Jessica empezó a avanzar. Puesto que no necesitaba sus manos para realizar la descarga de energía, intentó tomar su colgante para volver a abrirlo. Pero…
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—Pero… Sanders. ¿Qué hace? —Susurró Peterson.
Sanders le instó a guardar silencio. Se estaba guardando posibles pruebas, pero tenía una buena razón para ello.
—¡Traigan aquí una camilla! —Exclamó un policía—. Hay una chica herida. Está grave, pero vive.
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—¿Kara? ¿Puedo saber qué pasó?
—Bueno… me gustaría saberlo. Creía que no tenías nada que ver con la chica de la que te había hablado.
—Jess… Jessica Goldsmith. Sí, bueno, siento haberte mentido, pero no quería meterte en problemas. Aunque eso… ya lo has hecho tú solita. ¿Qué fue de ella?
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—Willy, espera. Quiero contarte algo… algo que me resulta difícil de explicar, pero que… creo que tiene que ver con mis poderes… con los que aún no tengo.
—¿Aún?
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—Buenas tardes, Señor Luthor —oyó Lionel por el auricular del teléfono.
—Ah, más bien buenas noches, ¿no? —contestó reconociendo la voz que lo llamaba—. Debo asumir que ya has salido de Bell Reeve.
—Así es, Luthor. Y no creo que me guste volver.