Si me permitís, el siguiente capítulo lo redactaré yo también, para darle forma a la histoira. Pero después la redactaremos con ditintos post. Esao sí, quién postee para continuar la historia, por favor que lo haga en coherencia con lo anterior y aí entre todos podamos crear un hilo argumental.
Aquí va el primer capitulo. El siguiente lo pongo mañana, y ya el tercero se tiene que encargar otro, ¿os parece?
CAPITULO I
La lluvia casi incesante y el goteo intruso de mi habitación hicieron que me despertara violentamente. ME dirigí hacia la ventana, pero en vez de cerrarla, algo me impulsó a abrirla de par en par. El agua caía en mí. La oscuridad completa dejó escapar un relámpago que iluminó mi cuerpo. Entonces lo vi.
No podía creerlo. La poca luz debió hacerme una mala jugada. Decidí no arriesgar y sólo encendí la pequeña linterna, dirigiéndola hacia mi pecho. Respiré y conté hasta tres. Pulsé el botón, y apareció de nuevo. Una marca desconocida había traspasado mi camisón mojado. Sólo noté el dolor cuando me desprendí de la ropa y frente al espejo observé mi cuerpo desnudo.
La marca no había perdido su fluorescencia, y la quemazón desgarraba mi garganta. Pero no podía gritar, era demasiado arriesgado. Poco a poco fue perdiendo intensidad y pude visualizarlo.
Antes que mi mente pudiera descifrar esta imagen, la sirena empezó a despertar a la ciudad. No recordé apagar la linterna y ahora una nave estaba parada frente a mi habitación. El láser señalaba mi corazón, justo debajo de mi nueva marca.
Lo di todo por perdido y recordé en un instante los últimos año vividos. Los desahucios, la opresiones, las protestas, los guetos, las muertes....Justo en ese momento una voz de mujer gritó: “Vístete y corre!!”.
EL ruido de los láser llamó mi atención. Una joven luchaba ardientemente contra el visitante. Sus movimientos rápidos y certeros arrinconaban al contrario. La derrota era inminente, prefiriendo el opresor huir que morir.
Ella me miró y lejos de sonreír, dibujó una mueca preocupada e inquisitoria: “No sé si mi esfuerzo merecerá la pena. No sé si tú, mereces la pena. Termina de vestirte María, nos están esperando”.
¡ Esa mujer valiente sabía mi nombre!¿Pero quién era?¿Por qué me ha ayudado?. Miles de preguntas me martilleaban la cabeza pero solo acerté a preguntarle por su nombre. Fue la primera vez que la vi sonreír y desde entonces, pocas veces ha perdido esa sonrisa: Soy Iria.
Entre su generoso escote pude vislumbrar una marca que me resultó conocida. Una marca que cambió mi vida para siempre y de la que no querría separarme jamás.

CAPITULO II
El olor del alcantarillado era nauseabundo pero aún así allí abajo había más vida que en toda la comarca. Calculo que estuvimos vagando, siempre en dirección al centro de la tierra, como dos horas. Iria sólo hacía desconcertarme porque a todo que veía lo saludaba con cariño, pero para referirse a mí, la cara le quedaba sombría.
La gente que vivía allí abajo me miraba con anhelo y era el calor de sus mirada las que me confortaban, mucho más que la escueta manta de Iria. Llegamos a lo que debía ser la zona principal y mi guía me dirigió a una habitación con una ventana, una mesa, y tres sillas. “ Siéntate y espera”. Me sentó de un empujón en la silla de hierro y dejó en el lado opuesto a las otras dos, que sin parecer especialmente confortables, al menos tenían respaldos.
No sé cuanto tiempo pasó, pero mi mente imaginó mil situaciones posibles y en todas ellas, yo no salía muy bien parada .Entonces la puerta se abrió y entraron un hombre y una mujer. Cada uno se sentó en una silla, con movimientos tan milimetrados, tan precisos que reflejaban una rutina extrema. No era la primera vez que iban a hacer lo que fuesen a hacer, y eso era lo que más me inquietaba.
-Buenas. No queremos que estés asustada, No hay razón para ello. Es más, probablemente este sea el sitio más seguro en el que puedas estar. Eso si realmente eres quién dicen que eres.
Su voz era agradable, pero destilaba un cinismo en cada forma de decir aquellas palabra que no se correspondían a la dulzura con la que me estaba mirando. Sentí un cosquilleo y un nerviosismo que yo misma sabía que no tenían nada que ver con mi alterado estado general.Sabía que él era la causa.
-Lo cierto es que solo si colaboras con nosotros podrás saber si estas en buen lugar o no. A mí en particular me da igual quién seas, yo estoy aquí para cumplir con el cometido que el jefe nos ha encomendado. Todo lo que nos digas, ya lo sabemos, así que tú sabrás lo que cuentas. Darth, ¿empiezas tú o yo?.
Darth, así se llamaba quién yo imaginaba como mi protector en aquél dúo inquisitorio.
-Vamos Lore, no es necesario que la asustes más de lo que está. Pero te dejo a ti. Comienza.
Ella sonrió, se recostó en su silla y empezó.