"HISTORIA DE UN DESAMOR" POR ANCKSU TELLADO CARTLAND
Capítulo 1:
La verdadera razón por la cual nunca muestro mis sentimientos es, que no hay vuelta atrás.
No me refiero al arrepentimiento, sino que al abrir mi corazón, me vuelvo vulnerable.
Estoy acostumbrada a guardar bajo llave el dolor. Cuando era pequeña y estaba sóla en mi cuarto intentando dormir, todas las noches hacía el mismo ejercicio. Dejaba mi mente vacía y pensaba en una habitación oscura, abría entonces un baúl oculto entre las sombras y cerrado con un gran candado y metía todo el dolor sufrido durante el día. Lo hacía muy rápido, con muchísimo miedo de que algo de lo que allí guardaba se escapara. Ese baúl era mi particular Caja de Pandora, salvo que si escapaba todo lo allí retenido, no quedaría la esperanza. En ese contexto le conocí.
En 1º de B.U.P. nos mezclaron, hasta entonces las clases en el colegio eran separadas, ese fue el primer año mixto.
Y allí estaba él, no era guapo, no era alto...pero era especial... me resultaba tremendamente atractivo. Nuestra relación era la de dos compañeros de clase. Un día me llamò por teléfono y me invitó a dar una vuelta en su moto.
No podía creerlo pero era cierto, me llevó a pasear y a enseñarme a montar en moto, me hizo feliz. Cuando entré por la puerta de mi casa, estaba como en una nube.
Como a la hora de haber llegado a casa, recibí otra llamada. Era una "amiga" común, me preguntó si era yo la que había estado con él esa tarde
(parece que nos habían visto). Le dije que sí y fué entonces cuando me devolvió de vuelta a la tierra.
En este mundo el dolor más grande que me pueden causar es, el de la desilusión: "no te creas que lo ha hecho por tí", me dijo "tan sólo le has servido para darle celos a su novia. Tú sólo estabas a mano"
. Colgé y desperté de mi sueño. No podía parar de llorar, era incapaz de respirar, las lágrimas se agolpaban en mi garganta y me estaban ahogando. De pronto una ira desproporcionada se apoderó de mí. Necesitaba sacarla o me consumiría por dentro, cogi el teléfono y le llamé, le pregunté si era cierto lo que me habían contado y me confesó que sí.
Estuve una hora... dos horas, no se cuánto tiempo explicándole de cientos de maneras distintas el daño que me había causado y la desilusión que me había inflingido. Cuando terminé de desahogarme, él también estaba llorando. Me pidió perdón de corazón y me suplicó una segunda oportunidad para ser mi amigo. Se la dí y ha sido el mejor amigo que he tenido en toda mi vida.
Capítulo 2:
Fuimos amigos cuatro años más. Siempre me han gustado los hombres que tienen por detrás una historia por contar. Él no era así, yo era la que tenía la historia por contar. Jamás había confíado tanto en nadie, jamás me había abierto tanto a nadie, jamás había dependido tanto de nadie... Hablábamos de amistad, de política, de nuestros respectivos novios, de nuestras familias y... por supuesto, también hablábamos de sexo.
Sabía escuchar y aconsejar y gracias a él, sobreviví toda la adolescencia y llegué a los 18 años. Él sobretodo me hablaba de sus novias, muchas, muchísimas novias y de el sexo con ellas. Le encantaba provocarme, me daba toda clase de detalles .
Un día, cómo no, llegó un nuevo dolor a mi vida. Mi madre enfermó de cáncer. (Sobre esto pasaré de puntillas, lo justo para continuar con la trama y que conozcais las circunstancias que rodearon los hechos). Pasó casi un año entero de hospital en hospital, hasta que al fin murió.
Durante todo ese tiempo, mi hermana y yo hacíamos turnos de 24 horas con ella para no dejarla sóla. Fué lento, agónico y muy devastador... para todos ( mido 1,65 y llegué a pesar 40 kilos).
Si no hubiera sido por él, creo que no estaría aquí ahora mismo.
Me llamaba por teléfono, me escuchaba, me sacaba al cine, a bailar, me secaba las lágrimas, me abrazaba, me besaba y cuánto más hacía él, más me enamoraba yo.
Mi madre murió el día antes de su cumpleaños y se pasó toda la noche en vela conmigo, hasta que la enterramos al día siguiente. Después de todo eso, siguió llamando; y yo fuí saliendo adelante gracias, entre otras cosas a su ayuda. Tenía 18 ó 19 años había vivido muchas cosas, quería olvidar y él me ayudó. Seguíamos siendo los mejores amigos. Seguíamos teniendo novios distintos y... seguíamos hablando de... sexo.
Un día estando sólos en su casa, habíamos quedado para salir con unos amigos unas horas más tarde, y me dijo que se iba a duchar. Me miró y repitió "me voy a duchar", yo estaba de espaldas, me giré al oir cómo repetía la frase y lo volvió a decir mirándome a los ojos. Esa fué la primera vez que hice el amor con él.
Salíamos con el mismo grupo de amigos y al volver a casa, en el coche o a hurtadillas en su cama, hacíamos otra vez el amor. Pero algo fallaba,
los amigos comunes no conocían nuestra relación, él no quería que se supiese. Las siguientes veces que nos acostamos empezaron a dejar de ser mágicas, sólo me besaba mientras estábamos "juntos" y cada vez me trataba con mayor frialdad.
Empecé a sentirme utilizada, sucia y tremendamente vacía. Una noche que ya no podía más le dije que todo se había terminado, que estaba enamorada de él y que me destrozaba saber que él no lo estaba de mí.
Capítulo 3:
Su primera reacción fué una sonora carcajada que todavía resuena en mis oidos al recordarlo.
Despúes se puso nervioso, desvió la mirada unos segundos hacia atrás al tiempo que me agarraba del brazo y me empujaba hacia la puerta de salida del local donde estábamos. Yo miré por encima de su hombro y me fijé en lo que tan furtivamente él había mirado. Era su grupo de amigos totalmente absortos, en la escena que estábamos provocando. De repente comprendí, la luz llegó a mi cerebro como un fogonazo cegador y fuí completamente consciente de lo que estaba pasando.
-"¿Qué les has contado Monkey?" (este era su mote en el colegio)
- "Nada, pero tú te vienes conmigo.", chilló nervioso. "No vas a ser capaz de dejarme mal... delante de mis amigos..."
Creo que se envalentonó gracias a la gran cantidad de copas que llevaba encima. Eso y que no quería que sus amigos pensaran que lo suyo era sólo una brabuconada.
Pero en ese momento mi corazón se rompió en mil pedazos y mi alma se congeló al mismo tiempo que mi mente tan sólo era capaz de reproducir la risa que le había provocado mi confesión.
Lo único que deseaba era salir corriendo y cuánto más lejos mejor. Miré a los ojos de un amigo común y le supliqué que me sacara de allí. Me entendió y vino en mi ayuda, le empujó y me llevó a casa en su coche. En el camino me preguntó si era verdad lo que Monkey les había contado. Le dije que sí y le aclaré que estaba enamorada de él, aunque era obvio que él no lo estaba de mí. Me dijo que sentía mucho todo lo que había pasado y se despidió de mí, después de dejarme en la puerta de mi casa.
De mi Amor de Verano, no supe nada más. No llamó para decir que él también me amaba, no llamó para decir que lo sentía, no llamó para pedir explicaciones, no llamó para nada...
Pasaron muchísimos meses y mi corazón, mi mente y mi alma lograron endurecerse. Logré dejar de pensar en él. Así fué como conocí a otra persona especial. Una persona que sí tenía una historia por detrás que contar. Alguién con el que mi alma herida logró identificarse, alguién como yo. Pero esa es otra historia... esa es la histora de un amor.
Después de muchísimo tiempo, un día recibí una llamada, era Monkey. Quería verme porque había algo que me quería contar. Me dijo, veládamente, que sólo cuándo se pierde lo que se tiene, es cuando uno es plénamente consciente de lo que se ha perdido. Y me dijo que le diera otra oportunidad. No lo hice, jamás le volví a llamar. Creo que nunca fué consciente de lo mucho que llegó a romperme el corazón. Así que, no volví a mostrarle mis sentimientos nunca más. Con el tiempo he aprendido a quererle de nuevo. No se nada de él desde entonces, pero le recuerdo con mucho cariño y respeto. Sólo deseo que la vida se haya portado bien con él y que esté donde esté, sea feliz.