, con muchas ideas, con distintas formas de ver la vida. Es cuando tienes que decidir que es lo que vas a hacer en la vida. Qué es lo que quieres. Y sin embargo, es cuando tenemos mayores dudas cuando tenemos que elegir, tomar decisiones. Puede que esto no sea una máxima y que a todos no nos marcará de la misma forma, pero en mi caso no me cabe la menor duda.

Ni siquiera sabía si Fayna, me hubiera entregado su carta algún día ó se habría atrevido a decirme algo. Sentía como si hubiera en cierta manera, violado su intimidad. A lo mejor ella no quería que yo lo supiese nunca, porque en el fondo ya sabía la respuesta. Yo que sé...

Nuevamente sonó el teléfono. ¿Quién sería ahora?, pensaba yo. Descolgué y era Cathy.
- ¿Sí? – pregunté.
- Roy... soy yo, Cathy.
- Hola amor, ¿que tal? – le contesté.
- Nada, simplemente me apetecía oír tu voz. Anoche te noté algo triste.
- Bueno... no te preocupes. Ya sabes que soy un poco rarito. ¿Desde donde me llamas? – pregunté.
- Desde una cabina al lado del instituto. Estoy en el descanso. Ahora me toca Latín... ¡Qué asco!.
- Venga, mujer que tampoco es tan malo. Hay cosas peores. A mí me gusta el Latín.
- Fingiré no haber oído lo que has dicho – me contestó.
- Bueno, bueno.
- En serio, ¿estás bien?. – me preguntó.
- Lo cierto es que no... Tengo algo importante que decirte, pero no lo voy a hacer por teléfono... este aparato es tan impersonal... necesito verte para decírtelo.

La verdad es que se me había ocurrido una historia de lo más grotesca y rebuscada para explicar mi inminente desaparición sin levantar sospechas. Había pensado en decirles a todos, que me habían aceptado una beca para irme a un instituto de Sudamérica... con Ernesto... nada más, ni nada menos. Les diría que no les había dicho nada porque me lo estaba pensando después de todo lo que estaba pasando. A nadie le sorprendería siendo yo, el alumno más aventajado de Ernesto, que me fuera con él, por estar becado. Lo que pasa, es que con el panorama que teníamos... mis amigos me iban a coger hasta coraje. Pero ¿qué queréis? No se me ocurrió una excusa más brillante. Y esa fue la que utilicé. De todas formas, no fue mala del todo. Al menos para mi profesor fue perfecta, ya que le proporcioné una coartada para poder estar conmigo unos meses.
Pero continuaré con mi conversación con Cathy.

- ¿Qué es, Roy?, me estás preocupando. – me preguntó ella.
- No te preocupes, por favor que no es nada malo- le dije.
- Seguro... por eso tanto misterio. Ahora me vas a dejar mal cuerpo para todo el día. – dijo ella.
- Cathy, por favor... dame un respiro.
- Vale, vale. Esperaré hasta después, pero esto no me lo hagas más, que no me gusta nada.
- De acuerdo... lo siento. Gracias por tu comprensión – le contesté.
- Roy, me tengo que ir. Entonces nos vemos a las tres, ¿no?.
- Claro que sí.
- Adiós Roy.
- Adiós Cathy... ¡Oye! – subí el tono de voz.
- ¿Qué? – me preguntó.
- No , nada, nada.
- ¿Cómo que nada? Ahora me lo dices... ¡Venga!, estoy esperando. – la estaba empezando a exasperar.
- Sólo... quería decirte... que te quiero.
- ¿Roy?, ¿qué es lo que te pasa?, ¿me lo vas a contar? – me preguntó, empezando a preocuparse por mi tono de voz tan patético.
Yo ardía en deseos de contarle todo. No podía aguantar tanta presión yo sólo. Mis amigos íntimos hoy en día se asombran de mi frialdad para determinadas circunstancias. Me dicen que soy muy tranquilo. Después de Ernesto... que me echen lo que sea.
- ¿No puedo ponerme tierno, sin más? – le pregunté.
- Si, ya. De todas formas, ya lo poco que te conozco, me basta para darme cuenta que un si ó un no tuyo tienen escasas ó ninguna posibilidad de cambiarse el uno por el otro. No te insistiré más.
- Ya veo que algo me conoces.
- Roy... – me dijo.
- ¿Qué? – le pregunté.
- Gracias de todas maneras por tus palabras. Me han gustado mucho.
- No hay de qué. Es la verdad. – continué con mi tono de voz sumiso.
- A este chico me lo han cambiado- se reía.
- ¡Qué graciosa, ella!.- le contesté .
- Roy, ahora sí que me tengo que ir, cariño.
- Vale, vale. Hasta luego Cathy.
- Hasta luego Roy.

Colgó el teléfono y enseguida me sumí en una gran tristeza. Sentía que mi vida se esfumaba con el paso de los minutos.
Necesitaba salir de casa... despejarme. Salí a pasear. Deambulaba por la calle observando a la gente que pasaba a mi alrededor. Miraba a una pareja de novios riendo, besándose, jugueteando... y pensaba que eso era el amor en su estado puro. No estaba viciado, mezclado con deseo, como muchas veces suele ocurrir. Muchas veces confundimos los términos deseo con amor. Y son tan diferentes. Muchas personas fomentan relaciones basadas en la mera atracción física, pero luego qué. Cuando se acaba la pasión y no tienen qué decirse.
Observaba a varias ancianas paseando y “cuchicheando” y pensaba que yo no quería ser así. No quería envejecer y llegar a eso.

Al cabo de un rato, me senté en un banco, abatido, entristecido. Un perro canelo y muy peludo se me acercó y comenzó a mirarme mientras torcía su cabeza. Me hizo sonreír. Por su aspecto, muy cuidado, comprendí que tenía dueño. No tardó en llamarle. Se llamaba Kron. Su dueña era una señora de unos 50 años. Muy educada, se dirigió a mí.
- ¿Te gustan los perros?- me preguntó.
- Me encantan- le contesté.
- Sin embargo no tienes- me dijo.
- Y usted, ¿ cómo está tan segura de eso?
- Ya ves...
Se dio media vuelta y se marchó con Kron, no sin antes dedicarme una sonrisa cómplice y una mirada dulce. Nunca más les volví a ver y sin embargo... ahora tengo perro y creo que no podría vivir sin ese estupendo animal, que me ofrece un cariño incondicional y que no me pide nada a cambio. Los perros son los animales más maravillosos que existen, y que conste que he conocido a algunos que... ya, ya os contaré.
De todas formas a la reflexión que quería llegar era que esa mujer me abrió los ojos con dos frases. Siempre había querido tener un perro y nunca lo había tenido. Para mí ella es un “duende”, como llamo yo a esas personas que aparecen en tu vida de repente, te hacen un comentario amable, superfluo y que nunca vuelves a ver, y que sin embargo, te marcan... han conseguido su objetivo. Podréis pensar que estoy desvariando, pero no creo que me pase sólo a mí. Esas personas son reales. Fijáos, os lo aconsejo. Y si no tengo razón, traedme la camisa de fuerza que yo mismo me la pondré.

Pasé largo rato paseando y observando al resto del mundo. Tanto fue así que cuando quise darme cuenta se me había hecho tarde y tuve que volver apresuradamente a mi casa.

Llamé por teléfono a Cathy y pasé a buscarla. Habíamos quedado todos en un parque al que llamábamos” parque de las Olas”. El nombre era debido a que había la típica “U” para hacer “Skate”, supongo yo.

La esperaba fuera de su portal, distraído, pensativo. Cuando abrió el portal para salir, me soltó una enorme sonrisa. Yo no estaba para sonrisas pero se la devolví. Es increíble como soy capaz de recordar cada detalle a pesar del tiempo que ha transcurrido. Para mí, parece que fue ayer.
Paseamos hasta el parque. Al llegar nos encontramos con Mirían. Había sido la primera en llegar. La saludamos y nos pusimos a hablar un poco con mi amiga. Luego vino Carlos. Tenía ese aire de interesante que siempre ha tenido. Al menos a mí, siempre me lo pareció. El que no llegaba era Luis y eso sí que me preocupaba. Si no llega a venir, no sé lo que hubiera hecho. Pero apareció... De hecho, aparecieron todos los invitados.
Esta vez fuimos todos en guagua para que no hubiera agravios. A pesar de todo lo que había pasado, el clima tampoco era el de un funeral. Sin embargo, me percaté de que habíamos tres personas más afligidas que el resto. Esos éramos Nereida, Mirían y yo. En el caso de ellas era mucho más llamativo ya que eran dos chicas muy divertidas. Realmente daba pena verlas.

El camino se me hizo interminable. Tenía que disimular mi estado de ánimo con mis amigos para que no sospecharan nada y eso requería de todo mi esfuerzo. Por supuesto nadie esperó a llegar a la casa para ponerse a hablar del “tema”. La policía no había descubierto nada acerca del paradero de mis amigos. Cada uno soltaba su propia hipótesis de lo acontecido y por Dios que pocas veces habré oído tanta sarta de sandeces juntas. Yo estaba un poco borde con ellos y Cathy me llamó la atención para que me relajara.
El autobús nos dejó no muy cerca, la verdad. Tuvimos que “patear ” un tramo cuesta arriba para llegar a la dichosa casa. Una vez llegamos, cada uno se acomodó como le vino en gana, aunque tenían que soportar al “psiquis miquis ” de Luis diciéndoles ten cuidado con esto, no cojas aquello... En cualquier caso, el pobre era sumamente ignorado.

Al cabo de un rato de estar en la casa y cuando creí que era el momento idóneo, tomé la palabra. Me dispuse a contarles a todos la “trola ” de mi supuesta beca. Me pareció lo mejor, inventarme la historia sobre mi ausencia inmediata y repentina. Les dije que hacía unas semanas que me había llegado una beca para irme al extranjero a estudiar y que mañana mismo me iría. No había dicho nada porque lo estaba sopesando. La peña “flipó” conmigo. Algunos se alegraron por mí (o por librarse de mi tortuosa presencia), otros se afligieron y otros permanecieron incrédulos. Cathy me miró con una mirada que nunca podré olvidar. Era una mezcla de decepción, enfado y tristeza. Sobre la marcha, al oír mis palabras y formarse el revuelo, se encaminó hacia el patio exterior de la casa y yo en cuanto pude, me fui detrás de ella.
Se había sentado en un pequeño escalón. Tenía los pies cruzados y la cabeza gacha. Me sintió llegar pero no se inmutó. Me senté al lado de ella y comencé a acariciar su pelo. Si ella estaba mal... yo estaba fatal.
- Cathy... créeme cuando te digo que daría cualquier cosa por quedarme contigo.- le dije.
- Ya. – contestó.
- Ya sé que no me crees, pero es la verdad.
- Roy, venga ya. Que no te llama la patria ni nada por el estilo. Es una elección tuya, sin más.
- Puede que tengas razón Cathy. Puede que todos tengáis razón y yo sólo sea un egoísta que sólo piensa en sí mismo.
- No te hagas ahora el mártir, por favor... No lo soporto. Ya es el colmo.- me contestó con el tono más desagradable que le había escuchado nunca.

No sabía que decirle. Nunca he servido para mentir. Me temía que si continuaba hablando con ella, la iba a “cagar” más aún si cabe. Así que me marché para adentro y la dejé sola con sus pensamientos. No me equivocaba al pensar que al irme empeoraría las cosas con ella, ya que lo que quería y necesitaba, era una explicación por mi parte, como es lógico. En vez de eso, huí...

Al entrar de nuevo en la casa, observé a mi amigo Carlos fumando como un carretero (como siempre) y recordé la insistencia de Omar en que me leyera la mano y esas cosas. No sabía que hacer después de haber discutido con Cathy y se me ocurrió ponerme a hablar con Carlos sobre mis sueños. Se me ocurrió preguntarle, si sabía interpretar los sueños y me respondió cosas muy interesantes.
- En realidad Roy, nadie es capaz de interpretar los sueños ajenos. Todo lo más, puede servirte de guía para que tú mismo seas capaz de descifrarlos.- me dijo.
- ¿Y eso?- le preguntó el obtuso de mí.
- Pues es bien sencillo. En nuestros sueños existen unos símbolos, una iconografía que son totalmente personales. Me explico. Es verdad que existe un lenguaje de los sueños donde tal cosa significa esto ó lo otro. Pero eso no son más que generalidades que no nos llevan a nada. Lo que importa son lo que significan para uno mismo. Supongamos que los dos soñamos con un gato idéntico. A lo mejor para mí, significa el asco que les tengo y para ti el amor que les procesas. Es como la silla de Vincent Van Gogh. Tú, miras ese cuadro y ves una silla sin más. Sin embargo para Vincent reflejaba la soledad, la ausencia del ser querido que se sentaba en esa silla y que ya no estaba. ¿Comprendes a donde quiero llegar?
- Si. Ha sido una exposición brillante Carlos. Deberías salir en la tele anunciándote con un número de teléfono para que te llamen los incautos – reí tras soltarle la gracia.
- Bueno, mi tío ya lo hace- me contestó.
- No, en serio. Me has sorprendido y abierto la curiosidad. Me gustaría contarte una serie de sueños que he tenido últimamente y que me dijeras lo que piensas.
- Adelante – me contestó.

Le conté mis tres sueños, los cuales escuchó con suma atención. Le encantaron y aunque me dio su propia opinión, me repitió que el único que poseía las claves para interpretar mis sueños era yo. Del primero me comentó que reflejaba como era evidente una elección. Debía elegir el camino a seguir. La luz donde estaba todo lo bueno que conocía y quería y la oscuridad a donde, incomprensiblemente me dirigía, en vez de retroceder y escoger el buen camino. Mi segunda pesadilla fue la que más le gustó. Me comentó que lo que debía significar es la falta de comunicación que existió entre Fayna y yo. De ahí que nos quedáramos aislados en el sueño y su caída no expresaba otra cosa que el miedo a perderla definitivamente. En cuanto al último, no me lo supo explicar. Me comentó que le parecía muy complejo. Los demás los había interpretado porque él mismo estaba dentro del contexto de Ernesto, Fayna y compañía, amén de conocerme a mí. Sin embargo, con el último como digo, divagó un poco y en realidad no supo decirme nada interesante.
Como siempre hago, absorbí como una esponja todo lo interesante que me cuentan o relatan y deseché lo que me pareció intrascendente.
A todo esto, mientras hablaba con mi amigo, pude observar como Cathy se unía al grupo de nuevo. Estaba seria y en esa actitud de “si crees que te voy a dirigir la palabra, estás apañado, guapo”.

Miré mi reloj. ¡Qué poco me quedaba!. Esa tarde dialogué con todos y cada uno de mis amigos. Para ellos era una despedida pasajera. Les había comentado que sería cosa de un par de meses. Para mí era como si estuviera convencido de que no les volvería a ver a ninguno.
Quise hablar con Nereida sobre la última noche que había pasado con Omar. Y esto fue lo que me dijo:
-¿Qué quieres que te diga, Roy?. Fue un día como cualquier otro. No pasó nada extraño en absoluto. Simplemente nos despedimos. Él siempre, después de dejarme, iba a casa y me telefoneaba para que yo me cerciorara de que llegaba a casa sano y salvo. Soy un poco maniática y ahora imagínate...
Comenzaron a rodarle lágrimas. La abracé e intenté como pude, proporcionarle palabras de ánimo. Pero para dar ánimos estaba yo.

Al cabo de un rato, me encontraba sólo, mirando por una ventana al horizonte cuando Mirían se me acercó por detrás y me puso una mano en mi hombro.
- Hola Mirían, ¿qué tal? - le dije.
- ¿Cómo voy a estar?. La verdad es que soy incapaz de creer todo lo que nos está pasando.
- Ya te digo. Es absolutamente increíble. – le contesté.
- ¿Tú crees que ha sido Ernesto? – me preguntó.
- Yo ya no sé que creer – le mentí.
- Si no estás seguro... ¿Cómo es que te vas con él? – me preguntó con su inteligencia de siempre. Yo la miré a los ojos durante un par de segundos y le contesté.
- Quizás... por eso mismo, Mirían. Ya que no estoy seguro de ese cabrón... me voy a ir con él al “recoñísimo” lugar del mundo. Al menos así, estará lejos de vosotros. – la verdad es que perdí la compostura, pero... ¡qué diablos!, no podía fingir al cien por cien. No soy un robot.
- Pero Roy... ¿estás loco?.- se sorprendió de mi salida.
- Por supuesto... ¿Aún no te habías percatado de ello? – le contesté.
- Déjate de sorna ahora, que no es el momento. Yo ... creo... que no volveré a ver a Fayna. No quisiera perderte a ti también. – me lo dijo con un tono sumamente triste.
Me miró con los ojos llorosos y nos abrazamos con mucho cariño. Más del que yo creí que le procesaba a mi amiga. Es en los peores momentos cuando descubrimos si queremos a una persona. Recordé nuestra escena de intimidad en aquella habitación, donde los tres nos besábamos, y deseé poder volver al pasado. Deseé despertar de esta pesadilla y que nada de todo lo que cuento, hubiese pasado...

En ese momento se acercó Cathy, y Mirían me guiñó un ojo y nos dejó solos. Mi chica se colocó junto a mí y se puso a contemplar el paisaje al igual que hacía yo.
- Lo siento muchísimo Cathy – le hablé- , ya sé que tenía que habértelo contado y no lo hice. Tienes toda la razón en estar decepcionada conmigo. Pero hay una cosa que es totalmente cierta y es... que te quiero.
Ella en ese momento apartó su mirada del horizonte y me miró con sus melosos ojos pardos. Yo continué hablando.
- ¿Sabes?, te voy a contar otra cosa que tenía que habértela contado hace días y que no lo hice. Verás..., pensé que no tenías por qué saberlo ya que al fin y al cabo no ha pasado nada trascendente, pero ahora me doy cuenta que me encuentro más a gusto si me dejo de mis eternas reservas y me sincero contigo.
- Sabes que a mí, puedes contármelo todo, Roy. Es más, me encanta que lo hagas, que confíes en mí.- me dijo.
- Es que era muy fuerte y temía contártelo por si te ponías celosa. Pero te aseguro que no tienes por qué estarlo. – le conté.
- Ya me estoy poniendo celosa y todavía no me lo has contado – me dijo esto muy en serio. Sus miradas eran inconfundibles.
- Verás..., el otro día me vi con María y estuvimos hablando en la calle un rato, hablando del pasado, de lo nuestro... ya sabes... Al día siguiente me llamó por teléfono para que fuera a su casa que quería darme una carta.
- ¿Y bien? – preguntó.
- Simplemente. La leí y he de reconocer que me conmovió. Tú misma me dijiste el primer día que nos conocimos que yo todavía la quería, ¿recuerdas?.
- Lo recuerdo perfectamente, y veo que no me equivocaba, ¿no?
Su tono de voz comenzaba a ponerse agrio, por denominarle de alguna manera.
- ¿Me dejas terminar, antes de sacar ninguna conclusión, por favor? – le pregunté.
- Termina Roy.
- Es verdad que todavía siento algo muy fuerte por ella y dudo que eso cambie alguna vez... – mientras le decía esto, su cara era un poema- sin embargo, Cathy... lo que siento por ti... es más fuerte aún y ni siquiera ella puede hacer que me olvide de ti. Con lo cual no tienes nada que temer cariño. Te quiero como un loco aunque no quiera reconocerlo.
Al decirle todo esto, Cathy se abrazó a mí muy lentamente, y puso su orejilla en mi pecho mientras escuchaba mi corazón. Fue la escena más tierna que he vivido en toda mi vida. Recuerdo que Norberto entró en ese momento en la habitación con un “cubata ”. Alguien tenía que estropear el momento más perfecto de mi vida...
- Pero... ¿qué pasa aquí, con los tortolitos? – dijo.
Nosotros nos separamos y nos cogimos de la mano fuertemente, mientras tratábamos de recuperar la compostura.
- Venga Cathy, que éste está “enamorao” y vuelve a por ti, no te preocupes... que yo le conozco – le dijo a ella.
Ella le sonrió y decidimos volver a la sala donde estaba todo el mundo. Sin embargo, Norberto me paró y me dijo que si podía hablar conmigo a solas. Le dije a Cathy que nos disculpara que enseguida estaba con ella. Mi amigo se dirigió a mí con unas palabras que la verdad no me esperaba en absoluto.
- Mira ..., es que hace tiempo que noto que estás muy distante conmigo- me dijo.
- ¡Ah!, ¿si? – le contesté.
- Venga, no me vengas a mí con tu sarcasmo, Roy.
- ¿Quieres que te sea sincero y te escupa lo que tengo dentro? – le pregunté., dispuesto a desahogarme por fin.
- Claro.
- Pues bien, me recuerdas a un amigo que tuve no hace mucho tiempo y a quien le gustan las novias de los demás. No tengo confianza en ti. Me da la impresión de que si te gusta una chica, te da igual que sea la novia de alguien– comencé a echarle trapos sucios a la cara.
- ¿Cómo? – preguntó... haciéndose el nuevo... el muy cara dura.
- Lo que oyes. No sólo son impresiones mías. Lo he hablado con la peña y han confirmado mi tésis. Deberías controlarte un poco y respetarnos a los demás. No creo que así vayas a ninguna parte. -Roberto se quedó de piedra escuchándome. No se lo esperaba en absoluto.
- Tú lo dices por como miraba a María – al fín se percató de lo que le hablaba. Y luego dicen que los milagros no existen.
- La verdad es que con amigos como tú... mejor ninguno, chaval.- le miré con todo el desprecio del que fui capaz.
- ¿Y qué?- preguntaba el incrédulo de mi amigo.
- Bueno, Norberto... vamos a dejarlo aquí... Sin embargo, te advierto una cosa. Si te acercas a Cathy te corto los huevos.

Después de decirle eso, se marchó cabreado, decepcionado conmigo. Éste era de los que pensaban que los amigos (masculinos) estaban por encima de las chicas. Es decir que era más importante nuestra amistad que una chica ó una novia. Desde luego, no compartíamos la misma opinión. Se puede ser muy amigos, sin tener que joder al prójimo ó en este caso a todo lo que lleve faldas.

Después de mi peculiar discusión con mi amigo, volví al salón con Cathy y el resto de la “peña”. Continué con mi particular estudio y observación de mis amigos. Miraba a David, intentando acoplarse con Roberto e Israel, pero eso era imposible. Observaba la tristeza de Mirían y Nereida. A Luis, más preocupado de que nadie rompiese nada que de otra cosa, la verdad. A Carlos, con ese aire de filántropo intelectual... En fin, los miraba a todos y me imaginaba a Omar y a Fayna con nosotros.
Pero está claro a quien observaba con un detenimiento absoluto. Todavía tengo grabados cada detalle de su rostro, cada mirada, cada mueca, gesto, manía... todo.
Como era inevitable, terminó nuestra reunión. Las horas me habían parecido minutos. Ya había comenzado a oscurecer y nos encaminamos a coger el autobús. Cada cual se iba quedando en su parada y yo me iba despidiendo de ellos con un abrazo, mientras me deseaban suerte. La necesitaba... la verdad.
Cathy y yo, nos paramos en su parada claro está. Ahora sí que pensaba que no la volvería a ver y una inmensa desolación se apoderó de mí. Le agarré su mano fuertemente. Ella me miró extrañada. Nos sentamos en un “murito” blanco de un parterre que estaba enfrente de su portal y comenzamos a tener la que yo creía que iba a ser nuestra última conversación.
- Te voy a echar tanto de menos, Cathy. No puedes imaginar cuanto. – le dije.
- Yo también a ti, Roy. Te vas ahora justo cuando más te necesito... y tus amigos también... con todo lo que está pasando...
- Supongo que esta tarde habéis comentado eso en casa de Luis. – le comenté.
- Claro. A todos nos ha extrañado tu repentina marcha. Y encima te vas con él... el principal sospechoso de todo. Es que no me lo creo...
- Precisamente por todo lo que está pasando, me he pensado muchísimo lo de irme ó no. Pero es una oportunidad única y no puedo desperdiciarla. – mentía como un bellaco-. Además... si ha sido él... al menos lo tendré lejos de ti. No podría soportar que te hiciese daño a ti.
- Y, ¿Qué le impediría hacerte daño a ti, Roy?- me preguntó.
- Hay algo que me dice que no lo hará.
- Supongo que lo habrás pensado bien y que nada que yo pueda decirte puede hacerte recapacitar.
En esos momentos angustiosos, yo pensaba: “... si supieras que lo único que anhelo en estos momentos es estar junto a ti...”. En vez de eso, tenía que romperme por dentro y prometerle que volvería pronto, que no se preocupara.
- Roy...
- ¿Qué, Cathy?- le pregunté.
- Te quiero...- contestó.
- Y yo a ti, mi amor.
Después de decirme esas palabras, se abrazó a mi cuello y comenzó a llorar.
- Dos meses sin verte... no sé si podré aguantar. Me he acostumbrado tanto a tu presencia, a tus sonrisas, a tus caricias, a tus besos, a tus palabras, a ti... – me dijo.
- Yo también estoy así Cathy. ¿Qué te piensas?. Pon la mano en mi corazón... se me va a salir.
Fueron momentos muy intensos y angustiosos para ambos. En mi vida he tenido dos despedidas horribles. En ambas lo pasé mal y aún las tengo grabadas. Esta fue una de las dos.
- Me gusta mucho la manía que tienes Roy –me dijo de repente.
- ¿Qué manía? – sonreí.
- Esa que tienes de sacar la lengua y humedecerte los labios – sonrió tras decir eso. Menuda sonrisa la suya.
- Es que se me resecan mucho – le contesté.
- Ven, acércate... no dejemos que se sequen – me dijo. Y efectivamente, no lo permitió.

Eran cerca de las 10 de la noche cuando miré el reloj y comprendí que apenas me quedaban unos minutos para estar con ella. Nos incorporamos y cogí sus dos manitas con las mías. Ella tenía los ojos llorosos y comencé a besarla como si fuera la última vez... como dice la canción. Se despidió de mí, entró en su portal, cerró la puerta, encendió la luz y me miró desde dentro. Hizo una pequeña mueca con su boquita, como si fuera un amago de sonrisa y con su mano derecha me hizo el típico gesto de “ hasta luego”, mientras me tiraba un beso. En esos momentos comprendí lo que significa amar a una persona con todo tu ser y ser amado. Es lo más maravilloso que les puede ocurrir a dos personas. A pesar del dolor insoportable que me suponía su ausencia, comprendí lo dichoso que había sido y que aunque nunca jamás volviese a tener esas sensaciones con nadie, me consideré afortunado de permitírseme haber sido tan dichoso. Simplemente había sido un sueño maravilloso y ahora me tocaba despertar ó más bien introducirme en una auténtica pesadilla.

Me di la vuelta y me encaminé hacia mi casa. Crucé el parterre por un caminito de tierra que existía, y en el que los que lo pisábamos, no permitíamos que creciese nada en él, de tanto pisotearlo, claro. Llegué a un estrecho corredor que existía antes de llegar a mi casa y al doblar la esquina observé a unos 100 metros una figura masculina que me pareció familiar. Estaba oscuro y no podía distinguirla bien. La figura tenía las manos en los bolsillos y miraba hacia el suelo. Se encontraba justo al final del corredor, y yo al principio. Me quedé parado, mirándolo y justo entonces levantó su mirada del suelo y me la dedicó a mí. Se me erizaron los pelos. Era Omar.
Corrí hacia él, gritándole, pero él caminó hacia la esquina ignorándome por completo. Cuando llegué a la susodicha esquina... ya no estaba. Continué buscándole y gritando su nombre en la noche... pero él no estaba. De hecho no había nadie excepto yo, y bueno... un impertinente desde un balcón que me gritó que me callara y no diera voces que no eran horas.
Sin embargo, estaba completamente seguro de haber visto a Omar, a pesar de la oscuridad y la distancia. Esa pose con las manos en los bolsillos y mirando al suelo me eran inconfundibles. Yo lo conocía bien. En cualquier caso, continué caminando después de mirar con desprecio al subnormal del balcón. Llegué hasta mi portal. Abrí, entré... Existía un silencio fantasmal, ó al menos eso me pareció a mí en esos momentos. Pedí el ascensor. Tardaba una barbaridad en bajar. Empecé a ponerme nervioso y a sudar. De repente, todo empezaba a cobrar sentido en mi cabeza, pero... no podía ser. Escuché unos pasos en las escaleras unos pisos más arriba. Bajaban lentamente pero a un mismo ritmo. Los pasos se acercaban cuando de repente alguien abrió la puerta del portal y casi se me sale el corazón por la boca. Era un vecino, ¡JODER!. Nos saludamos y el puñetero ascensor llegó por fin. Mientras entrábamos en el ascensor me había percatado de que las pisadas en las escaleras habían cesado justo cuando entró mi vecino. Él se quedó en el cuarto piso y yo continué hasta el quinto. Abrí la puerta de mi casa con toda celeridad. Entré y la cerré con la misma rapidez. Mi casa estaba vacía, como siempre. Sin embargo, esa noche la soledad me angustiaba, me aterrorizaba, pero también sabía que no podía llamar a nadie ni contarle nada porque sólo empeoraría la situación. Comencé a registrar toda la casa con mucho sigilo, buscando Dios sabe qué o a quien. ¿Había visto a Omar, ó eran alucinaciones mías?. Todo esto me pasaba por la cabeza mientras seguía registrando la casa. Caí en la cuenta de que mis famosas cuarenta y ocho horas de “vida” ya se habían consumido. Pero lo que estaba claro es que yo de mi casa no me iba a mover.
Después de revisar hasta el último centímetro de mi casa y comprobar que efectivamente estaba solo, cerré con llave la puerta y eché el cerrojo. Esa noche ni tan siquiera cené. Me quedé un rato contemplando el cielo y las escasas estrellas que veía.

Me dio por escribir algo de poesía si me permitís llamar así a mis ocurrencias nocturnas de esa noche.

“... Cuando contemplo el cielo nocturno y su inmensidad, me viene a la mente tu rostro, tu sonrisa encantadora y me parece que al pronunciar tu nombre las estrellas cobran una luminosidad extraordinaria.”
“... Cuando escucho el mar nocturno y observo su infinito horizonte sólo se me ocurre una cosa capaz de mejorar esa sensación que experimento y es que tú estés a mi lado.”


“Eres el aura que me envuelve,
el sentimiento que deseo,
la chica de mis sueños,
la persona que me ama,
eres todo cuanto anhelo,
eres tú...”


Por supuesto, mis palabras iban dedicadas a mi chica. Mi intención era poner al correo esta leve carta para que ella se diese cuenta de lo que la quería. De que mis palabras eran tan ciertas como que todos los días amanece. Sin embargo, no fue así. Mi carta nunca llegó a su destino y por lo tanto ella nunca leyó, ni escuchó mis palabras.

Después de terminar de escribir, me acosté en mi cama. Me coloqué en posición fetal y esperé resignado mi suerte.
Pasaron un par de horas y no pasó nada de nada. Yo seguía en mi cama como una persona que está en coma y es incapaz de moverse. Creo que ni siquiera pestañeaba.
Comencé a quedarme dormido, estaba en ese estado entre la vigilia y el sueño cuando escuché un leve y sutil ruido en el balcón. Los pelos se me pusieron de punta.
Me mantuve en alerta, con el oído más agudizado que nunca, esperando algún sonido, ó más bien esperando que por favor no se produjera. Cuando reuní el valor necesario me levanté de la cama muy despacio y me encaminé hacia el balcón. Entré en él. Las cortinas se movían con el viento... la ventana estaba abierta... creía recordar que la había cerrado. La cerré...¿nuevamente?. Me volví para salir y entonces le vi.

Me quedé petrificado. Hasta el último cabello de mi cuerpo se había erizado... mi corazón latía a mil por hora. No podía balbucear una palabra. El terror me impedía hacer nada. No podía ni moverme. Allí, entre las sombras del salón estaba una figura masculina que me observaba y no decía nada en absoluto.
De repente se movió muy lentamente y salió de la oscuridad. Sonrió y me habló:
-¿Vas a venir conmigo Roy, después de todo?
Yo no podía ni moverme. Estaba aterrorizado.
- No temas, no voy a hacerte ningún daño – me dijo nuevamente. Yo, estaba aterrorizado, la verdad. Todo esto me sobrepasaba. No creo que nadie en este mundo estuviera preparado para una situación de pánico como la que yo estaba viviendo.
Me tendió su mano como en mi sueño y me volvió a repetir, ¿vienes?. Haciendo un esfuerzo sobrehumano comencé a acercarme a él. El no dejaba de sonreír. Supongo que llevaba mucho tiempo esperando ese momento y lo estaba disfrutando. En cambio yo, que mal lo estaba pasando.
Le tendí mi mano y la cogió con suavidad. Una suavidad angelical que me llamó la atención. ¿Angelical?, pensé casi de inmediato. Lucifer también era un ángel.
Estaba tan cerca de él, de sus ojos que casi no podía respirar. Me ahogaba.
- No tengas miedo. No voy a hacerte daño. Todo lo contrario Roy.
- Lo sé Ernesto – contesté.


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Bêcky
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Mensaje por Bêcky »

:smt108 :smt104 :smt103 :smt107 :smt104 :smt103
sin palabras....se me hizo un nudo en la garganta :smt010... por favor... deseo seguir leyendo :smt003 ...


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meiryan
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Mensaje por meiryan »

Joderrrrrrrrrrrrrrrrr..... espero impacientemente el siguente!!!!!! Buenísimooo...!!!!! ;)


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DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

Muchas gracias rbk y Meir... :smt003 Me halaga mucho que os guste. Lo cierto es que he llegado al ecuador de la historia y antes de proseguir me gustaría pediros un favor. Quisiera que me hiciérais una crítica constructiva de lo que habéis leído hasta el momento. Me gustaría saber que es lo que más os gusta, lo que menos, que os parecen los personajes, el desarrollo de la historia, las temáticas...en fin todo lo que me queráis aportar.

Gracias :smt006


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Huesario
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Mensaje por Huesario »

Bueno pues aqui os dejo mi aportación ya que es navidad

http://es.youtube.com/watch?v=5CgJ9Khjj6U


y una de preguntas

http://es.youtube.com/view_play_list?p=F51D93E900B28FE1



melymely
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Mensaje por melymely »

Yo ahora solo te comento que me encanta la historia y que estoy enganchada y que continues lo antes posible
No sé si puedo hacer una crítica constructiva
La historia esta bien enmarcada y como creo en las islas no???
Has descrito el aspecto físico de cada personaje aparecido,para que el lector lo juzgue admás de por sus acciones o por la forma de pensar del protagonista????
Has centrado la trama muy bien en la temática del chantaje de Ernesto para con Roy,un alma buena es un reto a conquistar,el primer paso es que avandone lo que más humano le hace: sus seres queridos, en pro de su seguridad.
No todos los que llama amigos son reales amigos no???
Bueno casi pregunto más que otra cosa....



DARTH VADER
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Mensaje por DARTH VADER »

melymely escribió:Yo ahora solo te comento que me encanta la historia y que estoy enganchada y que continues lo antes posible
No sé si puedo hacer una crítica constructiva
La historia esta bien enmarcada y como creo en las islas no???
Has descrito el aspecto físico de cada personaje aparecido,para que el lector lo juzgue admás de por sus acciones o por la forma de pensar del protagonista????
Has centrado la trama muy bien en la temática del chantaje de Ernesto para con Roy,un alma buena es un reto a conquistar,el primer paso es que avandone lo que más humano le hace: sus seres queridos, en pro de su seguridad.
No todos los que llama amigos son reales amigos no???
Bueno casi pregunto más que otra cosa....
Lo primero Hola :smt006 y gracias por tu opinión. Te respondo a tus cuestiones:
1) Si, es en una isla. :smt002
2) Describo el físico para que el lector se haga una idea de como son los personajes.
3) En cuanto a lo de "amigos" no entendí bien :smt017

Un saludo :smt006
Última edición por DARTH VADER el Sab Ene 03, 2009 9:43 am, editado 1 vez en total.


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Bêcky
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Mensaje por Bêcky »

Primero que nada... VIVA EL IMPERIO :smt077
:smt005 :smt005

Y en respuesta a tu petición Darth, puedo decirte que la historia realmente me ha hecho sentir las emociones y sentimientos que ahí describes y creo que eso te da como 100 puntos a tu favor :smt003 :smt002
Los diferentes personajes y sus descripciones son muy realistas, de hecho creo que puedo decir que la personalidad de cada uno de ellos casi la puedo visualizar mientras leo :smt003
Ademas creo que el desarrollo de la historia lleva un orden lógico y coherente, lo cual permite que los lectores podamos seguir el hilo sin perdernos.
No sé que mas te pueda decir :smt003 ... quiero seguir leyendo más... :smt003
:smt006

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ancksunamun
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Mensaje por ancksunamun »

La histora está bien narrada y estructurada. Se nota que combinas experiencias propias, con hechos novelados. Mezclas argumentos ficticios con situaciones reales. Y eso siempre da buen resultado. Se debe escribir sobre lo que se conoce. Es la única forma de llegar al corazón de los lectores. Introduces convenientemente a los personajes y se puede notar por quién sientes un mayor aprecio.
La narración es fácil de leer y resulta amena, no cansa. Invita a la continuación de la lectura. Las influencias cinéfilas son constantes y la recreación de ambientes, buena.

Continua... por favor.


"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un sólo instante." Oscar Wilde

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