Imaginate...antes Dumas escribía sus novelas para revistas y sacaba un poquito cada vez...así que animate...esto puede ir por capis que la mía también fue larga...
Otro día cuenta como nos conocimos tu niña y yo jajajajaa y como cada vez que llegaba a tu casa me dabas con la escoba...fuera pervertido fuera!!! Recuerdas? Que tiempos...aún la echo en falta weli jajaja
amores de verano
Moderadores: Lore, Super_House, ZeTa, Trasgo
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Lore
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Bueno, para poneros un poco en antecedentes os tengo que presentar a los dos protagonistas de esta historia. Ambos son hoy en día mis mejores amigos, las dos personas que mejor me conocen, casi incluso mejor que mi familia, pero supongo que el hecho de pasar más tiempo con ellos que con mi propia familia influye mucho en eso.
SI tengo un rato sigo luego...
Ella, la llamaremos María porque curiosamente ese es su nombre 
, es una gran persona, demasiado buena en mi opinión, muy noble y siempre piensa lo mejor de la gente. Tiene un sentido de la justicia y la moral excesivamente idealizado, según mi opinión, y tal vez por eso se ha llevado más golpes y decepciones en esta vida de los que se merece.
Cuando yo la conocí, hace casi ya diez años, mi vida estaba un poco en punto muerto, pasando por el peor momento de mi existencia, y ella… ella estaba planteándose la separación de su marido, ¿los motivos? El muy cerdo era un alcohólico que la trataba como si fuese la última basura de este planeta, no voy a extenderme mucho en esto porque el mero hecho de recordar las vejaciones públicas a las que la sometía este individuo, sin querer pensar en las privadas, me pone de muy mal humor todavía hoy
.
Trabajábamos en un estación de servicio un poco alejada del núcleo urbano donde vivíamos y eso hacía que pasáramos muchas horas juntas, durante esas horas de charla, compañía, comprensión mutua y ayuda, fue donde se forjó nuestra amistad, que hoy en día es a prueba de bombas.
Como en la vida, todo termina, y María terminó su contrato en la estación de servicio y en su siguiente trabajo fue donde conoció a nuestro otro protagonista.
A él, le llamaremos Jose porque… ¡vaya! ese es su nombre , lo conocí por mediación de la propia María, ya que era su compañero de trabajo. Mi primera impresión fue un poco contradictoria porque me pareció un hombre resentido con el mundo y decepcionado, pero aún así me dio la sensación de ser un hombre sincero y sensible (aunque a veces parezca difícil poner las palabras hombre y sensible en la misma frase).
De nuevo volvieron a entrar en juego las causalidades de esta vida imprevisible y, cuando terminé mi contrato en la estación de servicio, acepté un trabajo en la misma empresa que ellos, y me pusieron en el mismo departamento. Allí fue donde conocí a un hombre acomplejado por su aspecto y desencantado con el amor, ya que el único amor de su vida fue una chica que lo dejó por su mejor amigo y no consiguió recuperarse del golpe.
Con el paso del tiempo, María y yo descubrimos, bajo la coraza de cabroncete insensible, a un Jose que escondía todas sus emociones por miedo al rechazo, por miedo a compartir para después volverse a quedar sólo.
Trabajamos los tres juntos durante casi tres años, tiempo de sobra para conocernos, lo extraño es, que tan diferentes como somos, cuajamos una gran amistad. Durante ese tiempo era difícil ver a uno de nosotros sin los otros dos. Supongo que a base de compartir mucho tiempo y experiencias acabamos sufriendo una especie de dependencia los unos de los otros.
Acelero un poco y llegamos al punto de la historia que estáis esperando… María encontró un trabajo mejor (donde ganaba más pasta y, después de su separación, porque si se separó, necesitaba más ingresos para mantenerse a ella misma y a su hija, porque a día de hoy, el esperpento que fue su marido sigue desentendido del tema) y nos dejó solos a Jose y a mi aunque fue por poco tiempo ya que Jose decidió embarcarse en su propia empresa. En este punto cada uno trabajaba en un sitio diferente pero nunca dejábamos pasar una tarde después del trabajo para vernos, tomar algo y hablar de cualquier cosa.
Fue durante una de esas tardes cuando me percaté de algo muy curioso…
, es una gran persona, demasiado buena en mi opinión, muy noble y siempre piensa lo mejor de la gente. Tiene un sentido de la justicia y la moral excesivamente idealizado, según mi opinión, y tal vez por eso se ha llevado más golpes y decepciones en esta vida de los que se merece. Cuando yo la conocí, hace casi ya diez años, mi vida estaba un poco en punto muerto, pasando por el peor momento de mi existencia, y ella… ella estaba planteándose la separación de su marido, ¿los motivos? El muy cerdo era un alcohólico que la trataba como si fuese la última basura de este planeta, no voy a extenderme mucho en esto porque el mero hecho de recordar las vejaciones públicas a las que la sometía este individuo, sin querer pensar en las privadas, me pone de muy mal humor todavía hoy
.Trabajábamos en un estación de servicio un poco alejada del núcleo urbano donde vivíamos y eso hacía que pasáramos muchas horas juntas, durante esas horas de charla, compañía, comprensión mutua y ayuda, fue donde se forjó nuestra amistad, que hoy en día es a prueba de bombas.
Como en la vida, todo termina, y María terminó su contrato en la estación de servicio y en su siguiente trabajo fue donde conoció a nuestro otro protagonista.
A él, le llamaremos Jose porque… ¡vaya! ese es su nombre
, lo conocí por mediación de la propia María, ya que era su compañero de trabajo. Mi primera impresión fue un poco contradictoria porque me pareció un hombre resentido con el mundo y decepcionado, pero aún así me dio la sensación de ser un hombre sincero y sensible (aunque a veces parezca difícil poner las palabras hombre y sensible en la misma frase).De nuevo volvieron a entrar en juego las causalidades de esta vida imprevisible y, cuando terminé mi contrato en la estación de servicio, acepté un trabajo en la misma empresa que ellos, y me pusieron en el mismo departamento. Allí fue donde conocí a un hombre acomplejado por su aspecto y desencantado con el amor, ya que el único amor de su vida fue una chica que lo dejó por su mejor amigo y no consiguió recuperarse del golpe.
Con el paso del tiempo, María y yo descubrimos, bajo la coraza de cabroncete insensible, a un Jose que escondía todas sus emociones por miedo al rechazo, por miedo a compartir para después volverse a quedar sólo.
Trabajamos los tres juntos durante casi tres años, tiempo de sobra para conocernos, lo extraño es, que tan diferentes como somos, cuajamos una gran amistad. Durante ese tiempo era difícil ver a uno de nosotros sin los otros dos. Supongo que a base de compartir mucho tiempo y experiencias acabamos sufriendo una especie de dependencia los unos de los otros.
Acelero un poco y llegamos al punto de la historia que estáis esperando… María encontró un trabajo mejor (donde ganaba más pasta y, después de su separación, porque si se separó, necesitaba más ingresos para mantenerse a ella misma y a su hija, porque a día de hoy, el esperpento que fue su marido sigue desentendido del tema) y nos dejó solos a Jose y a mi aunque fue por poco tiempo ya que Jose decidió embarcarse en su propia empresa. En este punto cada uno trabajaba en un sitio diferente pero nunca dejábamos pasar una tarde después del trabajo para vernos, tomar algo y hablar de cualquier cosa.
Fue durante una de esas tardes cuando me percaté de algo muy curioso…
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DARTH VADER
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- Ubicación: En Desembarco del Rey...por fin
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Lore
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Gracioso? 
Por qué no?
Sus dejo otro caxo...
Hasta aquí por ahora que no tengo más tiempo...
Por qué no? Sus dejo otro caxo...
Fue durante una de esas tardes cuando me percaté de algo muy curioso…
La verdad es que siempre me he fijado mucho en la gente, en los gestos, las expresiones, la manera de hablar, las posturas, pero los ojos… los ojos es lo que más me gusta observar. En un 95% de los casos revelan mucho más que una sarta de palabras adornadas.
Aquella tarde de la que os hablo estábamos en una cafetería, nosotros tres y la hija de María, que estaba acercándose peligrosamente a la temida edad del pavo. Comentábamos la posibilidad de que yo fuese a trabajar a la recién abierta empresa de Jose mientras devorábamos unas exquisitas mini-napolitanas rellenas de chocolateeeee…:bb
Bueno, pues nos encontramos con esa conocida situación:
-Un montón de mini-napolitanas esperando irremediablemente a ser devoradas…
-Dos personas que teniendo un montón donde elegir van a coger la misma…
-Una mano llega a su objetivo y captura a una inocente mini-napolitana…
-La mano de la otra persona, sin embargo… aterriza sobre la mano culpable de la extinción de las mini-napolitanas…
Hasta aquí todo normal, María se comió la mini-napolitana de la discordia, pero Jose… Jose retiró su mano un tanto apresuradamente y bajó la cabeza. María en su estado de deleite mini-napolitánico no le dio mayor importancia, pero yo no lo vi normal. ¿Por qué Jose bajó la cabeza como avergonzado? Éramos amigos, no era la primera vez que nos tocábamos las manos ¿por qué ese gesto? Durante un momento Jose mantuvo la cabeza gacha, pero al levantar la mirada sus pequeños ojos negros tenían un brillo diferente, una suavidad no muy propia en él.
Decidí no remover ni preguntar, pues iba a aceptar su oferta de trabajo e iba a pasar mucho tiempo con él.
Y así fue… Una semana después ya estaba trabajando con Jose, de hecho estábamos almorzando en la misma cafetería y me fijé en otro detalle, había un montonazo de mini-napolitanas orgullosamente expuestas en la barra y Jose las miró por un momento antes de sonreírse. Una sonrisa un tanto melancólica pensé en aquel momento, pero esa fue mi entrada a tumba abierta al corazón de mi amigo, directamente le pregunté:
-¿Desde cuando María es algo más que una amiga para ti?
En retrospectiva, me doy cuenta de que fui un rato bruta, pero ¿qué puedo decir? La sutileza no era lo mío. Sus ojos, de nuevo, me dieron la respuesta sin necesidad de palabras, pero su mirada era triste, como si pensase que tenía la batalla perdida antes de formar las tropas.
-Hace ya un tiempo que la veo como algo más.
-¿Piensas hacer algo al respecto?
-No, ¿quién querría tener al lado a alguien como yo?
Ni que decir tiene que Jose tenía un concepto de si mismo un poco bajo. Evidentemente traté de animarlo, de decirle que todos valemos la pena, que siempre hay que pelear por lo que quieres, que el que se rinde sin intentarlo no lo desea realmente, ese tipo de cosas, porque me rompía el corazón esa expresión de derrota que veía en su cara, esa resignación. Él me dijo entonces:
-Tú no tienes nada que perder, pase lo que pase seguirás teniéndonos como amigos, pero yo puedo perder su amistad y ¿sabes eso que dicen que de entre dos males debes escoger el menos malo? Pues yo escojo no perder su amistad antes que arriesgarme a encontrar de nuevo el amor correspondido.
La verdad es que siempre me he fijado mucho en la gente, en los gestos, las expresiones, la manera de hablar, las posturas, pero los ojos… los ojos es lo que más me gusta observar. En un 95% de los casos revelan mucho más que una sarta de palabras adornadas.
Aquella tarde de la que os hablo estábamos en una cafetería, nosotros tres y la hija de María, que estaba acercándose peligrosamente a la temida edad del pavo. Comentábamos la posibilidad de que yo fuese a trabajar a la recién abierta empresa de Jose mientras devorábamos unas exquisitas mini-napolitanas rellenas de chocolateeeee…:bb
Bueno, pues nos encontramos con esa conocida situación: -Un montón de mini-napolitanas esperando irremediablemente a ser devoradas…
-Dos personas que teniendo un montón donde elegir van a coger la misma…
-Una mano llega a su objetivo y captura a una inocente mini-napolitana…
-La mano de la otra persona, sin embargo… aterriza sobre la mano culpable de la extinción de las mini-napolitanas…
Hasta aquí todo normal, María se comió la mini-napolitana de la discordia, pero Jose… Jose retiró su mano un tanto apresuradamente y bajó la cabeza. María en su estado de deleite mini-napolitánico
no le dio mayor importancia, pero yo no lo vi normal. ¿Por qué Jose bajó la cabeza como avergonzado? Éramos amigos, no era la primera vez que nos tocábamos las manos ¿por qué ese gesto? Durante un momento Jose mantuvo la cabeza gacha, pero al levantar la mirada sus pequeños ojos negros tenían un brillo diferente, una suavidad no muy propia en él.Decidí no remover ni preguntar, pues iba a aceptar su oferta de trabajo e iba a pasar mucho tiempo con él.
Y así fue… Una semana después ya estaba trabajando con Jose, de hecho estábamos almorzando en la misma cafetería y me fijé en otro detalle, había un montonazo de mini-napolitanas orgullosamente expuestas en la barra y Jose las miró por un momento antes de sonreírse. Una sonrisa un tanto melancólica pensé en aquel momento, pero esa fue mi entrada a tumba abierta al corazón de mi amigo, directamente le pregunté:
-¿Desde cuando María es algo más que una amiga para ti?
En retrospectiva, me doy cuenta de que fui un rato bruta, pero ¿qué puedo decir? La sutileza no era lo mío. Sus ojos, de nuevo, me dieron la respuesta sin necesidad de palabras, pero su mirada era triste, como si pensase que tenía la batalla perdida antes de formar las tropas.
-Hace ya un tiempo que la veo como algo más.
-¿Piensas hacer algo al respecto?
-No, ¿quién querría tener al lado a alguien como yo?
Ni que decir tiene que Jose tenía un concepto de si mismo un poco bajo. Evidentemente traté de animarlo, de decirle que todos valemos la pena, que siempre hay que pelear por lo que quieres, que el que se rinde sin intentarlo no lo desea realmente, ese tipo de cosas, porque me rompía el corazón esa expresión de derrota que veía en su cara, esa resignación. Él me dijo entonces:
-Tú no tienes nada que perder, pase lo que pase seguirás teniéndonos como amigos, pero yo puedo perder su amistad y ¿sabes eso que dicen que de entre dos males debes escoger el menos malo? Pues yo escojo no perder su amistad antes que arriesgarme a encontrar de nuevo el amor correspondido.