asi estamos todos/as...!!! 
amores de verano
Moderadores: Lore, Super_House, ZeTa, Trasgo
-
Lore
- Administrador/a
- Mensajes: 6734
- Registrado: Sab May 13, 2006 12:37 pm
- Ubicación: In the Seven Kingdoms
Weno, pos después de viaje e historias varias, por fin tengo un rato pa sentarme a terminar de escribir esto...
¿Les estaba ayudando o esto acabaría mal? Que mala es la duda…
Ni que decir tiene que la niña y yo lo pasamos genial y volvíamos a mi casa a las cuatro de la mañana, bueno como si volviese sola porque a ella la llevaba al caballito dormida, estaba agotada. Al pasar por delante de casa de María, las luces del comedor aún estaban encendidas, al principio pensé que eso era bueno, pero conforme iba caminando hacia mi casa empezaron a asaltarme otras ideas. ¿Y si estaban discutiendo? ¿Y si se habían cabreado y estaban cada uno en un sofá viendo la tele? ¿Y si Jose se había enfadado y se había marchado dejando a María sola? No sé, la incertidumbre y la curiosidad me acompañaron hasta casa.
Al llegar, acosté a la enana, que ni siquiera abrió los ojos, me di una ducha, me preparé algo calentito y me senté en el sofá. En aquel rato que estuve en el sofá repasé mentalmente todas las situaciones posibles que me podía encontrar al regresar a casa de María, la verdad es que no sé por qué me atacó la duda entonces si hasta ese momento estaba segura de que todo saldría bien. Decidí no calentarme más el melón y seguí el ejemplo de la cría que roncaba a pierna suelta.
La mañana siguiente me levanté relativamente temprano teniendo en cuenta la hora en la que me había acostado. Mientras desayunaba llamé por teléfono a casa de María, no contestaban. Vale, no pasa nada, podían estar en la calle. Llamé a los móviles, no contestaban, el mosqueo como que iba en aumento. Desperté a la cría, le di el desayuno y nos fuimos a pasear con mi perro. Es una costumbre que tengo desde que me independicé, todas las mañanas después de desayunar salgo a pasear un rato. Mientras la niña jugaba con el perro yo no paraba de darle vueltas al tema y continuaba llamando por teléfono, seguían sin contestar y no es que no me diese señal, es que me salía el incordioso mensaje de teléfono apagado o fuera de cobertura.
Habíamos quedado más o menos a la una para comer, pero a mí a las doce y media me picaba todo, la niña no paraba de preguntarme y yo no quería decirle que ni siquiera había podido hablar con ellos.
Cuando retomamos camino hacia casa de María las previsiones más pesimistas se agolpaban en mi cerebro, soy así, me preparo para lo peor, pero espero lo mejor. Cuando llamé al timbre casi esperaba que no contestase nadie, pero allí estaba Jose abriéndonos la puerta, sonriente, contento, casi brillante.
Nadie dijo nada por un momento, María mandó a la enana a la ducha y a cambiarse de ropa, ya que llevaba la del día anterior y nosotros tres, fuimos a la cocina.
-¿Bueno qué? – La impaciencia me carcomía.
-La curiosidad te corroe… - El tono socarrón de Jose, el brillo alegre de sus ojos y la sonrisa de María fueron todo lo que necesité.
No voy a decir que me puse a dar saltos, pero casi…
-¿Dónde estabais? He estado llamando desde que me he levantado.
-Teníamos una conversación pendiente en cierta fuente…
Y luego me dicen que ninguno de los dos es romántico ¿No os parece romántico? Se fueron los mu jodios al Mas de Jaume a terminar esa conversación.
Mientras le pasaba el parte a María de lo que habíamos hecho su hija y yo la noche anterior, Jose empezaba a preparar la mesa. Cuando la niña salió de la ducha vino directa a la cocina y me miró, le guiñé un ojo, sonrió y miró a su madre, esta empezó a decirle:
-Jose y yo… bueno que nosotros… - Nunca me he visto en esa situación, pero ¿cómo le cuentas algo así a un hijo?
-Nada de explicaciones, yo quiero pruebas ¡Joseeeeeeeee! – A veces esta cría es más de pueblo que las cabras.
El pobre Jose se encontró con el percal en la cocina e hizo algo que yo no me esperaba. Se acercó a María sin apartar la vista de sus ojos y la besó. Así, sin más.
La enana si se puso a dar saltos y acabó abrazada a su madre y a Jose. Sin dudar os puedo decir que este fue uno de los mejores, si no el mejor, día de año nuevo que he vivido.
Este es el final de mi relato y sin embargo es el comienzo de su historia, una historia que a día de hoy no tiene un final, una historia que demuestra que nunca es tarde para encontrar alguien con quien compartir tu tiempo, tu vida, una historia que me ha enseñado que lo importante no es el cuando, si no el cómo y el por qué.
Ellos se han convertido en una pequeña familia, con sus más y sus menos, como todas las familias. María y Jose siguen sorprendiéndome con momentos románticos que nunca creí que fueran capaces de crear, se puede seguir viendo ese brillo tan especial que tienen los ojos de dos personas enamoradas.
La niña ha crecido, está justo en ese momento de la edad del pavo en la que todos, o casi todos, los adolescentes son insoportables para sus padres y yo… yo sigo estando ahí, más o menos como siempre. Me gustaría pensar que soy algo culpable de su felicidad, sigo disfrutando de su compañía, de su amistad, de sus consejos, del tiempo que paso con ellos, ya que según dije al principio, paso más tiempo con ellos que con mi propia familia.
Aunque no lo creáis, este relato, que no pretendía ser tan extenso, ocupa diecinueve páginas de Word y tiene 8.831 palabras. Si es que cuando escribo a gusto no tengo medida, sólo espero que os haya gustado, que os haya hecho reír e incluso si he podido emocionaros aunque sea sólo un instante, me doy por satisfecha.
Ni que decir tiene que la niña y yo lo pasamos genial y volvíamos a mi casa a las cuatro de la mañana, bueno como si volviese sola porque a ella la llevaba al caballito dormida, estaba agotada. Al pasar por delante de casa de María, las luces del comedor aún estaban encendidas, al principio pensé que eso era bueno, pero conforme iba caminando hacia mi casa empezaron a asaltarme otras ideas. ¿Y si estaban discutiendo? ¿Y si se habían cabreado y estaban cada uno en un sofá viendo la tele? ¿Y si Jose se había enfadado y se había marchado dejando a María sola? No sé, la incertidumbre y la curiosidad me acompañaron hasta casa.
Al llegar, acosté a la enana, que ni siquiera abrió los ojos, me di una ducha, me preparé algo calentito y me senté en el sofá. En aquel rato que estuve en el sofá repasé mentalmente todas las situaciones posibles que me podía encontrar al regresar a casa de María, la verdad es que no sé por qué me atacó la duda entonces si hasta ese momento estaba segura de que todo saldría bien. Decidí no calentarme más el melón y seguí el ejemplo de la cría que roncaba a pierna suelta.
La mañana siguiente me levanté relativamente temprano teniendo en cuenta la hora en la que me había acostado. Mientras desayunaba llamé por teléfono a casa de María, no contestaban. Vale, no pasa nada, podían estar en la calle. Llamé a los móviles, no contestaban, el mosqueo como que iba en aumento. Desperté a la cría, le di el desayuno y nos fuimos a pasear con mi perro. Es una costumbre que tengo desde que me independicé, todas las mañanas después de desayunar salgo a pasear un rato. Mientras la niña jugaba con el perro yo no paraba de darle vueltas al tema y continuaba llamando por teléfono, seguían sin contestar y no es que no me diese señal, es que me salía el incordioso mensaje de teléfono apagado o fuera de cobertura.
Habíamos quedado más o menos a la una para comer, pero a mí a las doce y media me picaba todo, la niña no paraba de preguntarme y yo no quería decirle que ni siquiera había podido hablar con ellos.
Cuando retomamos camino hacia casa de María las previsiones más pesimistas se agolpaban en mi cerebro, soy así, me preparo para lo peor, pero espero lo mejor. Cuando llamé al timbre casi esperaba que no contestase nadie, pero allí estaba Jose abriéndonos la puerta, sonriente, contento, casi brillante.
Nadie dijo nada por un momento, María mandó a la enana a la ducha y a cambiarse de ropa, ya que llevaba la del día anterior y nosotros tres, fuimos a la cocina.
-¿Bueno qué? – La impaciencia me carcomía.
-La curiosidad te corroe… - El tono socarrón de Jose, el brillo alegre de sus ojos y la sonrisa de María fueron todo lo que necesité.
No voy a decir que me puse a dar saltos, pero casi…
-¿Dónde estabais? He estado llamando desde que me he levantado.
-Teníamos una conversación pendiente en cierta fuente…
Y luego me dicen que ninguno de los dos es romántico ¿No os parece romántico? Se fueron los mu jodios al Mas de Jaume a terminar esa conversación.
Mientras le pasaba el parte a María de lo que habíamos hecho su hija y yo la noche anterior, Jose empezaba a preparar la mesa. Cuando la niña salió de la ducha vino directa a la cocina y me miró, le guiñé un ojo, sonrió y miró a su madre, esta empezó a decirle:
-Jose y yo… bueno que nosotros… - Nunca me he visto en esa situación, pero ¿cómo le cuentas algo así a un hijo?
-Nada de explicaciones, yo quiero pruebas ¡Joseeeeeeeee! – A veces esta cría es más de pueblo que las cabras.
El pobre Jose se encontró con el percal en la cocina e hizo algo que yo no me esperaba. Se acercó a María sin apartar la vista de sus ojos y la besó. Así, sin más.
La enana si se puso a dar saltos y acabó abrazada a su madre y a Jose. Sin dudar os puedo decir que este fue uno de los mejores, si no el mejor, día de año nuevo que he vivido.
Este es el final de mi relato y sin embargo es el comienzo de su historia, una historia que a día de hoy no tiene un final, una historia que demuestra que nunca es tarde para encontrar alguien con quien compartir tu tiempo, tu vida, una historia que me ha enseñado que lo importante no es el cuando, si no el cómo y el por qué.
Ellos se han convertido en una pequeña familia, con sus más y sus menos, como todas las familias. María y Jose siguen sorprendiéndome con momentos románticos que nunca creí que fueran capaces de crear, se puede seguir viendo ese brillo tan especial que tienen los ojos de dos personas enamoradas.
La niña ha crecido, está justo en ese momento de la edad del pavo en la que todos, o casi todos, los adolescentes son insoportables para sus padres y yo… yo sigo estando ahí, más o menos como siempre. Me gustaría pensar que soy algo culpable de su felicidad, sigo disfrutando de su compañía, de su amistad, de sus consejos, del tiempo que paso con ellos, ya que según dije al principio, paso más tiempo con ellos que con mi propia familia.
Aunque no lo creáis, este relato, que no pretendía ser tan extenso, ocupa diecinueve páginas de Word y tiene 8.831 palabras. Si es que cuando escribo a gusto no tengo medida, sólo espero que os haya gustado, que os haya hecho reír e incluso si he podido emocionaros aunque sea sólo un instante, me doy por satisfecha.
historia candente y pasional
-
DARTH VADER
- Metrópolis
- Mensajes: 4265
- Registrado: Sab Ago 19, 2006 7:27 pm
- Ubicación: En Desembarco del Rey...por fin
-
DARTH VADER
- Metrópolis
- Mensajes: 4265
- Registrado: Sab Ago 19, 2006 7:27 pm
- Ubicación: En Desembarco del Rey...por fin
